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El escenario económico en Sinaloa de 1920 a 1940 Modesto Aguilar Alvarado Las dos décadas que transitó el país de 1920 a 1940, se engloban en un proceso general de reconstrucción y reordenación económica.1 En este intervalo los nuevos gobernantes ⎯sonorenses y los hombres del Bajío⎯, impulsaron proyectos de construcción de carreteras, de apoyo a la irrigación, modernización de la infraestructura financiera, inauguración de nuevos esquemas en las relaciones entre empresarios y trabajadores, atención a las ancestrales demandas de los campesinos, reestructuración del sistema de transporte y hasta un serio intento por reconfigurar el suministro de fondos procedentes del exterior con base en renegociaciones de la deuda externa con Estados Unidos. En este gran esfuerzo por reordenar el país, los gobernantes enfrentaron dos inusitados obstáculos expresados en dos crisis anidadas una en el frente interno en 1926, y otra proveniente del exterior en 1929. Fue en el área económica en donde se pusieron de relieve los intentos de los gobiernos posrevolucionarios de 1920 a 1940 por fijar directrices nacionales que marcaron una clara diferencia del régimen emanado de la revolución con el sistema porfirista. Durante este último se había practicado una política discriminatoria contra algunas regiones del sur, mientras se privilegiaba otras en el norte. Los sonorenses comprendieron muy bien la clase de reto que tenían enfrente y se dieron a la tarea de impulsar un proyecto nacional que inhibiera los polos 1 El concepto y la visión de reconstrucción la retomamos de Enrique Krauze, et al., Historia de la Revolución Mexicana, 1924-1928. La reconstrucción económica, 1924-1928, El Colegio de México, México, D.F., 1977. 53 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 regionales. Este proyecto tenía como objetivo la integración nacional y formaban parte de él aspectos tan importantes como la política de irrigación y la apertura de una red carretera, lo cual indicaba ponerse en la ruta de una economía moderna, relativamente a salvo de contracciones y efectos más dañinos. Para avanzar en su cumplimiento se auxiliaron del capital externo; aunque tenían el amparo de la Constitución de 1917 para intervenir en la economía.2 A nivel nacional de 1934 a 1940, el papel del Estado en la economía se topó con el límite marcado por la capacidad de recaudación del gobierno que se alcanzó rápidamente, situación que determinó la aparición de presupuestos deficitarios. Para enfrentarlos se aumentó la cantidad de circulante que produjo un repunte de la inflación que ya para 1938 desalentó la inversión productiva y afectó a los sectores de más bajos ingresos, con el aumento de precios en alimentos, vestido, utensilios y muebles; la desconfianza se sembró entre los inversionistas nacionales y extranjeros y propició fuga de capitales. A partir de 1938 negros nubarrones ensombrecieron el cielo mexicano, pues los agentes económicos más poderosos, así como los sectores dejados al margen del reparto agrario, se sumaron a las impersonales fuerzas económicas, para cuestionar la eficacia del modelo económico vigente.3 En este artículo me pregunto cómo la élite económica de la entidad sinaloense respondió al esfuerzo encabezado por los conductores del Estado mexicano en el ámbito de las actividades económicas; los distintos indicadores de comportamiento económico que se mencionan se orientan a probar la eficacia de los esfuerzos realizados por los diferentes segmentos productivos, a pesar de las dificultades conocidas a lo largo del periodo estudiado. En el ensayo se destaca el comportamiento de lo económico como un reflejo de lo 2 Thomas Benjamín y Mark Wasserman, Coords, Historia regional de la Revolución mexicana. La provincia entre 1910-1929, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, D. F, 1996, pp. 385-386. 3Alicia Hernández Chávez, Historia de la Revolución Mexicana. 1934-1940. La mecánica cardenista, El Colegio de México, México, D. F., 1979, pp. 190-192. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 54 ocurrido en la esfera política, a través del análisis de lo acontecido en el sector de la agricultores, quienes como propietarios recibieron más directamente los embates de las políticas revolucionarias aplicadas a partir de 1920; si al término del cardenismo quedaban todavía en pie las bases de su poderío económico se explica por la afinidad de proyectos que los agricultores, como elementos sociales procedentes del porfiriato y los revolucionarios tenían en torno al modelo económico que México debía seguir. En 1928, Sinaloa ya se había colocado como uno de los principales productores de garbanzo y tomate y era además una de las entidades donde más se había desarrollado la industria azucarera.4 De hecho las estadísticas oficiales registran una consistente posición de Sinaloa como segundo productor nacional de azúcar, y primero en tomate y garbanzo durante los veinte años que abarca este estudio.5 La estructura ocupacional estatal, es un buen indicador de lo ocurrido en la agricultura. Para 1920 había ya desplazado a actividades como el comercio y la minería, que desde la segunda mitad del siglo XIX habían tenido un gran peso en la economía estatal.6 En la rama agrícola se empleaba en 1921 el 87% de la PEA y aunque bajó a 78.6% en 1930, las proporciones ocupadas en industria, comercio, minería y comunicaciones no significaron una alteración del patrón productivo que se estaba definiendo.7 El porcentaje restante se distribuía entre 4 Sonora, Sinaloa y Nayarit, 1928,. Secretaría de la Economía Nacional. Dirección General de Estadística, México, D. F., 1930, p.169. 5 Revista Agrícola Mensual, Sría de Agricultura y Fomento. Dirección General de Agricultura y Ganadería. Departamento de Economía y Estadística, años 1926-1940. 6 Juan L. Paliza, El Estado de Sinaloa, Monografía Geográfica, Estadística e Informativa, Gobierno del Estado de Sinaloa, año de 1928, p. 13; también Rigoberto Román Alarcón, op. cit., p. 35. 7 En 1921 la Población Económicamente Activa fue de 106 019, de los cuales el 87% se empleaba en agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca, el 7.8% en industria, el 3.2% en comercio y el restante 1.5% en minería y comunicaciones. En 1930 el porcentaje en agricultura y ganadería bajó al 78.6%, la industria subió al 13.5% y lo mismo aconteció con el comercio, la minería y comunicaciones que alcanzaron un 4.5% , 1.4% y 1.9% en ese orden. Censo Agrícola..., op. cit., p. 68. La PEA del estado de Sinaloa, según el Anuario Estadístico 1940, evolucionó de 119 929 trabajadores en 1900 a 108 171 en 1910 y a 117 543 en 1921, mientras para 1930 se registraban 126 209 ocupados, Anuario Estadístico 1940, p. 57. Un 55 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 industria, comercio, minería y comunicaciones. Este desplazamiento de perfil productivo propició también un mayor apoyo a las zonas centro y norte que se deslizaron al papel descollante que había tenido la zona sur hasta el porfiriato. 8 Como causa influyente en la configuración de este perfil productivo podemos mencionar la relativa cercanía geográfica del estado con la frontera de Estados Unidos, que lo convirtieron en una atractiva zona productora de las más rentables materias agrícolas para el mercado norteamericano. Su distanciamiento de la capital del país lo dejaron relativamente al margen de los perniciosos efectos de disminución poblacional instigados por la revolución de 1910, manteniendo una tendencia ascendente desde esta fecha. De 323 642 pobladores en 1920, aumentó a 341 255 habitantes a finales de la segunda década y se instaló en 486 353 en 1940.9 En estos tiempos la entidad era, por la distribución de su población, eminentemente rural, pues en 1921 de cada cien sinaloenses 77 vivían fuera de las zonas urbanas,10 éste porcentaje se mantendría invariable hasta finales de los años treinta.11 En el concierto nacional Sinaloa durante las dos décadas indicadas, llegó a representar el 2.1 y el 2.3% de la población en cada uno de los años considerados como extremos.12 Otros factores fueron su configuración orográfica alargada, y la benevolencia natural de once ríos que lo hacen muy propicio para la agricultura, pues dispone de grandes sistemas hidrográficos naturales junto a otros muy notables de autor que también da cuenta de los cambios que estaban ocurriendo en la economía es Guillermo Ibarra Escobar, en Sinaloa. Tres Siglos de Economía. De la minería a los servicios. DIFOCUR, Gobierno del Estado de Sinaloa, Culiacán, Sin., México, 1993. 8 Herberto Sinagawa, Sinaloa, Agricultura y Desarrollo, CAADES, Culiacán., Sin., 1987, p. 20-21. 9 Anuario Estadístico de 1930, p. 34 y Anuario estadístico de 1940, p. 27. 10 Anuario Estadístico 1930, p. 52. 11 Anuario Estadístico 1940, p. 36. 12 Anuario Estadístico de 1930, p. 34. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 56 irrigación.13 Entre estos últimos sobresalen como los más extensos el de Los Mochis, en la municipalidad de Ahome, y el sistema denominado Canal “Antonio Rosales” en Culiacán. Todas estas características perfilaron a la entidad como una región eminentemente agrícola, aspecto predominante hasta la actualidad. La mancha de población se acomodó en 2330 localidades en 1920, en 3130 en 1930 y ya en 1940 eran 3534;14 entre éstas se distinguían las llamadas ciudades, villas, pueblos, congregaciones, haciendas, rancherías, ranchos y otros agrupamientos que recibían la difusa denominación de “otras categorías”,15 la misma agrupación de los lugareños era reflejo del nicho productivo asentado en la entidad, que hacían de ésta un espacio con gran porosidad de población propicia para el patrón agrícola predominante. En este tiempo los municipios de Culiacán, Mazatlán y Ahome se consolidaron en el mismo orden como los principales, culminando un proceso de reconversión productiva que comenzó desde finales del porfiriato para desembocar en una entidad con un peso económico que descansaba crecientemente en la agricultura y en la industria ligada a ésta. Los tres municipios se convertirían en los principales imanes de población, sobre todo Culiacán y Mazatlán, debido a que el primero aparecía como la capital política del estado desde 1831 ⎯con varias interrupciones en situaciones extraordinarias⎯, y el segundo era el principal puerto de intercambio comercial nacional y extranjero de la entidad. No obstante para 1920 Culiacán sólo contabilizaba 18 202 residentes, y Mazatlán sumaba 29 380 pobladores. Sin embargo, en 13 La entidad cuenta con numerosos afluentes y subafluentes entre los que sobresalen los ríos Sinaloa, Culiacán, El Fuerte y El Mayo, formándose cuencas en los ríos Sinaloa, Mocorito, Fuerte, Culiacán y San Lorenzo. En Sonora, Sinaloa y Nayarit, 1928, p. 26 14 Ibíd., p. 34. 15 Censo Agrícola y Ganadero de Sinaloa, op. cit., p. 16-55. 57 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 Culiacán se asentaban las familias económica y políticamente más poderosas.16 Producto en parte de la generosidad de la naturaleza, y de la iniciativa personal de los agricultores, la irrigación fue, desde el porfiriato, un aspecto importante para el avance de la agricultura en el estado; en el marco de la política reconstructora, el gobierno federal, a partir de 1920, comenzó a considerar como parte prioritaria el esfuerzo público en esta rama. En el Valle de Culiacán el interés del Estado hizo posible la construcción del Canal Rosales, que comenzó a trazarse en 1921, proyecto con el cual se esperaba elevar de 12 a 60 mil las hectáreas de riego en la municipalidad.17 Gracias a esta clase de proyectos las estimaciones indicaban que si en 1930 el Valle de Culiacán ⎯uno de los más ricos del estado⎯, tenía en cultivo una superficie de 50 mil hectáreas, la culminación de los trabajos del canal Rosales colocarían en 117 mil las hectáreas susceptibles de ser incorporadas a explotación.18 En estas fechas, de un total de 80 877 hectáreas irrigadas en el estado,19 31 400 hectáreas, esto es el 39%, se asentaban en el Valle de Culiacán (véase mapa 1). Esta extensión sería la base para la consolidación de un poderoso grupo de agricultores a partir de 1932.20 16 Anuario Estadístico de 1940, p. 33; También Guillermo Ibarra Escobar y Ana Luz Ruelas, Coords., Culiacán a través de los siglos. Universidad Autónoma de SinaloaAyuntamiento de Culiacán, Culiacán, Sin., 1998, p. 24. 17 Sonora, Sinaloa, op. cit., p. 178. Como parte de esta presencia del Estado en este rubro se tiene que entre 1926 y 1940 la Comisión Nacional de Irrigación atendió proyectos de almacenamiento y desasolve del Río Culiacán y pequeñas obras de derivación por un monto superior a los cuatro millones de pesos. Véase Anuario Estadístico 1940, op. cit., p. 536 18 Sonora y Sinaloa, op. cit., p. 175. 19 Anuario Estadístico 1940, op. cit., p. 494. 20 Cartón de Grammont, op.cit., p. 13; Sinagawa, op.cit., p. 100, Guillermo Ibarra, op.cit., p. 69. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 58 Mapa 1. El valle de Culiacán Fuente: Ramón R. Millán, Directorio Agrícola Comercial, Industrial y Profesional del Estado de Sinaloa, Ed. El Diario de Culiacán, 1956. En otras palabras, cuando los constructores del nuevo estado comenzaron a instrumentar sus proyectos de reordenación, Sinaloa estaba lista para desempeñar su parte como proveedor de alimentos y como generador de divisas. Los productores del centro y norte del estado se aplicaron a la producción de los más rentables bienes agrícolas como caña de azúcar, garbanzo y a productos hortícolas, principalmente tomate.21 Convergían así, con los intentos de los presidentes Obregón y Calles, quienes destinaron créditos y paquetes tecnológicos hacia “los cultivos comerciales del norte y el noroeste orientados a la exportación”.22 Los agricultores sinaloenses junto a los 21 UNPASA, El Desarrollo de la industria azucarera en México durante la primera mitad del siglo XX, México, s.e. 1950, pp. 150-154. Sobre el surgimiento de estos grandes ingenios existen varios trabajos, entre ellos Herberto Sinagawa, Sinaloa, Historia y Destino, y Grammont, op. cit., p. 49-70. 22 Krauze, et al., op. cit.,, p. 22. 59 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 de Sonora aportarían un 25% de la producción nacional de tomate; en garbanzo, ambas entidades eran los dos principales estados productores en estas décadas.23 En el logro de los promedios económicos anteriores tuvo mucho que ver la conciliación de intereses de clase como una de las intenciones más perseguidas por los conductores del nuevo Estado, que logró la colaboración de clases al nivel más alto, a través de un proceso contradictorio impulsado para regularizar, por ejemplo, las demandas sindicales.24 En Sinaloa, igual que en Sonora y Nayarit, se contaría desde 1919 con leyes de trabajo locales,25 haciendo posible enmarcar las relaciones entre patrones y obreros, con instrumentos de negociación para encauzar los conflictos que se presentaran en actividades ligadas a trabajos agrícolas, mineros, industriales, comerciales, de transporte, obras, caminos, canales, construcciones de edificios, y obras públicas del estado y los municipios, que en conjunto se expresaban en una población sindicalizada que pasó de 1107 trabajadores organizados en 1926, a 2521 en 1930 y se elevó a 20 211 en 1939, para llegar al 60% de la PEA en todo el estado.26 Otro aspecto sumamente importante fue el de la línea de comunicaciones, principalmente los puertos de Mazatlán y Topolobampo, por donde se agilizaban las exportaciones e importaciones, para realizar el intercambio comercial con los países europeos y Estados Unidos.27 También el ferrocarril Sud-pacífico que 23 Ibíd., p. 170-174. 24 Ibíd., p. 25. 25 Sinaloa, Sonora y Nayarit, op.cit., p. 397. 26 Ibíd., p. 403 y el Anuario Estadístico de 1940, p. 323-324; también Guillermo Ibarra, op. cit., p. 82-83, quien encontró que el crecimiento absoluto de la PEA de 1930 a 1940 por sectores fue del modo siguiente: sector primario 21 223 unidades, el sector secundario 4 381 y el sector terciario 10 704 unidades. 27 Estadísticas Históricas, p. 38; Anuario Estadístico 1930, op.cit., p. 495 y Anuario Estadístico 1940, op. cit., pp. 663-664; también Rigoberto Arturo Román Alarcón, op. cit., Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 60 atravesaba al estado de punta a punta, tuvo una relevancia más destacada a partir de 1927 cuando el tendido ferroviario se enlazó al mercado de Guadalajara y con ello unió a la entidad con el resto del país.28 Para estas fechas, el uso de automóviles y camiones había ganado creciente empuje como medio de transporte, convirtiéndose en un importante soporte para la economía del estado, manteniendo esa tendencia al alza de 1927 a 1940.29 La reglamentación del uso de la fuerza de trabajo y la creciente utilización de los transportes facilitó la producción y traslado de los productos que hemos tomado como muestra, hizo que el empeño puesto en ramas como la industria azucarera estatal pudiera convertirse en una de las más florecientes del país; aunada a la producción de cerveza y licores, vestuario y mobiliario. Finalmente, la ganadería durante el primer lustro de la segunda década estuvo ligada a un proceso de mejoramiento con la importación de ejemplares de razas superiores y para 1926 los ganaderos de la entidad cifraban sus esperanzas en la reproducción de las nuevas cruzas para lograr un aumento en la productividad de esta industria animal.30 La relevancia de estas actividades no era para desdeñarse en el porcentaje de los ingresos proveniente de las contribuciones generadas, registrando una elevación en la recaudación en torno a ellas de hasta un 50% para 1940; el presupuesto estatal trataba de equilibrarse con las contribuciones obtenidas de la constitución de sociedades mercantiles y del renglón hipotecario.31 Si nos atenemos a las estimaciones oficiales la producción azucarera en Sinaloa se mantuvo en ascenso de 1922 a 1930, pasando 28 Víctor A. Miguel Vélez. “Los Ferrocarriles en Sinaloa (1880-1911)”, Clío, num., 5. revista de la Escuela de Historia-UAS, Culiacán, Sin., Méx., enero-abril de 1992, p. 43 y Carton de Grammont, op.cit., p. 46. Según este autor “a partir de 1907, el norte de Sinaloa quedó comunicado con los Estados Unidos; cinco años después toda la costa del Pacífico hasta Tepic se vinculó también al enorme mercado estadounidense 29 Sonora, Sinaloa, op. cit., p. 321 y Anuario Estadístico 1940, op. cit., p. 623. 30 Ibíd, p.198 y 370. 31 Anuario Estadístico de 1940, p. 747 y Estadísticas Históricas del Gobierno del Estado de Sinaloa, pp. 70-73. 61 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 de 24 a 83 mil toneladas disminuyó ligeramente en 1931 a 81 mil y luego entró en una recesión a partir de 1932; se observa una reactivación a partir de 1935 cuando nuevamente alcanzó la escala de las 81 mil toneladas, cayó en un bache en 1938 y salió a flote en los siguientes dos años aunque no se alcanzó el monto de 1930.32 El garbanzo sufrió también los efectos de la crisis de 1926 en 1927, cuando su producción cayó a la mitad de la alcanzada en 1925, que había llegado a las 17 976 toneladas. La crisis de 1929, fue particularmente severa con este cultivo de la cual logró recuperarse a partir de 1933, llegando a alcanzar en 1935 la producción histórica del período, para volver a entrar en una paulatina disminución hasta salir el ciclo.33 El tomate alcanzó una producción récord en 1927 logrando superar la barrera de las cuarenta mil toneladas; la crisis de 1929 redujo el nivel de producción a las treinta mil toneladas, logrando salir de ella en 1932 cuando nuevamente se superaron los niveles de las cuarenta mil toneladas. Una nueva fase crítica comenzó en 1933 cuando el nivel de producción promedió las 25 mil toneladas, permaneciendo en este nivel hasta el cierre del período.34 Debido a su perfil productor y a las condiciones externas imperantes el comportamiento en la parte productiva es confirmado por el el renglón de las exportaciones que se reducen en 1927 hasta en un 200% en los principales puertos de la entidad ⎯Mazatlán y Topolobampo. En 1929 las exportaciones sufren una leve recuperación para volver a caer en 1930 debido a los fuertes efectos a la baja del mercado internacional. De 1932 a 1935, la escasez mundial de materias primas propició una burbuja en los índices de crecimiento, para caer de nueva cuenta a partir de 1936 a niveles ligeramente por encima de lo ocurrido en 1930. Las importaciones, en cambio, registraron un 32 UNPASA, op. cit., pp. 150-154. 33 Boletín Mensual de Estadística Agrícola, año 1926-1940. 34 Ibíd. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 62 comportamiento opuesto al de las exportaciones: se desplomaron hasta un 100% durante la crisis del 29 y luego tomaron un rumbo contrario al de las exportaciones; a partir de 1934 las importaciones se ubicaron por encima de las exportaciones.35 El destino de los productos que nos interesan estuvo limitado por el comportamiento de la demanda externa. La exportación de azúcar, por ejemplo, creció en el primer quinquenio de la segunda década, en virtud de la inflación de precios producidos por la primera guerra mundial, sus principales mercados eran los países europeos;36 el garbanzo se vendía bien en España, Cuba, Estados Unidos, Puerto Rico y los Países Bajos, llegando a exportar la entidad un 38% del total nacional en 1934;37 el tomate se producía para el mercado norteamericano llegando a representar en promedio unos dos mil quinientos furgones de ferrocarril al año, es decir, 24 mil toneladas, superior al 50% de las exportaciones del período.38 El nivel de las exportaciones a partir de 1935 se colocó hasta un 50% por debajo de las importaciones, indicativo de lo que estaba ocurriendo en el sector productor de alimentos de la economía sinaloense, que reflejaba así la retracción de las inversiones debido a la política agraria que se estaba aplicando en el campo.39 Los dos indicadores anteriores convergieron con el perfil económico agrícola ya plenamente destacado de la entidad. Los ingresos estatales por concepto de recaudaciones fiscales respondieron durante el período a la dinámica impresa por la producción. Se redujeron ligeramente a partir de 1927, volviendo a su nivel anterior en 1930, para caer nuevamente el siguiente año, desplomándose hasta los límites de 1934 cuando lograron superarse los montos de 1926. De 1934 a 1940, los ingresos se duplicaron en comparación a los años precedentes. Los egresos en cambio tuvieron un 35 Sonora, Sinaloa y Nayarit, op. cit., p. 387; Anuario Estadístico de 1930, p. 495 y Anuario Estadístico de 1940, pp. 663-664. 36 Boletín Agrícola Mensual, año 1929, pp. 311-312. 37 Ibíd., año 1934, p. 305. 38 Ibíd., años 1926- 1940, p. 305. 39 Anuario Estadístico de 1940, pp. 663-664. 63 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 estirón espectacular de 1924 a 1925 de un 300%, para registrar los efectos de la crisis de 1929 de la cual sin embargo, comenzaron a reanimarse a partir de 1933, cuando se alcanzó el mismo nivel de egresos de 1925.40 El aumento de los ingresos y los egresos a partir de 1934 embonó con la política de crecimiento en estas áreas a nivel nacional. La reordenación económica tenía en el tema de la distribución de tierras una de sus aristas más filosas, pues involucraba al combativo sector de los labriegos y la poderosa inconformidad de los terratenientes que en si mismo pudo polarizar la atención de los demás propietarios. Existe la presunción que el reparto en Sinaloa se rigió por una geografía diferenciada que en general obedeció a criterios económicos en la región del noroeste, mientras en el sureste se conducía por cauces políticos.41 Sin embargo, aunque moderada si se dio una consistente entrega de tierras. La índole de las peticiones reflejó la composición del campesinado sinaloense e indicaban la existencia en la entidad de demandas ancestrales envueltas en demandas de restitución de tierras, no tan señaladas como lo eran en el centro del país, aunque ciertamente no tan irrelevantes como sostienen algunos autores. En gran parte por efecto de la política expropiatoria, a finales de 1939 el ritmo de las actividades económicas comenzó a declinar. Los indicadores de afectación a este respecto señalan que si en 1930 el sector ejidal sólo poseía el 5% de la propiedad total y el no ejidal el 95%, en 1940 el ejidal tenía el 33 % y el no ejidal el 67%, es decir, un 22% de la tierra había cambiado de manos. En cuanto a la superficie cosechada, sí el sector ejidal sólo cosechaba el 3.4% y el sector no ejidal el 96.6, pasados diez años el sector no ejidal pasó al 53% mientras el ejidal alcanzó un 46%. Los datos sobre valor de las tierras muestran a un sector ejidal con tan sólo el 3.3% en la primera fecha, que alcanzó un 55.1 después de la ola cardenista, el sector no ejidal, tuvo que aceptar 40 Sonora y Sinaloa, p. 479, Anuario Estadístico de 1930, p. 507; Anuario Estadístico de 1940, p. 726. 41 Krauze; op. cit., p. 23. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 64 una disminución del 96.7 al 44.9% en el lapso de diez años. En el ramo de la construcción de edificios, puentes, almacenes, etc., en la agricultura, se detectan tendencias semejantes: los ejidatarios transitaron del 0.6% en 1930 a 70.9%, en cambio, el otro sector pasó de un 99.4% a un 29.1 en los años de la cuarta década. En obras hidráulicas el sector ejidal contaba con inversiones del orden del 0.2% en 1930 y lo subió extraordinariamente al 72.5 en los siguientes dos lustros, el sector no ejidal, sufrió en este renglón una caída igual de espectacular al pasar de 99.8 a 30.4%. Medido el cambio por el valor de la maquinaria y herramientas, mientras los ejidatarios contaban con una mecanización del 0.4% y el no ejidal de 99.6 en la tercera década, transcurrida la fase más crítica, los primeros se alzaron con un 69.6% y los grandes propietarios se tuvieron que conformar con un modesto 30.4%. Por último, el valor de la producción agrícola sufrió un viraje igual de drástico, al transitar el sector ejidal del 0.1% al 56, quedando en el otro extremo con un 44% el sector no ejidal, cuyo monto original detentado era de 99%.42 El fenómeno que se incrustó en el campo en la segunda parte de la tercera década, “aterrorizó al sector privado [y] en la agricultura disminuyó la producción”.43 Como ya hemos visto, la afectación del sector productor de la rama agrícola produjo un profundo descontento entre los diversos componentes de la sociedad local. En la zona sur llegó a temerse por la seguridad de los pobladores al aumentar peligrosamente la tensión social mientras en la zona centro, particularmente en el valle de Culiacán, el descontento entre los propietarios apareció bajo diversas formas como lo veremos en el capítulo cuarto.44 Otra amenaza para los propietarios provino de la línea laboral que registró en la década de 1930 a 1940 un ascenso en su número de organizaciones sindicales de 38 a 357;45 las demandas laborales crecieron de 36 en 1929 a 251 en 42 Mares, op. cit., p. 107 43 Ibíd., p. 106. 44 Ibíd., p. 102-103. 45 Benito Ramírez Meza, El movimiento obrero sinaloense. De sus años de formación a la etapa de la crisis (1875-1934), Escuela de Historia-Universidad Autónoma de Sinaloa, Culiacán, Sin., Méx., 1987, pp. 47-49 (inédito); Anuario Estadístico de 1940, p. 323. 65 Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 1934 y a 908 en 1939; sin embargo, las huelgas estalladas en este año sólo fueron seis que involucraron a 28 trabajadores.46 Sin embargo, a pesar de lo drástico que parecían los testimonios en el declive de la actividad económica estatal, los propietarios de tierras porfiristas continuarían predominando. En estos tiempos y no obstante los peligros que tenían enfrente se colocaron en los primeros planos de producción nacional en tres productos generadores de empleos y divisas como lo eran la producción de caña de azúcar, tomate y garbanzo. Indudablemente en estos resultados habían influido la situación geográfica y el apoyo otorgado por los gobernantes nacionales a la región de la que forma parte Sinaloa. En conclusión. Podemos afirmar que los agricultores de Sinaloa tuvieron una participación económica muy activa y a través del proceso de reconstrucción nacional, se ligaron y definieron áreas de colaboración con los gobernantes locales y nacionales, gracias a que estos últimos necesitaban espacios y sectores modernos para mantener un intercambio comercial con Estados Unidos en mejores condiciones y los agricultores de Sinaloa podían ayudarles a conseguir su objetivo. La producción de azúcar, garbanzo y tomate, además de representar una fuente importante de empleo para los habitantes del estado, lograban atraer a trabajadores de otras entidades federativas y representaban un valioso origen de divisas que darían lugar a una situación sumamente ventajosa para la sociedad de la entidad. Ésta comenzó a recibir los beneficios de un desempeño económico que apuntalaba los propósitos y estrategias del Estado, a tal grado que en la entidad pudo surgir el grupo de agricultores más fuerte del país y en torno a ellos se reunieron los demás sectores de propietarios 46 Ramírez Meza, op.cit., p. 79; Anuario Estadístico, pp. 340 y 378. Clío, 1999, vol. 6, núm. 25 66