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Culiacán en el siglo XIX , una sociedad
en proceso de secularización
Sonia Bouchez Caballero*
El concepto de secularización aparece originalmente como término
jurídico que designa la separación de una institución, propiedad o ámbito
del control y jurisdicción de la Iglesia. Su uso ha sido ampliado en
sociología para designar un fenómeno social más complejo; caracteriza el
proceso a través del cual se combinan todo un conjunto de fenómenos que
van provocando el surgimiento de una nueva forma de sociedad, la
sociedad moderna. Podemos decir que no existe contraposición entre estos
dos enfoques, ya que finalmente la separación jurídica era sólo una parte
del proceso de liberación del poder y la influencia de la Iglesia, que
abarcaba los aspectos económicos, políticos y sobre todo ideológicos.
En las sociedades tradicionales la magia y la religión proporcionan
una buena parte de las creencias, las normas y los valores que comparte la
colectividad. Con el surgimiento de la sociedad moderna, inicia la
desmitificación del mundo por el avance de la ciencia, lo que implicó una
radical transformación de los fundamentos de la vida moral. Dice Guy
Rocher, “se debilitan las motivaciones que se inspiran en imperativos
morales basados en consideraciones mitológicas o teológicas, en aras de
una moral más exclusivamente social”.23
En la sociedad moderna los motivos y sanciones de índole
sobrenatural, son sustituidos por una valoración del hombre y de la vida
temporal que adquiere sentido por sí misma. Las normas sociales se van
—————
*
Profesora e investigadora de la Facultad de Derecho/UAS.
23
Guy Rocher, Introducción a la sociología general,Herder, Barcelona, 1990, pp. 293-294.
separando de las normas religiosas, adquiriendo cierta autonomía. De ahí
que consideramos que analizar el papel que la iglesia y la religión tenían
dentro de la sociedad culiacanense, resulta indispensable para entender el
tránsito de dicha sociedad hacia la modernidad.
Se buscará entender el peso que las normas, valores y creencias
religiosas tenían en la determinación de las costumbres y la moral
culiacanense y cómo éstos se van transformando. Asimismo se abordarán
aspectos de cómo la vida religiosa comienza a perder su carácter colectivo
y societario para convertirse en un ámbito de decisión individual. Partimos
de la hipótesis de que aun cuando las expresiones de religiosidad en la
región no tuvieron un carácter tan acentuado como en otras partes del país,
la unidad o la cohesión de la sociedad estaba garantizada por la posesión
en común de los mismos valores religiosos. Buscaremos encontrar los
cambios que se van dando en este sentido a lo largo del periodo en
estudio, el siglo XIX.
Ideología, economía y religión
A partir del movimiento de la independencia, la Iglesia Católica mexicana
comienza a enfrentar una serie de cambios en su posición política,
económica y social. Estas transformaciones marcan el inicio de una nueva
relación entre el Estado, la Iglesia y el pueblo mexicano.
Lo primero que la Iglesia debe asumir son los cambios en su
situación legal. El sistema de patronato que reglamentaba la dependencia
de la Iglesia mexicana de la autoridad de los reyes españoles y normaba
sus relaciones con el Papa deja de funcionar, con lo que ésta se ve libre
para establecer sus relaciones directamente con el Vaticano. Si bien las
primeras décadas del México independiente estarán siempre signadas por
la pretensión de los diferentes gobernantes de controlar a la Iglesia e
incluso de continuar con el ejercicio del Patronato Real, pero ahora desde
el Estado mexicano.24
—————
24
Posteriormente, los gobiernos mexicanos firmarán acuerdos de Patronato con el Vaticano
por lo que podían ejercitar el derecho de presentar candidatos para las vacantes en la jerarquía
18
Por otra parte, la participación del clero dentro del movimiento de
independencia, sumada a la enorme importancia social de la Iglesia en la
vida nacional, obliga a los nuevos gobernantes no a buscar una supresión
radical de sus derechos, sino a la búsqueda de nuevas bases de relación.
Es decir, la Iglesia debe buscar negociar a fin de redefinir su situación
y la posibilidad de su permanencia dentro de las condiciones
prevalecientes en los nuevos estados nacionales. Sin embargo, y de hecho
para toda América Latina, los marcos legales habían cambiado y la Iglesia
debía pasar paulatinamente “de una cristiandad, donde toda otra religión
debe ser excluida del cuerpo político y donde el régimen legal apoya a la
iglesia; a un régimen pluralista donde la iglesia debe contar con sus
propias fuerzas y sus propios medios, en una libertad real de cultos”.25
En el ámbito ideológico, la supresión del Tribunal de la Santa
Inquisición implicó un camino mas abierto para la entrada y el flujo de
nuevas doctrinas que aportaban una nueva visión del mundo ,
cuestionando algunas verdades avaladas y difundidas por la Iglesia
Católica.
Los grandes cambios que se generan en el papel y la posición de la
Iglesia dentro de la sociedad mexicana en el siglo XIX, tenían como
fundamento las ideas que se desencadenan con el movimiento de la
Ilustración y que toman cuerpo en el pensamiento liberal.
El primer liberalismo que se desarrolla dentro de nuestro país tenía
una gran influencia de los liberales españoles ilustrado, que adoptaron una
postura más moderada con respecto a la separación de la Iglesia y el
Estado que el liberalismo francés o estadounidense, lo que impactó de
manera importante en las relaciones Estado-Iglesia.
Dentro de este ambiente menos radical, las nuevas sociedades de
ideas que surgen en México, como la masonería, poseían un liberalismo
moderado, que según Jean Pierre Bastian “buscó desesperadamente
————
eclesiástica. Josefina Zoraida Vázquez, “Los primeros tropiezos”, en Historia general de México,
op. cit., pp. 754 y 760.
25
Enrique D. Dussel, Historia de la Iglesia en América Latina, coloniaje y liberación,
1492-1972, Nova Terra, Barcelona 1972, p. 133.
19
conciliar catolicismo y modernidad”. 26 Sin embargo, en su lucha por
establecer un nuevo orden social, político y económico, con un Estado
consolidado, un individuo libre y una economía sin trabas, los políticos
liberales deberán buscar modificar el lugar que tradicionalmente había
sido ocupado por la Iglesia.
A nivel nacional, este periodo inició después de la guerra con los
Estados Unidos, en la que el impacto de la derrota aunado a la gran
pérdida territorial afectaron grandemente a la intelectualidad mexicana,
iniciándose un periodo de importante reflexión y crítica. 27 Además se
definen y contraponen con más claridad dos diferentes proyectos de
nación que se expresarán ya en partidos políticos. Es decir, vemos cómo a
partir de este momento aparecen ya configuradas las dos facciones que
enfrentarán sus proyectos políticos durante varias décadas del siglo XIX:
liberales y conservadores.
Uno de los principales puntos de divergencia entre estos dos grupos
era el papel que tanto la Iglesia como la religión católica debían tener
dentro de la vida nacional. El ataque no estaba dirigido contra la religión
sino contra el poder y la autonomía de la Iglesia, por lo que dentro de la
legislación nacional todavía se seguía reconociendo la exclusividad de la
religión católica, a la que se señala como religión de la nación.
Sin embargo, como parte de las nuevas relaciones comerciales de
México con el capitalismo europeo, se comienza a hablar de tolerancia
religiosa, que se acepta con fines económicos para atraer inmigrantes e
inversionistas, y que era permitida sólo a los extranjeros.28
Dentro del noroeste mexicano, la situación y el papel de la Iglesia
Católica estaban signados por sus particulares condiciones de lejanía y
—————
26
Jean Pierre Bastian, Protestantes, liberales y francmasones, Sociedades de ideas y
modernidad en América Latina, Siglo XIX/FCE, México, p. 10.
27
A decir de Charles Hale de este ambiente de autoexamen y fermento de ideas emergió la
nueva generación de liberales mexicanos que llevarán a cabo la Reforma. Véase, El liberalismo
mexicano en la época de Mora 1821-1853, Siglo XXI, México, p. 17.
28
Si bien ya desde las primeras décadas posteriores a la independencia se había considerado
la relación entre inmigración y tolerancia religiosa, es hasta después de 1846 cuando la discusión
cobra más fuerza, véase Jean-Pierre Bastian, op. cit., p. 27.
20
aislamiento. Dentro de este panorama, podemos decir que la escasa
población con que contaba la región, aunada a lo raquítico de sus
actividades económicas no había permitido el desarrollo de importantes
centros urbanos ni de estructuras sociales complejas.
La máxima institución de la Iglesia Católica era el Obispado de
Sonora, el cual, según Nakayama, “no tenía de Obispado más que el
nombre”, ya que no contaba ni con iglesia catedral, ni seminario, obispos
sin residencia fija, etcétera.29 Desaparecidas las Misiones, no se habían
establecido otras instituciones eclesiásticas importantes, como conventos
pertenecientes al clero regular, al secular o bien casas de religiosas.30
En 1839, con la llegada de don Lázaro de la Garza y Ballesteros,
sexto obispo de Sonora, inicia un importante esfuerzo por darle mayor
estructura al Obispado. Fundó el Seminario, inició la construcción de la
Catedral y decidió crear el llamado Colegio de San Juan Nepomuceno y
Santo Tomás de Aquino, cuya principal justificación era la necesidad de
contar con un órgano que supliera la falta de Cabildo en la Mitra de
Sonora y asegurara la permanencia de autoridades religiosas en ausencia
de los obispos.
En esta época en que comenzó el predominio de la familia De la
Vega, la Iglesia ya no poseía el poder político que tuvo durante las
primeras décadas del siglo XIX, en las que participaba activamente en la
toma de decisiones políticas como lo muestra la actuación del obispo fray
Bernardo del Espíritu Santo y aunque durante este periodo algunos
sacerdotes eran nombrados diputados, su participación parecía provenir
más de su pertenencia a ciertos grupos familiares que de su posición
religiosa.
Dentro de este panorama, seguía existiendo una estrecha unión entre
el poder religioso y el político-económico. Esto se advierte en diversas
maneras. Por un lado, el cargo de mayordomo de fábrica (que se
—————
29
Antonio Nakayama, El Ilmo. y Revdmo. Sr. Lic. Don Lázaro de la Garza y Ballesteros, 6º.
Obispo de Sonora e impulsor de la Cultura del Noroeste, León, Guanajuato, 1942, p. 29.
30
En 1876 se manfiesta que “no existiendo ni habiendo existido convento alguno en el
estado”, no existen problemas con la asignación de dotes de religiosas muertas. Archivo General de
la Nación (AGN), fondo nacionalización de bienes, núm. 539-105/137.
21
encargaba de recaudar las cuentas y cuidar de la fábrica de la iglesia, y que
se asignaba a un seglar), recaía generalmente entre los personajes más
importantes de la localidad. A inicios del siglo XIX, este puesto fue
ocupado por don Pedro Martínez de Izábal, emigrante español que era al
mismo tiempo alcalde ordinario de la villa de Culiacán. 31 Y para el
periodo que estamos estudiando, el puesto pasó a ser desempeñado, como
era de esperarse, por un miembro de la familia De la Vega: don Cosme de
la Vega.
Por otro lado, a fin de reunir fondos para la construcción de la
Catedral, se realizó una reunión presidida por el gobernador en la que se
nombró una comisión compuesta por José Francisco de Orrantia, Rafael
de la Vega, Agustín Haas y Cosme de la Vega, quienes a su vez proponen
que los diputados formen comisiones que colecten fondos en diversas
partes de la ciudad, que obliguen a los arrieros a aportar viajes de material,
a trabajar a los detenidos y los pueblos de indios que se comprometan a
mandar peones.32 Esto nos muestra cómo los personajes más importantes
de la localidad contribuían activamente con los proyectos de la Iglesia y
buscaban motivar la participación de toda la población.
En lo económico, los bienes de la Iglesia reflejaban lo raquítico de las
actividades económicas en la región, que se reducían al comercio, la
minería y una agricultura casi de autoconsumo. Esto sumado al hecho de
que el Obispado no recibiera los ingresos captados por concepto de
diezmos,33 traía como consecuencia que los párrocos no contaran ni con lo
mínimo necesario para realizar sus actividades.
Los escasos bienes que administraba la Iglesia en Culiacán, aparecían
reflejados en el informe que presentó en 1800 don Pedro Martínez de
Izábal como mayordomo de fábrica de la iglesia parroquial. Los ingresos
—————
31
Archivo de concentración del estado de Sinaloa, Ramo de Tierras, (en adelante
ACES-RT) t. 8.
32
Antonio Nakayama, El Ilmo. y Revdmo. Sr. Lic. Don Lázaro de la Garza… op.cit.,
pp. 34-35.
33
De acuerdo a Nakayama, los ingresos generados por concepto de diezmos ascendían para
el estado de Sinaloa a una cantidad aproximada de 20 000 anuales de los que el obispado sólo
recibía el pago de la pensión del obispo, véase, Sinaloa un bosquejo de su historia, UAS, Colección
Rescate, núm. 18, Culiacán, 1983, p. 228.
22
que se recaudaban provenían principalmente de los siguientes rubros:
sepulturas, bautizos y el rédito anual de dos préstamos, uno por $2 000 y
otro por $2 500 y finalmente por el arrendamiento de las tierras de Sataya.
Es decir, el monto al que ascendían dichos ingresos era muy pequeño. Se
aclaraba que el rédito de los capitales se aplicaría al establecimiento de
una escuela de primeras letras y lo de Sataya para pagar la limosna de
misas de ánimas.34
En la década de los cuarenta se observa en el distrito de Culiacán un
importante ascenso de la actividad económica, con la creación de la
primera fábrica de hilados y tejidos y la apertura del puerto de Altata a la
navegación de altura, lo que se reflejó en un incremento del comercio, de
la obra urbana y por consiguiente de los bienes acumulados por la Iglesia.
Así, si bien la Iglesia Católica en el Noroeste nunca ostentó una gran
riqueza, a partir de 1840 se advierte una mejoría en su situación
económica, ya que otorga nuevos préstamos, compra fincas rústicas y
urbanas y funda nuevas capellanías.
Cuadro 1
Movimientos económicos realizados por la Iglesia
Años: 1840-1856
Acción realizada
Préstamos otorgados por la Iglesia
Venta de fincas urbanas y rústicas
Reestructuración de adeudos
Monto
$ 7,900.00
$28,500.00
$14,702.00
Fuente: Archivo General de Notarías (AGNES), años de 1840 a 1856
Elaboró: Sonia Bouchez Caballero
La encargada de manejar los caudales de la Iglesia era la Sagrada
Mitra, quien decidía sobre la asignación de créditos, venta de bienes de la
—————
34
Archivo Parroquial, sección disciplinar, caja núm. 1.
23
Iglesia, etcétera Los documentos para solicitud de créditos se dirigían al
Seminario Conciliar de la Sagrada Mitra.35
Entre otros aspectos importantes, observamos que se estructura de
mejor manera la recaudación de los caudales correspondientes al ramo de
obras pías. Don Lázaro de la Garza envía diferentes poderes a algunos
sacerdotes, como el Br. Basilio Pérez, cura de Mocorito al que le pide
recaude los caudales pertenecientes al ramo de obras pías dentro de su
jurisdicción y al Br. José Ma. Yausas, de Mazatlán, le señala que “siendo
su deber recoger todos los caudales pertenecientes al ramo de obras pías”,
pide verifique su recolección en Rosario y Mazatlán.36
Además, se comienzan a fundar un mayor número de capellanías
tanto religiosas como laicas, con el fin de administrar ciertos bienes o
garantizar celebraciones de misas por el alma de algún difunto. En las
capellanías laicas que se fundaban bajo la voluntad de algún testamentario,
la intervención de la Iglesia cumplía la función de un mediador que se
hacía responsable del cumplimiento del mandato.
Un caso es el del señor Manuel Romualdo Díez Martínez, importante
comerciante español radicado en Culiacán, quien fundó en 1820 una
capellanía “para establecer con sus réditos la misa de renovación todos los
jueves por la cantidad de $3 000.”37 Dicha cantidad se había incorporado a
los fondos de la cofradía del Santísimo Sacramento y la Santísima Señora
de los Milagros y todavía para 1850 se encontraba vigente. Otras se
establecían para apoyar los estudios de los menores, como la que don
Domingo Espinoza de los Montero estableció sobre sus propiedades que
eran el rancho de Yecorito, Jaray, parte del Limón y un derecho en el
rancho Caminahuato y nombra como capellanes a dos sobrinos suyos,
Carlos Vega Martínez y Fernando Espinoza de los Montero para cuando
cumplieran los 25 años.38
—————
35
Un ejemplo de solicitud es la carta que el Sr. Don José María Loza envía la Mirtra
manifestando que sabedor de que quien tiene dinero disponible y encontrándose en una urgencia,
solicita se lo presten $700.00. AGNES, Juzgado primera instancia, 6 febrero 1845.
36
Ibíd., Toribio González, 22 abril 1841, y 19 septiembre de 1844, ff. 99-100.
37
Ibíd., 8 junio de 1850, ff. 51-55.
38
Ibíd., Juzgado 1ª instancia, 3 febrero 1845.
24
Esta práctica de constituir capellanías estuvo presente durante todo
este periodo, por lo que al vender un bien se establecía que se encontraba
“libre de tributo, memoria, capellanías, vínculo, patronato u otro gravamen
real, temporal o especial”.39
Sistema de valores tradicionales
Si bien es difícil valorar el peso o la importancia que poseían los valores
religiosos dentro la vida de la población culiacanense, podemos analizar
algunos elementos que nos muestren que tanto estos elementos están
presentes, aunque no se pueda medir el significado real que tenían para la
colectividad.
Por un lado, encontramos que prevalecían algunos patrones o
esquemas nacionales, como el hecho de considerar a Dios árbitro supremo
en base a cuya autoridad se avalaban los juramentos de la época. En este
sentido, el Congreso Constituyente del Estado de Occidente emitió un
decreto en el que se planteaba la obligación de jurar la Constitución
federal de 1824 bajo la siguiente fórmula:
¿Juráis a Dios guardar y hacer guardar la constitución política de los
Estados Unidos Mexicanos, decretada y sancionada por el congreso
general constituyente en el año de 1824? Sí lo juro. Si así lo hiciereis,
40
Dios os lo premie, y si no os lo demand”.
Se establecía que después de otorgar el juramento las autoridades
pasarían a la iglesia parroquial, donde cantarían un solemne Te Deum y el
párroco pronunciaría un discurso.
La fórmula para prestar juramento cambiará después del movimiento
de Reforma e irá adquiriendo matices distintos de acuerdo a los
movimientos políticos.41
—————
39
Ibíd., Juan María Iturríos, 27 de marzo de 1861.
40
Filiberto Leandro Quintero, "Historia integral de la región del río Fuerte", en El Debate,
Los Mochis, Sin., 1987, p. 390.
41
En 1877 se realiza una toma de protesta de la siguiente manera: “Protestais sin reserva
alguna guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las
adiciones y reformas de la misma y el Plan de Tuxpetec reformado en Palo Blanco así como la
25
Otros documentos de la época en los que se percibe el peso de la
ideas religiosas en la región son los textos de las disposiciones
testamentarias. Estos en términos generales se estructuraban de la
siguiente manera:
En el nombre de Dios todopoderoso uno en esencia y trino en persona,
yo Dorotea Beltrán, creyendo como firmemente creo y confieso todos los
misterios de nuestra fe católica, apostólica y romana en cuya santa fé y
creencia quiero y protesto vivir y morir, esperando en la misericordia
divina y Nuestro Señor Jesús me perdonará mis culpas hago el presente
42
testamento[…]
Y como primera voluntad se establecía encomendar el alma al Señor,
además de que siempre se destinaba una cierta cantidad para mandar decir
misas, para limosnas a los pobres y en general para los diversos fondos
piadosos manejados por la Iglesia. Esto prevaleció durante las tres décadas
en estudio, tendiendo a cambiar después de la Reforma, cuando se
excluirán de los testamentos los textos religiosos.
Este fenómeno de abandono de las normas impuestas por la iglesia en
relación con las disposiciones testamentarias se presentó en París entre
1730 y 1770, donde a decir de Roger Chartier “se deshicieron
sucesivamente todos los gestos impuestos en el siglo XVII por la reforma
católica”. Primero, se redujeron las suma destinadas a las misas para el
descanso del alma; después de mostró indiferencia ante el lugar de
sepultura y finalmente se borró del testamento la demanda de misas.43
Este hecho se acompañó de una “progresiva desestructuración del discurso
cristiano de los preámbulos y de las invocaciones testamentarias”.44
————
Constitución del Estado. Si así lo hiciereis la nación os lo premie si no os lo demande”., Archivo del
ayuntamiento de Culiacán, 28 de marzo de 1877.
42
AGNES, Juan Ma. Iturríos, 1º de octubre de 1861.
43
Roger Chartier, “La respuesta de las poblaciones: retroceso de lo sagrado y nueva
sensibilidad”, en Historia universal moderna y contemporáneaa, t. 3, Salvat, Barcelona, 1986, p.
355.
44
Ibid., p. 356. El autor realizó un estudio serial de las cláusulas testamentarias encontrando
que este cambio de actitud ante la muerte se presenta primeramente en la capital de Francia, más en
los hombres que en las mujeres y más en las clases populares urbanas que entre los grupos
superiores.
26
En el estado de Sinaloa la reproducción de los valores religiosos
estaba garantizado de alguna manera, ya que la Iglesia participaba dentro
de la enseñanza. En la villa de Culiacán, a fines de la Colonia, se
establecieron las bases para crear una escuela de primeras letras a
instancia y solicitud del Ilmo. y Rmo. Señor Obispo de Sonora Don Fr.
Francisco Rouset de Jesús45 a la que se planteaba como principal objetivo
la instrucción y la enseñanza de las primeras letras a los niños. El
programa ponía especial énfasis en que se iniciara a los infantes “en los
rudimentos de nuestra Santa Fe y religión”, además de que se les enseñara
a leer, escribir, contar y las normas de urbanidad.46
La Iglesia era considerada el principal agente de socialización, de la
que se esperaba que además de los conocimientos mínimos inculcara a los
alumnos una gran cantidad de normas de conducta fundamentadas
principalmente en la doctrina religiosa. La jornada escolar incluía una gran
cantidad de actividades de tipo religioso, como rezar, asistir a misa, y
todos los jueves por la tarde salían “cantando la doctrina por la calle”.47
Cuando el 1834 el Congreso del Estado decidió crear en Culiacán un
establecimiento de instrucción pública bajo la supervisión del gobierno,
una parte de su currícula seguía siendo religiosa, ya que se conservaban
las materias de doctrina católica y filosofía moral y religiosa. Además, se
pedía al obispo auxiliara al estado a sostener el establecimiento con los
fondos piadosos destinados para la educación.48
La Iglesia fue la única que durante algún tiempo ofertó educación
superior en la región, a partir del establecimiento del Seminario Conciliar
de Sonora. Este incluía dentro de sus materias las cátedras siguientes:
gramática, religión moral y liturgia y se decía que “cuando los fondos del
—————
45
Fr. Francisco Rousset fue el 4º Obispo de Sonora, ocupó el cargo desde 1796 hasta 1814.
46
“Constituciones que para la escuela de esta villa ha aprobado el Ilmo. Señor Obispo de
Sonora”, MAHM, Sinaloa, carrete núm.. 5.
47
Ibíd. p. 287. No existe seguridad de que se haya llevado a cabo esta propuesta, ya que
posteriormente se acusa al Obispo de haber destinado el dinero para otros fines.
48
Decreto núm. 43, 20 diciembre de 1834, en Decretos expedidos por la segunda legislatura
del estado libre y soberano de Sinaloa (1833-1835), colección Nakayama, Hermosillo, Sonora,
1966, p. 51.
27
Colegio y el grado en que se halle lo permita se establecerán además una
cátedra anual de filosofía, otra de teología dogmática y escolástica y otra
de derecho canónigo y civil”.49
Aires de cambio
Aunque prevalecían en el país las estructuras tradicionales donde la Iglesia
seguía teniendo una gran influencia, el liberalismo fue ganando terreno, al
principio sólo en una pequeña élite política e intelectual, y posteriormente
se irá extendiendo a otros grupos sociales.
Impulsado por una parte de la intelectualidad mexicana, estaba
integrado por tres aspectos básicos: la búsqueda de un individuo libre, no
coartado por ningún gobierno o corporación, el establecimiento de un
régimen de uniformidad ante la ley, y el logro del progreso social y el
desarrollo económico.50
En los primeros años del México independiente el énfasis estuvo
puesto en la formación de un sistema constitucional, por lo que los demás
aspectos del proyecto liberal tuvieron que esperar a la radicalización del
liberalismo durante la Reforma. Una aspecto que generó gran controversia
y debate en la elaboración de las nuevas constituciones fue el
exclusivismo reconocido a la religión católica romana a expensas de
cualquier otra,51 triunfando finalmente el proyecto de formar una nación
católica. Este hecho mostraba que la mayoría de los mexicanos
−incluyendo a los políticos liberales y conservadores− eran católicos,
además del convencimiento de que la unidad del país estaba garantizada
por la posesión en común de una religión única: el catolicismo.52
—————
49
“Bases para el establecimiento del Seminario Tridentino y Nacional de Sonora”, MAMH,
Sinaloa, carrete núm. 5, cap. 3º.
50
Charles Hale, Las transformaciones de liberalismo… op. cit., pp. 16-17.
51
Jean-Pierre Bastian, Protestantes… op. cit., pp. 9-10.
52
Entre los argumentos que Lucas Alamán da para justificar la protección de la religión
católica planteaba que era “el único lazo común que liga a todos los mejicanos,cuando todos los
demás han sido rotos”, citado por Fernando Escalante Gonzalbo, Ciudadanos imaginarios, El
Colegio de México, México, 1992, p. 142.
28
Epoca en la que no existían instituciones nacionales capaces de
subordinar los intereses particulares a un proyecto general, se reconocía a
la religión católica un papel determinante en la formación y permanencia
de la identidad nacional.
Por otro lado, en el Noroeste, una vez concluida la división del
Estado de Occidente en 1831, cada estado debía elaborar una nueva
constitución. La de Sinaloa se caracterizó por contener importantes
preceptos liberales, apareciendo como bastante avanzada para la época, ya
que no sólo contenía artículos tendientes a proteger las garantías
individuales, como la de libertad, la seguridad, el derecho de propiedad y
la igualdad de los sinaloenses ante la ley; sino también radicales medidas
en contra de órganos corporativos tradicionales como la Iglesia y las
comunidades indígenas.
Según Stuart F. Voss, Sinaloa fue el primer estado que abolió la
propiedad en manos muertas; entre los primeros en ordenar la división de
las tierras de comunidad de los indígenas y el único que prohibió
completamente al clero y a los militares que ocuparan cargos públicos.53
Los preceptos de esta Constitución no fueron puestos en práctica debido a
la constante inestabilidad política,54 y al hecho de que no estaban dadas las
condiciones para su aplicación, ya que los grupos sociales con poder
dentro del estado no eran portadores de un liberalismo tan radical como
para implementarlos.
Si buscamos algún indicio de proyectos modernizadores,
encontramos una escasa presencia de lo que serán las nuevas sociedades
de ideas predominantes durante este periodo: las logias masónicas.
De acuerdo con Nakayama, la masonería parece haber llegado a la
región con el teniente coronel Mariano de Urrea, quien fue jefe político y
comandante general de Sonora y Sinaloa en 1823.55 Más adelante, por las
—————
53
Stuart F. Voss, On the peripery of nineteenth-century México, Sonora and Sinaloa
1810-1877, The university of Arizona Press, Tucson, p. 75.
54
Antonio Nakayama, Juárez, rumbo y señal de Sinaloa, p. 8.
55
Antonio Nakayama, “Don Francisco de Iriarte”, Sinaloa, textos de su historia, t. II, op. cit.,
pp. 192-193.
29
pugnas que se generan con la instalación del Estado de Occidente se
advierte la presencia de los dos principales grupos de masonería en
México: escoceses y yorkinos. Se dice que Francisco de Iriarte y otros
connotados políticos de Occidente pertenecían al rito escocés, mientras
que Juan Manuel Riesgo, José María Gaxiola y otros eran miembros de la
logia de York.56 Aunque se señala al Lic. José Joaquín de Avilés, nativo
de Culiacán, como introductor del rito yorkino, no se tiene información de
que uno de estos grupos haya establecido una logia en esta ciudad.57
En una relación que nos proporciona Rina Cuéllar, donde aparecen
las jurisdicciones de las logias del rito de York en los estados de Sonora y
Sinaloa para el año de 1825, encontramos registradas solamente cinco
logias: dos en Alamos, una en Mazatlán, otra en El Rosario y la quinta en
la villa de (Concordia) San Sebastián.58
Si buscamos evaluar el impacto de las nuevas ideas sobre las
estructuras de la sociedad culiacanense, concluimos que éste era aún muy
escaso. Pero con el avance del liberalismo nacional las cosas comenzaron
a cambiar y sus efectos se sintieron también a nivel local, ya que una vez
promulgada la Constitución de 1857 se busca que ésta sea aceptada y
jurada en los distintos estados de la República.
La actitud de la Iglesia, encabezada por don Pedro Loza y Pardavé,
fue declarar ilícita la Constitución y prohibir a los filigreses su juramento.
Se decía que los que hubiesen jurado la Constitución serían privados de la
recepción de los sacramentos mientras no se retractaran, con la amenaza
de que “no podría absolvérseles, ni aun en artículo de muerte”, y que
serían privados de “sepultura eclesiástica en Sagrado”.59
—————
56
Idem.
57
El dato más antiguo sobre logias masónicas en Culiacán que proporciona Don Luis Zalce y
Rodríguez en su libro llamado Apuntes para la historia de la masonería en México, corresponde a la
fundación por parte de la Gran Dieta Simbólica de la logia “Estrella del Humaya”, núm. 203, en
1896, fecha que parece demasiado tardía.
58
Rina Cuéllar Zazueta, “Presencia de la masonería en la independencia y en el Sinaloa
independiente, Memoria del II Congreso de Historia Sinaloense, UAS, IIES, Culiacán, Sinaloa.,
1985, p. 84.
59
Filiberto Leandro Quintero, op. cit., p. 427.
30
El peso todavía muy fuerte de la Iglesia, creaba conflictos entre los
funcionarios del gobierno sinaloense, que en su mayoría radicaban en
Culiacán. En la interpretación que hace Nakayama de estos
acontecimientos, comenta que “la jura de la Carta Magna provocó una
tempestad en la conciencia de las gentes”, ya que muchos artículos no
encajaban con el pensamiento conservador y religioso de los
funcionarios. 60 El gobernador Pomposo Verdugo, a fin de no prestar
juramento pidió licencia pretextando motivos de salud,61 pasando el poder
a manos de Agustín Martínez de Castro, quien también se rehusó.
Por otro lado, Hernández Tyler nos proporciona una lista de los
funcionarios y empleados de gobierno que se negaron a protestar la
Constitución:
Clemente Espinoza de los Monteros, vocal primero del H. Consejo del
Gobierno y ensayador de la casa de la moneda de Culiacán.
Tomás Gómez, consejero del Gobierno y Tesorero General del Estado.
Manuel Onofre Parodi, ensayador e interventor de la casa de la moneda.
Lic. Francisco Verdugo y Amador, tasador general de costas del estado
Leonardo Ibarra, administrador de correos.
Luis Tirado, administrador del papel sellado
Fernando Escudero, Miguel Salas, y Carlos Jorganes, munícipes de la
junta municipal,
Pedro Rochín, síndico de la misma junta municipal, e Ignacio Martínez
Valenzuela,
teniente coronel del ejército, comandante general de la plaza.
62
—————
60
Antonio Nakayama, Juárez…, op. cit. p. 10.
61
Pomposo Verdugo inclusive en marzo de 1858 públicamente se retractó de su juramente a
la Constitución manifestando que aun cuando su gobierno había sido identificado con la causa
liberal, él interiormente compartía las ideas del clero mexicano y que nunca había abandonado sus
creencias religiosas, Stuart F. Voss, op. cit., p. 145.
62
Alejandro Hernández Tyler, “Cómo fue jurada la Constitución de 1857”, Sinaloa, textos de
su historia, op. cit., p. 388.
31
Los funcionarios argumentaban “que no podían prestar el juramento
pedido por considerar el acto si no opuesto, al menos poco conforme con
sus principios religiosos”.63
La jura de la Carta Magna además de un problema de conciencia
impactaba algunos otros aspectos de su influencia social. La amenaza de
excomunión lanzada por el obispo implicaría estar ausente en la misa
dominical, en la que se marcaba su preminencia social, ya que en la parte
delantera de la iglesia se colocaba el gobernador con su familia y al lado el
vicegobernador con la suya. 64 Sin embargo, dado que la élite que
ostentaba el poder en la región complementaba y aseguraba su poder
económico con la posesión de algún puesto político, poco a poco irán
cediendo y aceptarán jurar la Constitución.
Lo que nos queda claro es que no fue esta élite la que va a impulsar
las nuevas ideas, aun cuando en su opción política siempre fueron
partidarios de los gobiernos liberales y no conservadores. Los que fueron
abrigando ideas distintas, propias de las sociedades modernas, fueron otros
personajes, que en su formación, como Eustaquio Buelna o Plácido Vega,
comenzaban a ser verdaderos partidarios del liberalismo.
Según Nakayama, Plácido Vega recibió desde joven la influencia de
la causa liberal a través de Ignacio Ramírez, El Nigromante, que en ese
tiempo fungía como secretario de gobierno del coronel Francisco de la
Vega. Con ellos se reunían, además, el doctor Miguel Ramírez, Perfecto
Mateos y Eustaquio Buelna, “las pláticas de todos ellos vinieron a
cimentar notablemente sus ideas”.65
El impulso liberal
Con el triunfo sobre el emperador Maximiliano termina una importante
etapa de enfrentamiento entre liberales y conservadores, reconociéndose
formalmente el predominio de los primeros dentro del panorama político e
—————
63
Filiberto Leandro Quintero, op. cit., p. 427.
64
Entrevista con Rina Cuéllar Zazueta, febrero 1996.
65
Antonio Nakayama, Juárez…, op. cit., p. 128.
32
ideológico nacional. El liberalismo es aceptado finalmente como la
ideología de la nación y como base para sustentar el funcionamiento de las
instituciones nacionales.
Charles Hale nos dice que, después de 1867, el liberalismo dejó de
ser “una ideología en lucha contra unas instituciones, un orden social y
unos valores heredados y se convirtió en un mito político unificador”.66 Y
es en esta etapa cuando la iglesia debió enfrentar ya a un Estado más
fuerte que buscaba monopolizar todo el poder y establecer las bases de lo
que será un Estado moderno, iniciándose decididamente la lucha para
reducir la influencia de la Iglesia al ámbito espiritual.
Se observa una generación liberal más consolidada, con convicciones
más firmes y que asume la tarea de quitarle al liberalismo el carácter
ambiguo que había adoptado. Esto se reflejaba tanto en la legislación
como en las prácticas de gobierno. Juárez y Lerdo de Tejada tomaron
importantes medidas a fin de establecer un Estado fuerte, no obligado a
compartir poder e influencia con otros cuerpos sociales, como la Iglesia.
Ambos presidentes ratificaron todas las leyes liberales emitidas con
anterioridad, y Lerdo incorporó las Leyes de Reforma a la Constitución y
exigió su aplicación.67
Dentro de estas nuevas condiciones surge una gran cantidad de
asociaciones liberales y otras sociedades, que contribuyeron a impulsar las
ideas de modernidad. Entre estos grupos aparecen sociedades protestantes,
espiritistas y otras formas modernas de asociación como sociedades
patrióticas y mutualistas. Además, aumentan en número y volumen las
logias masónicas.68 Dice Jean Pierre Bastian que, entre 1872 y 1874, cinco
sociedades misioneras protestantes estadounidenses, metodistas,
—————
66
Charles Hale, "Las transformaciones del liberalismo en México a fines del siglo XIX", en
Vuelta, México, 1991, p. 15.
67
A decir de Francois-Xavier Guerra, en este ambiente ningún católico podía ser empleado
público si no ocultaba su catolicismo.
68
Según Jean pierre Bastián, “adherirse a estas sociedades implicaba romper con las
comunidades naturales, con las históricas tradiciones religiosas, que encerraba al sujeto en una
totalidad”, Protestantes…, op. cit., p. 137.
33
presbiterianas y congregacionalistas, decidieron emprender actividades
proselitistas en México, “juzgando la situación favorable”.69
A nivel internacional, durante este periodo, el pontificado de Pío IX se
caracterizó por un endurecimiento de la posición de la Iglesia Católica
contra el liberalismo y las nuevas corrientes portadoras de ideas de
modernidad. Este ultramontanismo católico, antiliberal y antimoderno se
conjugó en nuestro país con una fuerte resistencia de la sociedad
tradicional para aceptar los proyectos liberales de cambio económico,
político y social. Lo anterior obligó a las minorías liberales a radicalizarse
en un sentido anticatólico, llegando incluso a posiciones anticlericales. El
avance del liberalismo, sumado al endurecimiento en la posición de la
Iglesia Católica, hacían inevitable la confrontación Iglesia-Estado.
En el estado de Sinaloa, si bien continúa la inestabilidad política, los
enfrentamientos se daban entre fracciones del mismo partido liberal.
Políticos como Eustaquio Buelna, Domingo Rubí, Márquez de León,
Jesús Ma. Gaxiola, Francisco Cañedo y otros, se enfrentarán ahora por su
adhesión a uno de los tres grupos en pugna a nivel nacional: juaristas,
lerdistas y porfiristas.
Inicia un importante periodo de promulgación de una serie de
disposiciones jurídicas tendientes a delimitar como ámbitos
independientes el de la Iglesia y el del Estado.
El gobernador Pomposo Verdugo promulgó en 1857 una ley sobre el
estado civil y otra sobre el uso de los cementerios. Posteriormente, en
1859 don Plácido Vega publicó la ley que sobre el estado civil de las
personas había promulgado Benito Juárez desde Veracruz, en la que se
establecía el matrimonio como un contrato civil, quedando sin vigencia las
reglas que el obispo don Lázaro de la Garza y Ballesteros había
implantado en relación al matrimonio,70 por lo menos desde el punto de
vista jurídico.
—————
69
Ibid., p. 136.
70
Héctor R. Olea, Sinaloa a través de sus Constituciones, UNAM, México, 1985, p. 182.
34
Además, en la tercera Constitución Política del Estado de Sinaloa,
aprobada en 1861, ya aparecía, en el apartado sobre los derechos del
hombre, la libertad de creencias. En el artículo 5 se señalaba: “Es libre en
el estado privado o público de todas las religiones”.71
En 1874 el Lic. Eustaquio Buelna reprodujo algunos reglamentos
emitidos por el presidente Lerdo de Tejada, que partiendo del principio de
separación Iglesia-Estado buscaban reglamentar el ejercicio de todos los
cultos. En este sentido se establecía la prohibición de realizar actos
religiosos públicamente, declarándose además que “dejan de ser festivos
todos aquellos días que no tengan por exclusivo objeto solemnizar
acontecimientos puramente civiles”.72
Como parte de los argumentos que se emitían para justificar la
obligatoriedad de que los miembros de la Iglesia se sometieran a las leyes
civiles, se planteaba lo siguiente:
la reforma ha proclamado la independencia entre el estado y la iglesia y
la libertad de conciencia, la libertad de cultos ha venido a abolir todos
aquellos privilegios de que antes gozara la iglesia católica y sus
ministros y por tal razón el cumplimiento de las leyes del Estado, buenas
o malas, les es obligatorio a estos como a todos los demás habitantes de
73
la república que viven bajo el amparo y protección de ellas.
Ante la consolidación del liberalismo, la Iglesia debía amoldarse a la
nueva situación y buscar un nuevo lugar dentro de la sociedad mexicana.
El Vaticano pareció comprender esto, por lo que decide emitir una
encíclica dirigida al clero mexicano en la que el papa Pío IX les pide no
negar los auxilios espirituales a los fieles, no obstante que hubieran
firmado la Constitución, fueron casados por lo civil o bien fueran
propietarios de fincas desamortizadas.74
—————
71
Ibid., p. 186.
72
Ibid., p. 226.
73
EESOOG, t. IV, Culiacán, Sinaloa, 18 de enero de 1876.
74
Periódico Oficial Regeneración de Sinaloa, Mazatlán, Sinaloa, 17 de febrero de 1869.
Además, el Obispo don Pedro Loza y Pardavé en acatamiento a las órdenes del gobierno ordenó a
los párrocos exigir, antes de bautizar, el certificado del registro civil, lo mismo que para el
35
Sistema de valores laicos
A nivel nacional, en esta época se produce ya una ruptura con el pasado y
se establecen las bases para el surgimiento de una conciencia nacional.
También se impone la enseñanza laica, buscando que definitivamente la
instrucción religiosa estuviera ausente de la enseñanza transmitida por el
Estado.
En Sinaloa, el gobernador Plácido Vega decidió, en 1862, suprimir el
Seminario Tridentino de Culiacán, argumentando que era “un
establecimiento clerical del que salen jurados enemigos de los principios
liberales y del progreso” y en su lugar se acordó establecer el Colegio
Mercantil de Mazatlán.75
También se tomaron medidas a fin de establecer la obligatoriedad de
la enseñanza laica. En el reglamento para las escuelas del municipio de
Culiacán, aprobado en 1877, se planteaba lo siguiente:
Estando vigente la ley de tolerancia religiosa los profesores se limitarán
solamente a la educación civil puesto que la religiosa queda a cargo de
76
los padres y jefes de familia.
Se advierte una gran diferencia con las disposiciones anteriores de las
juntas de instrucción, que siempre incluían en la currícula de la enseñanza
primaria la materia de catecismo religioso.
Durante el Porfiriato inicia un proceso de reconciliación del Estado
con la Iglesia, percibiéndose una atenuación del conflicto, por lo que en la
década de los ochenta, se permitió el restablecimiento del Seminario y la
instalación de un colegio católico.77
————
matrimonio la correspondiente acta civil.Véase Leandro Quintero, "Historia integral de la región del
río Fuerte", en El Debate, Los Mochis, 1987, p. 503.
75
La Opinión de Sinaloa, Mazatlán, Sinaloa, 5 de febrero de 1862.
76
Archivo del ayuntamiento de Culiacán, 7 de agosto de 1877.
77
El 19 de septiembre de 1880, la srita. Mariana Valdez solicita ayuda al ayuntamiento para
el establecimiento de un centro de enseñanza, al que luego se señalará como escuela católica.
36
En términos generales, este periodo aparece como un momento de
transición, en que el cuerpo social debe pasar de un esquema en el que la
religión constituye la base fundamental de su sistema de valores a una
nueva concepción social, que comienza a dar cabida a nuevas ideas y
valores.
Si bien, la comunidad que conformaba la villa de Culiacán se nos
presenta todavía más o menos integrada y homogénea, existe poca
presencia de las nuevas sociedades de ideas que se comienzan a extender
por el país: clubes liberales, sociedades protestantes, grupos espiritistas y
sociedades mutualistas. La inexistencia de dichas asociaciones refleja la
falta de grupos que organizadamente buscaran promover valores y
creencias diferentes de los característicos de la sociedad tradicional, aun
cuando en lo individual ya hubiese personas que pensaran distinto.
Los extranjeros que llegaron a establecerse, al contraer matrimonio
con personas de la localidad debían manifestar con documentos su
catolicismo o la no contradicción de sus creencias religiosas con las
católicas. Fue el caso del señor Federico Koerdell, procedente de
Alemania, quien para contraer matrimonio con Florencia de la Vega tuvo
que cambiar de religión. Presentó un escrito manifestando lo siguiente:
“habiendo pertenecido a la secta protestante, llamada de la Reforma, deseo
ingresar a la Iglesia Católica Romana”.78
Además del tiempo que implicó este proceso de cambio de ideas y
valores, esta situación no fue asumida tranquilamente por la Iglesia en el
estado, generando ciertos conflictos. Por un lado, a pesar de que en enero
de 1876 se expide una circular que:
recomienda a las autoridades de los distritos el estricto cumplimiento de
las leyes de reforma en lo que concierne a la prohibición que existe para
que los ministros del clero no porte fuera de los templos sus trages (sic)
79
distintivos.
—————
78
Archivo parroquial, sección sacramental, matrimonios, t. 12, 1865-1871,10 de septiembre
de 1874.
79
EESOG, t. IV, Culiacán, Sinaloa, 18 de enero de 1876.
37
Un mes después los diputados comentan que el clero no ha acatado
dichas disposiciones.80
Además, dicha circular recibió una fuerte crítica por parte del
periódico La ilustración del pueblo, publicado en Culiacán y que se
ostentaba como órgano de la sociedad católica. El periódico argumentaba
que tales disposiciones eran crueles y que chocaban con las disposiciones
del Concilio de Trento y III Mexicano.81
En el Periódico oficial del gobierno del estado de Sinaloa se le
responde planteando lo siguiente:
Con los logros de la reforma se abolieron los privilegios de que gozaba
la iglesia y que por lo tanto el cumplimiento de las leyes del estado les es
obligatorio como a todos los demás habitantes, que no pretenden
intervenir en la disciplina de la iglesia, que el estado respeta las reglas
82
establecidas en el interior de los templos sean del culto que fuesen.
Parecía que la Iglesia en Culiacán no se resignaba a perder el papel o
el peso que tradicionalmente tenía en la determinación de la moral
culiacanense y a través del periódico La Ilustración polemizaba contra
todas las medidas que el Estado emitía en relación a la Iglesia, además,
contra todos los comentarios que en este sentido aparecían en el periódico
local. El 9 de noviembre de 1882 un editorialista de El Correo de
Occidente se quejaba de que en el número 25 de la Ilustración del Pueblo
se tergiversaba un artículo suyo en el que se señala que los jóvenes hacían
matrimonio por puro interés, que quejaba que lo hacían aparecer “como un
hereje, cismático, libre pensador, denigrador gratuito de la sociedad de
Culiacán”.83
Los periodistas consideraban dicha publicación como demasiado
retrógrada por lo que comentaban que el señor Obispo debería tener un
redactor que hiciera de ese periódico algo digno de su objeto.84
—————
80
Ibid., 21 febrero de 1876.
81
Ibid., 18 enero de 1876.
82
Ibid.
83
El Correo de Occidente, Culiacán, Sinaloa, 9 de noviembre de 1882.
84
Ibid., 20 de septiembre de 1882.
38
Ante el comentario de que existía poca observancia de las leyes del
registro civil, ya que muchos matrimonios sólo se realizaban
eclesiásticamente, la Ilustración los criticaba argumentando que era “un
ataque contra el dogma religioso”.85
Si bien este periódico aparecía como el órgano oficial de la Iglesia en
Culiacán, consideramos que no en todas las instituciones eclesiásticas
parecía haber la misma actitud de rechazo absoluto al cambio. Una de
ellas era el Seminario, para el que se comenta en 1887 que se había
tomado la decisión de amoldar el plan de estudios al de los colegios civiles
del país a fin de que respondiera mejor “a las exigencias de la época”,86
adecuándolo en cuanto fuera posible con los adelantos de la ciencia.87
Finalmente, podemos decir que durante el porfiriato se impulsa una
aplicación laxa de los principios constitucionales con el fin de conseguir el
respaldo católico y con él garantizar la paz y el orden necesario para el
progreso.88
La consolidación del régimen porfirista
Un tercer periodo inicia a principios de los noventa por considerar que las
transformaciones ocurridas durante este siglo ya habían logrado generar
cambios significativos en la sociedad que nos obligan a hacer un
parteaguas.
La situación Iglesia-Estado parecía haberse definido ya
completamente, el primero respetándola y permitiendo la libre
manifestación religiosa y la Iglesia aceptando su nuevo papel en la
sociedad. Una de las estrategias implementada por el gobierno de Porfirio
Díaz fue la reconciliación con los órganos de la sociedad tradicional y
dentro de estos con la Iglesia. Lo que se buscaba no era la obediencia o
colaboración directa de la Iglesia con el gobierno, sino el respeto a las
—————
85
Ibid., 2 de agosto de 1886.
86
Ibid., 3 de noviembre de 1887.
87
Ibid., 20 de octubre de 1887.
88
Jean-Pierre Bastian, Protestantes… op. cit., p. 148.
39
autoridades nacionales y el compromiso de no impulsar movimientos en
su contra enarbolando banderas religiosas.
Las leyes de reforma seguían incorporadas a la Constitución pero no
se aplicaban y además, los funcionarios no tenían que esconder ya su
catolicismo a fin de ocupar puestos públicos. Lo que Díaz ofrecía a
cambio del no enfrentamiento era la tolerancia o un liberalismo moderado
en el que la Iglesia pudiera ejercer su papel espiritual sin las trabas
jurídicas que le imponía la ley.
Este nuevo giro conservador dentro del liberalismo, con una
aplicación no muy rígida de la Constitución, permitió, de alguna manera
“conciliar provisionalmente al país real (corporativista y católico) con el
país legal”.89
A nivel internacional, un nuevo panorama se presentaba para la
Iglesia católica. El surgimiento de nuevas teorías y doctrinas, la creación
de partidos socialistas, el avance del movimiento obrero y la aparición de
una sociedad urbana y de masas, habían impactado a los creyentes y las
formas tradicionales de vivir su fe religiosa. Parecía preocuparle
especialmente el avance del socialismo y la pérdida de las masas de
obreros como susceptibles a la influencia religiosa. Es en este sentido que
el Papa León XIII promulgó el 15 de mayo de 1891 su encíclica conocida
como Rerum Novarum. Entre la problemática que decide abordar dicha
encíclica se encuentra la siguiente:
Los aumentos recientes de la industria y los nuevos caminos por lo que
van las artes, el cambio obrado en las relaciones mutuas de amos y
jornaleros, el haberse acumulado las riquezas en unos pocos y
empobrecido la multitud y en los obreros la mayor opinión que de su
propio valor y poder han concebido y la unión más estrecha con que
unos a otros se han juntado, finalmente la corrupción de las costumbres,
90
han hecho estallar el conflicto.
Se consideraba que era tal la gravedad del conflicto que había llevado
al enfrentamiento de amos y obreros, que era necesario que la iglesia
—————
89
Ibid., p. 14.
90
León XIII, Rerum Novarum, "La cuestión obrera", Paulina, México, 1991. p. 4.
40
definiera su postura ante la cuestión obrera. Se planteaba que si se habían
perdido los valores antiguos en los que se fundamentaban las relaciones,
era necesario considerarlo a fin de no caer en la influencia de doctrinas
como el socialismo.
Bastian plantea que el principal objetivo de la encíclica fue “la
reconquista de la sociedad civil mediante un catolicismo de
movimiento”.91 Es decir, se advertía el interés de la Iglesia por adecuarse a
los nuevos tiempos, reconociendo la necesidad de asociación de los
obreros católicos. Con la creación de asociaciones católicas de distinta
índole, como sindicatos y sociedades religiosas, se “pretendía reconciliar
al catolicismo con la modernidad, pero ante todo, intentaba combatir la
expansión de sociedades de ideas en la sociedad civil”.92
La iglesia implementó nuevas estrategias y formas distintas de vivir
la religiosidad. Se buscaba ahora que los feligreses adoptaran un papel
más activo en su compromiso religioso, participando en forma más directa
dentro de las celebraciones religiosas. Esto, a través de la creación de
cofradías y hermandades piadosas. Siguiendo las indicaciones de Roma,
en Culiacán, el 2 de febrero de 1891, el obispo Dr. José María de Jesús
Portugal decretó lo siguiente:
Deseando el aumento de la gloria de Dios Nuestro Señor y el provecho
espiritual de nuestros amados diocesanos de la parroquia de Culiacán,
establecemos canónicamente las hermandades piadosas que a
continuación expresamos:
1. La Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús
2. La Hermandad del Sagrado Corazón de María
3. La Sociedad de San Vicente
4. El culto perpetuo del señor San José.93
Un mes después se emitió el siguiente comunicado:
—————
91
Jean-Pierre Bastian, Protestantes…, op. cit., p. 13.
92
Idem.
93
Archivo Parroquial, Sección disciplinar Asociaciones, t. I.
41
Secundado los deseos del Papa León XIII y atendiendo al bien espiritual
de nuestros diocesanos disponemos que todas las familias cristianas de
la diócesis se consagren a la Sagrada Familia a fin de obtener de Dios
Nuestro Señor los más señalados favores en el orden espiritual. La
94
consagración se hará el 19 de marzo de 1891.
Cuadro 2
Año
1893
1894
1895
1896
1897
Hermandades piadosas creadas en Culiacán
Nombre de la hermandad
Sociedad Católica de Artezanos (sic) Unidos de Culiacán
Señoras de la Caridad de Culiacán
Pía Unión de San Antonio de Padua
Sociedad de la Vela Perpetua
Cofradía del Santísimo Rosario
Fuente: Archivo parroquial, sección disciplinar asociaciones, años: 1893-1915, t.1.
La mayoría de las hermandades eran organizaciones impulsadas por
la Iglesia con fines congregacionistas y devocionales, es decir, rendir
devoción ya sea a Jesús, María, San José y otros santos, y con ese fin se
reunían los socios cada mes y hacían lecturas piadosas. Otras, como la
sociedad de San Vicente de Paúl, tenían como principal objetivo la
realización de obras de caridad. Así, informaban acerca del número de
enfermos visitados, raciones distribuidas, recetas, ayudas a familias de
presos, etcétera.
En la mayoría de las agrupaciones se encontraban integrados
miembros de las principales familias de Culiacán, aunque algunos eran
solamente socios honorarios que proporcionaban su cuota pero no su
colaboración directa, siendo ellos quienes ocupaban los puestos
principales.
Como ya se señaló anteriormente, en la ciudad los diversos grupos
sociales comienzan a distanciarse unos de otros, apareciendo una
verdadera élite que busca irse distinguiendo “de la masa de gobernados”.
—————
94
Idem.
42
Se buscaba más intensamente adquirir ciertos signos de notabilidad o
distinción.
Una forma de lograrlo era estableciendo sus propios centros de
enseñanza, y con este objeto se reunieron el 2 de marzo de 1895, en la
Catedral de la ciudad, algunos de los principales comerciantes y
empresarios culiacanenses con las autoridades eclesiásticas a fin de
establecer una junta directiva que se abocara al “establecimiento de una
escuela católica de instrucción primaria y secundaria”.
La junta se integró de la siguiente manera:
Puesto
Presidente
Vicerector
Tesorero
Vocales
Vocal suplente
Cuadro 3
Nombre
Obispo José Ma. Portugal
Pbro. Antonio Valdez
Pbro. Jesús Echeverría
Ricardo Martínez de Castro y Manuel Clouthier
Severiano Tamayo
Fuente: Archivo Parroquial, sección disciplinar asociaciones, años 1893-1915, t. 1.
A través del obispo Portugal entraron en contacto con la
congregación de las hermanas de la Compañía de María, orden de
religiosas especializada en la enseñanza de niñas y jóvenes. El periódico
dio la noticia en los siguientes términos: el Ilmo. Uranga desde el gobierno
de la Diócesis de Sinaloa ha tratado de fundar un colegio de enseñanza
superior para señoritas y niñas.95 El 20 de noviembre de 1905 llegaron a
Culiacán las madres fundadoras, cinco eran francesas provenientes de
Burdeos y una española, estableciéndose el 15 de diciembre del mismo
año el Colegio Guadalupano, hoy Montferrat.96
Se puede decir que, en términos generales, se comienza a vivir en
Culiacán una forma más moderna y urbana de religiosidad, con una mayor
—————
95
Se decía que la mujer debía instruirse en el conocimiento de la gramática, de la economía
doméstica, idiomas, bellas artes y otros ramos al alcance de la inteligencia femenil, Mefistófeles,
Culiacán, Sinaloa, 21 de octubre de 1905.
96
Folleto publicado por el Colegio Guadalupano-Montferrant, Culiacán, Sinaloa, p. 3.
43
libertad por parte del Estado para la realización de evento públicos y
abiertos.
Se podría plantear que esta comunidad social adquiere ya las
características de una sociedad secularizada donde el hecho de abrigar una
doctrina religiosa se convierte ya en un asunto personal o de pequeños
grupos. Es decir, ya no es la comunidad entera la que es obligada a
compartir los mismos valores morales, sino los diferentes grupos al
interior de ésta. Y es el grupo de pertenencia más cercano y no la sociedad
como un todo el que presiona a los individuos a cumplir con las normas
religiosas.
Por otro lado, las principales familias de la localidad habían
incrementado sus actividades sociales; entre ellas las de carácter religioso
ocupaban un lugar importante. Así, observamos que un grupo más o
menos amplio de las principales familias de la localidad participaba
abiertamente en ceremonias, hermandades, concurrían a darle la
bienvenida al obispo cuando regresaba de sus viajes, etcétera. Además de
lo anterior, se realizaban ejercicio espirituales, peregrinaciones, hasta la
construcción de dos templos más, además de la Catedral; el Santuario del
Sagrado Corazón de Jesús97 y el Santuario de Guadalupe.
A fines de 1904 se anuncia la publicación de un nuevo semanario de
propaganda religiosa, denominado El Eco Religioso, que aparece en
diciembre de dicho año y que debió haber tenido buena acogida ya que
para febrero anuncia que duplicará sus dimensiones. Esta publicación
recibió apoyo económico de algunos personajes importantes de la
localidad, como Antonio Díez Martínez, quien dona $1 000 para el
sostenimiento del periódico.98
1. Para Jean-Marie Mayeur, el renacimiento que vive la Iglesia Católica
en la segunda mitad del siglo XIX se manifiesta en una mayor
—————
97
El proyecto de construcción de un templo dedicado al Santuario del Sagrado Corazón de
Jesús, inicia a mediados de 1890 a iniciativa del Obispo Don José María de Jesús Portugal.
98
Mefistófeles, Culiacán, Sinaloa, 8 de febrero de 1905. Jean-Pierre Mayeur, “Las iglesias en
la era del liberalismo y de la industrialización”, en Historia Universal Moderna y contemporánea,
Salvat, t. 9, p. 1081.
44
participación de los laicos tanto en las asociaciones piadosas como en
la prensa y en la defensa de los intereses religiosos.
45