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P. Gustavo Prtao
30/10/2016
HARÉIS LLEVAR DE AQUÍ MIS HUESOS
Génesis 46:1-50:26
V.C.: 50:25 “E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y
haréis llevar de aquí mis huesos.”
Los hermanos de José regresaron a Canaán y le dijeron a su padre: “José vive aún; y él es
señor en toda la tierra de Egipto”. El corazón de Jacob se afligió, porque no les creía. Pero ellos
le contaron lo que les dijo José y cuando Jacob vio los carros que José envió para llevarlo su
espíritu revivió. Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo
muera.
I.
No temas descender a Egipto
Veamos los v.1 al 4 “Salió Israel con todo lo que tenía, y vino a Beerseba, y ofreció
sacrificios al Dios de su padre Isaac. Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob,
Jacob. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de
descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto,
y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.”
Dios se apareció a Jacob quien iba camino a Egipto, Dios lo llamó diciéndole: Jacob,
Jacob. Jacob respondió: Heme aquí. Dios se presentó diciendo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre
y le dijo: No temas de descender a Egipto. Jacob había tomado la decisión de irse desde Canaán
a Egipto luego de escuchar que su hijo José vivía allí, que era el señor de Egipto y que José
había dicho que le estaba esperando para mantenerlos durante los años de sequía que restaban
(45:9-11). Las circunstancias indicaban que esta era la voluntad de Dios. Pero esto no era una
decisión sencilla para Jacob. Se trataba de una mudanza a una tierra nueva. Él dejaría un lugar
al que ya estaba habituado para ir a una tierra totalmente nueva para él. Jacob ya era anciano y
no tenía las mismas fuerzas que cuando salió solo de casa de papá y mamá. Él era padre de
familia y se sentía responsable por toda su casa. Además históricamente la clara voluntad de
Dios para él, para su padre y para su abuelo había sido permanecer en Canaán. Por ejemplo,
cuando su padre Isaac quiso descender a Egipto, Dios lo detuvo diciéndole claramente: “No
desciendas a Egipto” (Gen 26:2). Hasta ahora Jacob había hecho gran esfuerzo por permanecer
en Canaán pasados dos años de sequía. Aunque ya había partido para Egipto, Jacob aún no tenía
completa paz en su corazón. De hecho la primera palabra que Dios le dijo fue: “No temas”.
Porque Dios sabía que en el corazón de Jacob había temor. De manera que en aquel momento
Jacob no siguió adelante con su decisión como muchas veces lo hizo en el pasado. Jacob tomó
un tiempo en Beerseba para ofrecer sacrificios a Dios. Esto quiere decir que él tomó un tiempo
para adorar a Dios, para buscar a Dios íntimamente, para agradecerle, para purificarse, para
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buscar la dirección de Dios. Beerseba era en donde su familia vivía cuando él robó la
primogenitura y huyó de Esaú (28:10). Aquella vez él tomó decisiones importantes por su
propia fuerza. Pero esta vez Jacob buscó a Dios en adoración con todo su corazón. Hay
decisiones que son muy importantes en nuestra vida tales como: ¿Donde viviré?, ¿Con que
trabajo me sustentaré?, ¿En donde serviré a Dios?, ¿Con quién me casaré? También hay
decisiones importantes para nuestra familia o en la iglesia ¿Qué debemos hacer antes de tomar
decisiones como esas? Debemos buscar a Dios en oración y adoración. Las circunstancias y el
consejo de otros pueden mostrarnos que debemos ir por cierto camino. Pero más allá de todo
esto cada uno de nosotros necesita su relación personal con Dios. Necesitamos nuestra
convicción personal a través de recibir la palabra de Dios en nuestro corazón. Dios le dio
dirección a Jacob con una Palabra. El lugar en donde encontraremos la dirección de Dios para
nuestra vida es en la Biblia. Dios puede darnos una Palabra (un versículo, un pasaje) que nos
alumbre nuestro corazón y nos de paz y convicción en relación a cierta decisión. Pero para
recibir la guía de Dios debemos tener corazón arrepentido (Jacob ofreció sacrificios, esto indica
una actitud humilde). Sin corazón arrepentido y humilde dispuesto a obedecer a Dios no vamos
a poder recibir la guía de Dios. Algunos dicen: Señor respáldame, Señor que tu voluntad sea mi
voluntad. Pero debemos orar como Jesús nos enseñó: Dios, Hágase tu voluntad. Entonces el
Señor nos guiará por el mejor camino.
La voluntad de Dios para Jacob era descender a Egipto: “no temas de descender a Egipto,
porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré
volver; y la mano de José cerrará tus ojos”. Es interesante que en el tiempo del hambre que
sufrió Isaac la voluntad de Dios para su familia fuera permanecer en Canaán. Para Israel
también había sido esa la voluntad de Dios hasta ahora. Pero ahora la voluntad de Dios para la
familia de la fe era descender a Egipto. Esto era parte del plan de Dios (Gen 15). Para algunos la
voluntad de Dios puede ser quedarse en la tierra en donde vive, para otros puede ser irse, para
otros quedarse un tiempo y luego irse, para otros irse un tiempo y devolverse. Lo importante es
buscar cuál es la voluntad de Dios para mí en este tiempo. En nuestra iglesia por la gracia de
Dios están saliendo varios misioneros, muchos pueden estar pensando en lo mismo. No es
pecado pensar en eso. Pero si es pecado no poner eso en las manos de Dios y actuar
humanamente. Quizás hay hermanos que no quieren irse, pero es posible que Dios quiera que
salgan a predicar a otras naciones. Quizás están aquellos que tienen que irse ya, pero siguen
esperando por su falta de fe. Otros tienen que quedarse y confiar en la provisión de Dios. Lo
importante es que caminemos en la voluntad de Dios y que confiemos que la voluntad de Dios
es la mejor. ¡Confiemos en el amor de Dios!
Dios le dijo a Jacob que podía descender y que tenía su plan para su pueblo en Egipto. Pero
Dios le dijo claramente que lo haría regresar. Egipto sería solo algo temporal. Con la convicción
de Dios en su corazón Jacob continuó en su camino a Egipto y llegó con toda su familia a
Egipto. Jacob envió a Judá delante de sí a José, para que le viniese a ver en Gosén; y llegaron a
la tierra de Gosén. Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se
manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente.
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Entonces Israel dijo a José: Muera yo ahora, ya que he visto tu rostro, y sé que aún vives.
(46:28-30)
II- José, buen pastor para su familia.
José les enfatizó a sus hermanos que ellos deberían decir que eran pastores de ovejas: V.31-34
“Subiré y lo haré saber a Faraón, y le diré: Mis hermanos y la casa de mi padre, que estaban
en la tierra de Canaán, han venido a mí.
Y los hombres son pastores de ovejas, porque son hombres ganaderos; y han traído sus ovejas
y sus vacas, y todo lo que tenían. Y cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro
oficio? entonces diréis: Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud
hasta ahora, nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque para
los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.”
José trajo a algunos de sus hermanos ante Faraón para pedir su visto bueno para su familia. Los
hermanos de José obedecieron las instrucciones de José y dijeron que eran pastores de ovejas y
rogaron morar en Gosén. Faraón aceptó a la familia de José y les dijo que podían habitar en la
tierra de Gosén. Allí ellos vivirían sencillamente como pastores de ovejas.
José era el segundo hombre más poderoso de Egipto. Él pudo nombrar a sus hermanos y
sobrinos en altos cargos. Los pudo colocar a administrar la comida almacenada aunque no
tuvieran experiencia, solo por ser sus hermanos. Esto les daría la posibilidad de disfrutar de
muchos privilegios y riquezas dentro de la sociedad Egipcia, pues en tiempos de hambre los que
controlan la distribución de la comida tienen oportunidad de enriquecerse. Pero José no hizo
eso. Si esto sucedía sus familiares seguramente serían asimilados dentro de la sociedad egipcia,
dominada por la idolatría y la inmoralidad sexual. Ellos perderían su identidad de ser pueblo de
Dios. En lugar de eso José hizo que ellos fueran considerados abominación para los egipcios y
fueran apartados en la tierra, continuando trabajando humildemente como pastores.
Para José fue más importante preservar la identidad espiritual de su pueblo que gozar de las
riquezas temporales de Egipto. José sabía que su pueblo debía regresar a Canaán. Egipto era
solo algo transitorio. De hecho José los ubicó en Gosén, en tierra de Ramesés, la cual era una
tierra al noreste de Egipto, por tanto, más cerca de Canaán. A la hora de regresar sería más fácil
para ellos. José no quería que ellos se apegaran a Egipto y se contaminaran con las costumbres
pecaminosas. José quería que ellos mantuvieran su identidad como pueblo de Dios y tuvieran su
esperanza en la tierra prometida.
Para nosotros Egipto puede representar este mundo. Este mundo es algo transitorio. No es
nuestra morada final. Nosotros somos hijos de Dios, pueblo de Dios, ciudadanos del reino de
los cielos. Nuestra morada final será el reino celestial en donde estaremos por la eternidad con
Jesús y con nuestra familia de la fe. Con esto en mente no debemos apegarnos a este mundo y a
sus costumbres pecaminosas. Ciertamente estamos en el mundo y debemos vivir en el mundo.
No se trata de irnos a una montaña a vivir apartados. Se trata de guardar nuestro corazón y
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apartarnos de la idolatría (a imágenes, a otro hombre u mujer), debemos guardar nuestro
corazón, cuerpo y mente del adulterio y fornicación, no debemos vivir afanados como si no
tuviéramos Dios sino debemos confiar en las promesas de Dios. No debemos vivir quejándonos,
sino agradeciendo. No debemos llevar una vida centrada en nosotros mismos, sólo trabajando
para nuestro beneficio, sino debemos llevar una vida de servir a una oveja y de sacrificarnos por
otros.
Llevar un estilo de vida así es posible si tenemos esperanza en el reino de los cielos. Pablo dijo
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor
siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Corintios 15:58. Si
nosotros sabemos que nuestro trabajo en el Señor no es en vano, si sabemos que todo lo que
hagamos para el Señor y todos los frutos que demos en esta vida son frutos eternos, entonces
vamos a mantenernos firmes y constantes creciendo en la obra del Señor. Vamos a guardar el
día del Señor y vamos a poner nuestra vida para el Señor apartándonos de las corrientes
pecaminosas de este mundo.
Pero si no tenemos la esperanza eterna en nuestros corazones, entonces comenzamos a
apegarnos a este mundo, porque pensamos que esto es lo único que hay. Nos decimos a
nosotros mismos: ¡Comamos y bebamos que mañana moriremos! ¡Disfruta cada momento al
máximo! Entonces nos corrompemos y nos volvemos perezosos espiritualmente, viviendo sin
visión y finalmente perecemos llevando una vida vacía. Pero hoy vamos a renovar nuestra
esperanza eterna y saber que cada vez que apartamos nuestro tiempo para el Señor y damos un
estudio bíblico 1:1 o pescamos en la universidad, o damos un estudio bíblico grupal, cada vez
que guardamos el domingo, eso tiene frutos eternos. Nuestro trabajo en el Señor no es en vano.
También como José vamos a ser pastores que guían a las ovejas, primeramente con su ejemplo,
a no vivir con la esperanza puesta en este mundo sino en el reino celesital.
III - José mayordomo de Egipto
En el capítulo 47 podemos ver como José administró el país. José no regaló nada. No
acostumbró a las personas a ser mendigos ni a tener sentido de víctima. Él les vendió el grano
por dinero, luego por su ganado y luego las personas ofrecieron se ofrecieron sí mismos y a sus
tierras. José lo aceptó y les dio semilla. José no se aprovechó de esta situación para explotarlos
¿Qué hizo él?. José les hizo reconocer su deuda a Faraón y que eran sus súbditos, por medio de
ordenarles pagar un quinto de su cosecha a Faraón. Pero José no los asfixió. Sólo tenían que
pagar un quinto y el 80% quedaba para ellos, esto les dio oportunidad de producir para su
propio beneficio y recuperarse materialmente luego de la sequía. La gente no estaba rebelde o
llena de quejas por las políticas de José. Ellos estaban agradecidos 47:25 dice “Y ellos
respondieron: La vida nos has dado; hallemos gracia en ojos de nuestro señor, y seamos
siervos de Faraón.” José fue un líder compasivo para los egipcios al no permitir que murieran
de hambre, los ayudó a ser responsables y agradecidos y les dio oportunidad de recuperarse
materialmente. Además José siempre se mantuvo fiel a Faraón, él no trató de usurpar las
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funciones del Faraón ni ganar el pueblo para él. Él hizo que las personas se convirtieran en
fieles siervo del Faraón y no de él. A pesar de que José tenía más sabiduría que Faraón, José
respetó a Faraón y siempre pedía el permiso de Faraón. José era un hombre respetuoso a las
autoridades que guardó el orden establecido por Dios. José tenía el orden de Dios en su corazón.
Él nos muestra que un hombre en un mundo caído puede ser bendición para el mundo entero
cuando vive por la fe y con el orden de Dios en su corazón.
IV- La muerte de Jacob y los últimos días de José
Antes de morir Jacob bendijo a los hijos de José y a sus propios hijos. Aquí resalta el hecho de
que Jacob tomó a los nietos de José como sus hijos y que el heredero de la promesa a Abraham
fue Judá el cuarto hijo de Jacob. Rubén el primogénito había pecado con Bilha y Simeón y Leví
habían sido muy violentos con la gente de Siquem. José no recibió esa herencia pero José ayudó
a Judá a convertirse en un padre de fe. A convertirlo de un hombre infiel a un hombre fiel.
Finalmente del linaje de Judá vino Jesucristo, quien fue bendición para todas las familias de la
tierra.
Cuando Jacob murió tuvo un gran sepelio. Y sus restos fueron llevados a Canaán en donde
reposó en la cueva de Macpela con sus padres. Parece que los hermanos de José tenían temor de
que José tomara represalias contra ellos ahora que Jacob había muerto e inventaron diciendo
que su padre le había ordenado a José que perdonara a sus hermanos y pidieron perdón a José
diciendo: “50:17b …por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del
Dios de tu padre.” Y José lloró mientras hablaban.
Esto muestra que ellos aún no podían entender bien el corazón de José (no podían imaginar que
un hombre no guardara rencor después de sufrir todo lo que sufrió) También muestra que esa
situación aún no estaba completamente resuelta en sus corazones. José lloró quizás viendo que
aún la relación con sus hermanos no estaba totalmente restaurada después de 17 años del
reencuentro en Egipto (47:28)
Pero en esta situación es importante que los hermanos pidieran perdón verbal y personalmente a
José. (No es claro que esto haya ocurrido durante el tiempo del reencuentro). En algunos casos
luego de alguna desavenencia con otra persona podemos contentarnos sencillamente como dos
hermanitos que discuten y luego están alegres. Pero otros casos para restaurar las relaciones
personales es necesario pedir perdón cara a cara.
Veamos los v. 50:19-21 “Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de
Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que
vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os
sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.” José les habló
sabiamente y con compasión y les dijo que no temieran, pues ellos habían pensado mal pero
Dios encaminó a bien. José manifestó su perdón diciendo que él les cuidaría a ellos y a sus
hijos. De esta manera José “habló a sus corazones”. Podemos ver que este fue un momento de
profunda restauración en la relación entre ellos.
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José vivió en Egipto durante 80 años y al parecer siempre fue gobernador. Pero su esperanza no
estaba en ser un hombre grande de la historia de Egipto y ser enterrado en un monumento
maravilloso. Él sabía que Egipto sería algo pasajero para el pueblo de Dios. El quería volver a
la tierra prometida. Veamos el v 50.25 “E hizo jurar José a los hijos de Israel, diciendo: Dios
ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos.” Nuevamente él plantó a su pueblo
la esperanza en la tierra prometida. “Dios ciertamente os visitará”. Dios también nos visitará
nuevamente. Jesús vendrá otra vez para llevarnos a la tierra prometida: El reino de los cielos.
José es un gran ejemplo de fe. Él es la sombra de Jesús. Así como José fue traicionado y
entregado a un pueblo extranjero, también Jesús fue traicionado y abandonado por sus
hermanos y entregado a los gentiles. Dios encaminó todo a bien y luego José se convirtió en el
salvador de su pueblo. También Dios encaminó todo a bien con Jesús y al morir en la cruz y
resucitar, se convirtió en el salvador del mundo. José perdonó a sus hermanos. También Jesús
perdonó a todos los pecadores en la cruz. José tenía su esperanza en la tierra prometida. Jesús
también tenía su mirada puesta en el reino venidero y él fue a preparar morada para nosotros.
Gracias a Dios por el estudio del libro de Génesis. Oro que las bases de nuestra fe estén
fortalecidas y sigamos adelante firmes y constantes, confiando que nuestro trabajo en el Señor
no es en vano. Amén.
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