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Una mirada…
hacia lo oculto
"La enseñanza basada en la instrucción implica que
la tarea a realizar, consiste en que el profesor
transmita a sus alumnos conocimientos o destrezas
que él domina, en la enseñanza basada en el
descubrimiento, el profesor introduce a sus alumnos
en situaciones seleccionadas o diseñadas de modo
tal que presenten, en forma implícita u oculta, los
principios de conocimiento que desea enseñarles"
(Stenhouse, L.; 1987)
Lic. en Psic. Elizabeth García López
15 de Abril de 2011
Los constantes cambios económicos, políticos, sociales y culturales que impactan
en nuestro país de alguna u otra manera afectan a la educación, dado que
enfrenta diversos retos como los de financiamiento económico, la preparación
docente, el uso de la tecnología, entre otros factores que son de suma importancia
para la sociedad.
Ante esto, es necesario meditar respecto al verdadero estado de la profesión
docente debido a que el (la) profesor(a) ya no son únicamente el servidor de un
Estado o una Nación que educa a unos y deja fuera a otros alumnos, sino más
bien están relacionados con la construcción de la cultura, de la sociedad y del
conocimiento del estudiante.
Para ello, la formación de maestros es uno de los temas de mayor reflexión, debido a que
existen instituciones como las escuelas normales con más de un siglo de experiencia
formando maestros; por su parte las universidades han creado centros especializados en
la investigación y diseño de la capacitación docente, éste ha sido un tema de vigencia
permanente que en la actualidad ha cobrado importancia, dada la situación en que se
encuentra la educación en todas partes y en todos los niveles.
Por consiguiente, el trabajo de los profesores se debe dirigir a una sociedad
crecientemente diversa y plural, que demanda para todos sus jóvenes un tipo de
educación que los prepare, no sólo para su participación ciudadana, sino también
para su participación productiva.
Tal es así, que con la globalización y la intensificación de la competencia
internacional, se ha llegado a considerar el conocimiento como un determinante
cada vez más importante para la riqueza de las naciones, en consecuencia, el
acceso al conocimiento y la capacidad de difundirlo se ha convertido en una gran
fuente de ventaja competitiva.
Algunos consideran que el conocimiento en sí mismo es el motor más potente del
progreso social y económico en el mundo actual (BM, 2002) y que la educación
terciaria es necesaria para la creación, la difusión y la aplicación efectiva del
conocimiento para desarrollar capacidad técnica y profesional.
De esta manera, las universidades deberían ser más innovadoras y sensibles a
«las necesidades de una economía del conocimiento globalmente competitiva y a
las exigencias cambiantes del mercado laboral en cuanto a capital humano
avanzado» op. cit.
Asimismo, el conocimiento es vital para la idea de desarrollo como la consecución
de un «buen cambio» (Chambers, 2005) no sólo en términos de disponibilidad,
sino también en términos de cómo se usa el conocimiento para entenderlo.
Por ello, en nuestros días la educación se ha entendido tradicionalmente como
un proceso instructivo en el que los alumnos eran receptores de conocimientos
que vertían sobre profesores sabios de la materia, profesores que, en el caso de
las matemáticas, por poner algún ejemplo, sólo explican que dos más dos son
cuatro.
Es ahí donde la escuela actúa como un dispositivo de reproducción cultural
de la conducta ciudadana, junto con los conocimientos transmite un sistema
de lealtades, competencia, creatividad, solidaridad o su ausencia, el
autoritarismo y las jerarquías como forma natural de las relaciones sociales.
Con esto, se observa que la crítica que realiza la sociedad en general al
sistema educativo formal, reflejada en los medios de comunicación se ha
focalizado sobre el docente y su actividad, siendo así que al docente se le
exige que enseñe y haga obtener al alumno algo más que conceptos,
procedimientos y actitudes relacionados con su área, de igual manera se le pide
una educación en valores que enseñe a los jóvenes a desenvolverse en la
sociedad y convertirse así en ciudadanos con derechos y deberes.
Por otra parte, los nuevos roles de la universidad contemporánea, en cuanto a su
función de formar profesionales, se reflejan en gran medida en la concepción y
estructuración de sus respectivos programas, currícula o planes de estudios.
Sin embargo, las cambiantes condiciones en las que se desenvuelve, exigen
nuevos enfoques en su definición y metodología, toda vez que existe una marcada
tendencia no solamente en la formación de excelencia y competitividad de
recursos humanos, sino también desarrollan una corriente que tiende a la
formación de personas con una enorme capacidad de reacción y adecuación a las
transformaciones que experimenta el campo del conocimiento y el desarrollo
tecnológico.
A todo esto, los aprendizajes que comparte toda la comunidad educativa y que
traspasa el papel y la tinta de los que ocupan los alumnos, se llama currículo
oculto.
Ante ello, la sociología de la educación denomina "currículum oculto" a aquellos
aspectos no explícitos del currículum, (Perrenoud, 1990) por su parte considera al
respecto que éste tipo de prácticas no son ningún secreto en realidad: es sabido
que en la escuela se aprende a vivir en sociedad, a ser un buen ciudadano, a
trabajar seriamente y no considerarlo como "currículum moral".
Su origen data de finales de los años sesenta, cuando Phillip (1992) publicó La vida en las
aulas, este texto constituyó un significativo aporte al debate curricular, al mostrar que en
la interacción escolar que acontece en el aula se promueven una serie de resultados no
intencionados.
Pero estos resultados no fueron previstos por la institución o el docente y tampoco había
una conciencia de lo que se estaba formando en los alumnos a tales aprendizajes, que
guardan una estrecha relación con la esfera de los valores y de lo actitudinal, a esto se le
llamó currículo oculto.
Para Phillip (1992) este tipo de currículo es una forma de socialización y adaptación a la
escuela y a la sociedad dado que la asistencia de los estudiantes durante periodos largos,
apoyada en la autoridad del maestro en los mecanismos de evaluación, estructura formas
determinadas de comportamiento en los estudiantes, las cuales son paulatinamente
internalizadas.
El currículum oculto es proveedor de enseñanzas encubiertas, latentes, no
explícitas, que la institución tiene la capacidad de brindar en la medida que el
colectivo docente tenga una noción clara y, sobre todo, una ideología común en
esta materia ya que trata de formar estudiantes en correspondencia con el
ejemplo.
En primera instancia el currículum oculto se circunscribe a los procesos que
suceden dentro del aula, las técnicas grupales, los diálogos y los valores de los
actores que participan en él, además de que surge como respuesta a necesidades
de orden económico, político, social, cultural, pero también ideológico, por sus
contenidos y la fuerte carga de sus funciones morales y de una cierta reproducción
social.
Éste puede considerarse como el conjunto de sistemas de recompensas y
expresiones de poder que existe en el grupo que participa el proceso educativo, a
través del cual el estudiante a tiempo de estructurar su experiencia pedagógica,
construye sus valores sociales y su historia significativa, de acuerdo con la
normativa y jerarquía existente en un momento histórico determinado.
Por tanto, puede concebirse al currículum oculto como el segmento socializador
de la acción de la institución educativa, que se inicia y se forma por ciertos
contenidos no específicos ni establecidos en ningún plan, programa o currícula
formal, que está presente en cada uno de los miembros de la institución como lo
pueden ser los estudiantes, docentes y administrativos, los cuáles se reconocen y
aprenden a través de experiencias dentro y fuera del aula.
El currículum oculto tiene un carácter ideológico, de hecho expresa una ideología
diferente a la oficial, además puede considerarse y expresarse de modo
encubierto, latente, no intencionado, implícito e inadvertido.
De igual manera, el currículo ya mencionado tiene la posibilidad de poder ejercer
una alternativa que cataliza y motoriza un nuevo discurso, actitudes, acciones,
palabras, valoraciones, omisiones, que no son visibles pero que se transmiten de
diversa forma.
La intencionalidad y la profundidad de éste varían de acuerdo a la dinámica de los
actores del proceso en el marco del accionar explícito o implícito, dado a que de
partida se reconoce que las personas no son iguales, cada uno trae sus
experiencias previas y construye su propia historia.
Lo cierto es que el currículum oculto forma parte de procesos naturales que se
producen en el aula y sus diferentes contextos relacionados y a veces es de tal
fuerza y magnitud que puede tener una mayor incidencia que el propio currículum
formal.
Tal es así que si se ratifica la idea de que el currículum oculto prácticamente
envuelve todo lo que pasa en aula y por extensión todo el ámbito académico, el
sistema educativo se encuentra en tener la posibilidad de reflexionar sobre lo que
se reproduce en forma visible e invisible, a fin de descubrir lo que se está
proyectando, tomar conciencia, porque de ese modo es posible reconocer y
regular el flujo de valores, actitudes, pensamientos, ideas, códigos, etc.
De ahí que, el currículo oculto va más allá de las intenciones escolares explícitas, porque
precisamente da cuenta de aquello sobre lo cual el docente y la institución escolar no
tienen una intencionalidad consciente.
En estricto sentido el currículo oculto es un buen objeto de estudio, porque permite
dar cuenta de esos procesos de socialización que se llevaron a cabo en la
realización de la acción escolar, además de aquellos conocimientos que no son
intencionados, aunque su efectividad no se puede negar.
Este currículo permite reconocer que en la práctica escolar se generan un conjunto de
aprendizajes algunos de ellos de corte valoral, de los cuáles no hay necesariamente
conciencia, sin embargo, el planteamiento de los temas transversales puede ofrecer una
mejor posibilidad para la promoción y el desarrollo de valores en el ámbito escolar (Díaz
Barriga, 2005).
Este planteamiento necesitará encontrarse en las estrategias didácticas, en la forma cómo
se aborden los contenidos de corte cognitivo y en la coherencia que exista entre valores,
textos e incluso imágenes con las que se acompaña el libro escolar, además se debe
promover una reflexión sobre valores que se expresan en el medio social, en el ámbito
escolar y en las relaciones cotidianas del salón de clases.
A la par que en el campo de la educación se perciben mejores alternativas para
visualizar el tema de los valores, la realidad social hace más complicado su trabajo
en el escenario educativo, siendo esto el reto de la política educativa e
institucional.
Por tanto, se puede entender currículum oculto como aquel que hace referencia a
los conocimientos, destrezas, valores, actitudes y normas que se adquieren en los
procesos de la enseñanza-aprendizaje y, en general, en todas las interacciones
que se dan cotidianamente en el aula y en la escuela, pero que no llegan a
explicarse como metas educativas a lograr de una manera intencionada.
Por ende, el principal objetivo del currículum oculto es perpetuar de forma implícita
un conjunto de conocimientos que no resultaría correcto tratar de forma explícita a
través del discurso educativo tales como, el posicionamiento del centro en cuanto
a los sistemas de reparto de poder, el alineamiento con una clase social
determinada así como la defensa de una raza, de un género, de una cultura y de
una religión sobre las demás.
En definitiva la escuela en general y cada profesor de manera particular, influye en
los alumnos ya que en un futuro cercano serán base y sustento de la sociedad,
por ello se debe cuidar aquello que se les enseña día tras día ya sea de manera
sistemática y planificada o mediante el currículum oculto del que se ha hablado.
Y para evitar la existencia de manipulación negativa mediante este currículum
oculto, se debe actuar a través de la vigilancia y el control del devenir ideológico
de cada aula; la solución parte del mismo profesorado que debe vigilar y evaluar
su práctica educativa.
Los nuevos roles del currículum oculto son aprendidos y adquiridos, no por libros o
documentos de docentes, sino por sus actitudes y las relaciones sociales que
establecen con los estudiantes.
Siendo así que éste tiene la capacidad de mostrar las contradicciones entre lo que
se dice y hace, por lo que resulta una exigencia que la institución capacite
permanentemente e informe sistemáticamente a los docentes sobre sus
responsabilidades en tanto mediador y facilitador, a fin de no distorsionar los
objetivos del currículum.
Por desconocimiento, falta de compromiso institucional o simplemente por
incompetencia vocacional se tiene la sensación de que la estructura curricular
vigente no es totalmente la adecuada.
En otros casos, se piensa que el modelo debe responder a una visión de élite; sin
embargo, en paralelo, se reducen grupos de estudiantes y docentes, obviamente
como producto de la crisis económica, pues al parecer el sistema formal no ha
sido considerado convenientemente.
En lo interno el problema recurrente reside en que, por lo general, no se conocen
las experiencias de docentes y estudiantes, a tal extremo que sus resultados no
permiten ser evaluaciones interna ni externamente, al punto que se desconocen
los resultados.
En conclusión, la educación junto con el currículum oculto es la base de la
sociedad, porque si no se tienen alumnos y docentes bien preparados difícilmente
se podrá tener una sociedad preparada para el futuro o mejor dicho ese ideal de
hombre, persona e individuo, pensante y formante que estará preparado para las
diferentes pruebas de la vida misma.
REFERENCIAS
• BM. (2002). La construcción de las sociedades del conocimiento: Nuevo
cambio en la educación terciaria. Washington: Banco Mundial.
• Chambers, R. (2005). Ideas para el desarrollo. Londres: Earthscan.
• Díaz Barriga, A. (2005). La educación en valores: Avatares del currículum
formal, oculto y los temas transversales. Revista Electrónica de Investigación
Educativa, 8.
• Perrenoud, P. (1990). El curriculum real y el trabajo escolar en: La construcción
del éxito y del fracaso escolar. En Perrenoud, El curriculum real y el trabajo
escolar en: La construcción del éxito y del fracaso escolar (págs. 213-226).
Madrid: Morata.
• Phillip, J. (1992). Los afanes cotidianos en: La vida en las aulas. En J. Phillip,
Los afanes cotidianos en: La vida en las aulas (págs. 8-23). Madrid: Morata.