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Almuerzo Cámara Americana de Comercio Aníbal de Castro Embajador Extraordinario y
Plenipotenciario de la República Dominicana ante los Estados Unidos de América
República Dominicana: ¿en el patio trasero de los Estados Unidos?
La geografía es invariable y, por ende, un accidente físico definitivo. No así las consecuencias ni los
factores geopolíticos que se derivan de las fronteras comunes y colindancias.
Aunque la geografía, incontestable, sitúa el Caribe, y dentro de él a la República Dominicana, en el
patio trasero o delantero de los Estados Unidos --depende de si miramos desde el norte o el sur--,
la misma inevitabilidad aplica en sentido contrario: geográficamente, los Estados Unidos quedan
en nuestro patio trasero, o delantero.
Importa, pues, aprovechar la proximidad a uno de los mayores mercados del mundo, a un faro de
democracia y respeto a las libertades, a una fuente de conocimiento y de innovación tecnológica
constante, a la sede de catorce de las veinte principales universidades del mundo y cuna de un
número asombroso de 338 premios Nobel. Y, de trascendencia fundamental para la República
Dominicana, hogar de poco menos de dos millones de nuestros compatriotas, casi el 20% de
nuestra población.
A veces – y esto lo veo mucho en Washington, – pasamos demasiado tiempo intentando dilucidar
los designios de nuestro socio más importante para la República Dominicana y el resto de la
región. Es importante, claro, tomar el pulso de la realidad política y comercial estadounidense y
prevenir y reaccionar de una manera efectiva a sus manifestaciones.
Pero es más importante aún aclarar cuál es la agenda dominicana en Washington, con el fin de
adelantar nuestros intereses. Nos debe preocupar más entender cómo utilizar los mecanismos a
nuestra disposición para implementar proactiva y firmemente una visión que impulse y contribuya
a las metas nacionales.
Desde mi llegada a Washington como embajador de la República Dominicana hace dos años, eché
a un lado toda preocupación sobre si los Estados Unidos tienen o no una política hacia América
Latina. Lo que me interesaba saber, porque sería mi guía y propósito, era si nosotros teníamos una
política hacia los Estados Unidos.
Mi trabajo ha sido, pues, ejecutar esa política, trazada de común acuerdo por los presidentes
Leonel Fernández, en mi primer año, y posteriormente Danilo Medina, y el Ministerio de
Relaciones Exteriores, con Carlos Morales Troncoso a la cabeza.
Hay una agenda bilateral producto de una relación dinámica, en evolución constante, no de una
imposición. Pero hemos tratado de dar un giro a la perspectiva compartida de la relación bilateral.
Esta reformulación ha buscado reencauzar la interacción partiendo desde un punto clave: el
respeto mutuo y el derecho a disentir.
De entrada: la República Dominicana y los Estados Unidos son socios regionales con intereses y
valores similares. La República Dominicana ya ha determinado el tipo de sociedad que desea: una
democracia funcional dentro de un marco regional de aliados con quienes trabajar para luchar
contra retos cada vez más globales. Se ha logrado un amplio avance pese a las dificultades aún por
vencer.
No tienen cabida ya ciertas actitudes condescendientes del pasado. La conversación debe en
cambio reflejar fielmente la madurez de nuestra relación. Es ese el enfoque que aplicamos en la
protección de nuestros intereses comerciales, y que también pone énfasis en la defensa de los
derechos y promoción del bienestar de la comunidad dominicana en los Estados Unidos.
Asimismo, comprende la cooperación en materia de seguridad –tópico en el que particularmente
debe continuar afianzándose la idea de la responsabilidad compartida – educación, y en otras
áreas como la protección de los derechos humanos y las condiciones laborales.
Sin dudas que la República Dominicana transita por un momento crucial en sus relaciones
comerciales, situación a la que nuestro gobierno y MIREX dan atención.
Tomando lo anterior en cuenta, ¿cuáles son los desafíos actuales de la política comercial
dominicana frente a los Estados Unidos, y cómo podemos enfrentarlos?
Aunque participante en dos esquemas comerciales importantes, uno con Europa y otro con los
Estados Unidos, la República Dominicana enfrenta una coyuntura particularmente retadora en lo
que tiene que ver con su acceso a los principales mercados, sobre todo a partir de nuevas
asociaciones en potencia.
El pasado 11 de enero, el Departamento de Comercio reveló que en noviembre último el déficit
comercial de los EEUU se incrementó en un 15.7%. Las evidencias son que el presidente Obama
apuesta por el comercio en su segundo mandato, con miras a restablecer el crecimiento
económico sostenido y corregir el desbalance entre importaciones y exportaciones. También en el
Congreso hay el mismo interés, y se habla de un proyecto, un fast track bill, donde se indiquen los
objetivos que el USTR debe lograr en las negociaciones de acuerdos comerciales.
Los Estados Unidos negocian actualmente un TLC denominado Transpacífico de Asociación
Económica (TPP), que incluye a economías latinoamericanas y asiáticas responsables del 40 por
ciento del comercio global.
Se asume que China es el elemento de atracción para las negociaciones comerciales entre los
Estados Unidos y Vietnam. La expectativa de alinear a este último con los intereses geopolíticos
norteamericanos explica la motivación de los estadounidenses en ingresar a un tratado que
incluye a seis países con los que ya tienen arreglos de libre comercio; a saber, México, Canadá,
Singapur, Perú, Chile y Australia.
Paralelamente, los EE.UU. y China han renovado su competencia en Latinoamérica y el Caribe, lo
que abre nuevas oportunidades al país pero también plantea serios retos a nuestra política
exterior y comercial.
Un economista de Boston University, Kevin Gallagher, señalaba lo siguiente a propósito de la
ofensiva, representada por los viajes del presidente y vicepresidente de los Estados Unidos, el
primero a México y Mesoamérica, y el segundo al Caribe y el Cono Sur, y la visita del presidente
Xi Jinping, de China, a la región antes de su encuentro con Obama en California: “Si fuese un líder
latinoamericano, estaría muy contento porque ahora tengo más fichas con las cuales jugar...La
presión cae sobre los Estados Unidos para que ofrezcan una propuesta atractiva”.
En adición al TPP, los estadounidenses también promueven un tratado de libre comercio con la
Unión Europea, denominado Zona de Libre Comercio Transatlántica (TTIP), y que engloba a los
responsables de un tercio de la producción total de bienes y servicios, y casi la mitad de la
producción económica global. Es dable pensar que este TLC incrementará la necesidad de
abastecimiento de los proveedores de terceros países, y por lo tanto, beneficiaría también a las
exportaciones de esos países.
Esto puede colocar a la RD en una posición ventajosa, pues tenemos TLCs con ambos mercados.
Por razones geográficas, estamos ubicados entre los dos extremos. En otras palabras, nos interesa
que cualquier armonización técnica o eliminación de las barreras no arancelarias para facilitar el
intercambio de bienes y servicios entre los EE.UU. y la Unión Europea tome en consideración a
terceros Estados, que como los miembros de Cariforo, tenemos TLCs con ambos mercados. El
objetivo sería exportar a ambos mercados sobre la base de una norma única.
Desde una perspectiva geopolítica, ambas iniciativas comerciales de EE.UU. se complementan,
pues en la medida que constituyen un puente hacia las fronteras oriental y occidental de Eurasia,
empujan al rediseño de la ruta en el suministro global de bienes, obligan a China a abrir su
mercado, y, en consecuencia, a pasar de una economía basada en la exportación a una de
consumo.
Los EE.UU. también promueven un Acuerdo Multilateral de Servicios con un grupo de 46 países,
muchos de los cuales poseen arreglos comerciales con la República Dominicana, y el interés es
expandir las disciplinas contenidas en el Acuerdo General para el Comercio de Servicios (AGCS) de
la OMC, y dotar a los proveedores de los países involucrados de una herramienta para contender
en igualdad de condiciones sobre la base de la calidad de los servicios, en lugar de la nacionalidad.
De América Latina participan Panamá, Costa Rica, Chile, Colombia, México, Perú. Se está
considerando si la participación dominicana en dicho acuerdo formalizaría a nivel multilateral lo
que ya tenemos, y si de paso nos atraería nuevas inversiones.
Este Acuerdo de Servicios surge como consecuencia de un consenso sobre el potencial
subutilizado en los EE.UU. para la exportación de servicios, liderado por las empresas financieras,
turismo, paquetería y seguros.
La administración Obama ha dicho, por otro lado, que busca una integración mayor con México y
Canadá a la luz del NAFTA. Estos dos últimos países negocian o tienen un TLC con la Unión
Europea.
De profundo interés para la República Dominicana es que desde el Comité de Finanzas se
considera presentar una legislación que permita vincular los TLCs en el continente americano,
como opción para profundizar las relaciones comerciales entre los países del hemisferio de cara a
las nuevas negociaciones del TPP y el acuerdo transatlántico. El proyecto unificaría las normas de
origen para diversos sectores, además de tocar la acumulación textil.
De la reunión del Presidente Obama con los jefes de Estado del CAFTA-RD no obtuvimos nada
concreto en términos comerciales. Sí una advertencia de que la región no debe aspirar a competir
exclusivamente en base a mano de obra barata.
Por otro lado, el Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias (ASMC) de la OMC
establece que la República Dominicana debe eliminar las subvenciones a las exportaciones a más
tardar el 31 de diciembre de 2015. El gobierno ya está buscado soluciones que garanticen el
cumplimiento de este requisito en cuanto al régimen de zonas francas.
De conformidad con el Centro de Asesoría Legal de la OMC, son mínimas las posibilidades que
tiene la República Dominicana para obtener una extensión de la autorización para mantener las
subvenciones a la exportación, pues en la actualidad, 19 de los 22 países en desarrollo que se
habían beneficiado de una prórroga en el cumplimiento de esa obligación legal han hecho las
reformas legales necesarias para adecuar su legislación a las exigencias internacionales. Todo
indica que tampoco EE.UU. apoyará gestiones para una nueva extensión.
Tampoco tenemos la ventana del TPP por razones conocidas, ni participamos en las nuevas
iniciativas comerciales de los EE.UU. en América Latina, enfocadas en Colombia, México, Brasil y
Chile. Esta situación plantea una reconsideración a fondo de la política comercial dominicana y,
por ende, exterior. Puedo asegurarles que no se trata de una situación que escapa al MIREX,
donde se trabaja aceleradamente en un nuevo enfoque, o en recomendaciones de política.
Ante estas circunstancias cambiantes, la República Dominicana tiene un doble desafío:
En primer lugar, prevenir la erosión de preferencias comerciales, pues para cerrar las
negociaciones del TPP, que por demás incluye a seis países con los que EE.UU. ya tiene TLCs, se
asume que los norteamericanos tendrían que flexibilizar sus posturas en áreas tradicionalmente
protegidas, tales como los productos lácteos, azúcar, textiles y calzados. Es el paso esperado para
lograr mayores compromisos en otros segmentos claves para aumentar sus exportaciones y
preservar la competitividad de sus empresas (o sea, mayor apertura del sector servicios y aumento
de los estándares en materia de propiedad intelectual, derechos laborales y medioambiente). Tal
escenario amenaza con erosionar las preferencias comerciales cruciales para segmentos
importantes de la producción dominicana.
Nuestra segunda tarea es evitar que la República Dominicana quede fuera de la cadena de
manufactura global de mercancías. Culminada la negociación del TPP, se asume que los costos
comerciales entre Asia y Latinoamérica se reducirían considerablemente, con lo cual surgiría una
nueva ruta comercial en la cadena de suministro y manufactura que coloca a la República
Dominicana en una posición de desventaja, incluso frente a los demás países del CAFTA-RD, los
cuales por su ubicación geográfica pudieran unirse a las iniciativas comerciales en la región del
Pacífico.
En los últimos meses, la Embajada Dominicana ha trabajado junto al sector textil en RD y sus
pares de Centroamérica para comunicar las preocupaciones por el curso de las negociaciones del
Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), donde se vislumbran flexibilizaciones a las
normas relativas al comercio de textiles. Ya el presidente Medina y otros mandatarios de la región
expusieron una seria preocupación al respeto, durante su reunión con Obama en San José, Costa
Rica.
Se ha exhortado a los congresistas estadounidenses a que velen porque el ejecutivo no negocie
reglas que coloquen a las empresas textiles del Hemisferio Occidental en una situación de
desventaja. No se buscaban privilegios sino que los nuevos socios comerciales de Asia compitan en
base a una normativa equivalente a la de nuestra región.
Los representantes de la industria textil norteamericana compartieron con las Embajadas del
CAFTA-RD en Washington los hallazgos de un estudio que habían comisionado donde se
pronosticaba lo que sucedería si Vietnam obtuviese lo que pide: en un período de ocho años,
habría un declive de 6.7 millardos de dólares en el comercio de textiles y confección en el
Hemisferio Occidental, lo que conduciría a una pérdida de un millón y medio de empleos en los
EE.UU., Centroamérica, República Dominicana, Colombia y Perú.
Ese reporte coincide también con otro realizado por el Congreso estadounidense, publicado el
pasado 5 de octubre del año pasado en el que se afirma que si Vietnam –como resultado del TPPpudiera incorporar insumos textiles de China, dicho tratado cambiaría los patrones del comercio
mundial del producto y, por consiguiente, la demanda de hilos y tejidos en los EE.UU.
desaparetecería.
Hoy por hoy, las gestiones que junto a la región y los intereses norteamericanos afines avanzamos
en el Congreso de los EE. UU. han tenido resultados muy positivas. Se ha conseguido el apoyo de
169 diputados. El Ejecutivo, por su parte, ante la creciente influencia asiática en el Hemisferio, se
encuentra ante la disyuntiva de no perjudicar el comercio de las empresas norteamericanas en
Latinoamérica, y también lograr una mayor influencia en el desarrollo y apego a las reglas de
comercio por parte de los países ubicados en la región de Asia- Pacífico, donde China es cada vez
más determinante.
Ante esta situación, la República Dominicana podría posicionarse como un abastecedor de
insumos a esos grandes mercados. Al mismo tiempo, convertirse en una base eficiente de
transbordo trasatlántico y un centro completo de logística para el comercio de bienes y servicios,
sobre todo tomando en cuenta la ampliación del Canal de Panamá, muy cerca de nosotros.
Nuevas rutas en la cadena de suministro y manufactura
Los países de Centroamérica han incrementado el intercambio comercial con México, luego de la
firma del Tratado de Libre Comercio México-Centroamérica, suscrito el 22 de noviembre de 2011,
favoreciendo así la integración en las cadenas de producción en la región. La República
Dominicana, por su parte, fue el único miembro del CAFTA-RD que en marzo de 2012 perdió la
elegibilidad para continuar beneficiándose del ‘Mecanismo de Acumulación Textil’ con México,
pues venció el plazo para negociar un acuerdo. Primó el desinterés del sector privado.
Existe consenso en que las reglas de origen del CAFTA-RD son muy estrictas y representan la
principal deficiencia del tratado, especialmente las aplicables a los sectores textiles y de
confección.
Las Embajadas de Colombia y Perú, con las que estamos en permanente comunicación,
promueven la acumulación regional entre todos los países del Hemisferio Occidental que hayan
suscrito TLCs con los EEUU, por lo que la lista también incluiría a México, Chile, Centroamérica y la
República Dominicana.
El propósito es reforzar la integración regional con normas de origen que permitan una mayor
acumulación entre los productores centroamericanos, dominicanos, mexicanos y suramericanos
que utilizan insumos estadounidenses.
Se asume que con normas de origen armonizadas, la región sería más competitiva frente a Asia,
pues aumentarían las relaciones de coproducción, la reducción de las demoras en la frontera, y
permitiría aprovechar mejor la economía de escala en la industria.
Otros temas bilaterales de importancia
Por razones de tiempo, no puedo extenderme sobre todos los temas bilaterales comerciales que
nos ocupan y que afectan, por ejemplo, el desarrollo de nuestro mercado energético, la seguridad
portuaria, las exportaciones de calzado, de tabaco y cacao, y la producción de ron nacional, por
mencionar algunos. En cuanto al cacao, nos complace informar que el país será anfitrión de un
importante encuentro mundial en octubre, la Vigésimo Cuarta Reunión Anual de la World Cocoa
Foundation, gracias a una gestión conjunta entre los productores y la Embajada en Washington.
El caso del ron es interesante, y se trata de otro tema que perseguimos en Washington en
consonancia con otros socios vecinos, fortaleciendo no solo la posición dominicana sino también
profundizando nuestro compromiso con la integración regional y sus beneficios, uno de los pilares
de la política exterior trazada por el presidente Medina y ejecutada por MIREX.
La República Dominicana, junto a los Estados del CARICOM, explora posibles acciones tendentes a
desmontar el programa de subsidios que los EE.UU. otorgan a la industria del ron en Puerto Rico y
las Islas Vírgenes. La posición dominicana, avalada por una consultoría del Centro de Asesoría
Legal de la OMC, es que esos subsidios son inconsistentes con las obligaciones de la Organización
Mundial de Comercio y afectan la competitividad de los productores del Caribe.
Una muy buena información: como parte de la reforma fiscal que promueve el senador Max
Baucus, presidente del Comité de Finanzas, los miembros han sometido varias opciones fiscales.
Una de ellas, a cargo de los senadores Robert Menéndez, Bill Nelson y Marcos Rubio, plantea la
modificación del subsidio a los productores de ron de Puerto Rico e Islas Vírgenes y limita el total
de la asistencia gubernamental directa o indirecta a los productores de ron que inviertan en
territorio norteamericano.
Permítanme, pues, terminar, con algunas consideraciones ya fuera del aspecto comercial. Antes,
reiterar que tan importantes como los socios externos son las asociaciones que forjamos con
aliados internos, con ustedes aquí presentes. Resulta evidente la importancia de la cooperación
con el sector privado en la definición y la implementación de la política comercial del Gobierno
dominicano, y en este sentido realizamos esfuerzos constantes. Las puertas de la Embajada, como
saben, están abiertas a todas sus inquietudes. Nuestro único interés es el del país.
Hay dos áreas de cooperación en las cuales resulta igualmente importante el trabajo
mancomunado con otros actores del ámbito nacional.
La primera es educación. Las aspiraciones de avances en nuestra competitividad, con el
crecimiento consiguiente, requieren de atención a la educación de nuestra población.
Actualmente estudiamos la mejor manera de aprovechar la iniciativa “La Fuerza de 100 mil en las
Américas”, anunciada por Obama en el año 2011, y que busca elevar a 100 mil los estudiantes del
resto del Hemisferio Occidental que se forman en EE.UU. y viceversa. Más allá de becas, el
programa prevé la creación de vínculos entre instituciones de educación. Y no solo universidades,
sino también colegios comunitarios que permitirían a una mayor variedad de estudiantes
dominicanos prepararse para sustentar nuestro desarrollo. Esperamos poder motivarlos a unirse a
estos esfuerzos y estamos prestos a discutir con AMCHAM cuál podría ser su papel en este
emprendimiento.
Como parte de la determinación de las autoridades de asumir un fuerte compromiso con la
seguridad ciudadana, ha sido imposible ignorar el impacto que tiene sobre la fábrica social
dominicana el aumento en el flujo de las deportaciones de personas con antecedentes criminales
desde los Estados Unidos hacia el país.
Nuestro país cuenta con serias limitaciones en sus capacidades para manejar la reinserción en la
sociedad de estas personas, cuyos altos niveles de reincidencia han sido demostrados,
particularmente en el área del tráfico de drogas.
Además, a raíz de un nuevo sistema de recolección de estadísticas que hemos implementado
desde la Embajada, nos resulta cada vez más evidente que proporciones importantes de estos
criminales logran reingresar a los Estados Unidos de manera ilegal, agravando la situación de
seguridad tanto en ese país como en el resto de la región. Las fuerzas de seguridad dominicanas
reportan que en casi la totalidad de sus investigaciones sobre narcotráfico se detecta la presencia
de algún deportado, y se han desmantelado bandas con personas de este perfil.
Desde el año 2011, el país ha llevado a cabo repetidas solicitudes a las autoridades
estadounidenses con el fin de iniciar un diálogo que persiga las maneras conjuntas más efectivas
de prevenir la reincidencia. En particular, la Embajada dominicana ha insistido en la elaboración de
un plan de cooperación para la reinserción, como se ha llevado a cabo puntualmente en otros
países como Haití. Hasta la fecha, la respuesta de los Estados Unidos ha sido que dichos programas
han respondido a necesidades específicas coyunturales – en el caso de Haití la situación vulnerable
después del terremoto, y en países centroamericanos la desmovilización luego de conflictos
armados – y que no existen actualmente fondos disponibles para este tipo de iniciativa.
Seguiremos intentando que EE.UU. reconozca el interés mutuo en reducir estos niveles de
reincidencia. Mientras tanto, nuestras autoridades exploran posibilidades locales para mejorar el
manejo de la llegada de estas personas.
Vislumbramos eventualmente un papel importante para el sector privado en este proceso de
reintegración, que requerirá de oportunidades viables para que estas personas tengan alternativas
a la delincuencia. Esperamos, además, que unan sus voces a las nuestras para crear conciencia
sobre la importancia del tema para la seguridad y estabilidad del país.
No puedo terminar sin reiterar aquí lo que tantas veces ya he dicho en Washington, y es la
percepción errada sobre las relaciones entre la República Dominicana y Haití, y la comunidad de
este país que reside aquí en contravención de nuestra leyes.
El presidente Obama ha provisto la mejor ayuda para entender la posición dominicana cuando dijo
recientemente, a propósito de la absolución del acusado de la muerte de un joven afroamericano
en la Florida:
“Cuando ustedes piensen por qué en la comunidad afroamericana al menos hay mucho dolor por
lo que pasó, es importante que reconozcan que la comunidad afroamericana observa el tema a
través de un conjunto de experiencias y una historia que no desaparece”.
Efectivamente, es imposible juzgar la posición dominicana vis-à-vis Haití y el tema de la
inmigración ilegal sin tomar en cuenta las circunstancias particulares de nuestro país y la
experiencia histórica. Sin obviar, por supuesto, consideraciones universales como es el respeto a
los derechos y la dignidad humanos, solo los dominicanos, como parte de la realidad de un país
soberano e independiente, estamos llamados a decidir quiénes y cómo viven en nuestro territorio.
Las relaciones entre Haití y la República Dominicana, como ha expuesto ya nuestro canciller,
competen exclusivamente a dos países soberanos e indisolublemente unidos por la geografía y la
historia.