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Preguntas frecuentes sobre el resfriado
Comienzan los meses de frío y, con ellos, aumentan los casos de resfriado. Sin embargo, pese
a que todo el mundo los sufre más o menos frecuentemente, todavía existe desconocimiento
acerca de cómo se contrae esta patología y las posibles medidas de prevención.
¿Qué es el catarro?
El resfriado o catarro común es una infección aguda del tracto respiratorio, generalmente de
origen viral, que no produce fiebre alta (más de 38ºC) y que cursa con inflamación de nariz,
senos, laringe, tráquea y bronquios. Se estima que existen más de 200 tipos de virus que
pueden causar esta enfermedad, aunque predomina la familia de los rinovirus.
El período de incubación de los procesos catarrales es de uno a tres días y, aunque resultan
muy molestos, no suelen ser graves. En ausencia de complicaciones, los síntomas desaparecen
en un periodo de entre cuatro y diez días.
¿Cuáles son los principales síntomas?
El resfriado con frecuencia debuta con dolor de garganta y se puede acompañar de malestar
general, cefalea, tos, fiebre o ronquera, que no acostumbran a ser muy intensos. La duración
de los síntomas suele ser de una semana, aunque la tos puede persistir por más tiempo.
También pueden presentarse cansancio general y ojos llorosos. Además, en un par de días los
mocos se espesan y puede aumentar la tos. Estas molestias afectan a personas de todas las
edades.
¿Y la congestión nasal?
La congestión nasal es uno de los principales síntomas del resfriado. Se trata de una
obstrucción de las fosas nasales, que se produce cuando la mucosa o parte interna de la nariz
se inflama, como respuesta al ataque de virus y bacterias.
Esta circunstancia, unida al aumento de secreciones que se produce en los procesos
catarrales, es la causante de la incómoda sensación de taponamiento nasal, que puede
dificultar la respiración, sobre todo por la noche o cuando se está tumbado, provocar
ronquidos y acentuar la pérdida de apetito. Cuando el moco es más espeso, se suele agudizar
la tos nocturna, impidiendo el descanso, y, a veces, puede producir vómitos.
¿Resfriado o gripe?
Es importante que, cuando comencemos a sentir malestar, dolor de cabeza, garganta o tos,
tratemos de identificar si se trata de un simple catarro o de una gripe. Aunque ambos tienen
una sintomatología similar, no deben ser confundidos.
La gripe es una infección viral aguda de las vías respiratorias superiores que se diferencia del
catarro en algunos puntos: aparece bruscamente con un cuadro de fiebre alta (entre 38ºC y
40ºC) y se acompaña de dolor muscular intenso sobre todo en piernas y espalda. También
pueden aparecer gran cansancio, debilidad y malestar general.
Mientras que en el resfriado los síntomas son benignos y suelen desaparecer por sí solos al
cabo de unos días, la gripe es potencialmente grave, ya que puede presentar complicaciones
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como bronquitis o neumonía que, en determinados grupos de riesgo (personas asmáticas,
ancianos, niños…), pueden tener un pronóstico grave.
Transcurridos de dos a cuatro días desde el inicio de los síntomas, estos se hacen más leves,
la fiebre empieza a remitir y, si no surgen complicaciones, el cuadro desaparece como
máximo en siete días.
¿Cómo se contagia el resfriado?
Puesto que el catarro es consecuencia de la acción de los virus, la inhalación de éstos cuando
el enfermo tose, estornuda o exhala puede provocar el contagio. Pasar un tiempo prolongado
en un lugar cerrado, donde los virus se acumulan con mayor facilidad, y más si es en
compañía de una persona enferma, es, por lo tanto, un factor de riesgo.
También puede transmitirse por medio de objetos contaminados con estas secreciones,
principalmente cuando pasan de las manos a zonas por dónde los virus pueden penetrar en el
organismo, como los ojos, la nariz o la boca. Esto ocurre, por ejemplo, con los pañuelos, las
toallas, los vasos o los cubiertos compartidos.
¿Cómo puedo prevenir el resfriado?
La mejor forma de evitar los resfriados es mantener el sistema inmunológico en condiciones
óptimas. Para ello, es importante dormir un mínimo de siete horas diarias y reducir el estrés,
permitiendo que nuestro cuerpo se recupere correctamente. Una alimentación variada y
equilibrada y una hidratación adecuada, junto con una práctica deportiva regular, también
nos ayudarán a encontrarnos mejor.
Además, la medida más eficaz para evitar la transmisión es la descontaminación del ambiente
cercano al paciente, el lavado de manos y la protección contra la inoculación.
Y, en caso de caer enfermos, existen unas medidas higiénicas básicas que evitarán que
transmitamos los virus a las personas de nuestro entorno. Aunque son de sobra conocidas, no
está de más recodarlas de vez en cuando:
Cubrirse la nariz y la boca con un pañuelo desechable cuando se tose o se estornuda.
Lavarse las manos con agua y jabón con frecuencia, limpiando bien entre los dedos y
debajo de las uñas, para eliminar los microbios.
Evitar tocarse los ojos, la nariz ni la boca para no “empujar” los gérmenes dentro de
nuestro organismo.
No compartir alimentos, vasos, cubiertos, pañuelos, etc.
Ventilar con frecuencia las habitaciones y otros lugares cerrados para evitar que los
virus se concentren en una estancia.
¿Y cómo puedo aliviar los síntomas? Diez consejos
Cuando nos resfriamos, hemos de asumir que no existe ningún tratamiento para curarlo más
rápidamente. La enfermedad desaparecerá espontáneamente pasados unos días, pero hasta
entonces, debemos armarnos de paciencia. En todo caso, sí disponemos de una serie de
consejos que, si bien no eliminan la enfermedad, sí alivian sus síntomas, haciendo más
llevadera la convalecencia.
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1. Descansar todo lo que sea posible
Especialmente si se presenta fiebre. De esta forma, permitiremos que nuestro organismo
recupere fuerzas.
2. Mantener un ambiente cálido y sin excesiva humedad
Para evitar que nos resfriemos todavía más, ya que los virus responsables del catarro
prefieren las bajas temperaturas. Además, es recomendable evitar los cambios bruscos de
temperatura, así como las bebidas excesivamente frías –con hielos- o calientes.
3. Lavarse las manos con frecuencia.
Hacerlo habitualmente con agua y jabón durante al menos 15 segundos, y lavarlas aún con
mayor frecuencia durante y después del contacto con una persona que tiene un resfriado.
Además, debemos utilizar productos de limpieza antibacterianos para limpiar las superficies
de la casa (cocina, baño…).
4. Alimentarse adecuadamente
Se recomienda una dieta abundante en frutas y verduras, ya que son fuentes de vitaminas y
minerales que ayudan al cuerpo a desarrollar sus propias defensas.
5. Beber gran cantidad de líquidos
Puesto que ayudan a eliminar la mucosidad, previenen la deshidratación y alivian el dolor de
garganta. Podemos recurrir a zumos, agua, sopas no demasiado calientes… Sin embargo, hay
que evitar las bebidas alcohólicas, que pueden interferir con la medicación.
6. Dejar de fumar y evitar los ambientes con humo
El tabaco irrita todavía más nuestra garganta y mucosas.
7. Realizar aspiraciones de agua con sal o vahos de eucalipto
En los casos en los que suframos también congestión nasal, podemos limpiarnos la nariz con
agua con sal para facilitar la salida de la mucosidad, y realizar vahos, que cuentan con una
acción expectorante y nos ayudarán a eliminar las flemas. En el caso de niños pequeños, se
recomienda el lavado nasal con suero fisiológico 15 minutos antes de las comidas y antes de
acostarlos, para que descansen correctamente.
8. Hacer gárgaras con agua caliente con limón y miel
Su acción emulgente nos permite calmar el dolor de garganta. A pesar de la creencia popular,
es preferible emplear agua frente a la leche con miel, ya que los lácteos pueden aumentar la
mucosidad.
9. Consultar al farmacéutico y evitar la automedicación
Como profesional de la salud, el farmacéutico sabrá aconsejarnos tanto acerca de hábitos
saludables como de los distintos tratamientos a nuestro alcance. Además, si se quiere recurrir
a fármacos que alivian los síntomas, como antigripales, descongestivos, o analgésicos, es
indispensable contar con su asesoramiento o el del médico.
10. Cuidado con los antibióticos
Es muy importante que no se tomen antibióticos por cuenta propia: además de que no son
efectivos contra el catarro, ya que este está causado por un virus y no por una bacteria, el
hecho de utilizarlos de manera incorrecta o frecuente puede hacer que nuestro organismo se
haga resistente a ellos. Esto implica que, cuando realmente los necesitemos para tratar
alguna enfermedad, podrían no hacernos ningún efecto.
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Si, aun teniendo en cuenta estos consejos, en el transcurso de dos semanas no hemos notado
una mejoría, es conveniente acudir al médico de cabecera, para descartar posibles
complicaciones.
¿Qué tratamientos sintomáticos existen y cómo actúan?
Existen diversos fármacos a los que puede recurrirse para aliviar los síntomas catarrales,
siempre bajo la supervisión del médico o el farmacéutico. Algunos de ellos, como los
antigripales, están indicados para tratar el conjunto de síntomas, y otros, alivian únicamente
algunas de las molestias. Para poder escoger el producto más adecuado a nuestras
necesidades, es importante que conozcamos las distintas opciones y sus mecanismos de
acción.
En primer lugar, encontramos los analgésicos, como el ibuprofeno o el paracetamol, que
pueden ser útiles para aliviar los síntomas generales, como el dolor generalizado, la fiebre y
el dolor de cabeza, y los antihistamínicos de primera generación, que reducen la segregación
de mucosa en las glándulas y combaten el goteo, la congestión y los estornudos.
Estos principios activos pueden encontrarse tanto como medicamentos sujetos a receta
médica, como, en dosis más pequeñas, en antigripales y otros fármacos de consejo
farmacéutico.
Para el tratamiento de la congestión nasal en concreto, se ha demostrado que los
descongestivos nasales orales (en comprimidos y jarabes) y los intranasales (en sprays e
inhaladores) alivian los síntomas con rapidez y pueden usarse en adolescentes y adultos. En el
caso de que la obstrucción nasal sea un gran problema, se puede añadir un vasoconstrictor
por vía nasal. Se justifica el uso de oximetazolina nasal sólo en adultos, durante el periodo
mas breve de tiempo posible y nunca sobrepasando los 5 días. Es importante que el
farmacéutico evalúe la relación beneficio-riesgo en cada paciente debido a que este tipo de
fármacos está altamente asociado con el desarrollo de rinitis medicamentosa.
Los vasoconstrictores por vía oral se podrán utilizar, pero teniendo en cuenta que están
contraindicados en pacientes con hipertensión, cardiopatía o trastornos de ansiedad.
En el caso de los niños pequeños, existen bálsamos infantiles y preparados que pueden
utilizarse en los humidificadores por la noche, para facilitarles la respiración y permitirles un
mejor descanso.
La tos también puede tratarse con distintos jarabes o comprimidos, que variarán dependiendo
del tipo y de si va acompañada de flemas o expectoraciones. En el caso de tos no productiva
muy irritativa se puede recomendar un antitusivo. La irritación de garganta provocada por
ésta puede tratarse con caramelos sin azúcar o pastillas de chupar.
La Vitamina C no ha demostrado que reduzca la duración o severidad de los síntomas del
resfriado comparada con placebo.
Los mucolíticos no están indicados en el catarro simple.
Fuente
Departamento Médico de Cinfa
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