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4 - COLEGIO
El tiempo de la respuesta El ánfora y el pozo
+ Me has llamado: Heme aquí Señor
+ A ti te las confío: amigas, hermanas y madres de las jóvenes con el estilo del Sistema preventivo
+ Mornese: casa de Dios, casa de los jóvenes
Después de la prueba de la fiebre tifoidea, María es una mujer interiormente transformada. Su
regreso a la vida normal está permeado por la conciencia de la propia fragilidad y unida a ésta, surgen
intuiciones, necesidades y tensiones que ahora ve con más claridad.
Como afirma el Proyecto Formativo, en el camino de crecimiento vocacional surge la
necesidad de intimidad y fecundidad, de realización personal, de creatividad y productividad, de
radicalidad y de interioridad, de iniciativa y de responsabilidad, de autoridad y dependencia, de
maternidad, de valorización recíproca y de compromiso.1
De la misma manera sucedió en María después de la enfermedad; vuelve a dedicarse a tantas
actividades, que podrían compararse a círculos concéntricos que se amplían y se dilatan cada vez más:
de la familia, de la parroquia y de la Asociación de las FMI al taller de modistería, al oratorio festivo, a
la casa hogar y por último, la experiencia de convivencia estable a la manera de comunidad, en la casa
de la Inmaculada. Cerca de María D., además de la guía directa del Padre Pestarino y aquella mediada
del teólogo Frassinetti, se añade, discreta y decisiva, la de don Bosco.
Los años que preceden a la fundación oficial del Instituto (5 de agosto 1872) se pueden
considerar como un amplio “espacio de discernimiento” en el cual el Espíritu Santo ilumina, orienta,
dirige a las primeras FMA a través del proceso de un nuevo nacimiento. Antes que surja el
“monumento de piedra” del Instituto, es necesario que se preparen las piedras vivas que lo van a
formar.
Observemos más de cerca las relaciones de acompañamiento que permean esta primera
comunidad. Las jóvenes FMI no son nada ingenuas con respecto a la misión. Fieles al reglamento de la
Pía Unión, acompañan a las chicas del pueblo con solicitud educativa apoyadas por las familias y
ejerciendo “una extraordinaria influencia” sobre ellas. Tal acompañamiento, sin embargo no sólo se
daba con las chicas, sino también entre ellas mismas, con espíritu de cordial familiaridad.
Según el Reglamento (la Regla) de las FMI, era necesario “que se considerasen verdaderas
hermanas […]. Del mismo modo que una buena hermana ayuda a su querida hermana en todas las
necesidades así deberán ayudarse mutuamente, todo lo que más puedan”. 2
La ayuda, el apoyo mutuo que se da entre estas jóvenes, va desde el respaldo económico hasta
la asistencia durante la enfermedad, pero sobre todo es apoyo espiritual: “la ayuda mutua de la
corrección fraterna, alertándose de los defectos: y ninguna jamás se vaya a ofender al ser corregida
[…] La corrección fraterna la deben practicar también con la Superiora, pues ella no se puede privar
de esta caridad que es la más importante».3
1
Cf PF 32-34.
FRASSINETTI Giuseppe, Regola delle Figlie di Santa Maria Immacolata, in Opere ascetiche II, Roma, Postulazione
generale F.S.M.I. 1978, 8.1.
3
Ivi art. 136; 137.
2
Las FMI practican este acompañamiento según el modelo de las amistades espirituales,
propuesto por el Padre Frassinetti, para ellas en el folleto Las amistades espirituales a imitación de
S. Teresa de Jesús y estímulo al celo por la salud de las almas de S. María Magdalena de Pazzi. La
propuesta consiste, en constituir grupos de jóvenes unidas por una “santa amistad” por una ayuda
mutua para terminar en la “santificación personal” y también como medio de apostolado. María D.,
antes de estar oficialmente designada como superiora, desempeña casi por aptitud el rol de guía, de
animación, de apoyo, de vínculo de cohesión entre las hermanas.
En el Reglamento (La Regla) de la Pía Unión ella encuentra preciosas referencias para
madurar progresivamente en tal rol. Inspirándose en las enseñanzas de S. Ángela Merici, en el
Reglamento se afirma que la superiora debe tratar las hijas con amorevolezza (expresión que no
tiene traducción, se trata de una mezcla de misericordia, bondad, dulzura, tolerancia, transigencia,
humanidad, generosidad, caridad).4NT Esto les permite encontrar en ella una madre tierna y
afectuosa, que se interesa por el bien espiritual y también material. Una madre que sabe alentarlas,
consolarlas y socorrerlas según la necesidad.
Debe ser “toda corazón” en el constatar los defectos de las hijas, sobre todo de las más
jóvenes y de aquellas en las cuales los límites y las dificultades producen una sensación de
desánimo: «si ellas encuentran en la superiora una verdadera madre, se muestran verdaderas hijas,
entonces ganándose el afecto, es más fácil persuadir la voluntad a mayor gloria de Dios ».5
No es difícil reconocer en estas enseñanzas el estilo y el lenguaje que, describen el espíritu de
familia característico de Valdocco. Sobresalen de manera particular temas como la amorevolezza, la
necesidad de hacer visible el afecto, y la necesidad de “ganar el afecto” de las hijas para ayudarlas a
crecer. Es decir, la vida y las relaciones de las FMI se construyeron durante casi un decenio sobre
estos valores. De manera especial, mientras vivían en la Casa de la Inmaculada a “manera de
familia”; período en el cual se fueron colocando, inconsciente pero realmente, las bases de una
relación nueva y de largo alcance: aquel de la comunidad religiosa.6
4
Nota de quien tradujo
MERICI Angela, Ricordi 507-512; Testamento 512-516.
6
Cf FERNÁNDEZ, Le lettere di Maria Domenica 233.
5
En el Colegio7
Con la fundación del Instituto de las FMA se pasa de la experiencia de grupo a la experiencia
de comunidad religiosa. No se da más el círculo restringido de “amigas”, sino aquel amplio de
relaciones entre hermanas con el espíritu de familia, una familia siempre en crecimiento. El espíritu
de “santa amistad” asume en la nueva realidad las características propias de la vida comunitaria –
puntualiza María Esther Posada - «donde no se puede entender la amistad como elección
preferencial de personas, sino como clima apropiado a la caridad, rico de confianza, de cordialidad
y de colaboración entre aquellas que viven en un mismo ambiente y están enraizadas en la misma
vocación».8
La categoría de la amistad se armoniza con aquella de la maternidad, de la filialidad y de la
“sororidad”. Aunque María Doménica tuvo dificultad para aceptar el título y el rol de Superiora,
gradualmente se fue identificando con la misión de guía de las primeras comunidades de las FMA.
Es significativo el hecho de agregar a su nombre el apelativo de “Madre” cuando firma.
Poco a poco madura en ella la conciencia de poseer una “maternidad espiritual” para ejercer
con las hermanas y las chicas. Esta misión, acogida en la obediencia de la fe, la vive en la trama de
un camino concreto de autoformación: practicar ella primero aquello que debe enseñar a las demás,
9
basar su autoridad su influencia en la coherencia personal. Escribe al Padre Lemoyne: «Si yo amo
a Jesús con todo el corazón sabré también hacerlo amar de las demás».10
Tiene muy clara la meta que debe alcanzar y por eso custodia con sabiduría las condiciones
insustituibles para que las personas puedan tender con decisión a la meta. En este itinerario es
evidente el principio salesiano del hacer percibir a la persona que se le ama, para que ella misma
ame cuanto se le plantea, aunque sea arduo y de crear un ambiente de familiaridad en el cual todas
las personas se sientan queridas y en el cual puedan desarrollar sus capacidades de educadores y
formadores.11
Mujer capaz de “verdadera cercanía”
Para orientar hacia la santidad María Doménica se sitúa junto a cada persona como hermana y
madre. «Era muy jovial y de una agradable compañía»12 así la describe Lemoyne que compartió con
ella por cerca de cuatro años, la animación de la misma comunidad.
Una mujer sin instrucción, pero no sin la sabiduría que viene de Dios y de aquella cordialidad
y simpatía que provienen de un don especial de intuición y sobre todo de un corazón limpio y
pobre. Por eso podía orientar con competencia y eficacia formativas.
El secreto está en la misma línea del método de don Bosco; de nuevo, es el Lemoyne quien
constata: «atraía a las chicas con la dulzura de sus modales, ganando el corazón”; daba a sus hijas
“prueba de un afecto verdaderamente maternal»; era para ellas «como las madres afectuosas,
decidida siempre a preferir la comodidad de sus hijitas a la suya propia».13
La regla de oro de la buena animación comunitaria y por lo tanto del acompañamiento está
detallada por la misma Sor María Doménica en una carta a Sor Ángela Vallese: «Mira, hay que
estudiar la manera de ser de cada una y saberlas llevar para conseguir algo, hay que inspirar
confianza ».14
Questa parte è tratta da CAVAGLIÀ, Dall’affidamento all’accompagnamento. L’esperienza formativa di Santa Maria
D. Mazzarello, in RUFFINATTO – SËÍDE Matha (a cura di), Accompagnare alla sorgente 251-273.
8
POSADA, Storia e santità 139.
9
Cf L 3.
10
L 11.
11
Cf BOSCO Giovanni, Due lettere datate da Roma: 10 maggio 1884, in BRAIDO Pietro (a cura di), Don Bosco
educatore. Scritti e testimonianze, Roma, LAS 1992, 381-384.
12
LEMOYNE Giovanni Battista, Suor Maria Mazzarello, in Maria Domenica Mazzarello, profezia di una vita, Roma,
Istituto FMA 1996, 101.
13
Ivi 91. 97.
14
L 25,2.
7
El acompañar, sólo es posible para quien esté atento a la persona y a las potencialidades que
ella posee y esperan ser desarrolladas. De esta forma sabrá estar de lado, escuchar, entender las
exigencias y también exigir, suscitar las preguntas que hacen crecer.
María Mazzarello se podría definir “aquella que tiene tiempo para los otros” y que sabe
regalar a las chicas y a las hermanas el precioso regalo de la presencia. Sólo quien sabe “hacer” o
“hacerse compañía” puede conocer en profundidad e intervenir en el momento oportuno.
Sor Enriqueta Sorbone, que había observado ampliamente a la Madre, declara: «Parecía una
verdadera jardinera en el gobierno, mirando qué flores se debían sembrar o trasplantar. Cuando veía
que una no era muy apta en un oficio la ponía en otro».15
La orientación de fondo de su vida es el amor que se “prende cura”16 expresión que
traducimos como, “se toma el cuidado” de cada persona y de la calidad de un ambiente que
favorezca la madurez de cada una. El “cuidar de” (“prendersi cura”) está antes de los “actos
concretos del cuidado” (“atti di cura”). Más que una actividad particular es un modo de ser, que
incluye la dimensión afectiva, pero también aquella intelectual, espiritual, relacional, ética. “El
cuidar de” es acoger la vida y ponerse a su servicio incondicionalmente. Requiere un habitus mental
y cordial no puramente profesional, sino una disposición interior para poner la propia felicidad, en
la búsqueda de la felicidad de los otros.
Ella que se autodefine «la madre que tanto las ama en el Señor»17 y «estoy lista a hacer
cualquier cosa por el bien de ustedes»18 está en las mejores disposiciones para cuidar de quien le ha
sido confiado. “El cuidar de” conlleva tener conciencia de la riqueza de cada persona y permitir que
sea ella misma y dejar que surja la parte mejor de sí. Requiere una “mirada valorizante” lista para
acoger dones y límites, por lo tanto capaz de dar cabida al otro, para “hospedarlo” como alguien
distinto, sin jamás poseerlo.19
Este estilo de cuidado y de atención pide un hogar virgen, porque el auténtico
acompañamiento induce a evitar toda instrumentalización, abre a la gratuidad, al don, a la alegría, al
asombro. Es un amar sin poseer, un servir sin dominar, connatural a quien “no divide el corazón
con ninguno”,20 pero siente la necesidad de una entrega que trasciende todo protagonismo y busca
únicamente la verdad en la caridad. María Mazzarello habla en sus cartas de verdadera caridad
para dar a entender lo importante que es para ella la verdad como fundamento de la caridad.21
De hecho, es la verdad quien da autenticidad y transparencia al ´cuidar de´ las personas.
Como escribía el Padre Pestarino, María Doménica era «por naturaleza franca y ardiente, y de
corazón muy sensible».22 Era «franca al decir con amor la verdad, salvando la persona, sin cubrirla
y tampoco diciendo una cosa por otra. De lo contrario se genera aquella desconfianza que deteriora
la familiaridad en las relaciones».23
Si se pretende que la relación humana del acompañamiento sea genuina y sólida, ésta se
deberá fundamentar en una “caridad verdadera”. De hecho, como escribe Benedetto XVI «sólo en la
verdad resplandece la caridad y puede ser vivida auténticamente. La verdad es la luz que da sentido
y valor a la caridad».24 Sin la verdad, la caridad resbala en el sentimentalismo y el amor es víctima
de las emociones y de opiniones dudosas. Sólo la caridad en la verdad hace posible el diálogo, la
15
Summarium 265.
Cf L 19,2; 28,8; 12,3; 10,2.
17
L 63,5.
18
L 52,5.
19
Cf DI NICOLA Giulia Paola, Coeducazione e cultura della reciprocità, in Orientamenti Pedagogici 37(1990)6, 1233.
20
L 65,3. Maria Mazzarello raccomanda alle suore: «Abbiate sempre una grande carità uguale per tutte, ma mai
parzialità» (L 64,4).
21
«Mie care figlie, amatevi fra voi con vera carità» (L 49,2).
22
LEMOYNE, Suor Maria Mazzarello 95.
23
COLOMBO Antonia, Segni credibili per un futuro ricco di profezia, in Relazione sulla vita dell’Istituto nel sessennio
2002-2008, Roma, Istituto FMA 2008, 127.
24
CV n. 3.
16
comunicación, la comunión, en una palabra el auténtico acompañamiento de las personas hacia la
realización del proyecto de Dios sobre sus vidas.
El arte del acompañamiento en María Mazzarello se inspira al Principio de origen agustiniano
y salesiano: «Hacer con libertad todo eso que requiere la caridad»25, en cuanto es expresión de
aquel amor educativo que parte del conocimiento de la persona, del interés para llamarla por el
nombre, es decir, del respeto a su individualidad, de la confianza y de la “mirada valorizante” de
quien entiende ayudar a la acompañante a realizar de la mejor manera la vocación a la cual ha sido
llamada.
Mediaciones del encuentro con Cristo
Las fuentes documentan no solo las condiciones para un buen acompañamiento, sino
también la finalidad y el contenido del acompañamiento formativo. Esto supone que las
mediaciones orienten y favorezcan el encuentro con el Señor Jesús.
Como Pablo, María Doménica puede decir que quiere vivir y trabajar «hasta que Cristo se
forme en vosotros».26 Para ella, acompañar era comunicar con sencillez y gozo el tesoro que había
recibido y por el cual vivía, es decir la experiencia de conocer y amar a Jesús. Era orientar hacia el
manantial.
Comparte desde el inicio con su amiga Petronila el fin que motiva todo su proyecto: enseñar a
coser a alguna chica, pero “con el fin principal” de «alejarla de los peligros, de hacerla buena y
especialmente de enseñarle a conocer y amar al Señor ».27
Abrirse al “gusto” de la vida espiritual de hecho, es también el modo con el cual don Bosco
entiende la orientación formativa para ayudar a los jóvenes a acceder a una dimensión interior
nueva y más profunda.28
Al final de la vida sor María Doménica dijo: «Ah, si te conocieran como te conozco yo
ahora!...».29 El compromiso de conocer a Jesús y de hacerlo conocer había marcado todas las
etapas de su camino. «Conducir muchas almas a Jesús»30 fue el fin de su misión de educadora y
formadora.
En las cartas conmueve el augurio más grande que dirige a quien escribe: «Jesús te haga toda
suya».31 «Estudia la manera de agradar a Jesús».32 «Entra a menudo en el corazón de Jesús».33
«Vive estrechamente unida a Jesús, trabaja para por agradarle a Él solamente».34 María Mazzarello
tiene el arte de reorientar a la esencialidad con la intuición del corazón, más que con largos
discursos. Las preguntas sencillísimas y esenciales que ella hace a las hermanas revelan la
profundidad de su estilo de acompañamiento pues señala las prioridades: «Por quien trabajas?
Amas mucho a Jesús?».35
Tiene el arte de ir y volver continuamente a lo esencial. Y esto le da la posibilidad de orientar
más allá de lo que es trivial, contingente, mezquino. Se la ve vibrar por grandes propuestas, y tender
hacia donde los ideales la atraen fuertemente. Orienta chicas y educadoras a buscar y querer
25
C 35,3
Gal,4,19
27
Cronistoria I 98
28
Cf GIRAUDO Aldo, “Gli feci conoscere tutto me stesso”. Aspetti dell´accompagnamento spirituale dei giuovani
secondo don Bosco, in Aa.Vv., Accompagnare tra educazione, formazione e spiritualitá=Quaderni di spiritualitá
salesiana 2, Roma, LAS 2004, 47-62
29
LEMOYNE, Relazione sulla malattia e morte di madre María D. Mazzarello, in Orme di vita D. 122,335
30
C 5,12
31
Cf C 36,3; 66,6; 37,15;43
32
C 43,2
33
C 17,2
34
C 22,8
35
MACCONO, Santa María D. I 291-292.
26
“aquello que más importa”.36 Por esto cuida para que el espíritu mundano no penetre en el
Instituto.
Fue algo tan querido a su corazón que lo evoca en los últimos días de su vida: «Se acuerden
las hijas que viniendo aquí dentro y abandonando el mundo, no se fabriquen aquí dentro otro mundo
semejante a aquel que han dejado… no son cosas graves, pero son aquellas que impiden la
perfección… Ciertas envidias, ciertas desobediencias, soberbias, apegos… Y no piensan en el fin
por el cual han venido a la Congregación. Y en este momento se vuelve hacia el Crucifijo: ¡Querido
esposo celestial!... y después te dicen que solamente te aman a ti!... Ah, si te conocieran como te
conozco yo ahora!».37
Don Lemoyne nos muestra alguno de los rasgos del arte formativo personalizado por María
Mazzarello, que él no teme llamar dirección de almas: «Si de pronto entre sus hijas alguna
manifestaba una llamada especial de santidad, era toda corazón para orientarla en el camino difícil,
ayudándola a crecer con un espíritu fuerte, desprendida de todo y de todos, hasta de los consuelos
más santos y con la ayuda del Esposo celeste le hacía tocar en breve tiempo las cimas de la
perfección ».38
A una señora que se encontraba en un período de discernimiento de la voluntad de Dios sobre
su vida, María Mazzarello escribe: «Abandónese enteramente en El y convénzase que El hará lo que
es mejor para su alma».39
Su proyecto formativo está amasado de “grandes cosas”, por eso su fecundidad carismática no
disminuye con el cambio de las situaciones y con el pasar del tiempo. La existencia de María D.,
está plasmada por una apasionada búsqueda de Dios articulada en las comunes y populares vías del
conocimiento, de la oración, del amor que da significado a cada instante y a cada acción, del
encuentro sacramental y eclesial, del afecto confiado en María Santísima. Fuera de este enfoque
difícilmente se comprende la fuerza y profundidad del arte para “orientar las almas”.
De esta solidez de acompañamiento se derivan los varios aspectos de su pedagogía:
Orienta hacia motivaciones claras, no en la línea del moralismo sino del encuentro: «Amas al
Señor? Pero lo amas realmente de corazón? Trabajas sólo por El».40
Orienta a la oración, aquella que se alimenta de silencio, de escucha, de diálogo sencillo y confiado
con Jesús y que se expresa en el “vivir continuamente en su presencia”.41
Orienta hacia la alegría signo de un corazón que ama tanto al Señor, recorriendo un camino de
sencillez y de desprendimiento de sí misma.42
Orienta a potenciar la capacidad de acoger la cruz como configuración con Jesús Crucificado que
comparte la cruz con aquellas que más ama. Quienes dieron testimonio (durante el proceso para su
canonización) recuerdan que algunas veces tomaba el crucifijo que llevaba al cuello e indicando con
el dedo la figura de Jesús, decía: “Él aquí – luego dando vuelta a la cruz – y nosotras aquí”. De esta
forma hacía entender concretamente que se debía vivir crucificada con el Señor.43
Orienta a la comunión entre las hermanas como reflejo del amor que se tiene por Jesús: «Una hija
que ama verdaderamente a Jesús, va de acuerdo con todas».44
Orienta a la entrega de sí en la misión educativa: es el campo de Dios encomendado a las FMA:
«Trabaja, trabaja mucho en el campo que el Señor te ha dado, no te canses nunca; trabaja siempre
con la recta intención de hacerlo todo por el Señor».45
36
Cf C 58,4
Relazione di don Giovanni Battista Lemoyne sulla malattia di madre María D. Mazzarello, in Orme di vita D 122,
335
38
LEMOYNE, Suor María Mazzarello 101-102
39
C 54,3
40
C 23,1
41
C 23,3;cf C 22,10.
42
C 60,5;24,4.
43
Cf MACCONO, Santa María D. II 117.
44
C 49,6.
45
C 59,4
37
Podemos sintetizar con una expresión la fecundidad del acompañamiento en María
Mazzarello: porque fue verdadera discípula, llegó a ser verdadera maestra. «Si yo amo a Jesús con
todo el corazón sabré también hacerlo amar de las demás».46
46
C 11,2