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GRANDES SÍNDROMES GERIÁTRICOS: EL INMOVILISMO “Lo que no se utiliza, se pierde” EL INMOVILISMO SÍNDROME DE INMOVILIZACIÓN MANEJO DE LA ENFERMEDAD INCAPACITANTE El movimiento es un componente esencial de la vida del hombre, pues todos sus sistemas corporales funcionan con mayor eficacia cuando está activo. El anciano inmovilizado es considerado un paciente de alto riesgo, por ello, la capacidad de movilización es un indicador del nivel de salud del anciano y su calidad de vida. Podemos definir el inmovilismo como el descenso de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por el deterioro del sistema musculoesquelético. El envejecimiento conlleva ciertos cambios fisiológicos: atrofia muscular, enfermedades articulares...; cambios psicológicos: soledad, depresión, deterioro cognitivo...así como cambios socioeconómicos: limitación de recursos, aislamiento social...que todos ellos pueden inducir a una cierta limitación de la movilidad. La inactividad y la inmovilidad resultan problemas relativamente comunes en la población anciana. De ahí que el inmovilismo agudo, entendido éste como el episodio de declive rápido de la independencia en la movilidad (vida sillón-cama), durante un mínimo de tres días, constituye una auténtica emergencia médica que requiere atención inmediata, tanto por su pronóstico funcional, como por la elevada mortalidad que conlleva, pues se asocia éste con una mortalidad del 33% a los tres meses y hasta un 55% al año. Para fomentar la movilidad, se requiere en ocasiones un considerable esfuerzo para vencer, no sólo nuestra propia inercia, sino también la del paciente y los cuidadores. Asimismo, la actitud del personal sanitario ante este problema encuentra que muy pocas veces queda reflejado en la historia clínica y que a menudo, ni médicos ni enfermeras son capaces de definir el grado de inmovilidad de sus pacientes. El inmovilismo, como uno de los grandes síndromes geriátricos y al igual que los restantes, debe ser llevado de forma interdisciplinar. Este gran síndrome, requiere por tanto, prevención, detección y aplicación de un programa terapéutico integral. EPIDEMIOLOGIA En conjunto, se estima que por encima de los 65 años, el 18% de las personas presentan dificultades para desplazarse, y a partir de los 75 años, más del 50% tienen problemas para salir de casa, estando alrededor del 20% confinados en su domicilio. Estas cifras se disparan si analizamos a los ancianos hospitalizados en unidades de agudos o larga estancia. De un 7 a un 22% de los ancianos hospitalizados sufren restricciones físicas, bien en el período posquirúrgico inmediato, bien por alteraciones del estado mental, demencia o caídas. LUMBALGIAS ANOREXIA PERDIDAS DE PESO TRASTORNO DISTÍMICO POLIFARMACIA DISMINUCIÓN DE LA MOVILIDAD ( no sale a la calle, usa bastón, baño, vestido...) INGRESO EN RESIDENCIA + CAIDA DOLOR LUMBAR MIEDO A CAERSE INMOVILIDAD VIDA SILLON-CAMA BARTHEL= 45 O MENOS ESTREÑIMIENTO INCONTINENCIA ATROFIA MUSCULAR DEBILIDAD DEPRESION UPP DESNUTRICIÓN MOVILIDAD FÍSICA DETERIORADA CONOCIMIENTOS BÁSICOS El deterioro de la movilidad física es el estado en el que el individuo experimenta una limitación de su capacidad de movimiento físico independiente. El deterioro de la movilidad es el problema más frecuente experimentado por los ancianos ingresados en instituciones. Algunas causas de deterioro de la movilidad son las reacciones a los fármacos, el dolor, la nutrición deficiente y la debilidad, la depresión (falta de motivación), el deterioro sensorial, el temor a las caidas, la falta de condiciones después de un reposo prolongado en cama y la inmovilidad forzada a consecuencia de llevar sujeciones físicas. Algunas alteraciones específicas que fuerzan el deterioro de la movilidad, son las fracturas, la enfermedad vascular periférica, EPOC, la enfermedad arterial coronaria, la insuficiencia cardíaca congestiva, los ACVs. la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, la artritis, la osteoporosis, las alteraciones malignas, las lesiones de la médula espinal y la cirugía. Los efectos del deterioro prolongado de la movilidad en los ancianos puede ser irreversible, provocando una pérdida permanente de la función Para mantener la fuerza, el músculo debe contraerse activamente; para incrementarla, debe haber aumento del número de contracciones o un incremento de la resistencia. Los músculos más afectados por el deterioro de la actividad son los necesarios para la locomoción y para el mantenimiento de la postura erecta. La resistencia muscular requiere una nutrición adecuada y una función respiratoria y circulatoria apropiadas para que las células musculares reciban oxígeno y nutrientes y puedan eliminar los productos de desecho. El tejido articular, seguirá siendo elástico sólo mientras dure el movimiento. Sin movimiento, el líquido articular se hace espeso y pegajoso, el tejido conjuntivo se hace fibrótico y los ligamentos, tendones y músculos se acortan hasta alcanzar su máxima capacidad de extensión, provocando contracturas. La rigidez articular temprana puede ser reversible con terapia; posteriormente, sólo la intervención quirúrgica puede liberar la articulación. La falta de un programa planificado de ejercicio puede causar la prolongación del tiempo de recuperación de la fuerza muscular. Conseguir un equilibrio en posición sedente es el primer paso para repetir el aprendizaje de las acciones de vestirse, cambiar de posición, la deambulación y otras actividades de la vida diaria. El miedo a las caidas, debe reconocerse y superarse La recuperación de la movilidad debe constituir un proyecto de colaboración con el equipo de salud. Para que el anciano tenga éxito, son necesarios la programación adecuada, la progresión paso a paso, la paciencia y la alabanza. La nutrición inadecuada, especialmente de ingesta de proteinas, pone en peligro los programas de RHB para las personas ancianas. A medida que la movilidad se deteriora, el anciano puede experimentar muchas reacciones psicológicas, tales como la ira, retraimiento, depresión, cambio de autoconcepto y por supuesto dependencia. La evaluación de enfermería de los resultados en el cuidado del anciano que presenta deterioro de la movilidad es la prevención de cualquier otros deterioro de su capacidad, y a la vez la prevención de dependencias adicionales. ENVEJECIMIENTO Y MOVILIDAD Existe una idea muy extendida entre la población en gral. e incluso entre los profesionales de la salud, de que gran parte del deterioro físico que acompaña frecuentemente al envejecimiento es inevitable y que se debe “al propio hecho de envejecer”. Sin embargo, cada vez es más evidente que al menos parte del deterioro físico se debe a complejas interacciones entre determinantes genéticos del envejecimiento, enfermedades a menudo subclínicas y al desuso. Centrándonos en el desuso, varios estudios demuestran los efectos beneficiosos de la actividad física en mejorar el estado de salud, disminuir la incidencia de enfermedad coronaria y aumentar la longevidad en hombres y mujeres de edad mediana. Sin embargo, pocos son los estudios que relacionan la inactividad física con la morbi-mortalidad en la población anciana. Muchos de estos trabajos no excluyen del estudio aquellas personas con enfermedades incapacitantes que puedan limitar la actividad física. Esto impide distinguir si la morbi-mortalidad depende de la inactividad física o de la enfermedad que produce dicha inactividad. Hace más de 40 años, que aparecieron los primeros estudios científicos que relacionaban la inactividad física con una mayor tasa de mortalidad. En EEUU se realizó durante los años 80 un amplio estudio epidemiológico en tres ciudades diferentes ( estudio EPESE ) para analizar entre otras variables la relación entre actividad física y mortalidad. Estudiaron 5177 ancianos físicamente independientes ( se excluían aquellos con algún grado de incapacidad física ), encontrando que aquellos sujetos con un alto grado de actividad física tenían una mortalidad 1.5-2 veces menor que los inactivos, tanto a los 3 como a los 6 años de seguimiento. En otras publicaciones recientes, como el estudio Framinghan, en el que la muestra de ancianos era menor se observó que las mujeres con vida más activa tenían una tasa de mortalidad de un 68% más baja que las más inactivas a los 10 años de seguimiento y un 28% a los 16 años. Respecto a los hombres, la mortalidad fue un 32& menor par el grupo más activo a los 10 años y un 14% a los 16 años. Quizá de todo esto podemos deducir entonces que el anciano inmovilizado es un paciente de alto riesgo para la aparición de complicaciones médicas, dependiente en las ABVDs y candidato a la institucionalización. Podemos hablar de una inmovilidad relativa, en la que el anciano lleva una vida sedentaria, pero es capaz de movilizarse y de una inmovilidad absoluta que implica el encamamiento, siendo muy limitada la variabilidad postural incluso aunque el encamamiento no exista. El control postural y la marcha son actividades complejas que requieren la interacción del sistema nervioso y del sistema musculoesquelético, basándose en una adecuada información de los sistemas visuales, vestibular y propioceptivo. El envejecimiento determina ciertos cambios fisiológicos que justifican una cierta limitación de la movilidad. Ocurre una discreta atrofia muscular, seguida de fibrosis, por lo que la contracción muscular es más lenta. Se reducen sobre todo el número de fibras musculares rápidas, encargadas de los ejercicios isométricos. En gral., la fuerza muscular disminuye un 15% entre los 30 y 70 años. Por otra parte, tanto los ligamentos como los tendones y superficies articulares ven reducida su capacidad de amortiguación. En consecuencia aparece debilidad muscular y cierta resistencia a la movilidad articular. Estas alteraciones pueden ser a su vez secundarias a una menor actividad física, cerrándose así un círculo vicioso que conduce a la inmovilidad. Hay otros cambios que ocurren fuera del aparato locomotor que también van a influir en la movilidad. La disminución de la agudeza visual es un factor limitante a destacar. La disfunción vestibular, frecuente en el anciano. La sensibilidad propioceptiva y vibratoria también están disminuidas, así como la velocidad de conducción nerviosa y ciertas respuestas posturales reflejas. Finalmente, aunque la capacidad cardiopulmonar no varía en situación basal, está disminuida la reserva para una actividad física máxima. El anciano sano, refiere con frecuencia dificultad para la deambulación. Hasta la séptima década, ésta conserva el mismo patrón del adulto joven. A edades más avanzadas se observan ligeros cambios: se enlentece la marcha con pasos cortos, ampliándose en mujeres la base de sustentación. La velocidad máxima se alcanza aumentando el número de pasos en vez de la amplitud de estos. El centro de gravedad se desplaza arriba y adelante siendo más difícil mantener el equilibrio. La cabeza se balancea en sentido lateral y se reduce la amplitud de los movimientos articulares (balanceo de los brazos, flexión y extensión de la cadera, rotación de la pelvis, elevación del pie...) Estas alteraciones, también conllevan que la marcha del anciano tenga un consumo energético mayor. CAUSAS DE INMOVILIDAD ENFERMEDADES MUSCULOESQUELETICAS OSTEOARTROSIS Y OTRAS ENFERMEDADES REUMÁTICAS OSTEOPOROSIS ENFERMEDADES MALIGNAS Y METASTASIS TRAUMATISMOS CON Y SIN FRACTURA PROBLEMAS PODOLÓGICOS ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS ACV ENFERMEDAD DE PARKINSON HIDROCEFALIA NORMOTENSIVA NEUROPATÍAS PERIFERICAS ENFERMEDADES PSÍQUICAS SÍNDROME CONFUSIONAL AGUDO DEMENCIA DEPRESIÓN ENFERMEDADES NEUROSENSORIALES ALT. DE LA VISIÓN Y AUDICIÓN ALT. VESTIBULARES VERTIGO POSICIONAL BENIGNO INESTABILIDAD Y/O TEMOR A LAS CAIDAS ALT. DE LA MARCHA ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES INSUFICIENCIA CARDIACA CONGESTIVA CARDIOPATIA ISQUEMICA (GRADO III Y IV) ENFERMEDAD VASCULAR PERIFERICA HIPOTENSION ORTOSTATICA ENFERMEDADES PULMONARES BRONCONEUMONÍA OBSTRUCTIVA CRÓNICA ENFERMEDADES RESTRICTIVAS RESPIRATORIAS NEUMONÍAS HIPOSTÁTICAS ENFERMEDADES METABÓLICAS Y HORMONALES ALT. HIDROELECTROLITICAS ANEMIAS HIPER O HIPOTIROIDISMO ENFERMEDADES YATROGÉNICAS O AMBIENTALES INMOVILIDAD FORZADA O INNECESARIA (HOSPITALIZACION) AYUDAS INADECUADAS O INEXISTENTES BARRERAS ARQUITECTÓNICAS INCORRECTA ILUMINACIÓN ERRORES DEL EQUIPO ASISTENCIAL ( Desinterés, falta de medios...) FALTA DE PLANIFICACION REHABILITADORA ABANDONO FAMILIAR Y SOCIAL INCORRECTA ILUMINACIÓN FÁRMACOS: Benzodiacepinas, narcóticos, neurolépticos, hipotensores, AINES, anticolinérgicos, hipnóticos...) Muchas enfermedades comunes son con frecuencia causa de inmovilidad y encamamiento. Las enfermedades reumatológicas conllevan inmovilidad por dolor y deformidad articular. En el anciano es preciso destacar, aunque no sea tan frecuente, la polimialgia reumática como causa aguda o subaguda de incapacidad física severa en un sujeto que hasta entonces podía realizar una vida activa normal. La gravedad de las posibles complicaciones y la respuesta espectacular al tto. obligan a un alto grado de sospecha diagnóstica. Patologías neurológicas incapacitantes como la enfermedad cerebrovascular, la enf. De Parkinson e incluso las demencias en fases avanzadas conllevan ya de entrada una alteración del tono postural con contracturas en flexión de los miembros y disminución de la fuerza muscular. Si se añade un cuadro confusional agudo con agitación, se imponen con frecuencia restricciones mecánicas que inmovilizan al paciente. Es especialmente difícil el diagnóstico diferencial entre la enfermedad de Parkinson en estadía precoz y las alteraciones de la marcha propias del envejecimiento, por lo que es preciso valorar con detenimiento el cuadro clínico así como la progresión del mismo. La hidrocefalia normotensiva se caracteriza por la triada: demencia, incontinencia urinaria y ataxia... Las neuropatías periféricas más frecuentes son por la diabetes, deficiencias vitamínicas y alcoholismo. Las cardiopatías y enfermedades respiratorias actúan limitando progresivamente la tolerancia al ejercicio aunque esté conservada potencialmente la movilidad. Se observan cuadros constitucionales con debilidad generalizada en casos de malnutrición, pero sobre todo en neoplasias en fase terminal. A veces, tras un período de hospitalización prolongado se hace imposible la vuelta a la deambulación del paciente a pesar del éxito terapéutico sobre el proceso responsable del ingreso, debido a la deshabituación funcional del paciente, que ha “olvidado” como debe movilizarse síndrome del desuso. Hasta un 40% de los ancianos mayores de 70 años, sufren un deterioro mental y físico, no relacionado con la causa del ingreso. En ausencia de enfermedad, existen trastornos de la marcha que producen incapacidad en un 15% de los ancianos: Trastorno idiopático de la marcha en el que se acentúan los cambios normales del envejecimiento originando una inestabilidad y un enlentecimiento motor. Síndrome del defecto sensorial múltiple o “desequilibrio benigno del anciano” debido al deterioro simultáneo de los sistemas de información neurosensorial, visual, vestibular y propioceptivo, determinan una marcha inestable. Con frecuencia un mínimo apoyo (la mano del cuidador), corrige el defecto. Vértigo posicional benigno es frecuente en ancianos y consiste en un vértigo agudo e intenso, de menos de 1 minuto de duración, inducido por ciertas posiciones de la cabeza. Síndrome postcaidas es típico en mujeres que sufren caidas de repetición o tienen accidentes cercanos de caidas. El miedo a caerse incapacita para la marcha. No pueden andar sin ayuda, pero no se objetiva patología que lo justifique. Suele ceder con un programa de reentrenamiento. En el grado de movilidad influyen otros muchos factores: el sobrepeso, la falta de motivación o estados depresivos, un apoyo social insuficiente y una inadecuada información sobre cómo debe reiniciarse la movilización y qué ayudas técnicas son necesarias. El anciano utiliza fármacos que pueden acelerar la inmovilidad por efectos secundarios como hipotensión ortostática, deterioro del nivel de conciencia o efectos extrapiramidales. Hay que destacar la falta de atención al cuidado de los pies, con alteraciones que limitan progresivamente la movilidad: callosidades, trstornos ungueales y deformidades, son causantes de un patrón inadecuado de la marcha. Son pacientes de alto riesgo aquellos con patologías como la diabetes, arteriopatía periférica, insuficiencia venosa, neuropatías y artritis deformantes. El deterioro funcional no siempre se relaciona con problemas médicos: simplemente el cambio de domicilio puede determinar inmovilidad, al perder el anciano los puntos de referencia para desplazarse. También la prolongación diurna de las horas de sueño conducirá invariablemente en corto plazo al encamamiento. COMPLICACIONES INMOVILIDAD ASOCIADAS A LA Su repercusión en el pronóstico del anciano inmovilizado puede ser más relevante que la propia enfermedad subyacente. Aparecen incluso tras cortos períodos de encamamiento. SISTEMA MUSCULOESQUELETICO Las rigideces y contracturas que se definen como la pérdida de la movilidad articular activa o pasiva, debida a la limitación de la articulación, músculo o tejidos blandos. Son varias sus causas pero el factor más frecuente es la ausencia de la movilidad articular en el rango total del movimiento. Casi cualquier articulación inmovilizada en una posición defectuosa desarrollará un rigidez. Su impacto será fundamentalmente en dos áreas: la interferencia en la movilidad y la habilidad para realizar la ABVDs y a nivel de los cuidados del paciente. Todas tienen en común un acortamiento de las fibras colágenas, seguido de una proliferación de las mismas, que originará una fibrosis. Las enfermedades degenerativas de la edad actúan como factores predisponentes. Son: Rigideces articulares. Unas articulaciones están más predispuestas que otras. Las que se afectan con mayor frecuencia son la del hombro, que puede ocasionar un hombro congelado. La segunda es la rodilla, como consecuencia de una prolongada flexión. Rigideces de los tejidos blandos. Limitan el movimiento en un solo eje, como ocurre en los quemados, por lo que hay que situarlos en una postura que se oponga al acortamiento. Contracturas miógenas. Van a afectar preferentemente a aquellos músculos que cruzan varias articulaciones, como los músculos isquios y los de la espalda, siguiéndoles los flexores de cadera, recto femoral, gemelos y tensor de la fascia lata y en los MMSS los rotadores internos del hombro. En los encamados la tendencia a la retracción muscular está acelerada por la típica posición de confortabilidad: caderas y rodillas flexionadas y tobillos en flexión plantar (postura fetal). También algunos pacientes como los amputados de miembro inferior, tienden a formar rigideces mecánicas en la rodilla y en la cadera según el nivel de amputación. Múltiples factores afectan al grado de desarrollo de una rigidez, tales como las causas precipitantes, la duración y grado de inmovilización, las limitaciones articulares preexistentes y la edad avanzada que por sí misma supone una pérdida de fibras musculares y un incremento relativo en la proporción del tejido conectivo. El tratamiento de las rigideces se establecerá en base a un cuidadoso análisis de los factores predisponentes y el conocimiento de qué componente articular está afectado, siendo esencial un exámen neuromuscular que ponga especial énfasis en la movilización articular activa y pasiva. El objetivo del tto., es la restauración de la función, por lo que insistir en la deambulación u otras actividades ayudarán a mantener la función de las zonas no alteradas y focalizar la atención en el uso normal de la articulación. El otro objetivo primordial del tto. es el reforzamiento muscular para obtener un balance de fuerzas a través de las articulaciones y eliminar hábitos mal adquiridos en la deambulación y la postura, siendo necesario para mantener lo ganado y prevenir rigideces recurrentes. El mejor tto. es la prevención que incluye por una parte un análisis cuidadoso de la postura y de la movilidad articular y por otro la movilización temprana. La debilidad muscular y atrofia, ya que la inmovilidad afecta directamente al tamaño y la fuerza muscular. La debilidad originará una pobre coordinación y la calidad del movimiento cuando el enfermo vaya a movilizarse. Algunos músculos se atrofian más rápidamente que otros, especialmente los extensores de la espalda, provocando una dificultad para caminar y subir escaleras, así como dolores de espalda. La osteoporosis. La osteopenia por inmovilización se acelera si existe parálisis o si previamente existía una osteoporosis de origen hormonal. El nivel de Ca sérico es normal, pero existe una marcada hipercalciuria pudiendo persistir un balance negativo del Ca durante meses o años. El balance negativo del Ca, también puede ser inducido por una disminución de la actividad física sólo, sin que exista confinamiento en cama. Las personas sedentarias tienen mayor tendencia a esta descalcificación ósea. Puede dar lugar a fracturas de cadera y vertebrales por un traumatismo mínimo y a calcificaciones ectópicas alrededor de las grandes articulaciones, así como favorecer la litiasis urinaria como complicaciones secundarias. Síndrome del dolor de espalda. Algunos estudios han demostrado que el reposo prolongado en cama puede ser causa del dolor de espalda al reanudar la movilidad. Este dolor se encuentra relacionado con varios factores como la rigidez de espalda y los músculos posteriores del muslo, la debilidad de la musculatura abdominal y de la espalda, que puede ocasionar un aumento de la curvatura espinal y osteoporosis de la columna por inmovilización. SISTEMA CARDIOVASCULAR Los principales efectos del inmovilismo sobre el sistema cardiovascular son la hipotensión ortostática, la reducción del volumen plasmático, la reducción del trabajo cardíaco, los fenómenos tromboembólicos y la disminución de la capacidad cardiovascular. Hipotensión ortostática Es uno de los efectos más significativos por la dificultad de ajustarse a la posición erguida. Con el paso del decúbito a la bipedestación hay una redistribución del volumen circulante provocando un descenso transitorio de la presión sistólica en 14 mm de Hg. La prevención de estas alteraciones se realiza mediante una respuesta simpática con un incremento de los niveles de epinefrina, renina y angiotensina. Durante el encamamiento el sistema circulatorio no es capaz de mantener una presión sanguínea estable prolongada y por razones que se desconocen es también incapaz de mantener una respuesta simpática adecuada. Consecutivamente se altera el retorno venoso, por lo que el volumen sistólico puede no ser suficiente para mantener una adecuada perfusión cerebral. Tendrá especial importancia en pacientes con enfermedad coronaria, frecuente en ancianos, porque los síntomas anginosos pueden ser importantes por la disminución de flujo coronario. La movilización precoz es la vía más eficaz para prevenir y contrarrestar la hipotensión ortostática, incluyendo también ejercicios de movilización articular y reforzamiento muscular y la deambulación, según los tolere el paciente. La elevación de MMII, los sistemas de contención y la ingesta adecuada de sal y líquidos prevendrán cualquier empeoramiento de la hipotensión secundaria a la contracción del volumen sanguíneo. Reducción del rendimiento cardíaco y redistribución del volumen plasmático. La reducción del rendimiento cardíaco se manifiesta por la disminución del gasto cardíaco, el volumen sistólico y la función ventricular izda., que se produce durante la inmovilización, dando como sintomatología la taquicardia y la diseña. Se ve favorecida por el decremento progresivo del volumen sanguíneo, cuya máxima reducción se da al sexto día. La reducción de las proteinas plasmáticas, sobre todo la albúmina, producida por el encamamiento también favorecerá la reducción de volumen y la disminución de la presión hidrostática. Se ha comprobado que los ejercicios isotónicos tienen doble efectividad que los isométricos en prevenir la reducción del volumen plasmático. La pérdida proteica también se puede reducir con el ejercicio. Tromboembolismo. Las trombosis venosas son muy frecuentes siendo múltiples los factores que contribuyen: edad del paciente, el sexo femenino, la obesidad y los estados de hipercoagulabilidad. La inmovilización expone a los ancianos a dos de los factores de la tríada de Virchow: la estasis circulatoria ocasionada en MMII por una disminución de la actividad de la bomba muscular y la discrasia sanguínea producida por la deshidratación y aumento de la viscosidad sanguínea. Se recomienda profilaxis con heparina y tratamiento físico: deambulación precoz, elevación de los pies, medias de compresión decreciente, ejercicios de las extremidades inferiores y compresión neumática externa intermitente. ALTERACIONES METABÓLICAS Y HORMONALES La inactividad conduce a un catabolismo proteico con un balance nitrogenado negativo: esto justifica una mayor demanda nutricional del paciente inmovilizado, sobre todo proteica (110 gr. más por día). Asimismo existe un balance mineral negativo, con pérdida de Ca, sulfuro, fósforo, magnesio, potasio y sodio. Incluso cortos períodos de inactividad física pueden reducir la sensibilidad a la insulina, lo que junto al sobrepeso conduce a la intolerancia hidrocarbonada. Se acompaña de hiperlipidemia y disminución del colesterol HDL. SISTEMA NERVIOSO Los efectos de la deprivación sensorial que acompañan a menudo a la inmovilidad han sido comprobados tras unos días, produciéndose una disminución en la capacidad de concentración e intelectual, estados de confusión, desorientación... También pueden sobrevenir estados de ansiedad, depresión, intolerancia al dolor, insomnio e irritabilidad, así como alteración del balanceo y coordinación, ya que se pierde el automatismo y los reflejos posturales. A nivel del sistema nerviosos periférico se pueden producir mononeuritis por compresión, siendo los nervios más afectados el ciático, el poplíteo externo, el radial y el cubital. Evidentemente con la movilización y el ejercicio van a poder prevenirse parte de estos cambios. ULCERAS POR PRESION SISTEMA RESPIRATORIO Las complicaciones respiratorias, son las mejor conocidas y más temidas, ya que si se establecen, son más amenazantes para la vida que la enfermedad base. La posición en decúbito impide la función óptima de los músculos respiratorios favoreciendo la hipoventilación pulmonar. Hay una disminución del volumen corriente y del volumen minuto, cambios regionales en la relación ventilación/perfusión, una disminución de la tos y la actividad ciliar bronquial y como consecuencia de todo ello atelectasias y neumonías hipostáticas. Los pacientes incapaces de mantenerse sentados o de girar hacia los lados de la cama, están expuestos a aspiraciones pulmonares durante la ingesta, más aún en el caso de alimentación por SNG (hasta un 50% de casos) La prevención sigue pasando por la movilización temprana y una adecuada higiene bronquial, cuyo objetivo es obtener la mejor función pulmonar posible mediante la facilitación de un modelo respiratorio normal, la enseñanza de un control respiratorio con el mínimo esfuerzo, favorecer la movilización de secreciones y la reexpansión pulmonar y movilizar la caja torácica: (respiración diafragmática, expansión torácica o costal, tos y expectoración, espiración forzada, drenajes posturales y fisioterapia respiratoria...). APARATO DIGESTIVO El reposo afecta al sistema neurovegetativo y como resultado hay trastornos frecuentes de la deglución y digestiones lentas. El estreñimiento, de por sí frecuente en el anciano, se acentúa con períodos de encamamiento, por la inactividad misma y otros factores como deficiente ingesta de agua y fibra, pérdida del ritmo de defecación o inhibición voluntaria del mismo y yatrogenia por fármacos. A veces se agrava por estasis venoso pelvico, con proctalgia y hemorroides. SISTEMA GENITOURINARIO El inmovilismo puede ser factor desencadenante de una retención urinaria sobre todo en ancianos varones con obstrucción del tracto urinario. Las micciones, tardías por falta de acceso al WC e incompletas por la postura, facilitan la estasis urinaria, debilitando la musculatura pélvica y del músculo detrusor.. El aumento del residuo vesical favorece el desarrollo de cálculos ( también relacionados con la hipercalciuria ) e infecciones urinarias recurrentes. ALTERACIONES PSICOLÓGICAS Un factor frecuente es la depresión. La pérdida progresiva de las relaciones sociales, es un factor importante. Por ejemplo, un 12% de los pacientes que viven en residencias asistidas sufren depresión que se interrelaciona directamente con la pérdida de movilidad. Otras reacciones posibles son miedo, ansiedad y agitación. A veces desorientación o paranoia. La aplicación de tratamientos sedantes o neurolépticos limitarán aún más la movilidad. VALORACIÓN INMOVIL CLINICA DEL PACIENTE En la valoración clínica del paciente inmóvil es de capital importancia la coordinación entre el equipo multidisciplinar. ANAMNESIS Ante todo paciente inmovilizado, debemos tener en cuenta una serie de parámetros: La situación basal. Se debe determinar el tipo y la frecuencia con la que el sujeto realizaba habitualmente ejercicio físico, incluyendo todas las actividades de la vida diaria, subir escaleras, coger peso, o realizar gimnasia. Quedará reflejada cualquier patología causante de incapacidad física o que reduzca la tolerancia al ejercicio, sobre todo el antecedente de ingresos hospitalarios recientes. Es importante detectar otros posibles factores implicados en la inmovilidad: estado mental, actitud y motivación, visión, audición, estado de nutrición y peso, etc. Incluye conocer el entorno en el que se desenvuelve el paciente ( espacio, luz, suelo...) así como la situación social. Finalmente se anotará si el paciente utiliza ayudas técnicas y si ha seguido previamente programas de rehabilitación o si al menos, ha recibido adecuadas instrucciones de movilización. EXPLORACIÓN Debe prestarse especial atención al examen de los sistemas cardiovascular y respiratorio, el aparato locomotor y en la valoración neurológica. Los tres pilares básicos de la movilización son: La fuerza muscular: en decúbito, contra gravedad, contra resistencia. La amplitud de movimiento articular: activa o pasiva. El equilibrio: (Escala Tinetti) Tono y reflejos posturales. Así la exploración se centrará en los mismos, prestando especial atención al estado sensorial (visión y audición) y a la sensibilidad (superficial, profunda y estereoagnósica). Hay que observar cómo el paciente mueve el cuello y los miembros; cómo flexiona el tronco y gira y si es capaz de levantarse de la cama o de la silla. En bipedestación se valorará cómo mantiene el equilibrio y se realizarán las pruebas del empujón y de Romberg. Se especificarán las características de la marcha. La valoración del deterioro funcional debe realizarse a partir de las necesidades del sujeto en su medio habitual. Se definirá el índice de Katz. Otra valoración es si el anciano puede como mínimo poder andar 300 metros a una velocidad mayor del 50% de la considerada normal (más de 40 m/min), poder subir 3 escalones y una pendiente del 3%. ESCALAS DE VALORACIÓN DEL GRADO DE MOVILIDAD Ramsome, 1980. BUENA MOVILIDAD MODERADA DEFICIENTE Casi completa o total Capacidad funcional limitada, pero aceptable Se precisa ayuda física. Frazer,1979. Movilidad independiente Ligeramente limitada Limitada al domicilio: ligeras tareas domésticas Limitada al domicilio: cuidado personal AVD Limitada al domicilio: precisa ayuda para AVDs Limitada a la silla: precisa ayuda para las AVDs Totalmente dependiente Escala de incapacidad de la Cruz Roja 0 1 2 3 4 5 Se vale totalmente por sí mismo, anda con normalidad Realiza suficientemente los actos de la vida diaria. Deambula con alguna dificultad en los actos diarios por lo que en ocasiones necesita ayuda. Alguna dificultad en los actos de la vida diaria. Deambula con ayuda de un bastón o similar. Continencia total o rara incontinencia. Grave dificultad en bastantes actos de la vida diaria. Deambula difícilmente ayudado al menos por una persona. Incontinencia ocasional. Necesita ayuda para casi todos los actos de la vida diaria. Deambula ayudado con extrema dificultad (dos personas), Incontinencia habitual. Inmovilizado en cama o sillón. Incontinencia total. Cuidados continuos de enfermería. VALORACIÓN DEL EQUILIBRIO Y LA MARCHA: ESCALA DE TINETTI I.EQUILIBRIO El sujeto debe estar sentado en una silla dura y sin brazos. Deben describirse los resultados de las maniobras. Equilibrio sentado 0 Se inclina o desliza en la silla 1 Firme y seguro Levantarse 0 Incapaz sin ayuda 1 Capaz utilizando los brazos como ayuda 2 Capaz sin utilizar los brazos Intentos de levantarse 0 Incapaz sin ayuda 1 Capaz pero necesita más de un intento 2Capaz de levantarse en el primer intento Equilibrio inmediato (primeros 5 seg al levantarse) 0 Inestable (se tambalea, mueve los pies, marcado balanceo de tronco) 1 Estable, pero usa andador, bastón, muletas u otros objetos de soporte. 2 Estable sin usar bastón u otros soportes. Equilibrio en pie 0 Inestable 1 Estable con aumento de la base de sustentación ( los talones separados más de 10 cm) o usa bastón, andador u otras ayudas 2 Base de sustentación estrecha: no requiere ayudas. Empujón (paciente en posición firme con los pies tan juntos como sea posible. El examinador empuja ligeramente el esternón del paciente con la palma de la mano 3 veces) 0 Este tiende a caerse 1 Se tambalea, se sujeta, pero se mantiene solo. 2 Firme Ojos cerrados (en la misma posición que la anterior) 0 Inestable 1 Estable Giro de 360 grados 0 Pasos discontinuos 0 Inestable 1 Pasos continuos 1 Estable Sentarse 0 Inseguro 1 Usa los brazos o tiene un movimiento que no es suave 2 Seguro, movimiento suave PUNTUACIÓN TOTAL DEL BALANCE (máximo 16) II. MARCHA El sujeto valorado camina por el pasillo, primero con su paso habitual, regresando con paso rápido usando sus ayudas habituales. Inicio de la marcha (Inmediatamente después de decirle “camine”) 0 Cualquier duda o vacilación, o múltiples intentos para comenzar 1 No está vacilante Longitud y altura del paso Balanceo del pie dcho. 0 No sobrepasa el pie izdo. con el paso 1 Sobrepasa el pie izdo. al dar el paso 0 El pie dcho. no se levanta completamente del suelo al dar el paso 1 Se levanta completamente del suelo Balanceo del pie izdo. 0 No sobrepasa el pie dcho. con el paso 1 Sobrepasa completamente el pie dcho. al dar el paso 0 El pie izdo. no se levanta completamente del suelo 1 Se levanta completamente Simetría del paso 0 Se detiene o hay discontinuidad entre los pasos 1 Los pasos son continuos Trayectoria 0 Desviación de la marcha 1 Desviación moderada o leve 2 Recto, sin utilizar ayuda Tronco 0 Marcado balanceo o utiliza ayudas para caminar 1 No hay balanceo, pero hay flexión de las rodillas o espalda, o separa los brazos hacia fuera 2 No hay balanceo, no hay flexión y no utiliza los brazos ni usa ayuda Postura en la marcha 0 Talones separados 1 Talones casi se tocan PUNTUACIÓN TOTAL DE LA MARCHA (máximo 12) PUNTUACIÓN TOTAL GRAL. (máximo 28) TRATAMIENTO Tras enfermedades incapacitantes crónicas el objetivo es recuperar la situación basal previa, si la RHB total no es posible. El programa de entrenamiento debe ser progresivo y supervisado, asegurando que no sobrepasa la capacidad funcional del sujeto, que la respuesta cardiovascular sea la adecuada y se evite el riesgo de lesiones. Para pacientes encamados se debe iniciar un programa de movilización pasiva y activa, con ejercicios de flexión extensión para aumentar la amplitud articular. Primer escalón. El paciente debe realizar ejercicios de movilización en cama: girar hacia los lados y flexionar el tronco hacia adelante, ayudado por barras a los lados de la cama o un trapecio en la cabecera de ésta. Si la inmovilidad es total deben realizarse cambios posturales pasivos, como mínimo cada dos horas, asegurando que la postura sea correcta. Posteriormente, hay que ayudar al paciente a sentarse en el borde de la cama periódicamente, aumentando el tiempo de sedestación poco a poco hasta que mantenga el equilibrio sin ayuda y pueda estar sentado media hora 3 veces al día. Segundo escalón. Se practica que el paciente sentado se levante, situado frente a un andador que le sirva de apoyo para mantener la bipedestación. Los primeros días es normal que el paciente refiere gran inestabilidad, lo cual no debe llevar al abandono del ejercicio. Sino a un ajuste de la duración del mismo. Una vez lograda una movilización básica, el terapeuta le enseñará el aprendizaje de las técnicas de transferencia cama-sillón. Tercer escalón. Se debe incrementar progresivamente el tiempo que el paciente está sentado fuera de la cama a lo largo del día, comenzando por una hora 2 veces /día. Es importante que mantenga una postura correcta, si es preciso con la ayuda de almohadas. Cuarto escalón. Se practica la deambulación diaria, a paso lento y con distancias crecientes, inicialmente con andador y posteriormente con bastón. El objetivo puede ser que a los 2 meses el anciano sea capaz de deambular sin ayuda y realizar en lo posible las AVDs Quinto escalón. Se fija un programa de mantenimiento, adecuado a la tolerancia física del anciano. Incluye ejercicios respiratorios, flexionar y extender los miembros, practicar levantarse-sentarse, dar paseos cortos... En último término, el programa va encaminado a reforzar los grupos musculares directamente implicados en asegurar la autonomía en las actividades de la vida diaria, sobre todo para la deambulación. Diseñar el conjunto de actividades tendentes a prevenir las consecuencias negativas de la inmovilidad, que a su vez facilitarán el restablecimiento total o parcial del funcionamiento fisiológico normal, reintegrando a los pacientes lo más precozmente a su medio con una calidad de vida satisfactoria. RIESGOS Y CONTRAINDICACIONES DE LA MOVILIZACIÓN Aunque Los beneficios de la actividad física son indiscutibles y disminuye la morbi-mortalidad en el anciano, debemos conocer sus limitaciones en un plan de prevención y movilización activa. Los riesgos del ejercicio dependerán de la intensidad y duración del mismo: incluyen el cansancio extremo, respuestas hipertensivas, riesgo de muerte súbita, infarto de miocardio y lesiones. Servirán como signos de alarma: la disnea intensa, la tos, sibilancias, sudoración excesiva, lipotimias, molestias musculares o articulares o fatiga que persiste más de ½ h tras finalizar el ejercicio. Excepcionalmente, la movilidad puede estar contraindicada: Cuando hay deterioro severo del equilibrio o debilidad muscular extrema En fases agudas de procesos artríticos Cuando hay dolor incontrolable desencadenado or la movilización Si hay falta absoluta de colaboración y motivación del anciano Si existe riesgo de agravar una patología subyacente. Forzar a toda costa la sedestación no previene las complicaciones de la inmovilidad. Si el paciente no se moviliza será mayor la éstasis venosa, se elevará la presión sobre los puntos de apoyo (aparecen las UPP en diferente localización), puede adquirir posturas que dificultan la recuperación funcional... Forzar la movilización en pacientes que no colaboran puede desencadenar cuadros depresivos. Tampoco tiene sentido incomodar a pacientes con enfermedades en fase terminal. Es pues conveniente movilizar precozmente al anciano encamado pero en cuanto a su condición física lo permita. Hay que tener en cuenta también, que los descansos son beneficiosos y no hay que escatimarlos, el umbral de esfuerzo en el un anciano es bajo, por lo que habrá que descansar con mayor frecuencia, y el tiempo de recuperación es mayor, por lo que los descansos serán más prolongados. PROTOCOLO PROPUESTO INMOVILISMO SOBRE EL VALORACIÓN CLINICA DEL RESIDENTE Anamnesis Valoraremos en el residente: Situación basal: al ingreso o cuando descubramos que ha sufrido un deterioro en su capacidad funcional o movilidad ( tras enfermedad aguda o incapacitante, recaidas, ingresos hospitalarios, caidas...) Motivo que ocasiona la incapacidad Otros factores asociados a la inmovilidad Si utiliza o precisa alguna ayuda técnica, quedará Reflejado Exploración Reflejaremos: Problemas musculoesqueléticos o del equilibrio (junto con TO) Problemas audiovisuales Valoración del deterioro funcional (Barthel). Revisiones frecuentes. CUIDADOS DE ENFERMERIA Inmovilidad total CUIDADOS DEL ESTADO GRAL. DEL RESIDENTE Cuidados del aparato locomotor. Movilización activa, pasiva y resistida. Alineación corporal CUIDADOS DEL APARATO CARDIOVASCULAR Actividad corporal. Control de TA y FC en busca del alteraciones en el ritmo Levantar si es posible al anciano de la cama Prevención de la éxtasis venosa y embolismos pulmonares y flebitis. CUIDADOS DEL APARATO RESPIRATORIO Ejercicios respiratorios Movilización de secreciones y drenajes posturales (fisioterapia respiratoria) Incorporación en la cama. Administras abundante agua con fines mucolíticos CUIDADOS DEL APARATO DIGESTIVO Dieta rica en fibra y equilibrada, de fácil digestión y absorción. Aporte hídrico Ayuda en las comidas y posición elevada para evitar broncoaspiraciones Higiene bucal. CUIDADOS DEL APARATO EXCRETOS Vigilar y evitar la retención urinaria Maniobras activas y pasivas para favorecer la eliminación Proporcionar intimidad CUIDADO DE LA PIEL Baño diario Masaje tonificante Prevención de UPP. preventivas. Cambios posturales. Otras medidas CUIDADOS DEL ESTADO AFECTIVO Y SOCIAL Animar al anciano a compartir emociones respecto a la limitación del movimiento Mantener la motivación hablando de un objetivo accesible a corto plazo Inmovilidad parcial Movilización (pulsiones) a los residentes en sedestación Según su capacidad, moverse en cama Pasarse de la cama a la silla (si es capaz de mantenerse en bipedestación) Asearse parcialmente, comer, tomar la medicación... Ayuda para caminar Buena movilidad Caminar Cuidados de los pies y el calzado Ayudas técnicas si precisa Mantenimiento de las AVDs Inmovilidad yatrogénica o frozada Comprobar periódicamente el grado de orientación del residente y si todavía necesita la inmovilización. Retirar la inmovilización mientras le cuidamos o está la familia con él Comprobar que las prominencias óseas del paciente que queden bajo la inmovilización, estén almohadilladas. Retirar si es posible la inmovilización c/2h. Masajear las zonas de presión y colocar la inmovilización de nuevo sólo si es necesario. Palpar frecuentemente los puntos distales a la inmovilización. Observar el área que cubre la inmovilización en busca de signos de abrasión o hematomas, inflamaciones... Si inmovilizamos extremidades, comprobar su alineación y circulación. Si el residente se resiste a la inmovilización, vigilancia estrecha para evitar que se produzca lesiones o posible estrangulación. Realizar cambios posturales a pesar de la inmovilización. Hacerle caminar si es capaz, cada 2 h. Si no es capaz, inmovilizaciones pasivas. Tener en cuenta su necesidad de ir al baño, o cambio de pañales. Si la inmovilización interfiere en actividades que puede hacer, como la toma de alimentos, quitarla durante esos períodos para mantener su capacidad. PILARES BÁSICOS DEL TTO. EN LA INCAPACIDAD PRIMER ESCALON: Movilización en cama Sedestación del residente SEGUNDO ESCALON: De sedestación a bipedestación Transferencias sillón-cama TERCER ESCALON Incrementar progresivamente el tiempo de sedestación Mantenimiento de la postura CUARTO ESCALON Practicar la deambulación diaria progresivamente, hasta que sea capaz de deambular solo. QUINTO ESCALON Fijar un programa de mantenimiento y revisión. Control de síntomas asociados Control del dolor Prevención de posibles complicaciones del inmovilismo BIBLIOGRAFÍA INTERVENCIÓN CLINICA Y PSICOSOCIAL EN EL ANCIANO; S.Rodríguez Moreno. Edit. ICPES, 1995. ENFERMERIA MEDICO-QUIRÚRGICA; Interamericana Mc Graw Hill, 1993 ENFERMERIA FUNDAMENTAL; Kozier. Edit. Interamericana Mc Graw-Hill, 1993 ENFERMERIA GERIATRICA; Edit. Paraninfo, 1998. FACTORES DE RIESGO EN LA PATOLOGÍA GERIATRICA; Edit. Clínicas Geriátricas, Madrid 1996. REHABILITACIÓN EN EL PACIENTE QUIRÚRGICO ANCIANO; Chumillas Luján, Peñalver, Ruiz y Mora. Rev. Geriatrika, Octubre 1995 GERIATRIA; Edit. Uriach. Madrid, 1992. PLANES DE CUIDADOS DE ENFERMERÍA GERIATRICA; Edit. Masson-Salvat. Barcelona 1995 CUIDADOS GERIÁTRICOS EN ENFERMERIA; Edit. Doyma. Barcelona 1985. Long-Philipps. Edit.