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Discursos, ponencias y entrevistas Sin título, carta al Presidente de Estados Unidos Manuel Espinosa Yglesias Autor: Manuel Espinosa Yglesias Tipo de documento: carta Título: Sin título, carta al Presidente de Estados Unidos Fecha: 1963 Lugar: sin especificar Clave de clasificación: II.A.3.a/1963-4 Caja: 36 Palabras clave: socialismo/ comunismo, intervención del Estado en la economía, inversión extranjera, desarrollo económico, capitalismo/libre mercado. Señor Presidente: El lunes 4 de marzo, con un grupo de personas de Latino-América, tuve el honor de ser recibido por usted, e hizo una pregunta muy interesante a la que nadie dio contestación: «¿Qué creen ustedes que debo hacer en los siguientes 12 meses?» Por supuesto, es prácticamente imposible el dar una opinión al señor Presidente de los Estados Unidos de lo que se debe hacer, y sin embargo, llegando a mi oficina, estuve pensando que es de elemental lealtad dar las opiniones que uno tenga, sean éstas buenas o malas. Por consiguiente, me permito decirle la mía, empezando por indicar que habiendo regresado recientemente del viaje que hice a los Estados Unidos, donde tuve oportunidad de asistir a juntas de hombres de negocios en Nueva York, y oír las palabras de distinguidos representantes del Senado y de oficiales del Gobierno de los Estados Unidos, me he quedado admirado de ver la grave preocupación que tiene el pueblo americano, en relación al asunto de Cuba, y cómo esa preocupación ha llegado a hacer que una figura que debería ser pequeña, como Fidel Castro, tome las proporciones gigantescas de amenazar en la mente de muchos, a un gran país como son los Estados Unidos, y a todo el hemisferio occidental. He oído muchas sugestiones indicando la necesidad de invadir Cuba y acabar con el problema cubano, quitando así la amenaza del comunismo en nuestro Hemisferio. Es mi creencia, señor Presidente, que aun quitando el comunismo de Cuba, no se quitaría por ello problema comunista del hemisferio, ya que las minorías que ahora son entrenadas en Cuba, lo serían en Rusia, y a un costo mucho más barato para la propia Rusia, pues tengo entendido que ahora está gastando en Cuba un millón de dólares diarios. Con los maravillosos sistemas de comunicación que hay en la actualidad, sería prácticamente imposible evitar que Rusia llevara y trajera gente para entrenamiento en Rusia misma, a un costo, he indicado antes, menor. Oí también decir, que si Cuba no había tenido éxito, era porque Fidel Castro era tonto, y yo creo que si Cuba fracasa, no es porque Castro sea tonto; aun cuando fuera muy inteligente, sin una managerial class capaz, es muy difícil para un pueblo salir adelante. ¿No cree usted que al hablar tanto del señor Castro, se le da una importancia que no debería tener? ¿No cree usted que Cuba carece de técnicos para manufacturar productos que tuvieran mercado en el mundo, y que su propio mercado interno es muy pequeño? He oído así mismo decir en muchas ocasiones, que si en los países no mejoras rápidamente el nivel de vida de sus pueblos, éstos caerán en el comunismo y cuando se dice esto, tal parece que el comunismo haría que los componentes de esos pueblos obtenían una mejoría en sus niveles de vida. Mi creencia es, que todo esto es equivocado, sin negar que los pueblos por su pobreza puedan ser desviados hacia otros sistemas de vida. Creo que al comunismo hay que combatirlo con sus propias armas, y éstas son principalmente de propaganda. Pienso que es indispensable que los Estados ©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas Sin título, carta al Presidente de Estados Unidos • Manuel Espinosa Yglesias • 1963 Unidos desarrollen un sistema de propaganda para que, de acuerdo con los sectores dirigentes de todos los países Latino-Americano puedan mostrar a sus pueblos lo difícil que es, si no imposible, mejorar dentro del sistema comunista. Porque técnicamente en el comunismo como es conocido hasta ahora, o mejor dicho, en el capitalismo del Estado, los diferentes escalones de mando de esa gran empresa estatal, son muy distantes y es imposible el tener la supervisión necesaria. Se entra en un problema burocrático en el que lo que más desea el que está a cargo de cualquier empresa estatal, es complacer la voluntad del jefe del partido, independientemente de los resultados de la empresa. No deseo tocar el asunto de la pérdida de la libertad porque creo que la misma no tiene un gran valor para los que apenas pueden subsistir. Los países de Europa Occidental, y más concretamente, Berlín Occidental, no tienen que poner un muro para defenderse de la infiltración comunista, son más bien los países comunistas los que no quieren que sus pueblos se den cuenta de la diferencia de vida que hay en ambos lados, y la mejor prueba, es que cada día, aparentemente, está más lejano el comunismo en Europa Occidental, a pesar de la vecindad que tiene con los países comunistas. Por supuesto, señor Presidente, que no se puede dejar de comprender que sin el plan Marshall, Europa Occidental podría haber sido comunista y por consiguiente que cuando se puedan alcanzar niveles de vida tan altos como los que ha adquirido Europa Occidental, eso sólo es prácticamente un arma definitiva en contra del comunismo. Ahora bien, como en los países en proceso de desarrollo el bajo nivel de vida no se puede superar en pocos años, y por lo tanto, tenemos que hacerles entender a nuestros pueblos que en cualquier sistema de gobierno, solamente el ahorro y la formación de capitales, llevan al pueblo a la mejoría económica. ¿No cree usted, señor Presidente, que si se pudiera mostrar a nuestros pueblos en fotografías, películas, estudios, cómo el desarrollo económico de esos pueblos no ha sido tan maravilloso y cómo hay gente que vive también en la miseria y cómo fracasa económicamente Cuba, sería una gran ayuda para defendernos mientras se alcanzan mejores niveles de vida? El comunismo, con su propaganda, ha hecho que el nacionalismo se acreciente en todo el mundo. Desgraciadamente las clases dirigentes ayudan mucho a ello, porque creen que no les conviene el competir con capital extranjero, evitando que éste venga a desarrollar el país si ni es asociado con capital local, sin que haya en los países muchas veces ni el capital local con qué asociarse, ni el deseo de los que lo tienen de hacerlo, y ha otro lado a los gobernantes, les da una bandera política. ¿No sería bueno tratar de contrarrestar lo anterior mostrando que a los países industriales de Europa les tomó siglos el acumular capitales, y a los Estados Unidos, aun cuando no tanto como a ellos, también les tomó mucho tiempo? Es necesario hacer entender a nuestros pueblos que, aun cuando la responsabilidad de progreso radica principalmente en los pueblos de cada país y que por consiguiente, son estos los encargados del desarrollo, es necesario que los capitales nacionales tengan atractivos suficientes y garantías para que no traten de emigrar, que es necesario que todos los sectores, incluyendo al obrero, contribuyan a hacer que la masa campesina mejore sus niveles de vida y que para que esto se alcance, hay que desviar cantidades importantes de la formación de capitales hacia el campo, haciendo, por supuesto, que en el campo se trabaje en unidad económicamente buena; es decir, si en un lugar la unidad económicamente laborable ©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas Sin título, carta al Presidente de Estados Unidos • Manuel Espinosa Yglesias • 1963 es de 500 hectáreas, se deben formar unidades de 500; lo mismo puedo decir de 10 y de 1000; hay que darle preferencia a la unidad económica de prescindir poco a poco de las cuestiones que por política sacrifican a unidades económicas. Solamente cuando el campesino se incorpore a mayores niveles de vida, podrá haber mercados suficientes para industrias económicamente fuertes que puedan combatir en los mercados extranjeros. Naturalmente, aun cuando un país puede progresar con sus propios recursos, este progreso es mucho más lento que sí atrae recursos ajenos y que el nacionalismo que hoy está tan en boga en los países de escaso desarrollo está prácticamente olvidado en naciones rivales como Francia y Alemania, y que por consiguiente, es deseable que se eviten argumentos políticos en contra de la inmigración del capital extranjero. En resumen, señor Presidente, todo esto nos lleva a deslindar los campos entre comunismo y progreso económico: no se puede alcanzar progreso económico sin estabilidad política, pero esto no se puede obtener siempre sacrificando el progreso económico, porque a la larga, por la falta de este progreso económico vendrán graves dificultades políticas. Es necesario, indispensable, que el nivel de vida se aumente, pero para eso, es necesario también que los gobiernos entiendan que las empresas estatales que pierden dinero, son de poca ayuda a la comunidad, ya que aun cuando sus pérdidas sean aparentemente justificadas porque dan un producto barato a la comunidad, en realidad la comunidad entera las paga a precio más del justo, ya que para que sigan subsistiendo esas empresas, los gobiernos tienen que sacrificar impuestos que están destinados al mejoramiento de todo el pueblo. Es necesario entender que para detener el peligro comunista, no podemos esperar al progreso económico, y por esto me he permitido dar mi opinión acerca de la forma de contrarrestarlo con sus propias armas, aun cuando también es indispensable que se vea que tanto para América Latina como para los Estados Unidos, es importante el desarrollo económico de Latinoamérica por dos razones diferentes, y se puede decir iguales: para América Latina porque necesita que sus pueblos vivan mejor; para los Estados Unidos, porque necesita mejores mercados para sus mercancías, pues los mercados que actualmente tiene en todo el mundo, están amenazados. Sé de antemano, que es una pretensión de mi parte el opinar de estas materias ante persona tan importante y capacitada como es usted, pero usted lo solicitó y cumplo con darle mi opinión. Atentamente, Manuel Espinosa Yglesias