Download Sin título, sobre el significado de los disturbios estudiantiles en el

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Discursos, ponencias y entrevistas
Sin título, sobre el significado de los disturbios
estudiantiles en el mundo
Manuel Espinosa Yglesias
Autor: Manuel Espinosa Yglesias
Tipo de documento: conferencia
Título: Sin título, sobre el significado
de los disturbios estudiantiles en
el mundo
Fecha: octubre de 1968
Lugar: México, d.f.
Audiencia: reunión del Club 20-30 de
la Ciudad de México, a.c.
Clave de clasificación: II.A.3.a/1968-7
Caja: 38
Palabras clave: capitalismo, socialismo, libertad y bienestar material,
clubes de servicio.
Considero como un gran privilegio estar hoy entre ustedes. Creo que el Club 20-30
constituye un ejemplo muy valioso de amistad y de solidaridad de ideas y objetivos.
Los felicito por esta labor tan estimulante y los aliento a que continúen con brío renovado en el futuro. Es mucho lo que México necesita su entusiasmo y colaboración.
Cuando se me hizo la muy honrosa invitación de compartir con ustedes estos
minutos, bastante dudé sobre la elección del tema de esta charla. Y es que en estos
días hay muchos, y todos ellos muy interesantes: las perspectivas de la economía
mexicana, por ejemplo; los resultados previsibles de la Olimpíada, el posible
impacto de la elección norteamericana, la ola de disturbios estudiantiles en el
mundo occidental. No pretendo presumir de una erudición que no tengo. Sencillamente son temas de mucha actualidad, de enorme difusión y de gran interés.
Sin embargo, hace unos cuantos días, al estar hojeando una de las revistas
extranjeras que circulan en nuestro país, leí un artículo que puede servir de punto
de partida para exponerles algunas de mis reflexiones sobre los problemas actuales. El reportaje, titulado «Ilusos los que lo crean», sostiene la tesis de que el mundo esta dividido en dos sistemas rivales, con sus respectivos centros de gravedad
Washington y en Moscú, y de que se equivocan los que pretenden no estar en una
de las dos mitades. En los años cincuenta, y estoy aquí utilizando el análisis que
se hace en el artículo, fueron los políticos africanos y asiáticos lo que buscaron
la formación de un «tercer mundo» y fracasaron. A mediados del decenio de los
sesenta fue el Presidente De Gaulle el que persiguió la teoría de la «tercera fuerza»,
también sin éxito. Ahora son las juventudes de la «nueva izquierda» las que están
buscando ese tercer limbo ideológico.
Según la revista, tampoco lo van a encontrar. De hecho, mientras no aparezca otro centro hegemónico, respaldado militarmente, en Europa, en Japón, o en
China, capaz de cumplir la función que están desempeñando los Estados Unidos
y la Unión Soviética, el resto de los países seguirá dependiendo, con diferencias de
grado, de uno de los gigantes para su comercio, su ayuda económica, sus necesidades tecnológicas y, en última instancia, su protección militar.
No es un mundo ideal, pero es el que vivimos. Resulta incluso menos ideal
cuando se aprecia que los países no tienen libertad, ni para cambiar de bando. Esto
se ha demostrado vívidamente en lo que respecta a la esfera comunista con las dolorosas experiencias de Checoslovaquia y Hungría. La situación no es tan clara en
lo que toca al mundo occidental, si bien parece que hay una presunción parecida.
A pesar de estas semejanzas, lo cierto es que hay mucha efervescencia en la
esfera occidental, y esto ha suscitado dudas y ocasionado trastornos. Los disturbios franceses, por ejemplo, han ocasionado fuertes salidas de capitales y otros
reveses de tipo económico. En última instancia, Francia, que hace apenas seis meses, tenía una de las economías más sanas del orbe, ha quedado al borde de tener
que introducir ajustes tan drásticos como una devaluación del franco.
©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas
Sin título, sobre el significado de los disturbios estudiantiles en el mundo
Manuel Espinosa Yglesias • Octubre de 1968
Mucho me han preocupado estos vaivenes; y más cuando se han empezado a
extender hacia México. Sin embargo, me anima pensar que es el precio que pagamos por la libertad. Solo los regímenes dictatoriales, autoritarios, están al margen
de estos disturbios. En la esfera comunista, cualquier desviación del orden establecido se ahoga en la represión más inmisericorde. Aquí no se aceptan protestas
o nuevas ideas, manifestaciones o diálogos. La sumisión tiene que ser completa.
Hay muchos ejemplos de los castigos que se aplican en los países comunistas
a cualquier infracción de la muy rigurosa disciplina social y política. Los eslabones
más recientes de la larga cadena son los juicios y las severas sentencias impuestas
a un puñado de ciudadanos soviéticos por el hecho de haber protestado públicamente contra la invasión de Checoslovaquia. Además, aquí cito del fascinante libro
de Milovan Djilas La Nueva Clase, «el sistema comunista, por regla general, ahoga
y reprime toda actividad intelectual con la que no está de acuerdo, es decir todo lo
que es profundo y original.»
Y más adelante Djilas afirma: «La historia perdona a los comunistas muchas cosas, dando por sentado que se vieron obligados a realizar muchos actos
brutales a causa de las circunstancias y de la necesidad de defender su existencia.
Pero la supresión de todo pensamiento divergente, el monopolio exclusivo del
pensamiento con el propósito de defender sus intereses personales, clavará a los
comunistas a una cruz de vergüenza en la historia».
Esto no sucede en los países occidentales; y he ahí la clave de la efervescencia
que hemos venido padeciendo. Aquí puede surgir un filósofo como Marcuse, con
sus teorías de la nueva izquierda que tanto han provocado a la juventud; o un pintor con la rebeldía de Diego Rivera, o un director de cine tan crítico de la situación
actual como Antonioni. Se toleran y se discuten nuevas ideas y nuevos enfoques.
Se acepta la crítica del orden establecido. Se admite la existencia de grupos poco
afines al grueso de la sociedad. Hay oposición política y una activa lucha electoral.
Un medio así alienta y provoca muchas veces. Alienta, por un lado la creatividad del hombre; promueve el cambio, y permite un desenvolvimiento acelerado
de la sociedad. Sin embargo, en parte por la creciente complejidad de los procesos
económicos y políticos del mundo occidental, también provoca tensiones y malestar que incluso llegan a desahogarse, no por los caminos legales, sino por los
conductos no permitidos. Esto es lo que está pasando con los disturbios estudiantiles en varios de nuestros países.
Lo importante, creo yo, es tener plena conciencia de que estos conflictos son
simplemente un reflejo de nuestro sistema. De un sistema de libertad, en el que
se alienta la creatividad y el cambio. Sólo así se podrá seguir progresando. En
este sentido, los propios disturbios que hemos tenido en México —llamémoslos
estudiantiles para estar con la época— en tanto promuevan reformas útiles de las
cuales estructuras educativas, pueden resultar provechosas.
No hay, pues, motivo de alarma exagerada. Hay que seguir trabajando,
conscientes de la solidez de nuestra forma de vida. En México, en especial, lejos
de atemorizarnos, debemos de redoblar la marcha. Son ya muchos años de lucha,
de trabajo, y los resultados los tenemos por doquier. Hay un abismo entre lo que
era nuestro país en 1930 y lo que es ahora. En lo económico y en lo social hemos
avanzado a muy grandes zancadas.
©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas
Sin título, sobre el significado de los disturbios estudiantiles en el mundo
Manuel Espinosa Yglesias • Octubre de 1968
Nos falta mucho, sin embargo. Precisamente crear más riqueza para que
más mexicanos la disfruten. Necesitamos más industrias, sobre todo aquellas que,
como la turística, la minera, la forestal o la ganadera, no significan mayores precios
al consumidor. Requerimos más gente capaz, hombres y mujeres entrenados para
manejar con eficiencia el enorme aparato productivo que es la economía mexicana.
Tengo confianza en el futuro. Tengo confianza en México y en los mexicanos.
Tengo fe en que el sector público y el sector privado sigan combinando esfuerzos
para que el país continúe hacia delante. No será un camino llano, como lo ha sido
en el pasado. Pero será sumamente estimulante.