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Discursos, ponencias y entrevistas Carta a los señores accionistas y a los clientes y empleados de las instituciones del Sistema Bancos de Comercio Manuel Espinosa Yglesias Autor: Manuel Espinosa Yglesias Tipo de documento: carta Título: Carta a los señores accionistas y a los clientes y empleados de las instituciones del Sistema Bancos de Comercio Fecha: abril de 1970 Lugar: México d.f. Publicación: Revista Nuestro Sistema Bancomer Clave de clasificación: II.A.3.a./1970-4 Caja: 38 Palabras clave: desarrollo económico; Sistema Bancos de Comercio, logros. En muchos sentidos, 1969 fue un año de prueba. Fue un año de prueba para el sistema monetario internacional y para los mecanismos de cooperación financiera entre las naciones. Fue un año de prueba para la economía mexicana. Fue incluso un año de prueba para el Sistema Bancos de Comercio. Aunque en los primeros meses de 1969 algo se avizoraba ya, fueron bien pocos los que previeron la gravedad de la situación internacional que efectivamente se presentó hacia mediados de año. Los esfuerzos de varios países industriales por controlar sus presiones inflacionarias, en general, los Estados Unidos, se combinaron con la debilidad de algunas monedas clave, como el franco francés y el franco belga, y con la fortaleza de algunas otras, como el marco alemán y el yen japonés, para provocar un frenesí especulativo como nunca antes se había presenciado. Sobrevino una aguda escasez de fondos prestables y los tipos de interés en los mercados internacionales rompieron casi cualquier precedente. En el mercado del Eurodólar, por ejemplo, los bancos comerciales norteamericanos llegaron a pagar en junio pasado intereses del 12% anual sobre préstamos a tres meses. Gradualmente, hacia finales del año, gracias a la devaluación del franco francés, a la reevaluación del marco alemán, al fortalecimiento de la libra esterlina y a la introducción de los Derechos Especiales de Giro, la angustia fue disminuyendo. Ala tempestad siguió la calma. Una calma quizás transitoria, pero calma al fin. Es sintomático que el precio del oro en el mercado libre se haya estabilizado en las últimas semanas al precio oficial de 35 dólares la onza y que inclusive se haya cotizado en ocasiones por debajo de este nivel. Todo esto, sin embargo, dejó una huella muy honda en nuestro país. Por un lado, tuvimos que batallar más —y pagar más— para obtener los créditos internacionales que precisábamos en 1969. Por otro, fue indispensable elevar los tipos locales de interés, pues hubiera sido ilusorio pretender que México pudiera permanecer al margen de los acontecimientos externos. Los bancos, en nuestra calidad de intermediarios financieros, tuvimos entonces que pagar más intereses al ahorrador, pero nos vimos igualmente obligados a elevar nuestros cargos a los usuarios de crédito. Ciertamente esto significó aumento de costos, mas casi cualquiera otra alternativa hubiera tenido efectos más perjudiciales. Las repercusiones derivadas de los trastornos internacionales se combinaron con algunos problemas de orden interno. El clima, para citar el caso mas serio, se porto inmisericordiosamente con el agricultor mexicano en 1969. Tuvimos sequías angustiosas en algunas partes del país; inundaciones como hace mucho no se presentaban en otras, y abundaron las heladas prematuras. En varios cultivos, además, las plagas fueron especialmente destructivas y las condiciones de los mercados agrícolas dejaron mucho que desear. Fue, en verdad, un año difícil para nuestros hombres de campo. ©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas Carta a los señores accionistas y a los clientes y empleados de las instituciones del Sistema Bancos de Comercio • Manuel Espinosa Yglesias • Abril de 1970 Pero la economía mexicana es ya mucho más que agricultura y ha desarrollado incluso poderosas defensas contra posibles contagios del extranjero. El debilitamiento agrícola fue compensado por el fortalecimiento de otras actividades: en particular, la industria petroquímica, la de energía eléctrica, la construcción y las manufacturas. Se reafirmo también la recuperación de la minería. Al final de cuentas, la economía mexicana creció en 1969 a una tasa no muy distinta de la que se ha venido registrando, en promedio, en los últimos seis o siete años. Lo que es más: aunque se aceleraron los aumentos de precios durante el año, todavía fueron inferiores a los de varios países industriales, notablemente, los Estados Unidos. No se deterioró, pues, la solidez de nuestro tipo de cambio. En suma, no obstante los factores adversos, nuestro desenvolvimiento siguió adelante. La economía mexicana demostró en 1969 poderío, dinamismo, resistencia. Debemos congratularnos y sentirnos estimulados. El Sistema Bancos de Comercio encaró, a su vez, desafíos en varias áreas el año pasado. Los ajustes de los tipos de interés fueron uno de ellos. Otro fue el lanzamiento de la Tarjeta de Crédito Bancomer. Otro más, la necesidad de reforzar nuestras políticas de personal. Me complace anunciarles que, en estos y otros campos, los avances logrados fueron de mucha significación. En lo que respecta a la Tarjeta Bancomer, la mayor parte de los altísimos costos que su operación conlleva fueron absorbidos en los meses de 1969. De hecho, lo que se logró el año pasado en materia de promoción y de organización supero con mucho lo que habíamos programado. Esto nos ha inyectado optimismo y bríos. Esperábamos que la Tarjeta empezara a rendir utilidades hasta 1974 o 1975. Ahora creemos que el plazo puede acortarse considerablemente. Avances como este son testimonio del vigor y de la fortaleza del Sistema Bancos de Comercio. En 1969, sin descontar las operaciones interbancarias, los recursos totales de balance de los 32 bancos de deposito y ahorro, de nuestra sociedad financiera y de la institución hipotecaria subieron 30.4%, hasta más de $32,500 millones. Si se incluyen las cifras de nuestra compañía de seguros, en total rebasaría holgadamente los $ 33,000 millones, casi $7,630 millones más de lo que se tenía a finales de 1968. El año anterior el crecimiento había sido de alrededor de $3,900 millones. No obstante las presiones de costos que tuvimos que soportar durante 1969, nuestras utilidades continuaron creciendo. En los doce meses del año subieron 10.3%. Vale la pena reiterar que la obtención de utilidades atractivas sigue siendo una de nuestras preocupaciones primordiales. Que sin ellas, que son el alimento de nuestro futuro, difícilmente podríamos desarrollar el Sistema al ritmo que aspiramos. Nuestra meta es crecer, pero hacerlo con eficiencia. Esto automáticamente generará por lo regular utilidades atractivas para nuestros accionistas, que tan lealmente han apoyado siempre el desenvolvimiento del Sistema Bancos de Comercio. Beneficiar al país, sin embargo, continúa siendo nuestro principal objetivo. A fines del año pasado tuvimos la satisfacción de concluir la serie de 32 estudios económicos sobre las distintas economías de los estados de la República. Con ella pretendimos auxiliar al gobierno y a los particulares para lograr un conocimiento mas profundo de los problemas económicos de nuestro país. A nosotros nos han servido y creemos que pueden ser de utilidad para todo aquel que, de una forma u otra, tenga interés en la economía de México. ©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas Carta a los señores accionistas y a los clientes y empleados de las instituciones del Sistema Bancos de Comercio • Manuel Espinosa Yglesias • Abril de 1970 Esta es una demostración más de nuestro enorme interés en la provincia mexicana. Nuestro financiamiento a la economía nacional siguió siendo un apoyo importante a las actividades productivas. Terminamos el año con saldos de más de 28 mil millones de pesos, de los cuales la mayor parte fue créditos a nuestra clientela. En 1969, como en años anteriores, satisfacer con eficiencia las necesidades de crédito de nuestros clientes fue uno de los propósitos fundamentales del Sistema. En este sentido, vale la pena destacar que el año pasado operamos cartera por un monto de más de 144 mil millones de pesos. En vista de las proyecciones que tenemos para nuestra organización, hemos decidido seguir ampliando las instalaciones de nuestro edificio principal del Banco de Comercio de la ciudad de México. Por lo pronto, hemos adquirido ya los predios contiguos de la calle Bolívar, con lo cual el edificio llegará hasta 16 de Septiembre, unos veinte metros al oriente de la esquina de Bolívar y 16 de Septiembre. Pretendemos cumplir con estos dos propósitos. Por otro lado, estamos abriendo nuevos espacios para hacer frente a nuestra expansión. Por el otro, y quizás esto sea importante, estamos contribuyendo a revitalizar el centro de la ciudad de México. Ciertamente esta nueva ampliación se pudo haber hecho, a un costo mucho mas bajo, fuera de esta zona. Pero creemos que esto sería un gran desperdicio. Que estaríamos desaprovechando el encanto, el señorío y la tradición que tiene el centro capitalino. Creemos que la revitalización del centro precisa de un esfuerzo combinado. Hasta ahora casi solo hemos sido los banqueros los que hemos efectuado trabajos concretos para lograrlo. Pero se necesita de mucha mas ayuda. Se requiere la colaboración decidida del gobierno, de los hombres de negocios, de los profesionistas. Sería un crimen que las maravillas arquitectónicas y artísticas que tenemos en esta zona de la ciudad se fueran perdiendo por descuido y por falta de interés. El centro es uno de los monumentos nacionales más valiosos que poseemos. Su revitalización, sin embargo, no es tarea fácil. Hay que hacer fuertes inversiones y hay que hacer algunos sacrificios. Se necesita, por ejemplo, y estas son solo ideas, agilizar el acceso y aumentar las áreas de estacionamiento de automóviles. Esto significaría ampliar algunas calles y construir varios edificios más de estacionamiento. Se requeriría también limitar la circulación de vehículos en varias arterias. Sería igualmente necesario revisar la decisión de congelar rentas en esta zona, a fin de alentar nuevas y mejores construcciones. El gobierno tendría, además, que vigilar cuidadosamente las características de cada nueva edificación. A pesar de lo poco que se ha hecho hasta ahora, en el Sistema tenemos fe en el futuro del centro. Creemos que no tardará en despertar interés genuino y constructivo por su revitalización. De ser así, como ya lo hemos demostrado; cualquier esfuerzo en este sentido contará con nuestro apoyo total y decidido. No quiero terminar esta carta sin una nota de agradecimiento. Aunque aquí las palabras resultan insuficientes, agradecemos profundamente a nuestra clientela su preferencia por el Sistema Bancos de Comercio. Nos comprometemos a seguirle sirviendo con todo nuestro empeño en este año de 1970 y en el porvenir. También queremos enviar un mensaje de reconocimiento a nuestros accionistas en todo el país. Sin su ayuda seríamos nada. ©Centro de Estudios Espinosa Yglesias • Discursos, ponencias y entrevistas Carta a los señores accionistas y a los clientes y empleados de las instituciones del Sistema Bancos de Comercio • Manuel Espinosa Yglesias • Abril de 1970 En este sentido, lamentamos en 1969 el sensible fallecimiento de uno de nuestros accionistas más queridos: Don Maximiliano Michel. Fue socio fundador del Banco de Comercio s.a. Y por muchos años Vice-presidente de su Consejo de Administración. Mucho extrañaremos, en verdad, su inestimable colaboración. Descanse en paz el buen amigo. Las autoridades continuaron cooperando, como siempre, eficaz y desinteresadamente con nosotros. A ellas, pues, nuestro mas sincero agradecimiento. Nuestro personal demostró nuevamente en 1969 un alto grado de dedicación y de profesionalismo. Cada uno de ellos tiene nuestro afecto y nuestra gratitud. Les agradecemos su muy eficiente colaboración y los alentamos para que nos la sigan brindando en el futuro. Solo así, el Sistema, su Sistema, podrá seguir adelante con nuevos bríos. Manuel Espinosa Yglesias Presidente del Consejo de Administración