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1982
FUNDACION
Dr. J.R. Villavicencio
Utilidad del tomógrafo multidetector de
64 canales en el estudio del aparato urinario
Daniela Stoisa1; Fabrizio Galiano2; Andrés J. Quaranta1; Roberto L. Villavicencio1
1
Médico Especialista en Diagnóstico por Imágenes. Diagnóstico Médico Oroño
2
Escuela de Diagnóstico por Imágenes, Fundación Dr. J. R. Villavicencio
Rosario, Argentina
[email protected]
Resumen
Objetivo. Mostrar nuestra experiencia en el estudio del
aparato urinario mediante tomógrafo multidetector
(TCMD) de 64 canales, incluyendo las técnicas
utilizadas, los diferentes hallazgos y sus ventajas.
Material y Métodos. Todos los pacientes fueron
estudiados con tomógrafo multidetector Philips
Brilliance de 64 canales. Cuando se administró material
de contraste iodado endovenoso se usó bomba
inyectora y se obtuvieron fases córtico-medular,
nefrográfica y excretora. Para optimizar la fase
excretora se utilizó 1 ampolla de furosemida EV o bien el
cambio de decúbito para mejor distribución del
contraste eliminado. En todos los casos se obtuvieron
reconstrucciones multiplanares, MIP y volumétricas
procesadas en workstation Philips Brilliance 190 P. A los
pacientes se les suministró agua como medio de
contraste oral. Resultados. Dividimos los hallazgos
encontrados en patología del parénquima renal
(agenesia, poliquistosis, pielonefritis, neoplasia uni o
bilateral), patología del sistema excretor (duplicación,
estenosis pieloureteral, litiasis, uronefrosis, neoplasia,
catéter doble J, fístula urodigestiva, riñón transplantado
y cambios post-quirúrgicos), patología vascular (arterial
o venosa, congénita o adquirida) y patología vesical
(divertículos, procesos inflamatorios, neoplasias y
cambios post-quirurgicos). Conclusión. El uso de TCMD
de 64 canales optimiza el estudio del aparato urinario,
dada su alta calidad de imagen haciendo obsoletas
otras metodologías diagnósticas como el urograma
excretor (UE) y la angiografía digital. Su corta duración
anula los artefactos por movimientos respiratorios e
intestinales y permite adquirir las imágenes en el
momento preciso para cada fase post-contraste EV. El
hecho de ser un estudio isotrópico maximiza el posterior
análisis de las imágenes en todos los planos
ortogonales con igual resolución espacial permitiendo
obtener las reconstrucciones deseadas.
Abstract
Purpose: To show our experience in the Urinary System
study using a 64 channel-multidetector-row CT scanner,
including the techniques, findings and advantages of
this method. Material and Methods: All the patients have
been studied with a 64 channel multidetector row Philips
Brulliance CT scanner. The intravenous contrast has
been administered using a double head injector bomb.
We have obtained non enhanced images,
corticomedular, nephrographic and excretory
enhanced phases. In order to optimized the excretory
phase we used intravenous furosemide or decubital
changes for a better contrast distribution within the
urothelial lumen. MIP and volumetric reconstruction
have been obtained processed with a 190 P Philips
Brilliance Workstation. Water solution was used as oral
contrast material. Results: The findings were divided
into renal pathology (agenesis, poliquistosis,
pielonephritis and uni or bilateral neoplasm), collector
system pathology (duplications, pieloureteral stenosis,
lithiasis, uronephrosis, neoplasm, double J catheter,
urointestinal fistula, transplanted kidney and
postsurgical changes), vascular pahtology (arterial,
venous, congenital or acquired) and bladder pathology
(diverticulum, inflammatory, neoplasm and post surgical
changes). Conclusion: The use of 64-MDCT optimizes
the study of the urinary system because of its high
imaging quality, making obslotes other technologies
such as the excretory urogram and digital angiography.
Its short duration allows us to obtain a study without
patient movement or peristaltic artifacts, as well as with
the adequate delay to obtain better postcontrast phases.
The fact that this is an isotropic study, can maximize the
posterior imaging analysis in all planes with the same
resolution.
Key Words: UroCT, multidetector row CT, CT
Urography.
Palabras clave: UroTC, TC multidetector, Urografía por
TC.
Introducción
La tomografía helicoidal multidetector (TCMD) de 64
canales presenta ventajas considerables en el estudio
del tracto urinario y tiene el potencial de transformarse
en una modalidad de estudio única utilizada tanto para
evaluación diagnóstica como para planificación
terapéutica en casi todas las patologías, tanto renal
como del sistema excretor, lo cual conlleva a que las
tecnologías diagnósticas convencionales, como ser el
urograma excretor (UE) y la angiografía digital, se
conviertan en obsoletas.
ANUARIO FUNDACIÓN Dr. J. R. VILLAVICENCIO | 2007 | Nº XV
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Utilidad del tomógrafo multidetector de 64 canales en el estudio del aparato urinario
Este artículo muestra nuestra experiencia en el estudio
del aparato urinario utilizando dicho tipo de tomógrafo e
incluimos las técnicas utilizadas, los diferentes
hallazgos y sus ventajas.
Dentro de la patología que afecta el parénquima renal
encontramos casos de agenesia, poliquistosis,
pielonefritis y procesos expansivos sospechosos de
neoplasia tanto uni como bilateral (Figs. 1, 2 y 3 ).
Material y métodos
A la patología relacionada con el sistema excretor la
clasificamos en origen congénito (duplicaciones),
sistemas excretores ectásicos ya sea en relación a
estenosis pieloureteral, secundarios a litiasis, neoplasia
urotelial e implantes peritoneales (Figs. 4, 5, 6 y 7). Uno
de los pacientes fue evaluado para el estudio posicional
de su catéter doble J (Fig. 8) mientras que otros con
antecedentes quirúrgicos urológicos se sometieron a
este estudio para valoración del estado de su sistema
excretor neoimplantado (ya sea por transplante renal
como por cistectomía radical con neovejiga) (Figs. 9 y
10). Otra de las patologías incidentalmente encontradas
consistió en una fístula urodigestiva en una paciente con
antecedentes de cirugía ovárica en estudio para control
de su patología de base.
Todos los pacientes fueron estudiados con tomógrafo
multidetector Philips Brilliance de 64 canales. En
aquellos pacientes en los que se obtuvo estudio
contrastado se administró material de contraste iodado
endovenoso (EV) a través de bomba inyectora doble
cabezal utilizando un volumen de 120 ml (Omnipaque
Iohexol®) seguidos de 60 ml de solución fisiológica a
través de Abbocath colocado más frecuentemente en
vena del pliegue del codo a una tasa de 3-5ml/segundo.
Se obtuvieron fases sin contraste (principalmente con el
fin de visualizar cálculos urinarios), córtico-medular
(obtenida entre 20 y 30 segundos post-contraste
endovenoso), nefrográfica (entre 60 y 80 segundos
post-contraste endovenoso) y excretora (3 minutos o
más post-contraste EV).
Los parámetros de los datos crudos fueron 3 mm de
espesor, 1.5 mm de incremento con matriz de 512 x 512.
Una vez obtenidos, cada secuencia se reprocesó con
cortes de 0.9 mm de espesor y 0.4 de incremento,
permitiendo así que la radiación recibida por el paciente
sea menor.
Para optimizar una distribución homogénea del material
de contraste dentro del sistema excretor y obtener una
adecuada distensión del mismo durante la fase
excretora, en algunos pacientes se utilizó 1 ampolla de
furosemida EV previa a la administración del material de
contraste EV, mientras que en otros se procedió al
cambio de decúbito (pasando al decúbito ventral y luego
nuevamente al dorsal).
A los pacientes se les suministró agua como medio de
contraste oral para evitar superposición de las
estructuras intestinales y colónicas rellenas con
material de contraste radiodenso sobre el sistema
excretor, impidiendo la obtención de reconstrucciones
multiplanares de calidad diagnóstica.
Figura 1: TCMD reconstrucción volumétrica coronal oblicua
que demuestran la agenesia renal izquierda con sistema
excretor contralateral conservado.
A su vez todos recibieron dos ampollas de butil bromuro
de hioscina intramuscular con el fin de disminuir el
peristaltismo principalmente intestinal y en segundo
lugar ureteral.
En todos los casos se post-procesaron los datos crudos
en workstation Philips Brilliance 190P obteniéndose
reconstrucciones multiplanares, tanto MIP como
volumétricas.
Resultados
En base a los hallazgos decidimos dividir la patología
encontrada en cuatro grandes grupos: renal, del
sistema excretor, vesical y vascular.
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Figura 2: TCMD reconstrucción volumétrica coronal oblicua
para mostrar una visión macroscópica del gran aumento del
tamaño de ambos riñones en un paciente con poliquistosis
renal.
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Figura 3: TCMD imagen axial que muestra
procesos expansivos renales bilaterales
con realce heterogéneo post-contraste EV
(A y B). Reconstrucción volumétrica en el
plano coronal que muestra una visión
macroscópica de las múltiples masas
ocupantes de espacio que comprometen
ambos parénquimas renales ©.
Figura 4: TCMD reconstrucción
volumétrica coronal que muestra doble
sistema excretor incompleto izquierdo.
Figura 5: TCMD reconstrucciones
volumétricas coronales oblicuas que
muestran estenosis a nivel pieloureteral
izquierda, con uréter homolateral de
calibre conservado. Obsérvese la
compresión producida por la ectasia sobre
el parénquima renal lo cual se traduce con
una franca disminución del espesor
córtico-medular homolateral.
Figura 6: TCMD imagen axial que muestra
litiasis en tercio distal del uréter izquierdo
(A). Reconstrucción a trazo libre que
despliega el sistema excretor ectásico
proximal a la litiasis ureteral izquierda (B)
mostrando su exacta ubicación.
Figura 7: TCMD imagen axial que muestra
defecto de relleno a nivel del sistema
calicilar superior izquierdo en la fase
excretora (A). Reconstrucción a trazo libre
realizada a nivel de la región de interés que
despliega el cáliz afectado demostrando la
lesión urotelial que compromete la luz del
mismo (B).
Figura 8: TCMD reconstrucciones
volumétricas coronales que muestran
catéter doble J en el interior del sistema
excretor derecho y su procidencia hacia la
luz vesical.
Figura 9: TCMD reconstrucciones
coronales obtenidas con diferentes
espesores, que muestran riñón
transplantado en FID y que despliegan su
sistema excretor hasta la desembocadura
vesical.
Figura 10: TCMD reconstrucciones coronales MIP (A) y volumétrica (B) de paciente con
antecedentes de cistectomía radical que muestran el estado de la neovejiga y los uréteres
abocados. Nótese la moderada uronefrosis derecha consecuente.
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Figura 11: TCMD reconstrucción volumétrica coronal que
muestra arterias renales dobles bilaterales (flechas).
Figura 12: TCMD reconstrucción a trazo libre que muestra
ateromatosis cálcica aórtica que compromete el ostium de la
arteria renal derecha.
Figura 13: TCMD imagen axial (A), reconstrucciones MIP (B plano posterior) y volumétrica (C plano anterior) que muestran aneurisma
con ateromatosis cálcica parietal que compromete a la arteria renal derecha luego de su primera ramificación, en la entrada al hilio renal.
La reconstrucción a trazo libre (D) permite un mejor despliegue de la luz arterial y así su mejor localización y relaciones anatómicas.
Figura 14: TCMD reconstrucciones volumétricas lateral (A),
oblicua posterior derecha (B) y posterior semiaxial (C) que
muestran dos imágenes de suma diverticulares en relación a la
pared vesical. La imagen lineal de mayor densidad adyacente a
los mismos corresponde a mayor concentración del material de
contraste por el decúbito.
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Figura 15: TCMD imágenes axiales en diferentes niveles del
sistema excretor que muestran uronefrosis derecha en toda su
extensión (flechas curvas) secundaria a neoplasia vesical que
compromete la unión vesicoureteral derecha (flechas rectas).
La TCMD permitió obtener en pocos segundos un estudio de
alta calidad diagnóstica en un paciente de 84 años no
colaborador.
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La patología vascular encontrada se ubicó tanto a nivel
de las estructuras arteriales como venosas, en
cualquiera de los dos casos se trataron de variantes
congénitas y secundarias a patología adquirida como
ser la ateromatosis cálcica, aneurismas y la trombosis
venosa (Figs. 11,12 y 13 ).
Por último, dentro de la patología vesical, destacamos
las benignas como los divertículos, la patología
inflamatoria y las malignas como las neoplasias
parietales o bien su control post-quirúrgico como en el
caso de las neovejigas (Figs. 14 y 15).
Discusión
Desde que se implementó el estudio tomográfico
helicoidal, esta modalidad ha reemplazado
ampliamente el uso del UE en aquellos pacientes que se
presentan con cólicos renales (1, 2). Así la aparición de
la TCMD permite adquirir en corto tiempo imágenes
isotrópicas en el estudio dinámico renal que pueden ser
reconstruidas en forma exquisita en tres dimensiones
permitiendo un excelente despliegue del sistema
excretor y de similares características que del UE en un
tiempo muy corto (alta resolución temporal). Esto
conlleva a que ésta sea la modalidad de elección en el
estudio urológico para muchos médicos derivantes,
sobre todo en aquellos pacientes con hematuria (2).
Una de las ventajas que presenta el estudio por TCMD
en relación al UE es que este último solamente permite
valorar la luz del sistema excretor mientras que el
primero permite la valoración anatómica del sistema
excretor tanto luminal como parietal, de las estructuras
adyacentes y del parénquima renal (1 - 5).
A pesar de que en la actualidad el verdadero rol que
cumple la TCMD en el estudio urológico sigue en
estudio, un amplio rango de variantes anatómicas y
condiciones patológicas han sido demostradas con
éxito por esta metodología dentro de las que se incluyen
cálculos urinarios, patología inflamatoria y neoplasias
benignas y malignas (1, 2, 4, 6).
El protocolo adecuado para el estudio de Uro-TCMD
incluye una fase sin contraste EV, luego de la cual se
procede a su administración obteniéndose las fases
córtico-medular, nefrogáfica y excretora (2, 6).
La secuencia sin contraste EV no sólo se adquiere para
demostrar la probable presencia de urolitiasis (renal,
ureteral o vesical) sino también para valorar la densidad
de lesiones focales renales. En ocasiones también
pueden identificarse los carcinomas de células
transicionales dado que los mismos presentan densidad
levemente mayor al líquido que los rodea.
Al igual que la TC convencional, la TCMD permite
demostrar anomalías congénitas renales de posición,
número y morfología. Por el contrario, las duplicaciones
del sistema excretor son mejor valoradas por la TCMD
debido a su capacidad de obtener imágenes isotrópicas
en cualquier plano ortogonal (2).
Normalmente la presencia de cálculos urinarios se
manifiesta con un cuadro clínico típico de dolor cólico en
flanco y hematuria y si bien el UE y la ecografía pueden
demostrar la presencia de los mismos, su sensibilidad
es menor a la de la TC convencional aunque ésta última
es suficiente para su diagnóstico; la TCMD adquiere
importancia en el estudio de la enfermedad litiásica
crónica proveyendo información sobre número, tamaño,
ubicación y efectos sobre el sistema excretor como ser
la uronefrosis (5).
Muchas patologías inflamatorias infecciosas y no
infecciosas pueden comprometer el parénquima renal
provocando consecuentemente hematuria.
Normalmente la pielonefritis aguda es diagnosticada y
tratada en base al cuadro clínico y datos de laboratorio,
recurriendo al estudio imagenológico por TC cuando la
respuesta de la misma al tratamiento es pobre o bien
para la detección de probables complicaciones como
ser absceso renal o extensión al espacio perinéfrico. El
estudio por TC adquiere mayor importancia en
pielonefritis crónicas y sus consecuencias a nivel
parenquimatoso y del sistema colector como ser la
tuberculosis, pielonefritis cróncia y xantogranulomatosa. Si bien la enfermedad inflamatoria renal
puede ser correctamente demostrada con la TC
convencional, el uso de TCMD está supeditado a la gran
precisión con que la misma adquiere las diferentes
fases renales luego de la administración del contraste
EV, sin probabilidad de error por lo cual ni se oculta ni se
dificulta el diagnóstico de algún proceso del parénquima
renal por obtener secuencias demasiado tempranas o
demasiado tardías. Las anormalidades de la perfusión
del parénquima renal durante la pielonefritis son
demostradas en la fase de realce homogéneo del
parénquima o sea la nefrográfica, siendo más eficaz que
la fase córtico-medular para demostrar la patología que
compromete la médula renal. Los hallazgos
imagenológicos se correlacionan con los histológicos
donde se evidencian obstrucción de los túbulos
colectores con retardo en la concentración del material
de contraste, edema intersticial y vasoespasmo,
traducidos en el característico nefrograma estriado
donde alternan áreas hipo e hiperperfundidas con áreas
de poca diferenciación córtico-medular y áreas focales
corticales y subcorticales de baja densidad. Pueden
asociarse a alteración de los planos grasos del seno
renal y perirrenales y aumento del tamaño renal (1, 3).
La fase sin contraste es de gran utilidad en demostrar la
presencia de gas, hemorragia intraparenquimatosa o
eventuales cálculos concomitantes (1).
En cuanto al estudio angiográfico renal, una de las
principales aplicaciones del TCMD es la evaluación
prequirúrgica del donante renal (a pesar de que
nosotros no contamos con ningún paciente en nuestra
casuística). Lo que se evalúa principalmente es el
tamaño, número, recorrido y la bifurcación de las
arterias y venas renales como así también el estado de
la luz arterial ya sea por sospecha de estenosis o de
aneurismas(1, 7). Además se valora el estado del
parénquima renal y de posibles contraindicaciones del
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transplante. La demostración de probables estructuras
vasculares que se entrecruzan es importante en el
estudio pre-pieloplastia ya que pueden ser causantes
de estenosis pieloureterales. Su correcta localización
(anterior o posterior al sistema excretor obstruido)
facilita el planeamiento quirúrgico (1, 8).
La TCMD ha demostrado tener una eficacia diagnóstica
del 100% en el estudio de los grandes vasos renales por
lo que ha llegado a desplazar a la combinación de UE y
arteriografía digital que conforman el pool de estudios
pre-transplante (3). La angioresonancia (angioRM) es
una técnica alternativa para estos pacientes, no
obstante su eficacia diagnóstica es levemente menor
(93%) para detectar arterias renales accesorias (3). Hay
que tener en cuenta que solamente el 70 al 75% de la
población presenta la anatomía vascular renal clásica.
Un tercio de los riñones suelen tener arterias renales
múltiples, las cuales pueden proceder de la aorta o de
las arterias ilíacas. Si bien la presencia de ellas no
contraindica la cirugía laparoscópica, puede requerir de
un tiempo más prolongado para el procedimiento (1, 9).
Las arterias renales polares son de menor calibre que la
arteria renal principal e irrigan como su nombre lo
indican las porciones polares del parénquima renal. La
TCMD presenta una eficacia diagnóstica para arterias
renales accesorias y polares del 93% (10).
Asimismo es importante reportar el nivel de la
bifurcación de la arteria renal en relación a su
emergencia aórtica para orientar el planeamiento de las
anastomosis (1).
Dentro de las variantes venosas contamos con venas
renales múltiples, venas circumaórticas y retroaórticas.
Las mismas son fácilmente demostradas por TCMD y es
importante su demarcación como así también la
presencia de venas tributarias aumentadas de calibre
(lumbares, adrenales y gonadales) para evitar el riesgo
de una hemorragia severa durante la cirugía (1).
En relación a la estenosis de la arteria renal, causante
frecuente de hipertensión (HTA) refractaria, podemos
decir que la misma es poco frecuente (1 a 5% de
prevalencia) y que las imágenes diagnósticas no
invasivas adquieren un rol importante en su estudio (1).
La ateroesclerosis es la responsable del 60-70% de
todas las causas y afecta las porciones proximales de
las arterias renales. La TCMD tiene mejor sensibilidad y
especificad que la TC helicoidal (con valores de 88-92%
y 83-98% respectivamente) y por sobre todas las cosas
tiene alto valor predictivo negativo (95%) en el estudio
del paciente con HTA renovascular (11). Al hallazgo de
la estenosis propiamente dicha se le pueden agregar
signos indirectos de la misma como ser riñón disminuido
de tamaño de contornos lisos, dilatación postestenótica, afinamiento de la corteza renal y un
nefrograma prolongado y retardado. Sin embargo, hoy
en día continúa siendo un desafío diagnóstico para esta
metodología aquellas estenosis que afectan las arterias
renales accesorias siendo una de las causas principales
de sus falsos negativos.
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En relación a la trombosis de la vena renal podemos
decir que la misma se manifiesta con riñón aumentado
de tamaño con nefrograma prolongado y retardado,
aumento de diámetro de la vena renal afectada la cual
presenta un defecto de relleno de baja densidad en
relación al trombo. En casos subagudos o crónicos
pueden asociarse a circulación colateral.
En relación a la patología pielocalicilar podemos decir
que la TCMD es capaz de demostrar fehacientemente la
presencia de divertículos calicilares y su comunicación
con el sistema colector (4). Se visualiza como una
colección de material de contraste adyacente a los
cálices. Así permite también hacer su diagnóstico
diferencial con la necrosis papilar debido a la diferente
localización que caracteriza a dichas entidades. Los
divertículos pielocalicilares se ubican adyacente a los
fórnices de los cálices, menos frecuentemente
adyacente al infundíbulo o a la pelvis pero nunca en
relación a la papila, mientras que la necrosis papilar es
una cavidad necrótica central o periférica en relación a
la papila (5).
La patología maligna tanto urotelial como del
parénquima renal puede ser evaluada por TCMD.
Clínicamente ambas se manifiestan con hematuria y de
las neoplasias renales solo el 7-8% se originan en el
sistema colector. Los tumores uroteliales más
frecuentemente se manifiestan como defectos de
relleno intraluminales en la fase excretora con o sin
obstrucción. Los de gran tamaño son de muy fácil
valoración, no así los de muy pequeño tamaño que
significa un desafío diagnóstico. En el caso de que se
asocien a obstrucción se puede ver afectada la función
renal por lo cual la fase excretora es muy difícil de
alcanzar. Dentro de su diagnóstico diferencial se
incluyen los cálculos, impresiones vasculares,
micetomas y los cóagulos intraluminales aunque la
densidad de estos últimos es mayor a la de los tumores
uroteliales, los cuales a su vez pueden presentar sutil
realce luego de la administración del material de
contraste EV (6). El estudio del sistema excretor a través
de la TC convencional tiene una sensibilidad variable
que oscila entre el 50 al 90%, presentando factores
limitantes como falta de resolución longitudinal, falta de
correcta distensión del sistema excretor u ocultamiento
por el relleno completo del material de contraste de alta
densidad. La TCMD permite el estudio concomitante de
todo el sistema excretor con el fin de descartar tumores
multicéntricos tan frecuentes dentro de la patología
urotelial (2). Las reconstrucciones que aportan mayor
información son las MIP.
En relación a las masas renales intraparenquimatosas,
la TCMD aporta igual información a la de la TC
convencional, pero mayor a la del UE (éste presenta
sensibilidad del 85% para masas renales mayores a
3cm, 52% para masas renales de 2 a 3 cm y 21% para
masas renales menores a 2 cm) (6). Permite evaluar
número, tamaño, extensión y compromiso de las
estructuras adyacentes (mejor valorado en las
imágenes obtenidas en plano coronal) y el
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comportamiento de realce post-contraste EV de las
masas sólidas renales (2, 6). La que mejor detecta y
caracteriza masas renales es la nefrográfica (2, 5, 6).
Esta secuencia, comparada con la sin contraste EV,
permite diferenciar las masas renales quísticas simples,
complejas o sólidas. Si bien esta diferenciación puede
hacerse tanto por ecografía como por RM, la primera
tiene dificultad en demostrar las lesiones isoecoicas en
relación al parénquima renal mientras que la segunda
no puede demostrar claramente la presencia de
calcificaciones.
En cuanto al compromiso vesical, el mismo puede ser
por patología maligna (carcinoma de células
transicionales, escamosas o adenocarcinomas por
orden de frecuencia) o bien por patología benigna
(incluyendo divertículos congénitos, adquiridos o
cistitis), cualquiera de las cuales puede manifestarse
clínicamente como hematuria (6). La TCMD puede
brindar información anatómica tanto intrínseca como
extrínseca en relación a la pared vesical y su probable
extensión a órganos adyacentes. Para su estudio se
requiere de una adecuada distensión parietal vesical y
no hay que olvidar que luego de la administración del
material de contraste pueden observarse artefactos
secundarios a la mezcla del mismo con el contenido
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urinario pudiendo originar resultados falsos tanto
positivos como negativos (6). Así mismos aquellos
tumores planos que comprometen la pared vesical
pueden ser subestimados por este método (5). Por eso
la cistoscopia sigue siendo el método de elección por
ser el estudio más directo y completo de su luz y permitir
un diagnóstico tisular durante dicho procedimiento (5).
Conclusión
El uso de TCMD de 64 canales optimiza el estudio del
aparato urinario dada su alta calidad de imagen
haciendo obsoletas otras metodologías diagnósticas
como el UE y la angiografía digital, dado que a través de
un único estudio se puede evaluar eficientemente los
componentes renal, excretor y vesical. Su corta
duración anula los artefactos por movimientos
respiratorios e intestinales y permite adquirir las
imágenes en el momento preciso para cada fase postcontraste endovenoso. El hecho de ser un estudio
isotrópico maximiza el posterior análisis de las
imágenes en todos los planos ortogonales con igual
resolución espacial permitiendo obtener reconstrucciones con similitud al UE, de importancia por tener
amplia aceptación en el ámbito urológico.
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