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La Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria en la ENIGH: evidencias de la relación entre la inseguridad alimentaria y la calidad de la dieta en hogares mexicanos1 Brenda Carrasco, Rocío Peinador y Ricardo Aparicio2,3 Resumen A partir de 2008, la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) experimentó una serie de cambios. Entre ellos, destaca la inclusión de la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), instrumento con el cual se aborda la dimensión del acceso a la alimentación para las nuevas estimaciones de pobreza en el país. La escala se construye a partir de una batería de doce preguntas que consideran la calidad y la suficiencia de los alimentos a través del reporte de experiencias vividas por la población. La EMSA da cuenta del grado de inseguridad alimentaria en los hogares y es el instrumento con el cual se construye el indicador de carencia por acceso a la alimentación utilizado en la medición oficial de la pobreza en México. Hogares más inseguros o más carentes se esperaría que tuvieran dietas menos variadas que hogares seguros. En este trabajo, a través del análisis de correspondencias, se encuentra que existe una asociación leve entre la seguridad alimentaria y una dieta más variada, vista a través del gasto en alimentación en los hogares. No obstante, se constata que en poblaciones que históricamente han mostrado niveles más altos de marginación, como los hablantes de lengua indígena y aquellas que se ubican en localidades pequeñas esta asociación es más clara. Introducción El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) tiene como una de sus atribuciones establecer los lineamientos y criterios para la definición, identificación y medición de la pobreza, según la Ley General de Desarrollo Social (LGDS). Para ello, deberá contemplar, al menos, los siguientes indicadores: el ingreso corriente per cápita, el rezago educativo promedio en el hogar, el acceso a los servicios de salud, el acceso a la seguridad social, la calidad y espacios de la vivienda, el acceso a los servicios básicos en la vivienda, el acceso a la alimentación y el grado de cohesión social. Derivado de lo anterior, el CONEVAL realizó un proceso de investigación que permitiera definir los criterios metodológicos para llevar a cabo dicha labor, el cual culminó con la definición de la Metodología para la Medición de la Pobreza Multidimensional en México. Simultáneamente, el CONEVAL se dio a la tarea de construir, junto con el INEGI, una fuente de información que permitiera dar cumplimiento a sus atribuciones legales, obteniéndose como resultado el Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS-ENIGH) de la Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). En el marco de la nueva metodología, y específicamente para el caso del acceso a la alimentación, se incorporó una medida novedosa basada en una amplia experiencia de investigación que incluso ha sido utilizada para el monitoreo de políticas públicas en algunas regiones de América. Esta medida se obtiene de la Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), la cual se construye a partir de una batería de doce reactivos (ver el 1 Agradecemos los comentarios brindados por la Mtra. Blanca Elena del Pozo así como las sugerencias del Dr. Rafael Pérez-Escamilla para establecer los puntos de corte de la EMSA. 2 Funcionarias y funcionario del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad exclusiva de las y el autor, por lo que no necesariamente reflejan la posición institucional del CONEVAL. 1 Anexo I). Estas preguntas permiten conocer si en los hogares se han tenido experiencias como cambios en la calidad y cantidad de los alimentos por falta de dinero o recursos y, en situaciones severas, experiencias de hambre. A partir de este instrumento es posible estimar dos indicadores: el grado de inseguridad alimentaria y la carencia por acceso a la alimentación. El presente trabajo forma parte de un proceso de investigación exploratorio cuyo fin último es profundizar en los alcances de los indicadores del grado de inseguridad alimentaria y de la carencia por acceso a la alimentación medidos a través de la EMSA. Puesto que se trata de un instrumento novedoso en el país, se estima que estudiando la relación entre indicadores sobre el acceso, disponibilidad, estabilidad y utilización de los alimentos, consideradas como dimensiones de la seguridad alimentaria (FAO, 2006), es posible generar evidencias sobre la validez de constructo de esta medida. Este estudio en específico, pretende abordar la relación entre el grado de inseguridad alimentaria y la diversidad de la dieta de los hogares, indicador utilizado para aproximarse a la calidad de la dieta en la población. Vale la pena mencionar que puesto que el indicador de carencia por acceso a la alimentación se obtiene a partir del indicador del grado de inseguridad alimentaria, se decidió centrar el trabajo en este último4. Con el propósito de poner en contexto al lector, el estudio comienza con un apartado donde se exponen de forma sintética los antecedentes conceptuales y metodológicos de la EMSA. Posteriormente, un segundo apartado revisa algunas relaciones posibles entre la seguridad alimentaria y la calidad de la dieta presente en los hogares en base a antecedentes de mediciones de la seguridad alimentaria a través de escalas. Cabe recordar que, puesto que se quiere estudiar la seguridad alimentaria medida a través de la EMSA, este apartado se circunscribe a estudios que, con instrumentos similares, hayan abordado la relación que se pretende estudiar. En seguida, se describe la metodología empleada en este estudio, la cual incluye la descripción de las fuentes, de las variables consideradas y una síntesis del método de análisis de correspondencias, técnica utilizada para explorar la relación en cuestión. Finalmente, se hace un resumen y discusión de los principales resultados de la investigación. Antecedentes La construcción de una nueva metodología para la medición de la pobreza desarrollada por el CONEVAL ha venido acompañada por el diseño y la adopción de indicadores para aproximarse a las múltiples dimensiones que la medición de la pobreza debe considerar, según la LGDS. Se pasa de una perspectiva de la pobreza vista como “acceso potencial insuficiente a recursos” -especialmente monetarios-, y medida por ingresos exclusivamente, hacia una que valora el acceso potencial insuficiente a los recursos así como el no ejercicio de derechos sociales consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en los ámbitos: educativo, de acceso a la seguridad social, a la salud, de la calidad y espacios en la vivienda, de los servicios básicos en la vivienda y el acceso a la alimentación (CONEVAL, 2009a)5. En el marco de este contexto, la incorporación de un indicador del acceso a la alimentación ha sido un desafío metodológico importante en el desarrollo de la metodología de medición multidimensional de la pobreza en al menos tres sentidos. En primer lugar, en términos de la utilización de indicadores alternativos al ingreso para abordar el tema de la alimentación. En segundo lugar, por la complejidad del concepto de 4 La carencia por acceso a la alimentación para las mediciones de pobreza se define como los grados moderado y severo de la inseguridad alimentaria en los hogares captados a través de la EMSA (CONEVAL, 2009a). 5 Para más información sobre la metodología de medición multidimensional de la pobreza consultar la página: www.coneval.gob.mx 2 acceso a la alimentación y especialmente de su operacionalización para la medición. Finalmente, por la fuente de información de la cual se pudiera obtener los datos según la periodicidad requerida para las estimaciones de pobreza, a saber, cada dos años a nivel estatal y cada cinco a nivel municipal. Un nuevo indicador para medir el acceso a la alimentación La medición multidimensional de la pobreza define dos espacios cuya intersección delimita las fronteras entre personas en situación de pobreza y personas que no lo están. Un primer espacio, el del bienestar, cuyo indicador principal es el ingreso, o lo que hemos llamado “acceso potencial a recursos”, y un segundo espacio, el de los derechos sociales, sustentado en un conjunto de indicadores que permiten medir carencias en su cumplimiento. En otras palabras, una persona está en pobreza si no tiene ingresos suficientes para cubrir una canasta básica de alimentos, bienes y servicios y si, además, presenta alguna carencia en el cumplimiento de sus derechos sociales a la educación, la seguridad social, la salud, la vivienda y/o la alimentación. Al darse esta separación de espacios, ya no es pertinente, metodológicamente hablando, considerar el tema de la alimentación utilizando el mismo indicador que se usa para la medición del ingreso, como en las mediciones de la pobreza precedentes (Székely, 2005). Por ello, en el proceso de construcción de esta metodología, se presentó el desafío de encontrar un nuevo indicador que permitiera conocer si las personas tienen o no acceso a la alimentación de manera diferenciada de otros indicadores, en especial del ingreso. La operacionalización de la nueva medida del acceso a la alimentación Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el acceso a los alimentos se define como “…el acceso de las personas a los recursos adecuados (recursos a los que se tiene derecho) para adquirir alimentos apropiados y una alimentación nutritiva” (FAO, 2006). Esta definición, contempla el acceso a recursos de manera genérica, es decir, una serie amplia y diversa de medios para adquirir alimentos como pueden ser: el dinero, las redes sociales, las propiedades, los cultivos, etcétera. Entonces, surge la pregunta de cómo recolectar la información suficiente y adecuada para abordar la amplitud del concepto. Partiendo de lo anterior, y después de un largo proceso de investigación, se encontró que en la bibliografía especializada el acceso a la alimentación es considerado como parte de un concepto más amplio y comprensivo llamado: “seguridad alimentaria”, para el cual se habían desarrollado un grupo de medidas validadas y utilizadas en diferentes contextos. Veámoslo más en detalle. Una de las definiciones más aceptadas de este concepto es la que se suscribe en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996: “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” (FAO, 2006b). Pérez-Escamilla y Segall (2008) distinguen cinco métodos para aproximarse al estudio de la seguridad alimentaria: 1. El método de la FAO, que mide las calorías per cápita disponibles a nivel nacional. El método requiere información de ingresos y gastos de los hogares y hojas de balance con las que se obtiene la estructura del suministro de alimentos de los países. 3 2. Los métodos que usan encuestas de ingresos y gastos de los hogares. Estos métodos se aproximan al consumo calórico per cápita por hogar e índice de variedad dietética. Los métodos requieren de datos sobre gastos y precios de alimentos consumidos. 3. Los métodos que abordan el consumo de alimentos. Éstos miden el consumo de diversos grupos de alimentos y pueden utilizar información generada por recordatorios de veinticuatro horas. 4. Los métodos antropométricos, cuyo principal indicador es la desnutrición (medida a través de la talla, el peso y el índice de masa corporal, entre otros). 5. Los métodos de reportes de experiencias. Se basan en la declaración de experiencias vividas de consumo alimentario. En estos métodos se construyen escalas que permiten medir el grado de inseguridad alimentaria en una población. Con la confluencia de dos elementos, por un lado, que el concepto de seguridad alimentaria no sólo incluye el acceso a la alimentación como una de sus subdimensiones sino que lo trasciende y, por otro, que adicionalmente está asociado a diferentes alternativas de medición validadas y utilizadas en diferentes contextos nacionales y regionales (Pérez-Escamilla et al, 2007), el desafío de la operacionalización se presentaba superado por el desarrollo teórico y empírico subyacente. Faltaba únicamente decidir cuál método utilizar y qué fuente de información permitiría contar con los datos para ello. La medida y consideraciones sobre la fuente de datos Basado en al menos tres criterios, el CONEVAL tomó la decisión de que la medida de la carencia del acceso a la alimentación se haría a través del concepto de seguridad alimentaria proveniente de una escala de reporte de experiencias. El primero de estos criterios es que se privilegió la incorporación de medidas directas de la seguridad alimentaria. Por medida directa se entiende aquella que reporta información sobre el consumo o nivel de consumo de los alimentos por parte de las personas u hogares o incluso su utilización biológica. Las medidas indirectas, por su parte, reportan información sobre la “disponibilidad o potencialidad” para el consumo y la utilización de los alimentos. El segundo es el de la relación costo-calidad de la fuente de información, dado que la medición de la pobreza debe tener representatividad estatal y una periodicidad mínima bianual. Es decir, era importante diseñar una batería de reactivos al menor costo posible pero que a la vez garantizara que la información requerida fuera la adecuada. El tercer y último criterio tiene que ver con la calidad de los datos que suponía probar la validez de la medida generada. La Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA) es una medida directa en tanto da cuenta del consumo de alimentos. Se construye a partir de doce preguntas, lo que implica costos de captación relativamente bajos en relación a los que se tendrían si se usaran otro tipo de indicadores (los gastos en alimentación, los recordatorios de veinticuatro horas o las medidas de peso y talla, por ejemplo). Dadas estas características, se cumplía con los primeros dos criterios mencionados. Su base conceptual y metodológica se deriva de la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (ELCSA), la que, a su vez, proviene de diversos estudios y experiencias de implementación para el desarrollo y monitoreo de la política pública en la región latinoamericana (Segall, et al. 2007; Álvarez et al. 2006; Melgar-Quiñonez et al. 2006; Pérez-Escamilla, 2009). La ELCSA tiene sus raíces en cerca de veinte años de investigación y del análisis de una escala que el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) emplea para la medición del fenómeno (Pérez-Escamilla et al. 2007). Dada esta solidez conceptual, así como tres ejercicios de validación del instrumento con 4 datos nacionales y estatales que desarrolló el CONEVAL (González-Montesinos, 2008) utilizando el método Rasch,6 se contaba con los elementos con rigor teórico, técnico y metodológico necesarios para poder optar por la EMSA como instrumento de medición del acceso a la alimentación. La escala permite medir cuatro niveles de la seguridad alimentaria: la seguridad como tal, que responde a situaciones en las que no se reporta haber vivido experiencias de disminución de la cantidad o calidad en los alimentos, así como la inseguridad alimentaria leve, inseguridad moderada e inseguridad severa. Cuando se habla del “grado de inseguridad alimentaria” nos estamos refiriendo a estos cuatro grados. El indicador de “carencia en el acceso a la alimentación”, por su parte, toma dos valores: el de carencia cuando se reporta niveles moderado o severo de inseguridad alimentaria en un hogar y de no carencia en los otros dos casos. Es así que al provenir éste último del primer indicador mencionado, se decidió que para los efectos de este estudio, se trabajaría únicamente con el grado de inseguridad alimentaria. La relación entre la seguridad alimentaria y la diversidad dietética en la población mexicana Como se mencionó en la introducción, este estudio se enmarca en una agenda de investigación exploratoria sobre la relación entre la seguridad alimentaria medida a través de la EMSA y otros indicadores asociados a las dimensiones que abarca este concepto. La diversidad de la dieta es uno de esos indicadores. Una dieta monótona es insuficiente para poder cubrir en su totalidad las necesidades del organismo (DOF, 2006). En tanto más diversificada sea una dieta, más adecuado será el acceso a los alimentos y a los nutrientes requeridos y, por tanto, habrá una mejor calidad en la alimentación (Swindale y Bilinsky, 2006; Bernal y Lorenzana, 2005). Estudios previos que utilizan escalas similares a la EMSA reportan una relación negativa entre la inseguridad alimentaria y la diversidad dietética, es decir, entre menor sea la diversidad de la dieta en los hogares mayor será la inseguridad alimentaria (Melgar Quiñones, et al., 2005; Álvarez, et al, 2006; Parás, et al, 2004; Segall, et al, 2007a). Hasta el momento, para el caso mexicano, no se ha corroborado esta tendencia cuando se utiliza como medida de la seguridad alimentaria una escala de reporte de experiencias. De hecho, la falta de fuentes en las que converjan dichas escalas con datos para aproximarse a la diversidad dietética son apenas incipientes en el acervo de información del país. La oportunidad de contar con los datos de la ENIGH 2008 permite explorar —por primera vez a nivel nacional— la relación entre la seguridad alimentaria medida a través de una escala, la EMSA, y la diversidad dietética. Ahora bien, se ha encontrado que los hogares que reportan haber vivido experiencias de inseguridad alimentaria tienen mayores probabilidades de estar en condiciones socioeconómicas limitadas o de pobreza (Segall 2007b; Figueroa 2003). Según datos del CONEVAL, la incidencia de la pobreza es mayor en zonas rurales que en zonas urbanas y es marcadamente mayor en personas hablantes de lengua indígena que en aquellas que no lo son (CONEVAL, 2009b, CONEVAL, 2010). Al considerar estos antecedentes resulta relevante, en un estudio exploratorio, incorporar algunas características de la población que podría suponerse tienen que ver con la relación en estudio. Se esperaría encontrar asociaciones entre el reporte de haber vivido experiencias de inseguridad alimentaria con menores niveles de diversidad en las dietas en los hogares. Adicionalmente, esta asociación se esperaría que se presentara con más fuerza en residentes de zonas rurales y en población hablante de lengua indígena, lo que da cuenta, 6 Para mayor información sobre este método ver Tristán López (1998). 5 al menos, de algún nivel de marginación. Por el contrario, si no se reporta haber vivido experiencias de inseguridad alimentaria es posible que se presente una asociación con una dieta más diversa en los hogares. Ésta podría ser más evidente para el caso de residentes en zonas urbanas y no hablantes de lengua indígena, según los antecedentes expuestos. Metodología El presente estudio se plantea como una exploración de las asociaciones mencionadas en el marco de una investigación más amplia, la cual pretende conocer cómo se relaciona la inseguridad alimentaria en los hogares medida a través de escalas con indicadores que teórica o empíricamente deben relacionarse con aquél fenómeno. Para el presente trabajo exploratorio, se plantea, en primera instancia, presentar un análisis de la relación entre el grado de inseguridad alimentaria y la diversidad de la dienta en los hogares mexicanos, es decir, un análisis bivariado. En una segunda instancia, se presenta un análisis que incluye no sólo estos dos fenómenos sino que incorpora algunas características poblacionales que permiten dar cuenta de las posibles asociaciones existentes entre todos estos factores utilizando herramientas diseñadas para el análisis multivariado de datos. A continuación se hace una breve descripción de la fuente de información utilizada, de los métodos estadísticos empleados y de la construcción de las variables consideradas. La fuente de información Para realizar las estimaciones estatales de pobreza, el CONEVAL, en conjunto con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), diseñó el Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la ENIGH (MCS-ENIGH). Aproximadamente la mitad de los casos de dicha fuente son los que constituyen la ENIGH, los cuales se complementan con una muestra adicional con la que se logra la representatividad estatal requerida, lo que en conjunto constituye este módulo. En términos de recolección de información, los cuestionarios son exactamente los mismos para ambos casos con la excepción de que en el MCS-ENIGH se incluye una sección de ingresos no monetarios que no está presente en la ENIGH, mientras que en esta última hay toda una sección de gastos de los hogares que no forma parte del MCS-ENIGH. Ambas fuentes, sin embargo, incorporan la EMSA. La ENIGH es la única fuente oficial de datos en México que contiene tanto datos sobre experiencias de alimentación en términos de calidad y cantidad así como de los gastos realizados en alimentación. Esto permite estudiar la relación entre la seguridad alimentaria y la diversidad dietética en los hogares. Puesto que a la fecha de publicación de estos resultados, aún no están disponibles los datos de la ENIGH 2010, se utilizará la versión levantada en 2008, cuya muestra consta de 29,626 hogares. Análisis multivariado de los datos Para analizar la información de manera multivariada se empleó la técnica de análisis de correspondencias. Esta técnica permite explorar las interrelaciones entre un conjunto de variables categóricas. Las categorías de cada variable de análisis son representadas como puntos de un espacio multidimensional, lo que facilita su interpretación. Las distancias entre los puntos (categorías de las variables) denotan el grado de asociación existente entre ellas, es decir, a menor distancia, las variables muestran una mayor asociación y, consecuentemente, si la distancia aumenta, más débil será la asociación (Clausen, 1998). Según Clausen (1998), existen cinco conceptos fundamentales del análisis de correspondencias que permiten analizar los resultados obtenidos de la aplicación de esta técnica: 6 Inercia total. La inercia es análoga al término de varianza, y es una medida que indica el grado de dispersión de los perfiles en el espacio multidimensional con respecto al centroide. A mayor inercia mayor es la asociación entre las filas y las columnas de la tabla de datos, es decir, entre las categorías de las variables. Masa. Indica la importancia de cada perfil en el análisis. Contribución de las dimensiones a los puntos. Indica qué tanto cada punto es descrito por cada dimensión. Contribución de los puntos a las dimensiones. Proporción de la inercia de una dimensión en particular explicada por el punto. Coordenadas. Indican la posición relativa de los puntos y su distribución a través de las dimensiones (ejes). El grado de inseguridad alimentaria Cada uno de los doce reactivos de la EMSA pueden tener dos posibles respuestas: sí se experimentó o no se experimentó aquello que se pregunta (ver Anexo I). Con estas preguntas es posible conocer los grados de la inseguridad alimentaria, que en su manifestación leve implica una reducción de la calidad de los alimentos, profundizándose con el reporte de la reducción en la cantidad de alimentos consumidos hasta llegar a la experiencia de hambre presente en la inseguridad alimentaria grave. La escala hace diferencias entre hogares en donde hay presencia de niños o niñas y en los que éstos no están presentes. Esto tiene su fundamento en que se ha encontrado que cuando en un hogar se reporta que niños y niñas experimentan vivencias de inseguridad alimentaria es muy probable que los adultos dentro de él la estén padeciendo, puesto que, en general, hay una tendencia a protegerlos (Segall-Correa et al. 2007a). Es por esta razón que, si se trata de hogares con adultos, se aplican seis reactivos, mismos que son aplicados en hogares con menores de dieciocho años7. La diferencia radica en que para valorar correctamente la severidad de la inseguridad alimentaria en hogares donde se espera que, en general, se proteja a los menores, se aplica una batería de seis preguntas adicionales referidas exclusivamente a este grupo de edad. La información es recolectada a través de una persona informante de más de quince años de edad que debe ser, preferentemente, quien se encarga de la preparación de los alimentos en el hogar. Técnicamente, la distinción de los grados de inseguridad alimentaria se construye después de distinguir entre los hogares integrados por adultos y aquellos en donde se encuentran personas menores de dieciocho años. En el primer caso, el indicador toma valores entre cero y seis, mientras que en el segundo, entre cero y doce, dada la cantidad diferenciada de reactivos que se aplica en uno u otro caso. Una vez hecha esta identificación se establecen cuatro puntos de corte: hogares seguros (ninguna respuesta afirmativa), hogares con inseguridad leve (una o dos respuestas afirmativas en hogares sin menores y de una a tres en hogares con menores), hogares con inseguridad moderada (tres a cuatro respuestas afirmativas en hogares sin menores y de cuatro a siete en hogares con menores) y hogares con inseguridad severa (cinco o más respuestas afirmativas para hogares sin menores y ocho o más para hogares con menores). Vale la pena anotar que para que un hogar se considere que tiene un grado de inseguridad 7 En diferentes foros se ha discutido la pertinencia de considerar dieciocho años, doce u otros grupos de edad para las mediciones de la inseguridad alimentaria a partir de escalas. En la EMSA se asumió la misma categoría de edad que en la ELCSA, su antecesora conceptual. Sin embargo, es importante anotar que para algunos contextos el supuesto de protección de los menores en relación a los mayores tiene que ver con el grado de dependencia de los menores, lo que evidentemente se percibe o construye de acuerdo con factores culturales. En nuestra opinión, considerar dieciocho años permite tener una visión incluyente en relación a esta diversidad. 7 alimentaria severa necesariamente tiene que presentar una respuesta afirmativa a la vivencia de experiencias de hambre. Indicadores de diversidad dietética Haciendo un recuento de la información disponible, se tiene que en la ENIGH 2008 se recolecta información sobre el gasto de los hogares en alimentos durante un periodo de siete días. Existen antecedentes en la bibliografía en donde se utiliza el gasto en alimentación como un indicador que se aproxima al consumo en los hogares (Bernal y Lorenzana, 2005). Partiendo de que es la única información disponible en la que se puede combinar datos de seguridad alimentaria y de diversidad en la dieta en los hogares con una misma fuente, se construyeron dos propuestas de aproximación a ésta última. La primera, el puntaje de diversidad dietética en el gasto que pretende ser un indicador que considere el tipo de alimentos presentes en los hogares para evaluar la calidad en la misma. Es decir, el monto no es el centro de este indicador sino el destino que se le dé en términos de alimentos. Esto tiene la ventaja de que toma en consideración la inversión monetaria efectiva en alimentos que se hace en los hogares. La segunda es más bien una aproximación general bajo el supuesto de que un mayor gasto en alimentos es más probable que conlleve a una mayor diversidad en la dieta de los hogares. En ésta, el monto del gasto sí tiene una mayor centralidad y especialmente como una probabilidad de ser potencialmente invertido en alimentación. Pese a que ambos parten de una misma variable consideramos que es valioso tomarlas en cuenta para el análisis puesto que si bien el gasto en alimentos puede aproximarse al consumo, también es cierto que presenta una serie de limitaciones al no dar cuenta del autoconsumo, del trueque de alimentos o bien del almacenamiento de alimentos. Puntaje de diversidad dietética en el gasto El puntaje de diversidad dietética en los hogares (PDD) es un índice que se utiliza para estudiar si las personas están teniendo un acceso a la alimentación de manera variada aunque también es considerado como una aproximación al nivel socioeconómico de los hogares (Swindale y Bilinsky, 2006). Usualmente, se construye a partir de información recolectada a través de recordatorios de veinticuatro horas, los cuales son instrumentos que captan el consumo de alimentos en el hogar en las veinticuatro horas previas a la entrevista. En ellos se registra de forma detallada el tipo y la cantidad de alimentos consumidos (Swindale y Bilinsky, 2006). No obstante, al momento en que se realizó este estudio, no se contaba con una fuente de información que permitiera analizar datos tanto de la EMSA como de la diversidad en la dieta recolectada a través de los instrumentos mencionados. El puntaje de diversidad dietética en el gasto (PDDG) que se propone construir con este estudio puede construirse a partir de la misma base conceptual del PDD. A partir de 180 rubros de gasto presentes en la ENIGH se pueden reconstruir los mismos doce grupos de alimentos que se consideran en el PDD, a saber: cereales; raíces y tubérculos; verduras; frutas; carne, pollo y despojos8; huevos; pescado y mariscos; legumbres, leguminosas y frutos secos; leche y productos lácteos; aceites y grasas; azúcar y miel; y, finalmente, otros alimentos diversos. Si en un hogar se observa un gasto en alguno de los alimentos que componen uno de estos grupos, la variable de ese grupo, por ejemplo: “cereales”, tendrá un valor uno, mientras que si no existe gasto, su valor será cero. Es decir, cuando la variable tome el valor uno significará que en el hogar se realizó algún gasto en al menos uno de los 8 Se consideran despojos: la molleja, las patas, el pescuezo o la cabeza del pollo. 8 alimentos que componen al grupo, mientras que si toma el valor cero significa que durante los siete días de referencia en el hogar no se realizó ningún gasto en dicho rubro de alimentos. Este criterio se aplica para todos los grupos de alimentos de modo que se generan doce variables, una por cada grupo alimentario. La construcción de este índice podría expresarse de la siguiente manera: Es importante anotar que se excluyó a los hogares que reportaron no haber tenido gasto alguno en alimentación en el periodo de referencia (2% de la muestra). Esto tiene que ver con una de las limitaciones más evidentes en el registro de gastos en los hogares. Es decir, el no haber reportado gastos en alimentación no quiere decir, necesariamente que no hubiera consumo de alimentos puesto que, como se mencionó, existen estrategias como el autoconsumo, el trueque o el almacenamiento de los mismos que pueden substituir o incluso complementar dicho gasto. En este sentido, esta limitación puede estar presente aún en hogares que manifiesten haber gastado en algún tipo de alimentos, pues dichas estrategias pueden ser parte de los patrones de consumo de cualquier hogar. Dado lo anterior, el PDDG puede tomar valores desde uno hasta doce. Si para algún hogar se obtiene un PDDG de uno, esto significará que en él sólo se realizó un gasto en uno de los grupos de alimentos. En términos de interpretación, si el PDDG es de doce significa que en el hogar se realizaron gastos en los doce grupos de alimentos. Es decir, entre menor sea el puntaje obtenido menor será la diversidad alimentaria, entre más se acerque el puntaje a doce puntos mayor será la diversidad. Al ordenar a los hogares según su puntaje en este indicador se realizó una partición en tres grupos que representan cada uno el 33% de los hogares en la muestra. Se tiene, entonces, un primer grupo con el nivel menos diverso en la dieta en donde se gasta en uno o hasta seis grupos de alimentos. Un segundo grupo en el que se gasta en siete u ocho grupos de alimentos y que constituyen, al igual que en el caso anterior un 33% de los hogares. Finalmente, un último grupo que registra los más altos niveles de diversidad en la dieta de los hogares en la muestra gastando en nueve o más grupos de alimentos. Gasto en alimentos per cápita A partir de los 180 rubros, mismos con los que se construyó el PDDG, se obtiene una variable que representa el gasto en alimentos en el hogar. Esta variable resulta de sumar el monto reportado como gasto en cada uno de los rubros durante siete días. Puesto que dicha variable es sensible al tamaño de los hogares, se dividió el gasto en alimentación del hogar entre la cantidad de sus integrantes para obtener así el gasto per cápita de los hogares. Este resultado se ordenó de mayor a menor para luego ser divido, a su vez, en tres grupos de hogares o según terciles de gasto en alimentación. El primer tercil de hogares tiene el gasto más bajo en alimentos en relación con el gasto de todos los hogares, lo que en promedio significa $48.44 pesos por persona. El segundo grupo de hogares presenta un gasto medio en relación al resto de hogares con un promedio de $99.70 pesos por persona. El tercero, que a su vez representa el grupo de hogares con mayor gasto en alimentación per cápita presenta un promedio de gasto de $201.72 pesos. Vale la pena anotar que tanto para el indicador de gasto en alimentos per cápita como para el puntaje de diversidad dietética en el gasto cuando se habla de los niveles bajo, medio y alto según la partición en tres segmentos de hogares corresponde no a un nivel bajo de gasto o de diversidad dietética sino al segmento de la población con el gasto más 9 bajo o con la menor diversidad en su dieta. Esto tiene que ver con la dificultad de definir los niveles óptimos tanto en la diversidad como en el gasto per cápita9. Inseguridad alimentaria y grupos poblacionales Como se mencionó, la relación entre la inseguridad alimentaria y la diversidad en la dieta en los hogares es posible que se asocie o sea mediatizada con más fuerza en grupos de población en condiciones socioeconómicas más limitadas. Para ello, se introducirán en el análisis dos características que históricamente han mostrado niveles de asociación con una mayor probabilidad de que un hogar se encuentre en una situación pobreza o incluso de marginación: la condición de hablante de lengua indígena y las localidades de baja concentración poblacional. Hogares con o sin población hablante de lengua indígena La ENIGH 2008 cuenta, por primera vez, con información que permite identificar a la población hablante de lengua indígena. En consecuencia, es posible hacer una aproximación a los hogares indígenas y no indígenas utilizando esta información. Se construyó una variable que distingue si en el hogar existe al menos un hablante de lengua indígena. Esta toma el valor de uno cuando sí está presente y toma un valor de cero cuando se reporta que ninguna persona es hablante de lengua indígena. Tamaño de localidad Se hace una clasificación del tamaño de la localidad en cuatro categorías: de 100,000 habitantes y más; de 15,000 a 99,999 habitantes; de 2,500 a 14,999 habitantes; y menores de 2,500 habitantes. Resultados Tomando en consideración que se espera una asociación negativa entre el grado de inseguridad alimentaria y la diversidad de la dieta, es decir, que entre menos variedad en los alimentos consumidos más inseguro será el hogar, se realizó un primer análisis bivariado de la información. En el Cuadro 1 se puede observar cómo se distribuyen los hogares según su grado de inseguridad alimentaria dependiendo si se trata de los que tienen la más baja, media o alta diversidad en su dieta en relación al total de hogares. Se encontró que había pocas diferencias en la distribución del grado de inseguridad alimentaria a los distintos niveles de diversidad de la dieta de los hogares. No obstante, las diferencias más visibles se pueden observar entre los hogares con la más alta y la más baja variedad en su dieta. En el caso de una dieta poco variada, el porcentaje de hogares en seguridad alimentaria es mayor al porcentaje de hogares en el caso de una dieta con alta diversidad (59% y 54% respectivamente). Esta tendencia es, justamente, inversa a la esperada, aunque es notorio que la diferencia es de cinco puntos porcentuales únicamente. 9 Swindale y Bilinsky (2006) en su manual de construcción del PDD en los hogares hacen explícita esta dificultad, la cual aumenta cuando se trata de precisar para regiones específicas con disponibilidad distinta de alimentos. 10 Cuadro 1 Distribución de los hogares según grado de inseguridad alimentaria y puntaje de diversidad dietética en el gasto (PDDG) Inseguridad Puntaje de diversidad Seguridad Baja Media Alta Total 59.0 56.0 54.1 56.7 Total Leve Moderada Severa 22.4 24.4 25.9 24.0 9.7 11.7 12.9 11.2 8.9 8.0 7.1 8.1 100.0 100.0 100.0 100.0 Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH 2008 A partir de estos resultados, se buscó obtener una medida de asociación entre estas variables, para lo cual, se calculó el coeficiente V de Cramer. Este coeficiente mostró que la asociación entre estas variables es débil (0.04). Este comportamiento dio pie a una reflexión sobre la variable de diversidad dietética que se construyó, así como sobre la naturaleza de los datos utilizados. Se encontraron dos puntos débiles en la construcción de la variable: la relación indirecta de ella con el consumo y la falta de certeza de si el concepto que se capta es el de diversidad de alimentos disponibles para el hogar en conjunto o para todas las personas en él. Como se explicó anteriormente, la diversidad dietética en este trabajo, si bien es calculada utilizando la misma fórmula que se encontró en la bibliografía consultada, proviene de una variable distinta a la utilizada generalmente. Los recordatorios de 24 horas dan información sobre “el consumo” de alimentos en los hogares, mientras que la ENIGH da cuenta de los “gastos” en alimentación. Probablemente, en esto radique la raíz del comportamiento de esta variable, puesto que en este trabajo los gastos se consideraron como una aproximación al consumo de los alimentos en México. ¿Por qué se presentaría una dieta poco variada en hogares con seguridad alimentaria?; y aún más, ¿por qué sería mayor el porcentaje de hogares con seguridad alimentaria en hogares cuya dieta tiene una baja diversidad? Dos factores que pueden responder a estas preguntas son, primero, que al captar en siete días los gastos en alimentación puede haber una subestimación en el consumo de alimentos en los hogares seguros. Estos hogares pueden tener una mayor capacidad de almacenamiento de alimentos, lo que podría influir en que los periodos de abastecimiento para el consumo sean mayores y que incluso superen el periodo de referencia con el cual se capta la información que se utiliza en este trabajo. El segundo factor que podría estar influyendo es que en estos hogares el consumo puede darse con mayor frecuencia en establecimientos fuera del hogar, por lo que no se reflejaría en el gasto en alimentos dentro del hogar. Por otra parte, el puntaje de diversidad dietética en el gasto, tal y como está construido, no permite discernir si dicha diversidad llega a todas las personas en el hogar de la misma forma, por lo que se ubica en el mismo lugar a hogares en diferentes situaciones. Pongamos un ejemplo: puesto que con sólo que se reporte haber gastado en algún alimento de los que componen cada grupo alimentario se considera que hay consumo de ese grupo, se tiene que un hogar que haya gastado en dos litros de leche para cuatro personas se encuentra en la misma situación que uno que gasta en medio litro y tenga la misma cantidad de integrantes. Esto motivó que para efectos de este trabajo se buscara otra variable que la bibliografía señala como relacionada con la calidad de la dieta y la diversificación de ésta 11 para hacer el ejercicio exploratorio planteado (Bernal y Lorenzana 2005; Swindale y Bilinsky 2006). Ésta es el gasto en alimentación, la cual ha sido descrita anteriormente. No obstante, vale decir que antes de desechar el uso del PDDG como aproximación del consumo diverso de los alimentos es necesario considerar algunas posibilidades que podrían mejorar el indicador. Por un lado, es posible ponderar las porciones, frecuencia y monto del gasto en la medida. Por otro, podría complementarse el indicador con información adicional sobre el pago en especie, regalos y autoconsumo. Para continuar el análisis entre el grado de inseguridad alimentaria y la diversidad dietética se utilizó la medida del indicador de gasto en alimentos per cápita que teóricamente también puede ser usado como una medida que se aproxima al fenómeno de diversidad dietética. Se encontró una relación que va en el sentido esperado. Es decir, cuando el gasto en alimentación per cápita en los hogares es mayor, menor es la proporción de hogares con inseguridad alimentaria. Sin embargo, al igual que en caso anterior, el valor de la medida V de Cramer resultó bajo (0.16), lo que indica un grado de asociación también bajo entre ambos fenómenos. Si se trata de las categorías poblacionales mencionadas, cuando se analiza de manera bivariada la relación entre el grado de inseguridad alimentaria y los hablantes y no hablantes de lengua indígena se encuentra que quienes hablan lengua indígena tienden a concentrarse en mayor medida en situaciones de inseguridad alimentaria. Finalmente, se encuentra que entre más grande sea la localidad de residencia hay una mayor probabilidad de que los hogares se encuentren seguros en términos de su alimentación (ver Cuadro 2). Estos primeros resultados nos conducen a varias reflexiones. En primer lugar, la necesidad de estudiar más a fondo una construcción de un indicador de diversidad dietética utilizando el gasto en alimentación en los hogares. Para hacer un análisis más detallado sobre estimaciones de consumo es probable que se necesite introducir cierta información adicional que permita complementar las limitaciones que dicha variable tiene, como por ejemplo, el autoconsumo. En segundo lugar, la asociación entre los fenómenos no es tan clara. Esto puede tener que ver con la información utilizada para aproximarse a la diversidad dietética, por cierto, la única información con la que se puede contar hasta el momento, o con que efectivamente se trate de una relación muy débil. Sin embargo, podría tener que ver con la heterogeneidad de la población en términos del acceso y disponibilidad misma de los alimentos, así como patrones culturales y otros que configuran grupos en donde se pueda observar más claramente esta relación. A continuación, se presenta una primera aproximación a esta posibilidad a través de la técnica del análisis de correspondencias. Análisis de correspondencias Por lo que respecta a los resultados del análisis de correspondencias,10 en el que se incluyeron las variables de gasto en alimentos per cápita, tamaño de localidad e identificación de hablantes de lengua indígena, estos permitieron identificar tres agrupaciones claramente diferenciadas (ver figura 1) de las que se destacan las siguientes asociaciones: 1. Los hogares que experimentaron seguridad alimentaria se encuentran asociados a poblaciones urbanas, en las que el gasto en alimentos es mayor y la presencia de población indígena prácticamente nula. 10 Los resultados sugirieron la selección de dos dimensiones, con las que se obtuvo una inercia total de 0.043. La inercia aportada por cada eje, fue de 0.042 para la primera dimensión y de 0.000 para la segunda dimensión. Sin embargo, y pese a que los valores son pequeños, entre ambos explican el 100% de la varianza. El primero 99.1% y el segundo 0.9%. Para más información sobre los resultados, consúltese el Anexo II 12 2. En condiciones menos urbanizadas, e incluso rurales, se observa que la asociación es mayor con grados de inseguridad, así como con menores gastos en alimentos. De la misma forma, la presencia de población hablante de lengua indígena se asoció en mayor medida a condiciones de inseguridad alimentaria que de seguridad. Cuadro 2 Distribución de los hogares según grado de inseguridad alimentaria, gasto en alimentos per cápita, tamaño de localidad y hablantes de lengua indígena Grado de inseguridad alimentaria Variables Inseguridad Total Seguridad Leve Gasto en alimentos per cápita Bajo Medio Alto Tamaño de localidad < 2,500 2,500-14,999 15,000-99,999 > 100,000 Hablantes de lengua indígena Hablantes No hablantes Moderada Severa 44.8 54.9 71.0 28.2 25.4 18.1 14.7 11.7 7.1 12.3 8.0 3.9 100 100 100 37.0 46.8 58.2 66.6 33.9 28.9 24.2 18.7 16.8 13.3 10.3 8.7 12.3 11.0 7.3 6.0 100 100 100 100 32.5 59.4 32.3 23.0 19.3 10.3 15.8 7.3 100 100 Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH 2008 Figura1. Representación gráfica .05 Gto. medio 15,000-99,999 2,500-14,999 Ins. leve Ins. moderada Eje 2 0 Con HLI Sin HLI Seguridad > 100,000 Gto. alto < 2,500 Gto. bajo Ins. severa -.05 -.2 0 .2 Eje 1 .4 .6 Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH 2008 13 Discusión Los resultados presentados sugieren que es necesario explorar aún más la relación entre la diversidad de la dieta en los hogares y la seguridad alimentaria medida a través de escalas. Por un lado, se encontró que la única información disponible para estudiar la variedad de alimentos consumidos en los hogares, es decir, el gasto en alimentos, tiene algunas limitaciones que podrían mejorarse a través de la incorporación de nuevos datos dentro del indicador. Por otro lado, los resultados también permiten ver que aún con estas limitaciones se encuentra una relación, en principio débil entre ambos fenómenos pero que en poblaciones que han mostrado históricamente patrones de marginación mayores que otras es probable que la asociación sea más clara. En este sentido, es posible que se trate de una relación mediada por patrones latentes referidos a las condiciones socioeconómicas y culturales de la personas. En términos del objetivo último de este estudio, como primer paso exploratorio de una línea de investigación más general sobre la relación entre indicadores usualmente utilizados para aproximarse a la inseguridad alimentaria y sus mediciones a través de la EMSA, los resultados permiten, también, identificar dos desafíos centrales. En primera instancia, la necesidad de impulsar el desarrollo de fuentes de información que faciliten la construcción directa de estos indicadores, como los recordatorios de veinticuatro horas y, en segunda instancia, la necesidad y profundizar en las potencialidades de la EMSA como instrumento de bajo costo para estimar la situación que viven las familias en torno a su alimentación para orientar la política pública. Referencias bibliográficas Álvarez, Marta Cecilia, Alejandro Estrada, Elizabeth Montoya y Hugo Melgar-Quiñones (2006), “Validación de escala de la seguridad alimentaria doméstica en Antioquia”, Salud Pública de México, vol.48, núm.6, pp.474-481. Bernal, Jennifer y Paulina A. Lorenzana (2005), “Predictores de la diversidad alimentaria en cinco regiones de Venezuela”, INCI, vol.30, núm.11, p.706-710. Clausen, Sten-Erik (1998), Applied Correspondence Analysis, An Introduction, EUA, SAGE Publications. 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En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez usted o algún adulto de este hogar sintió hambre pero no comió? 6. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez usted o algún adulto en su hogar sólo comió una vez al día o dejó de comer todo un día? Sólo para hogares en donde habitan personas menores de 18 años 7. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez algún menor de 18 años en su hogar tuvo una alimentación basada en muy poca variedad de alimentos? 8. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez algún menor de 18 años en su hogar comió menos de lo que debía? 9. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez tuvieron que disminuir la cantidad servida en las comidas a algún menor de 18 años del hogar? 10. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez algún menor de 18 años sintió hambre pero no comió? 11. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez algún menor de 18 años se acostó con hambre? 12. En los últimos tres meses, por falta de dinero o recursos ¿alguna vez algún menor de 18 años comió una vez al día o dejó de comer todo un día? 16 Anexo II Análisis de Correspondencias Cuadro 3. Coordenadas Categoría Masa Inercia Dim1 Dim2 Seguridad Inseg-leve Inseg-moderada Inseg-severa 0.144 0.057 0.028 0.021 0.004 0.002 0.002 0.002 -0.173 0.178 0.275 0.338 -0.005 0.027 0.006 -0.046 Hogares sin HLI Hogares con HLI 0.219 0.031 0.001 0.007 -0.070 0.489 0.000 0.001 > 100,000 15,000-99,999 2,500-14,999 < 2,500 0.124 0.040 0.029 0.057 0.004 0.000 0.001 0.008 -0.189 -0.062 0.178 0.363 -0.012 0.035 0.034 -0.016 Gasto-bajo Gasto-medio Gasto-alto 0.083 0.083 0.083 0.005 0.000 0.005 0.251 -0.010 -0.241 -0.022 0.038 -0.016 Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gasto s de los Hogares, ENIGH 2008 Cuadro 5. Contribución de las dimensiones a los puntos Categoría Cuadro 4. Contribución de los puntos a las dimensiones Dim1 Dim2 Seguridad Inseg-leve Inseg-moderada Inseg-severa 0.102 0.043 0.050 0.057 0.009 0.104 0.002 0.116 0.000 0.000 Hogares con HLI Hogares sin HLI 0.025 0.176 0.000 0.000 0.996 0.747 0.953 0.998 0.004 0.239 0.035 0.002 > 100,000 15,000-99,999 2,500-14,999 < 2,500 0.104 0.004 0.022 0.177 0.047 0.129 0.089 0.038 0.993 0.064 0.996 0.008 0.936 0.004 Gasto-bajo Gasto-medio Gasto-alto 0.124 0.000 0.115 0.103 0.308 0.055 Dim1 Dim2 Seguridad Inseg-leve Inseg-moderada Inseg-severa 0.999 0.977 0.999 0.982 0.001 0.022 0.000 0.018 Hogares con HLI Hogares sin HLI 1.000 1.000 > 100,000 15,000-99,999 2,500-14,999 < 2,500 Gasto-bajo Gasto-medio Gasto-alto Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH 2008 Categoría Fuente: Con base en la Encuesta Nacional de Ingresos Gastos de los Hogares, ENIGH 2008 17