Download Dossier sobre Cambio Climático Nº 57

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17 de noviembre 2014
Nº 57
1.
Un gran paso de Estados Unidos y China en favor del planeta y de un nuevo crecimiento
económico, por Jim Yong Kim
2. Líderes de la UE logran ambicioso acuerdo sobre cambio climático
3. La vanguardia climática latinoamericana, por Ricardo Lagos
4. El crecimiento en la nueva economía climática, por Michael Spence
5. América Latina, "la menos escéptica sobre el cambio climático"
6. El cambio climático provoca más desplazados que un conflicto armado
7. Clima, política de cambio climático y caballos muertos, por Achim Brunnengräber
8. Naciones Unidas pide a los países que eliminen las emisiones de gases de efecto
invernadero para el 2100
9. La UE y la FAO redoblan sus esfuerzos contra la desertificación en África, el Caribe y el
Pacifico
10. La migración de especies da forma a los ecosistemas del futuro
1. UN GRAN PASO DE ESTADOS UNIDOS Y CHINA EN FAVOR DEL PLANETA Y DE UN NUEVO
CRECIMIENTO ECONÓMICO, POR JIM YONG KIM
El pronóstico para el cambio climático (i) ha cambiado sin lugar a dudas de la noche a la
mañana, con ciertas noticias positivas para el planeta y para el crecimiento económico.
Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de China, Xi Jinping, demostraron
que, en conjunto, están impulsando la lucha mundial contra el cambio climático. Sus países
son las dos economías más grandes del mundo y las mayores emisoras de contaminantes
atmosféricos.
Los compromisos de ellos son un primer paso absolutamente esencial para mantener el
calentamiento del planeta por debajo de los 2 grados centígrados, y evitar las desastrosas
consecuencias de un mundo aún más incierto. China se comprometió a no superar una cifra
máxima de emisiones para 2030 y a que el 20 % de su energía provenga de fuentes
renovables, y Estados Unidos estuvo de acuerdo en reducir sus emisiones un 26 % a un 28
% por debajo de los niveles de 2005 antes de fines de 2025. Lo que es más importante,
ambos acordaron aumentar su colaboración conjunta en programas de investigación y
desarrollo relativos a la energía limpia.
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Las perspectivas económicas de las generaciones actuales y futuras están en juego. Los
costos para las ciudades, las zonas costeras y los cultivos están aumentando, así como los
gastos en salud y de los medios de subsistencia de miles de personas. Pero más que
reaccionar ante esta realidad, lo que China (i) y Estados Unidos (i) hicieron fue mostrar la
determinación necesaria para crear un futuro basado en bajas emisiones mediante soluciones
de energía limpia y ciudades habitables porque tiene sentido para el medio ambiente y las
economías.
Hoy en día tenemos oportunidades de inversión en soluciones innovadoras en el área de
energía limpia que crearán puestos de trabajo e impulsarán economías más fuertes,
saludables y resilientes. Nuestra investigación muestra que invertir en soluciones
inteligentes en relación con el clima, como sistemas de transporte limpio, puede reducir la
contaminación del aire y aumentar el empleo. Y, en la actualidad, vemos que hay líderes
dispuestos a conducirnos por ese camino.
El acuerdo de los presidentes Xi y Obama podría llevar a una transformación económica y
energética mundial. Ambos se comprometieron a fortalecer la cooperación en el desarrollo y
ampliar el uso de la energía y las tecnologías limpias, incluyendo mecanismos de captura y
almacenamiento del carbono.
Aplaudo su osadía y la elección del momento oportuno para su declaración. Al anunciarlo de
manera temprana y mantenerse unidos, están dando impulso a este tema en momentos en
que los países comienzan a desarrollar sus planes de reducción de emisiones con miras a un
acuerdo climático internacional en París en 2015.
Aun así, si bien el anuncio es extraordinario, no es suficiente. Necesitamos que todas las
principales economías del mundo den un paso adelante. Debemos empezar a tener metas
más altas de energía renovable y eficiencia energética a nivel nacional. Los Gobiernos deben
enviar señales normativas que estimulen la inversión privada en energía limpia, como
soluciones en el campo de la energía renovable, la eficiencia energética, y la captura y el
almacenamiento del carbono. Eso incluye la fijación del precio del carbono y la eliminación
gradual de los nocivos subsidios a los combustibles fósiles.
Ambos presidentes colocaron el pilar fundamental para la acción mundial hacia un acuerdo
internacional en París el próximo año. Ahora, instamos a otros a asumir sus compromisos.
Fuente: Jim Yong Kim es el presidente del Grupo Banco Mundial (BM) Este artículo de
opinión fue publicado el 17 de noviembre de 2014 en el portal de BM y se encuentra
disponible en el sitio web: http://blogs.worldbank.org
2. LÍDERES DE LA UE LOGRAN AMBICIOSO ACUERDO SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea alcanzaron la penúltima semana de
octubre un acuerdo político respecto a un nuevo marco regulatorio sobre cambio climático y
energía con miras a 2030.
Después de una larga sesión de negociaciones, los 28 líderes de la Unión Europea (UE)
aprobaron este 24 de octubre una nueva meta vinculante de reducción de gases de efecto
invernadero del 40% para 2030 respecto a los niveles de 1990; un objetivo vinculante de al
menos 27% de la energía renovable utilizada en el bloque; un aumento voluntario de la
eficiencia energética de al menos 27%, a ser revisada en 2020 y teniendo en cuenta un nivel
del 30% para 2030. También se comprometieron de manera no vinculante a mejorar la
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interconexión eléctrica en un 15% entre los Estados miembros e impulsar importantes
proyectos de infraestructura.
El nuevo paquete se hará cargo de los actuales objetivos 20-20-20, el cual busca reducir un
20% el consumo de energías primarias y emisiones de gases de efecto invernadero y
aumentar en un 20% el uso de energías renovables para el fin de esta década.
En camino a París
El acuerdo ha sido observado muy de cerca por la comunidad internacional debido a sus
potenciales implicaciones para las negociaciones multilaterales sobre el clima. Bajo el
paraguas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC), cerca de 200 naciones se encuentran trabajando arduamente para sellar un
acuerdo global vinculante sobre reducción de emisiones, el cual debería estar listo para la
reunión de 2015 en París.
La UE ha sido tradicionalmente considerada un líder en esta área, tras sus esfuerzos
comparativamente significativos en relación a abordar y comprometerse con el cambio
climático. Más aún, cualquier acción de mitigación del bloque es considerada relevante en
términos económicos, dado que representa el 24% del producto interno bruto (PIB) mundial
y el mayor mercado unificado a nivel global.
Mercado de carbono
Los líderes acordaron que el 43% de la meta de reducción de emisiones se alcanzaría
utilizando el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (ETS, por sus siglas en inglés)
de la UE.
Según informes de prensa, derechos de emisión de carbono libre se les ofrecieron a países
como Polonia para “endulzar” el acuerdo. Las conclusiones del Consejo sobre el marco
propuesto permite que los Estados miembros con un PIB per cápita por debajo del 60% del
promedio de la UE tengan la flexibilidad de distribuir derechos de emisión gratuitos al sector
energético. No obstante, ese rango no debería ser superior al 40% de los derechos de
emisión transables.
Conectividad energética y seguridad
En lo que se considera una victoria para países como España y Portugal, el acuerdo hace un
intento por reforzar la conectividad entre los miembros.
Las conclusiones renuevan los compromisos para tomar acciones urgentes a fin de lograr
una meta mínima del 10% de las interconexiones eléctricas existentes. La Comisión Europea
tiene además el mandato de informar regularmente sobre el proceso y las necesidades
técnicas de la integración planeada para así lograr una meta del 15% de la exportación de
capacidad energética para el 2030.
Esto implicará una inversión en una nueva infraestructura de tuberías y matrices a lo largo
de las fronteras europeas. De acuerdo a los reportes, España y Portugal presionaron al
respecto a fin de exportar el exceso de energía eólica y solar a través de los Pirineos.
Por otra parte, y tras la constante crisis que ha afectado a Ucrania y las relaciones con Rusia,
los aspectos de seguridad energética han destacado por sobre muchos. De hecho, un tercio
del gas importado por el bloque proviene de Rusia y casi la mitad de este atraviesa Ucrania
en su viaje a los países de la UE. El acuerdo en cuestión reafirma las preocupaciones, pero
coloca a Europea en buen camino.
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No obstante lo anterior, el acuerdo ha recibido algunas críticas, pues la meta del 40% de
reducción podría no ser suficiente para el bloque europeo si ambiciona una reducción de las
emisiones del 80 al 95 por ciento para 2050. Asimismo, se ha señalado que esto solo debería
ser el primer paso y que la UE puede hacer aún mucho más en relación al cambio climático.
Fuente: Nota informativa publicado en el portal del Centre Internacional para el Desarrollo
Sostenible (ICTD-Suiza) el 6 de noviembre de 2014 y disponible en el sitio web:
http://www.ictsd.org/
3. LA VANGUARDIA CLIMÁTICA LATINOAMERICANA, POR RICARDO LAGOS
Es posible que Latinoamérica haya capeado la desaceleración del crecimiento económico
mundial pero, para muchos, el posible impacto del calentamiento global y de las medidas
necesarias para evitar lo peor de sus efectos puede socavar el frágil equilibrio político,
económico y social de la región, y desandar años de avances.
Pero la prosperidad económica y las acciones para mitigar el cambio climático no tienen por
qué ser mutuamente excluyentes. De hecho, el actual ciclo electoral latinoamericano, junto
con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (que tendrá lugar en
diciembre, en Lima, Perú) proporcionan una oportunidad para que la región muestre cómo
los países pueden beneficiarse de una economía con bajas emisiones de carbono, reducir los
riesgos climáticos y crear prosperidad a largo plazo.
Los países latinoamericanos no empiezan de cero. La mayoría de sus gobiernos ya están
diseñando políticas y redactando legislación sobre el cambio climático. México fue el primer
país emergente en aprobar una ley integral sobre el cambio climático, en 2012, con el
objetivo de reducir para 2020 el 30 % las emisiones de gases de efecto invernadero. Brasil
recientemente logró disminuir la deforestación amazónica y las emisiones netas de dióxido
de carbono han caído significativamente gracias a ello. Uruguay planea generar el 90 % de
su electricidad a partir de fuentes renovables en 2015, mientras que Chile busca hacer lo
propio con el 20 % de su consumo eléctrico para 2025.
A medida que el ciclo electoral latinoamericano de 2014 se acerca a su fin, los nuevos
gobiernos en Bolivia, Brasil, Colombia y Costa Rica, y los candidatos presidenciales en
Uruguay, estarán en condiciones de liderar las acciones relacionadas con el cambio
climático. Como mínimo, deben abstenerse de estrategias que socaven innecesariamente las
políticas existentes sobre clima y medio ambiente. En el mejor de los casos, los líderes
latinoamericanos pueden facilitar activamente la próxima conferencia en Lima, que
encomendará a sus delegados la producción de un borrador de acuerdo para un nuevo tratado
mundial, que será finalizado en París el año próximo. El acuerdo debe ser tanto ambicioso
como justo, para constituir la base de una respuesta global al cambio climático, que no
ponga en peligro la prosperidad futura de ningún país.
Pero la conferencia de Lima puede lograr mucho más que ser el marco de un nuevo tratado
climático: puede dar inicio a un gran impulso para promulgar legislación relacionada con el
clima en toda Latinoamérica, que crearía sociedades con bajas emisiones de carbono y una
buena capacidad de recuperación económica. Lejos de entorpecer el crecimiento económico,
una campaña legislativa coordinada debe entenderse como un requisito esencial para el
desarrollo sostenible, especialmente en América Latina. Esa fue una premisa central de
nuestro informe bandera para la Comisión Global sobre la Economía y el Clima, dirigida por
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el expresidente mexicano Felipe Calderón, que hizo un convincente llamado a la lucha
contra el cambio climático y la reducción del riesgo climático.
La legislación relacionada con el cambio climático también proporciona una forma de
reflejar preocupaciones más amplias de los ciudadanos latinoamericanos y lograr su apoyo.
La legislación también puede transmitir señales positivas al sector privado (incluidos los
inversores extranjeros) que puede desempeñar un papel decisivo para lograr cambios de gran
alcance. Adecuadamente motivados, los inversores pueden impulsar las energías renovables;
invertir en transporte urbano sostenible; fomentar la innovación; crear empleos con
tecnologías más limpias; aumentar la productividad y ayudar a que la región abandone su
dependencia de los recursos naturales finitos.
El proceso legislativo también puede reforzar la influencia diplomática de la Asociación
Independiente de Latinoamérica y el Caribe en la conferencia de cambio climático de la
ONU. La AILAC, que incluye a Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Panamá y Perú,
puede convertirse en una voz crítica en favor de los recortes mundiales a la emisión de gases
de efecto invernadero basados en las responsabilidades diferenciales de los países. La
«tercera vía» de la AILAC está ganando impulso y puede resultar fundamental para lograr
un acuerdo mundial.
Sin embargo, para que este nuevo enfoque sea creíble, la retórica progresista de la AILAC
en la ONU debe verse apoyada por acciones de los países relacionadas con el cambio
climático. Es fundamental que los gobiernos no perciban que la lucha contra el cambio
climático y el apuntalamiento del crecimiento económico son metas contradictorias. No es
necesario desmantelar la legislación ambiental existente, debilitar políticas climáticas
incipientes ni favorecer a los combustibles fósiles por sobre las energías limpias para
garantizar la prosperidad. La reciente aprobación del impuesto a las emisiones de carbono en
Chile sugiere que los políticos son cada vez más conscientes de esto.
Un obvio indicador de progreso será la capacidad del gobierno para aumentar el ingreso per
cápita y simultáneamente reducir las emisiones per cápita. A medida que nos acercamos a la
convención en Lima, los países latinoamericanos tienen una enorme oportunidad para
mostrar su compromiso con los cambios legislativos locales y lograr ambiciosas metas
climáticas globales.
Si los nuevos líderes de la región realmente desean mostrar su compromiso con el cambio,
¿qué mejor que disipar los temores económicos asociados con las acciones vinculadas al
cambio climático? Si actúan ahora, darán a sus países –y al mundo en general– un nuevo
rumbo, que producirá sociedades prósperas, inclusivas y fuertes en esta década y el futuro.
Fuente: Ricardo Lagos, ex presidente de Chile (2000-2006) y el enviado especial de la ONU
para el Cambio Climático (2008-2010), es Presidente de la Fundación Democracia y
Desarrollo y miembro de la Comisión Mundial sobre la Economía y el Clima. En la
actualidad es profesor en el Instituto Watson de Estudios Internacionales de la Universidad
de Brown.Este artículo fue publicado el 3 de cociembre de 2014 en el portal de Project
Syndicate y se encuentra disponible en el sitio web: http://www.project-syndicate.org/
4. EL CRECIMIENTO EN LA NUEVA ECONOMÍA CLIMÁTICA, POR MICHAEL SPENCE
Por mucho tiempo se ha considerado que las medidas para reducir las emisiones de dióxido
de carbono y mitigar el cambio climático se oponen de manera fundamental al crecimiento
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económico. De hecho, a menudo se cita la fragilidad de la recuperación económica como
una justificación para demorarlas. Pero un informe reciente, “La nueva economía climática:
Mejor crecimiento, mejor clima”, realizado por la Comisión Global sobre Economía y
Clima, refuta este razonamiento. El informe concluye que las iniciativas para contrarrestar el
cambio climático, lejos de perjudicar el crecimiento económico, podrían impulsarlo de
manera considerable, y relativamente pronto.
Cualquiera que haya estudiado el desempeño de la economía desde el comienzo de la crisis
financiera de 2008 entiende que los daños a los balances (como el exceso de deuda y pasivos
sin financiar y no generadores de deuda) pueden desacelerar el crecimiento, detenerlo
abruptamente o hasta revertirlo. Y quienes estén familiarizados con el crecimiento en los
países en desarrollo saben que la falta de inversión en capital humano, infraestructura, base
tecnológica y conocimiento de la economía acaba por producir balances que no pueden ser
la base de un crecimiento sostenido.
El cambio climático no es demasiado distinto de estos patrones de crecimiento insostenible o
defectuoso. En esencia, también es un problema de hoja de balances, basado en la cantidad
de CO2 en la atmósfera.
A su ritmo actual, al mundo le quedan solo entre 3 y 4 décadas (o menos) antes de que el
CO2 atmosférico alcance niveles que afecten los patrones climáticos, con consecuencias
catastróficas para el medio ambiente y, a su vez, los sistemas económicos y sociales.
Permitir que el agotamiento del “capital natural” del mundo (los recursos y ecosistemas que
los sostienen) es, en esencia, otra forma de subinversión destructiva.
La inmensa cantidad de evidencia científica en la que se basan las actuales proyecciones
climáticas hace improbable que el mundo pueda prescindir del todo de realizar ajustes. Sin
embargo, no será fácil solucionar los complejos problemas de coordinación y distribución
que generarán y, convencidas de que no nos podemos permitir una decidida estrategia de
mitigación en momentos en que debemos hacer frente a tantos otros retos, las autoridades se
podrían ver tentadas a postergar la toma de medidas concretas.
En “La nueva economía climática” se argumenta que esa sería una muy mala idea. Su
meticulosa evaluación de los estudios, la experiencia y las innovaciones recientes ha llevado
a la clara conclusión de que actuar ahora sería mucho menos costoso que esperar. De hecho,
apenas supondría costes.
Las vías de crecimiento económico que utilizan bajos niveles de carbono no son tan
diferentes de las que utilizan altos niveles… pero estas últimas pueden acabar por conducir
al precipicio de un catastrófico desastre. Dicho de otra manera, los costes netos de reducir
las emisiones de CO2 (en términos de crecimiento, ingresos y otros parámetros de
rendimiento económico y social) no son tan altos en el corto y mediano plazo. Considerando
lo que hoy sabemos sobre las consecuencias de la vía de altos niveles de carbono para el
ambiente natural y, a su vez, la calidad de vida y la salud, estos costes podrían en realidad
ser negativos.
Pero hay una condición importante: las medidas se deben adoptar ya mismo. Los costes
económicos de retrasarlas se elevan de manera no lineal a medida que pasa el tiempo. Si se
postergan 15 años o más será imposible alcanzar los objetivos de mitigación, sean cuales
sean sus costes para ese entonces.
¿Cómo pasamos a adoptar la vía de bajos niveles de carbono? El informe señala los
beneficios de construir la infraestructura y los edificios de uso eficiente de la energía para
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sustentar la economía global de bajos niveles de carbono de 2050, incorporando estrategias
de bajo carbono a los procesos de planificación municipal y aprovechando el potencial de
Internet para mejorar la eficiencia. Si a esto se añaden los costes en declive de las fuentes de
energía alternativas y el incesante avance de la tecnología, las metas mundiales de reducción
del carbono no parecen tan lejanas ni costosas.
Tras evaluar las tecnologías, las opciones de políticas y el análisis que se incluyen en el
informe, se podría concluir que las vías de crecimiento con bajo uso de carbono serían
ligeramente menos pronunciadas que sus contrapartes con alto uso, ya que exigirían más
inversión y menos consumo. Sin embargo, sería difícil juzgarlas como inferiores si se
consideran sus ventajas en el mediano y largo plazo.
El informe además arroja luz sobre otro punto importante del debate climático: ¿es esencial
la cooperación global para mitigar el cambio climático? Para una economía en particular,
¿actuar en solitario implica vías de crecimiento claramente inferiores, por ejemplo, al dañar
la competitividad de su sector comercial? Si la respuesta es positiva, una buena coordinación
internacional de políticas tendría que ser una condición necesaria para progresar.
No parece ser el caso. Parte importante de la agenda de políticas de un país individual para
apoyar el paso a una vía de bajo consumo de carbono (por ejemplo, mejorar la eficiencia del
uso de la energía) no tiene por qué producir desaceleración económica: de hecho, las
iniciativas de este tipo incluso podrían conducir a mayores índices de crecimiento, en
comparación con continuar por un camino de alto uso de carbono. En un primer examen, son
mejores las estrategias de bajo uso de carbono, ya que implican una visión completamente
diferente y mucho más favorable de las estructuras de incentivos.
Esto significa que, aunque la coordinación internacional ha de ser un factor importante para
el éxito de largo plazo de las medidas de mitigación del cambio climático, sus
complicaciones no deberían retrasar los avances, lo que es una buena noticia si se consideran
las dificultades para desarrollar e implementar una estrategia global.
La evidencia científica ha eliminado las dudas que legítimamente se habían planteado acerca
de la escala de los riesgos del cambio climático. Ahora el análisis de la Comisión Global ha
refutado en gran parte los argumentos económicos para la inacción. Si a esto le sumamos la
creciente preocupación pública sobre el cambio climático, es posible que hayamos llegado a
punto en que se cumplen las condiciones para tomar medidas decisivas.
Fuente: Michael Spence, premio Nobel de Economía, es profesor de Economía en la Stern
School of Business de la Universidad de Nueva York, presidente del Consejo del Instituto
Fung Global en Hong Kong, y Presidente del Consejo de la Agenda Global del Foro
Económico Mundial sobre nuevos modelos de crecimiento. Este artículo fue publicado en el
portal de Project Syndicate el 31 de octubre de 2014 y se encuentra disponible en el sitio
web: http://www.project-syndicate.org/
5. AMÉRICA LATINA, "LA MENOS ESCÉPTICA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO"
Un estudio realizado por el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford, basado en el
análisis de 3.000 artículos de periódicos en seis países, encontró que el 80% de las voces
escépticas en las notas evaluadas se hallaban en medios de Estados Unidos y el Reino
Unido.
"Si bien los diarios brasileños cubrieron mucho el cambio climático, dieron menos espacio a
voces escépticas que la prensa de todos los otros países estudiados", dijo a BBC Mundo
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James Painter, autor principal del estudio titulado "Polos Aparte, la cobertura internacional
del escepticismo climático".
"En el caso de los periódicos Estado de Sao Paulo y Folha de Sao Paulo, el porcentaje de
artículos con voces escépticas era de entre 1 y 3%, mientras que para el New York Times y
el Wall Street Journal la cifra alcanzó entre un 13 y un 40%".
Escepticismo en EE.UU
Además de la prensa de Estados Unidos y el Reino Unido, los investigadores incluyeron
publicaciones de Brasil, China, Francia e India en dos períodos: 2007, fecha de publicación
de un informe crucial del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, IPPC, y los años
2009/2010.
El mayor número de opiniones críticas en medios anglosajones podría explicarse según el
estudio por diferentes factores, como la presencia de políticos escépticos, la existencia de
grupos de cabildeo bien organizados que impulsan la cobertura crítica, y medios de
comunicación partidarios que reflejan ese mensaje.
"Las voces escépticas tienen mucha cobertura en Estados Unidos, por ejemplo, en el canal
de cable Fox News y las páginas de opinión del Wall Street Journal. El éxito de Fox News
es uno de los factores detrás del aumento de popularidad del Tea Party, cuyos miembros
suelen cuestionar que el calentamiento global debido a la acción humana sea una realidad",
señaló Painter.
"La mayoria de los candidatos republicanos a la nominación presidencial 2012 también son
escépticos del cambio climático, en parte debido a la influencia del Tea Party".
Preocupación en Latinoamérica
La ausencia de voces escépticas en la prensa de Brasil podría ser uno de los factores que
explique por qué los brasileños dicen estar más preocupados por el cambio climático que los
estadounidenses.
La inquietud parece ser compartida por otros países de América Latina. Una encuesta de
Gallup en 100 países indicó este año a México, Colombia, Venezuela y Ecuador entre los
países más preocupados por el calentamiento global.
Y un sondeo reciente conducido por Nielsen entre 25.000 internautas en 51 países concluyó
que en América Latina la preocupación por el cambio climático fue expresada por el 90% de
los consultados, mientras que el promedio a nivel global fue de 69%.
El mayor nivel de inquietud en la región puede deberse según Nielsen a que América Latina
ha experimentado el impacto de fenómenos climáticos devastadores en los últimos años
atribuidos localmente al cambio climático. Muchos encuestados expresaron además
preocupación por patrones climáticos inusuales, como lluvias más intensas, huracanes e
inundaciones en algunas zonas, y graves sequías en otras.
¿Pero hasta dónde puede decirse que la respuesta a un sondeo sea índice de una
preocupación real por el cambio climático entre los latinoamericanos? Una cosa es expresar
inquietud por el calentamiento global y otra muy diferente procurar información, buscar
entender las implicaciones locales o ejercer presión sobre la clase política.
"No existe un vínculo simple entre la aparente inquietud en América Latina por el cambio
climático y la presión sobre los gobiernos para que tomen medidas al respecto. Puede ser
que los latinoamericanos expresen sus inquietudes en general con más facilidad en
comparación con otras naciones", señaló Painter.
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Para el autor del estudio, uno de los motivos de la falta de escepticismo en la sociedad
latinoamericana es que pocos políticos o expertos cuestionan el cambio climático.
Por el contrario, varios científicos que comparten el consenso en este tema tienen un alto
perfil en los medios, como Mario Molina en México, Premio Nobel de Química que tuvo un
papel central en la apertura de la cumbre de Cancún en 2010.
En Brasil, Carlos Nobre, uno de los principales expertos en ciencia climática en el país, es
actualmente secretario nacional del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Las muchas caras del escepticismo
Uno de los principales aportes del estudio del Instituto Reuters es intentar aclarar la
confusión en torno a las distintas formas que puede asumir el escepticismo sobre el cambio
climático.
Aunque se suele usar indistintamente el término "escéptico", puede referirse a cuatro grupos
diferentes: -aquellos que cuestionan que el planeta se esté calentando -los que no aceptan
que el calentamiento global se deba en parte a la acción humana -quienes dudan sobre la
velocidad y amplitud de los impactos del cambio climático -y por último quienes no creen
que sea necesario actuar en forma urgente o invertir recursos gubernamentales a gran escala
para combatirlo.
La distinción es fundamental para una cobertura precisa del debate en torno al cambio
climático, ya que muchas veces lo que se cuestiona no es la veracidad de la ciencia sino la
urgencia o clase de medidas a tomar.
Para Chris Rapley, profesor de ciencia climática de University College en Londres, el debate
sobre las acciones de respuesta al cambio climático no debe girar en torno a si el
conocimiento del calentamiento global es 100% cierto, ya que la ciencia siempre maneja
grados de incertidumbre. Un mejor planteo, para Rapley, es cuantificar el riesgo de no
actuar.
Los autores del estudio del Instituto Reuters reconocen las limitaciones de su investigación,
que sólo incluye prensa escrita y se centra en seis países.
El trabajo, que será presentado en la cumbre de cambio climático que comienza el 28 de
noviembre en Durban, Sudáfrica, será ampliado en el futuro a otras naciones.
Pero el estudio muestra la diferencia abismal en la forma en que los medios reflejan
posiciones críticas del calentamiento global y realiza una recomendación clave para la
cobertura del cambio climático en el futuro: no puede hablarse de escepticismo sin aclarar,
con exactitud, qué es lo que se está cuestionando.
Fuente: Nota informativa publicada en el Portal BBC Mundo el 16 de noviembre de 2014 y
disponible en el sitio web: http://www.bbc.co.uk/
6. EL CAMBIO CLIMÁTICO PROVOCA MÁS DESPLAZADOS QUE UN CONFLICTO ARMADO
Cuando la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR —creada para atender
a los desplazados por la II Guerra Mundial— comienza a tomar cartas en el tema del cambio
climático, parece claro que la migración forzosa será una de las principales consecuencias de
este fenómeno.
De hecho, ACNUR calcula que entre 250 y 1.000 millones de personas de todo del mundo
perderán sus casas o se verán forzadas a mudarse de territorio y hasta de país en los
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próximos 50 años. En América Latina, la dura determinación de quedarse o emigrar es una
disyuntiva que enfrentan cada vez más personas.
Es una decisión que debaten Atahualpa Valdez y los otros 40.000 residentes de la isla de
Cartí Sugtupu y otras del archipiélago de Kuna Yala, frente a las costas de Panamá, todas
amenazadas por el aumento en el nivel del mar. Unos quieren quedarse, pero otros prefieren
tierra firme.
“Yo recuerdo que en ese día tenía una casa,” cuenta Valdez. “Esa casa se desplomó. Las olas
se lo llevaron casi todo". Pablo Preciado, un líder de la comunidad Carti Sugtupu, añade:
“No es muy fácil solamente cruzar [al continente] porque hay muchas personas que no están
acostumbradas a vivir ahí. Es un cambio drástico”.
América Latina en peligro
El clima global está cambiando y los efectos se ven en toda América Latina. El nivel del mar
aumenta, las sequías amenazan a la producción alimentaria en Centroamérica y el Caribe,
mientras en el Sur las intensas lluvias repentinas provocan fuertes inundaciones.
Si sigue aumentando la temperatura promedio global, la región será una de las más afectadas
en el mundo y en pocos años, al igual que ocurrió con los grandes guerras del siglo XX,
podrían generarse migraciones masivas de personas en todas partes del mundo, expulsadas
de sus casas y comunidades por el cambio climático.
En Perú, por ejemplo, en los últimos años han ocurrido grandes inundaciones que arrasaron
los cultivos de los pueblos indígenas de las Amazonas y provocaron enfermedades. Sin
embargo, los residentes de Paoyhan no están dispuestos a dejar atrás sus tierras ancestrales.
“Es muy preocupante para el pueblo, en los años anteriores no había ese clase de desastres”,
explica Miguel Ochavano, un chamán local. “Para mi es una tristeza encontrar a mi familia
sin comida. De aquí a un tiempo, ¿cómo vamos a estar?”, se pregunta.
Más vulnerables
En los primeros 3 meses de 2014, cerca de un millón y medio de personas en América
Latina sufrieron las consecuencias de eventos climáticos extremos, principalmente
inundaciones, según la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCAH).
No solo son las inundaciones, la escasez de agua también está golpeando a América Latina.
Llena de tierras cultivables, la región podría tener un rol clave en asegurar la alimentación
de millones de personas, pero el aumento de la temperatura ha provocado fuertes sequías en
los últimos años.
El pasado agosto fue el más caluroso registrado hasta hoy a nivel global. Además, marcó el
354° mes consecutivo con temperaturas por encima del promedio, según la Agencia
Nacional para los Océanos y la Atmósfera de EE UU (NOAA, por sus siglas en inglés).
Estas altas temperaturas han dejado su huella en Sherwood Content, el pueblo natal de Usain
Bolt, en Jamaica, que depende de la producción de batata, banana y cacao. “Cuando llegué
en 1967, había mucha agua”, recuerda Lilian Bolt. “Hoy en día es solo ventoso y seco. Si no
llueve durante la temporada, la cosecha se perderá”.
Las historias de Lilian, Miguel y Atahualpa y otras personas de América Latina afectadas
por los efectos del cambio climático fueron recogidas en una serie de documentales que se
presentaron en un concurso global organizado por el Banco Mundial.
“Queríamos hacer que la gente (sobre todo los jóvenes) se conecte, se concientice sobre los
temas y luego impulse soluciones a todos los niveles”, explica Francis Dobbs, uno de los
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organizadores del concurso Action4Climate. “El cambio climático está aquí y ahora. Es el
deber de todos nosotros a cambiar el curso.”
Más de 230 documentalistas de 70 países respondieron a la llamada. Ocho de los finalistas
son realizadores latinoamericanos. Su esperanza es que, con sus mensajes, puedan ayudar a
evitar que millones de personas tengan que abandonar sus casas y sus tierras a causa de los
cambios en el clima.
Fuente: Nota informativa publicado en el periódico El País de España el 10 de octubre de
2014 y disponible en el sitio web: http://internacional.elpais.com/
7. CLIMA, POLÍTICA DE CAMBIO CLIMÁTICO Y CABALLOS MUERTOS, POR ACHIM
BRUNNENGRÄBER
De la contundente certeza del cambio climático y las catástrofes que resultan de él suele
derivarse la demanda de que la comunidad internacional actúe con responsabilidad. Hay que
limitar el aumento de la temperatura global en este siglo para que sea, a lo sumo, superior en
2ºc al registrado durante toda la era preindustrial, y el tiempo apremia. No solamente los
países anfitriones de las Conferencias de la Organización de las Naciones Unidas sobre
Cambio Climático (en 2015, el acontecimiento tendría lugar otra vez en Francia),sino
también Alemania y la Unión Europea deben tomar conciencia de su especial
responsabilidad y asumir (nuevamente) un papel protagónico. Esta es la idea básica que
sigue innumerables ONG en su compromiso de proteger la atmósfera terrestre. Se esfuerzan
en recordarles sus obligaciones a las instituciones estatales nacionales, europeas e
internacionales.
Pero ni los diferentes Estados, ni la UE ni la comunidad internacional en su conjunto
parecen tener la voluntad de tomar medidas ambiciosas sobre cambio climático, o tan
siquiera hablar con una sola voz. La situación dista mucho de ello, ya que a fines de 2013 el
gobierno polaco, en simultáneo a la Conferencia de la ONU, agasajó al lobby internacional
de la industria del carbón, e incluso separó de su cargo al ministro de Medio Ambiente
durante las negociaciones sobre cambio climático. La disgregación interna de la política
sobre cambio climático se inició hace ya años, comenzando por Copenhague (2009),
siguiendo por Cancún (2010) y Durban (2011), hasta llegar a Doha (2012). La amplitud de
ese fracaso no hace más que alcanzar siempre nuevos límites.
Protesta y alternativas
Es por ello que numerosas plataformas socio ecológicas y organizaciones ambientalistas y
de fomento al desarrollo se resisten últimamente a colaborar con las conferencias de la ONU
sobre cambio climático. Fuera de los salones de reunión, abogan por que no se tome el
cambio climático como una catástrofe ambiental que puede ser afrontada con instrumentos
del mercado, sino como una crisis social y del sistema económico capitalista mucho más
profunda. Por eso, durante la Conferencia sobre Cambio Climático de 2007, estas
agrupaciones se organizaron en la red Climate Justice Now (Justicia Climática Ya), y en
2009, en Copenhague, en la liga de acción Climate Justice Action (Acción por la Justicia
Climática).
En estas redes se vincula la cuestión ecológica con la social, tomando como nexo el tema
central de la justicia climática. Además, se exige abordar las causas del cambio climático
desde sus raíces políticas y económicas. Pero nadie quiere escuchar esto. Tampoco aquellas
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organizaciones ambientalistas y de fomento al desarrollo que se han instalado cómodamente
en los salones de la ONU, dentro de la Red de Acción Climática (can, por sus siglas en
inglés).
Si bien su mensaje central es que la acción de los Estados y las conferencias anuales de la
ONU carecen de alternativas, apoyan y legitiman un sistema de negociación que, con la
aprobación del Protocolo de Kioto, debería avanzar en el terreno del derecho internacional,
pero que año a año ha ido perdiendo su esencia multilateral.
A pesar de ello, el Estado y la comunidad internacional siguen siendo los principales
destinatarios en los que se cifran todas las esperanzas: hace ya tiempo que no se puede
hablar de demandas. Las líneas de argumentación son conocidas: de la fórmula «cambio
climático + catástrofe = necesidad de acción del Estado» no se duda. Pero jamás se probó
que esa fórmula funcionara. En verdad, la fórmula correcta debería ser la siguiente:
«inacción del Estado en la política de cambio climático + intereses económicos = emisiones
en aumento». Las pruebas de ello se han vuelto últimamente abrumadoras.
Incluso en Alemania, las emisiones de gases de efecto invernadero subieron en 2012 con
respecto a 2011. Por su parte, Estados Unidos, que jamás ratificó el Protocolo de Kioto,
pudo disminuir sus emisiones mediante el uso cada vez mayor de gas natural recurriendo al
llamado fracking en la extracción, lo cual conduce a tremendos problemas, aunque muy
distintos, para los seres humanos y el ambiente.
Es necesario mirarse en el espejo
Por eso, ya es hora de hacer, también hacia el interior de la sociedad civil, un profundo
análisis de las causas y de indagar con espíritu crítico las arraigadas rutinas de protesta.
Después de años de reuniones en las que los Estados han fracasado y de los masivos
bloqueos a iniciativas internacionales perpetrados por la propia comunidad internacional,
habría que trabajar con las iniciativas, campañas y experiencias acumuladas hasta hoy para
desarrollar sobre esa base nuevas ideas y estrategias en la lucha contra el cambio climático.
Christoph Bals, gerente político de Germanwatch, parece presentirlo, cuando en un artículo
para el Süddeutsche Zeitung menciona al jefe de negociaciones de Filipinas, Naderev Yeb
Saño, quien durante la Conferencia de Varsovia y después del desastroso tifón Haiyan
preguntó si no había llegado la hora de la desobediencia civil. El repertorio de iniciativas de
los actores de la sociedad civil y de los movimientos sociales es, por cierto, mucho más
imaginativo que los constantes trabajos de preparación y colaboración en negociaciones que
degeneran en farsa.
Pero primero vayamos a la cuestión de las causas. Greenpeace se mostró indignado con el
gobierno polaco cuando este agasajó al lobby del carbón. Pero es precisamente allí donde
radica el problema estructural de la política internacional sobre cambio climático. Dicha
política se corresponde con la selectividad esencialmente problemática que suele ser propia
de la política internacional: el punto central que orienta las negociaciones sobre cambio
climático en la ONU es solamente el espíritu maléfico –esto es, las emisiones que aumentan
año a año– que libera de la lámpara, o sea, del circuito productivo, nuestro sistema
económico entrenado para lograr un crecimiento cada vez mayor. A lo cual se suman, a
modo de nuevos temas centrales, medidas de adaptación, daños causados por el cambio
climático (pérdidas y daños), redd + (reducción de emisiones de carbono causadas por la
deforestación y la degradación de los bosques) o servicios ecológicos. Nada de ello afecta el
input del régimen energético basado en combustibles fósiles. Esto no es, de ninguna manera,
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la consecuencia lógica del cambio climático producido por los seres humanos, sino que se
corresponde con la poderosa selectividad con que ciertos intereses fijan los temas.
Ya antes de la primera Conferencia sobre Cambio Climático de 1995 en Berlín, la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se había negado a hablar sobre el
petróleo, Rusia se había negado a hablar sobre el gas y la mayoría de los países se había
negado a hablar sobre el carbón. Precisamente aquello que enciende el circuito productivo y
causa gases de efecto invernadero es y sigue siendo tabú. Para que esto no llamara la
atención de nadie, también en Varsovia se negoció nuevamente de forma puntillosa: sobre el
comercio de emisiones (que nunca funciona), sobre las transferencias voluntarias de fondos
desde el Norte hacia el Sur (que nunca se terminan de pagar en su totalidad) y sobre la
protección de las selvas tropicales (cuya merma no se detiene). El hecho de que en tiempos
de crisis los gobiernos boicoteen masivamente el escenario internacional, no recarguen sus
exhaustos presupuestos nacionales con energía a precios elevados y deseen seguir ganando
dinero con el petróleo, el carbón y el gas y protegiendo las ramas de la industria que hacen
uso intensivo de energía, puede quizá escandalizar, pero no se ha vuelto aún un objeto serio
de negociación.
Escenarios de la protesta
Esto nos llevaría a preguntarnos por las contra estrategias. Hace ya tiempo que los
escenarios de la política global se han desplazado. Se prefieren las negociaciones bilaterales
al consenso internacional, frecuentemente débil, mientras que los enfoques de vanguardia
que impulsan una sociedad con bajas emisiones de carbono no han tenido aún ninguna
oportunidad frente al pragmatismo global. La comunidad internacional (ya) no es la piedra
angular para la Gran Transformación que tan vehementemente demandan muchos think
tanks. Pero es muy poco probable que este cambio venga de la gran política nacional,
europea e internacional. Los objetivos del gobierno alemán y los de la Comisión Europea
distan muchísimo de ser ambiciosos: el mensaje es «más política industrial y menos
protección del medio ambiente».
Es también por eso que se han desplazado los temas principales y las estrategias. El cambio
energético es un ejemplo de ello. Este es mucho más importante de lo que ha sido jamás para
Alemania la política internacional sobre cambio climático, y señala de forma despiadada la
situación de la que se parte. En las discusiones políticas sobre fuentes de energía, se revela la
diferencia de intereses entre un viejo sector que hace uso intensivo de la energía (y que
defiende sus prebendas con todo su poder) y un sector sostenible que apuesta a las energías
renovables (y que podría perder apoyo político dentro de la coalición de los partidos con
más representantes en el Parlamento).
Al in y al cabo, el sector energético y sus representantes en los gobiernos, los organismos y
la Comisión Europea tienen algo que perder, tal como lo muestra la situación económica de
las cuatro grandes empresas de suministro energético de Alemania. La UE no se inmiscuye:
en el caso del fracking, queda a criterio de los Estados miembros determinar cuáles son los
estándares ambientales según los cuales se hacen las perforaciones, y cada país miembro
puede, en esencia, decidir por sí mismo cómo habrán de alcanzarse las (reducidas) metas de
expansión en el sector de las energías renovables.
Por lo tanto, cada país determina cuán inocuo para el clima será el sistema energético del
futuro.
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Pero no solamente en Alemania y el resto de Europa se manifiestan las luchas sociales por
proteger el clima, el medio ambiente y los recursos. Alrededor del planeta hay campañas
contra el fracking que pugnan por impedir la inyección de productos químicos nocivos en
los suelos, campamentos climáticos que tematizan la protección del clima en la vida
cotidiana, protestas de ciudadanos contra la extracción de carbón, o las ya mencionadas
redes de justicia climática que pretenden aunar las variadas campañas e iniciativas referidas
al clima y la energía, cada una con sus especificidades. En las luchas por el cambio
energético se plantean cuestiones referidas a relaciones de poder, emancipación, justicia o
estilos de vida. En estos reducidos contextos se hacen especialmente patentes las
contradicciones, los boicots y las líneas de acción. Esto no significa que las iniciativas
políticas se integren y organicen (o tengan que hacerlo) en igual medida a escala
internacional, pero no se está buscando la gran respuesta común que podría enfrentar por
igual todos los problemas.
Contra el consenso hegemónico
No caben dudas de la importancia capital que tienen los conflictos sociales para que los
modos de vida y producción basados en combustibles fósiles experimenten una transición
hacia un desarrollo sustentable. Para la política de cambio climático, esto significa romper el
consenso hegemónico acerca de la actual regulación sobre el tema, que opera como
mediadora del mercado.
Este consenso entiende el cambio climático en primer lugar como problema ambiental y no
como problema mediado por la sociedad, y parte, además, de que la crisis climática puede
ser afrontada con los mismos instrumentos por los cuales se desató. Pero no está claro que se
vaya a producir una movilización social de largo plazo que surja desde abajo, que tenga una
agenda de temas más amplia e interprete la política de cambio climático como política
energética, de transporte, de consumo o agraria. También en el campo de la sociedad civil
aparecen contradicciones y conflictos políticos. Sus protestas no suelen durar mucho.
Finalmente, también las grandes organizaciones ambientalistas han comprendido durante la
Conferencia de Varsovia que en el escenario internacional no se puede seguir así. Muchas –
dicho sea de paso, Germanwatch no estuvo entre ellas– hicieron un esfuerzo y abandonaron
los salones de conferencia bajo protesta. Con este «walk out» reaccionaron por in («enough
is enough») al proceso interno de disgregación del régimen de la ONU en materia de cambio
climático y dejaron una nueva impronta. Quizá simplemente se sientan exhaustas, habida
cuenta de las 19 conferencias sobre cambio climático y las –por lo menos– 19 decepciones
que han vivido. Acaso sigan la máxima de los indígenas Dakota que dice: «Si descubres que
estás montando un caballo muerto, ¡desmonta!». Pero cuidado: las camisetas de los
activistas ambientalistas hacían referencia a la 20 Conferencia sobre Cambio Climático que
se celebrará en Lima a fines de 2014 con la siguiente frase: «Volveremos». No es
precisamente lo que se llama una amenaza.
Fuente: Achim Brunnengräber es docente no numerario en la especialidad de Ciencias
Políticas y Sociales y director de proyectos en el Centro de Investigaciones en Política
Ambiental de la Universidad Libre de Berlín. Este artículo fue publicado en la Revista
Nueva Sociedad Nº 252 (julio-agosto de 2014) y se encuentra disponible en el sito web:
www.nuso.org
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8. NACIONES UNIDAS PIDE A LOS PAÍSES QUE ELIMINEN LAS EMISIONES DE GASES DE
EFECTO INVERNADERO PARA EL 2100
"No hay un plan B, porque no tenemos un planeta B", ha sentenciado Rajendra Pachauri,
presidente del Panel Científico para el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC, por
sus siglas en inglés). La presentación en Copenhague (Dinamarca) del informe científico de
síntesis elaborado por más de 800 científicos durante los últimos 13 meses no ha dejado
espacio para la duda ni oportunidad alguna para la inacción. "Con este informe en las manos,
la ignorancia ya no puede ser un argumento para justificar la inacción", ha asegurado Michel
Jarraud, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial.
El documento jugará un papel principal en las negociaciones internacionales del más alto
nivel que se sucederán de ahora en adelante para tratar de firmar un acuerdo mundial, un
nuevo Protocolo de Kioto, en al cumbre del clima de Naciones Unidas que tendrá lugar en
París en 2015. Algo en lo que la comunidad internacional, con presencia de líderes de la talla
de Barack Obama (EEUU) o Hu Jintao (China) entre otros, ya falló en la cumbre de
Copenhague en 2009. "Este informe es más preciso, más fuerte y el nivel de confianza que
ofrece es mucho mayor", ha explicado Jarraud. "Ya no hay excusas para la inacción", ha
dicho.
La influencia del ser humano sobre los sistemas climáticos es clara y está creciendo, y sus
impactos pueden notarse ya en todos los continentes. Si no se hace nada al respecto, "el
cambio climático aumentará las probabilidades de sufrir impactos severos, generalizados e
irreversibles para la gente y para los ecosistemas", según el trabajo. Pero, hay opciones al
alcance de la comunidad internacional para adaptarse al cambio climático y para realizar
acciones de mitigación que puedan asegurar que los impactos del aumento de temperatura
media global permanecen en un rango manejable.
"Tenemos los medios para limitar el cambio climático", ha dicho Pachauri durante la
presentación del informe, que ha podido ser seguido en vídeo por internet. "Las soluciones
son muchas y permitirán el desarrollo económico y humano. Todo lo que necesitamos es la
voluntad de cambio, y confiamos en que será motivada por el conocimiento y la
comprensión de la ciencia del cambio climático", sentenció Pachauri.
Acontecimiento histórico
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha inaugurado el acto de
presentación mostrando su apoyo incondicional al trabajo científico del IPCC. "Este es un
acontecimiento histórico con una importancia crucial para la Humanidad", ha arrancado Ban
Ki-moon. "La influencia humana es clara y va en aumento. La cantidad de nieve y hielo han
disminuido. No soy científico, no estoy preparado para hablar en términos científicos.
Tenemos que escuchar las voces de los científicos desde un punto de vista político. La
ciencia ha hablado. No hay ambigüedad. Los políticos deben actuar", ha asegurado.
El informe repasa de forma exhaustiva los hechos y observaciones relacionadas con el
cambio climático. Los océanos se han calentado, la cantidad de nieve y hielo ha disminuido,
el nivel del mar ha aumentado y la concentración de gases de efecto invernadero se ha
incrementado hasta un nivel sin precedentes en los últimos 800.000 años.
Y detalla con el mayor nivel de detalle posible los aspectos clave, como por ejemplo el
hecho de que los océanos han acumulado el 90% de la energía acumulada en los sistemas
climáticos desde el año 1971.
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Pero no sólo se adentra en los aspectos científicos, sino que también sienta las bases para el
análisis económico de la acción contra el cambio climático. Según el IPCC, el coste
económico de la mitigación, de las medidas para frenar el aumento de temperatura y evitar
que supere los 2 grados centígrados hasta el año 2100 costará un 0,06% del Producto Interior
Bruto mundial cada año. Pero, en el mismo periodo, se espera que el PIB global aumente al
menos un 300%.
Movilización ciudadana
La ONG WWF ha pedido atención a los gobiernos del mundo. "No es demasiado tarde para
evitar un cambio climático catastrófico. Una acción rápida y decisiva para abandonar los
combustibles fósiles puede mantener el incremento de la temperatura por debajo de los 2ºC,
que es el umbral señalado por la ciencia, y acordado por los gobiernos, para evitar un
cambio climático peligroso", apunta la organización.
El IPCC incluso advierte que el cambio climático puede incrementar el riesgo de conflictos
violentos en forma de guerra civil y la violencia entre los grupos por el hambre, las
migraciones forzosas y otros conflictos derivados del cambio climático.
"Para los científicos, no hay duda acerca de cómo actuar frente al cambio climático. Los
gobiernos tienen que prestar atención y eliminar gradualmente el carbón y el petróleo ahora
o terminar haciéndolo más tarde a un coste mucho más alto. Sin embargo, aquellos que
aprovechen el potencial de las energías renovables darán un salto adelante hacia un futuro
sostenible", ha declarado Martin Kaiser, responsable de política climática en Greenpeace.
La organización ecologista denuncia que mientras que países como Dinamarca, que se ha
comprometido al 100% de energías renovables en su sistema eléctrico y de calefacción para
2030, avanzan en la dirección correcta, en España el Gobierno ha aprobado una reforma
energética que supone un freno absoluto a las energías renovables mientras da luz verde para
proyectos de extracción de petróleo en sus aguas.
Fuente: Nota informativa publicada el 2 de noviembre de 2014 en el periódico español El
Mundo y disponible en el sitio web: http://www.elmundo.es/
9. LA UE Y LA FAO REDOBLAN SUS ESFUERZOS CONTRA LA DESERTIFICACIÓN EN ÁFRICA,
EL CARIBE Y EL PACIFICO
La Unión Europea (UE) y la FAO, en colaboración con el Grupo de países de África, el
Caribe y el Pacífico (ACP), han lanzado una iniciativa de 41 millones de euros y 4 años y
medio de duración, para impulsar la gestión sostenible de la tierra y restaurar las tierras
áridas y degradadas en África, el Caribe y el Pacífico.
El programa, denominado Acción Contra la Desertificación, es crucial para combatir el
hambre y la pobreza, fomentar la estabilidad y aumentar la resiliencia ante el cambio
climático en algunas de las zonas más vulnerables del mundo, según han explicado sus
patrocinadores.
Más del 70 por ciento de las personas que viven en las tierras áridas de África, el Caribe y el
Pacífico obtienen su sustento de los recursos naturales. Pero el crecimiento demográfico y el
cambio climático ejercen una presión creciente sobre estos ecosistemas que exacerba la
degradación y la desertificación de tierras cada vez más sobrexplotadas.
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"La desertificación y la degradación de la tierra son problemas muy graves. Conducen al
hambre y la pobreza, y están en sí mismos en la raíz de muchos conflictos”, aseguró José
Graziano da Silva, Director General de la FAO, al subrayar la necesidad del programa. "Pero
los éxitos recientes –añadió- demuestran que estos problemas no son insuperables. Podemos
aumentar la seguridad alimentaria, mejorar los medios de vida y ayudar a las personas a
adaptarse al cambio climático".
El Comisario Europeo de Desarrollo, Andris Piebalgs, señaló por su parte que "la gestión
sostenible de la tierra es crucial para enfrentarnos al triple desafío que supone el cambio
climático, la pérdida de la biodiversidad y la inseguridad alimentaria. Este nuevo programa
ayudará a las comunidades más afectadas por estos retos a gestionar mejor sus recursos,
usarlos para crear empleo y generar ingresos e invertir en ellos para las generaciones
futuras”.
"Hambre y pobreza, cambio climático, deforestación, degradación del suelo, desertificación
y pérdida de biodiversidad están relacionados entre sí", aseguró Alhaji Muhammad Mumuni,
Secretario General de la ACP. "Se necesitan enfoques integrados –añadió- para la gestión
del paisaje, así como nuevas políticas, inversiones y capacidades para hacer frente a estos
desafíos en los países ACP”.
Aprovechar la Gran Muralla Verde
En África, los esfuerzos del programa se basan en la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del
Sáhara y el Sahel, creada en 2007, que se ha convertido en la iniciativa más emblemática de
África para combatir los efectos del cambio climático y la desertificación.
Acción contra la Desertificación continuará apoyando a las comunidades locales, el gobierno
y la sociedad civil en Burkina Faso, Etiopía, Gambia, Níger, Nigeria y Senegal en la gestión
sostenible y la restauración de sus bosques y pastizales en las zonas áridas y apoyará la agrosilvicultura.
También promoverá las actividades de generación de ingresos y la creación de
oportunidades de empleo en las zonas rurales, en especial para los jóvenes y las mujeres,
sobre la base de la producción sostenible, el procesado y comercialización de productos
agrícolas y los bienes y servicios forestales.
Las Escuelas de campo para agricultores y los intercambios de conocimientos permitirán a
los campesinos aprender sobre las causas de la desertificación y las mejores maneras de
combatirla y prevenirla.
Lugares lejanos, retos similares
Aunque se encuentran en el otro lado del mundo, tanto el Caribe como el Pacífico se
enfrentan a retos similares a los de África. Las prácticas de manejo insostenible de la tierra
han causado la pérdida de suelo, la degradación de los hábitats naturales, han contribuido a
la pérdida de la biodiversidad y reducido las barreras naturales frente a sequías e
inundaciones.
Acción contra la Desertificación se centrará en Haití en el Caribe y Fiji en el Pacífico, y es
un ejemplo de aumento de la cooperación Sur-Sur, aprovechando las lecciones aprendidas
de la Iniciativa de la Gran Muralla Verde de África para ayudar a las comunidades locales a
adoptar mejores prácticas sostenibles de gestión de las tierras y forestal, al tiempo que
mejora la capacidad de las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para
apoyar estos esfuerzos.
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Acción contra la Desertificación es un programa conjunto de la FAO y la ACP-Unión
Europea, cuya financiación incluye 20 millones de euros del Fondo Europeo de Desarrollo.
Está implementado por la FAO en colaboración con la Comisión de la Unión Africana, los
Gobiernos de los países afectados, la secretaría de los Estados de África, el Caribe y el
Pacífico (ACP), el Mecanismo Mundial de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha
contra la Desertificación (UNCCD), el Real Jardín Botánico de Kew y la Región Valona de
Bélgica, así como otros socios.
Fuente: Boletín Informativo de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), publicado el 21 de octubre de 2014 y disponible en el
sitio web: http://www.fao.org
10. LA MIGRACIÓN DE ESPECIES DA FORMA A LOS ECOSISTEMAS DEL FUTURO
Con el calentamiento global, las especies se desplazan de sus hábitats normales y
constituyen una amenaza para los nuevos ecosistemas. Muchos se preguntan cómo cambiará
el mundo en el futuro.
Ya en los años 80, la bahía Tosa, en la costa sur de Japón, era el hogar de densos bosques
marinos de algas laminariales, que proporcionaban alimento y refugio para una gran
abundancia de especies de peces, invertebrados y mamíferos marinos. No obstante, en una
reciente exploración submarina, la bióloga marina Adriana Vergés se encontró con un
panorama muy distinto. “Los bosques de laminariales solían ser un lugar ideal para pescar
abulón y langosta”, dice Vergés. “Pero, en las últimas tres décadas, todo esto ha
desaparecido completamente, y actualmente la zona está dominada por el coral. Ha dejado
de ser un sistema de aguas templadas”.
El coral ha colonizado muchas áreas después de que las especies invasoras de peces
tropicales hayan acabado con la cobertura de la minariales. Este fenómeno de infiltración de
peces tropicales, desaparición de bosques de laminariales y cambios radicales en la
biodiversidad submarina es conocido como “tropicalización”.
Los bosques subacuáticos de laminariales son el hogar de una gran biodiversidad, pero
prácticamente han desaparecido de las cosas del sur de Japón.
Vergés, profesora de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, es una de las
autoras de un informe reciente sobre este fenómeno en las costas del sur de Japón y
Australia, el mar Mediterráneo y el Golfo de México. Se trata de zonas donde las corrientes
de aguas frías y calientes son cada vez más fuertes. Además de calentar de estos hábitats que
antes eran templados, las corrientes traen consigo larvas de peces tropicales, tales como el
pez conejo: es parte de una tendencia global de desplazamiento de especies a nuevos hábitats
a causa del cambio climático.
“En las áreas del Mediterráneo donde viven peces conejo tropicales, los niveles generales de
biomasa y diversidad han bajado”, dice Vergés. “Se ha dado una transición de bosques de
algas a terrenos baldíos. Es bastante deprimente bucear en algunas partes del mar
Mediterráneo, porque apenas queda vida en ellas”.
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Hacia los polos
Con el aumento de las temperaturas, no solo los peces se desplazan. En 2011, un estudio
hecho en Reino Unido demostró una tendencia global de movimiento de especies terrestres
hacia los polos de casi 17 kilómetros por década, lo que equivaldría a 4,5 metros cada día.
Estos rápidos cambios significan que las nuevas combinaciones de especies están
interactuando con las poblaciones nativas, creando una batalla por lo recursos con sus
nuevos vecinos, que a menudo están mejor adaptados a las temperaturas más altas.
“Cuando una especie del norte empieza a extinguirse a medida que las temperaturas
aumentan, puede ser que esto ocurra porque no pueden aguantar el nuevo clima. No
obstante, es muy probable que no solo tengan que aguantar el nuevo clima, sino también la
convivencia con estas nuevas especies que no dejan de llegar”, dice Chris Thomas, biólogo
evolucionista de la Universidad de York y autor principal del informe.
Híbridos en el Ártico
En el ártico, el impacto del cambio climático en las especies también se está caracterizando
por la rápida pérdida del hielo que anteriormente formaba barreras del tamaño de
continentes entre diferentes poblaciones de especies. Para especies nativas como la ballena
de minke, esto supone un riesgo adicional: la hibridización.
Con la pérdida del hielo del Ártico, especies como las ballenas de minke sufren la amenaza
de la hibridización al entrar en contacto con otras comunidades animales.
“Las ballenas de minke viven tanto en el Atlántico Norte como en el Pacífico Norte, pero
estas poblaciones han vivido siempre aisladas a causa del hielo del mar Ártico”, explica
Brendan Kelly, uno de los autores de un artículo de Nature en 2010 que avisaba de que 22
especies de mamíferos en el Ártico podrían estar en riesgo dehibridización. “Conforme el
hielo va desapareciendo, podemos esperar que esas dos formas de ballena de minke entren
en contacto, y las distinciones entre ellas se desvanezcan”.
Hasta ahora no ha habido una investigación detallada sobre el alcance de la hibridación
actual en el Ártico, pero sí hay pruebas anecdóticas del fenómeno, incluyendo avistamientos
de “grolares”, el resultado del apareamiento entre osos polares y osos grizzly.
Kelly afirma que la hibridización podría ser el último paso en la extinción del oso polar: tras
perder el hielo marino, no les queda otro remedio que ir a las costas y competir con los osos
grizzly, mejor adaptados. La reducción de población resultante de ello implica que los pocos
ejemplares de oso polar restantes tendrían más dificultades para encontrar parejas de su
misma especie, y por tanto podrían acabar apareándose con osos grizzly.
Comunidades al pie del abismo
Aun cuando la hibridización podría acabar con las especies más vulnerables, los científicos
explican que la pérdida de hábitats es el mayor riesgo climático para las especies árticas,
como el oso polar, y para la diversidad a escala global. En este contexto, la tendencia de
desplazamiento hacia los polos de algunas especies podría ser su única posibilidad de
sobrevivir. No obstante, las barreras geográficas a menudo no les permiten llegar tan lejos.
“El problema es lo que ocurre con las comunidades que viven en los bordes de los
continentes”, dice Vergés. “Por ejemplo, las comunidades que viven en la parte sur de
Australia, en Tasmania: no tienen a dónde ir, a su alrededor solo hay precipicios. Es algo
parecido a lo que pasa en los sistemas montañosos, donde las especies se trasladan hacia
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latitudes más altas a causa del aumento de las temperaturas. Las especies que llegan a la
cima serán las primeras en extinguirse”.
Migración asistida
A pesar de que la amenaza que suponen especies invasoras tales como el pez conejo ha
llevado a la toma de medidas para reducir su población en el mar Mediterráneo, algunos
conservacionistas abogan por la “migración asistida” para facilitar activamente el
movimiento de determinadas especies en peligro de extinción hacia áreas fuera de su hábitat
normal.
Torreya Guardians es una organización voluntaria que trabaja para conservar la torreya
taxifolia, una especie de conífera perenne que está en peligro de extinción en Florida, su
territorio natal, en parte a causa del cambio climático. El grupo planta nuevos ejemplares
más al norte, en lugares como los montes Apalaches.
“Si observamos todas las formas de vida, los árboles son los que se mueven más lentamente.
La mayoría de los árboles no pueden mantener el ritmo del cambio climático”, dice la
fundadora de Torreya Guardians, Connie Barlow, añadiendo que las semillas de la torreya
de Florida son demasiado grandes para ser transportadas por el viento o por la mayoría de
los animales.
La migración asistida es un tema controvertido, pero Barlow y muchos otros argumentan
que en una masa de tierra de tamaño continental, como Europa o Norteamérica, las especies
terrestres han cambiado de hábitats con el cambio climático continuamente a través de los
milenios, de modo que lo que nos puede parecer combinaciones de especies “nuevas”, en
realidad, ya existieron en el pasado.
Lo que sí es nuevo es el ritmo al que el cambio climático se está desarrollando. Para
Thomas, esto significa que la defensa de las combinaciones de especies actuales no siempre
es el mejor enfoque: “Si todas nuestras comunidades biológicas van a cambiar de cualquier
modo, ¿por qué no deberíamos considerar incluir en esas comunidades algunas de las
especies que están en verdadero peligro de extinción, aun cuando ello requiere nuestra
intervención?”.
El biólogo evolucionista de la Universidad de York añade que, para algunos, puede que no
sea lo más natural, pero tampoco lo es el cambio climático.
Fuente: Nota publicada en el Portal Informativo Deutsche Welle (DW) el 14 de octubre de
2014 y disponible en el sitio Web http://www.dw.de/
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Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz
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