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..ORIGINALES Eficacia de la bupivacaína al 0,5% y lidocaína al 5% isobaras en anestesia subaracnoidea continua con microcatéteres R. Valeroa A. Villalongab P. de Santosc C. Gomard a Médico Especialista. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínic de Barcelona. Universidad de Barcelona. b Jefe Servicio. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Josep Trueta. Girona. c Médico Especialista. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínic de Barcelona. Universidad de Barcelona. d Jefe Servicio. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínic de Barcelona. Universidad de Barcelona. Objetivos. Estudiar el efecto clínico de 2 anestésicos locales isobaros en anestesia subaracnoidea continua con microcatéteres. Material y métodos. Se incluyó a los pacientes consecutivos intervenidos bajo anestesia subaracnoidea continua durante 12 meses. El calibre de los catéteres utilizados fue 27G, y fueron introducidos a través de aguja 22G Sprotte (Intralong®). Se estudiaron en períodos sucesivos de 6 meses: bupivacaína al 0,5% y lidocaína al 5% isobaras. Se administró 1 ml del anestésico local y dosis sucesivas de 0,5 ml hasta alcanzar el nivel anestésico necesario. Fueron anotadas las variables hemodinámicas, valores anestésico y motor, así como las complicaciones aparecidas durante el período perioperatorio. Resultados. Se realizaron 31 intervenciones con bupivacaína al 0,5% y 40 con lidocaína al 5% isobaras. Se registró bloqueo alto en tres ocasiones en el grupo bupivacaína y en 15 en el grupo lidocaína (p < 0,05). El nivel anestésico más alto alcanzado fue de T4. Se registró hipotensión en un caso del grupo bupivacaína y en 10 del grupo lidocaína (p < 0,05). En 11 casos del grupo lidocaína y en uno del grupo bupivacaína se objetivó dificultad para elevar el nivel de bloqueo, mientras que en 13 casos del grupo bupivacaína y en 7 del grupo lidocaína apareció dificultad para bloquear las raíces distales (p < 0,005). La dosis total administrada fue de 11,0 ± 3,0 mg de bupivacaína 0,5% y 95,6 ± 24,6 mg de lidocaína 5%. Conclusiones. La bupivacaína al 0,5% isobara proporciona un bloqueo anestésico más predecible, con mayor estabilidad hemodinámica y menor incidencia de dificultad de elevar el nivel de bloqueo que la lidocaína al 5% cuando se administra en anestesia subaracnoidea continua con microcatéteres. Palabras clave: Técnicas anestésicas: anestesia subaracnoidea continua. Anestésicos locales: bupivacaína, lidocaína. Efficacy of isobaric 0.5% bupivacaine and 5% lidocaine for continuous subarachnoid anesthesia using microcatheters Objectives. To study the clinical effect of two isobaric local anesthetics infused through microcatheters for continuous subarachnoid anesthesia Material and methods. Patients undergoing surgery under continuous subarachnoid anesthesia were enrolled prospectively over 12 months. Twentyseven-gage catheters were inserted through 22 G Sprotte (Intralong®) needles. The two isobaric anesthetics (0.5% bupivacaine and 5% lidocaine) were studied in two successive six-month periods. One milliliter of local anesthetic was administered, followed by incremental doses of 0.5 ml until the required anesthetic level was reached. Hemodynamic variables were recorded, as were levels of anesthetic and motor blockade and complications developing during the surgical and postoperative periods. Results. Thirty-one patients were anesthetized with isobaric 0.5% bupivacaine and 40 with isobaric 5% lidocaine. A high blockade was observed in three patients in the bupivacaine group and in 15 in the bupivacaine group (p < 0.05). The highest anesthetic level reached was T4. Hypotension occurred in one patient in the bupivacaine group and in 10 in the lidocaine group (p < 0.05). Blockade was difficult to increase to the appropriate level in 11 lidocaine patients and in one bupivacaine patient, whereas blockade of distal roots was difficult in 13 bupivacaine patients and in 7 lidocaine patients (p < 0.005). The total doses infused were 11.0 ± 3.0 mg of 0.5% bupivacaine and 95.6 ± 24.6 mg of 5% lidocaine. Conclusions. Isobaric 0.5% bupivacaine provides a more predictable anesthetic blockade with greater hemodynamic stability and a lower rate of difficulty in raising the level of blockade than does 5% lidocaine when administered through microcatheters for continuous subarachnoid anesthesia. Keywords: Anesthetic techniques: continuos subarachnoid anesthesia. Local anesthetics: bupivacaine, lidocaine. Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2000; 47: 4-9 Introducción La anestesia subaracnoidea continua (ASC) permite la administración fraccionada de anestésicos locales (AL). Con ello se consigue un nivel anestésico más predecible, una mayor estabilidad hemodinámica y la posibilidad de prolongar lo necesario el tiempo quirúrgico1. La utilización de catéteres gruesos contraindica esta técnica en pacientes jóvenes en los que la incidencia de cefalea pospunción dural es más frecuente. Al final de la década de los ochenta la introducción comercial de catéteres de pequeño calibre (hasta 32G) permitió que los pacientes jóvenes también pudieran beneficiarse de la ASC con un riesgo prácticamente nulo de cefalea pospunción dural. En 1990 Hurley y Lambert1 hacen referencia a tres hechos principales en relación a los microcatéteres de calibre 32G (diámetro interno, 0,2 mm) introducidos a través de agujas 26G: a) las dificultades técnicas en el manejo de material tan fino (durante la introducción del catéter, la inyección del AL y la extracción del catéter); b) la aparición de dos casos de insuficiente analgesia que los autores explican como una desigual distribución del AL, y c) la aparición de dos casos de cefalea pospunción dural. La experiencia posterior con el uso de microcatéteres fue muy dispar. Así, mientras unos autores se plantean que estos nuevos materiales para ASC presentan unas dificultades técnicas que podrían limitar su uso2, para otros son fácilmente subsanables con la experiencia en su manejo, y dan más importancia a las ventajas clínicas que conlleva la AIC3. La aparición del síndrome de cola de caballo4 y el comunicado posterior de la Food and Drug Administration (FDA) que prohibía la utilización de microcatéteres en ASC5trajeron consigo un relativo abandono de esta técnica. Actualmente se acepta que el síndrome de cola de caballo es consecuencia de la toxicidad neurológica a causa de sobredosificación del AL debido a su mala distribución en el espacio subaracnoideo, que producía dificultad para elevar el nivel superior de bloqueo anestésico y hacía administrar dosis repetidas de AL que se depositaban en las mismas raíces nerviosas. La lidocaína al 5% hiperbara ha sido el AL más comúnmente implicado en esta complicación4,6. Se considera que los factores que influyen en la aparición de esta complicación son la excesiva introducción del catéter, la velocidad lenta de inyección y la administración de anestésicos hiperbaros7,8. Puesto que la mala distribución se ha atribuido generalmente al empleo de microcatéteres y anestésicos hiperbaros, hemos realizado un estudio en pacientes intervenidos quirúrgicamente bajo ASC con microcatéteres con soluciones isobaras de anestésicos locales, bupivacaína y lidocaína, con el fin de estudiar su efecto en lo referente a su predecibilidad, control del nivel de bloqueo, estabilidad hemodinámica y distribución en el espacio subaracnoideo. Material y métodos El estudio fue aprobado por el Comité de Investigación de nuestro centro. El día anterior a la intervención durante la visita preanestésica, los pacientes eran informados de las características del estudio, así como de la necesidad de su colaboración durante el mismo y se les solicitaba el consentimiento informado. Los pacientes desconocían el grupo en el que serían incluidos. En este estudio prospectivo, se incluyeron los pacientes consecutivos, ASA IIII, intervenidos de manera electiva bajo ASC durante un período de 12 meses. Se consideraron criterios de exclusión los habituales en anestesia subaracnoidea y, además, la falta de comprensión del estudio por parte del paciente. Se registraron las variables demográficas de los pacientes, el estado físico según la clase ASA y tipo de cirugía realizada. Los pacientes fueron premedicados la noche anterior a la intervención y 2 horas antes de ésta con diacepam por vía oral a dosis de 5 o 10 mg según la edad y el estado físico. Una vez el paciente se encontraba en el quirófano se canalizó una vía periférica y se inició una perfusión de Ringer lactato. No se realizó carga hídrica previa a la realización de la técnica anestésica. La monitorización de los pacientes consistió en electrocardiograma y pulsioximetría continuas, además de presión arterial sistólica y diastólica incruentas cada 5 min. A continuación se procedió a la ejecución de la técnica anestésica. Ésta fue realizada con el equipo Intralong® (Pajunk, Alemania), cuya aguja es de calibre 22G con punta atraumática en forma de punta de lápiz con diseño Sprotte, y el catéter de calibre 27G. La punción lumbar se realizó a nivel L3-4 con el paciente en decúbito lateral. El orificio de la aguja se colocó en posición cefálica y el catéter se introdujo 2-3 cm en el espacio intradural. La aspiración de líquido cefalorraquídeo (LCR) a través del catéter no fue posible puesto que éste se colapsa, por lo que la aparición de signos de bloqueo sensitivo o motor indicó la correcta posición del catéter. Se descartaron del estudio los casos de imposibilidad de introducción del catéter y de inyección de la primera dosis de AL, o de cualquier otra incidencia que impidiera el inicio de la intervención con esta técnica. Se estudiaron dos soluciones isobaras de AL: bupivacaína al 0,5% y lidocaína al 5% (Braun®), cuyas densidades son, respectivamente, 0,9974 y 0,9993 g/ml y sus baricidades relativas al LCR de 0,9971 y 0,9990, respectivamente. Durante los 6 meses del estudio se administró bupivacaína al 0,5% y los 6 meses últimos, lidocaína al 5% El anestesiólogo que efectuaba la técnica y el que registraba los controles conocían el fármaco que se administraba. Una vez realizada la cateterización subaracnoidea, se colocó al paciente en posición quirúrgica, se administró 1 ml del AL correspondiente y se registraron los valores de la presión arterial y frecuencia cardíaca, así como el nivel anestésico mediante la insensibilidad al pinchazo y el bloqueo motor según la escala modificada de Bromage (grado 0: elevación de la extremidad contra la gravedad; grado 1: flexión de la rodilla; grado 2: flexión del pie, y grado 3: inmovilidad total de la extremidad). Estas variables se anotaron a los 5 o 10 min según si el AL administrado era lidocaína o bupivacaína, respectivamente. Posteriormente, y en iguales tiempos, se administraron dosis de 0,5 ml de lidocaína o bupivacaína, y se registraron las mismas variables, hasta conseguir el nivel anestésico considerado necesario para la intervención quirúrgica. Dichos niveles variaron según el tipo de cirugía que se realizaba y se señalan en la tabla I. La dosis de AL necesaria para iniciar la intervención se definió como dosis prequirúrgica, que no debería superar, en ningún caso, los 15 mg de bupivacaína o los 100 mg de lidocaína. Durante la intervención se anotaban el nivel anestésico cada 15 o 10 min, tiempo considerado suficiente para la fijación del AL9,10, según éste fuera, respectivamente, bupivacaína o lidocaína con el fin de valorar la regresión del bloqueo y la necesidad de nuevas inyecciones. Se administraba una nueva dosis de 0,5 ml si el nivel de bloqueo descendía hasta la metámera, por debajo de la cual se consideraba que el paciente podría referir dolor, o bien cuando aparecía el dolor. La dosis total se consideró como la administrada durante todo el acto quirúrgico. Para valorar la predecibilidad del bloqueo anestésico mediante esta técnica estudiamos dos factores: la presencia de niveles anestésicos considerados excesivamente altos para la cirugía indicada y, en el extremo opuesto, la dificultad de conseguir el nivel anestésico necesario para dicha intervención. La mala distribución del AL de estimó a partir de la dificultad de conseguir el nivel anestésico necesario y de la necesidad de administrar una dosis de AL superior a la que se habría utilizado en anestesia subaracnoidea a dosis única para conseguir un determinado nivel anestésico. Se anotó la aparición de complicaciones: el bloqueo alto, que se definió como el nivel anestésico que superaba el máximo definido para cada intervención. Igualmente, se registró la aparición de deficiente extensión del bloqueo, definido como la dificultad o imposibilidad de conseguir el nivel anestésico necesario para la intervención prevista. En caso de aparecer esta complicación, se realizaban secuencialmente las siguientes maniobras: a) cambio de posición del paciente (según las necesidades del bloqueo) y nueva administración de 0,5 ml del AL. En caso de presentarse dificultad para bloquear las raíces sacras, se administró una nueva dosis de AL y se colocó al paciente en posición de Trendelenburg, dado que las soluciones de AL isobaras a temperatura ambiente se comportan como hipobaras a 37 °C11. Por la misma razón, para elevar el nivel de bloqueo, el paciente se colocó en posición de anti-Trendelenburg previamente a la inyección de la dosis; b) cambio de AL (lidocaína a bupivacaína, y viceversa), yc) cambio de técnica anestésica (a anestesia general). Igualmente, se registraron las alteraciones hemodinámicas observadas (hipotensión, definida como el descenso de más del 20% de la presión arterial sistólica basal, y bradicardia, si la frecuencia cardíaca descendía por debajo de 50 latidos por minuto), así como la aparición de cefalea pospunción dural y cualquier otra complicación aparecida hasta el alta hospitalaria directamente relacionada con la técnica anestésica. Análisis estadístico Se utilizaron las pruebas de la t de Student para la comparación de variables cuantitativas continuas; de la * 2 o la prueba exacta de Fisher, para la comparación de variables cuantitativas discretas. La comparación entre los niveles anestésicos se realizó mediante la U de Mann-Whitney. Se consideraron significativos valores de p < 0,05. Resultados La técnica se realizó en 44 pacientes con bupivacaína al 0,5% y en 43 con lidocaína al 5%. No obstante, se excluyeron 13 y 3 pacientes de cada grupo, en los que no se pudo iniciar la administración del AL por complicaciones técnicas (imposibilidad de introducir el catéter, imposibilidad de inyectar el AL y extracción accidental del catéter). Las variables demográficas del resto de pacientes, así como las intervenciones a que fueron sometidos se muestran en la tabla II. Ambos grupos fueron comparables respecto a las anteriores variables. Los niveles de anestesia conseguidos con las sucesivas dosis de AL se observan en la tabla III. No hubo diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos. En un paciente del grupo que recibió bupivacaína y en tres del grupo de lidocaína no se objetivó bloqueo anestésico alguno tras la primera dosis. En 2 pacientes del grupo de lidocaína no varió la situación tras la segunda dosis, y en un paciente el nivel de anestesia seguía siendo indetectable tras la administración de 100 mg de lidocaína. La intensidad del bloqueo motor conseguida fue significativamente mayor en el grupo de la lidocaína. El bloqueo motor fue completo (grado 3) en el 24,4% de los pacientes del grupo bupivacaína y el 66,7% el grupo lidocaína que recibieron la segunda dosis (p < 0,001), y en el 11,1% de los pacientes del grupo bupivacaína y el 88,2% del grupo lidocaína que recibieron la tercera dosis (p < 0,0001). A pesar de ello ninguna de las intervenciones se vio dificultada por una deficiente relajación muscular. La dosis media prequirúrgica de bupivacaína fue de 9,4 ± 2,4 mg, y la de lidocaína de 83,8 ± 22,3 mg. Durante el acto quirúrgico se realizaron reinyecciones, posteriores a la dosis prequirúrgica, en 14 pacientes (45,2%) del grupo bupivacaína y en 15 (37,5%) del grupo lidocaína. El número máximo de reinyecciones por paciente fue de tres. Las diferencias entre los grupos no fueron estadísticamente significativas. La dosis total media de bupivacaína fue de 11 ± 3 mg. La dosis máxima administrada fue de 15 mg en 4 pacientes. La dosis total media de lidocaína fue de 95,6 ± 24,6 mg y la dosis máxima fue 175 mg en una paciente. Complicaciones Se registró bloqueo alto en 3 casos (9,7%) en el grupo bupivacaína y 15 (37,5%) en el grupo lidocaína, siendo estas diferencias estadísticamente significativas (p < 0,05). De estos pacientes, en dos y en cuatro del grupo de bupivacaína y lidocaína, respectivamente, el nivel anestésico tras la primera dosis del AL correspondiente alcanzó o superó la metámera T5. Hubo una deficiente extensión del bloqueo en 14 casos (45,2%) del grupo bupivacaína y en 18 (45%) del grupo lidocaína, sin que globalmente existieran diferencias entre los grupos. No obstante, encontramos dos situaciones diferentes: a) la dificultad o imposibilidad de elevar el nivel anestésico lo suficiente para realizar la cirugía, que apareció en un paciente del grupo bupivacaína (3,2%) y en 11 del grupo lidocaína (27,5%) (p < 0,005). El paciente del grupo bupivacaína recibió finalmente anestesia general sin completar el protocolo establecido por falta de colaboración. En cuatro de los pacientes del grupo lidocaína, la cirugía pudo realizarse con cambio de posición del paciente y nueva dosis de AL, en tres fue necesario, además, el cambio de AL (de lidocaína a bupivacaína al 0,5%), y en cuatro se realizó finalmente anestesia general; b) en el resto de los pacientes en que apareció deficiente extensión del bloqueo, 13 casos (41,9%) del grupo bupivacaína y siete (17,5%) del grupo lidocaína (p < 0,005), la dificultad radicó en bloquear las raíces lumbares bajas y sacras. En todos estos casos el problema se solventó con posición de Trendelenburg y nueva dosis del AL. La aparición de hipotensión fue significativamente menor (p < 0,05) en el grupo que recibió bupivacaína (3,2% de los pacientes) que en el grupo lidocaína (25% de los pacientes). Todos los casos se trataron con la administración de 5 mg de efedrina intravenosa. No apreciamos diferencias significativas en la aparición de bradicardia entre ambos grupos, cinco en el grupo bupivacaína (16,1%) y siete en el grupo lidocaína (17,5%). Se registraron 9 casos de parestesias durante la introducción del catéter. Todas ellas fueron pasajeras sin incidencias en el postoperatorio. Se presentó cefalea pospunción du ral, en una paciente de 45 años sometida a cirugía traumatológica en e l grupo lidocaína. Cedió con antiinflamatorios no esteroides y no retrasó su alta hospitalaria. No se observó en el postoperatorio de los pacientes signo alguno de dolor radicular u otra sintomatología que indicara neurotoxicidad. Discusión La ASC con microcatéteres es una técnica discutida a causa de la aparición de complicaciones neurológicas graves secundarias a la mala distribución de los anestésicos locales en el espacio subaracnoideo y neurotoxicidad por sobredosificación de los mismos. Si bien la mala distribución no es exclusiva de los microcatéteres, puesto que también se ha descrito con catéteres gruesos4,12, lo cierto es que aquéllos favorecen su aparición. El catéter que utilizamos en nuestro estudio, de calibre 27G (en el límite alto del rango que la FDA consideraba microcatéter) ofrece la posibilidad de poder ser introducido a través de una aguja direccional, tipo Sprotte, lo que facilita su posición cefálica y, por tanto, una distribución homogénea del AL13. Por otro lado, la utilización racional de los AL podría contribuir a la reducción de esta complicación descrita con la ASC. Estudios experimentales han demostrado que la mala distribución de los AL en el espacio subaracnoideo ocurre sobre todo cuando éstos son hiperbaros, debido a que se distribuyen en las mismas raíces nerviosas. En nuestro estudio utilizamos dos AL isobaros, todos ellos de uso habitual en anestesia subaracnoidea a dosis única, ya que la administración de AL isobaros favorecería una distribución más homogénea y, por lo tanto, un nivel anestésico más predecible y controlable6-8. De los resultados de nuestro estudio se desprende una clara diferencia en la respuesta clínica entre la bupivacaína al 0,5% y la lidocaína al 5% isobaras. En el caso de la bupivacaína, el protocolo de administración seguido ha permitido conseguir niveles de bloqueo anestésico más predecibles y controlables y con mayor estabilidad hemodinámica que en el grupo de la lidocaína. Así, intervenciones que requerían un nivel de bloqueo anestésico relativamente alto o con tiempos quirúrgicos largos pudieron realizarse con dosis más bajas que las que se habrían inyectado en la anestesia subaracnoidea a dosis única: la máxima dosis total administrada fue de 15 mg en 4 pacientes. Estos resultados coinciden con los de otros autores, tanto con catéteres de grueso calibre14,15, como con microcatéteres9,16,17. No obstante, dado que en 28 de los 31 pacientes la dosis de 5 mg fue insuficiente, consideramos que la dosis inicial de bupivacaína podría elevarse a 7,5 mg sin afectar a la estabilidad hemodinámica ni a la regularidad en la progresión del bloqueo. Por el contrario, la lidocaína al 5% isobara, con el protocolo de administración seguido, ha tenido un comportamiento impredecible, como lo demuestra la elevada frecuencia de aparición de bloqueos altos (37,5%) que, además, se acompañaron de hipotensión en el 25% de los casos de nuestra serie, similar a la incidencia encontrada en la anestesia subaracnoidea en dosis única18-21. En nuestro estudio, administramos una dosis inicial de 50 mg por ser la mínima dosis empleada en anestesia subaracnoidea con dosis única en nuestro medio. La incidencia de bloqueos altos e hipotensión pudo deberse a la administración de una dosis inicial excesiva. En otros estudios, la dosis habitualmente recomendada de lidocaína al 5% hiperbara es de 25 mg22 o incluso menor23. Probablemente la utilización de estas dosis iniciales más bajas reducirían la aparición de estas complicaciones. Durante la intervención quirúrgica se repusieron las pérdidas hídricas o de sangre, según fuera preciso. Por otra parte, no existe acuerdo general en la necesidad de realizar carga hídrica previa a la realización del bloqueo24,25, y la aparición de hipotensión se relacionó en todos los casos con niveles anestésicos altos. Esta diferencia entre los grupos también pudo ser debida a que las dosis de AL administradas no eran equipotentes. La bupivacaína es cuatro veces más potente que la lidocaína26. Sin embargo, con la concentración de los AL de este estudio, la lidocaína administrada resultó ser más potente que la bupivacaína. La complicación más frecuente en ambos grupos (superior al 40% de los casos) fue la deficiente extensión del bloqueo que hizo fracasar la técnica en 6 casos y que ha sido especialmente problemática con la lidocaína al 5% isobara. Además, a causa de la repetición de las dosis para intentar solventar este problema, no fue posible disminuir la dosis total de lidocaína al 5% respecto a la utilizada a dosis única: la dosis total media fue de 95,6 mg, que está dentro del rango de dosificación utilizada en dicha técnica, o incluso podría considerarse excesiva para determinados tipos de intervenciones. La dificultad de elevar el nivel anestésico es el tipo de extensión del bloqueo deficiente habitualmente descrito en la bibliografía, no sólo con la lidocaína al 5% hiperbara, que había producido los casos descritos de síndrome de cola de caballo4, sino también con la bupivacaína12,17,27-29. La causa principal sería, en este caso, la posición final sacra de la punta del catéter, junto con la utilización de AL hiperbaros7,8. A la vista de nuestros datos, la administración de AL isobaros en ASC con microcatéteres no solventa esta complicación, que ha sido particularmente conflictiva en el caso de la lidocaína y que no siempre pudo resolverse, siendo preciso proceder a la anestesia general en 4 pacientes en nuestra serie. En todos los casos en que se presentó esta complicación, la dosis administrada fue superior a la que se habría administrado en el AL a dosis única. Nuestros resultados coinciden con los de Biboulet et al30, que administrando bupivacaína iso o hiperbara a través de catéteres calibre 19G no encuentran que la baricidad sea un factor esencial en la aparición de la mala distribución. En los casos en que no se objetivó bloqueo alguno a pesar de dosis repetidas de lidocaína, no podemos descartar la posición final del catéter fuera del espacio subaracnoideo. Esto puede ser posible dada la longitud del orificio de la aguja Sprotte, que puede permitir la salida de LCR sin que esté totalmente introducido en el espacio subaracnoideo. Algunos autores han recomendado la utilización de agujas direccionales, como las Sprotte, para la introducción de los microcatéteres, puesto que favorecerían la posición cefálica de éstos y, por lo tanto, se conseguirían niveles anestésicos más altos con menor dosis de AL13. En nuestro estudio, las agujas utilizadas fueron Sprotte y el problema de la mala distribución se presentó igualmente. Además de objetivar una dificultad o incluso la imposibilidad de elevar el nivel de bloqueo, a pesar de dosis repetidas de AL, también observamos la situación contraria y no tan frecuentemente descrita1,31-33, es decir, dificultad para bloquear las raíces lumbares bajas y sacras a pesar de que el nivel anestésico superior era adecuado o incluso alto para la cirugía. Este tipo de deficiente extensión del bloqueo afectó fundamentalmente a la bupivacaína y fue fácilmente solventado en todos los casos, como se describe en la bibliografía1,31,32, con el cambio de posición del paciente y la administración de una nueva dosis del AL. Este problema podría haberse solventado administrando solución de AL hiperbara y posición de anti-Trendelenburg del paciente. Sin embargo, los AL isobaros a temperatura ambiente se comportan como hipobaros a 37 °C puesto que la densidad desciende al aumentar la temperatura11. En nuestro estudio, ambos AL han seguido este comportamiento y el déficit de bloqueo sacro se ha solventado con administración de AL isobara y colocación de paciente en posición de Trendelenburg, por lo que consideramos esta maniobra igualmente válida para la administración de solución hiperbara. Dado que la técnica se realizó de igual forma en todos los casos y que la baricidad de la lidocaína, 0,9990 g/ml, es similar a la de la bupivacaína, 0,9971 g/ml, ambas a 37 °C, no encontramos explicación para la diferencia de comportamiento entre los dos AL observada en nuestro estudio. Ciertamente, lidocaína y bupivacaína difieren en sus propiedades fisicoquímicas (pKa, liposolubilidad y fijación nerviosa). Estos factores intervienen en lo referente a inicio de acción, duración de efecto y tipo de fibras afectadas, pero no se ha demostrado que influyan en la distribución de los AL en el espacio intradural11. Dada la experiencia previa de los investigadores en el manejo de la técnica de la ASC, el sesgo del aprendizaje no debió influir en los resultados. Por otro lado, los pacientes con dificultades técnicas manifiestas fueron excluidos del estudio. No obstante, la ausencia de aleatorización de los grupos y el hecho de no ser un estudio ciego podría dificultar la interpretación de los datos. Recientemente, y tras la aparición del llamado síndrome de irritación transitoria, atribuido principalmente a la lidocaína al 5% hiperbara34, se ha recomendado el abandono de la lidocaína al 5%35 por vía subaracnoidea. Aunque no hemos encontrado complicaciones de este tipo, a la vista de los desfavorables resultados clínicos conseguidos con este AL, hemos abandonado también la utilización de la lidocaína al 5% en anestesia subaracnoidea. Actualmente la utilización de ASC está resurgiendo36,37 debido sobre todo a un mejor conocimiento en la distribución de los anestésicos locales en el espacio subaracnoideo que permite tomar las medidas necesarias para evitar o paliar la mala distribución. Todas las técnicas anestésicas regionales requieren un período de aprendizaje en lo que a aspecto técnico se refiere tras el cual las dificultades en su realización disminuyen. El caso de la ASC con microcatéteres sigue la misma tendencia, y con la práctica las dificultades técnicas aparecen con muy poca frecuencia. A pesar de ello, las propiedades del material pueden favorecer la aparición de complicaciones técnicas como las referidas en nuestro estudio, por lo que el perfeccionamiento en el diseño de agujas, catéteres y conexiones facilitará la práctica de la ASC. Esta técnica anestésica, una vez realizado el período de aprendizaje y con una adecuada dosificación del AL permitirá un control del nivel anestésico con la consiguiente estabilidad hemodinámica. Su indicación principal serían los pacientes jóvenes en los que se precise un control estricto del nivel anestésico, especialmente en intervenciones de larga duración. La posibilidad de fraccionar la dosis de AL hasta conseguir, de una manera progresiva, el nivel anestésico necesario con una mínina repercusión hemodinámica es, a nuestro juicio, una característica tan importante de la ASC como la no limitación del tiempo quirúrgico que también ofrece la técnica. En conclusión, la utilización de AL isobaros no ha eliminado el problema de la deficiente extensión del bloqueo. En el grupo de la bupivacaína al 0,5% isobara apareció dificultad para bloquear las raíces lumbosacras aunque su resolución no fue problemática. Por el contrario, en el grupo de la lidocaína al 5% isobara, en el que se consiguió mayor grado de bloqueo motor, el principal problema ha radicado en elevar el nivel anestésico, provocando un aumento de dosis respecto a la anestesia subaracnoidea a dosis única, y no siempre ha podido ser solventado. Con la bupivacaína al 0,5% isobara en ASC con microcatéteres se han conseguido niveles anestésicos más predecibles y con mayor estabilidad hemodinámica que con la lidocaína al 5% isobara. Referencias Bibliográficas: 1. Hurley RJ, Lambert DH Continuous spinal anesthesia with a microcatheter technique: preliminary experience. Anesth Analg 1990; 70: 97-102. 2. Nagle CJ, McQuay HJ, Glynn CJ 32-gauge spinal catheters through 26gauge needles. Anaesthesia, 1990: 45: 1052-1054. 3. Kestin IG, Goodman NW Incremental spinal anaesthesia using a 32-gauge catheter. Anaesthesia 1991; 46: 93-94. 4. Rigler ML, Drasner K, Krejcie TC, Yelich SJ, Scholnick FT, DeFontes J et al Cauda equina syndrome after continuous spinal anesthesia. Anesth Analg 1991; 72: 275-281. 5. FDA Safety Alert Cauda equina syndrome associated with the use of smallbore catheters in continuous spinal anesthesia. 29 de mayo de 1992. 6. Lambert DH, Hurley RJ Cauda equina after continuous spinal anesthesia. 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