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obesidad
¿qué hacer?
políticas al vapor, problema de peso
Jorge Javier Romero
Coordinador
obesidad
¿qué hacer?
políticas al vapor, problema de peso
obesidad
¿qué hacer?
políticas al vapor, problema de peso
Jorge Javier Romero
Coordinador
Mario Rodarte E.
Laura Martínez
Irma Manzanares
ISBN: 978-607-00-6072-4
Impreso en México / Printed in Mexico
Contenido
09}Introducción.
11}El combate a la obesidad como política pública en México: una
visión crítica.
Jorge Javier Romero
¿El padecimiento del siglo XXI?
23}Obesidad:
Mario Rodarte E.
integrales para combatir la obesidad.
27}Políticas
Laura Martínez
Educación en Nutrición.
31}Obesidad.
Irma Manzanares
Introducción
E
l sobrepeso y la obesidad constituyen ya, en conjunto, el principal
problema de salud pública en México. Para enfrentar el problema se hace urgente abordarlo de manera integral y desarrollar
políticas públicas que involucren a los diversos sectores de la sociedad
mexicana, en un esfuerzo que no puede partir de diagnósticos simples
que ubican las causas en un solo factor o de posiciones maniqueas que
buscan culpables en tal o cual actor social.
La obesidad es un problema que tiene causas diversas; es producto de
los acelerados cambios económicos y de forma de vida que ha experimentado la humanidad durante el último siglo y que en México han tenido especial impacto en tiempos mucho más recientes. El crecimiento
económico, la urbanización, la revolución agrícola y la tercerización de
la economía han conducido a que la población mexicana –que ha crecido aceleradamente y ha aumentado de manera significativa su esperanza de vida– disponga de alimentos como nunca antes en su historia, al
tiempo que ha reducido considerablemente su actividad física, debido al
abandono de las ocupaciones tradicionales y su sustitución por trabajos
sedentarios, que implican mucho menos esfuerzo corporal, ya sea por
el desarrollo de tecnologías que sustituyen a la energía humana o por el
hecho de que se realizan detrás de un escritorio o un mostrador.
El cambio económico y tecnológico ha conducido a que lo que antes era
una ventaja biológica adaptativa –la acumulación de grasa corporal para
resistir las épocas de hambruna– hoy sea la fuente de un problema de
salud en aumento. De ahí que se requiera del despliegue de un esfuerzo social, en el cual las políticas públicas juegan un papel determinante
para desarrollar nuevos hábitos y crear estrategias preventivas.
Es indispensable que el enfoque que se adopte para enfrentar lo que ya
ha adquirido características epidémicas sea integral y multidisciplinario. Las estrategias de políticas públicas no pueden limitarse únicamente a algunos de los muchos elementos que constituyen las causas del
problema; por el contrario, el tema debe ser atacado desde sus diversos
Obesidad: ¿Qué hacer?
Introducción {01
flancos hoy conocidos, como por ejemplo: medidas preventivas de salud,
atención médica oportuna, políticas de información y educativas, reglamentaciones adecuadas, desarrollo de infraestructura y promoción de la
actividad física.
Es de la preocupación –por lo que se ha hecho y por lo que falta por
hacer– que surge este libro. La intención es abordar el tema desde diversas facetas y distintos puntos de vista: como asunto de política pública,
como problema económico, como tema de políticas comparadas y como
una cuestión de carácter médico y nutricional. Se trata de una revisión
que no pretende ser exhaustiva, pero que aspira a llamar la atención
sobre la necesidad de un enfoque de conjunto, que busque soluciones de
amplio espectro. Ojalá resulte interesante.
02} Introducción
Obesidad: ¿Qué hacer?
El combate a la obesidad
como política pública en
México: una visión crítica
Jorge Javier Romero
E
l desarrollo engordó a México. Lo volvió obeso, no fuerte.
El crecimiento asociado a la segunda revolución económica de
la historia de la humanidad1 le llegó a México tarde y de golpe.
La sociedad mexicana vivió una crisis organizativa que acabó con las
formas ancestrales de vida y convirtió a un país tradicionalmente rural
y disperso en uno urbano, con enorme concentración de la población
en una megalópolis y algunas otras ciudades grandes y medianas. La
industrialización y el cambio tecnológico en la producción de alimentos
propició una disponibilidad de comida nunca antes conocida; la revolución económica no solo alejó la posibilidad de hambruna, sino que
generó un cambio total en la dieta de los mexicanos. Nuevos sabores
y nuevos productos entraron a la cultura nacional, y con ellos también
cantidades hasta entonces desconocidas de carbohidratos y grasas.
Por otro lado, la revolución económica transformó también la actividad
humana. Durante cientos de miles de años fuimos una especie cazadora
y recolectora nómada, que utilizaba una cantidad enorme de energía
en desplazamientos. Después, desde hace unos diez mil años, el ser humano comenzó a utilizar su energía para cultivar la tierra y pastorear
animales. Ya recientemente, en el siglo antepasado, la industria utilizó
la energía humana para funcionar. Sin embargo, durante los últimos
cien años, el trabajo físico ha ido desapareciendo y buena parte de los
1 El término es de Douglas C. North, Premio Nobel de Economía de 1993, y con el se refiere a los cambios
en la capacidad productiva de la humanidad y a los cambios derivados en las formas de vida, producto
del maridaje entre la ciencia y la tecnología que comenzaron en Europa en el segundo tercio del siglo XIX.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {03
descendientes de los antiguos cazadores recolectores hoy se pasan el
día detrás de un escritorio o un mostrador.
Mucha más comida que nunca antes en la historia humana y mucho
menor actividad física. La obesidad, antiguo mal de los grupos dominantes poseedores de riqueza, que tenían mucha comida y poca actividad,
es hoy una epidemia que se ha extendido entre toda la población y se ha
multiplicado hasta convertirse en un problema de salud pública.
El Estado mexicano, en toda su contrahechura, ha logrado construir un
sistema de salud incompleto y fraccionado, que sin embargo ha servido
para garantizar servicios de salud a gran parte de la población surgida
de la explosión demográfica resultante de la revolución económica. La
esperanza de vida en México ha aumentado notablemente y con ello
la presión sobre los servicios de seguridad social, que tienen cada vez
más dificultades para satisfacer la creciente demanda con sistemas de
financiamiento esencialmente fiscales. De ahí que se haya vuelto necesario abordar el tema de la obesidad como parte relevante de la agenda
pública, pues la presión sobre la sanidad que ya representa el tratamiento
de las enfermedades crónico degenerativas asociadas a la obesidad y el
sobrepeso puede ser simplemente catastrófica en unos cuantos años.
Según estimaciones de la Unidad de Análisis Económico de la Secretaría
de Salud, el gasto total atribuible al sobrepeso y la obesidad puede
pasar de los cerca de 80 mil millones de pesos actuales a alrededor de
150 mil millones hacia 2017 (Secretaría de Salud, 2011ª: 13). De acuerdo
con el informe del relator especial de la ONU sobre el derecho a la
alimentación, presentado en marzo de 2012:
““
Unos 35 millones de mexicanos adultos (7 de cada 10) padecen
de sobrepeso u obesidad. Estas personas estarán enfermas,
en promedio, durante 18,5 años de su vida. El sobrepeso y la
obesidad están aumentando en todos los grupos de ingresos,
aunque más rápidamente en el quintil más pobre, que sigue
estando relativamente menos afectado (la tasa de obesidad en
el quintil más bajo es del 28%). Las consecuencias son considerables. El sobrepeso y la obesidad causan diabetes de tipo 2,
diversas formas de cáncer y enfermedades cardiovasculares.
La Secretaría de Salud ha calculado que este fenómeno
04} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
costó a México 42.246 millones de pesos (3.067 millones
de dólares de los Estados Unidos) en atención de la salud
en 2008, es decir, el 0,3% del PIB, y 25.099 millones de pesos (1.822 millones de dólares)2, es decir, el 0,2% del PIB
en muertes prematuras. De aquí a 2017, los costes directos
de la obesidad aumentarán a 78.000 millones de pesos
(5.650 millones de dólares), ya en la actualidad, el 15% del
gasto total en atención de la salud en México se destina al
tratamiento de la diabetes. (ONU, 2012: 37)
Además, la Constitución Mexicana establece el derecho a la salud como
garantía estatal. De ahí que la cuestión de si el combate y la prevención de la obesidad y el sobrepeso deben o no ser objeto de las políticas
públicas queda completamente saldada. El Estado mexicano, en sus
diferentes ámbitos, tiene la obligación jurídica y la necesidad económica
de llevar a cabo políticas públicas destinadas a frenar una epidemia que
afecta ya a porcentajes alarmantes de la población.
{{
Población con sobrepeso y obesidad en México
2006-2008
Grupo
2006
2007
2008
Escolares (5 a 11 años)
4,158,800
4,203,765
4,249,217
5,757,400
5,930,799
6,109,420
Adultos (20 años o más)
Adolescentes (12 a 19 años)
41,142,327
41,678,669
42,222,003
Total
51,058,527
51,813,233
52,580,639
Fuente: ENSANUT 2006 y Proyecciones de la Población de México 2005-2050 (CONAPO).
Estimación elaborada por la Dirección General de Promoción de la Salud. (Secretaría de Salud,
2011ª: 8)
2 El informe original invierte las equivalencias de pesos y dólares: 42.246 millones de pesos
(1.822 millones de dólares de los Estados Unidos) en atención de la salud en 2008, es decir, el 0,3%
del PIB, y 25.099 millones de pesos (3.067 millones de dólares).
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {05
La discusión sobre el papel que deben jugar las políticas públicas en el
combate a un problema de salud como el de la obesidad se ha dado desde
hace más de una década en los organismos internacionales, encabezados
por la Organización Mundial de la Salud. En 2002, Naciones Unidas
y la OMS generaron algunas propuestas a seguir por los distintos
gobiernos para reducir la incidencia de la obesidad, puesto que con los
conocimientos médicos actuales resulta muy difícil controlar los casos
ya existentes. Las recomendaciones fueron las siguientes:
a) Crear el mapa de incidencia del problema a nivel más
b)
c)
d)
e)
f)
g)
h)
i)
j)
preciso para asignar puntajes de obesogenecidad a los
distintos barrios, lugares de trabajo y escuelas.
Dar capacitación sobre obesidad a los profesionales de la
salud y asociaciones civiles.
Dar educación del tema en las escuelas e incluir a los
padres.
Realizar exámenes a la salida de Primaria y Secundaria
para ayudar a los alumnos que tengan el problema o
estén en riesgo de adquirirlo.
Brindar al consumidor mayor información por escrito del
contenido calórico y graso de los alimentos.
Habilitar áreas para el deporte en centros urbanos con
mayor accesibilidad.
Crear una línea telefónica de ayuda y apoyo.
Advertir sobre centros de adelgazamiento no certificados.
Subvencionar las operaciones bariáticas que se practican
en centros de salud pública.
Gravar la comida hipercalórica y eximir de gravamen a
instituciones que ayuden a evitar obesidad y el sobrepeso
mediante cambios alimenticios y ambientales.
El tema se convirtió en parte esencial de la agenda pública en diversos
países señalados por la OMS como los de mayor incidencia del problema.
En Estados Unidos, las agrupaciones médicas llamaron la atención de
los políticos para que el gobierno actuara y la legislación se adecuara
para frenar la epidemia (Rorick, 2005); así, en diversos estados se diseñaron estrategias variadas en el marco de una discusión pública, donde
inevitablemente se confrontaron diversos intereses y opiniones tanto
de la comunidad médica y educativa, como de la industria de los alimentos y de las asociaciones de consumidores.
06} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
La propia OMS ha resumido sus recomendaciones generales para la
acción individual, la social y las de la industria de la siguiente manera:
En el plano individual, las personas pueden:
Limitar la ingesta energética procedente de la cantidad
de grasa total; aumentar el consumo de frutas y verduras,
así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos;
limitar la ingesta de azúcares; realizar una actividad física
periódica y lograr un equilibrio energético y un peso normal.
La responsabilidad individual solamente
puede tener pleno efecto cuando las
personas tienen acceso a un modo
de vida saludable. Por consiguiente,
en el plano social es importante:
Dar apoyo a las personas en el cumplimiento de las
recomendaciones mencionadas más arriba, mediante un
compromiso político sostenido y la colaboración de las múltiples partes interesadas públicas y privadas. Asimismo,
lograr que la actividad física periódica y los hábitos
alimentarios más saludables sean económicamente asequibles y fácilmente accesibles para todos, en particular
las personas más pobres.
La industria alimentaria puede desempeñar
una función importante en la promoción
de una alimentación saludable:
Reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los
alimentos elaborados; asegurando que todos los consumidores puedan acceder física y económicamente a unos
alimentos sanos y nutritivos; poniendo en práctica una
comercialización responsable; asegurando la disponibilidad
de alimentos sanos y apoyando la práctica de una actividad
física periódica en el lugar de trabajo. (OMS: 2011)
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {07
En México, al inicio del gobierno de Felipe Calderón (2006-2012),
el tema de la obesidad era el más relevante de los problemas de salud que
enfrentaba el país. Sin embargo, no fue de inmediato que se estableció
una estrategia integral para tratar de enfrentar el problema. La política
de salud pareció más centrada en la cuestión de las adicciones, que como
problema de salud está lejos de tener la relevancia de la obesidad, pero
que hacía sintonía con el tema central de la estrategia gubernamental:
la guerra contra las drogas, que ha dejado de tener cualquier significado
metafórico para convertirse en una auténtica guerra con su consabido
saldo de muertes.
Después vino la emergencia por la influenza AH1N1, que absorbió
buena parte de los recursos destinados a políticas de salud. No fue
sino hasta 2010 cuando el tema de la obesidad ocupó la principal atención de las autoridades. Antes de ese año, los programas de PrevenIMSS
y PrevenISSSTE ya habían comenzado a alertar a la población sobre los
peligros de la obesidad y el sobrepeso, pero no fue hasta que se anunciaron las primeras medidas para regular la oferta de alimentos en las
escuelas que la Secretaría de Salud apareció como promotora de acciones encaminadas a atacar la epidemia de manera frontal.
Las primeras acciones de las autoridades parecieron simplemente orientadas a culpar a la industria de alimentos y a su oferta en las escuelas de
la epidemia de obesidad; se puso el acento en los orígenes conductuales
y de hábitos, pero se prestó poca atención a las características propiamente médicas de la obesidad. No parecía que se estuviera entendiendo
el problema como un fenómeno multifactorial, que tenía que ver con
cambios mayores en los hábitos sociales y en la cultura alimenticia de
la población en general, pero también con causas propiamente médicas.
Aquellas primeras medidas parecían decirle a la población que bastaba
con dejar de comer ciertos productos para que se conjurara el peligro
de la obesidad en el país. La gran acción que el Estado presentaba eran
los Lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y
bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica, establecidos por la Secretaría de Salud y la Secretaría de
Educación Pública, y que parecía más una salida al paso (del tipo de las
que se suelen encontrar en las decisiones de políticas públicas), con el
objetivo de satisfacer una demanda de acción por parte de la opinión
pública, pues, ya para entonces, los datos difundidos por la Organización Mundial de la Salud y la OCDE colocaban a México como el segundo
08} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
país del mundo en incidencia de obesidad y sobrepeso entre la población en general, y entre el cuarto y el sexto en lo que toca a obesidad
y sobrepeso infantil.
Más allá de las reacciones de la industria (retiros voluntarios y/o solicitudes de tiempo para reformular alimentos), desde el anuncio de las
nuevas normas para el expendio de alimentos en las escuelas se escucharon
voces críticas, provenientes de la academia y la opinión informada.
Verónica Baz, por ejemplo, publicó un artículo donde planteaba la necesidad de que el gobierno buscara estrategias consensuadas con las
empresas para lograr una política exitosa:
““
Se requiere que las empresas y el gobierno sumen fuerzas (…)
es fundamental preguntarnos cómo pueden el gobierno y el
sector privado trabajar de forma conjunta. (Baz: 2010)
Un riesgo importante de centrar las políticas públicas en las restricciones para la venta de comida en las escuelas era que se considerara
suficiente restringir o prohibir ciertos alimentos en las escuelas, pues
si bien los lineamientos se refieren no sólo a los productos envasados,
si no también al tipo de alimentos que se preparan en las escuelas para
la venta en las tienditas de las cooperativas escolares, el acento en la
difusión se puso en la prohibición de la llamada “comida chatarra”, mientras que la comida de origen popular (igual o más obesigénica) parecía
haber sido indultada y apenas si se había puesto énfasis en el tema de la
ausencia de actividad física de los niños en las escuelas públicas del país.
La crítica principal que se podía hacer entonces a la política pública
anunciada radicaba en la parcialidad de la visión que parecía sustentar
las medidas. En los términos anunciados, la industria de alimentos aparecía como el culpable principal de que la epidemia se hubiera desatado
y no se atacaba el conjunto de factores sociales, culturales y económicos
que han conducido a la situación actual, con la alarmante incidencia de
la condición en la población mexicana.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {09
Los lineamientos eran, sin embargo, producto del Acuerdo Nacional
para la Salud Alimentaria, que después de un proceso de concertación
con diversos sectores de la sociedad y de coordinación entre las distintas dependencias del Gobierno Federal, la Secretaría de Salud alcanzó y
publicó como la estrategia gubernamental para combatir el sobrepeso
y la obesidad. En ese documento se aborda ya la epidemia como un
fenómeno con múltiples causas y se establece la necesidad de contar con
la acción tanto de las instancias gubernamentales como de la industria
y de la sociedad para abordar el problema.
La justificación de la acción del gobierno para enfrentar un asunto que,
para muchos analistas es más una cuestión de responsabilidad individual y familiar, es el costo que sobre las finanzas públicas tiene ya el
incremento desmedido de la obesidad y el sobrepeso. Según los datos del acuerdo, de mantenerse las tendencias actuales, el costo de los
problemas de salud relacionados a la obesidad y el sobrepeso se cuadriplicaría durante los próximos seis años.
{{
Gasto total atribuible al sobrepeso y la obesidad (escenario base)
México, 2000-2017 (montos en pesos de 2008)
$ 160,000
$ 140,000
$ 120,000
$ 100,000
$ 80,000
$ 60,000
$ 40,000
$ 20,000
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017
Costo indirecto
Costo directo
Total
Fuente: Estimaciones de la Unidad de Análisis Económico de la Secretaría de Salud con
información de INEGI 2008; SEED (2007); López (2006); CONAPO (2008); BANXICO 2008;
IMSS 2008; CICFPGC (2008); CAUSES (2008); SAEH; Tabulados Tarifarios del HGG (2007);
ENSA 2000; ENSANUT 2006; Villalpando et. al. (2009).
10} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
La necesidad fiscal de intervenir con acciones bien diseñadas se hace
evidente en el documento que, por lo demás, parte de un diagnóstico
bien elaborado sobre la diversas causas del fenómeno:
El incremento registrado en la cifras de sobrepeso y obesidad es resultado de diversos factores, entre los que destacan los cambios en el acceso y consumo de alimentos,
así como los cambios drásticos en los estilos de vida en un
tiempo relativamente corto.
En México, hemos pasado abruptamente por un proceso
en el cual se ha dejado de practicar la lactancia materna
hasta los seis meses de vida y se han modificado las dietas y hábitos alimentarios, todo ello debido al crecimiento
económico, urbanización (disminución de las actividades
primarias y descenso de la población rural), mayor
esperanza de vida, incorporación de la mujer a la fuerza
de trabajo, masificación de la producción de alimentos,
invención de la refrigeración y conservación industrial de
alimentos (enlatado, alto vacío, pasteurización, etcétera),
abaratamiento de los precios relativos de los alimentos
procesados versus los frescos por economías de escala,
transporte, conservación y almacenaje.
Además, como factor clave, ha disminuido la actividad
física de la población. Todo ello contribuye al “ambiente
obesogénico” que existe actualmente en muchos países
del mundo, incluyendo a México. Ante ello, como sociedad
tenemos que generar una reacción y adecuación a la nueva
circunstancia. (Secretaría de Salud, 2011ª: 15–16)
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {11
{{
Personas que realizaron algún deporte o actividad física,
2009 (%)
72.4%
no hizo algún deporte
27.6%
27.6%
sí hizo algún deporte
72.4%
4 horas, 36 minutos
a la semana, tiempo promedio dedicado
a deportes o ejercicio físico
Fuente: Fundación Este País, 2010.
Notablemente, se pone el acento en las primeras etapas de la vida, desde
el embarazo, pero sobre todo durante el período de lactancia y la etapa
preescolar, que según muchos estudios son cruciales para el desarrollo
de la condición o para la propensión a la obesidad. La acción preventiva
de la sanidad pública busca actuar en esas etapas con información que
promueva la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis
meses de vida y una dieta adecuada en el ámbito familiar. Al menos en
lo que se refiere al diagnóstico, el Acuerdo muestra objetivos claros para
la política pública, aunque para el relator especial de la ONU sobre el
derecho a la alimentación:
““
El propio Acuerdo es un instrumento de política blanda, sin
objetivos vinculantes en la legislación. Atribuye el problema del
sobrepeso y la obesidad al comportamiento de los consumidores, cuando en realidad procede del sistema de alimentación en
su conjunto. En la actualidad, las políticas agrarias fomentan
la producción de cereales, ricos en hidratos de carbono pero
relativamente pobres en micronutrientes, a expensas de la producción de frutas y verduras. La consecuencia de ello es que, para
12} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
muchos mexicanos, especialmente en las zonas urbanas o en
los estados septentrionales del país, el cambio a dietas más saludables se está volviendo cada vez más difícil. (ONU, 2012: 39)
Por lo demás, el Acuerdo sigue poniendo un énfasis excesivo, sin documentación suficiente, sobre el papel que juegan los alimentos industrializados
que los niños pueden consumir durante el tiempo que se encuentran en
las escuelas. Según el Acuerdo, los niños tienen hasta cinco oportunidades
de consumir alimentos durante las cuatro horas y media que escasamente
dura la jornada escolar hoy en México: desayuno en casa, desayuno escolar,
lunch preparado en casa, alimentos comprados en la cooperativa de la
escuela en el recreo y a la hora de la salida de la escuela (Secretaría de
Salud, 2011ª: 16). En primer lugar, el desayuno en casa no puede considerarse dentro de las cuatro horas y media de la estancia en la escuela;
otras dos de las oportunidades señaladas dependen de los padres: el lunch
preparado en casa y lo que se compra a la salida; únicamente dos dependen de la oferta de alimentos en la escuela, pero el desayuno escolar no
existe en todos los casos y lo que los niños compran en la cooperativa
escolar depende también del dinero que llevan para ello. El Acuerdo no
considera cuánto dinero llevan los niños para gastar en la cooperativa
escolar, pero no parece que con sus domingos los niños mexicanos
alcancen a engordar y, en todo caso, los alimentos que consumen ahí de
excesivo contenido calórico no son los empaquetados, sino los preparados
en la misma escuela. Es cierto que los lineamientos incluyen a la oferta de
comida elaborada en las cooperativas, pero en la divulgación se ha puesto
énfasis en las restricciones sobre los productos envasados, las papitas
y los refrescos, con lo que se genera la idea falsa de que basta con dejar
de consumir esos productos para que la obesidad ceda.
El enfoque del Acuerdo no es integral, sigue poniendo el énfasis en las
causas conductuales de la obesidad y dedica poco o nada a enfrentar sus
causas biológicas, pues no se destinan recursos ni acciones a la investigación médica al respecto, como lo han pedido las comunidades científicas.
De ahí parte el papel central que, según el Acuerdo, debe jugar la escuela en
el combate a la obesidad. Sin embargo, a pesar de que en el listado de acciones derivadas se establece que la SEP debe actuar en distintos aspectos,
sigue estando demasiado centrado en la restricción de la oferta de alimentos en las cooperativas escolares y tiene serias limitaciones presupuestales.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {13
{{
Tareas de la SEP
en el combate a la obesidad
1) Fomentar la actividad en la población en los
2)
3)
4)
5)
6)
entornos escolar, laboral, comunitario y recreativo
con la colaboración de los sectores público, privado
y social.
Aumentar la disponibilidad, accesibilidad y el
consumo de agua simple potable.
Disminuir el consumo de azúcar y grasas en
bebidas.
Mejorar la capacidad de toma de decisiones
informadas de la población sobre una dieta
correcta a través de un etiquetado útil, de fácil
comprensión y del fomento del alfabetismo en
nutrición y salud.
Disminuir el consumo de azúcares y otros
edulcorantes calóricos añadidos en los alimentos,
entre otros aumentando la disponibilidad y
accesibilidad de alimentos reducidos o sin
edulcorantes calóricos añadidos.
Disminuir el consumo diario de grasas saturadas
en la dieta y reducir al mínimo la producción de
grasas trans de origen industrial.
Fuente: Secretaría de Salud, 2011b: 45
Para que la escuela pudiera incidir de manera eficaz en el cambio cultural
necesario para frenar la epidemia, su estructura debería transformarse
radicalmente; esto sería posible sólo con escuelas de tiempo completo,
donde los alumnos hagan una de sus comidas principales, con agua
potable disponible en bebederos, con instalaciones adecuadas para
llevar a cabo programas de educación física y deporte que no se limiten
a los 45 minutos semanales que actualmente existen. El Acuerdo reconoce esta necesidad, pero las metas comprometidas hacia 2012 son muy
limitadas: la SEP se compromete a tener siete mil escuelas con bebedero
14} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
y siete mil de tiempo completo, un porcentaje muy reducido respecto
al total de escuelas del país.
{{
Aumentar la disponibilidad, accesibilidad y el consumo
de agua simple potable
Programa
responsable
SEP /
Subsecretaría
de Educación
Básica
Actividades
Impulsar a
través del
currículo
escolar el
consumo de
agua simple
potable
SEP / Instituto Bebederos en
Nacional de
instalaciones
Infraestructura escolares
Física
Educativa
Acciones
Meta al 2012
Incorporar
contenidos
educativos en
el currículo
sobre consumo
de agua simple
potable
Incorporar
en 75% de
los libros de
educación
básica
contenido
educativo sobre
el consumo de
agua simple
potable en las
asignaturas que
correspondan
Elaborar norma Norma técnica
técnica
vigente
Instalación de 7 mil escuelas
bebederos
de educación
básica con
bebederos
Fomentar la
disponibilidad
de agua simple
potable en
las escuelas
de educación
básica que no
cuenten con
bebederos
60% de
escuelas que
no cuentan
con bebederos
tendrán
garrafones de
agua simple
potable
Indicador
2009
(Libros de texto
con contenidos
sobre consumo
de agua potable
/ Total de libros
de texto) x 100
Norma técnica
publicada
Número de
escuelas de
educación
básica con
bebederos
instalados
(Número de
escuelas con
garrafones de
agua simple
potable / Total
de escuelas
sin bebederos)
x 100
2010
2011
2012
25%
50%
75%
100%
3,000 5,000 5,000 7,000
20%
30%
50%
60%
Fuente: Secretaría de Salud, 2011b: 50
La mayor debilidad de las líneas de acción del Acuerdo está en que
no toma en cuenta el ambiente obesogénico generado por la comida
popular. La industria alimentaria formal puede ser regulada y puede
crear sus propias normas de autorregulación; sus productos están etiquetados y esas etiquetas son susceptibles de mejora, para aumentar
su claridad y dotar de información comprensible a los consumidores.
La industria, incluso con resistencias, tiene capacidad para transformar su oferta y adecuarla a las nuevas condiciones sanitarias exigidas;
de hecho, la mayor parte de las empresas del sector alimenticio ha
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {15
comenzado un proceso de reconversión para ofrece productos más saludables y adecuados a las normas establecidas por las autoridades:
““
Las empresas se adaptarán a las reglas que se establezcan.
En México tenemos una relación ambivalente con las grandes
empresas. Por una parte, los grandes corporativos son fundamentales en la vida diaria de todos los mexicanos; por otra,
nos gusta pensar en ellos como los causantes de todos nuestros
males. Gobierno y sociedad deben ponerle reglas claras a las
empresas en términos de información puesta a disposición de
los consumidores y de estándares mínimos de nutrición en sus
productos. Ninguna de estas reglas es nueva para las empresas
multinacionales: algunas incluso se han adelantado a las regulaciones gubernamentales. (Baz, 2010)
En cambio, buena parte de la oferta de alimentos disponible para los
consumidores en la calle no está regulada y forma parte de la economía
informal, que ni paga impuestos ni se somete a norma alguna. En este
terreno, el Acuerdo deja las cosas en llamados de buena voluntad.
Por un proceso de mímesis con lo que ocurre en Estados Unidos, tanto
las asociaciones de consumidores y usuarios –como las autoridades–
han puesto en el centro del problema del ambiente obesogénico a las
cadenas de comida rápida transnacionales y a las grandes empresas
productoras de alimentos. No hay detrás de esta creencia estudios
serios que determinen cuánto influyen las empresas formales en la
deformación de los hábitos alimenticios en México, frente a la oferta
popular e informal que está presente en cada boca del metro, en
cada esquina de barrio y en casi cada acera de las ciudades del país.
¿De verdad es más peligroso McDonald’s que la señora que vende
tamales fritos en torta? ¿Cuál de los dos productos está más disponible para los consumidores?
Nada dice el Acuerdo sobre la comida callejera de la economía informal. Como suele ocurrir en todos los ámbitos de la sociedad mexicana,
la informalidad está ahí, desde el mercado de drogas al de los tacos,
16} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
pasando por el de los productos pirata, sin que el Estado encuentre la
forma de regularlos. Es ahí donde está el auténtico libre mercado, con
su cauda depredadora, destructora del tejido social y del entorno físico
y, en este caso, de la salud de la población.
Mientras que con los industriales y las empresas formales el Estado
puede negociar y a final de cuentas regular su oferta, la economía
informal se reproduce por todo el país sin someterse a regulación
estatal alguna, más allá de la negociación puntual de la desobediencia
de las ordenanzas municipales, materializada en las mordidas
entregadas a los policías encargados de aplicarlas. Antes de llegar a la
escuela, la madre que no tuvo tiempo de preparar el “desayuno
hecho en casa” muy probablemente se detenga en el puesto de las tortas
de tamal para que sus niños no lleguen a la escuela con el estómago
vacío; a la salida, después de recogerlos a la carrera a una hora absurda
(en la que la mayoría sigue en su jornada laboral y carece de tiempo para
preparar una comida balanceada en casa), recurrirá al puesto de tacos
dorados en grasa ignota para darles de comer. Durante la tarde, los
niños inmóviles frente a sus consolas de videojuegos o a la televisión,
podrán consumir lo que no les vendieron en la cooperativa escolar.
¿Es verdad, entonces, que los niños engordan en la escuela porque pueden comprar una pequeña bolsa de papitas o un refresco? Algo suena
incompleto en este planteamiento.
Desde que fueron publicados los Lineamientos generales para el expendio
o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo
escolar de los planteles de educación básica, la mayor parte de las empresas
de la industria formal de alimentos han llevado a cabo cambios en su
oferta de productos para no salir del mercado escolar y para cambiar la
imagen generada por la atención fijada en sus productos como factor
central de riesgo en la epidemia de obesidad, lo cual puede ser considerado como un éxito de la política pública emprendida. Por su parte, en el
Acuerdo se establecen también las responsabilidades de los industriales
y se plantean metas para el cambio en los contenidos de los alimentos
industrializados:
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {17
La industria alimentaria juega un papel relevante y se reconoce
que ha tomado acciones importantes en la materia, sin embargo, es necesario fortalecer varias de estas acciones. Por ello, esta
estrategia pretende generar los mecanismos de coordinación
necesarios que permitan:
• Continuar con el proceso de innovación y
desarrollo de nuevos productos, así como explorar
las posibilidades de reformulación de líneas de
producto existentes, para ofrecer más y mejores
opciones a los consumidores;
• Proveer a los consumidores de mayor y más clara
información sobre la composición nutricional de
alimentos y bebidas no alcohólicas;
• Adoptar medidas voluntarias en mercadotecnia y
publicidad de alimentos y bebidas, especialmente
la dirigida a niños; y
• Promover la actividad física, el deporte y estilos de
vida más saludables, incluyendo el lugar de trabajo.
Fuente: Secretaría de Salud, 2010: 32
El cambio en las condiciones de la demanda ha generado cambios en
su oferta, pues se están creando incentivos para la entrada al mercado
de productos más saludables. La industria establecida no es, por tanto,
el principal obstáculo para implementar una política eficaz contra la
obesidad y el sobrepeso, como muy frecuentemente se plantea con un
discurso más ideológico que científico. Desde luego que tiene una responsabilidad importante y debe emprender cambios mayores en su
oferta de alimentos, pero en la medida en la que su actividad es formal
y regulada, una buena estrategia de política la puede convertir en una
aliada central en el combate a la epidemia.
Eso no quiere decir que el Estado deba ser dócil frente a las resistencia
de la industria; por el contrario, la política pública debe diseñarse
con base en investigación científica sólida por encima de los intereses
18} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
particulares, lo que implica un blindaje tanto frente a los intereses económicos poderosos como respecto a las presiones meramente ideológicas
que ven en todo lo que sea gran industria un enemigo de las buenas
causas. No es desdeñable el papel que han jugado las organizaciones de
consumidores para llamar la atención de los políticos sobre el problema,
pero con frecuencia sus posiciones han sido parciales y han convertido a
las grandes empresas de alimentos en las culpables de un problema que
tiene múltiples aristas.
Por último, talvez la mayor carencia de la estrategia gubernamental para
enfrentar la obesidad y el sobrepeso es la debilidad de los estímulos a la
investigación médica para seguir indagando en las causas de este mal
social. Más allá de los esfuerzos del Instituto Nacional de Salud Pública,
que ha encabezado la tarea científica para conocer sobre el tema, poco
se ha hecho para que se profundice el conocimiento de las causas
biológicas de la obesidad, mientras que toda la estrategia se ha enfocado
a enfrentar las causas conductuales.
En conclusión, si bien el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria
es un paso correcto para comenzar a enfrentar con seriedad el tema de
la obesidad, se corre el riesgo de que quede como un documento más,
sin consecuencias relevantes en las políticas públicas, pues para hacerlo
efectivo hace falta una inversión considerable en infraestructura escolar
y urbana, en investigación científica y en difusión de la información
sobre alimentación y actividad física, pero también un desarrollo
normativo que lleve a mejores prácticas de etiquetado y a una oferta de
mayor calidad por parte de la industria. Sin lugares para la actividad física,
en ciudades de peatones asustados, sin infraestructura para caminar
o practicar ejercicio con seguridad, no habrá cambio de conductas.
Sin escuelas de tiempo completo con oferta de una dieta balanceada y
sana, no se aprenderá a comer. Sin información clara sobre los alimentos,
en los hogares se seguirán consumiendo productos obesogénicos.
Y mientras la economía informal siga siendo la predominante en la oferta
de alimentos en las ciudades, toda regulación estatal será en vano.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Jorge Javier Romero {19
Referencias:
Baz, Verónica. Obesidad, Empresas y Desarrollo. Reforma, México, 22 de
abril de 2010.
Fundación Este País. El deporte en la vida de los mexicanos. México: Este
País, julio 2010.
North, Douglas C. Estructura y cambio en la historia económica. Alianza
Editorial. Madrid, 1984.
Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la salud en el mundo.
Ginebra, 2002.
Organización mundial de la Salud. Nota descriptiva No. 311 2011.
www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/
Organización de las Naciones Unidas. Informe de Misión a México del
Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación. México, 2012.
Rorick, Cristopher. Can public policy curtail obesity?. Medical Laboratory
Observer. 2005.
Secretaría de Salud (2011ª). Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria.
Estrategia contra el sobrepeso y la obesidad. México: Secretaría de Salud.
Secretaría de Salud (2011b). Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria.
Acciones del gobierno Federal. México: Secretaría de Salud.
20} Jorge Javier Romero
Obesidad: ¿Qué hacer?
Obesidad, ¿el padecimiento
del siglo XXI?
Mario Rodarte E.
L
a obesidad, y en general el sobrepeso, son padecimientos que
empezaron a manifestarse en el mundo en las últimas décadas
del siglo pasado, principalmente en los países desarrollados,
aunque rápidamente se extendieron al mundo en desarrollo y ahora, al
parecer, afectan más a los pobres. Son muchos los problemas de salud
pública que estos padecimientos representan, ya que, en general, ambos
son condición previa para padecimientos cardiacos, diabetes, hipertensión y otros desórdenes de salud. Aunque los avances científicos en la
química y la medicina permiten tratar estos problemas en la actualidad,
esto repercute en costos cada vez más elevados y durante periodos más
prolongados, ya que la esperanza de vida de las personas ha aumentado.
Adicionalmente, la obesidad y el sobrepeso causan o pueden dar origen
a pérdidas en la autoestima de las personas, de donde se generan toda
una serie de problemas en sus interacciones sociales, principalmente
con su familia más cercana, aunque no podemos decir que la relación
de las personas en la escuela, el trabajo y en su comunidad sea inmune
a este trastorno.
Es por ello que, además de fomentar y estimular la investigación en las
áreas de salud pública y medicina, los gobiernos deben abocarse al diseño
y evaluación de políticas públicas que privilegien la prevención, basándose
en una condición necesaria para el éxito de las mismas: la decisión individual. Equivocar el diseño de dichas políticas puede acarrear problemas
mayores a lo que se intenta resolver, ya que, como se trata de mostrar
más adelante, existe todo un entorno y condiciones sociales asociadas
a la mayor prevalencia de dichos problemas que, de no considerarse
y diagnosticarse correctamente, entorpecerían el logro de los objetivos,
causarían una enorme frustración y enojo en varios segmentos de la
sociedad y heredarían un problema creciente a las generaciones futuras;
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {21
se deberían contemplar enormes previsiones de recursos públicos para
atender a los pacientes en instituciones públicas, ya que es muy poco
probable que las compañías aseguradoras diseñen y operen pólizas de
seguro para estos padecimientos, ya que, como hemos mencionado
antes, los tratamientos son cada vez más caros y prolongados, inviables
de atender en el mediano plazo.
Las causas que provocan la obesidad y el sobrepeso son muchas. Destaca
en primer término la falta de información en las familias y las personas
que les permita preparar y llevar una dieta balanceada. La actividad
cada vez mayor fuera de casa de los miembros del hogar, principalmente
del jefe de la familia y el cónyuge (por cualquier razón), provoca que se
dedique menos tiempo a la atención de los hijos, de sus hábitos alimenticios, horarios, actividad física y esparcimiento; esto, combinado a la
falta de información, lleva a una mala alimentación con consecuencias
graves. Dentro de las ciudades, debido al crecimiento urbano desordenado, es cada vez más frecuente que la familia tenga que tomar uno
o varios de sus alimentos en la calle, en condiciones de falta de higiene
y sin enterarse de la calidad de los ingredientes y del balance nutricional
de lo que ingiere. La publicidad de diversos alimentos considerados
chatarra ha invadido todos los ámbitos, provocando que en los jóvenes
y niños se genere una especie de necesidad imperiosa de consumir
ciertos productos, que con mucha frecuencia puede derivar en un exceso
(que, bajo análisis, ocasiona lo problemas citados). Finalmente, aunque
no de menos importancia, encontramos la reducción en la actividad
física de los miembros del hogar y que la televisión, los videojuegos
y las computadoras (actividades que se realizan sentado) ocupan cada
vez más tiempo de las personas.
Como puede verse, las causas y orígenes del sobrepeso y la obesidad
son muchas. De ahí que diseñar políticas públicas sin un diagnóstico
robusto del problema pueda llevar a resultados erróneos, o más aún,
a empeorar el problema. En el presente artículo se plantea el problema
de la obesidad y sobrepeso desde tres perspectivas: primero, desde la
perspectiva del individuo y sus relaciones familiares, en donde vemos
que la vida moderna produce cada vez un mayor número de individuos
con problemas de adaptación, de relaciones con sus semejantes y de falta
de cuidado a ellos mismos. Posteriormente analizamos el problema desde
el punto de vista socioeconómico, donde analizamos los cambios en
la estructura de los hogares y sus hábitos a lo largo de las últimas dos
22} Mario Rodarte E.
Obesidad: ¿Qué hacer?
décadas y las consecuencias en los individuos. Finalmente se plantean
algunas de las causas económicas del problema, donde destaca la pobreza
como una de las que mayores consecuencias negativas genera.
Consideraciones psicológicas
En el mundo actual, el tiempo y su calidad dedicado a los niños ha disminuido considerablemente, aunque esto varía dependiendo de las
características socioeconómicas de los hogares, de su ubicación geográfica
y de los antecedentes familiares de los jefes de los hogares y sus cónyuges.
Cada vez es menos frecuente, asimismo, que algún pariente cercano,
como abuelos, tíos o hermanos de la pareja se hagan cargo del cuidado y
atención de los niños mientras los padres trabajan. Desafortunadamente,
el acceso a las guarderías es limitado en los establecimientos públicos
y los sitios privados no son accesibles para las familias pobres o de bajos
ingresos, reduciendo con ello las posibilidades de que los padres dediquen más tiempo en cantidad y calidad a los hijos.
Tan solo en el periodo de 1995 a 2010, la tasa de participación de las
mujeres en la fuerza de trabajo aumentó de 36.8% en 1995 a 41.1% en
2010. Si bien la participación de las mujeres sigue siendo relativamente
baja, hay que considerar que históricamente las mujeres enfrentan toda
una serie de barreras para incorporarse a la fuerza de trabajo, empezando
por las presiones de la familia para que no estudien, siguiendo por las
presiones de los cónyuges para que mejor se dediquen a las labores propias
del hogar y finalizando con los salarios que se les ofrecen; hoy aún se
puede ver que, para una misma ocupación, la mujer percibe un salario
menor. Esto no sólo se debe a una vocación por discriminar o menospreciar el trabajo femenino, es una reacción a la tradición histórica de que
las mujeres representan un mayor riesgo para muchas empresas, que
deciden no pagar mucho, no capacitarlas ni gastar en ellas, especialmente
cuando son casadas o deciden casarse, pues en un momento determinado
se separarán del trabajo, dejando abandonado todo, aduciendo principalmente problemas con los hijos. Como lo vimos anteriormente, las
guarderías son prácticamente inaccesibles para una enorme proporción
de mujeres trabajadoras.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {23
Según los datos del Censo de Población y Vivienda de 2010, en México
existen 6.9 millones de hogares cuyo jefe es mujer. De estos se desconoce
si existe una pareja o cónyuge en el hogar, aunque lo más probable sea
que no. La población total que habita en estos 6.9 millones de hogares
es de 23.2 millones de personas, lo que implica que en el hogar viven
2.2 personas en promedio, dependiendo del jefe, que es una mujer.
Asimismo, el mismo censo reportó en el país un total de 1.2 millones
de personas divorciadas y, según las estadísticas de nupcialidad,
la relación de divorcios a matrimonios ha aumentado de 7.2 en 1990
a 13.9 en el 2008.
{{
Población de 12 años y más por situación conyugal
(1990, 2000, 2010)
Concepto
Casada
Divorciada
Población Total
1990
2000
2010
25,585,392
30,808,375
21,803,486*
406,777
687,444
1,246,556
81,249,645
97,483,412
112,336,538
*Civil y religioso
Fuente: INEGI. Censos Generales de Popblación y Vivienda 1990, 2000 y 2010.
Los cambios socioeconómicos reportados han provocado que un enorme
número de niños crezca en lo que hoy en día se denominan “hogares
disfuncionales”, sea que en ellos habiten tanto el padre como la madre
o bien los niños crezcan en una situación de abandono por parte de alguno
de ellos. En los hogares disfuncionales, estén o no presentes ambos
padres, la atención que se dedica a los niños disminuye considerablemente, tanto en cantidad como en calidad.
24} Mario Rodarte E.
Obesidad: ¿Qué hacer?
{{
Relación divorcios-matrimonios
(1990, 2000, 2008)
Año
Indicador
1990
7.2
2000
7.4
2008
13.9
Fuente: Estadísticas de Nupcialidad.
La separación de alguno de los padres, o una situación de pleitos y discusiones constantes, violencia física y psicológica y disfuncionalidad,
causa una serie de problemas en los niños, que invariablemente afectan
su autoestima, lo que abre la posibilidad para que estos desarrollen
una serie de desórdenes, ya sea en su alimentación, aseo, cuidado
personal, o se inicie la experimentación con enervantes o drogas. En
muchas ocasiones, los niños abandonan sus hogares o pasan el menor
tiempo posible en ellos, ocupándose en una serie de actividades en las
calles, por lo general para obtener algún ingreso, sea por la vía legal
o en actividades ilegales.
El diseño de una política pública para combatir la obesidad y el sobrepeso, entonces, debe empezar por diagnosticar cuántos de los niños
y jóvenes que padecen estos males, que son la manifestación visible
de un problema, tienen un antecedente de hogar disfuncional,
de abandono, de malos tratos o algún otro problema que haya causado
una pérdida en la autoestima de los niños y de ahí se haya derivado
un desorden alimenticio. El tipo de tratamiento y recomendaciones
diferirá si la persona obesa tiene antecedentes de este tipo o se trata
simplemente de un desorden alimenticio causado por mala información o falta de la misma.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {25
Un enfoque sociológico
El crecimiento de las ciudades en México normalmente ha favorecido
la concentración tanto de centros de producción como de trabajadores
alrededor de los mercados, asegurando la disponibilidad, a distancia
cercana, de los factores productivos y/o de los consumidores finales,
lo que abarata en buena medida los costos de producción para las
empresas. El desorden que este crecimiento implica en términos de uso
del suelo, planeación urbana y desarrollo de áreas habitacionales hace
que los centros en donde vive la población trabajadora estén cada vez
más alejados de los centros de trabajo. Las políticas de vivienda actuales
de los gobiernos locales y el federal se han basado en la adquisición de
reservas territoriales en los alrededores de las grandes concentraciones,
alejados de los centros de producción. Cuando la familia no tiene otra
opción sino irse a vivir a un desarrollo más alejado, se encuentra con
la situación de que no cuenta con los servicios básicos, como escuelas,
mercados y hospitales; además, el servicio de transporte es, por lo
general, muy malo o de plano inexistente. Por ello, la mejor decisión,
en la medida de lo posible, es mantener a los hijos en las escuelas de su
lugar de procedencia, debiendo invertir una buena cantidad de tiempo
en la transportación.
Debido a los problemas de transporte y al tiempo de traslado, cada vez
son menos los niños que desayunan en casa y que llevan en su mochila
algún refrigerio. Esto se sustituye por dinero para que el niño adquiera
algo para desayunar, ya sea en el camino, en la escuela o en sus cercanías.
Además se le da dinero para un refrigerio a media mañana en la escuela
e incluso, en algunos casos, dinero para que compre, prepare o simplemente adquiera algo para comer a la hora indicada. Esta práctica, hoy
vigente en los niños, fue aplicada inicialmente por los padres, quienes en
lugar de invertir mucho tiempo en transportarse de su centro de trabajo
a casa para comer, prefieren adquirir alimentos fuera de la casa. Poco
a poco, conforme los niños son acostumbrados a salir sin desayunar
debido a que no se dispone de tiempo por parte de alguno de los miembros del hogar para preparar alimentos, esta práctica ha ido en aumento.
El gasto de los hogares en alimentos y bebidas consumidos fuera de casa
se duplicó entre 2000 y 2008, aunque cuando se analiza por niveles de
26} Mario Rodarte E.
Obesidad: ¿Qué hacer?
ingreso, el gasto de los hogares más pobres en este rubro, como era de
esperarse, es mayor. De hecho, en los hogares más pobres, ubicados en
el diez por ciento más pobre, la cifra se cuadriplicó en el mismo lapso.
Este incremento del gasto en los hogares más pobres tiene que ver con
lo mencionado en el párrafo anterior, en el sentido de que estos hogares
son beneficiarios de las políticas de vivienda de los gobiernos locales
y federal de asignar vivienda de muy bajo costo a las familias. Evidentemente, estos hogares se encuentran en lugares muy alejados de los
centros de trabajo del jefe del hogar y su cónyuge, y que normalmente
no cuentan con servicios, como escuelas, guarderías y hospitales, por lo
que la familia completa debe salir muy temprano de casa e invertir una
gran cantidad de tiempo en trasladarse, tiempo que elimina la actividad
de alimentarse en casa.
{{
Gasto de los hogares en alimentos
y bebidas fuera de casa
Cifras en millones de pesos
Decil
2008
2000
I
Gasto
2,588
%
1.7
Gasto
572
%
0.8
II
4,100
2.8
1,636
2.3
III
5,912
4
2,392
3.4
IV
7,688
5.2
2,072
2.9
V
9,020
6.2
4,792
6.8
VI
12,512
8.5
4,372
6.2
VII
13,340
9.1
6,600
9.4
VIII
18,924
12.9
8,452
12
IX
26,828
18.3
13,264
18.9
X
TOTAL
49,612
150,544
33.8
25,948
70,120
37
Fuente: Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares, INEGI.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {27
Al analizar la evolución del gasto en alimentos y bebidas fuera de casa,
se puede observar que conforme aumenta el nivel de ingreso, aunque el
gasto ha aumentado, no lo ha hecho en la misma proporción que en los
hogares más pobres. De hecho, en los hogares ubicados en el diez por
ciento más rico, el gasto ni siquiera se ha duplicado en los ocho años
considerados.
De acuerdo a los resultados de la Encuesta de origen y destino de los
usuarios de transporte público en la Ciudad de México, un hogar que
habita en la afueras de la ciudad, en los municipios conurbados, utiliza
hasta cuatro medios de transporte con sus respectivos transbordes para
llegar desde su hogar hasta su centro de trabajo. Esto le toma un promedio de dos y media a tres horas de transportación, lo que sumado
al tiempo dedicado al trabajo significa que este tipo de familias pasa
la mitad del día fuera de su hogar.
Esta asignación del tiempo en los días laborales tiene múltiples implicaciones para el diagnóstico y diseño de las políticas contra la obesidad
y el sobrepeso, ya que con los jefes ausentes la mayor parte del tiempo,
los niños prácticamente viven una situación de hogar disfuncional,
corriendo el riesgo de incurrir en desórdenes alimenticios, debido a la
baja autoestima y enfrentando el problema de alimentarse fuera de
casa, con productos cuyo origen y forma de preparación hace que sean
de dudosa utilidad para la salud de quienes los consumen. Este tipo de
riesgos, como hemos visto, está más presente en los hogares pobres que
en los hogares de mayor ingreso.
Una política pública que ayudaría a prevenir el problema del sobrepeso
y obesidad, desarrollando al mismo tiempo hogares mejor cohesionados,
con individuos autosuficientes y capaces de cuidarse a si mismos, sería
fomentar la creación de escuelas de tiempo completo. Dichas escuelas,
aparte del programa escolar vigente, alimentarían a los alumnos, fomentarían el deporte y las actividades físicas y podrían poner en marcha una
serie de actividades formadoras de habilidades específicas para los niños
y jóvenes, que les permitiría estar mejor preparados para enfrentar los
retos de la vida actual.
28} Mario Rodarte E.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Economía, costumbres
y decisiones individuales
La estructura de edad de la población mexicana ha cambiado en forma
importante en los últimos 20 años. Mientras que en 1990 las personas
cuya edad se encontraba entre 0 y 15 años representaba en 38.6% de la
población, para 2010 este grupo de edad representó solamente el 29.3%
del total. Asimismo, el grupo de personas cuya edad se ubica entre
15 y 64 años creció de 57.2% a 64.4% en el mismo lapso, y aquellos
con edad de 65 años y más aumentó de 4.2% a 6.3% en los 20 años
considerados. La mediana de edad era de 19 años en 1990, aumentando
a 22 años en 2000 y a 26 años en 2010.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, aplicada por
el Instituto Nacional de Salud Pública en 2006, el sobrepeso y la obesidad se ubican entre los problemas de salud pública más importantes en
México. Ocupamos el segundo lugar mundial en sobrepeso y obesidad
en general y el primer lugar en sobrepeso y obesidad infantil. La diabetes, enfermedad directamente relacionada con la obesidad y el sobrepeso, es la primera causa de muerte en el país. Entre los adultos, que en
México representan el 64.4% de la población, el 66.7% de los hombres
tiene problemas de obesidad y sobrepeso y el 71.9% de las mujeres los
padece. Esto significa que aproximadamente siete de cada diez adultos
entre 15 y 64 años presentan este problema. Dentro de los adolescentes,
cuya edad fluctúa entre 12 y 19 años, se encuentra que tres de cada diez
presentan problemas de sobrepeso y obesidad, y entre los niños, con
edades entre cinco y 11 años, una cuarta parte los padece.
Dos prácticas comunes en nuestros tiempos se pueden ubicar dentro
de las causas de la incidencia del problema, que deben analizarse aparte
de las cuestiones relacionadas con los cambios en la estructura de las
familias: los cambios en la participación de las mujeres en la fuerza de
trabajo y el desarrollo desordenado de las grandes urbes. La sociedad
cada día se vuelve más sedentaria, utilizando menos esfuerzo físico para
desarrollar las actividades propias de su género, ocupación y forma de
vida. Adicionalmente predominan los métodos de entretenimiento
que privilegian el hecho de pasar mucho tiempo frente a una pantalla,
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {29
actividad que se complementa perfectamente con la ingesta de productos
que no contribuyen a la alimentación de las personas, pero sí favorecen
el aumento de peso.
Como un apunte final se debe mencionar que el problema del bajo crecimiento de la economía ha provocado que el ingreso real de las personas
haya aumentado muy poco, lo que impide que puedan ampliar la calidad
de los alimentos que consumen. No existe un dato al respecto, pero
al afectar el problema de la obesidad y sobrepeso más a las personas
pobres, es muy probable que el precio relativo de los alimentos ricos en
calorías haya disminuido y que el precio relativo de los alimentos ricos
en proteínas haya aumentado. Esto induce a una sustitución natural de
un tipo de alimento caro por uno barato, con los problemas consiguientes que esto provoca.
Comentarios finales
El sobrepeso y la obesidad son quizá el problema de salud pública
número uno en el país, lo que tiene importantes implicaciones en
diversas áreas, sobre todo en términos del presupuesto que se tendrá que
dedicar en el futuro para tratar a las personas con estos padecimientos
y sus derivados. Este problema tiene varias aristas, que requieren ser
contempladas para diseñar políticas públicas orientadas a prevenir el
aumento de este padecimiento y su reducción gradual entre las personas
que lo padecen.
El principal problema, al parecer, surge del bajo crecimiento económico,
que impide a las familias acceder a mejores niveles de vida. El aumento
en el número de parejas que se separan, la violencia intrafamiliar y la
mayor participación de las mujeres en la fuerza de trabajo obliga a las
familias a dejar solos a sus hijos durante mucho tiempo, lo que tiene
efectos importantes en sus costumbres y hábitos alimenticios.
El mayor número de zonas habitacionales en las afueras de las ciudades
obliga a las familias a invertir gran cantidad de tiempo para desplazarse
de su casa al trabajo o a la escuela, teniendo que suprimir la costumbre de
desayunar y comer en casa. Esto implica gastar una parte de su ingreso
30} Mario Rodarte E.
Obesidad: ¿Qué hacer?
para adquirir y consumir alimentos y bebidas fuera de casa. Estos
alimentos mayoritariamente se adquieren y consumen en establecimientos informales, donde se desconoce la calidad de los ingredientes
y los modos de preparación.
Los niños son las principales víctimas del problema. La gran mayoría
de las escuelas públicas no cuenta con las instalaciones para que
beban agua potable durante el tiempo que permanecen en este espacio.
Las escuelas tampoco tienen instalaciones ni espacios para que los
niños se ejerciten o al menos realicen algún tipo de actividad física.
Mucho menos aún, las escuelas disponen de instalaciones para preparar
alimentos y mantener vigilada y balanceada la dieta de los niños.
Las recomendaciones que surgen del análisis previo son tres principalmente:
1) Ampliar los horarios escolares para que los niños puedan
2)
3)
comer en la escuela y tomar algún refrigerio a media
mañana, así como realizar alguna actividad física en
forma permanente.
Atacar de frente y regular la venta y preparación de
alimentos y bebidas en mercados y establecimientos
informales.
Realizar campañas de información dirigidas a toda
la población sobre los hábitos que deben evitar, las
costumbres que deben cambiar y la vigilancia que deben
tener sobre sus hijos, referente a temas relacionados con
su alimentación y salud.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Mario Rodarte E. {31
Referencias:
Bhattacharya, Jay y Bundorf, M. Kate. The incidence of the healthcare
costs of obesity. NBER Working paper 11303. April, 2005.
Ritchie, Lorrene D.; Ho, Jessica J.; Allister, Candice A. Intervening in
early Childhood to prevent obesity: Best practices for home and child care
setting. University of California, Berkeley, 2009.
Datar, A. y Sturn, R. Childhood overweight and elementary school outcomes.
International Journal of Obesity, 2006, (1449-1460).
INEGI. Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares 2000, 2002
2004, 2006, 2008, 2010. México.
INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2010. México.
Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 2006.
Políticas integrales para
combatir la obesidad
Laura Martínez
E
n 2008, 1,500 millones de adultos de 20 años y más tenían
sobrepeso, de los cuales más de 200 millones eran hombres con
obesidad y cerca de 300 millones eran mujeres. En 2010, alrededor de 43 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. 1
Recientemente, la revista médica The Lancet publicó una serie de artículos
de investigación, en los cuales menciona que a pesar de que los países
desarrollados mantienen el mayor índice de obesidad, los datos en los
países en desarrollo no son alentadores. La epidemia está presente en
países de los cinco continentes y es necesario hacer una cambio global
y estructural en los estilos de vida para poder combatir el problema.
Para contar con políticas públicas que funcionen es necesario generar
consensos con los diversos actores que buscan prevenir y controlar esta
epidemia. Las voces de los investigadores, laboratorios farmacéuticos,
médicos y trabajadores sociales que tratan el problema o las enfermedades asociadas deben ser escuchadas. Asimismo, todos los involucrados
en la solución deben sumarse a esta labor: las instituciones educativas,
los gobiernos, la industria de alimentos y los padres de familia.
En un artículo publicado por el Medical Laboratory Observer, Christopher
Rorick señala que toda posible solución, incluidas las políticas públicas que tiendan a atender el problema, debe examinar todas las causas
1 El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser
perjudicial para la salud. Para la OMS, un índice de masa corporal igual o mayor a 25 es considerado
sobrepeso y uno igual o mayor a 30 es considerado obesidad. El índice de masa corporal se calcula
dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2).
Obesidad: ¿Qué hacer?
Laura Martínez {33
y factores que contribuyen a la obesidad, y la sociedad debe ejercer un
papel integral en su combate.
Las causas que provocan la obesidad son tantas y tan distintas que es
necesario contar con pautas delimitadas de investigación para que los
esfuerzos que cada institución realice no sean en vano y vayan encaminados a un mismo objetivo.
Los factores promotores de la obesidad son la vida sedentaria, el cambio
en los hábitos de alimentación y las porciones voluminosas en los alimentos, varias de estas ocasionadas por el hábito de comer fuera del hogar.
Las políticas publicas deben considerar primariamente reducir la incidencia a la obesidad, ya que es muy difícil controlar los casos ya existentes.
Desde 2002, las Naciones Unidas y la OMS han generado propuestas como
pauta para seguir por los distintos gobiernos, entre las que se incluye
crear mapas de incidencia, capacitación sobre obesidad, información
al consumidor, habilitación de áreas para actividad física, entre otras.
Estas medidas han sido aplicadas en diversos niveles en diferentes países.
Por ejemplo, en Estados Unidos se creó el grupo Obesity Research Task
Force, encargado de la investigación de la obesidad vista como un problema de salud pública y como un tema de gran importancia para el
National Health Institute (NIH). Su primer plan salió en febrero de 2004
y es un llamado al NIH para integrar la investigación de la prevención y
tratamiento de la obesidad a través de modificar el estilo de vida, medicamentos y cirugías. Lo que este grupo hace es delimitar la investigación
sobre obesidad y garantizar que los recursos federales sean utilizados en
las áreas en que el plan pone énfasis.
Las personas con adicción a la comida deben encontrar en los profesionales de la salud la comprensión y ayuda necesaria para generar
los cambios en sus hábitos alimenticios, su actividad física y estilo de
vida que requieren para solucionar o controlar el problema. Por ello,
una parte fundamental del combate a la obesidad debe ir encaminada
a proveer recursos al sector salud para la educación de sus doctores,
enfermeras y trabajadores sociales. Es importante que el Congreso
entienda la necesidad de invertir en la investigación de las causas y sus
posibles soluciones.
34} Laura Martínez
Obesidad: ¿Qué hacer?
A manera de conclusión, es necesario señalar la importancia que tiene
la educación en el combate a la obesidad: estudiar y precisar el mensaje
que se pretende dar, los destinatarios y los medios que se deberán utilizar.
La educación física, la nutrición, el estilo de vida y la atención médica
deben ser soluciones integrales y complementarias en el combate a la
obesidad.
Es necesario generar políticas para crear y mantener en buenas condiciones las áreas verdes y de deportes que faciliten y promuevan en los
ciudadanos la actividad física.
También se deben aumentar los programas de prevención y concientizar
a empleadores y sindicatos para crear una campaña que ayude a sus
integrantes a perder peso.
El cambio de hábitos no es fácil, sin embargo, si se tiene una planeación
y un control en la implementación y el seguimiento de políticas públicas
para la obesidad, los resultados podrán ser satisfactorios y se logrará
disminuir la incidencia de este padecimiento en el futuro.
Referencias:
Organización Mundial de la Salud. Nota Descriptiva No. 311. Marzo, 2011.
The Lancet, Volume 378, Issue 9793, 27. August, 2011.
Rorick, Cristopher. Can public policy curtail obesity? Medical Laboratory
Observer. 2005.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Laura Martínez {35
Obesidad. Educación
en nutrición
Irma Manzanares
L
a obesidad se puede definir como “un incremento en el porcentaje del tejido adiposo corporal, frecuentemente acompañado de
aumento de peso, cuya magnitud y distribución condicionan la
salud del individuo” (Braguinsky, J., 1997). Es un fenómeno caracterizado
principalmente por un balance positivo de energía, que ocurre cuando la
ingestión de calorías excede al gasto energético, ocasionando un aumento
en los depósitos de grasa corporal y, por ende, ganancia de peso. El consumo excesivo de alimentos con respecto a las necesidades, aunado a
la poca actividad física y al sedentarismo, son las causas principales de
obesidad. Este estilo de vida es producto del mundo contemporáneo,
donde todo es mas cómodo, automatizado y fácil, sin ningún o muy
mínimo esfuerzo físico, como es el caso de los controles remotos, autos,
elevadores, etcétera. Además se cuenta con una gran disponibilidad de
alimentos, que han contribuido de manera importante en el aumento de
este padecimiento, lo que representa mayores repercusiones estéticas,
culturales y sanitarias que reducen la calidad de vida de quien la padece
y ponen en riesgo su salud, aumentando el riesgo de comorbilidades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a la obesidad
como una epidemia global que constituye un grave problema de salud
pública, tanto en los países desarrollados como en aquellos en vías
de desarrollo” (WHO, 1998). Diferentes investigaciones muestran esta
tendencia a nivel mundial; los datos obtenidos nos indican que la obesidad
aumenta en prevalencia como en incidencia, tanto con el correr de los
años de vida de los niños y niñas, como con el transcurso de los años a nivel
poblacional, siendo la presencia de obesidad mayor en nuestros días
que hace 25 años. Como se mencionó anteriormente, las condiciones
de vida actuales han favorecido esta problemática; hemos creado un
ambiente “obesogénico”. En México, casi la mitad de los habitantes
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {37
presentan sobrepeso o algún grado de obesidad, lo cual generará grandes
problemas de salud en un futuro próximo, por ser la obesidad un factor de
riesgo para el desarrollo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, dislipidemias, enfermedades osteoarticulares
y ciertos tipos de cáncer, como el de mama y próstata. En los niños, la
obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte prematura, así como de obesidad y discapacidad en la edad adulta.
El sector salud, durante mucho tiempo estuvo preocupado exclusivamente por las infecciones y otros problemas agudos de salud; sin
embargo, hoy se presta una mayor atención en las enfermedades
crónicas relacionadas con la obesidad y/o el sobrepeso. Nos hemos dado
cuenta que para lograr que la población goce de un mejor nivel de salud,
la atención debe estar enfocada en su control y prevención, dirigida a
fomentar la salud a través de buenos hábitos de vida. Las instituciones
y el personal de salud han buscado la forma de tratar y prevenir estos
problemas, logrando avances pero sin llegar a una solución definitiva.
Para ello se requiere tomar medidas, tales como capacitar más a los profesionales de la salud para que puedan promover cambios permanentes
en la población con riesgo de presentar sobrepeso y obesidad. Al mismo
tiempo, es necesario que el estado, los gobiernos locales y las comunidades promuevan cambios en el entorno familiar para facilitar un estilo
de vida saludable.
La obesidad ha resurgido como una problemática de salud y, particularmente, como un objeto de análisis desde una perspectiva de salud
pública, que además ha cobrado un interés preponderante en los últimos
años. Todo ello derivado de las consecuencias que conlleva directamente
al estado de salud de aquellos que la padecen: alarmantemente evidenciado por la predisposición a presentar enfermedades cardiovasculares,
osteoarticulares, diabetes, hipertensión, dislipidemias, algunos tipos
de cáncer y afecciones respiratorias, por citar algunas. La Organización
Mundial de la Salud ha considerado a la obesidad como un problema de
salud pública de carácter mundial, y la encasilla como una enfermedad
crónica que se caracteriza por presentar numerosas complicaciones. Por
lo anteriormente citado, y aunado a su alta prevalencia, la cual aumenta
de manera sostenida en el mundo, la obesidad ha sido considerada como
una indudable pandemia.
38} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
Por muchos años se consideraba que la obesidad era un problema exclusivo de sociedades desarrolladas; sin embargo, ahora esta contingencia
es evidente en países de bajos ingresos y pobres. A pesar de los inconvenientes que conlleva la medición de la obesidad en la población, la
información actualmente disponible por los organismos internacionales
de salud, agricultura y alimentación pone de manifiesto un problema de
creciente tendencia y magnitud.
Ante este panorama, el desafío que enfrentaremos tendrá que dirigirse
a integrar todos los esfuerzos en un plan de prevención que modifique
aspectos malsanos de nuestro ambiente. Asimismo, se debe cambiar la
visión de los líderes políticos para que identifiquen a la obesidad como un
desorden del comportamiento individual, condicionado altamente por
el ambiente socioeconómico, de manera que esta perspectiva apoye la
legislación en la publicidad de los alimentos. Esta opinión debe cambiar
para reconocer que la amenaza de la obesidad y de sus comorbilidades
está afectando ya el futuro de generaciones jóvenes a través del mundo.
Para evitar su continuo crecimiento, así como las nefastas consecuencias
para la salud que su desarrollo provoca, es necesario desarrollar programas
de educación en nutrición que modifiquen de forma permanente los
hábitos erróneos. Es necesario incluir la educación en nutrición, centrada
en promocionar cambios de estilo de vida, hábitos saludables de alimentación y aumento de la actividad física desde edades tempranas.
Es importante señalar y destacar la presencia de la obesidad infantil,
que desafortunadamente todavía no es considerada un problema por
muchos profesionales de la salud y por la población en general, y que
requiere intervenciones concretas para su abordaje. La obesidad infantil
suele ser minimizada como una característica pasajera del niño o la
niña que no tiene aún consecuencias importantes y que se resolverá
espontáneamente con el tiempo, comúnmente dicho “cuando entre en el
desarrollo”.
Mejorar la calidad de vida de los niños, influenciada por la educación, la
seguridad, etc., puede ser una parte crucial del desarrollo. En efecto,
la calidad de la niñez tiene importancia no sólo para lo que pase en la
niñez, sino también para la vida futura (Sen, A., 1999). En el caso
específico de la obesidad infantil, esta no sólo constituye un problema
de salud presente para los niños y las niñas que la padecen, sino que
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {39
favorece la evolución a sobrepeso y obesidad en la adultez, aumentando
con esto la propensión para desarrollar diabetes, niveles no saludables
de lípidos en sangre y otros factores de riesgo cardiovascular, así como
asma, complicaciones ortopédicas, hígado graso y litiasis vesiculares,
entre otros desórdenes, con sus consecuentes altos costos económicos
para el sistema de salud.
En México, uno de cada tres niños en edad escolar ya presenta problemas de sobrepeso y obesidad, con un panorama no muy alentador en su
evolución.
Se considera que el patrón de actividad física en la población mexicana
en general es sedentaria. En adolescentes mexicanos, se estima que
menos del 35% de la población tienen un nivel adecuado de la actividad
física, otro 25% son activos pero no suficientemente y el resto es sedentario. Un estudio realizado en niños mexicanos de nueve a 16 años mostró
que pasan frente a un aparato de televisión en promedio 30 horas a la
semana. Esta actividad no sólo es sedentaria, sino que también se asocia
a una mayor exposición a comerciales que promueven el consumo de
alimentos atractivos para los niños, densos en energía y realmente poco
provechosos desde el punto de vista nutricional.
Como anteriormente se mencionó, hoy en día las instituciones y el personal de salud han buscado la forma de tratar y prevenir el sobrepeso
y/o la obesidad, logrando avances importantes, pero sin llegar a la
solución: la alimentación saludable y el ejercicio, ambas piezas fundamentales para desarrollar un mejor nivel de salud. La educación para
la salud comprende acciones dirigidas a los individuos y sus familias,
para que desarrollen conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes
que les permitan cumplir en forma habitual la responsabilidad del
cuidado de su salud. Esta educación no debe impartirse de manera tradicional; el reto es utilizar metodología que involucre a las personas como
sujetos de su propio aprendizaje, que las experiencias educativas estén
cercanas a la realidad y a su vida cotidiana, echando mano de las nuevas
tecnologías como herramienta educativa, de manera que cada individuo
logre percibir tanto riesgos como logros. Este proceso educativo de
enseñanza-aprendizaje debe buscar la participación activa para que cada
quien aprenda a tomar decisiones que lo lleven a lograr la transformación
de la realidad. La toma de decisiones en la educación para la salud
debe enfocarse en un objetivo particular: la activación (empowerment),
40} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
para lograr la participación activa de los individuos en una acción transformadora, aplicar estos conocimientos y alcanzar cambios que les
permitan vivir con una mejor calidad de vida de forma permanente.
Educar es una tarea laboriosa, que consume tiempo y a veces resultados
infructuosos, ocasionando desesperación cuando el esfuerzo resulta
inútil. Comunicar el conocimiento no es suficiente para transformar
y lograr cambios en la conducta humana, se requiere de una metodología
que permita el cambio y lo favorezca.
Uno de los mayores desafíos que se enfrentan es mejorar el estado nutricional de la población, a través de hábitos alimentarios que favorezcan
la salud. Todas las enseñanzas deben estar encaminadas a promover la
alimentación y un estilo de vida más saludable y deben ser aceptadas
desde el punto de vista cultural y económico. A lo largo del tiempo,
la población ha recibido mensajes sobre alimentación saludable, pero
estos no son sistemáticos; los materiales, contenidos e impacto no se
han evaluado, por lo que ha sido difícil emitir un juicio objetivo respecto
a la utilidad.
En nuestro país, las diferentes instituciones (IMSS, SS, ISSSTE, INNSZ,
etc.) han realizado intentos aislados por solucionar el problema,
mismos que por el propio aislamiento de fuerzas han sido poco fructíferos. Mientras estos esfuerzos no sean coordinados, los resultados no
serán los esperados. Nos enfrentamos ante la problemática de que las
personas no quieren comprender o no comprenden que la obesidad es
una enfermedad. Tener conciencia del grave problema que representa
será el mejor camino para derrotar esta enfermedad, pero mientras
tanto, hay que recomendar políticas de educación y orientación en
materia de nutrición, cuyas bases principales sean:
• El conocimiento científico. Reiterado y cuidadosamente
meditado, sin contradicciones que confundan. Los datos
deben estar adaptados a cada zona del país y difundirse
a través de la coordinación de los sectores público y
privado.
• Cambiar hábitos erróneos. Reiterar los correctos,
motivar el aprendizaje, desarrollar capacidad de análisis
y motivar la toma de decisiones informadas, logrando
un nivel de conocimientos teóricos ideal para la toma de
decisiones en materia de alimentación y nutrición.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {41
La familia y la escuela son complementos de la educación, donde ciertos
factores como la falta de información en los profesores, la falta de
materiales educativos apropiados, la falta de apoyo político para incorporar la enseñanza de la nutrición y la falta de personal especializado
dificultan la tarea.
El lugar más adecuado para ejercer la educación nutricional siempre
ha sido la familia, dado que el individuo desde que nace comparte la
comida con el resto de la familia y existe una relación de proximidad
y afecto entre los distintos miembros. Sin embargo, la familia ha evolucionado mucho y en la actualidad comparte este papel con otros sistemas
educativos de la sociedad. La escuela, a pesar de tener gran influencia
en la adquisición de hábitos correctos, sólo cubre una parte de la vida
del individuo, además de tener otros objetivos educativos, como el cumplimiento de los programas académicos de las diversas materias, por
lo que necesita la ayuda, colaboración y autoridad de los padres. No nos
olvidemos de que la responsabilidad principal sigue estando en el entorno familiar. Esto nos recuerda las palabras de José María Ordovás,
quien hace pensar en el viejo proverbio chino: “Regala un pescado a un
hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentaras para el resto de su vida”. En nuestro caso se podría traducir como:
“Dale a un niño de comer y lo alimentaras un día, enséñale a comer y
lo harás saludable para el resto de su vida”. La educación en nutrición
debe formar parte de los programas de educación básica y para todos
los niveles, además de desarrollarse en las instituciones de salud y en la
comunidad. Es compromiso de todos el conocimiento científico sobre
alimentación y nutrición, de manera que podamos acabar con mitos y
tabús que giran en torno a la obesidad, ya que estos temas también se
han utilizado con fines de lucro basados en la desinformación.
Se han tomado medidas, como por ejemplo excluir ciertos productos de
las escuelas. Este es un buen intento, pero que individualmente no logrará
mucho. Lo más importante será enseñar qué, cuánto y cómo comer. Sólo
así el impacto será el esperado y las personas aprenderán a seleccionar de
forma inteligente los alimentos más benéficos para el organismo.
Necesitamos aprender a comer. Los hábitos alimentarios son acumulables, cambiantes y se combinan con el significado personal que se tiene
del alimento. Estos hábitos son transmitidos de generación en generación y la educación en nutrición puede modificar los hábitos alimentarios
42} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
equivocados, además de cumplir con una función social: un país bien
alimentado es un país con menos riesgos de enfermedades y más
productivo. Es un gran desafío mejorar el estado nutricional de la
población, a través de los buenos hábitos alimentarios, donde todas las
enseñanzas estarán dirigidas a promover una alimentación y un estilo
de vida más saludable y aceptado cultural y económicamente. Todos
tenemos un gran compromiso: promover buenos hábitos de alimentación. En esta tarea debemos participar los profesionales de la salud,
los gobiernos, la industria alimentaria, los medios de comunicación
y todos los involucrados.
Hoy en día es indispensable que la población esté perfectamente informada sobre la nutrición, ya que es su responsabilidad la elección de los
alimentos que va a consumir y los grandes efectos sobre su salud. La
American Dietetic Association ha recomendado a los dietistas que tengan
un rol activo, utilicen los medios de comunicación a su alcance y faciliten información fácil de entender con la población. Es responsabilidad
de los nutriólogos proporcionar educación en nutrición como función
primordial para que las personas utilicen correctamente los alimentos
y puedan alcanzar la salud a través de un estado nutricio mas óptimo;
dicho de otra manera: ser nutriólogo es ser educador. Cabe señalar que
educar en nutrición no es una tarea fácil, hay que luchar contra hábitos
establecidos, concepciones religiosas y tradiciones culturales; modificar
estos hábitos no siempre es posible y se requiere tiempo y recursos. La
educación en nutrición (entendida como la combinación de experiencias
de aprendizaje, planificadas para facilitar la adopción voluntaria de conductas alimentarias y otras relacionadas con la nutrición que conduzcan
a la salud y el bienestar) ha sido reconocida como uno de los elementos
esenciales para contribuir a la prevención y control de la obesidad.
Fomentar una alimentación saludable y promover la actividad física para
invertir el problema es la tendencia actual. Con ello se pretende reducir
sustancialmente la morbilidad y mortalidad atribuible a las enfermedades crónicas. Estas estrategias pretenden realzar la importancia que supone adoptar una perspectiva a lo largo de toda la vida en la prevención
y control de la obesidad. Se trata de un conjunto de acciones dirigidas a
toda la población, pero dado el problema específico en el mundo, la prioridad para la prevención de la obesidad se debe centrar en los niños y los
jóvenes, cuyos hábitos alimentarios y de actividad física no están aún
consolidados y pueden modificarse, sobre todo, a través de la educación.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {43
Cuadros de aprendizaje
La FAO hace recomendaciones a los gobiernos de los países del mundo para brindar a la población una educación en nutrición efectiva, que
permita prevenir o en todo caso controlar a la obesidad.
{{
¿Cómo conseguir una educación
nutricional efectiva?
Además de ofrecer información, programas y actividades efectivas
hay que:
1)
2)
3)
4)
5)
6)
7)
8)
9)
Incorporar métodos para cambiar comportamientos.
Comunicar de una forma motivadora.
Hacer hincapié en mejorar, no en alcanzar la perfección.
Hablarle a las personas en un lenguaje que entiendan.
Crear una atmósfera favorable a la nutrición.
Involucrar a los individuos y a la comunidad.
Usar diversos canales para llegar a las personas en diferentes
etapas de sus vidas.
Promover políticas públicas pro-nutrición.
Reforzar el conocimiento local y revalorizar los
alimentos y pautas alimentarias de cada zona.
44} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
{{
¿Qué se obtiene con la
educación nutricional?
La educación nutricional promueve la creación de hábitos alimentarios sanos para toda la vida, ya que dota a los ciudadanos de “cultura nutricional” para que puedan tomar las decisiones adecuadas
y adaptarse a un mundo cambiante. La educación nutricional ayuda a los individuos a seleccionar, preparar y conservar alimentos
de alto valor nutritivo, alimentar adecuadamente a bebés y niños
pequeños, comprar de forma inteligente, experimentar con productos nuevos y contrastar sus experiencias con familiares y otros
miembros de la comunidad.
{{
La educación nutricional
es vital:
1) Para asegurar que un abastecimiento de alimentos
2)
3)
mejor y más diversificado se traduzca en una dieta
adecuada para todos.
Para integrar las preocupaciones de productores y
consumidores en la cadena alimentaria.
Para que todos los responsables cuenten con
información completa, desde las opciones
alimentarias individuales hasta el desarrollo de
políticas y programas de seguridad alimentaria.
Salud, nutrición y educación son los pilares esenciales para una
nación activa y próspera. La educación nutricional une a los tres.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {45
{{
Retos para la educación
nutricional:
1) Falta de interés y, por consecuencia, financiamiento
escaso o negligente por parte de gobiernos y
donantes:
• El desarrollo de la educación nutricional no se
considera una materia de investigación científica y los profesionales sanitarios, nutricionistas y responsables de políticas la infravaloran.
• Los profesionales del sector agrícola asumen
que “la gente sabe qué debe comer, pero tan
solo carece de alimentos”.
• Los profesionales sanitarios se centran en la
suplementación y fortificación y pasan por alto
la promoción y utilización adecuada de los alimentos disponibles y de producción local.
• La educación nutricional no favorece intereses
particulares, genera riquezas ni promete soluciones rápidas
2) Comunicaciones insuficientes e inapropiadas:
• El lenguaje utilizado en la educación nutricional suele ser técnico y los consejos presentados
se perciben a veces como poco prácticos o difíciles de aplicar.
• Uso insuficiente de los medios de comunicación de masas para los mensajes sobre nutrición.
• Los países en vías de desarrollo carecen de fondos para diseminar la información nutricional.
• La mayoría de los nutricionistas no tienen experiencia en el desarrollo, aplicación y puesta a
prueba de materiales de comunicación.
46} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
3) Otros retos:
• Más investigación y pruebas comprobadas que
demuestren lo efectiva que puede ser la educación nutricional.
• No se suele prestar atención a la relación entre
la salud precaria y la ingesta de alimentos.
{{
Para una alimentación
adecuada se necesita:
1) El acceso a alimentos suficientes, inocuos y
nutritivos.
2) Entender lo que constituye una buena dieta para
3)
la salud.
La capacidad y motivación para tomar las
decisiones alimentarias y dietéticas adecuadas.
Educar y motivar son las medidas más importantes en la
prevención y tratamiento de la obesidad. La adopción de
una alimentación saludable es uno de los aspectos más determinantes a través del cual se pierde peso y se mantiene.
Este sigue siendo, sin lugar a dudas, el instrumento que
si es adoptado por las personas les ayudará a controlar la
obesidad, ya que al igual que otras enfermedades crónicas
se controla y no se cura. La disminución de peso a través
de la educación en nutrición brinda la oportunidad de
mantener un peso lo más cercano a lo recomendable; es
la medida con mayor impacto en la reducción de peso. La
continuidad en el proceso educativo a lo largo del tiempo
es de suma importancia para que la persona que la padece
se sienta motivada e interesada, permitiéndole disminuir
de peso y posteriormente mantenerlo, alcanzando con
ello bienestar y calidad de vida.
Obesidad: ¿Qué hacer?
Irma Manzanares {47
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50} Irma Manzanares
Obesidad: ¿Qué hacer?
Obesidad ¿Qué hacer? 2
Jorge Javier Romero
Coordinador
Mario Rodarte E.
Laura Martínez
Irma Manzanares
Esta obra se terminó de imprimir
en septiembre de 2012 en los talleres
de Imprime Soluciones, S.A. de C.V.
Tlaloc 13, Col. Barros Sierra
Delegación Magdalena Contreras
C.P. 10380, México, D.F.
ISBN 978-607-00-6072-4
La Hydra
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