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Serie Documentos de Trabajo – Informes Destacados de Terreno
NTI Antropología de la Ciudad y el Territorio – Escuela de Antropología UAHC
ASOCIACIÓN MAPUCHE NE WENTÜN: IMPLEMENTACIÓN DE SALUD
INTERCULTURAL EN EL CONTEXTO URBANO1
Cecilia Díaz Cárcamo y Paloma González Fernández
Escuela de Antropología, Universidad Academia de Humanismo Cristiano
2013
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Documento de Trabajo: NO CITAR SIN AUTORIZACIÓN DE LAS AUTORAS.
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Serie Documentos de Trabajo – Informes Destacados de Terreno
NTI Antropología de la Ciudad y el Territorio – Escuela de Antropología UAHC
Resumen
Los procesos de organización y movimiento de los grupos indígenas iniciados en el siglo XX y que
continúan hasta el presente, han marcado el desarrollo de la política no sólo en América Latina sino
alrededor de todo el mundo. No sólo por la importancia que ha cobrado el tema indígena en los
contextos específicos de cada Estado nacional, sino también porque se han incorporado y
resignificado nuevas formas de organización y con esto han instalado un cuestionamiento en la
estructura del Estado y la noción de ciudadanía. El presente trabajo de investigación buscó
principalmente indagar en la implementación del programa de salud intercultural impulsado desde la
Municipalidad de Ñuñoa y la Asociación Ne Wentün hacia los habitantes de la comuna de Ñuñoa,
específicamente en el Centro de Salud Familiar Salvador Bustos, como forma en la cual un grupo de
mapuche nacidos en Santiago rescatan y difunden su cultura para con esto hacerse visibles en la
ciudad.
Palabras Clave: Mapuche urbano, salud intercultural, medicina mapuche, autonomía, visibilización,
etnogubernamentalidad.
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Los resultados del censo de 1992 indicarían una cifra que sorprendería a toda la comunidad nacional,
y que puso en el tapete la cuestión indígena, donde las autoridades, como además intelectuales y
académicos, se ven obligadas a replantearse muchas de las percepciones y programas destinados a los
indígenas, esto, ya que se ha dejado sin respuestas claras a las emergentes demandas de los miles de
mapuche que, en ese entonces, comenzaron a encontrarse, visibilizarse y verse las caras en las
ciudades (Campos 2008).
La ley N°19.253, Ley indígena chilena, decreta lo siguiente: “Es deber de la sociedad en general y del
Estado en particular, a través de sus instituciones respetar, proteger y promover el desarrollo de los
indígenas, sus culturas, familias y comunidades, adoptando las medidas adecuadas para tales fines”
(Ley Indígena 1993:1), pero a medida que se desarrollan los artículos de la ley no aparece mención al
ámbito de la salud ni sobre la medicina tradicional indígena como elemento cultural necesario de ser
asegurado por el Estado. Esta ley fue dictada el año 1993, mismo año en que la Declaración de
Barbados señalaba que “Los pueblos indígenas tienen derecho innegable a su historia y herencia
cultural” (Declaración de Barbados 1993) viendo también como obligación del Estado y de la
sociedad civil promover un proceso efectivo y ordenado de “devolución de los conocimientos que se
han acumulado sobre dichos pueblos” (Declaración de Barbados 1993), mas declara explícitamente
en relación al ámbito de la salud que “El gremio médico debería rechazar su participación en el
control de la natalidad, como mecanismo para atemperar algunos problemas económicos y sociales
en las comunidades indígenas, siempre vulnerables en su integridad demográfica. Asimismo, habría
de colaborar en forma más decidida y comprometida en la elaboración y aplicación de políticas de
salud preventivas y curativas, incluyendo la legitimación de la etnomedicina como aporte
fundamental de las culturas étnicas para toda la humanidad.” (Declaración de Barbados 1993).
Entendiendo también que la salud es un derecho fundamental de toda la humanidad, al tiempo que
se expresa en los tratados internacionales la necesidad de que los pueblos originarios alrededor del
mundo puedan llevar sus vidas de acuerdo a sus preceptos culturales, surgen distintas
manifestaciones de la búsqueda de aunar ambas exigencias en la implementación de propuestas, tanto
institucionales como autogestionadas de salud intercultural.
En este marco es que surge, entre otras instancias a nivel nacional y regional, el nuevo espacio
intercultural en el Cesfam Salvador Bustos de Ñuñoa, Santiago. El recinto ubicado al interior del
Cesfam Salvador Bustos, ubicado en la calle Grecia con Juan Moya, se implementa en un intento de
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darle un espacio a la salud de los pueblos originarios, específicamente en base a la cultura e identidad
mapuche. Se trata de un sector del Centro de Salud Familiar en que, con la ayuda de la Asociación
Mapuche Newentun, quienes asisten al centro de salud podrán tomar contacto con métodos de
sanación ancestrales, que les permitan complementar sus tratamientos de enfermedades, recibir
información del Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (PESPI) y participar en otras
iniciativas como la celebración de ceremonias ancestrales. Actividades de este tipo ya existían en el
Cesfam, pero no contaban con un espacio adecuado para llevar a cabo este método de salud, lo que
pudo concretarse a principios del presente año luego del acuerdo entre el servicio de salud municipal
y la Asociación Ne Wentun.
En la comuna de Ñuñoa, como muestra la tabla Nº1, el año 2002 el 1,27% de la población se
consideraba perteneciente al pueblo mapuche. Esta cifra debe ser entendida desde lo que la
antropóloga Milka Castro denomina ‘diáspora’, puesto que los pueblos indígenas han experimentado
por motivos históricos, económicos y políticos una serie de migraciones que sin embargo no
significan que pierdan “el vínculo con sus comunidades de origen, aun cuando fuera de ellos
debieran deshacerse estratégicamente de los rasgos visibles de su cultura, sobre todo en la ciudad. El
concepto de diáspora permite comprender tanto las relaciones con el territorio de origen como con
la nación chilena” (Castro 2008:27). Así, es posible comprender que los más de dos mil mapuches
que viven en esta comuna que no sólo es urbana, sino céntrica de la ciudad de Santiago, capital de
Chile. También se observan, aunque en menor medida, otros grupos étnicos.
Tabla Nº1: Pertenencia a Pueblos Originarios o Indígenas por Sexo en la Comuna de Ñuñoa, 2002.
Pertenencia a Pueblos
Originarios o Indígenas
Sexo del Encuestado
Hombre
% Hombres
Mujer
% Mujeres
Total
% Total
9
0,01%
4
0,00%
13
0,01%
Atacameño
33
0,02%
33
0,02%
66
0,04%
Aimara
42
0,03%
61
0,04%
103
0,06%
5
0,00%
4
0,00%
9
0,01%
Mapuche
848
0,52%
1235
0,76%
2083
1,27%
Quechua
21
0,01%
28
0,02%
49
0,03%
Rapa Nui
19
0,01%
27
0,02%
46
0,03%
6
0,00%
17
0,01%
23
0,01%
Ninguno de los anteriores
72232
44,18%
88887
54,36%
161119
98,54%
Total
73215
44,78%
90296
55,22%
163511
100,00%
Alacalufe (Kawashkar)
Colla
Yámana (Yagán)
Fuente: Elaboración propia con datos del INE, Censo 2002.
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Esta presencia indígena fue el movilizador que llevó a implementar diversos talleres en la comuna
hasta el surgimiento del proyecto del espacio intercultural que actualmente se desarrolla en el Cesfam
Salvador Bustos. El objetivo del espacio es desarrollar todos los talleres de Salud Intercultural, que
no tenían un espacio específico para realizarse y se desarrollaban en dependencias del Casino o en
oficinas del recinto. Ahora podrán desarrollar sus actividades en este espacio, que además cuenta con
dos huertos medicinales, en donde señalética especial indica cada una de las hierbas que están
plantadas. Durante este año, está planificado dar un nombre al nuevo espacio intercultural e instalar
señalética que resalte su ubicación y existencia. Antes de la implementación del espacio ya se
desarrollaban en el Cesfam talleres de gastronomía, telar y cultivo y uso de plantas a manos de la
agrupación Ne Wentun y se encuentran actualmente ejecutando dos de estos: De hierbas medicinales
y de telar.
Figura 1: Huerto con hierbas medicinales en las dependencias del Cesfam Salvador Bustos.
Para el desarrollo de esta investigación es necesario reflexionar en torno a los conceptos de
autonomía, etnogubernamentalidad, interculturalismo, salud intercultural y medicina tradicional.
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Para Héctor Díaz-Polanco (1999) el movimiento indígena se impulsa a través del proceso
autonómico. La autonomía, como la concibe el autor, sería una permisión más o menos amplia para
que los grupos étnicos se ocupen de sus propios asuntos o para que mantengan sus usos y
costumbres. El autor propone el sistema de autonomía como un régimen especial que configura un
autogobierno para ciertas comunidades que escogen autoridades que son miembros del grupo,
ejercen competencias legalmente atribuidas y que tienen la facultad que se les otorga legalmente de
administrar los asuntos internos del mismo y legislar sobre su propia vida. Los rasgos específicos de
la autonomía están dados por la historia de la colectividad que la ejercerá y por el carácter del
régimen político del estado o nación dentro del que cobrará legitimidad.
Álvaro Bello (2004) expone que existe un deseo en los sujetos de una mayor participación e inclusión
social. Diferentes grupos se han constituido en varios países, en motor de demandas sectoriales y en
actores sociales que el mismo Estado se ha preocupado de acoger y desarrollar por medio de una
institucionalidad especifica. Pero Bello también recalca la diferencia entre la autonomía cultural y la
política, señalando que la autonomía cultural implica el control por medio de representantes o de la
comunidad en su conjunto, de todos los aspectos de la vida cultural, la educación, medios de
comunicación y los juzgados. En la autonomía política las normas locales están por sobre todas los
demás aspectos de la vida, social, política y económica, excepto en los asuntos referidos a la defensa
y relaciones internacionales.
Consuelo Sánchez (1999) por su parte rescata gran parte de las ideas de Díaz-Polanco para hacer
hincapié en el tema de la conciencia étnica, y señala que el conflicto étnico nacional sólo puede
encontrar solución en el marco de una nueva nación verdaderamente democrática que reconozca y
haga efectivos los derechos específicos de las colectividades indígenas. En este sentido, la autonomía
se constituye como un régimen jurídico-político dentro del Estado-nación que configura un gobierno
propio, para que grupos determinados con tradición histórica común y características culturales
propias puedan desarrollar libremente sus vidas.
La antropóloga Milka Castro sostiene que el interculturalismo
Supone la existencia de determinados valores y una opción por el reconocimiento de las
particularidades de la cultura propia, y fundamentalmente, las fuentes que instalaran el
término de las relaciones de poder que se establecen entre diferentes culturas así como los
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fenómenos resultantes, cuando aquéllas entran en contacto (...) El uso del término como
hecho social viene a constituir una categoría analítica de un marco teórico, de un proyecto
político, o de un movimiento social (Castro 2004: 131).
En la visión de la autora, la interculturalidad en salud implica “reconocer la validez de los
conocimientos y prácticas desarrolladas por los diferentes grupos humanos a lo largo de su historia
para enfrentar el proceso de salud – enfermedad y facilitar procesos que se sustenten en la
reciprocidad de las relaciones, el respeto y el entendimiento mutuo” (Castro 2004:63).
En 1977, en función de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la 30° asamblea mundial de
salud adoptó una resolución (WHA 30.49) en la que instaba a los gobiernos interesados a que
otorgaran “una importancia adecuada al empleo de sus sistemas médicos tradicionales con una
reglamentación apropiada y acorde con sus sistemas nacionales de salud” (Akerele 1984:84).
Inmediatamente después de adoptarla, la OMS lanzó una campaña mundial de promoción. Una
encuesta de la OMS terminada en 1983 confirmó que los estados miembros están más interesados
que nunca en la utilización de recursos tradicionales nativos para sus programas de atención primaria
de salud (Akerele 1984).
“La fragmentación que ha provocado la ciencia sobre los cuerpos y sus enfermedades ha olvidado la
importancia de factores tan relevantes como el equilibrio entre el descanso y trabajo, la alimentación
y las emociones, etc., focalizándose sólo en los síntomas particulares pero no abordando la
problemática en su complejidad o en su real origen” (Akerele 1984:87).
En oposición a esto, la medicina tradicional refleja en gran parte las circunstancias locales: rasgos
culturales, grado de desarrollo económico, sistema político y políticas y prácticas nacionales. A pesar
de esta especificidad cultural, ciertos factores comunes sirven para determinar la contribución que la
medicina tradicional puede hacer a la salud de la población. “Entre estos factores están:
• La determinación nacional de apoyar las prácticas tradicionales y a los agentes de la medicina
tradicional en el sistema nacional de salud.
• El grado en que esta determinación está respaldada por la legislación.
• La cantidad de investigación nacional sobre prácticas tradicionales útiles.
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• El grado en que los planes y estrategias de atención primaria incorporan prácticas
tradicionales de utilidad comprobada y recurren a los servicios de prácticas tradicionales.”
(Akerele 1984:88)
Los objetivos de la salud intercultural son los siguientes: El derecho a mantener y cultivar las
prácticas tradicionales de salud de los pueblos indígenas y comunidades étnicas y el derecho
establecido en la constitución política de que la salud de todos/as (…) independiente de su origen
étnico, raza, sexo, ubicación geográfica y edad (Akerele 1984) debe estar asegurada por el Estado.
Mapuche en la Ciudad
Los resultados del Censo del año 1992 en relación a los habitantes indígenas de nuestro país marcó
un antes y un después en la relación del estado chileno con los pueblos originarios que se
encontraban dentro del territorio, y también en la forma en que éstos últimos se entendían a sí
mismos. Además, la aparición del sujeto indígena en la ciudad, ya no en la comunidad, dio pie para el
desarrollo de un cuestionamiento en relación a los elementos que componen la identidad étnica.
Surge con esto el concepto de “mapuche urbano”, en el cual, para algunos, el término urbano se
adscribe como una bandera de lucha y para otros, no es sino una forma de división y ruptura de un
pueblo que es sólo uno: el mapuche (Abarca 2002). En ese entonces se mantenía la creencia de que
los indígenas urbanos eran sólo aquellos que habían migrado, puesto que las cifras impidieron, como
relata José Ancán (1995) la comprensión de un fenómeno fundamental en el ámbito urbano, que es
que gran parte de la población “correspondía a indígenas totalmente urbanos, es decir, los hijos de
migrantes” (Ancán 1995:307). Los hijos de los migrantes mapuche en la ciudad se ven insertos “en
un sistema educativo que no contempla su calidad de mapuche. En la sala de clases se habla de este
pueblo, del cual son parte, como una cultura que existió en un tiempo pretérito o se desarrolla sólo
en el sur del país (...) Los libros escolares no dan cuenta de su realidad pasada y presente. (…) Cabe
entonces preguntarse qué implicancias educativas tiene la migración, la inserción en un nuevo
contexto cultural, los conflictos sociales que implica la vigencia de la identidad mapuche en la ciudad
de Santiago” (Abarca 2002:106).
Ya han pasado más de veinte años desde los resultados del Censo que puso de manifiesto la cuestión
indígena, donde las autoridades como además intelectuales y académicos se vieron obligados a
replantearse muchas de las percepciones y programas destinados a los indígenas, esto, ya que se ha
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dejado sin respuestas claras a las emergentes demandas de los miles de mapuche que, desde entonces,
comenzaron a encontrarse, visibilizarse y verse las caras en las ciudades (Campos 2008). Los
indígenas urbanos en general, y los mapuches urbanos en particular, se han reunido y organizado
entre ellos, y han convocado a gran cantidad de gente a conocer y apoyar sus diversas demandas en
pro de su reconocimiento, respeto y posibilidad de autodeterminarse como pueblo. Todas las
instancias de concentración que les otorguen la posibilidad de reproducir en contextos urbanos sus
prácticas culturales a nivel colectivo han tomado una importancia fundamental para los indígenas
urbanos, y hoy, “para algunos, han determinado una identidad que se ha adscrito a los «mapuches
urbanos»” (Abarca 2002).
Para dos de los miembros de la Asociación Mapuche Newentun, su identificación como mapuche
urbano pasa precisamente por la relación diaspórica que se sostiene y reproduce en la ciudad con los
antepasados y con la comunidad, lo cual se puede ver en sus propias palabras:
Me defino como una mujer activa, una mujer que reconoce sus antepasados, una mujer que
no pasa por alto ni mi abuelo, ni mi bisabuelo ni menos mis hijos, entonces eso para mí es un
orgullo y me ha traído esta fuerza de estar presente como asociación y dentro de este recinto,
de este recinto del Salvador Bustos, y por eso mismo hemos transmitido a mis hijos y por
ende teniendo nietos y tarde o temprano a medida que van creciendo ellos ya se van
identificando (Entrevista Soledad Ñancucheo, 13 junio 2013).
Yo soy nacido y criado en Santiago, no ha sido difícil para mí haberme integrado a la
sociedad (chilena), lo que sí yo encuentro es que nosotros vivimos mucho lo que es la
discriminación. El hecho de ser mapuche y estar en la ciudad, lógico que manteníamos rasgos
distintos, formas de actuar distintas, y de ser distinto. Aunque hayamos nacido acá, éramos
diferentes. Uno es diferente. (Entrevista Walter Ñancucheo, 25 Junio 2013).
Ambos comprenden su identidad étnica como una clara diferenciación del resto de los habitantes de
la ciudad, y por otro lado que los acerca a quienes físicamente se encuentran más lejos, los mapuche
de la zona sur del territorio. Sobre este punto podemos rescatar los planteamientos de Geraldine
Abarca cuando señala que:
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La configuración conceptual de la identidad étnica debería también contemplar lo que los
mismos grupos étnicos sostienen como válido para definir aquello que los hace singulares y
los distingue de los otros. La percepción de sí mismo en cuanto a grupo étnico, está plasmada
de las prácticas cotidianas y extraordinarias, de los encuentros rutinarios y convocados (ritos,
ceremonias, reuniones). Las diferencias son construidas del conjunto fluido de los símbolos,
valores y significados que constituyen una viviente cultura histórica (Abarca 2002:110).
Entre las prácticas colectivas que reproducen la cultura e identidad de los mapuche en la ciudad se
encuentra la celebración del We Tripantu, la cual se lleva a cabo las últimas semanas del mes de Junio
en distintos puntos de Santiago. La Asociación Mapuche Newentun realiza esta ceremonia en las
dependencias del Cesfam Salvador Bustos. Se realiza primero una parte de la ceremonia en el patio
posterior de Centro, lugar en el cual se danza en torno al canelo, el cual llevan ellos y ubican al centro
del patio, se le otorgan ofrendas y se invita a los asistentes a unirse a la danza. Posteriormente se
concurre al espacio intercultural que posee el Cesfam en uno de sus patios, el cual cuenta con una
ruka y dos huertos, y se hace una presentación de la agrupación y una explicación para que los
asistentes, de los cuales gran parte no es mapuche, comprendan la importancia de la ceremonia del
We Tripantu. Se presentan cantos y danzas como el choike purrúm, y se invita a compartir comida y
bebidas mapuche. Los miembros de la agrupación visten los atuendos tradicionales, los cantos y
algunos saludos se realizan en mapudungún y pocas veces se traducen al español, mientras que las
explicaciones sí se hacen en castellano. Por otro lado, las personas asistentes a la ceremonia son en su
mayoría chilenos no mapuche, trabajadores del Cesfam, autoridades de la comuna de Ñuñoa y
asistentes a los talleres que imparte la agrupación.
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Figura 2: Celebración del We Tripantu en el Cesfam Salvador Bustos, Ñuñoa.
Al preguntar sobre la importancia de llevar a cabo la ceremonia del We Tripantu en la ciudad de
Santiago, don Walter Ñancucheo, presidente de la asociación, nos señala lo siguiente:
“Consideramos que la ciudad es imponente; segundo, creemos que la ciudad es absorbente, la
ciudad se da para muchas cosas, la ciudad es un encuentro cultural, aquí en la ciudad llega
gente de diferentes lugares, del norte, del sur, del este, del oeste, y aparte llegan extranjeros.
La ciudad los recibe, entonces creemos que es una buena instancia, es una muy buena
instancia poder desarrollar actividades culturales de promoción cultural en la ciudad, y ese fue
el objetivo, por qué quisimos realizar este año el We Tripantu, el Wiñol Tripantu, en este
lugar, un lugar donde no hay muchos mapuche. Ñuñoa se caracteriza por ser una comuna
media, una comuna del sector oriente, donde socialmente es una comuna no vulnerable,
porque no está considerada en medio de los pobres, y ahí en medio de eso nos desarrollamos
nosotros los mapuche, y el hacer el We Tripantu claro que llama la atención, porque en
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medio de esa gente, en medio de ese sector (…) Se da el lugar, las condiciones para poder
realizar un trabajo de promoción cultural, y ese fue nuestro objetivo de hacer el We Tripantu
en este lugar. Nosotros podríamos realizarlo escondido, podríamos realizarlo en conjunto
con otras organizaciones de manera privada, y no tendríamos ningún problema y lo
podríamos hacer, lo podríamos realizar, y nadie nos podría decir que así no se puede hacer,
porque estamos en pleno derecho de desarrollarlo como nosotros quisiéramos, pero como
presidente de una agrupación mapuche tenemos una visión de abrirnos, una visión de
proyectar nuestra cultura y que la gente que no es mapuche entienda que aún los mapuche
existen, y que en medio de tanta batahola, de tanta civilización, en medio de tanto proceso,
proceso evolutivo que tiene cada ciudad, los mapuche estamos ahí, estamos acá al medio y
somos igual, y ese es el objetivo y creo que es una muy buena manera de poder promover la
cultura nuestra (Entrevista Walter Ñancucheo, 25 Junio 2013).
Figura 3: Choike Purrum (danza) en la celebración del We Tripantu.
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La identidad que se refleja a través de sus prácticas, en el caso de la entrevista anterior una práctica
colectiva, se expresa en base a lo que los organizadores de la asociación han heredado y adquirido en
su núcleo familiar, en sus experiencias desde la niñez, esta identidad la han constituido en un tiempo
y lugar que se ha transformado a lo largo de sus vidas. Si bien se comprende un cambio en el tiempo
y el espacio, se debe reconocer un proceso histórico que estructura la cultura y que incurre en la
identidad de los mapuches nacidos en la ciudad, pero que han sido criados siempre en contacto con
la comunidad. Las prácticas reconocidas como parte de sus vidas privadas y familiares, las explican
los entrevistados:
La relación que nosotros hemos tenido ha sido desde niños, no después de grandes, sino
desde niños nosotros siempre íbamos al campo, y por eso es que nosotros sabíamos lo que
era el torneo, y qué se hacía en el torneo, conocíamos por ejemplo cuando llegaba una machi
a una casa cercana y hacía un machitún, sentíamos como la machi hacía su guillipun y cómo
los integrantes de la familia la ayudaban a desarrollar la ceremonia. (Walter Ñancucheo, 25 de
Junio 2013)
La práctica tanto individual como colectiva, es la gastronomía mapuche, que es el alimento,
porque esto es como de pequeña, aunque estemos viviendo aquí en la ciudad siempre en
nuestra casa hubo la alimentación o la gastronomía mapuche entonces pa' mi no es como
aprendido ahora, eso es de tiempo, porque siempre nos alimentamos, con los productos que
salen ahora, sino que siempre fueron con la harina, el trigo, los catutos, el mote y hasta ahora
que sigue vigente que es la harina tostada. (Soledad Ñancucheo, 13 de Junio 2013)
Los planteamientos “oficiales” han reproducido desde la institucionalización social el término
Mapuche urbano, con el que a través de una nueva forma de identificación se intenta visibilizar a un
grupo que se ha conformado producto de un hecho histórico específico, diferenciando en dos
identidades étnicas la unidad de un pueblo que subyace bajo estas diferenciaciones, levantando
divisiones y discriminaciones internas entre un grupo, que vive en la comunidad y que se pueden
autodenominar como “Lo puro o verdaderamente Mapuche”, mientras que a los mapuche nacidos y
criados en la ciudad los invisten como “impuros o awinkados” (Ancán 1995: 308), producto de lo
cual estos últimos sufren una doble discriminación, primero desde los mismos mapuche de la
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comunidad, y también desde el resto de los habitantes de la ciudad, que los invisibiliza o discrimina
por su pertenencia étnica. Frente a esto reflexiona Don Walter Ñancucheo en el siguiente párrafo:
El mapuche es uno solo, no está dividido entre lo urbano ni lo campesino, el mapuche es
mapuche, estando en la ciudad o estando en el campo. ¿Cuál es la diferencia? Que algunos
han caído, y se han visto llevados, se han visto con deseos de poder hacer una división y han
dividido al mundo mapuche en lo urbano y el mundo mapuche en la comunidad, y algunos lo
diferencian, le hacen diferencias, por ejemplo se dice muchas veces que el mapuche originario
es aquel que vive en la comunidad, aquel que replica su cultura tal como está desde el
principio, y por lo tanto los que viven en la zona urbana no lo hacen por lo tanto dejan de ser
mapuche, y eso nosotros creemos que es una gran falacia, es una mentira que unos grupos
que a lo mejor tienen deseos de poder fragmentar nuestra cultura y han tirado ese concepto y
muchos han creído en él, pero yo, como dirigente primeramente y como mapuche yo creo
que no. Yo soy mapuche estando en la ciudad y estando en el sur. Para mí, mi hermano es
mapuche el que está en la ciudad y el que está en el campo, igual es mi hermano, yo no hago
la distinción entre el uno y el otro, a pesar de que en la ciudad yo estudié, yo me desarrollé de
otra forma nunca miré en menos a los que estaban en el campo. Cuando yo era niño, yo
estaba estudiando y ellos estaban cuidando chanchos, no por eso ellos eran menos que yo, yo
siempre los consideraba que eran parte mía. Entonces yo creo que esa es la manera, pero sí
yo veo una diferencia, que no es buena esa diferencia. Para mí no existe lo urbano, no existe
lo de la comunidad, para mí lo mapuche es mapuche, más allá que se haya nacido aquí o que
se haya nacido allá, nosotros somos víctimas de un proceso histórico. Yo no pedí nacer en la
ciudad, como tampoco el que nace en la comunidad pidió nacer en la comunidad. A él se le
dio nacer allá, a mí se me dio nacer acá. Pero el origen es mapuche, mi sangre es mapuche,
mis abuelos son mapuche, entonces ¿puedo decir yo que soy distinto al otro por el hecho de
nacer en la ciudad? En el ser mapuche no, no puedo ser distinto. A lo mejor por nacer en la
ciudad uno tiene costumbres distintas, eso sí, ahí uno puede ser distinto, pero en el ser
mapuche no, uno es, yo por más que lo niegue, siempre manifiesto ser mapuche, aunque yo
haya nacido en la ciudad y yo me paro en un lugar y yo digo “yo no soy mapuche”, yo estoy
seguro que la gente me va a mirar y se va a reír. Entonces negarlo es una tontera, dividirlo es
una tontera, y asemejarlo a que uno es distinto, en su sangre estoy hablando, al de la
comunidad y de la ciudad, también, no se puede hacer. No porque yo sea mapuche y aprenda
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a hablar inglés voy a ser distinto al que nació allá en la comunidad, eso no sirve, eso no se
puede decir que uno es distinto, uno sigue siendo mapuche igual. (Entrevista Walter
Ñancucheo, 25 Junio 2013)
Surgimiento de la Asociación Mapuche Ne Wentün
En el párrafo 2° de la Ley 19.253, referente a las Asociaciones Indígenas, el artículo 36 señala que “Se
entiende por Asociación Indígena la agrupación voluntaria y funcional integrada por, a lo menos,
veinticinco indígenas que se constituyen en función de algún interés y objetivo común” (Ley
Indígena 1993:25), además de explicitar que las asociaciones indígenas no pueden atribuirse la
representación de las Comunidades Indígenas, y en su artículo 37 determina que
Cuando se constituya una Asociación Indígena se tendrá que exponer en forma precisa y
determinada su objetivo, el que podrá ser, entre otros, el desarrollo de las siguientes
actividades: Educacionales y culturales; Profesionales comunes a sus miembros, y
Económicas que beneficien a sus integrantes tales como agricultores, ganaderos, artesanos y
pescadores. Podrán también operar economatos, centrales de comercialización, unidades de
prestación de servicios agropecuarios, técnicos, de maquinarias y otras similares. (Ley
Indígena 1993:25).
En relación a esto se observa que la Asociación Mapuche Ne Wentün entraría dentro de las
dedicadas a educación y cultura, puesto que se encarga principalmente de rescatar, difundir y
promover el conocimiento de las prácticas relacionadas al tema de la salud en la cosmovisión
mapuche. La asociación se llama Asociación Mapuche Ne Wentün, que en palabras de uno de sus
dirigentes:
Significa la fuerza del mapuche. Está constituida por 28 familias del sector oriente de
Santiago, entre ellos está Ñuñoa y Peñalolén. Son personas todas mapuche, de origen
mapuche y que más o menos el 70% de las familias que están integradas a nuestra agrupación
son del sector de la novena región y de Nueva Imperial, el resto son huilliche, más a la
décima región, y el resto son más del centro, del sector de Temuco, Padre Las Casas
(Entrevista Walter Ñancucheo, 25 Junio 2013).
La agrupación nace en la década de los noventa, como iniciativa de un grupo de familias mapuche
radicadas en Santiago, con el objetivo de rescatar, promover y difundir la cultura mapuche. Para esto
localizaron a los primeros migrantes mapuche que pudiesen orientar y guiar en el proceso
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estructuración de la organización en primera instancia, compartiendo su conocimiento con las
generaciones más jóvenes. Otro objetivo que se propuso la organización fue “provocar” la
autoidentificación en sus integrantes, puesto que como nos cuenta su principal dirigente “Si bien es
cierto todos tienen apellido mapuche, todos tienen origen mapuche, rasgos y sangre mapuche, en la
ciudad se va perdiendo el origen, se va perdiendo el “tugún” y el “tugualme”, que es el origen de uno, y
cuál es el territorio de uno. El hecho de nacer en la ciudad uno se cría normalmente más alejado de la
cultura de uno, y toma visión y toma forma y costumbre de la cultura occidental” (Entrevista Walter
Ñancucheo, 25 Junio 2013).
En la década del 2000 la agrupación mapuche Ne Wentün obtuvo la personalidad jurídica otorgada
por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), la cual se encuentra vigente hasta la
fecha. En la búsqueda de espacios en los cuales desarrollarse como asociación y cumplir con los
objetivos que se plantearon en su formación fue que encontraron el “Programa Especial de Salud y
Pueblos Indígenas”, el Pespi, programa nacional que nace en la novena región, específicamente en la
Araucanía Sur, y posteriormente se va replicando en otros sectores del país hasta que el año 2000 se
comienza a implementar en la Región Metropolitana, momento en el que se integraron como
asociación a la instancia a través de talleres que promueven y dan a conocer la cultura mapuche.
Salud Intercultural y Medicina Tradicional
“(…) La salud es un estado de bienestar que
tiene múltiples implicancias, donde el cuerpo
y la mente son indivisibles, donde nos
relacionamos con otros y otras desde la
reciprocidad, el respeto, y estamos
en comunión con la naturaleza.”
(Pérez, et al, 2011: 7).
Para hablar de interculturalidad, es necesario retomar la idea de la antropóloga Milka Castro cuando
señala que “supone la existencia de determinados valores y una opción por el reconocimiento de las
particularidades de la cultura propia, y fundamentalmente, las fuentes que instalaran el término de las
relaciones de poder que se establecen entre diferentes culturas así como los fenómenos resultantes,
cuando aquéllas entran en contacto” (Castro 2004: 131). En este sentido la Agrupación Mapuche Ne
Wentün lleva a cabo los talleres con el claro objetivo de difundir la cultura mapuche, específicamente
en temas relacionados con la salud, entre la población y así obtener el reconocimiento de que sus
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conocimientos y prácticas sí ocupan un lugar dentro de la salud occidental. También cumplen la
función de hacer visible al grupo dentro de la sociedad urbana, aprovechando los espacios que la vida
citadina otorga para visibilizar al mapuche en general, y al mapuche urbano en particular, con las
particularidades de su propia cultura. En la visión de la autora, la interculturalidad en salud implica
“reconocer la validez de los conocimientos y practicas desarrolladas por los diferentes grupos
humanos a lo largo de su historia para enfrentar el proceso de salud – enfermedad y facilitar procesos
que se sustenten en la reciprocidad de las relaciones, el respeto y el entendimiento mutuo” (Castro
2004:63). Desde el punto de vista de la facilitadora de los talleres, Soledad Ñancucheo:
La salud intercultural es una puerta que se abrió (…) en su comienzo muy difícil, pero sí con
el tiempo se hizo fuerte, yo puedo decir que uno se da cuenta que ya puede estar aquí
plantada como salud intercultural sino que puede pasar más allá (…) La medicina de aquí
siempre fue la mapuche, de una u otra forma lo de nosotros jamás fue químico, jamás fue
con médicos y matronas, todo eso no, con nosotras están las machis, que son las médicas
nuestras, están las “huentuchef” que son las que conocen los remedios, las hierbas y apuntan
con las propiedades de las hierbas a la enfermedad para combatir, entonces hay una
diferencia. (…) Nosotros no elaboramos pastilla, nosotros lo que tenemos a mano son las
hierbas, conocemos los compuestos y sabemos que el conjunto de hierbas apunta para lo que
estamos haciendo y a nuestra salud. Y además puedo decir que las machis cuando uno está
enfermo pide orina y a través de la orina ve también los problemas que tiene las persona
(Entrevista Soledad Ñancucheo, 13 junio 2013).
Los talleres que imparte la Agrupación Mapuche Ne Wentün en el Cesfam Salvador Bustos de la
Comuna de Ñuñoa surgen de la necesidad de recuperar y difundir los conocimientos que forman
parte de la cultura mapuche. Se han realizado talleres de hierbas medicinales, en los cuales la
facilitadora, Soledad Ñancucheo, enseña las propiedades de las diferentes hierbas, la diferentes
formas y usos que se les pueden dar, y también a hacer almácigos para poder tener las plantas al
alcance para cuidarlas y utilizarlas cuando sea necesario. En la actualidad se encuentra realizando un
taller de telar, el cual considera dentro de la medicina por el aspecto espiritual que posee la
realización del tejido. También realiza talleres de gastronomía que también incluye en el ámbito de la
salud por la concepción integral que posee sobre la salud, y la comida como forma de prevenir
enfermedades. A los talleres asisten aproximadamente veinticinco mujeres de edad avanzada, entre
los 55 y los 90 años, y un solo hombre, el cual asiste con su esposa hace ya más de un año a los
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talleres de la agrupación en el Cesfam. Los asistentes tuvieron conocimiento de la realización de estos
talleres por un puesto que tiene la agrupación los martes y los jueves a la entrada del Cesfam, donde
la señora Soledad Ñancucheo ofrece aguas de hierba, contesta preguntas e informa sobre las
actividades que realiza la agrupación. Si bien los talleres se plantean en primera instancia como
expositivos, la gran cantidad de conocimiento que tienen las asistentes, aunque sólo una de ellas se
identifique como mapuche, contribuye a que las sesiones sean en gran medida más participativas,
puesto que se comparten los conocimientos que han ido adquiriendo los asistentes a lo largo de su
vida.
El telar es incorporado como una forma de medicina emocional, lo cual la facilitadora Soledad
Ñancucheo relaciona con su experiencia indicando que:
De niña se le enseña a usar el huso, a tomar la lana, trabajar con nuestros dedos con la lana, a
tener contacto con la lana, a veces se ve como un trabajo, pero mi abuela cuando a mi me
enseñaba me decía ‘hija, esto te va a enseñar a olvidar tus problemas’, entonces nuestra mente
se concentra en el telar y lo que dibujamos en la lana, en el trabajo mismo, y eso nos lleva a
tener concentración en el trabajo, en lo que estamos haciendo, y eso te libera a ti de tus
preocupaciones, tus tristezas o tus problemas que te afligen y que mucha gente hoy en día
nosotros vemos que cae en depresión, pero el telar a ti te ayuda mucho, a ayuda botar tu (…),
a creer en el movimiento que tenemos en el telar. Por eso que se inserto en el taller dentro del
Cesfam para las personas principalmente que están con depresión, con autoestima bajo para
que puedan salir adelante y puedan ver que pueden salir y aprender algo (Entrevista Soledad
Ñancucheo, 13 junio 2013).
También se incorpora a estos talleres el tema de la gastronomía mapuche, la cual describe como
Una alimentación saludable libre de colesterol, quizás podemos mantener la manteca, pero
como va mezclada cocida para nosotros es saludable, toda alimentación cocida es buena para
el organismo, la gastronomía mapuche ha sido buena insertarla y enseñar a realizarla, y por
eso enseñamos a cocinarla y servirse los platos, a cocinar los platos, porque las legumbres,
por ejemplo los porotos burros jamás se mezclan con fideos, con tallarines, nosotros siempre
los mezclamos con mote, el mote a usted lo ayuda a no tener hinchazón de estómago y es
liviano entonces la legumbre con el mote hace una mezcla que al recibirlo el cuerpo, es más
liviano, la lentejas se mezclan con quinua, los porotos y el garbanzo con mote, el mote no
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tiene almidón, hay muchas cosas... aprendieron a cocinar, a servirse, aprendieron hacer las
sopaipillas, la tortilla y todo lo otro (sic) y el degustar también es muy bueno (Entrevista
Soledad Ñancucheo, 13 junio 2013).
De lo anterior se desprende una visión sobre la medicina y sobre la salud distinta a la que
comúnmente se tiene en Occidente, donde la salud es entendida como netamente físico-biológica y
no se consideran aspectos sociales o emocionales como sí lo hace la visión de medicina que presenta
la facilitadora de los talleres. Aun así surge un cuestionamiento sobre si esta forma de
implementación constituye en sí salud intercultural. Si bien se cumplen los objetivos de promoción
del conocimiento y de visibilización de lo mapuche en la ciudad, se trabaja bajo la idea de aceptación,
de reconocimiento del otro de expresar su especificidad, pero no se ven aminorados los efectos de
las relaciones de poder existentes entre la sociedad chilena y el pueblo mapuche. El espacio abierto
en el Cesfam parte de una iniciativa estatal de incorporación de prácticas culturales indígenas como
forma de darles un espacio, pero no se realiza un reconocimiento real sobre el conocimiento que
poseen los pueblos indígenas. Por lo tanto, tomando las palabras de Guilliaume Boccara:
Salud intercultural no es solamente ‘una nueva manera de atender a los usuarios mapuche
para mejorar su calidad de vida’ o ‘encontrarle un lugar digno al sistema médico indígena’. Es
también una nueva manera de gestionar la diferencia cultural, de asignar identidades, de
clasificar a los grupos así como de responsabilizar a los funcionarios de la salud en el marco
de la reforma general del sistema de salud. Remite tanto a una nueva aproximación a las
luchas sociales en clave cultural y étnica como a una nueva gestión de los servicios públicos.
(Boccara 2003:191).
La realización, además, de talleres que no apunten específicamente a un público que se identifique
como indígena nos habla de una búsqueda de legitimación del conocimiento fuera de la esfera
profesional de la medicina, y también dentro de la sociedad chilena. Encuentra entonces la asociación
un espacio para abrir a la comunidad sus conocimientos sin hacer distinción étnica para dar a
conocer la cultura mapuche fuera de los círculos que en la ciudad comparten la identificación como
indígena. Sin embargo se tiene desde los aparatos estatales cierto control sobre los contenidos y las
actividades que se realizarán por parte de los grupos, por lo tanto se repite la asimilación
protagonizada históricamente por los pueblos indígenas, donde se ‘acepta’ al indígena en la medida
de que cumpla con las características que el estado desea que tenga, y reconociendo sus
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particularidades pero no como un actor o agente social y político, sino en la medida en que se
despolitiza su cultura para hacer de él un indígena ‘pasivo’ y de sus prácticas una especie de
folklorización, aunque “digna de respeto” (Boccara 2007:188).
Frente a este cuestionamiento el principal dirigente de la Asociación Mapuche Ne Wentün, señala:
Los estados están ensimismados, están cuidándose unos con otros, y los estados, sobre todo
latinoamericanos, son muy cerrados porque son puras repúblicas, entonces el ser republicano
hace que sean muy cerrados, y no nos permite que las culturas se puedan desarrollar. Los
estados no tienen muy buena relación con los pueblos originarios, algunos gobiernos de
turno han tratado de tener buena relación con los pueblos originarios, pero como estado se
ven como impedidos de poder crear algún espacio de desarrollo real para los pueblos
originarios, porque tendrían que cambiar la constitución política, tendrían que estar de
acuerdo el poder judicial, el poder político, lo que es el parlamento y también tendría que
estar de acuerdo el gobierno de turno, y para poder lograr ese objetivo es un camino
demasiado largo. Poner de acuerdo a uno de la izquierda y a uno de la derecha para poder
desarrollar un plan de trabajo hacia los pueblos originarios es muy difícil. Poner de acuerdo al
poder judicial, en temas legales, en beneficio de los pueblos originarios, muy difícil, y que
sean aprobadas esas leyes a través del congreso nacional, súper complejo. Entonces como
Estado, los gobiernos están impedidos, los gobiernos pueden hacer algunas cosas, pueden
decir “No, yo estoy con los mapuche”, y pueden ir a la Araucanía a sacarse fotos, entregar
algunas becas, algunos temas sociales, apoyarnos, ya sea en salud, ya sea en vivienda, eso lo
pueden hacer, y eso lo puede hacer cualquier gobierno que tenga la voluntad de hacerlo, pero
de ahí a provocar un cambio real al desarrollo de los pueblos indígenas, ya es un tema de
estado y eso es muy difícil. Así como está el estado, siendo republicano, es muy difícil, es muy
complejo (Entrevista Walter Ñancucheo, 25 Junio 2013).
Autonomía y autodeterminación
Retomando los planteamientos de Héctor Díaz-Polanco (1999), la autonomía sería una permisión
más o menos amplia para que los grupos étnicos se ocupen de sus propios asuntos o para que
mantengan sus usos y costumbres. Propone el sistema de autonomía como un régimen especial que
configura un autogobierno para ciertas comunidades que escogen autoridades que son miembros del
grupo, ejercen competencias legalmente atribuidas y que tienen la facultad que se les otorga
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legalmente de administrar los asuntos internos del mismo y legislar sobre su propia vida. Desde esta
perspectiva las acciones que ejecuta la asociación en el marco del programa de salud intercultural no
responden a las demandas que se han elevado desde ciertos sectores del pueblo mapuche de
autonomía y autodeterminación, sino que significan una iniciativa de ocupación de los espacios
habilitados desde las políticas del estado chileno para con los pueblos indígenas, en el marco de lo
que Boccara denomina etnogubernamentalidad, mediante la cual “El Estado tiende a ejercer un
poder creador a través tanto de la elaboración de una nueva cartografía de la diferencia cultural como
de la definición social legítima de lo que está autorizado a ser, el ser social que es legítimo reivindicar,
en contraposición al ejercicio ilegítimo e ilegal de la etnicidad” (Boccara 2007:202), representado por
los discursos más radicales levantados por el pueblo mapuche.
Frente a este tema, Walter Ñancucheo, repara en que:
“El pueblo mapuche ya hace rato debería tener autonomía, el pueblo mapuche ya hace rato
debería ser autónomo, tener autodeterminación, que determine lo que quiere, ¿Por qué no?
¿Porque está dentro de un país que se llama Chile? ¿Por eso no lo puede hacer? No debería,
pero existe, entonces ahí yo creo que está el problema grave, pero debería ser, y más allá si lo
dice un sector o no, debería ser, simplemente porque el mapuche es mapuche. Cuando
hablamos de mapuche, no hablamos solamente de aquellos que están en la comunidad, y
aquellos que luchan por las tierras normalmente los vemos en televisión, que normalmente
los vemos peleando con carabineros, o carabineros peleando con ellos, con los mapuche, o
con los comuneros, no sólo los mapuche son los comuneros que están presos, no sólo son
los lonko que están dando la voz, los mapuche somos todos, y tenemos mapuche en todas las
áreas sociales, en todas la áreas políticas, entonces, ¿Dónde estamos los mapuche? Y eso, ahí
es un tema que nosotros tenemos que desarrollar, pero eso lo desarrollamos nosotros como
pueblo. ¿Qué función cumplimos en donde estamos? ¿Qué función realizamos en beneficio
del pueblo mapuche donde nosotros nos desarrollamos? Y ahí está la responsabilidad de cada
uno como mapuche, pero eso no es una responsabilidad del estado, es una responsabilidad
nuestra. Pero la responsabilidad del estado es poder dar las condiciones para que ese pueblo
se desarrolle, se autodetermine y diga lo qué va a hacer, qué no quiere hacer, en qué quiere
ocupar sus tierras, en qué no las quiere ocupar, qué quiere intervenir, quiere intervenir los
bosques, no los quiere intervenir, quiere intervenir la cordillera, no la quiere intervenir, quiere
intervenir el mar, no lo quiere intervenir, eso lo tiene que decidir el mapuche. Esa es la
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diferencia, y esa autodeterminación es la que al estado chileno no le conviene y no la quiere
hacer (Entrevista Walter Ñancucheo, 25 Junio 2013).
El presidente de la asociación reconoce desde el estado una falta de compromiso y de capacidad de
diálogo con las poblaciones indígenas que habitan el territorio, desde la perspectiva de la autonomía y
de la autodeterminación, que tiene como efectos que los pueblos indígenas no sean reconocidos
como pueblos sino como etnias y comunidades, lo cual les impide obtener la autonomía y el
reconocimiento de una ciudadanía diferenciada dentro del estado-nación chileno. Si bien lo atribuye a
una falta de voluntad política de entregar las condiciones para el desarrollo de los pueblos indígenas
en el país, también señala la importancia del trabajo de los propios indígenas, los cuales deben asumir
la responsabilidad de trabajar en pro de la consecución de las condiciones que posibiliten el
reconocimiento de los derechos políticos de los pueblos indígenas, ya sea para posibilitar su inclusión
en la democracia o para permitir su desarrollo autonómico en ciertas esferas (territorios, económicos,
cultural, entre otras).
Rescate, promoción y difusión de la cultura
El principal objetivo que persigue la Asociación Mapuche Ne Wentün es, como lo dicen sus
miembros, rescatar, promover y difundir la cultura mapuche en la ciudad. Esto implicó en sus inicios
una recopilación de saberes tradicionales que poseían los miembros con más edad o que habían
vivido más en la comunidad, por parte de sus miembros más jóvenes, los cuales se identifican como
mapuche en el amplio sentido, es decir, sin definirse o diferenciarse como indígenas particularmente
urbanos. Con el tiempo se consolidó el trabajo en relación a la difusión de la cultura con la
implementación de una serie de actividades que lograran promover los saberes ancestrales tanto entre
los mapuche como entre los chilenos, en una búsqueda de visibilización de su existencia en la ciudad
y de su cultura como forma de expresión de su particularidad como grupo étnico. La realización de
actividades como la celebración de las ceremonias ancestrales, no sólo en el contexto urbano sino en
presencia tanto de mapuche como de otros miembros de la sociedad fue crucial para despertar el
interés en las prácticas culturales, y en la cultura misma, en miembros de la sociedad que concebían lo
mapuche como ‘lo de la comunidad’ o, en su defecto, como algo ‘del pasado’. Entre los chilenos,
sobre todo entre los de edad avanzada, se reproducen estereotipos sobre las características de los
individuos que pertenecen a los pueblos indígenas, como que son borrachos, violentos o ignorantes,
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entre otros (Vergara 2005), entonces cambiar esta visión y conseguir que la sociedad se interese en
los saberes tradicionales mapuche resulta todo un desafío.
La finalidad de la Asociación responde en cierta medida a la necesidad de lograr que se entienda lo
mapuche como un grupo con particularidades culturales dentro del territorio del estado-nación, pero
que no por situarse en él deben pasar a formar parte de él y abandonar sus costumbres o creencias,
en decir, no por encontrarse físicamente en el espacio que denominaron Chile tienen que
‘chilenizarse’. El Estado chileno históricamente no ha entendido esto y se ha empeñado por
homogenizar a su población, y por integrar (o en numerosos casos eliminar) a aquellos grupos que al
interior del territorio llevan a cabo prácticas culturales o formas de vida y de organización diferentes.
La Asociación expone las prácticas de la medicina mapuche, mediante las hierbas, la gastronomía y el
telar, como forma de legitimar dichas prácticas entre la sociedad chilena mediante la contraposición
de ésta con la medicina occidental haciendo una especie de metáfora en relación a lo que hace
Occidente con el medio ambiente, con la sociedad y con las personas. En varias ocasiones la
facilitadora de los talleres, Soledad Ñancucheo, buscó la forma de generar conversación en relación a
la importancia de cuidar la semilla y de cultivar las propias hierbas, en relación a la forma nociva que
tiene la industria de actuar sobre la naturaleza y posteriormente sobre el cuerpo, tanto mediante la
medicina invasiva como mediante el deterioro de las propiedades de las plantas con tratamientos.
La Asociación también funciona como lugar de convergencia para algunos mapuche urbanos, los
cuales reivindican su identidad fuera de la comunidad, reuniendo a sus miembros en torno a la idea
de que nunca se desvinculan de su historia como pueblo. Así, se observa cómo se insertan en la
modernidad, en una ciudad, que es uno de los productos más distintivos de lo moderno, pero
esforzándose por conservar sus tradiciones.
Reflexiones finales
La práctica de la salud intercultural en la ciudad, expuesta en el presente informe, se ha visto
principalmente enfocada a dar a conocer los usos y costumbres de la cultura mapuche con el fin de
visibilizarla dentro de un escenario de modernidad y globalización donde dichos conocimientos han
sido desplazados por la medicina occidental alópata y cuyos poseedores han sido históricamente
invisibilizados, marginados y discriminados tanto en su condición de migrantes como de indígenas
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nacidos en la ciudad. Boccara expone la salud intercultural como “un espacio de lucha de
significaciones y clasificaciones” (Boccara 2007:188), puesto que se observa que en la medicina
occidental la salud se concibe como desvinculada del resto de los problemas a los que se enfrentan
las personas, de su estructura social y económica en su conjunto y sobre todo de asuntos de índole
política, en contraposición de la visión que encontramos en la observación realizada, en la que nos
percatamos que dentro de la cosmovisión mapuche se concibe la salud como un todo que se debe
tratar, “relacionado a lo que llaman la ‘buena vida’ (küme mongen), la autodeterminación y el
autogobierno (kisu ngünewael)” (Boccara 2007:188).
Desde el Estado-nación chileno y sus distintas instituciones, se han levantado diversas estrategias
para dialogar y tratar con las poblaciones indígenas del territorio, algunas contradictorias como, por
un lado, el diálogo y la negociación con sus organizaciones y, por otro, la represión policial a sus
comunidades y la persecución judicial de sus líderes. Es evidente que Chile no reconoce lo que otras
latitudes del continente se identifica como ciudadanía multicultural, y menos las experiencias de
autogobierno indígena bajo la figura político-judicial de la autonomía. La cultura asimilacionista se
expresa también en la percepción de que el llamado "problema indígena" es esencialmente de
carácter económico y se manifiesta en las condiciones de pobreza de los mapuche, abriéndose
espacios asistencialistas de aminoramiento de tales condiciones mediante la entrega de becas o
subsidios, o abriendo espacios de participación que sólo la permiten de grupos que cumplen con las
características que desde la normativa estatal son consideradas como ‘deseables’. Así, observamos
como la Asociación Mapuche Ne Wentün es un ejemplo de cómo los indígenas en el mundo de hoy
se enfrentan al Estado-nación y al mundo globalizado, llevando consigo lo que son, puesto que no
porque se deje la comunidad, se deja de ser indígena, así como también se observa una de las
estrategias que tiene el Estado en búsqueda de una buena relación con los pueblos indígenas, pero
que se basa principalmente en formas asistencialistas de hacer política.
Agradecimientos: Queremos agradecer de manera especial a los miembros de la organización en base a
la cual realizamos nuestra observación, la Asociación Mapuche Ne Wentün, particularmente a
Soledad y Walter Ñancucheo, por su tiempo y disposición para con nosotras, también al Cesfam
Salvador Bustos por permitirnos realizar las observaciones en sus dependencias, y a nuestros
compañeros de curso por facilitarnos gran parte de los textos para realizar el presente manuscrito,
además de prestarnos su apoyo y otorgarnos importantes reflexiones. También a la ayudante de
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cátedra, Marion Guinard, por revisar el presente documento, corregirlo y hacernos las últimas
sugerencias para mejorar su versión final. Además, a la Universidad Academia de Humanismo y a la
profesora Viviana Manríquez por darnos la oportunidad de conocer más sobre las luchas y
reivindicaciones de los indígenas del continente y permitirnos reflexionar respecto al tema indígena
en la ciudad mediante la realización de esta investigación.
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