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Autor
Gabriella Tami.
Espigas: un peligro del verano
Parecen delicadas e inofensivas pero, con su forma en punta de
flecha, una vez se hayan enganchado empiezan a avanzar hacia
adelante hasta perforar la piel del perro y penetrar en profundidad. En este artículo aprenderás a reconocer cuándo es posible
que el perro tenga un problema con una espiga y descubrirás cómo
puedes protegerle de este peligro.
En verano, descampados, parques de ciudad, bordes de caminos y jardines se llenan de sutiles
plantas amarillentas provistas de semillas alargadas. Son diferentes especies de gramíneas y
sus semillas son las temidas espigas. A pesar de su aspecto inofensivo pueden provocar lesiones graves en el perro que pasando a su lado acabe con unas espigas enredadas en el pelo o
enganchadas en el cuerpo. Este riesgo es muy alto cuando las espigas, al madurar, pasan de un
color verde al amarillo, se vuelven más duras y se caen de la planta con facilidad.
Para favorecer su diseminación, las espigas tienen una especie de gancho en la parte delantera, una forma en punta de flecha y una serie de filamentos orientados hacia atrás, que no se
ven bien a ojo pero se perciben fácilmente al tacto. Con esta configuración, una vez enganchadas, las espigas no pueden retroceder y el mismo movimiento del perro las hace avanzar hacia
adelante. Así que cuando una espiga se clava entre los dedos, en los pliegues de la piel o en
un orificio natural de un perro puede penetrar en profundidad, provocando una infección de los
tejidos (con enrojecimiento, dolor, hinchazón y secreción purulenta), y problemas diferentes
dependiendo del punto de entrada.
Si el perro aspira la espiga empieza a estornudar con violencia, se frota el hocico con las patas
o se restriega contra los muebles, arruga la nariz y puede llegar a perder un poco de sangre de
la nariz. Si a pesar de sus intentos, el perro no consigue expulsar la espiga, puede desarrollar
una infección. Además la espiga podría seguir avanzando hacia las partes más profundas del
aparato respiratorio o incluso pasar al aparato digestivo.
Cuando se clava entre dos dedos, el perro reacciona lamiendo la pata de forma insistente. Al
entrar en profundidad, la espiga provoca una infección y el perro puede dejar de apoyar la pata
en el suelo. Si apartas el pelo entre los dedos podrías descubrir un pequeño orificio del que
sale una secreción rosada: muy probablemente se trata del punto de entrada de la espiga.
Puedes sospechar la presencia de una espiga en un oído cuando, durante el paseo o justo después, el perro empieza de repente a sacudir la cabeza, rasca una de las orejas, se queda con
la cabeza ladeada y se queja si le tocas la base de la oreja. Si intentas mirar en el conducto
auditivo, no verás nada ya que la espiga rápidamente alcanza la profundidad del conducto,
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pero los síntomas de tu mascota sugieren que el problema sigue allí. Si el veterinario no extrae la espiga, se puede desarrollar una otitis y en algunos casos la espiga puede perforar el
tímpano.
No es frecuente pero una espiga podría entrar en un ojo y provocar lagrimeo intenso, dolor y
cierre del parpado. No siempre es fácil detectar la presencia de una espiga en un ojo ya que
podría quedar oculta debajo de los párpados pero, si no se elimina, además de una infección,
se pueden producir graves lesiones en la cornea y en el globo ocular.
Pero las espigas pueden penetrar en cualquier punto de la piel del perro, sobre todo en axilas
e ingle. En este caso el perro podría lamer con insistencia el punto de entrada y, a medida que
la espiga avanza perforando la piel y alcanzando músculos y estructuras internas, incluidos los
órganos del tórax y del abdomen, se forma una fistula que drena pus al exterior, mientras la
infección se difunde en profundidad.
¿Cómo evitarlas?
Entre abril y octubre, es aconsejable evitar pasear al perro en los lugares donde haya muchas
espigas, sobre todo cuando las plantas están secas e incluso cuando están recién cortadas.
Si esto no fuera posible, al llegar a casa después del paseo, deberías revisar las zonas más
vulnerables, prestando especial atención a los espacios entre los dedos, nariz, ojos y orejas.
También es recomendable cepillar a fondo el perro después de cada paseo, teniendo en cuenta
que a veces un cepillado no es suficiente y algunas espigas enredadas en el pelo solo se detectan utilizando las manos.
En los perros de pelo largo y semilargo es preferible que en época de espigas se mantenga el
pelo un poco más corto de lo habitual o por lo menos se deberían recortar los pelos de zonas
vulnerables, como entre los dedos o en la cara interna de las orejas.
¿Cómo actuar?
Si encuentras una espiga clavada en la piel de forma muy superficial puedes desinfectar y
extraerla con delicadeza para que no se rompa. Pero si la espiga está clavada en profundidad,
solo ves el orificio de entrada o la espiga ha entrado en nariz, ojos o oídos, no intentes retirarla con remedios caseros. Es necesario acudir al veterinario para que la extraiga con el material
adecuado. Ten en cuenta que sacar una espiga no es fácil: puede ser necesario sedar al perro
o en algunas ocasiones es necesario recurrir a una verdadera intervención quirúrgica.
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Gabriella Tami.
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