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1 EL TEATRO ESPAÑOL DE LOS 60 A LA ACTUALIDAD (Introducción) Conviene mencionar en este apartado la especificidad del hecho teatral, que no puede considerarse exclusivamente un texto, como en el caso de la poesía o la narrativa, sino “un texto puesto en escena”, es decir, un hecho literario que es también un espectáculo inscrito en un circuito comercial. El éxito y difusión de una obra teatral depende, por lo tanto, mucho más radicalmente que otros géneros literarios, del juicio de la crítica y del gusto del público. También debe mencionarse brevemente el panorama teatral que domina el periodo inmediatamente anterior en lo que al teatro se refiere. Resume brevemente el interés de los años 50 por un “teatro social”, que concibe el género como una forma de compromiso con la realidad y que se liga fundamentalmente a las figuras de Antonio Buero Vallejo (recuérdese sobre la polémica del “posibilismo” y su técnica de “inmersión del espectador”) y Alfonso Sastre y su teatro revolucionario. (Desarrollo) Es necesario recordar que cada generación literaria no hace desaparecer automáticamente la anterior, sino que en un mismo periodo de fechas suelen convivir tendencias distintas. A finales de los años 50 y durante los años 60, como en la lírica y en la novela, el progresivo agotamiento del realismo social hace que surja un nuevo teatro, también comprometido y crítico, pero que renuncia a la estética realista y se interesa más por una estética simbólica para referirse a los conflictos. En esta postura están los dramaturgos Carlos Muñiz, Lauro Olmo, Martín Recuerda, Rodríguez Méndez y parte del teatro de A. Gala. Este tipo de teatro tuvo que enfrentarse, como en el caso del teatro social, a los obstáculos que imponía la censura y que solía juzgar de forma arbitraria “los peligros” que ciertas obras podían representar para la defensa y mantenimiento de la ideología dominante. Al mismo tiempo que esta tendencia crítica, se desarrolló un teatro comercial, que se representaba con gran éxito de público y con el beneplácito de la censura. Los autores más representativos son Alfonso Paso, Jaime Salom, Jaime de Armiñán. El teatro de los años 70 está dominado por la tendencia “experimental”. El experimentalismo se caracteriza por la búsqueda de nuevas formas dramáticas, por una modernización de las técnicas teatrales que suponen, por ejemplo, disminuir o negar la importancia del texto literario como único recurso dramático; el “poder de la palabra” se complementa ahora con la pantomima (desde los gestos a la expresión corporal de los actores), la música, la danza, el uso de otras técnicas audiovisuales (como la proyección en el escenario de diapositivas, imágenes fijas, imágenes en movimiento). En general, la representación de la obra teatral se enriquece con recursos que hasta entonces no se habían usado en escena, son elementos extraliterarios, plásticos y sonoros. Sus principales innovaciones tienen como origen la asimilación del teatro más innovador europeo y sobre todo 2 del “teatro del absurdo” (S. Beckett, L. Pirandello, E. Ionesco, A. Artaud, B. Brecht). El “teatro experimental” se sitúa deliberadamente al margen del teatro comercial. Para librarse de la necesidad de hacer rentable una puesta en escena, se representan las obras en salas de pequeñas dimensiones. Se concibe de una forma nueva la relación entre autor y público. El espectador forma parte activa del hecho teatral, que adopta técnicas de “provocación” o “participación”. Ej: “happening”, improvisación entre actores y público (“Imprebís”). Naturalmente este teatro es un “teatro soterrado”, que debe superar dos obstáculos, la acción de la censura y el rechazo del público más convencional, reacio a las innovaciones. Los autores más representativos de este periodo son Francisco Nieva, “Pelo de tormenta” y Fernando Arrabal, (teatro “pánico”) “El cementerio de automóviles”. En estos años tiene también un importante desarrollo el “teatro independiente”: se trata de compañías de actores que crean su propio espectáculo teatral y que representan fuera del circuito comercial en pequeños locales y que asimilan las técnicas escénicas más innovadoras. Buscan también un público nuevo, no convencional, receptivo a las innovaciones, la crítica... Generalmente se trata de un público joven y universitario. Ejemplos de grupos independientes, algunos de los cuales siguen ocupando un importante puesto en el panorama teatral de nuestros días son “Els Joglars” , “Dagoll-Dagom”, “La Fura dels Baus” y “Els Comediants”, de Cataluña; “La Cuadra”, de Sevilla. El periodo de la ”transición democrática” (1975-1982) está marcado por tres hechos fundamentales: 1) La progresiva deserción del público de los teatros. La desaparición de la censura, liquidado el régimen franquista, podría hacer pensar en una revitalización del teatro, que ahora podría expresarse libremente. Pero de hecho no ocurrió así, sino que surgió un general desaliento entre los autores que hasta entonces habían burlado la censura a través de referencias simbólicas a las verdades que no se podían expresar abiertamente. Desaparecido el régimen franquista, viven una etapa de desorientación de formas y de contenido. Algunos optan, para salir del paso, por reutilizar la tradición clásica española, en vez de atreverse a adoptar las posturas más vanguardistas. 2) Muchos de los autores de etapas anteriores que habían sido prohibidos durante el franquismo se llevan ahora a escena. Se trata de una manifestación de una libertad de expresión ganada también en el teatro, aunque sus mensajes lleguen con varios años de retraso. Ej: se rescató y se representó con gran éxito el teatro de Lorca, el de Alberti. El paso del tiempo había hecho un daño terrible a estas obras y estos autores y ciertas propuestas que en su momento pudieran haber resultado innovadoras y originales, ahora llegaban desgastadas y envejecidas a un público que sólo podía verlas como una reliquia del pasado o que las valoraba esencialmente por su interpretación política. Ej: Se representó una versión de Ángel Facio de La casa de Bernarda Alba de Lorca en la que el 3 papel de la madre lo interpretaba un hombre, Ismael Merlo. La figura masculina del actor subrayaba así el aspecto tiránico del personaje. 3) De forma paulatina, el Estado, a través de diversas instituciones culturales, ha ido “protegiendo” ciertas manifestaciones teatrales a través de subvenciones, escuelas de actores y de Arte Dramático. La institución más significativas es, por ejemplo, el CDN (Centro Dramático Nacional), encargado no sólo de la representación de obras teatrales, sino de la formación de los directores de escena y de la organización de seminarios, conferencias y otros actos culturales relacionados con el teatro. (Conclusión) En la actualidad conviven muy diversas tendencias, algunas se integran en el circuito comercial y otras intentan librarse de él a través de las salas alternativas, las compañías colectivas, de actores que son también autores del texto y la puesta en escena. El público de este teatro “alternativo es también un público más curioso y receptivo que el público convencional, interesando en espectáculos originales, innovadores, rupturistas... Estas salas alternativas suelen ser la única oportunidad de que los autores no consagrados puedan darse a conocer y representar sus obras. Las instituciones, como se ha dicho, se han interesado por el fenómeno teatral como una manifestación cultural, digna de protección. El Centro Dramático Nacional en los últimos años ha realizado una importante labor de recuperación del teatro clásico español: Cervantes, Lope, Calderón, Tirso de Molina... El reproche que los críticos lanzan contra este “teatro subvencionado”, protegido por el Estado, es un teatro anclado en el pasado, que beneficia obras y autores de calidad demostrada, pero no se arriesga a renovar el panorama teatral con nuevos autores.