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“LAS COOPERATIVAS Y SU COMPROMISO CON EL ENTORNO EL
MEDIOAMBIENTE Y SU COMUNICACIÓN CON LA SOCIEDAD”.
« ¿Sigues creyendo aquello que pensabas?
No, no lo creo, lo sigo pensando ».
Peter Handke. Historia del Lápiz.
"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más alla.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.
Eduardo Galeano
“El error de los hombres es intentar alegrar su corazon
por medio de las cosas cuando lo que debemos hacer es alegrar
las cosas por medio de nuestro corazon”
Proverbio Tadista.
PRESENTACION
El séptimo de los principios cooperativos aprobado por la Alianza Cooperativa
Internacional en 1995 apunta que las “cooperativas trabajan para conseguir el
desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por
sus socios”. Se plantea pues el problema del modelo de crecimiento y de la
comunicación de los valores cooperativos a la Sociedad. El objetivo de esta
investigación es a plantear una reflexión sobre estas cuestiones.
¿Cuál debe ser la relación de las cooperativas con su entorno, con su
comunidad? ¿ De qué hablamos cuándo nos referimos al « desarrollo
sostenible »?, ¿Cómo se relaciona el cooperativismo con el resto de agentes
sociales (empresas, sindicatos, administraciones públicas...)?, ¿Cómo pueden
las cooperativas comunicar sus valores a la sociedad?. Ninguna de todas estas
preguntas tiene una respuesta sencilla e incuestionable, así que a lo máximo
que aspiramos con este documento es plantear elementos que permitan abrir el
debate. Esta investigación se organiza en torno a cinco puntos:
1.
¿De qué hablamos cuando nos referimos a un desarrollo sostenible?
2.
¿Cuál fue la propuesta del cooperativismo?
3.
¿Cómo pueden las cooperativas comunicar mejor sus valores a la
sociedad y por tanto tener una mayor influencia social ?
4.
¿Cómo se relacionan las cooperativas con el resto de agentes sociales?
5.
Quince propuestas a modo de síntesis.
El debate, en el seno del movimiento cooperativo es necesario. Se pone en
evidencia en cuanto reúnes a cuatro cooperativistas para discutir cualquier
asunto. La discusión con un grupo de quince cooperativistas nos llevó a la
conclusión de que era necesario seguir debatiendo en profundidad. Lo más
positivo fue la ilusión por seguir debatiendo, a pesar del exceso de trabajo en
las propias cooperativas, a pesar de que muchos y muchas ya llevan años en
esto, a pesar de que el lenguaje encierra sus propias trampas, y gente que se
sitúa en posiciones bien distintas parece estar hablando con las mismas
palabras.
A pesar de todo ello los y las cooperativistas parecen tener muchas cosas que
decir ( al menos aquellos y aquellas que han participado en distintos momentos
en la discusión) y también porqué no admitirlo, dicen cosas muy distintas unas
de otras. En la diversidad de opiniones está la riqueza... pero para hacer valer
las opiniones es necesario pasar de los hechos al lenguaje, reconocerse,
encontrarse, conversar…quizás se trate de posibilitar los foros necesarios para
que ese debate se produzca.
Las tres citas que abren este texto recogen bastante bien el espíritu de esta
investigación respecto a como las cooperativas pueden llevar a la práctica el
séptimo principio cooperativo. Detrás de cada propuesta hay siempre, se
admita o no, un posicionamiento ideológico y ético. Tras esta exposición
subyace la creencia de que es necesario defender con consistencia ciertos
valores, una preocupación por el futuro y el presente de nuestra Sociedad, una
voluntad de cambio y la necesidad de humanizar más nuestro mundo. Para el
grupo de personas que hemos elaborado esta investigación hay una idea que
nos parece importante: “Fundamentar la sociedad sobre la competencia de
todos contra todos o fundamentarla sobre la cooperación fue y sigue siendo el
gran tema de debate, y esa reflexión tiene consecuencias a todos los niveles
de la vida de los hombres y mujeres ».
1.
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO
« DESARROLLO SOSTENIBLE »?
NOS
REFERIMOS
A
UN
Al indicar que las cooperativas trabajan « por el desarrollo sostenible de sus
comunidades », la ACI está haciendo una propuesta de enorme calado, por
varias razones :
1.
Al hablar de « desarrollo » está proponiendo a las cooperativas que
reflexionen no sólo sobre su modelo de funcionamiento interno, sino sobre
los problemas sociales, económicos y culturales de su comunidad.
2.
Recupera el concepto de « comunidad », que tuvo una gran importancia en
los inicios del movimiento cooperativo, y devuelve al cooperativismo algo
que estuvo desde siempre en su punto de mira y que se resume
perfectamente en la famosa frase de « pensar globalmente y actuar
localmente ».
3.
Al introducir el concepto de « sostenible » nos obliga a tomar conciencia
sobre los límites del crecimiento económico.
La reivindicación de un modelo de desarrollo económico « sostenible » nace
cuando se toma conciencia de dos hechos claramente constatables que
cuestionan la viabilidad del actual modelo económico: el problema del
desempleo y el problema del deterioro del Medio Ambiente.
Esto es si nos referimos solamente a Europa, pues a estos dos hechos
evidentes habría que añadir la pobreza absoluta en los países del Tercer
Mundo, y la existencia de desigualdades insostenibles entre continentes
enteros, si trabajamos con una perspectiva mundial.
Hace unas décadas esta cuestión sólo era planteada por los críticos de
izquierdas y por los nacientes movimientos ecologistas. En la actualidad,
ningún análisis serio puede eludir el problema. Así, la misma Comunidad
Europea dedica todo el décimo capítulo del Libro Blanco sobre “Crecimiento,
Competitividad y Empleo” (1994) al problema del modelo de desarrollo:
« El actual modelo de desarrollo - señala la CE - está llevando a una
combinación inadecuada de dos de los principales recursos con los que
cuenta la Sociedad: la mano de obra y los recursos naturales. El modelo
económico actual se caracteriza por una utilización insuficiente del factor
trabajo y una explotación inadmisible de los recursos naturales que se
traduce en un deterioro de la calidad de vida. La Comunidad debe
estudiar como puede fomentarse un crecimiento económico sostenible
que contribuya a una mayor intensidad del empleo y a un menor
consumo de energía y recursos naturales”.
En definitiva, cuando se plantea la necesidad de un « desarrollo sostenible »,
estamos hablando de la búsqueda de un modelo económico que ofrezca
soluciones a las contradicciones que el capitalismo imperante bien ha generado
o bien no ha sido capaz de resolver, contradicciones que se manifiestan a
través de una doble crisis: la Crisis Social y la Crisis Ecológica.
1.1 Crisis Social: Desempleo, pobreza, marginación
Hablamos de crisis social y no de crisis económica porque la economía sigue
creciendo, pero ello no repercute en el bienestar de las personas: Entre 1994 y
1995, la productividad de la economía europea creció en un 2,5%, y esto no
tuvo ninguna repercusión para el empleo (Coats, 1996). El Informe de 1992
publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP,
1992) establece entre sus conclusiones principales que el crecimiento
económico no mejora automáticamente el nivel de vida de la gente, ni nacional
ni internacionalmente.
Como señala Tortosa (1993) en su obra “La pobreza capitalista”: “Es posible
que haya una mayor eficiencia económica gracias a todos estos planes
económicos y sucesivas “terapias de choque” inventadas en Harvard y
bendecidas por los organismos financieros internacionales, pero el goteo de
riqueza desde los ricos (no tan nuevos) hacia los que sufren el peso de la
acumulación de capital, de producirse, es muy lento”.
“Las consecuencias de la infrautilización de la mano de obra no son sólo de
carácter cuantitativo, sino también cualitativo. La organización del trabajo
demasiado uniformizada y la presión por la competencia han distanciado al
individuo del fruto de su trabajo y han creado tensiones entre la población. La
pérdida de motivación y creatividad ha influido en la producción, así como en el
grado de satisfacción que procuran muchos puestos de trabajo.” (CE, 1994)
La Comunidad habla de tensiones sociales, y es cierto, que estas se están
agudizando cada vez más: La presión de la competencia enfrenta a los
trabajadores empleados contra los desempleados, a los empleados a tiempo
parcial contra los empleados a tiempo completo, a la mujeres contra los
hombres, a los asalariados del tercer mundo contra los del primer mundo
(Barrat Brown, 1995)
1.2 Crisis ecológica: explotación de la naturaleza, pérdida de calidad de
vida, riesgos para la salud de las personas
Durante las dos últimas décadas, y en particular a partir de 1973, cada vez se
ha hecho más evidente que no disponemos de los recursos naturales en
cantidades ilimitadas. La sobreexplotación del medio ambiente no puede
sostenerse por más tiempo y ello por diferentes razones (CE, 1994):
1. Cada vez es más caro y más difícil recuperar los deterioros que ya hemos
causado en la naturaleza (espacios contaminados).
2. La menor cantidad y calidad de los recursos naturales representa una carga
para las futuras generaciones.
3. Si todo el mundo tuviera nuestros niveles de consumo y de producción,
deveríamos multiplicar por diez los recursos actuales del planeta, lo que ilustra
cómo podrían multiplicarse las tensiones sociales a nivel global si no
corregimos las tendencias actuales.
4. Ciertas formas de contaminación amenazan no sólo determinados sistemas
ecológicos sino también el equilibrio natural de todo el planeta (cambio
climático, capa de ozono, biodiversidad). Desde 1990 desaparece una especie
animal al día y de seguir a este ritmo se calcula que a partir del año 2000
desaperecerá una especie por hora.
Estas deficiencias representan pérdidas de bienestar significativas que
permanecen ocultas porque los actuales sistemas contables de los países no
reflejan el consumo de recursos que, como el medio ambiente, carecen de
precio.
Ante la constatación de estas dos crisis, la CE concluye: “La utilización
inadecuada de los recursos disponibles - infrautilización de la mano de obra y
sobreutilización de los recursos naturales- está claramanente en desacuerdo
con las preferencias de la sociedad tal y como se revelan a través del sistema
democrático: la gente espera para sí misma y para su descendencia más
puestos de trabajo, unos ingresos estables y una mayor calidad de vida. Este
último elemento queda reflejado en una demanda creciente de empleos
satisfactorios, bienes públicos y productos respetuosos con el medio ambiente.
Una política más adecuada debería ofrecer a la sociedad un mayor grado de
bienestar con un menor consumo y, consiguientemente, con una menor presión
sobre los recursos naturales.”
En resumen, estamos hablando de problemas sociales tradicionales como el
pleno empleo, la alienación en el mundo del trabajo, la reducción de las
desigualdades sociales, la explotación de los más pobres en beneficio de los
más ricos...etc, que no han encontrado solución en el actual modelo de
desarrollo capitalista. Igualmente se están abordando exigencias que quizás no
son totalmente nuevas pero sí que se manifiestan en la actualidad con más
fuerza que en épocas anteriores: la paz, el desarme, el respeto a la naturaleza,
a la diversidad cultural, al desarrollo integral de las personas...etc. Viejos y
nuevos problemas a los que es necesario encontrar soluciones.
1.3 Desarrollo local, cooperación horizontal y democratización de la
economía
Si hasta ahora hemos simplemente constatado algunos aspectos de la
situación crítica actual ¿cuáles son las propuestas positivas que realizan los
defensores de un modelo de desarrollo económico sostenible?. En la base de
la mayoría de las propuestas hay tres ideas fundamentales: “desarrollo local”,
“cooperación horizontal”, y “descentralización y democratización de la
economía” que conectan perfectamente con la realidad de las cooperativas y
con los principios que las inspiraron. Veamos brevemente estas tres
propuestas clave:
a- Desarrollo local
El concepto de “desarrollo local” se resume perfectamente en la frase “trabajo
local, para personas de la localidad, utilizando recursos locales”. Su alcance se
manifiesta en el principio de subsidiariedad: “Nada será realizado a gran escala
si puede ser perfectamente bien realizado en el ámbito local”. La gran ventaja
de las actividades proporcionadas en el ámbito local reside en que son
claramente visibles y pueden ser llevadas a cabo teniendo conciencia de las
necesidades de la gente de la localidad y sus opiniones.
b- Cooperación horizontal y estándar mínimo de respeto al medio
ambiente y a la dignidad humana.
Se propone un modelo de relación económica donde demandantes y oferentes
se relacionan abiertamente en base a acuerdos de cooperación horizontal a
medio y largo plazo. No se suprime la competencia en el mercado, pero se
invierte el principio organizador de la economía: la mayoría de la actividad
económica ha de basarse en el principio de cooperación.
El “comercio justo” entre países del Tercer y del Primer mundo es un ejemplo
perfecto de este modelo de economía basado en la cooperación: pequeños
productores de café sudamericanos se ponen en contacto con los
demandantes de estos productos y les venden directamente su producción
asegurando una calidad del producto y unas condiciones sociales del trabajo.
Este café se vende en la actualidad en las cooperativas italianas de consumo
con la marca de “café solidaridad”. Si relaciones como éstas son posibles a
gran distancia mucho más facilmente se pueden establecer entre las empresas
y las personas de una misma localidad.
c- Descentralización y democratización de la economía
El punto clave de un modelo de desarrollo sostenible es una economía
descentralizada en la que cada nivel de gobierno disponga de los fondos
adecuados y la autoridad que le permite una real capacidad de actuación. La
debilidad de una economía centralizada reside en la incapacidad de conectar
el nivel de planificación central de análisis con los intereses reales y las
expectativas de la gente de la calle. La principal desventaja de las autoridades
locales es que no crean redes y lazos horizontales entre ellas, tienen recursos
limitados y están sujetas al control central que trata de hacer de ellas un mero
escalón en la jerarquía del Estado. (Barrat Brown, 1995)
Con la defensa de estos tres valores, desarrollo local, cooperación horizontal y
democratización de la economía “Lo que se está proponiendo es resucitar el
concepto de comunidad como una expresión real de actividad cooperativa
compartida, en el sentido de vivir y trabajar juntos.” (Barratt Brown, 1995)
En resumen, la defensa de un desarrollo sostenible supone un cambio de
actitud ante el entorno tanto en su dimensión social -humana- como en su
dimensión natural - física-. Mientras que el modelo económico capitalista
consideraba la naturaleza como una fuente inagotable de recursos y se
caracterizaba por no tomar demasiado en cuenta las consecuencias sociales y
físicas de la producción y el consumo, un modelo de desarrollo sostenible exige
de los agentes económicos una doble reflexión: qué consecuencias sociales
tiene su actividad económica y qué repercusiones tiene sobre el medio
ambiente.
Muchas de las organizaciones y personas que tratan de desarrollar modelos
económicos vuelven la vista hacia el cooperativismo tratando de buscar en sus
raíces ese marco teórico que les permita insertar sus proyectos en el mercado
sin traicionar sus valores. Pero, ¿qué propuso el cooperativismo?. ¿Hacia
dónde podemos volver la cabeza cuando tratamos de realizar un debate serio y
riguroso sobre lo que el cooperativismo puede ofrecerle hoy a nuestra
sociedad?
2. ¿ QUÉ PROPUSO EL COOPERATIVISMO?
Descubrir con libertad la historia del cooperativismo es una tarea apasionante.
Hay muchos datos y muchas obras olvidadas, pero no sólo es interesante, sino
que discurrir con rigor por la historia del cooperativismo es la única forma de
sembrar la duda sobre ese estereotipo de que el cooperativismo es sólo una
“praxis”, y que todo intento de reflexión sobre el modelo de sociedad que
defiende la cooperación, traiciona la neutralidad política y por tanto la esencia
del cooperativismo. No podemos traer aquí una información histórica
exhaustiva, pues desborda el cometido de esta base, pero haremos unos
breves apuntes dirigidos a desvelar la inexactitud de algunos tópicos.
El cooperativismo nació en la primera mitad del siglo XIX como una reflexión
con aspiraciones de totalidad sobre cuál debía ser el modelo de relaciones
económicas que podría aportar más felicidad a las personas, y nació antes en
el marco de la reflexión teórica y después en la práctica.
Como señala Paul Lambert, en su obra la “Doctrina Cooperativa” (1956), una
obra clásica entre los estudios sobre el movimiento cooperativo internacional:
“Por su gran repercusión, la tradición fija el punto de partida de la historia de la
cooperación en la fundación de la Sociedad de los Equitables pioneros de
Rochdale en la Inglaterra de 1844, sin embargo las líneas fundamentales del
pensamiento cooperativo habían sido trazadas antes de esa fecha. Antes de
que los pioneros de Rochdale fundaran su sociedad en 1844, todas las
cuestiones que este grupo de obreros tejedores habrían de plantearse, incluso
las más actuales, habían sido consideradas en una obra rica y compleja que va
desde Robert Owen a Louis Blanc, y que se sitúa, principalmente, en el marco
de una corriente de pensamiento el "socialismo utópico", que sería defendido
por “socialistas utópicos” y por “socialistas cristianos”.
Owen, King, Fourier, Saint-Simón, Proudhom, Luis Blanc y Buchez,
considerados como padres del pensamiento cooperativo en sus distintas
modalidades, tuvieron también sus antecesores, sobre todo P.C Plockboy y
Jhon Bellers en el siglo XVII y Jean Henri Pestalozzi, el gran pedagogo suizo
en el siglo XVIII y XIX. Recordemos solamente que este último, ya en 1783,
exponía una serie de principios cooperativos y describía una actividad
económica que no se basaba en el lucro sino en el bien de la colectividad, el
esfuerzo personal, la ayuda mutua y la preminencia del trabajo.
Las diferencias entre lo político y lo económico no estaban tan claras en el
momento en que la cooperación toma carta de nacimiento como teoría
económica y como praxis, de ahí que los pensadores del socialismo utópico y
los socialistas cristianos, entre los que se sitúan los padres del cooperativismo,
abrazaran una concepción intregral del hombre: Las colonias que Owen fundó
en Inglaterra y que sirvieron de inspiración a los pioneros de Rochdale eran
cooperativas integrales que engloban al hombre por completo: productor,
consumidor, ciudadano, ser moral y ser social.
Esta aspiración de transformación social se recoge en el artículo primero de los
Estatutos de la Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochdale (1844)
tradicionalmente identificada como la experiencia que inaugura el
cooperativismo moderno:
"Desde el momento en que sea posible, esta sociedad emprenderá la
organización de las fuerzas de la producción, de la distribución, de la
educación y del gobierno, o dicho en otras palabras, el establecimiento
de una colonia que se baste a sí misma y en la que se unirán los
intereses, o bien prestará ayuda a otras sociedades para establecer
colonias de esa clase".
Esta concepción integral del hombre provocó el nacimiento de aquello más
propiamente original del movimiento cooperativo: el asociacionismo con fines
económicos basado en la democracia y en la libre deliberación entre iguales en
el seno de la empresa. Este pensamiento cristalizó en el principio cooperativo
"de un hombre un voto" que ha llegado hasta nuestros días como uno de los
elementos esenciales de la cooperación
Como señala Lambert "el movimiento cooperativo desde sus orígenes aspira a
la transformación social del mundo y del hombre. Sus iniciadores están
animados por preocupaciones morales, ven en la cooperación mucho más que
la solución de un problema momentáneo y parcial, ven en ella una fórmula
capaz de renovar el conjunto del sistema económico y social”.
Este mismo autor realiza, además de un documentado recorrido sobre la
historia de la idea de cooperación, una síntesis del pensamiento cooperativo
que puede sernos de utilidad en estos momentos:
Frente a la competencia , el cooperativismo propuso la ayuda mutua, la
promoción del hombre no por la lucha individual contra otros hombres sino por
la ayuda mutua en una organización colectiva. Al ser obra de la "ayuda mutua"
la cooperación es siempre voluntaria y se fundamenta sobre la democracia:
dando a todos las personas los mismos derechos por el sólo hecho de ser
personas.
Frente a la preminecia y los derechos que el sistema capitalista otorgaba a la
propiedad y al capital, la cooperación excluyó la propiedad como fuente de
poder y de renta. Tendiendo directamente al servicio tanto de sus miembros
como del conjunto de la Sociedad, la empresa cooperativa excluyó el lucro
como un fin en sí mismo y lo sustituyó por una vocación de servicio a su
comunidad. ( La misma vocación de servicio a la comunidad que ahora la ACI
se plantea recuperar con la formulación explícita de su séptimo principio). Los
cooperativistas entendieron que servir a sus miembros era algo más que elevar
su nivel de vida, era contribuir a su formación como personas, de ahí la misión
educativa que desde siempre ha hecho suya el movimiento cooperativo.
Desde su nacimiento el cooperativismo cuestiona la racionalidad económica
impuesta por el modelo capitalista: El principio hedonista basado en el egoismo
individual como único motor de la actividad humana, la propiedad como fuente
de poder, la competencia como sistema adecuado para la organización social,
la concepción individualista del hombre que lo sitúa aislado frente al resto de
sus semejantes, el beneficio económico y el ánimo de lucro como único motor
de la empresa. Edgar Milhaud resumió con maestría la esencia de la
cooperación: "Se puede colaborar bajo la coacción, no se coopera más que en
libertad, no hay cooperación más que entre iguales".
En resumen, los textos en los que los primeros cooperativistas recogen sus
aspiraciones y sueños no nos presentan, en absoluto, unos hombres y mujeres
totalmente ajenos a la problemática de la sociedad en su conjunto, sino, muy al
contrario, un grupo de personas que se proponía llevar a la práctica, a pequeña
escala, lo que concebían como una fórmula alternativa de organizar la
sociedad.
Evidentemente, muchas cosas han cambiado, aunque algunos problemas
fundamentales (hambre, guerras, desigualdad…) parece que siguen siendo los
mismos. Lo importante, en cualquier caso, no es « preservar » el
« cooperativismo » de las « malas influencias » sino actualizarlo, confrontar sus
propuestas con la realidad actual.
Son los y las cooperativistas de hoy los que, al igual que lo hicieron los del siglo
XIX, deben seguir siendo originales y creativos, reinventando en su práctica
diaria y en su reflexión conjunta la esencia del cooperativismo en la actualidad.
Como señala la ACI (1995): “el movimiento cooperativo es un movimiento de
promesa perpetua, un movimiento de inicio no de fin. Nunca alcanza un estado
de perfección, Nunca queda satisfecho con lo que ha conseguido. Es un
movimiento que siempre se debate entre lo que sugiere su filosofía y lo que
requiere el mundo contemporáneo.”
3. ¿CÓMO PUEDEN LAS COOPERATIVAS COMUNICAR SUS VALORES A
LA SOCIEDAD?
De entrada hay que empezar por afirmar que la influencia de un grupo en
minoría es posible, y que, por tanto, las cooperativas podrían tener una mayor
influencia social de la que actualmente tienen.
A estudiar la influencia social minoritaria ha dedicado y dedica la psicología
social europea una de sus corrientes de investigación más reconocidas
(Anthropos, 1991). Para ratificar que la influencia social de un grupo minoritario
es posible basta hojear un periódico o ver un informativo de televisión: los
ecologistas pueden hacer cambiar el trazado de una autopista que requiere
importantísimas inversiones de poderosísimas empresas. Medio centenar de
tiendas de campaña frente al Ministerio de Economía revindicando el 0,7% del
producto interior bruto para el Tercer Mundo pueden ocupar las páginas de los
diarios a la vez que el Fondo Monetario Internacional se reúne en Madrid.
En breve, abordaremos cómo se puede ejercer influencia social desde una
posición minoritaria. Sin embargo, antes conviene señalar dos aspectos :
- En nuestra opinión, si el cooperativismo no entra en una reflexión de fondo
sobre el modelo de desarrollo que defiende y no es capaz de explicar sus
razones a la sociedad, difícilmente encontrará que la sociedad se interesa,
seriamente y en profundidad, por su propuestas. La sociedad presta atención a
aquello que le afecta directamente, a aquellos que presentan una visión global
sobre cómo organizar las actividades sociales y económicas.
- Aquellas estrategias de comunicación que aconsejan a las cooperativas
olvidar su diferencia con la empresa de capital, nunca van a poder ser
realmente eficaces y además dejan de lado las principales ventajas que las
cooperativas pueden tener en el ámbito de la comunicación. Veamos por qué.
3.1 Asimilación vs Diferenciación.
De lo que hemos expuesto hasta ahora se deduce que esta opción no nos
parece adecuada porque creemos que los valores del cooperativismo, con los
que nos identificamos, son distintos a los que sustentan un modelo de empresa
de propiedad individual y privada. Sin embargo, haremos ahora un análisis al
margen de nuestras posiciones y centrado exclusivamente en la eficacia
comunicacional de una determinada estrategia.
En ocasiones se afirma que “el mercado no entiende de ideologías, ni de
argumentaciones a favor de la participación, la solidaridad, la democracia o el
pluralismo, por tanto las empresas cooperativas deben olvidar, cuando se
dirijan al exterior, su "particularidad" cooperativa, además con ello logran evitar
que se les encasille en determinada ideología, grupo social...etc.
Sin embrago, olvidar el hecho diferencial no es posible, pues el estereotipo de
lo que es una cooperativa, para bien o para mal está ahí, en el pensamiento
colectivo, disponible para ser utilizado, siempre que sea necesario, por el
representante del sector público con el que estamos negociando, por el director
del banco al que solicitamos un crédito, por el medio de comunicación de turno:
“.....Esta empresa es una cooperativa ¿sabes?.....”
Las minorías reciben siempre con mayor facilidad que el resto de agentes
sociales una definición colectiva. Las diferencias a la hora de considerar a las
personas y a las organizaciones de forma individual vienen siendo señaladas
por los sociologos europeos desde los años 70. Ya en 1972, el francés
Guillaumin puso de manifiesto que en la prensa francesa las informaciones
sobre un adulto blanco, cristiano, de sexo masculino, espíritu sano y
nacionalidad francesa no mencionaban esas pertenencias categoriales, y por el
contrario, cuando se trataba de mujeres, niños, ancianos, negros, judíos o
extranjeros, estas pertenencias son mencionadas de manera explícita.
Todo ocurre como si a través de los periódicos un grupo denominado
categorizador ( en nuestro caso la empresa de capital y el empresario
tradicional) se erigiera en norma. Este grupo marca, explícitamente, por su
pertenencia, a aquellos miembros de otros grupos, los grupos categorizados
(Moscovici,1981). Esto es lo que viene ocurriendo con las cooperativas cada
vez que se plantea un problema con una de ellas.
Cuando para buscar la explicación de un hecho se pone en evidencia la
pertenencia de un individuo o un grupo a una categoría minoritaria, es porque
el estereotipo de este grupo o categoría le resulta útil en su argumentación a
quien emite el mensaje. Como ha demostrado Moscovici los esquemas de
causalidad que funcionan a nivel individual "en la cabeza" de cada sujeto
concreto, reflejan antes que nada la causalidad social y la manera como la
Sociedad se concibe y se explica a sí misma. Suponen la existencia de cierto
modelo de "sociedad", que diferencia entre lo "normal" y lo "desviado", lo
"correcto" y lo "incorrecto" . La utilización de estas teorías implícitas cumple una
función axiológica y de control social evidente.
¿Pero cómo afecta la imagen del colectivo a las iniciativas individuales? Nos
servimos de la investigación en psicología social para dar, brevemente, una
respuesta a esta cuestion:
1. La conducta de una organización o un individuo perteneciente a otro grupo,
será atribuida, no sólo a sus características e intenciones individuales, sino
también a las características e intenciones asociadas con el grupo al que el
actor pertenece. Según la opinión que se tenga de ese grupo o categoría se
elaborarán unas u otras explicaciones para la conducta de un individuo u
organización concreta. Estas explicaciones gereneralmente son coherentes con
las "representaciones sociales compartidas" con los "estereotipos". La fuerza
de los estereotipos es que permiten elaborar facilmente explicaciones de
"sentido común" sobre las causas de una conducta. Los estereotipos una vez
elaborados dan pruebas de gran resistencia. Las conductas coherentes con el
estereotipo serán atribuidas a causas internas o estables, basadas en "la
propia naturaleza de las cosas". Por el contrario si las conductas entran en
contradicción con el estereotipo, tenderán a ser atribuidas a causas externas o
variables, fruto de la casualidad, de un talento extraordinario, de un golpe de
suerte, etc.... (Hewstone & Jaspars, 1984)
2. Los resultados que están en contradicción con hechos anteriores - la idea
que se tiene de algo - son atribuidos, mayoritariamente, a causas inestables
como la fortuna o el esfuerzo, mientras que las realizaciones que están de
acuerdo con hechos anteriores son explicadas en función de factores estables
como la capacidad y la tarea a realizar. (Frieze y Weiner, 1971)
3. Los elementos comunes de dos opciones no pueden explicar por qué se ha
elegido una alternativa y no otra. Si se quiere comprender por qué un joven ha
elegido estudiar en Madrid o en Barcelona, todas las características comunes
de las dos ciudades no nos dicen nada acerca de la decisión. Son las
características que diferencian a ambas ciudades ( por ejemplo, que en una se
habla catalán y en otra no) lo que los observadores utilizarán para sacar
conclusiones sobre la decisión del estudiante. Un segundo factor que la gente
toma en cuenta a la hora de sacar conclusiones y elaborar sus explicaciones es
"la deseabilidad social", es decir, « aquello que el observador cree que
cualquiera haría en la misma situación ». Los efectos que cualquiera podría
desear aportan muy poca información al observador sobre las decisiones del
actor. ( Jones y Davis,1965)
¿De qué nos sirve los resultados de estas investigaciones de psicología
social?
En primer lugar, para acabar de entender por qué la imagen de las
cooperativas se ve más afectada en su conjunto por el fracaso de una de ellas (
un hecho congruente con el estereotipo negativo) que por los éxitos que se
producen en el sector cooperativo.
En segundo lugar, para comprender que la estrategia de trabajar en la eficacia
empresarial olvidando el hecho diferencial de ser una cooperativa presenta una
primera parte correcta (trabajar en la eficacia empresarial) pero es insuficiente
si se quiere abordar con rigurosidad el problema de la comunicación de las
cooperativas con la sociedad.
En definitiva, los puntos en común entre la empresa de capital y la cooperativa
pueden ser muy interesantes, pero no aportan ninguna información a nuestro
público sobre el hecho fundamental: ¿ Por qué sois una cooperativa?.
Podemos invertir mucho dinero, en campañas y acciones que muestren estos
puntos en común pero la gente seguirá utilizando el hecho de que somos una
cooperativa para sacar conclusiones sobre nuestra conducta, especialmente,
cuando esa conducta está en desacuerdo con lo que el observador aprueba.
3.2 Celebrar la diferencia de las cooperativas.
Las sociedades occidentales dirigen cada vez más sus esfuerzos a conseguir
una mayor participación en decisiones que tienen que ver con su trabajo, su
comunidad, su gobierno, el medio ambiente , los derechos y libertades cívicas y
personales, y en general se interesarán de forma creciente por los aspectos
sociales, políticos, intelectuales y estáticos de la vida. Así se recoge en
estudios de opinión como el EUROBAROMETRO y otros realizados en 25
países, durante una serie temporal de catorce años.(Inglehart,1991). En
cualquier caso, si no se trata de un fenómenos generalizado como señalan
estos estudios, es cierto que hay movimientos sociales e instituciones que
están claramente luchando por ello.
Recientemente el diario EL PAIS, publicaba en su revista de prensa el siguiente
extracto de la prestigiosa revista THE ECONOMIST:
“El próximo gran cambio social no tendrá relación con la economía ni con
la electrónica; será un cambio en el supuestamente monótono mundo de
la política. El próximo siglo verá , por fin, el total florecimiento de la
democracia. Puede que la democracia como sistema político (...) haya
vivido, por razones comprensibles, en una situación de desarrollo
atrofiado (...) los sistemas que se consideran a sí mismos como
democracias están regidos, exceptuando unos pocos, por procesos
conocidos como democracias representativas (...). El punto de partida de
la democracia moderna es la creencia de que toda persona adulta puede
tener voz y voto en los asuntos públicos (...). Lo extraño es que en la
mayoría de las democracias sólo se escucha esa voz una vez cada cierto
tiempo, es decir, en las elecciones (...) En las democracias denominadas
como directas los representantes elegidos no pueden hacer lo que
quieran en el período que transcurre durante las elecciones. El pueblo
puede llamarles al orden en cualquier momento (...) mediante referendum
(...). La gente ha comprendido que las personas elegidas como sus
representante no son siempre las más competentes. Por lo que puede ser
que lo que ha funcionado relativamente bien hasta ahora no funcione en
el siglo XXI. Es probable que nuestros hijos piensen que la democracia
directa es más eficaz, así como más democrática que la representativa.
(...)
Como vemos, se produce un clima de opinión favorable a todas aquellas
iniciativas que profundicen en la democratización de la sociedad, y las
cooperativas son las únicas organizaciones que hacen realidad en el marco del
mercado los presupuestos de la democracia económica.
Además... a los que afirman que el mercado no entiende de ideologías, de
valores, habría que preguntarles ... ¿por qué las tiendas BODYSHOP, han
crecido con un argumento ecologista más que cualquier otra cadena de
cosmética durante la última década ?, ¿Por qué todos los detergentes quieren
ser "ecológicos"?,¿Por qué se vende en los supermercados de las cooperativas
italianas el « café solidaridad »?.
Los consumidores se han dado cuenta, recientemente de que poseen un arma
extraordinaria en sus manos si deciden usarla para boicotear o rechazar la
adquisición de determinados bienes. Decir NO al comercio injusto o
contaminante ha sido ahora reforzado por decir SI al comercio justo, así el
mercado de productos justos o biológicos se ha extendido de los pequeños
comercios alternativos a los grandes supermercados”. Esto es el resultado de
las expansión de lo que los ingleses llaman “Ethical consumer magazines” y
que podríamos traducir por “comercio de consumo ético”. (Barrat Brown, 1995)
La necesidad que esta Sociedad tiene de encontrar un espacio para la ética se
manifiesta en la gran cantidad de títulos de obras de difusión general que
plantean el tema de la ética en los últimos cinco años, asi como por el
incremento en el número de organizaciones no gubernamentales que
defienden el respeto a unos valores éticos como la dignidad humana. La ética
está ganándole terreno a la economía. Cada vez es más difícil mantener
ningún discurso económico que no se justifique éticamente.
En un artículo reciente (Claves de Razón Práctica, octubre 1996) , Jesús Conill,
profesor de ética y fiolosofía política de la Universidad de Valencia, exponía
con claridad la necesidad de conciliar ética y economía:
“Es una opinión sobradamente extendida que en el mundo moderno
resulta inevitable la separación entre economía y ética. Parece que se
trate de dos mundos paralelos cuya instersección resulta imposible
desde antiguo. Y sin embargo, a poco que nos sobrepongamos a la
inercia imperante y reflexionemos con perspectiva histórica,
recordaremos que el surgimiento antiguo y moderno de la economía
(en Aristoteles y Adam Smith, respectivamente) tuvieron lugar en el
seno de la filosofía práctica. La filosofía práctica es aquella en la que se
reflexiona sobre las cosas que pueden ser de una manera u otra; es
decir, aquellas en las que se hace intervenir la decisión humana porque
pertenecen a la órbita de la libertad (....)Afortunadamente otras voces
se han alzado recordando que este imperialismo económico ha
demostrado ya desde hace tiempo sus insuficiencias en la vida
cotidiana pero también sus limitaciones teóricas. Y no sólo porque la
moral no se deja decidir desde una racionalidad económica (...) sino
porque esa descripción resulta insuficiente para describir una
racionalidad económica que por su propia naturaleza tiene que
insertarse necesariamente en el mundo práctico”.
La sociedad nunca ha dejado de preocuparse por los valores, por la ética, por
las ideologías, aunque a algunos les interese hacer creer que eso es así. Los
hombres y mujeres de finales del XX no son en esencia tan distintos a los del
XIX y siguen necesitando, construyendo, sistemas de creencias y valores a
través de los cuales buscan y creen poder encontrar una vida mejor. El
mercado entiende de lo que entienda nuestra sociedad, pues por eso las
multinacionales estudian constantantemente los estilos de vida y las creencias
y valores de los consumidores.
Creemos que además de ser coherente con el pensamiento cooperativo, las
cooperativas conseguirán un mayor impacto social, si transmiten a la sociedad
que en ellas….
 la propiedad es colectiva e irrepartible y se superan las diferencias
entre trabajador y empresario
 el sistema de funcionamiento es democrático, cada persona tiene un
voto.
 las remuneraciones son más justas, pues se valora el trabajo y no el
capital.
 la organización en sí es más humana, pues se trata de elaborar un
proyecto colectivo que responda a los intereses de todos los que la
integran, que tienen voz y voto en la empresa.
Para alcanzar mayor visibilidad social y proveer los valores cooperativos, es
necesario que el público se de cuenta de que las cooperativas significan otro
tipo de organización, diferente a la empresa de capital donde….
 se trata de conciliar los objetivos económicos con el bienestar social y
la realización individual de los miembros.
 se trabaja por un tipo de sociedad que prime la cooperación por
encima de la competencia de todos contra todos
En definitiva se trata de transmitir que una sociedad formada por
cooperativas sería más justa, más democrática, más plural, más humana.
A pesar de que las cooperativas deban mejorar su funcionamiento en la
práctica y tratar de no imitar los valores de la empresa de capital, es evidente
que los principios y valores cooperativos sitúan en primer lugar justicia,
democracia, ayuda mutua, tolerancia y autoresponsabilidad.
3.3 ¿Cómo puede una minoría influir en la Sociedad ?
Retomando el inicio de este apartado veamos ahora cómo la Influencia Social
no es una variable dependiente del poder o del número y que, efectivamente,
las cooperativas podrían tener mucha más influencia de la que tienen
actualmente.
Quizás una primera información sea relevante: Cuando sociólogos y psicólogos
estudiaban los fenómenos de influencia social, analizaban, casi
exclusivamente, como la gente se conformaba a la autoridad y a las normas
sociales, y encontraban que la dependencia y el número (el hecho de ser
mayoritario) eran los elementos a partir de los cuales se podía explicar por que
la gente se conformaba o era influida desde la esferas de poder. A partir de los
años 60, y principalmente a partir de 1968, el nacimiento de nuevos
movimientos sociales que a pesar de ser minoritarios conseguían apoyo social,
llevo a un grupo de investigadores a plantearse el estudio, no ya de la
conformidad sino de la innovación y del cambio social, y fue en ese marco
donde la acción de las minorías se convirtió en protagonista y se empezó a
estudiar cuáles eran los recursos con los que contaban estas minorías para
influir socialmente.
¿Qué recursos tiene?
Las posibilidad de influencia social de una minoría no depende ni de su poder
ni de su número, sino de su estilo de comportamiento. Una minoría que carece
del poder y de la competencia necesaria para imponer su punto de vista a una
población puede ser fuente de influencia si dispone de un punto de vista
coherente, bien definido, que está en desacuerdo con la norma dominante y
presenta una alternativa a la misma. Éstas son las que se denominan
« minorías activas ».
¿Cómo se define una minoría activa? Una minoría activa es un grupo que
comparte ciertos juicios, opiniones, valores o comportamientos, que desean
introducir un elemento nuevo, perturbador, en un grupo o sociedad y que
carecen de la fuerza numérica, del poder y de la competencia necesaria, para
imponer su punto de vista a una población de mayor importancia. No sólo
carece de todo esto, sino que son despreciadas y cuando presentan sus ideas
no se les presta atención.
Pero, ¿Cómo influye una minoría activa? ¿cuáles son las características
de un proceso de influencia social proveniente de una minoría activa?
(Mugny, 1981). Una minoría consigue influencia social porque es capaz de
crear un conflicto sociocognitivo, es decir, crea a la vez un conflicto en el
ámbito de las ideas, de los contenidos, y un conflicto en el ámbito de las
relaciones sociales. Veamos un poco con más detalle a que nos referimos.
1.
Un conflicto en el ámbito de los contenidos.
Es necesario que la sociedad perciba con claridad que la existencia de ese
grupo minoritario se debe a la existencia de un desacuerdo fundamental en el
terreno cognitivo, es decir, en el terreno de las ideas. Es decir, que la minoría
ve el problema en cuestión de una forma distinta a la mayoría, que plantea
hacer las cosas de manera diferente y que con ello no sólo obtiene beneficios
para ella sola, sino que juega a favor del conjunto de la sociedad. Es necesario
que la sociedad perciba que la minoría esta planteando una solución alternativa
a la norma general. Que la minoría tiene una propuesta concreta. De ahí la
necesidad, que nosotros apuntamos, de que el cooperativismo exprese que
defiende un modelo de sociedad basada en la cooperación y en la ayuda
mutua y no en la competencia.
2.
Un conflicto en el ámbito de las relaciones sociales.
Es necesario que la Sociedad perciba que el grupo minoritario dice cosas
distintas pero también hace cosas distintas, es, en definitiva, diferente a la
mayoría. No basta con que la minoría tenga una existencia de hecho. Aún le
falta ser reconocida socialmente, con sus propias cualidades específicas por la
mayoría. La minoría debe estar motivada para obtener, conservar o aumentar
su visibilidad y hacer que sea reconocida su existencia. Es justamente a través
del proceso de adquisición de visibilidad y reconocimiento social (Moscovici,
1979) como podemos evaluar de forma correcta el derecho que tiene la minora
para actuar y provocar algunos cambios en su medio material y social, así
como su capacidad para hacer que otros individuos compartan su punto de
vista.
Por ejemplo, en el caso concreto del cooperativismo, en necesario que,
además de defender una idea, por ejemplo una Sociedad basada en la
cooperación y no en la competencia, que la opinión pública se de cuenta de
que los cooperativistas no son ni trabajadores ni empresarios, sino que son otra
cosa distinta. Es necesario que la categoría “cooperativistas” adquiera sentido
por sí sola, tenga entidad por sí misma, y eso sólo se consigue mediante un
proceso de diferenciación que requiere de un gran esfuerzo por parte de los
cooperativistas.
¿Por qué requiere tan gran esfuerzo?. Pues simplemente porque a las
personas nos resulta difícil identificarnos al margen de las “etiquetas” que la
sociedad pone a nuestra disposición. Por ejemplo, una persona, no entrará en
una habitación y dirá yo soy, “guachi-guachi”, porque la sociedad no reconoce
esa etiqueta, sin embargo, si que podría decir yo soy ecologista, feminista,
pacifista, católico, comunista, anarquista, utópico..etc. Es evidente que la
palabra “cooperativista” lleva más de un siglo en circulación, sin embargo como
tradicionalmente el principal conflicto socioeconómico se ha definido en
términos de lucha de clases, “empresarios contra trabajadores, y viceversa”, el
cooperativista no ha quedado atrapado en esa categorización y no ha sido
capaz de desprenderse de ella para revindicar su carácter distinto. Parece que
todavía sigue ahí, atrapado en ese sanwich, y no por propia voluntad, sino
porque las otras categorías o “nombres” tienen un mayor poder de
comunicación, porque están más estereotipadas y evocan con mayor facilidad
una imagen más nítida, más conocida.
3. Consistencia, pero no dogmatismo, en el mantenimiento de ese
conflicto
Es necesario que la sociedad perciba una gran consistencia en la minoría, ya
que la influencia en el caso de las minorías se produce, no a causa de la
dependencia - como se venía señalando cuando se estudiaba únicamente la
influencia de las mayorías - sino a causa de su estilo de comportamiento
consistente que lleva a los sujetos a razonar sobre el problema que la minoría
plantea.
El estilo de comportamiento está relacionado con la forma de presentar las
opiniones y con su contenido ¿ Por qué es tan influyente el estilo de
comportamiento consistente? La consistencia, ya sea en un individuo o en un
grupo, desempeña un papel decisivo en la adquisición y organización de la
información que nos ofrece el entorno. Gracias a que las actitudes, los
comportamientos, las opiniones de los otros son consistentes - se repiten y
permanecen en el tiempo - el individuo puede realizar un proceso de
deducción, obtener conclusiones generales, conocer los fundamentos
permanentes e invariables de la masa de acontecimientos.
La importancia de la consistencia en un grupo o colectivo en situación de
minoría, reside en que puede incitar a otras personas a considerar que la causa
del comportamiento singular de la minoría no está sólo en las características
(ideológicas, económicas, de procedencia social...etc) de aquellos que la
componen, sino también en las características del objeto. Es decir, un
comportamiento consistente en la defensa de la cooperativa, por parte de un
movimiento cooperativo con voluntad de ser visible haría pensar, razonar, a la
gente, y de entrada rompería la imagen hegemónica de que sólo la empresa
propiamente capitalista es posible.
La defensa de la cooperativa como una alternativa a la empresa de capital,
que quiere construir una Sociedad basada en la cooperación y no en la lucha
de todos contra todos puede convencer a la Sociedad de que "objetivamente"
la fórmula cooperativa tiene ventajas y permitiría construir un futuro donde las
relaciones sociolaborales fueran más justas.
4. ¿CÓMO SE RELACIONAN LAS COOPERATIVAS CON EL RESTO DE
AGENTES SOCIALES ?
La relación de las cooperativas con el resto de agentes sociales siempre ha
sido un tema polémico porque los agentes sociales con más visibilidad en el
mundo económico han sido las patronales y los sindicatos. En esta situación, la
definición del movimiento de forma homogénea es difícil, pues muchos
cooperativistas se sienten más próximos a los sindicatos que a la patronal y
otros, sin embargo, invierten sus preferencias.
El creciente protagonismo de la Sociedad Civil ha puesto muchos más grupos
en escena y en ese sentido parece que las clasificaciones bipolares son menos
necesarias. Algunos/as cooperativistas, un grupo ciertamente minoritario pero
cada vez más numeroso, parece que realmente se siente con fuerzas para
revindicar su diferencia respecto de estos dos importantes agentes de la
actividad económica.
El fondo de la cuestión es que los cooperativistas no son ni « empresarios » ni
« trabajadores », porque al ser las dos cosas a la vez, son, sin lugar a dudas,
algo distinto. Puede que los cooperativistas sí que sean « empresarios » y sí
que sean « trabajadores » en cuanto al significado objetivo de estas palabras,
pero no lo son en cuanto al significados social que tienen estas « etiquetas »
que es, al fin y al cabo, lo realmente importante cuando las utilizamos en
sociedad. Esta clasificación no sirve para las cooperativas porque es
demasiado estrecha, ha sido creada desde una perspectiva económica y
política que prima la competencia por encima de la cooperación y que no
cuestiona la organización social del trabajo tal y como está establecida. Las
cooperativas deben, por tanto, abrirse camino entre los dos lados de esta
clasificación en la que no encajan y revindicar su especificidad.
Ante esta situación, en primer lugar parece razonable acordar que las
relaciones con el resto de agentes sociales no se pueden establecer en base a
una clasificación maniqueista de « buenos » y « malos ». El cooperativismo
solo podrá encontrar criterios claros de actuación que le permitan presentar a la
sociedad un mensaje rico e interesante, y relacionarse sin inseguridades con el
resto de agentes sociales, si se inicia un debate en profundidad sobre cómo
una sociedad organizada sobre la base de la cooperación y no de la
competencia podría hacer más felices a los hombres y mujeres.
En resumen, sólo si el cooperativismo hace valer sus propias ideas sobre el
modelo de sociedad que defiende es posible estructurar todas las relaciones
con los demás agentes sociales.
Además, sólo si el cooperativismo sabe lo que quiere podrá darse cuenta de la
cantidad de cosas que tiene en común con otra gente que actúa en su entorno
inmediato defendiendo los mismos ideales y con la que es muy interesante
colaborar.
Aunque el debate es complejo y largo, las preguntas para iniciarlo son muy
sencillas :
¿Qué significa ser una cooperativa?
¿Qué es necesario cambiar en esta Sociedad ?
¿Cómo pueden las cooperativas, individual y colectivamente, contribuir a ese
cambio?
La inexistencia de este debate, además de dificultar las relaciones con el
entorno, también tiene consecuencias para el propio desarrollo interno de las
cooperativas. Las razones por las que una persona decide ser cooperativista
son de índole individual y de índole social. Las primeras pertenecen a la esfera
de lo personal y de la práctica diaria. Cada cooperativista debe validar
personalmente su opción en ese marco. Las razones de índole social,
evidentemente, responden a otros parámetros y, fundamentalmente, tienen que
ver con el sentimiento de estar trabajando por y para « algo » en un intento que
reune a más personas.
Si el cooperativismo no debate abiertamente y en profundidad, aquellas
propuestas que desde la óptica cooperativa serían deseables para el conjunto
de la sociedad, no adquiere la auténtica naturaleza de “movimiento” y está
impidiendo a los cooperativistas contar con un marco de referencia compartido
que les ofrezca razones para seguir manteniéndose en un tipo de empresa que
plantea una forma alternativa de organizar el trabajo, y que por ello mismo
exige sacrificios y dedicación en ocasiones demasiado duros.
Sin marcos de referencia que ofrezcan explicación a las propias actitudes,
aumentan las dificultades a la hora de mantener la ilusión en el proyecto
cooperativo y encontrar la energía suficiente para superar el cúmulo de
problemas y de dificultades que necesariamente se van encontrando los
cooperativistas en el ejercicio diario de su vida.
Además, sin esos marcos de referencia difícilmente los/las cooperativistas
podrán desarrollar un sentimiento de pertenecia a un grupo que les dote de la
identidad social necesaria para comunicarse con la sociedad, y les permita
superar esa clasificación por defecto, de ser « medio-empresarios/as »
« medio-trabajadores/as » para poder afirmar con soltura que, simplemente,
son « cooperativista », además de muchas otras cosas más que alimentan la
identidad personal de una persona concreta.
¿Qué significa ser una cooperativa? ….
¿Qué es necesario cambiar en esta Sociedad ? ….
¿Cómo pueden las cooperativas, individual y colectivamente, contribuir a ese
cambio?….
Adelantar aquí el debate no tendría sentido, porque sería privar a las
cooperativas de su propia capacidad de autodefinición. Habría además que
considerar las mil y una situaciones particulares, y que cada cooperativa, y que
distintos grupos de cooperativas tienen distintos planteamientos. Sin embargo,
lo necesario es levantar la vista un poco más allá del propio puesto de trabajo y
mirar a nuestro alrededor, para terminar quizás valga la reflexión del antiguo
director de la ACI, W. P. Watkins (1990):
“ Los siete principios cooperativos enumerados por la ACI (...) en la medida
en que son métodos son medios y no fines en sí mismos. Derivan su validez
de los fines que persiguen y de los valores sobre los que se sustenta la
cooperación. Es un error que sólo añade confusión considerar la
cooperación como un fin en sí mismo. La cooperación pertenece a la
categoría de los métodos, técnicas y sistemas. La cooperación debe su
existencia a la necesidad de desarrollar una forma de organización social
que satisfaga y reconcilie necesidades humanas que son diferentes y a
menudo divergentes: el hombre y la mujer son seres sociales que necesitan
a sus vecinos, que necesitan organizarse para producir, pero que sienten a
la vez el inapelable deseo de ser libres, con el fin de ser ellos mismos y
dirigir su propia vida.”
5. Quince propuestas a modo de síntesis
A lo largo de todo este trabajo hemos estado huyendo de dar recetas, y hemos
adoptado el punto de vista de fomentar con nuestras afirmaciones la reflexión y
el debate. Pero quizás, al final, llega un poco el momento de comprometerse
con algunas ideas clave, para que no se nos pueda acusar de andarnos por las
ramas. Creemos que lo expuesto podría sintetizarse en 15 puntos:
1. Las cooperativas y el movimiento cooperativo cuando planifiquen,
reflexionen y actúen deberían tomar en consideración un marco de análisis que
supere el propio funcionamiento de las cooperativas y contemplar cuáles son
los problemas socioeconómicos más amplios (desempleo, crisis
medioambiental, desmotivación laboral, necesidad de tiempo libre,…etc) pues
el cooperativismo no puede crecer si no se pronuncia sobre los problemas de
su entorno.
2. Las cooperativas, siendo fieles a los valores cooperativos, deberían
revindicar un modelo de desarrollo económico sostenible. Para ello, hay que
insistir en animar a los agentes económicos - entre los cuales se encuentran
las cooperativas - a realizar siempre una doble reflexión: qué consecuencias
sociales tiene su actividad económica y qué repercusiones tiene sobre el medio
ambiente.
3. Es importante que las cooperativas apuesten por la innovación antes que por
la imitación de modelos que se está demostrando que ya no sirven. Frente a la
imitación, las cooperativas deben experimentar hasta el final las posibilidades
de su propio modelo, siendo creativos y receptivos a la nuevas propuestas.
4. Sería importante conseguir la creación de un circuito de información efectivo
en los ámbitos local, nacional e internacional, que ponga en contacto a las
cooperativas que están tratando de cambiar las cosas. Reavivar el debate entre
el colectivo de cooperativas y entre las cooperativas y la multitud de
organizaciones que conviven con ellas en su entorno inmediato.
5. Para influir socialmente los cooperativistas deben definir qué significa ser
“cooperativista” al margen de las categorías “empresario” y “trabajador”. Estas
categorías encierran al cooperativista en una especie de sándwich que le
impide desarrollarse como grupo diferenciado.
6. Además para influir socialmente el cooperativismo deberá presentar un
mensaje claro sobre el tipo de sociedad que defiende. Para ello los
cooperativistas ha de iniciar un debate en profundidad sobre cómo podría
organizarse una sociedad que, sobre la base de la cooperación, hiciera más
felices a los hombres y mujeres y diera lugar a una sociedad más justa.
7. El movimiento cooperativo es heterogéneo, como también lo es nuestra
sociedad, y abrir el debate quiere decir que se está dispuesto a admitir las
diferencias, los distintos puntos de vista. No se trata de que las cooperativas
acepten a pies juntillas el mensaje que se lance desde las organizaciones que
representan al movimiento cooperativo, se trata más bien de que cada
cooperativa, cada cooperativista individualmente construya su propio discurso y
se produzca un auténtico intercambio de puntos de vista.
8. ¿Por qué somos una cooperativa? ¿Qué significa ser una cooperativa?, ¿
qué debería cambiar en esta sociedad?, ¿ de qué forma contribuye el
cooperativismo a que eso cambie?, ¿de qué forma lo hace nuestra propia
cooperativa?. Son preguntas sencillas, pero a la vez de gran calado que
podrían servir para abrir el debate en el seno de las cooperativas y , por
extensión, en el seno del movimiento cooperativo.
9. Es necesario que las cooperativas conozcan su propia historia, pues es
necesario que encuentren su propia identidad y ésta se basa tanto en el
conocimiento de nuestro pasado, como de nuestro presente y de nuestros
sueños para el futuro.
10. Es importante acabar con la falsa idea de que no existe un pensamiento
cooperativo, una teoría económica cooperativa, porque, además de ser una
idea facilmente cuestionable si se conoce la historia del movimiento
cooperativo, es un “apriori “ perjudicial para las cooperativas pues con ello se
les priva de la posibilidad de reflexionar y de reconocerse como alternativa
valida.
11. En el plano de la comunicación, las cooperativas deberían exponer con
claridad que son organizaciones que actúan en el ámbito de la economía pero
que, a diferencia de la empresa de capital se organizan democráticamente
primando el trabajo sobre el capital, que son organizaciones que trabajan por
una sociedad donde la lógica de la competencia de todos contra todos sea
sustituida por una logica de la cooperación.
12. Mantener un estilo consiste en la defensa de la cooperativa como una
organización crítica con el actual modelo de desarrollo y que trata en lo posible
de beneficiar a sus socios y a su comunidad.Un estilo consistente que no rígido
o dogmático. Es decir, consiste en los contenidos - fidelidad a unos principios y
a un proyecto cooperativo - pero flexible en cuanto a las formas de
negociación, abierto a la sociedad, abierto al debate.
13. Que las cooperativas tengan más influencia social es importante porque es
una forma de animar a las instituciones sociales con más recursos que las
propias cooperativas para investigar cómo esta Sociedad podría, poco a poco,
ir transformádonse en una sociedad más cooperativa y menos competitiva, en
el sentido de menos agresiva, menos violenta, más justa, más solidaria, más
humana.
14. Las cooperativas deben colaborar con las instituciones educativas
intentando trasnmitirles su espíritu, pues esta sociedad debe enseñar a las
personas a cooperar y a participar, y actualmente, en general, y con la
excepción de algunas escuelas cooperativas y otros centros de enseñanza
progresista, se nos enseña a competir y no a cooperar.
15. Todo este trabajo tiene que vivirse dentro y fuera de la cooperativa. Cada
cooperativa puede crear su propio discurso, sacando el máximo provecho de
sus propios recursos, indagando en sus sentimientos y sensaciones,
averiguando qué somos como colectivo de trabajadores que se dedica a una
determinada actividad y que queremos decir. Para ello, la vida interna de la
cooperativa deberá estar viva más allá de la actividad diaria, y
no abandonar en el difícil esfurezo de conectar los interes individuales con los
colectivos, pues es ahí donde está el gran reto del cooperativismo y de la
sociedad en general, en saber conjugar que somos seres individuales y seres
sociales .
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