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INSTITUTO SUPERIOR PARTICULAR INCORPORADO Nº 9110 “DE LA SAGRADA FAMILIA”
Profesorado en Geografía
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UNIDAD II: “La Interacción Social”
1.
La Sociedad como objeto de estudio de la Sociología.
1.1 Evolución y tipos de sociedades.
1.2 Estructura y función de la sociedad.
1.3 La interacción social, base de la experiencia social.
CAPITULO N° 2. Cultura, sociedad e individuo
Conceptos básicos
Entre los conceptos más utilizados en sociología figuran los de CULTURA Y SOCIEDAD, que analizaremos en este capítulo.
Cuando utilizamos el término "cultura" en la conversación diaria, generalmente lo consideramos equivalente a "los aspectos
más elevados de la mente", como el arte, la literatura, la música y la pintura. Tal como lo emplean los sociólogos incluye
tales actividades, pero también otras. La cultura tiene que ver con las formas de vida de los miembros de una sociedad o de
sus grupos. Incluye el modo de vestir, las costumbres matrimoniales y la vida familiar, las pautas laborales, las ceremonias
religiosas y los pasatiempos.
"Cultura" se distingue conceptualmente de "sociedad", pero existe una estrecha relación entre ambos conceptos. Una
sociedad es un sistema de interrelaciones que vincula a los individuos. En este sentido, Gran Bretaña, Francia y los Estados
Unidos, por ejemplo, son sociedades compuestas por millones de personas pero, como veremos en el siguiente capítulo, otras
sociedades son mucho más pequeñas.
Ninguna cultura podría existir sin sociedad pero, del mismo modo, no puede haber una sociedad carente de cultura. Sin
cultura no seríamos en absoluto "humanos", en el sentido en que normalmente entendemos este término. No tendríamos una
lengua en la que expresarnos ni conciencia de nosotros mismos y nuestra habilidad para pensar y razonar se vería
considerablemente limitada. ¿Hasta qué punto se diferencia el ser humano de los animales por este tipo de
características? ¿De dónde proceden nuestros rasgos puramente "humanos"? ¿Cuál es la naturaleza del ser humano?
Estas preguntas son cruciales para la sociología porque sientan las bases de todo su objeto de estudio. Para contestarlas,
analizaremos lo que compartimos como seres humanos y también lo que nos diferencia.
La especie humana
Charles Darwin, pastor de la Iglesia de Inglaterra, publicó su obra El origen de las especies en 1859, después de dos viajes
alrededor del mundo a bordo del buque de la armada británica Beagle. Partiendo de minuciosas observaciones de las
distintas especies animales, Darwin elaboró una visión del desarrollo de los seres humanos y de los animales muy distinta de
las mantenidas hasta entonces. Después de él quedó eliminada la posibilidad de que, como había sido frecuente en el
pasado, se creyera en la existencia de seres mitad bestias y mitad humanos. Darwin aspiraba a encontrar una continuidad de
desarrollo entre los animales y los seres humanos. Según él, nuestras características humanas emergieron de un proceso de
cambio biológico que se remonta a los orígenes de la vida en la Tierra, hace más de tres mil millones de años. La visión que
Darwin tenía de los humanos y de los animales era para muchos más difícil de aceptar incluso que la de las criaturas mitad
bestia mitad hombre. Puso en acción tina de las teorías más debatidas, y también más convincentes, de la ciencia moderna:
la teoría de la evolución.
Evolución
Según Darwin, el desarrollo de la especie humana se produjo como resultado de un proceso aleatorio. En muchas religiones,
incluida la cristiana, se considera que los animales y los seres han sido creados por voluntad divina. La teoría evolucionista,
por el contrario, cree que el desarrollo de las especies animales y de la humana carece de intencionalidad. La evolución es
resultado de lo que Darwin llamó selección natural. La idea de la selección natural es sencilla. Todos los seres orgánicos
necesitan para subsistir alimentos y otros recursos, tales como protección frente a las inclemencias del tiempo; sin embargo,
no existen suficientes recursos para mantener a todos los tipos de animales que existen en un momento dado, ya que su prole
es más extensa que la que el medio es capaz de alimentar. Los mejor adaptados al medio sobreviven, mientras que otros,
menos capaces de soportar sus adversidades, perecen. Algunos animales son más inteligentes, más rápidos o tienen una
mayor agudeza visual que otros. En la lucha por la supervivencia poseen ventaja sobre los menos dotados, viven más tiempo
y son capaces de procrear, transmitiendo sus cualidades a las generaciones siguientes. Han sido "elegidos" para sobrevivir y
reproducirse.
Existe un proceso continuo de selección natural debido al mecanismo biológico de la mutación, que es un cambio genético
aleatorio que altera las características de algunos individuos de una especie. La mayor parte de las mutaciones son o bien
perjudiciales o bien inútiles en cuanto a su valor para la supervivencia, pero algunas proporcionan al animal una ventaja
competitiva sobre los demás: los individuos que poseen los genes mutantes suelen sobrevivir a costa de los que carecen de
ellos. Este proceso explica tanto los cambios menores dentro de una especie como las grandes transformaciones que
conducen a la desaparición de especies enteras.
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Por ejemplo hace muchos millones de años los reptiles gigantes habitaban diversas regiones del mundo. Su tamaño se
convirtió en un inconveniente, al sufrir otras especies menores mutaciones que les proporcionaban una mayor capacidad
adaptativa. Los primeros ancestros de los humanos se encontraban entre estas especies.
Aunque la teoría de la evolución se ha perfeccionado desde la época de Darwin, lo esencial de la interpretación darwiniana
aún goza de una aceptación mayoritaria. La teoría evolucionista nos permite confeccionar una interpretación clara de la
aparición de las diferentes especies y de sus relaciones entre si.
Seres humanos y simios
Hoy día está generalmente admitido el hecho de que la vida tuvo su origen en los océanos. Hace unos cuatrocientos millones
de años aparecieron las primeras criaturas terrestres. Algunas de ellas evolucionaron hasta convertirse en grandes reptiles
que, posteriormente, fueron desplazados por los mamíferos. Los mamíferos son criaturas de sangre caliente que se
reproducen mediante relaciones sexuales. Aunque los mamíferos eran de un tamaño mucho menor que los grandes reptiles,
eran más inteligentes y ágiles. Los mamíferos tienen una mayor capacidad de aprendizaje por medio de la experiencia que
otros animales y esta capacidad ha alcanzado su máximo desarrollo en la especie humana. Los seres humanos pertenecen a
un grupo de mamíferos superiores, los primates, que aparecieron hace unos setenta millones de años.
Nuestros parientes más cercanos entre las especies animales son el chimpancé, el gorila y el orangután. Se dice que, al
conocer la interpretación darwiniana de la evolución, la esposa del obispo de Worcester dijo: "¿Descendientes de los monos?
Querido, esperemos que no sea cierto. Pero, si lo es, ojalá no se difunda la noticia". Como muchos otros desde entonces,
malinterpretó lo que supone la evolución. Los seres humanos no descienden de los monos, sino que ambos han evolucionado
a partir de especies mucho más primitivas que vivieron hace muchos millones de años.
Sociobiología
Aunque los biólogos reconocieron la continuidad evolutiva entre los animales y los humanos, hasta hace poco la mayoría
tendían a sobre valorar las cualidades distintivas de la especie humana. Esta postura ha sido cuestionada por los
sociobiólogos, que ven un estrecho paralelismo entre el comportamiento humano y el animal. El término sociobiología
proviene de los escritos del norteamericano Edward Wilson (Wilson, 1975, 1978) y se refiere a la aplicación de principios
biológicos a la explicación de las actividades sociales de todos los animales sociales, incluyendo a los seres humanos. Según
Wilson, muchos aspectos de la vida social humana se basan en nuestra estructura genética. Por ejemplo, algunas especies
animales practican elaborados rituales de cortejo por los que se llega a la unión sexual y a la reproducción. El cortejo y el
comportamiento sexual humanos, según los sociobiólogos, suelen conllevar rituales similares, también basados en
características innatas. En la mayoría de las especies animales, por poner un segundo ejemplo, los machos son de mayor
tamaño y más agresivos que las hembras y tienden a dominar al "sexo débil". Tal vez los factores genéticos expliquen por qué
en todas las sociedades humanas que conocemos los hombres suelen ocupar posiciones de más autoridad que las mujeres.
Uno de los conceptos que los sociobiólogos han utilizado para intentar aclarar las relaciones entre los sexos ha sido el de
"estrategia reproductiva", que es una pauta de comportamiento, adquirida por medio de la selección evolutiva, que favorece
las oportunidades de supervivencia de la prole. En comparación con el hombre, la inversión en células reproductivas del
cuerpo de la mujer es mucho mayor. En consecuencia, las mujeres no malgastan dicha inversión y no tienden a mantener
relaciones sexuales con muchos compañeros, ya que su objetivo primordial es el cuidado y la protección de su prole. Por el
contrario, los hombres tienden a la promiscuidad. Su deseo de mantener relaciones sexuales con muchas compañeras es
lógica desde el punto de vista de la especie, ya que cumplen su función, que es la de maximizar la posibilidad de
fecundación. Se ha señalado que podemos explicar, en este sentido, las diferencias en el comportamiento y en las actitudes
sexuales de hombres y mujeres y explicar fenómenos como el de la violación.
Las principales dudas que han suscitado estas explicaciones se han debatido mucho en los últimos años, pero aún siguen
siendo polémicas. Los científicos se dividen en dos campos, dependiendo en cierta medida de su bagaje intelectual. Los
autores que se inclinan por la perspectiva socio biológica se han formado con más frecuencia en la biología que en las
ciencias sociales, mientras que la gran mayoría de los sociólogos y antropólogos suelen tomarse con escepticismo las
afirmaciones de la sociobiología.
Es posible que su conocimiento de las bases genéticas de la vida humana sea escaso y que lo mismo ocurra con los biólogos
en cuanto a la ivestigación sociológica y antropólogica. A cada una de las partes le resulta dificil entender en todas sus
dimensiones la fuerza de los argumentos propuestos por la otra.
Algunas de las pasiones que desató en el pasado la obra de Wilson ya se han calmado y ahora parece posible realizar una
apreciación razonable de sus implicaciones. La sociobiología es importante, pero más por lo que ha mostrado de la vida de
los animales que por lo que ha demostrado sobre el comportamiento humano. Los sociobiólogos, utilizando los estudios de los
etólogos (biólogos que llevan a cabo "trabajo de campo" en grupos animales, en vez de estudiarlos en circunstancias
artificiales como zoológicos o laboratorios), han puesto de manifiesto que muchas especies animales son más "sociales" de lo
que se pensaba y que los grupos ejercen una considerable influencia sobre los miembros de la especie. Por otra parte,
existen pocas pruebas que demuestren que la herencia genética controla formas complejas de la actividad humana. En
consecuencia, las ideas de los sociobiólogos sobre la vida social humana son, en el mejor de los casos, especulativas. Muchos
autores rechazan por completo la interpretación del comportamiento sexual humano planteada anteriormente y afirman que
no hay manera de demostrarla. Además, no todos los hombres son promiscuos y, si observamos el comportamiento sexual en
las sociedades modernas, donde las mujeres son mucho más libres para escoger sus relaciones sexuales que antes, por
término medio ellas tienen tantas aventuras como los hombres. Incluso si la generalización fuera correcta, existen muchos
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factores psicológicos, sociales y culturales que podrían explicarla. Por ejemplo, los hombres ostentan más poder en la
sociedad; en su búsqueda de muchas compañeras podrían estar llevados por el deseo de ejercer ese poder y mantener a las
mujeres bajo su total control.
Instintos y necesidades biológicas
La mayoría de los biólogos y sociólogos comparten la idea de que los seres humanos no tienen "instintos". Tal afirmación
contradice no sólo la hipótesis de la sociobiología sino también lo que la mayoría de la gente cree. ¿Acaso no hay muchas
cosas que hacemos de un modo "instintivo"? Si alguien da un golpe, no parpadeamos o nos asustamos instintivamente? De
hecho, éste no es buen ejemplo de instinto si el término se emplea con precisión. Para la biología y la sociología, un instinto
es una pauta de comportamiento compleja y determinada genéticamente. Los rituales de cortejo de muchos animales
inferiores se consideran instintivos en este sentido. El espinoso (un pequeño pez de agua dulce), por ejemplo, tiene un
complicado sistema ritual que deben seguir tanto el macho como la hembra para que se produzca el apareamiento
(Tinbergen, 1974). Cada pez produce una elaborada serie de movimientos a los que responde el otro, dando lugar a una
compleja "danza de apareamiento". Se trata de una pauta genética para el conjunto de la especie. Un guiño o un rápido
movimiento con la cabeza, como respuesta espontánea y anticipada a un golpe, son actos reflejos y no un instinto. Son
respuestas, no una elaborada pauta de comportamiento, y no se consideran "instintivas" en sentido técnico. Los seres
humanos nacen con una serie de reflejos básicos como la reacción de guiñar el ojo y la mayor parte de ellos parecen tener un
valor de supervivencia evolutivo. Los bebés humanos, por ejemplo, succionan un chupete o cualquier otro objeto similar. Un
niño pequeño alza los brazos en busca de apoyo cuando pierde repentinamente el equilibrio y retira la mano bruscamente
cuando toca una superficie muy caliente. Es obvio que cada de estas reacciones es útil para adaptarse al medio.
Los seres humanos tienen además una serie de necesidades biológicas. Nuestra necesidad de alimento, bebida, sexo y de
ciertos niveles de temperatura corporal tiene un fundamento orgánico, pero el modo en que estas necesidades se satisfacen
o se manejan varía enormemente en cada cultura y dentro de ellas.
Por ejemplo, todas las culturas suelen tener una forma de cortejar establecida pero, aunque esto se relaciona con la
naturaleza universal de las necesidades sexuales, su expresión en diferentes culturas -Incluyendo el mismo acto sexual- varía
enormemente. La posición habitual para el acto sexual en la cultura occidental es con la mujer tumbada boca arriba y el
hombre encima de ella. Esta posición se considera absurda en otras sociedades, en las que es posible que el acto se realice
yaciendo lateralmente, o con la mujer encima del hombre, o el hombre contra la espalda de la mujer, o en otras posiciones.
Por tanto, la forma que tienen las personas de satisfacer sus necesidades sexuales responde a un aprendizaje cultural y no a
una determinación genética.
Además, los humanos pueden anular sus necesidades biológicas con unos medios que no parecen tener paralelo entre los
animales. Los místicos religiosos son capaces de ayunar durante largos períodos. Los individuos pueden optar por el celibato
durante toda su vida adulta o parte de ella. Todos los animales, incluyendo a los seres humanos, tienen una tendencia hacia
la auto conservación pero, a diferencia de otros animales, los humanos pueden actuar deliberadamente en contra de esa
tendencia, arriesgando su vida al practicar el montañismo u otras arriesgadas actividades, e incluso
suicidándose.
Bibliografía:
Anthony Giddens; “Sociología”, Alianza Editorial, Madrid, 2000, 3° Ed. Revisada, Pág. 43-51.-
CONCEPTOS BÁSICOS de Sociología
SOCIEDAD: organización creada por seres humanos o sistema de interrelaciones que conecta a los individuos en una cultura
común. Todos los productos de la interacción humana, la experiencia de vivir con otros a nuestro alrededor. Los seres
humanos crean sus interacciones y, una vez creados los productos de esas interacciones, tienen la capacidad o el poder de
revertirlas sobre ellos mismos para determinar o restringir la acción. A menudo, experimentamos la sociedad (organización
creada por humanos) como algo separado de los individuos y de las interacciones que la crean.
LA SOCIEDAD Y LA CULTURA
El término sociedad, en un sentido amplio, se refiere a la unión entre seres vivientes, plantas y animales, incluido el hombre.
Sin embargo, este concepto no sirve para describir la sociedad humana, que debe enmarcarse en un ámbito cultural. La
cultura permite la conservación del hombre, su adaptación al medio ambiente y su continuidad biológica.
Para lograr esto, el hombre utiliza instrumentos -como la vestimenta, la vivienda, el fuego, etc.- que le permiten
transformar la naturaleza de acuerdo con sus necesidades. Pero esta transformación y adaptación se realizan en grupos
organizados que tienen una continuidad en el tiempo y que se renuevan, a su vez, en forma constante.
LA ESTRUCTURA SOCIAL
La cultura es la que sostiene a la sociedad y la que determina las diferencias entre los distintos tipos de sociedad.
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Así pueden encontrarse sociedades simples, que se construyen con un solo grupo social y que no se conectan con otros grupos
-como, por ejemplo, el grupo Nukak, que habita la selva amazónica en Colombia-, y sociedades más complejas, que resultan
del entramado que surge de la convivencia o de la fusión de diferentes grupos sociales, que son regulados por instituciones y
por normas que determinan un modo de vida y una posición del individuo en la estructura.
La estructura social establece una relación dinámica entre la sociedad y la cultura, Esto es así porque, cuando se modifican
ciertos aspectos de la cultura, también cambian aspectos de la organización social. Esta relación dinámica entre la sociedad
y la cultura surge, además, de los fenómenos creados a partir de las conexiones internas y de las conexiones externas. Las
conexiones internas se producen entre los individuos de una sociedad y determinan los diversos componentes estructurales como las normas y las instituciones- que, a su vez, regulan la conducta y determinan a los individuos. Las conexiones
externas, por su parte, se establecen entre diversos grupos heterogéneos.
La estructura social, además, define la posición que un individuo debe ocupar dentro de la sociedad, desde donde el sujeto
establece sus relaciones sociales y cumple diversas funciones.
SOCIEDAD
«En un principio pensé que era la cabeza de una muñeca», dijo Helmut Simon, un turista alemán que en 1991 hizo uno de los
más grandes descubrimientos científicos del siglo xx. Simon estaba recorriendo un inmenso glaciar al sudoeste de Austria,
cerca de la frontera con Italia, cuando tropezó con algo que sobresalía del hielo. Pronto se dio cuenta de que no era una
muñeca, sino un cuerpo humano. Era el hombre de hielo, como se llamó más tarde, un hombre que vivió en aquella zona
hace más de 5.300 años (antes de la construcción de las pirámides de Egipto), y que es actualmente el cadáver más antiguo y
mejor conservado de un miembro de nuestra especie. El descubrimiento pronto llamó la atención de expertos de todo el
mundo. Se ha calculado que el hombre de hielo murió cuando tenía unos treinta años, pesaba unos cincuenta kilos y medía
cerca de 1,60 metros. Según los científicos, se trataba de un pastor que solía llevar al rebaño a las montañas de los Alpes. Un
día, a principios de otoño, le sorprendió una tormenta. El hombre de hielo buscó refugio en un pequeño recodo en la
montaña. Agotado, se quedó dormido, y al poco tiempo murió. Su cuerpo quedó enterrado allí mismo, bajo la enorme capa
de hielo que empezó a formarse poco después, cuando toda aquella zona quedó convertida en un inmenso glaciar. Durante
más de 53 siglos su cadáver se pudo conservar a una temperatura de 6 grados bajo. cero. Volvió a salir a la luz cuando la
parte del glaciar en la que estaba enterrado comenzó a derretirse. Allí tuvo la suerte de ser descubierto por un turista
alemán.
Al examinar la ropa y los utensilios que llevaba consigo, los científicos se quedaron muy sorprendidos, pues indicaban que la
sociedad de este hombre de las cavernas era una sociedad muy avanzada. Tenía el pelo muy bien cortado y muchos tatuajes
en el cuerpo, que probablemente simbolizaban su estatus en la sociedad. Vestía una especie de chaquetón de cuero, y
encima un tejido de forraje que, a modo de impermeable le servía para protegerse mejor contra el frío. Sus zapatos,
también de cuero, estaban forrados por dentro, lo que además de protegerle mejor, le daba más comodidad. Llevaba
también un hacha, un cuchillo con mango de madera, un arco y varias flechas con punta de piedra. No le faltaba su mochila,
en la que además de otros utensilios, llevaba plantas medicinales (Rademaekers y Schoenthal, 1992).
La Sociedad
Imagínese cuál habría sido su vida si hubiera nacido hace trescientos años. Aunque tres siglos es poco tiempo comparado con
los miles de millones de años historia de la Tierra, su vida habría sido totalmente diferente. Posiblemente habría nacido en
una pequeña comunidad rural, y allí habría permanecido hasta su muerte. De viajar, nada. Lo más lejos, quizá, hasta el
pueblo más cercano. Nunca habría ido a una tienda, y menos a un gran centro comercial. Tampoco habría visto un tren, un
coche, un teléfono móvil, una cámara de vídeo, un ordenador, un fax, un avión, etc. Y muy posiblemente ni siquiera se le
habría ocurrido la idea de que es necesario votar para elegir gobierno, de que puede elegir usted mismo su religión, o incluso
su propia identidad. Esto, que no lo podía hacer antes, lo puede hacer hoy.
La sociología nació en medio de las grandes transformaciones económicas, políticas y sociales que dieron lugar al mundo
moderno tal como hoy lo conocemos; y nació preguntándose por las causas de estas transformaciones y el futuro que dejaban
adivinar. En este capítulo vamos a hablar del desarrollo histórico de las sociedades humanas. Esto nos va a permitir entender
mejor las sociedades del presente y reflexionar sobre las posibles tendencias del futuro. Para empezar, podemos definir una
sociedad como un conjunto de personas que interactúan en un espacio determinado y que comparten una misma cultura.
Definida de este modo, se puede hablar de la sociedad europea, pero también de las sociedades de los estados europeos (la
sociedad francesa, alemana, española, etc.
Evolución y tipos de sociedades
El hombre de hielo, al que nos hemos referido al principio del capítulo vivía en una sociedad muy antigua. Vivió antes del
nacimiento del imperio egipcio y de la civilización griega, y antes incluso del nacimiento de las ciudades en Europa.
Como personas acostumbradas a los modernos medios de transporte y los continuos avances tecnológicos en el mundo de la
comunicación miramos al hombre de hielo, un remoto antepasado nuestro, con una enorme expectación.
Pero los sociólogos que estudian las sociedades antiguas (junto con los arqueólogos y los antropólogos) ya han aprendido
mucho acerca de nuestro pasado. Gerhard Lenski y Jean Lenski han registrado las más importantes características de las
sociedades que han aparecido y desaparecido a lo largo de la historia. Además de para entender las sociedades pasadas, su
trabajo nos sirve también para entender nuestra propia sociedad. En la terminología de estos autores, el objeto de su
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investigación era el estudio de la evolución sociocuItural, esto es, el estudio de los cambios sociales que se suceden cuando
una sociedad adquiere nuevos conocimientos, en particular, nuevas tecnologías (Lenski, Nolan y Lenski, 1995: 75).
De forma parecida al biólogo que estudia la evolución de las especies, el sociólogo que emplea esta perspectiva estudia cómo
las sociedades se van transformando a lo largo de los siglos a medida en que van consiguiendo tener un mayor control del
entorno natural en el que se desenvuelven. Las sociedades que sólo disponen de una tecnología rudimentaria sólo pueden
alimentar a un número muy limitado de personas, que tienen poco
control sobre sus propias vidas. Por el contrario, las sociedades
avanzadas tecnológicamente (y aquí «avanzadas» no implica mejores)
son sociedades con una población mucho más numerosa, cuyos
miembros son también más diferentes o distintos entre sí. En estas
sociedades viven personas que tienen profesiones u ocupaciones más
especializadas y, generalmente, personas que tienen distintas
actitudes, creencias, oportunidades y estilos de vida.
Cuanto mayor sea el capital tecnológico que tiene una sociedad,
mayor será el ritmo del cambio social. Las sociedades
tecnológicamente simples cambian muy lentamente.
De hecho, algunas prendas de vestir que llevaba el hombre de hielo
del que hemos hablado son muy parecidas a las que llevaban los
pastores que vivían en esa misma zona a principios de este siglo. Por
el contrario, las sociedades tecnológicamente complejas cambian a un
ritmo tan rápido que al final de su vida una persona apenas puede
imaginarse cómo era la sociedad y sus propias condiciones de vida en
el momento en que nació. Piense por un instante en algunos
elementos que son ya parte de nuestra cultura que dejarían perplejo,
quizá entusiasmado, pero más probablemente atemorizado a
cualquiera que hubiera vivido tres o cuatro generaciones anteriores a
la suya: los restaurantes de comida rápida, el fax, el teléfono móvil,
el cibersexo, los corazones artificiales, la cirugía por láser, la
reproducción in vitro, la ingeniería genética, la realidad virtual creada
por ordenador, la fibra óptica, los misiles inteligentes, la amenaza del
holocausto nuclear, las estaciones espaciales, la cirugía transexual, las
transmisión de imágenes vía satélite, etc. La verdad es que nos ha
tocado vivir en un mundo bastante extraño; muy extraño incluso si lo
comparamos con el mundo de nuestros abuelos. A medida que una
sociedad se va haciendo tecnológicamente más avanzada, se generan
cambios a un ritmo y de un alcance cada vez mayor y que terminan
afectando todas las esferas de la vida. Por ejemplo, cuando nuestros
antepasados aprendieron a utilizar la fuerza del viento, pronto
empezaron a construir barcos de vela, molinos de viento y, más
adelante, los primeros planeadores. Por poner un ejemplo más actual,
piense por un momento en los cambios que han producido en nuestro
estilo de vida la energía atómica o la informática.
Siguiendo las investigaciones de Gerhard y Jean Lenski, y tomando la
tecnología como rasgo distintivo, vamos a describir a continuación
cinco tipos de sociedades, que son las sociedades de cazadores y
recolectores, las primeras sociedades agrícolas y de pastores, las
sociedades propiamente agrarias, las sociedades industriales y las
sociedades postindustriales.
BIBLIOGRAFÍA: Macionis, John-Plummer, Ken; “Sociología”, Prentice Hall, Madrid, 1999, Pág. 69-71
¿QUÉ ES LA SOCIEDAD EUROPEA?
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Marx, Weber y Durkheim, de quienes ya hemos hablado en este capítulo, intentaron explicar la transformación de las
sociedades agrarias en sociedades industriales. Pero como los tres eran europeos su interés se centró en Europa. Es difícil
saber lo que es «Europa», sin embargo. Esto se puede comprobar inmediatamente: piense un momento en las características
básicas que, según su criterio, pueden servir para definir Europa. Seguro que a otro europeo que vive en un país distinto, o
en una región distinta en su mismo país, se le ocurren cosas distintas. En cierta forma, es difícil entender Europa como algo
coherente. En Europa hay más de 40 países y se hablan aún más lenguas. El paisaje y el clima también varía enormemente:
no es lo mismo el clima mediterráneo que el de los países escandinavos. El pasado y su memoria a veces acercan a unos
pueblos con otros, pero otros muchos los separan dolorosamente. La cultura política es también distinta. Los europeos del
norte son más individualistas que los del sur. Las escalas de valores de los daneses, finlandeses o suecos no son las mismas
que las de los italianos, portugueses o españoles. Pero incluso dentro de los mismos países europeos hay diferencias
culturales. Esto no es así únicamente por razón de identidades regionales o nacionales (como en el caso de Escocia o
Cataluña, por ejemplo), sino también por razón de la emigración. En Europa viven muchas familias de origen asiático,
magrebí, sudamericano, caribeño, etc. Sin embargo, y a pesar de todo esto, mucha gente sigue hablando de la «sociedad
europea». Cuando lo hacen así, ¿qué entienden por esto? Para hablar de la sociedad europea debemos intentar buscar
elementos comunes: una historia común, una geografía o, quizá, algunos rasgos culturales mínimos que todos los europeos
comparten. Podemos entender Europa, en términos de Benedict Anderson, como una «comunidad imaginada», esto es, como
una sociedad unida por una historia y cultura común. A pesar de todas las diferencias, uno podría pensar que los europeos
tienen ciertos valores comunes, que se derivan de una historia específica, distinta de las de otras regiones del mundo. En
Europa ha dominado el cristianismo, se inició la revolución industrial y emergió una cultura democrática. Tomados estos
valores en su conjunto quizá pueda decirse, como Agnes Heller, que «la cultura europea representa la modernidad, que
implica un afán por el conocimiento y el desarrollo tecnológico y material y, al mismo tiempo, valores como la libertad y la
igualdad (Wintie 1996: 11). Otra forma
de ver Europa es como un conjunto de
países que tienen como objetivo
convertirse en una unidad política.
Desde
la
II
Guerra
Mundial
(paradójicamente un acontecimiento
que significó el inicio de algunos
proyectos de unificación), este objetivo
se ha ido haciendo realidad. En 1948 se
celebró en La Haya el Congreso para
Europa, en el que diversos movimientos
europeístas propusieron crear una
Unión Europea. Desde entonces, este
proceso ha ido tomando cuerpo. En
1951, Jean Monnet se refería a la
Comunidad Europea del Carbón y del
Acero como «la primera expresión de la
Europa que está a punto de nacer".
Pero por aquellos años la Comunidad
Europea sólo tenía seis países
miembros: Bélgica, Francia, ltalia,
Alemania Occidental, Luxemburgo y
Países Bajos. Este proceso no ha sido
nada fácil. Ha habido países que han
apoyado este proyecto sin reservas
desde sus mismos inicios. Otros países,
por el contrario (como el caso del
Reino Unido, por ejemplo) han tenido
una actitud más ambivalente. Para
España, el ingreso en la entonces
Comunidad
Europea
significó
el
reconocimiento del éxito de su
transición a la democracia después de
que durante más de veinte años Europa
le hubiera cerrado sus puertas”
BIBLIOGRAFÍA:
Macionis, John-Plummer, Ken; “Sociología”, Prentice Hall, Madrid, 1999, Pág. 72-73
http://ccsssegundoeso.blogspot.com/2011/03/mapa-union-europea.html
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¿VA NUESTRA SOCIEDAD A MEJOR O A PEOR? EL PROBLEMA DEL PROGRESO
Se suele decir que una de las cosas que más diferencian a los europeos de los norteamericanos es el optimismo de estos
últimos. Los europeos, con una larga historia de conflictos y problemas, miran al futuro con mayor prevención. De hecho, en
buena parte de la historia intelectual europea no faltan la crítica, el desencanto, el cinismo, la desesperación y el
pesimismo. Weber, por ejemplo, acuñó la expresión «desencantamiento del mundo». Freud, pensaba que el progreso y la
felicidad eran términos contrapuestos. La historia reciente de Europa, con dos guerras mundiales y marcada por el
Holocausto, no contribuye mucho al optimismo. Los norteamericanos, por el contrar.io, parecen ver el futuro con mayor
ilusión.
Robert Nisbet, un sociólogo norteamericano, dijo en una ocasión uno de los rasgos definitorios de la modernidad era la
confianza en el progreso. El sociólogo sueco Therborn también ve el concepto de progreso como algo que puede diferenciar
el mundo premoderno de la modernidad y lo que se llama la posmodernidad. El progreso es lo que define al mundo moderno.
Según él: "La premodernidad mira constantemente hacia atrás, al pasado, buscando allí el último ejemplo de sabiduría, de
belleza, de gloria (...) La modernidad mira al futuro, tiene esperanza en él, hace planes para él. Lo construye. La
posmodernidad ha tirado por la borda o quizá ha perdido la idea de dirección (...) La modernidad termina allí donde palabras
como progreso, avance, desarrollo, emancipación, liberación, crecimiento, acumulación, ilustración, mejora, vanguardia,
etcétera, pierden su atractivo y su función como guías de la acción social» (Therborn, 1995: 4).
Entonces ¿hay progreso o es que el progreso se ha detenido a las puertas del siglo XXI? ¿Qué es lo que está pasando? Podemos
sentirnos positivos y pensar que es posible hablar de progreso. Desde principios del siglo XX el nivel de instrucción ha
aumentado notablemente. También, y aun teniendo en cuenta la inflación, el producto nacional y la renta per capita han
aumentado de forma espectacular. A principios de siglo casi nadie tenía teléfono y, fuera de las grandes ciudades, no había
electricidad. Nadie había oído hablar de cosas como la televisión, y los coches eran todavía un juguete de ricos. Hoy en día
caso todas las familias tienen teléfono. lavadora, frigorífico, radiocassette o incluso vídeo. Cada vez son más los hogares con
ordenadores conectados a Internet o conectados a la televisión digital y satélite. Mas importante: si en 1900 la esperanza de
vida era 47 años, la esperanza de vida al nacer es hoy treinta años superior. Pero también podemos sentirnos pesimistas y ver
la otra cara de la moneda. La verdad es que tampoco faltan argumentos para ello. Ciertamente, en algunos países el nivel de
vida de la población ha mejorado notablemente. Pero a costa de otros. Si comparamos entre las naciones, el grado de
desigualdad social es de una magnitud inmensa. Por ejemplo el 20 por ciento de la población mundial (alrededor de mil
millones de personas) carece de los suficientes alimentos para estar en condiciones de trabajar, y unos ochocientos millones
tienen su vida pendiente de un hilo. Si añadimos a esto otros problemas como la contaminación, la delincuencia, la
intolerancia racial, etc., el cuadro se hace más negro. En muchas ciudades el aumento de la delincuencia ha hecho que
muchas personas no se encuentren seguras ni en sus propias casas. El bienestar económico que hemos conseguido, combinado
con la facilidad con que nos desplazamos y cambiamos de residencia o de trabajo, parece que nos han hecho más inmunes al
sufrimiento ajeno, más soberbios y egoístas. En fin, parece que no faltan razones para el escepticismo. Entonces ¿en qué
quedamos? ¿la sociedad va a mejor o va a peor? Marx, Weber y Durkheim quizás puedan ayudarnos a enfrentarnos con esta
pregunta. Es fácil identificar alta tecnología con progreso. Pero cuidado aquí. La historia nos ha mostrad que si bien el
progreso tecnológico puede venir acompañado de ciertas ventajas, no garantiza una vida mejor. Marx, Weber y Durkheim no
tenían ningún reparo en reconocer que los progresos tecnológicos han hecho a las sociedades mucho más ricas, aunque
también más pobres en otros aspectos. Para Marx, el capitalismo ha hecho a las personas más inhumanas. En lugar de
colaborar unas con otras parecen estar siempre compitiendo unas contra otras, cuando no cegadas por el culto al dinero y la
riqueza. Para Weber, el precio también ha sido alto. Lo impone una multitud de organizaciones que parecen brotar como por
encantamiento pero empeñadas en hacer nuestras vidas más rutinarias, y a nosotros unos seres dóciles y obedientes. Buenos
siervos allí donde hay señor a quien obedecer. Y para Durkheim, la interdependencia funcional nos ha unido, ciertamente,
pero a costa de ponernos más difícil el encontrar lazos de unión de otro tipo, basados en una moral común, en un
entendimiento compartido de lo que está bien y lo que está mal. Parece entonces que no hay progreso sin costes (pero
también, como vimos al principio, que esos costes tampoco están igualmente repartidos).
Para seguir pensando sobre este tema
1. Haga su propio balance sobre este tema, anotando en un lado los costes y en otro los beneficios del progreso. ¿A qué
conclusiones se atreve a llegar? ¿Piensa que el mundo va a mejor o a peor?
2. ¿Piensa que el continuo desarrollo económico de nuestra sociedad es bueno en todos sus aspectos?
3. ¿Cree que los habitantes de los países pobres piensan de igual forma acerca de lo que es el progreso? ¿Cree que todo lo
que en Europa o EE.UU, se considera un progreso también es visto como un progreso en esos países? ¿Se le ocurre algún
ejemplo?
BIBLIOGRAFÍA:
Macionis, John-Plummer, Ken; “Sociología”, Prentice Hall, Madrid, 1999, Pág. 94-95
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