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LA DIMENSIÓN BIOLÓGICA: EL SER HUMANO Y LA FILOSOFÍA 0. INTRODUCCIÓN Durante el pensamiento, las distintas civilizaciones construyeron cosmogonías para explicar el origen del universo y del ser humano. En ellas, Dios o los dioses creaban (cristianos, musulmanes, judíos) u ordenaban (griegos y mesopotámicos) la materia inerte, apareciendo en ese instante el mundo. Sobre el que surgirá más tarde el hombre como resultado de una acción divina. Los seres serían resultado de una acción directa o indirecta de los poderes divinos. Ya en Grecia Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea de la vida, afirmando que ésta nace de la materia en descomposición. En el siglo XVII Francesco Redi intentó probar esta teoría (frascos con carne). Pasteur fue quien desmontó la creencia en la generación espontánea, concluyendo que cualquier tipo de vida procede de un organismo vivo preexistente. Pero la pregunta ¿De dónde procedía la primera forma de vida? Seguía sin respuesta. El recurso a Dios era inevitable. Incluso Darwin culmina el origen de las especies afirmando que el Creador inspiró la vida originalmente y que a partir de ahí comenzó la evolución, aunque en correspondencia privada contempla la posibilidad de que la vida surgiera por reacción química “en una pequeña charca caliente, en presencia de todo tipo de sales de amonio y ácido fosfórico, de luz, calor, electricidad…” A partir de 1930, Oparin y Haldane (hipótesis de la química prebiótica) desarrollaron la hipótesis de que la vida había nacido de compuestos inorgánicos (hidrógeno, poco oxígeno, y gases como el metano y el amoníaco); dicho compuesto estaría sometido a grandes reacciones energéticas debidas a la acción de los rayos solares. Todo ello daría lugar a la creación de moléculas orgánicas que caerían sobre la tierra, océanos generando el caldo nutritivo. Las moléculas comenzarían a unirse, formando compuestos que, sometidos a la selección natural, darían lugar a los primeros organismos vivos. En 1953 Stanley L. Miller realizó el experimento en el laboratorio. Obtuvo aminoácidos, compuestos orgánicos a partir de los cuales se generan las proteínas, componentes esenciales de los organismos vivos. Otros derivan la vida del ARN, junto al ADN (responsable de la información genética). También Cairns-Smith afirma que el primer replicador fue una arcilla, cuya irregular distribución atómica forzó la aparición del ARN. La astrofísica la vida llegó a la Tierra a través de los meteoritos que cayeron en ella, cargados de aminoácidos y otras sustancias orgánicas. Pero fuese como fuese, esos primeros organismos debían poseer información genética e instrucciones para replicarse y reproducirse. Desde la simplicidad se alcanzó, con el paso de los milenios, toda la complejidad y diversidad de formas de vida actuales. Hoy pocos dudan de que el origen de la vida hay que buscarlo en las reacciones químicas de compuestos inorgánicos provocadas por los fenómenos energéticos que afectaban la tierra en los tiempos prebiológicos. 1. EL SER HUMANO Y LA FILOSOFÍA Desde los orígenes de la filosofía, el ser humano se presenta como un enigma a resolver. Ya Platón lo sitúa a medio camino entre la eternidad del mundo de las ideas y la contingencia del mundo sensible. El ser humano como una suma irresoluble de alma y cuerpo. Un alma encarcelada en un cuerpo, que anhela regresar a su morada inicial. 1 Esa morada en la que conocía la realidad tal cual era y en la que adquiría su auténtica realidad. La preocupación antropológica también se encuentra en Aristóteles. La primera pregunta en torno al ser humano es ¿Cuál es su origen? No es lo mismo plantear que el ser humano sea el resultado de una mera evolución de la materia o, por el contrario, de un acto creador especialísimo de una inteligencia superior y distinta a la nuestra. Los avances científicos han supuesto una revolución, sin precedentes, en cuanto al conocimiento del ser humano. Sin embargo, las interpretaciones filosóficas y científicas se siguen configurando en tres posibilidades antagónicas entre sí. El creacionismo se presenta como una doctrina científico-filosófica que explica el origen del ser humano –también del universo en su conjunto- como un acto creador de Dios. Es una creación ex nihilo, es decir, desde la nada. La emanación, ya propuesta en la Grecia clásica, concibe el origen como un proceso de participación de lo Absoluto en lo finito del mundo y del ser humano. Un vaso que se llena y se desborda dando lugar a todo lo que existe. Para Plotino, todo procede por emanación de lo Uno. Desde ese Uno, surge en primer lugar el mundo, luego los distintos seres y, finalmente, lo inerte. El problema de este planteamiento es que no parece que aquello que se desborda pueda ser inferior a su propio origen (las tesis panteísta parten de este supuesto, porque todo, en definitiva, es lo Absoluto, divinidad o Dios). Para Spinoza, la realidad es un todo y todos sus componentes remiten a ese todo. La realidad es una única sustancia, Deus sive natura, Dios o la naturaleza. El evolucionismo sostiene que el ser humano procede del proceso de transformación de organismos más simples a organismos con estructuras más complejas (presocráticos). Anaximandro Empédocles sostuvo que unas especies procedían de otras (no tenía cabida la idea de creación, pues para ellos la materia era preexistente. La creación se introduce en el debate filosófico mediante la tradición judeo-cristiana). El cristianismo eliminó cualquier posibilidad de investigar en torno al tema. Fue en el siglo de las luces cuando Linneo realizó una clasificación de plantas y animales (desde el presupuesto fijista) en la que establece una jerarquía de parentesco y diferenciación gradual que evocan un posible origen común. Erasmus, abuelo de Darwin especuló sobre la transmutación de las especies vivientes, aunque sin concretar ninguna teoría evolutiva. La primera formulación en firme de las teorías evolucionistas se debe al biólogo y filósofo J. B. Lamarck (1744-1829). Y su formulación de la generación espontánea. En primer lugar expondremos las distintas teorías que a lo largo de la historia se han formulado sobre el origen del ser humano (actuales), y, en segundo lugar, qué visión filosófica del ser humano se deriva de una determinada concepción de su origen. PRIMATES ANTROPOIDEOS HOMINOIDEOS PÓNGIDOS (orangután, gorila, chimpancé) HOMÍNIDOS (género homo) 2 HOMINOIDEOS PÓNGIDOS (orangután) HOMÍNIDOS (gorila, chimpancé, homo) El hombre comparte con los primates: manos prensiles (no así los pies), extremidades delanteras especializadas, agudeza visual, retraso en la ontogenia, número reducido de crías por parto, gestación e infancia prolongadas, importante desarrollo del cerebro, complejidad en la vida social. 2. DEL AUSTRALOPITHECUS AL HOMO SAPIENS SAPIENS El ser humano pertenece al género Homo (3 millones de años), especie homo sapiens, subespecie Homo sapiens sapiens. Con la denominación género, se agrupa a un conjunto de seres que tienen determinadas características comunes. El género Homo abarca a los seres que poseen la capacidad de manejar instrumentos. Pero, para ello, el Homo necesitó poder andar erguido (bipedismo). De esta manera libera las manos, que al no ser usadas para el movimiento, desarrollan el dedo pulgar, básico para la aprehensión de objetos y su utilización. Otra característica esencial es la de poseer un cerebro más desarrollado, capaz de transmitir las órdenes oportunas a los distintos órganos. El recorrido del Australopithecus al Homo sapiens es el siguiente: -El Australopithecus, que se calcula que apareció hace unos 4 millones de años, es un homínido, pero no del género Homo. Caminaba en posición erguida, pero aún no poseía la capacidad de aprender y utilizar los instrumentos. Capacidad craneal 300 a 450 c.c. (A. afarensis 450 c.c. y robustus 550 c.c.) -El Homo Habilis es la especie más antigua del género Homo. Su aparición se data en unos 2 millones de años, y se extinguió un millón de años después. Era capaz de utilizar instrumentos y fabricarlos. Capacidad craneal 600 c.c. Utiliza el lenguaje como sistema de comunicación y posee una organización social más compleja. -El Homo erectus, del que se encuentran restos datados con una antigüedad de 1,8 millones de años, tiene la particularidad de ser el primer Homo que utiliza el fuego y dispone del mismo cuando lo necesita. Se extinguió hace sólo 200.000 años. Era capaz de tallar la piedra (mejora de instrumentos) y comenzó a vestirse de manera rudimentaria. Capacidad craneal 1.000 c.c. Aparición y difusión de la caza mayor. Desarrollo de la comunicación,organización y cooperación. -El Homo sapiens utiliza símbolos. Dentro de esta especie se distinguen dos subespecies: homo sapiens neanderthalensis o Neanderthal y el Homo sapiens sapiens o Cro-magnon. Capacidad craneal 1.400 c.c. El hombre del Neandertal vivió en una época comprendida entre hace 200.000 años y 30.000 años. Era de complexión más fuerte que el hombre moderno y enterraba a sus muertos (ritos funerarios, sepulcros). Además era capaz de fabricar utensilios de piedra. El hombre de Cro-Magnon es, básicamente, prototipo del hombre actual. Es ya un ser capaz de creación artística. Las conocidas pinturas rupestres pertenecen a este Homo. Su aparición es reciente; tan sólo hace unos 40.000 años. En ambas especies se prefigura ya la aparición de la inteligencia, características imprescindible para la delimitación de que el ser sea ya, propiamente, ser humano. 3 Se extiende la humanidad a todos los lugares del planeta. A él se debe la Revolución Neolítica que tuvo lugar en tres grandes áreas: trigo (Oriente Medio, Europa y Egipto); Arroz (Oriente lejano, China y Japón) y maíz (América). Proceso de urbanización. En la inmensidad de los millones de años que supone todo el proceso de aparición y desarrollo de las primeras formas de vida, la antigüedad del Cro- Magnon es mínima. Solo desde el periodo que se llama pleistoceno, hace unos 20.000 años aproximadamente, existe sobre nuestro planeta el Homo sapiens sapiens. Todo este proceso se conoce con el nombre de hominización. La hominización hay que distinguirla del proceso de humanización. La humanización supone la aparición de la inteligencia; capacidad propia de las dos subespecies del Homo sapiens. 3. EL EVOLUCIONISMO DE LAMARCK Y DARWIN Hasta el siglo XIX, la teoría que fue aceptada en torno al origen del ser humano era el fijismo. Ésta exponía que todos los seres vivos fueron creados inicialmente tal como se muestran y se observan en la época actual. Por tanto, todas las formas de vida son inmutables. Pero, si son inmutables resulta inexplicable la desaparición de numerosas especies. El biólogo francés Georges Couvier (1773-1832), gran defensor del fijismo no fue ajeno a esta objeción evidente. Supuso que la desaparición de distintas formas de vida se debió a los distintos cataclismos que sufrió el planeta; al mismo tiempo defendía una especie de conjunto de creaciones diseminadas en el tiempo, para dar explicación de la aparición de nuevos seres. El fijismo no se sustenta. Pero el intento explicativo de Couvier plantea una metodología que servirá de base a las teorías evolucionistas. Para el evolucionismo, la gran variedad de formas de vida solo es explicable como un proceso de cambio de unos organismos a otros mediante innumerables modificaciones. La primera explicación científica evolucionista la formuló el biólogo francés Lamarck. 3.1 . El lamarckismo Partió de la hipótesis de que los seres vivos evolucionaban siguiendo un proceso gradual ascendente en cuya cúspide se halla el ser humano; es decir, los organismos evolucionan de manera continuada a lo largo del tiempo desde formas simples hasta formas más complejas La causa de la evolución radica en el esfuerzo de las especies por adaptarse al medio en que viven. Como fruto de esa adaptación, desarrollan progresivamente aquellos órganos que más utilizan por motivos de necesidad, atrofiándose, sin embargo, los que no usan. Según él las características adquiridas por el uso y desuso de los órganos se transmiten hereditariamente a la descendencia. Las tesis de Lamarck se pueden resumir en tres asertos: -La función hace al órgano: todas las formas de vida, desde las más sencillas a las más complejas, se adaptan al medio en el que viven por un mero afán de supervivencia. -La herencia de los caracteres adquiridos: estas transformaciones adaptativas se transmiten de una generación a otra. -La adaptación al medio. Las dos primeras afirmaciones han sido rebatidas radicalmente por los descubrimientos genéticos del siglo XX. 3.2. La teoría de Darwin 4 Siguiendo el modelo de Lamarck, Darwin postuló dos afirmaciones básicas en la teoría evolucionista: - La lucha por la supervivencia: observando la numerosas formas de vida, es patente que muchas de ellas disminuyen en número, pues no todos los seres que forman parte de una especie sobreviven. Esto es debido a la competencia por distribuirse un espacio y un alimento común. - La selección natural: los que se adaptan al medio sobreviven. Estas adaptaciones se transmiten de generación en generación. Mediante la lucha por la supervivencia y la selección natural, a lo largo de numerosas generaciones, se da razón de los cambios evolutivos. Este proceso no es inmediato, sino muy lento y dilatado en el tiempo. Darwin defiende que la selección natural actúa a través de las variaciones hereditarias como principio de la evolución (no conocía los procesos de transmisión genética). En esta teoría se recogen algunas ideas de Lamarck. Todos los seres orgánicos provienen de un tronco común que se ha diversificado evolutivamente a lo largo de milenios. Sin embargo, una cuestión que no supo explicar satisfactoriamente el dawinismo fue la de cómo se transmitían los caracteres adquiridos, de tal manera que las variaciones favorables perdurasen generación tras generación. En 1866 el monje agustino G. Mendel publica los resultados de sus experimentos con guisantes, y explica los conceptos básicos de las leyes de la herencia, pero su artículo permaneció en el olvido hasta que Hugo de Vries lo redescubre. Éste con su teoría mutacionista intentó rebatir la selección natural como principal mecanismo de la evolución. Según él existen dos clases de variaciones: una, las modificaciones ordinarias (color del cabello, altura de una población) que no pueden dar lugar a nuevas especies; y otra, las mutaciones genéticas, que se transmiten por herencia de unas generaciones a otras y que originan profundas transformaciones en los individuos, dando lugar a especies originales. Las mutaciones pues, y no la selección natural, serían las causantes de la evolución. 3.3. La teoría sintética La polémica entre los mutacionistas y los dawinistas ocupó las primeras décadas del siglo XX. A ella se añadieron los biometristas (K. Pearson) quienes defendían un criterio cuantitativo para explicar la evolución; es decir, ésta se manifestaba gradualmente por acumulación de pequeñas variaciones y no por mutaciones cualitativas. La controversia se resolvió parcialmente con el avance de los estudios genéticos que permitieron integrar mutaciones y selección natural como complementarias entre sí. A esta corriente se la conoce con el nombre de teoría sintética (J. Huxley y T. Dobzhansky). La teoría sintética se basa, fundamentalmente, en la selección natural de Darwin, aunque con variaciones significativas, las más importantes son: -Según esta teoría, los progenitores dan a su descendencia una carga genética, pero ésta no es la mera suma de los genes paternos. Se producen variaciones de padres a hijos. -Por otra parte, la selección natural no es sólo adaptación al medio. Son muchos los factores que pueden dar lugar a la desaparición de unos y a la supervivencia de otros. Por tanto, los mejores adaptados también pueden sufrir cambios significativos con el curso del tiempo. Con el descubrimiento de la estructura del ADN por J. Watson y F. Crick surgió una nueva disciplina científica: la biología molecular, que avala la teoría sintética y confirma los principios básicos del evolucionismo, aunque todavía perduran entre los científicos pequeñas diferencias de matices a la hora de explicar la importancia de los distintos mecanismos de la evolución de las especies. 5 La gran objeción a la teoría sintética es que no da explicación de la denominada “macroevolución”, es decir, no da cuenta de la aparición de nuevas especies. Por tal motivo, surgen nuevas teorías evolucionistas que intentan solucionar las limitaciones de la teoría sintética. 3.4. Teoría del equilibrio punteado La evolución no es gradual, como sostienen los neodarwinistas, sino que se produce a saltos (N. Eldredge y Stephen Jay Gould. Existirían periodos de cierta calma evoluciotiva seguidos de bruscos cambios, breves en el tiempo, en los que se producirían importantes modificaciones evolutivas. La base de la teoría del equilibrio punteado se localiza en los estudios paleontológicos de restos fósiles. Éstos presentan numerosas discontinuidades y no muestran eslabones intermedios. 3.5. Neutralismo En desacuerdo con la teoría sintética, las tesis del japonés Motoo Kimura suponen un desplazamiento de la selección natural como factor decisivo en el proceso evolutivo. Los cambios evolutivos se deberían a la “deriva genética”. Las mutaciones que sufre el genoma de una especie originan unos “genes liberados” que no sufren las acción de la selección natural. Estos genes están disponibles a sufrir una serie de cambios que puedan dar lugar a la aparición de nuevas especies. 4. LA EVOLUCIÓN DEL SER HUMANO Las tesis evolucionistas son aceptadas, con bastante consenso, por la comunidad científica. Si bien, no constituyen un campo cerrado, pues el origen y la aparición de nuevas especies continúa siendo un enigma por resolver. ¿Cómo se produjo la evolución desde el Australopithecus al Homo sapiens sapiens? Según las teorías evolucionistas este proceso sigue el siguiente desarrollo: 1. Fase de radicación Durante esta fase se produce un aislamiento genético porque los individuos de una especie crean grupos cerrados por distintos mecanismos. Estos mecanismos son fundamentalmente de dos tipos: -Geográfico: por ejemplo una cadena montañosa. -Sexual: cuando los periodos fértiles aparecen en distintos momentos. Este aislamiento puede también ser debido a la propia dinámica interna de los grupos y no a motivos externos. 2. Fase de divergencia Una vez que se tiene a ese grupo de individuos formando un grupo cerrado, se produce la adaptación de los mismos al entorno, produciéndose cambios que propician la aparición de nuevos genes por transmisión de padres a hijos. 3. Fase de selección natural 6 Los que no se pueden adaptar al nuevo orden, desaparecen. Quedan los más aptos. Aquí se da la especiación, que consiste en una imposibilidad de relación sexual entre estos individuos aislados y la especie original que quedó al margen del aislamiento. 4.1. El proceso de humanización El Homo sapiens sapiens es inteligente. Lo que supone que es capaz de controlar la naturaleza y no estar a expensas de ella. Por tanto, los mecanismos de la evolución cesan cuando surge la inteligencia en su pleno desarrollo. En el Homo sapiens sapiens no se produce la fase de divergencia ni la selección natural. No hay adaptación; al contrario, es la naturaleza la que se ve moldeada por el ser humano. Los más desfavorecidos no tienen por qué desaparecer pues se produce una incipiente diversificación del trabajo y la cooperación entre los distintos componentes del grupo. No hay selección natural ni especiación porque la inteligencia no se muestra como factor genético. Con el Homo sapiens sapiens comienza el proceso de humanización. Al igual que las tesis evolucionistas, en su conjunto, necesitan nuevos descubrimientos, el proceso evolutivo del hombre se presenta aún con bastantes interrogantes por resolver. La inteligencia, como operación distintiva del ser humano, no es explicable, en su aparición, desde las tesis evolucionistas actuales. El ser humano procede de la evolución. Pero no se puede dar cuenta definitiva de su origen. Por tanto, las teorías acerca del ser humano y su origen siguen ocupando gran espacio en las discusiones filosóficas y científicas en la actualidad. 5. FILOGÉNESIS Pertenece a la filogénesis el estudio de la evolución del ser humano, no en su origen, sino en el resultado final de sus características anatómicas propias y de las notas distintivas de su comportamiento. Todas estas notas son propias del estudio de la biología. -Bipedismo: el ser humano camina erguido sobre sus dos piernas. El bipedismo supone la liberación de las manos que resultan ser la “herramienta de toda herramienta”. Esto posibilita la aprehensión de objetos y una mayor capacidad plástica a la hora de fabricar herramientas (defenderse y cazar). Tenían mejor control del terreno, extendiendo su campo visual (visión de depredadores y búsqueda de refugio, mayores oportunidades para la recogida de frutos. Incremento de vínculos sociales y familiares. Procurarse alimento y transportarlo al territorio familiar (división del trabajo entre macho y hembra). El bipedismo al ser un comportamiento adquirido exigió una relación parental más estrecha. Trajo consigo importantes transformaciones anatómicas: pie no prensil, piernas aptas para mantenerse en pie, columna con curvaturas idóneas para la posición erecta, cuello especializado para mantener una cabeza de mayor tamaño, aumento del volumen craneal, disposición dental sin grandes colmillos. -Desarrollo cerebral: con el bipedismo el eje cuerpo-cabeza adquiere una nueva estructuración. La aprehensión de objetos, la fabricación de utensilios dan lugar a una mayor cooperación entre los individuos. Esta tensión cooperativa posibilita el desarrollo del sistema nervioso central, sobre todo el desarrollo cerebral. Por otra parte, el ser humano, a diferencia de otros animales, nace demasiado pronto y en una absoluta necesidad, ya que su proceso de maduración es lento. Necesita de la ayuda de sus progenitores durante años. Esto permite un desarrollo del cerebro, que sería imposible en el interior del seno materno por razones de espacio físico. -Cultura: el ser humano es un ser poco especializado. Y esto, en vez de presentarse como carencia, se muestra como un logro. Al no poseer prácticamente instintos, o al poder ordenarlos, es capaz de transformar la naturaleza a sus necesidades. El ser humano es creador de cultura. 7 -Lenguaje: la capacidad humana de hablar requirió una serie de transformaciones de tipo fisiolçógico, como el descenso de la laringe, un mayor desarrollo de las cuerdas vocales y de zonas cerebrales coordinadoras de la capacidad simbólica. El lenguaje produjo un refuerzo de los lazos sociales y familiares. -El fuego: el fuego produjo la protección contra las inclemencias del tiempo, defensa contra ataques de animales, y una mayor salubridad de las comidas. -Sedentarismo: las primeras incursiones en el mundo de la agricultura y la ganadería, así como la creación de lugares más adecuados para vivir posibilitaron un cambio esencial en la vida de los primeros seres humanos. Este cambio también fue posible gracias a la capacidad intelectiva. El ser humano deja de estar a expensas de la caza inmediata y el fruto fácil de conseguir. Aprende a recolectar, a guardar víveres, a mejorar sus sistemas de caza. Surgen así las primeras comunidades sociales, rudimentarias, pero con un marcado aprecio del territorio y de los lazos de cooperación entre los distintos individuos. -La sociedad: la escasa especialización del ser humano hace de éste un ser desprovisto que necesita la ayuda de sus progenitores, primero, y luego, de la sociedad. No puede valerse por sí mismo. Sin embargo, esto no implica que el ser humano sea un ser social por necesidad, por conveniencia o por un mutuo acuerdo colectivo de no agresión de unos con otros. Es un ser social por naturaleza, porque en sociedad alcanza su plenitud como persona y no sólo la satisfacción de sus necesidades primarias. El ser humano es apertura hacia el otro, y en comunicación con él se realiza como tal. 6. EVOLUCIÓN Y CREACIÓN El creacionismo es una doctrina científico-filosófica que explica el origen del ser humano como un acto creador de Dios; y el evolucionismo, es una teoría que sostiene que el ser humano procede del proceso de transformación de organismos simples a organismos con estructuras más complejas. Tanto desde el punto de vista filosófico como científico, la posible armonización de ambas posturas –en principio contrapuestas- o la preeminencia de una sobre otra, ocupa en la actualidad un rico punto de debate. La evolución ocupa su lugar propio dentro de las teorías científicas y el creacionismo divino ocupa el suyo como cuestión religiosa-metafísica. Por tanto carece de rigor enfrentar ambas posturas cuando ocupan planos distintos de la realidad. Si la ciencia demostrara algún día que no hay creación posible, quizá la metafísica debiera callar, pero esto aún no ha ocurrido. Si se entiende por evolución un proceso de transformación que da lugar a unos seres y de estos seres se propician otros, ésta se podría dar desde una realidad creada; por tanto, serían compatibles ambas posibilidades. Porque la evolución explica lo que existe desde otra cosa anterior existente. La creación sería la posibilidad de un algo existente que diera sentido a un posterior proceso evolutivo. La evolución entendida como origen y final de sí misma cerraría las puertas a cualquier intervención creadora. Pero una evolución así entendida sería la causa y el efecto de sí misma. La naturaleza no puede ser creativa en términos absolutos. Tampoco tendría sentido alguno aferrarse a un creacionismo radical y negar las evidencias de las aportaciones científicas acerca de la evolución. El caso hipotético de una creación divina acompañada de una evolución posterior no desdibuja el concepto metafísico de Dios. 8 9