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PROCESOS COGNITIVOS La sensación Texto extraído de: -Myers. Psicología.Ed. Panamericana Bs. As. -WHittaker. Psicología Inteamericana. México. -Ballesteros. Psicología General. Un enfoque cognitivo.Universitas. Madrid. Nuestro cerebro flota en un mundo interior silencioso y acolchado de absoluta oscuridad. Muchísimos estímulos bombardean nuestro cuerpo desde el mundo exterior. Estos hechos plantean un interrogante fundamental, que se ha anticipado a millares de años a la psicología, y contribuyo a inspirar sus comienzos hace unos 100 años: ¿Cómo penetra ese mundo exterior? Para conferir un sesgo moderno a la pregunta: ¿Cómo elaboramos nuestras representaciones al mundo exterior? ¿Cómo logramos realizar la experiencia de la forma y la textura del mundo, de su movimiento y su temperatura, de su aroma y su belleza?. Para aprehender el modo en el que el mundo extraño obtiene representación en el interior de nuestra cabeza, son útiles tres conceptos de la computadora: la entrada, el procesamiento y la salida. Los objetos físicos emiten o reflejan energía. Nuestros órganos sensoriales detectan esta energía (entrada) y la codifican en forma de señales nerviosas que nuestro cerebro organiza e interpreta (procesamiento) en formas de experiencias consientes (salida). Las percepciones consiguientes afectan nuestras reacciones, que a su ves pueden modificar nuestras percepciones. EL jugador de softbol poco experimentado que se aleja demasiado en busca de la pelota pronto aprende a juzgar mejor las posibilidades. La distinción entre sensación y percepción es confusa, y tiende a ser cada vez más dudosa. En general, la sensación alude al modo en que nuestros receptores sensoriales y el sistema nervioso representan 1 físicamente nuestro ambiente externo. La concentración de este capitulo en la sensación usa por consiguiente una perspectiva “desde abajo” acerca del modo en que realizamos la experiencia del mundo. Parte de los receptores y se eleva a niveles superiores de procesamiento. La percepción se refiere al modo en que organizamos e interpretamos mentalmente esta información. En el capitulo siguiente adoptaremos una perspectiva mas de “arriba abajo” acerca de cómo utilizaremos nuestra experiencia, las expectativas y otros factores de nivel superior, nuestra mente elabora lo que vemos y oímos. Aunque la sensación y la percepción son en realidad un proceso continuo, consideraremos la percepción como conciencia, un proceso mental que se inicia allí donde termina la sensación, que es su base fisiológica. Para identificar, por ejemplo, una A y una A como As y no como Hs o Rs, debemos estar en condiciones de sentir (detectar, codificar) y percibir (organizar, interpretar) la información. La sensación suministra la información en bruto que la percepción elabora en el marco de nuestra experiencia. EL MUNDO QUE SENTIMOS: ALGUNOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES Los sistemas sensoriales permiten que el organismo obtenga la información necesaria para funcionar. Un especialista en audición expone cada oído a diferentes niveles de sonoros. El test de audición define el punto en que un sonido es detectado acertadamente en un 50% de veces. Para cada uno de los sentidos ese punto 50-50 define el umbral absoluto. El umbral “absoluto” es el punto en el que detectamos un estimulo la mitad del tiempo. procesamos automáticamente, sin intención, sin conciencia del hecho, enormes cantidades de información. 2 Deteccion de señales. La detección de un estimulo débil o señal depende no solo de la intensidad de la señal (por ejemplo el tono en un test de audición), sino también del estado psicológico: la experiencia, la expectativa, la motivación y la fatiga. Así, los que estudian detección de señales informan que no existe solo un umbral absoluto. Los fatigados padres de un recién nacido percibirán el mas débil gemido proveniente de la cuna, y en cambio, los sonidos mas estridentes y desprovistos de importancia les pasaran inadvertidos. En una situación de guerra, impregnada de horror, la incapacidad para descubrir a un intruso puede significar la muerte. Así un centinela que monta guardia, solo en la noche, puede advertir un ruido casi imperceptible y disparar sobre el. En tiempos de paz, cuando la supervivencia no esta amenazada, el mismo centinela necesita una señal mas intensa antes de sentir que hay peligro. Los teóricos que estudian el problema de la detección de señales tratan de comprender por que la gente reacciona de distinto modo ante los mismos estímulos, y por que las reacciones de la misma persona varían según las circunstancias. Tales variaciones de detección de señales pueden tener consecuencias decisivas para la vida o la muerte cuando las personas son responsables de la detección de señales en una pantalla de radar, de armas en un puesto de control en un aeropuerto, o de señales criticas en el equipo de monitores de la enfermería de un hospital. Los estudios de detección de señales, en el que la gente debe determinar si hay un estimulo débil, han demostrado, por ejemplo, que después de unos 30 minutos de desempeño de tales tareas, la vigilancia de las personas disminuye. Pero esto depende de la tarea, de la hora del día e incluso de que se otorgue a los sujetos la posibilidad de ejercitarse. Estimulo subliminal. En 1956 se desato una polémica a causa de un informe que pretendía que los asistentes a los cines de New Yersey, estaban siendo sometidos, sin que ellos lo perciban, a mensajes imperceptibles que le recomendaban BEBA COCA COLA y COMA MAIZ FRITO. Más de 35 años después, la polémica se ha renovado. Se afirma que los anunciantes manipulan a los consumidores imprimiendo imperceptiblemente la palabra sexo en las galletas e incorporando imágenes eróticas a los anuncios de bebidas. Se dice que las canciones de 3 Rock contienen “mensajes satánicos”, que pueden ser escuchados si se pasan las grabaciones en sentido inverso; y también que el material puede persuadir al incauto oyente incluso cuando se utiliza normalmente. Los promotores ofrecen ayudarnos a adelgazar, a dejar el cigarrillo, y a mejorar nuestra memoria mediante grabaciones de sonidos marinos relajantes que contienen mensajes inaudibles, por ejemplo “Soy delgado”, “Fumar es desagradable”, y “Hago bien los tests. Poseo una retención total de información”. Estas afirmaciones incluyen dos premisas: que inconcientemente podemos sentir estímulos subliminales (literalmente, “bajo el umbral”), y que, al margen de nuestra conciencia esos estímulos poseen extraordinaria capacidad de sugestión. ¿Podemos hacer tal cosa?¿Consiguen dichos estímulos lo que se le atribuye? “El corazon tiene razones que la razón no conoce” Pascal Pensées, 1670 ¿Podemos sentir estímulos que están por debajo de nuestros umbrales absolutos? En cierto sentido la respuesta es afirmativa. Recuérdese que el umbral “absoluto” es el punto en el que detectamos un estimulo la mitad del tiempo. En el umbral, o levemente por debajo del mismo, continuaremos detectando el estimulo parte del tiempo. La respuesta es también afirmativa en otro sentido. La gente que alega ignorancia total cuando se le pide que formule un juicio perceptivo- por ejemplo, al decidir cual de dos pesos similares es mayor- generalmente acierta al azar. A veces sabemos más de lo que creemos. ¿Podemos vernos afectados por estímulos tan débiles que nunca los advertimos?. Algunos experimentos recientes sugieren que, en ciertas condiciones, la respuesta puede ser afirmativa de nuevo. En un experimento se mostró a alumnos repetidas veces una serie de figuras geométricas, cada una durante menos de 0,01 segundos, lo necesario para 4 percibir solo un destello de luz. Después, los estudiantes informaron que las figuras representadas les agradaban más que las figuras que no habían sido proyectadas, a pesar de que este no tenia idea de cuales eran cuales. Es mas, las palabras invisibles pueden “condicionar” la respuesta a una pregunta ulterior. Si la palabra pan fue proyectada con tal rapidez que no pudo detectarse el destello, es posible después reconocer una palabra afín como manteca más velozmente que palabras sin relación, como frasco o burbuja. A veces sentimos lo que no conocemos y ni podemos describir. Por lo tanto, podemos procesar información sin tener conciencia de la misma. Evidentemente un estimulo débil desencadena en nuestro interior una respuesta débil (una respuesta que puede llegar a nuestro cerebro, donde evoca un sentimiento, aunque no el conocimiento conciente del estimulo). Lo que la mente conciente no identifica, el corazón puede saberlo. Pero, ¿la sensación subliminal demuestra las afirmaciones empresariales acerca de persuasión subliminal? ¿Los anunciantes o los grupos diabólicos de rock pueden manipularnos realmente con la “persuasión oculta”? El casi consenso entre los psicólogos dedicados a la investigación se inclinan por la negativa. Su fallo se asemeja al de los astrónomos que afirman que, en efecto, los astrólogos aciertan al afirmar que las estrellas y los planetas están allí; pero que no nos afecta directamente. Asimismo, los que estudian el procesamiento de la información subliminal responde afirmativamente a la sensación subliminal, pero no a la posibilidad de “reprogramar la mente inconciente”. El umbral diferencial (también conocido como diferencias apenas perceptibles) es la diferencia mínima que una persona puede detectar entre dos estímulos el 50% de las veces. El umbral diferencial aumenta con la magnitud del estimulo. Si se agrega un gramo a un peso de diez gramos uno detectará la diferencia. Si se agrega un gramo a un peso de diez kilogramos no se detectara por que el umbral de la diferencia ha aumentado. La proporción exacta varia de acuerdo con el estimulo. Para que la persona media perciba sus diferencias, dos luces deben tener una intensidad que varié de un 8%, dos objetos deben tener pesos que sean 5 diferentes en un 2%, y dos tonos deben diferir en frecuencia solo en el 0,3%. ADAPTACION SENSORIAL Usted entra en la sala de su vecina y huele un olor desagradable. Se pregunta como puede soportarlo, pero al cabo de unos minutos ya no lo advierte. Al zambullirse en una piscina de natación, usted tiembla y se queja del frió; un rato después llega un amigo y usted exclama: “Vamos, entra. El agua esta estupenda”. Estos ejemplos ilustran la adaptación sensorial, la disminución de nuestra sensibilidad ante un estimulo invariable. (Para realizar la experiencia de este fenómeno, eleve dos centímetros su reloj pulsera. Lo oirá, pero solo unos momentos). Tras la exposición constante a un estimulo, nuestras células nerviosas comienzan a activarse con menos frecuencia. Entonces, ¿por qué, si miramos sin pestañear un objeto este no desaparece de nuestro campo visual? Por que sin que lo advirtamos nuestros ojos están siempre moviéndose. Aunque la adaptación sensorial reduce nuestra sensibilidad, ofrece un beneficio importante: nos permite concentrar la atención en los cambios informativos de nuestro ambiente sin que nos distraiga la estimulación constante y no informativa de las prendas, los olores y los ruidos de la calle. Nuestros receptores sensoriales están atentos a la novedad; si se los hastía con la repetición, se encargaran de detectar cosas más interesantes. Este hecho refuerza una idea fundamental: percibimos el mundo, no exactamente como es, sino como nos conviene percibirlo. 6 RECEPTORES SENORIALES LA VISION Parte de nuestro talento natural depende de la capacidad del cuerpo para convertir un tipo de energía en otro. Esta transducción sensorial es el proceso que determina que nuestros sistemas sensoriales conviertan la energía del estimulo en mensajes nerviosos. Por ejemplo, el ojo recibe la energía luminosa y la transduce (transforma) en electroquímica nerviosa. El estudio de un sistema sensorial comienza analizando cómo transducimos sus estímulos desencadenantes para convertirlos en mensajes nerviosos. La entrada del estimulo: la energia luminosa En términos científicos, lo que afecta nuestros ojos no es el color sino los pulsos de energía electromagnética que nuestro sistema visor recibe como color. Lo que vemos como luz visible no es más que un pequeño fragmento de todo el espectro de la radiación electromagnética. El espectro electromagnético pasa de los pulsos largos u ondas de transmisión radial a la banda angosta del espectro que vemos como luz visible, y las ondas imperceptiblemente cortas de los rayos cósmicos. Otros organismos son sensibles a diferentes porciones del espectro. Como señalamos antes, las abejas no pueden ver el rojo pero sí la luz ultravioleta, la parte del espectro que provoca la quemadura de sol en los seres humanos. Dos características físicas de la luz ayudan a determinar nuestra experiencia sensorial de la misma. Su longitud de onda –la distancia de una onda a la siguiente determina el matiz (el color que percibimos, azul o verde ). La intensidad: la cantidad de energía de las ondas luminosas (determina por su amplitud), influye sobre la luminosidad. Aunque el espectro de la luz visible es un continuo de longitudes de onda, los humanos tendemos a ver en ella cuatro colores fundamentales: rojo, amarillo, verde y azulvioleta. Para comprender cómo transformamos la 7 energía física en una sensación cromática, necesitamos entender primero la estructura de nuestro sistema visual. El ojo En ciertos aspectos, el ojo funciona como una cámara fotográfica (o mas exactamente, la cámara funciona del mismo modo en que el siglo diecinueve entendía el ojo).Tanto en el ojo como en la cámara, la luz penetra por una pequeña abertura detrás de la que se halla una lente que concentra los rayos recibidos en una imagen proyectada sobre una superficie sensible a la luz (fig. 5-6). La pequeña abertura del ojo es la pupila. El tamaño, y por lo tanto la cantidad de luz que ingresa en el ojo, está regulado por el iris, un músculo de color que rodea y dilata o constriñe la pupila. El cristalino concentra los rayos que ingresan modificando su curvatura, un proceso denominado acomodación. La superficie sensible a la luz en la que se concentran los rayos es la retina, el tejido de varias capas que reviste el interior del fondo del globo ocular. Durante siglos los científicos supieron que cuando la imagen de una vela pasaba por una pequeña abertura, la imagen especular aparecía invertida sobre una pared oscura que estaba detrás. El hecho desconcertaba a los estudiosos. Si la retina recibe una imagen invertida, ¿Cómo podemos ver el mundo del derecho? Una posibilidad era que el elemento sensorial del ojo fuera el cristalino. Leonardo Da Vinci, siempre dominado por la curiosidad, comprendió que no era así y concibió otra idea. Quizá los fluidos acuosos del ojo torcían los rayos luminosos, y reinvertían la imanen para enderezarla cuando llegaba a la retina. Pero en 1604 el astrónomo y experto en óptica Johannes Kepler demostró que la retina, en efecto, recibía imágenes invertidas del mundo (Crombie, 1964). ¿Y como podríamos entender el mundo así? “Deje el asunto”, dijo el desconcertado Kepler, “a los filósofos de la naturaleza”. Los “filósofos de la naturaleza”, con el tiempo incluyeron a los psicólogos investigadores, descubrieron que la retina no interpreta la imagen como un todo. Mas bien puede afirmarse que las millones de células receptoras convierten la energía luminosa en impulsos nerviosos. Esos impulsos se 8 envían al cerebro y allí se organizan para crear una imagen percibida, al parecer, del derecho. La retina. Si siguiéramos el recorrido de una sola partícula de energía luminosa que penetra en el ojo, veríamos que el primero atraviesa la capa extrañas de sombras de la retina, y llega a las células receptoras profundas, los bastoncillos y los conos. Cuando la energía luminosa estimula los bastoncillos y los conos originan señales nerviosas que actúan sobre las células bipolares vecinas, las cuales a su vez activan sus células ganglionares próximas. Los axones de la red de células ganglionares confluyen como las hebras de una cuerda para formar un nervio óptico que lleva la información al cerebro. El nervio óptico debe enviar al mismo tiempo un millón de mensajes, a través de casi un millón de fibras ganglionares. En el punto en que el nervio óptico sale del ojo no hay células receptoras lo cual origina un punto ciego. Fig. 5-6. 9 La mayor parte de conos esta orientada alrededor de la fóvea, el área de la retina en que está el foco central . De hecho, la fóvea contiene únicamente conos, no bastoncillos. A diferencia de los bastoncillos, muchos conos tienen sus propias células bipolares que los ayudan a retransmitir a la corteza sus mensajes individuales. En este sistema preserva exacta su información, y determina las mejores condiciones para detectar los detalles más menudos. (Los bastoncillos que carecen de esa línea de comunicación directa con el cerebro, comparten con otros bastoncillos las células bipolares, del modo que combina los mensajes individuales.) Como ilustración, si el lector elige una palabra de esta oración y la mira fijamente, de modo que la imagen se concentre en los conos de su fóvea, verá que las palabras situadas unos pocos centímetros de cada lado parecen borrosas. Se debe a que la imagen toca la región más periférica de la retina, donde predominan los bastoncillos. Solo los conos nos permitan ver el color. Donde la iluminación disminuye, los conos se adaptan prontamente, los bastoncillos con mas lentitud. Sin embargo, los bastoncillos continúan siendo sensibles con pocas luz, una condición a los que los conos no responden. Por eso uno no ve los colores en las penumbras. Así, cuando entramos en un teatro en sombras o de noche apagamos la luz, las pupilas se dilatan para permitir que llegue mas luz a los bastoncillos de la periferia de la retina. Es típico que se necesiten 20 minutos o más antes de que los ojos se adapten por completo. Uno puede demostrar la adaptación a la oscuridad cerrando un ojo hasta 20 minutos, y después iluminando la habitación, pero no lo suficiente para leer este libro con el ojo abierto. Ahora, abra el ojo adaptado a la oscuridad y lea. Este periodo de adaptación a ala oscuridad es otro ejemplo de la notable capacidad de adaptación de nuestros sistemas sensoriales, y permite, de hecho, la transición sensorial a la penumbra, desde la puesta de sol a la oscuridad. 10 Ojo humano: Conos Bastoncillos Numero 6 millones 120 millones Lugar ocupado en la retina centro periferia Sensibilidad con la luz escasa baja ¿Sensible al color? Si alta no Ahora que sabe todo esto acerca del ojo, ¿imagina por que un gato ve mucho mejor que usted durante la noche? Hay dos razones: por un lado, las pupilas de un gato pueden abrirse mucho mas que las nuestras, permitiendo el paso de mas luz, y por otro, un gato tiene una proporción mas elevada de bastoncillos sensibles a la luz (Mosert, 1987). Pero hay una compensación: con un menor numero de conos, un gato no puede ver los detalles y el color con la misma eficacia que nosotros. AUDICION Como nuestros restantes sentidos, nuestra capacidad para oír o audición, es una cualidad sumamente adaptativa. Oímos una amplia gama de sonidos, pero oímos mejor los sonidos que poseen frecuencias incluidas en una gama que corresponde a la gama de la voz humana. También somos muy sensibles a los sonidos tenues, una ventaja evidente para la supervivencia de nuestros antepasados cuando cazaban o se veían cazados. (Si nuestros oídos fueran mucho más sensibles, oiríamos un zumbido constante originado por el movimiento de las moléculas del aire). Más aun, somos intensamente sensibles a las diferencias de los sonidos. 11 Podemos detectar fácilmente las diferencias entre millares de voces humanas, lo cual nos ayuda a reconocer instantáneamente la voz de casi todas las personas conocidas. En el caso de la audición o de la visión, el interrogante fundamental es :¿Cómo lo hacemos?¿Cómo transducimos la energía sonora en mensajes nerviosos que el cerebro interpreta como un sonido especifico que proviene de determinado lugar? La entrada del estímulo: las ondas sonoras La energía del estimulo de la audición esta en las ondas sonoras – moléculas de aire entremezcladas, cada una de las cuales choca contra la mas próxima, como ocurre con el impulso transmitido a través del atestado túnel de salida de un estadio de fútbol-. Las ondas resultantes del aire comprimido y expandido son como las ondas circulares en un estanque que se ensanchan a partir del lugar en que una piedra arrojada irrumpió en la superficie del agua. La intensidad, o amplitud, de las ondas sonoras, determina su sonoridad. En el caso del sonido como en el de la luz, podemos tolerar intensidades del estímulo un millón de veces más intensas que el estímulo detectable más débil. La longitud y por consiguiente la frecuencia de estas ondas determina su timbre. Cuanto mas largas sean las ondas (por lo tanto cuanto mas baja sea su frecuencia) mas bajo será el timbre; cuanto mas cortas sean las ondas (por lo tanto, cuanto mas elevada sea su frecuencia), mas alto será el timbre. Un flautín produce ondas sonoras mucho mas breves que un timbal. El oído Para oír, tenemos que arreglárnosla de modo que las ondas sonoras se conviertan en actividad nerviosa. El oído humano realiza esta hazaña mediante una complicada reacción mecánica en cadena. Primero, el oído externo visible canaliza las ondas sonoras a través del canal auditivo hasta el tímpano, una membrana tensa que vibra con las ondas. El oído medio transmite las vibraciones del tímpano a través de un pistón formado por tres huesecillos (el martillo, el yunque y el estribo) llevándolas a un tubo en 12 forma de caracol, en el oído interno, denominado cóclea o caracol. Las vibraciones que llegan hacen que la membrana del caracol (la ventana oval) imprima vibraciones al fluido que lleva ese tubo. Ese movimiento determina ondas de la membrana basilar, que está revestida con células pilosas, y que se denomina así a causa de sus minúsculas proyecciones del tipo del vello. Al final de esta secuencia, el movimiento de la membrana basilar doblega las células, originando impulsos en las fibras nerviosas adyacentes. A través de esta cadena mecánica de hechos, las ondas sonoras determinan que las células pilosas del oído interno envíen mensajes nerviosos hasta la corteza auditiva del lóbulo temporal. Del aire que vibra al pistón que se mueve, a las ondas fluidas, a los impulsos eléctricos en el cerebro: este es el proceso que nos permite oír . (Ver fig 5-7) Fig. 5-7- ¿Cómo percibimos el timbre?¿Como sabemos si un sonido es el gorjeo agudo de un pájaro o el grave rugido de un cañón?. El pensamiento 13 actual acerca del proceso que nos permite discriminar el timbre, al igual que el pensamiento actual acerca del modo de discriminar el color, combina teorías. La teoría del lugar supone que oímos diferentes timbres porque distintas ondas sonoras desencadenan actividad en diferentes lugares a lo largo de la membrana basilar del caracol. Así el cerebro puede determinar el timbre de un sonido identificando el lugar de la membrana del que recibe señales nerviosas. Cuando Georg von Békésy (1957) perforó orificios en los caracoles de conejos de indias y cadáveres humanos y examinó el interior con un microscopio, descubrió que las ondas de alta frecuencia desencadenaban actividad sobre todo cerca del nacimiento de la membrana del caracol, descubrimiento que contribuyó a su premio Nóbel en 1961. Aunque la teoría del lugar explica como oímos los sonidos agudos, no explica como oímos los sonidos graves, porque las señales nerviosas que generan no están tan claramente localizadas en la membrana basilar. La teoría de la frecuencia sugiere una solución diferente al misterio de la discriminación del timbre. La membrana basilar vibra a causa de la onda sonora que entra. Esto desencadena impulsos nerviosos que llegan al cerebro con el mismo ritmo que la onda sonora. Si la onda sonora tiene una frecuencia de 100 ondas por segundo, entonces 100 impulsos por segundo ascenderán por el nervio auditivo. Así, el cerebro puede determinar el timbre de acuerdo con la frecuencia de los impulsos nerviosos. La teoría de la frecuencia puede explicar cómo percibimos los sonidos graves. Pero las neuronas individuales no pueden activarse con mas rapidez que 1000 veces por segundos; entonces, ¿Cómo puede explicarse que percibamos sonidos con frecuencia superiores a 1000 ondas por segundo (en general, el tercio superior de un teclado de piano, y aun mas)? Aquí debemos considerar el principio de la andanada: como los soldados que se alternan para disparar, de modo que algunos pueden tirar mientras otros cargan, las células nerviosas pueden alterar su activación, y obtener así una frecuencia combinada muy superior a 1000 veces por segundo. La teoría del lugar explica con especial eficacia como percibimos los timbres agudos, y la teoría de la frecuencia los timbres graves. Una 14 combinación de los 2 procesos parece resolver el problema de los timbres de alcance intermedio. El ruido afecta no solo a nuestro oído sino también a nuestra conducta. En las tareas que exigen una ejecución atenta, la gente que se encuentra en ambientes ruidosos trabaja con menos eficacia y comete más errores (Broadbent, 1978). La gente que vive con ruido constante en fábricas, en hogares próximos a los aeropuertos y en apartamentos que están cerca de las vías del ferrocarril y de las autopistas sufre elevados índices de trastornos relacionados con el stress; la elevada presión sanguínea, la ansiedad y los sentimientos de impotencia son comunes. Pero, ¿es el ruido la causa del estrés? Los experimentos de laboratorio acerca de los efectos psicológicos del ruido sugieren una respuesta. En unos de estos experimentos David Glass Jerome Singer recrearon el ruido de la vida urbana grabando en cintas el parloteo de las maquinas en la oficina y de personas que hablaban en diferentes idiomas. Mientras trabajaban en distintas tareas, la gente escuchaba ese ruido, emitido estrepitosamente o en un nivel bajo, con intervalos previsibles o imprevisibles. Al margen de las condiciones, la gente pronto se adaptaba al ruido y rendía bien en la mayoría de las tareas. Pero después de haber soportado estos ruidos, los que se veían expuestos a un intenso ruido imprevisible luego cometían más errores en una tarea de corrección de pruebas, y reaccionaban más prontamente ante la frustración. Conclusión: el ruido es motivo de tensión, sobre todo cuando es un hecho imprevisto o incontrolable. Eso explica por que el trompeteo imprevisible e incontrolable del estereo de otra persona puede ser mucho mas turbador que los mismos decibelios de nuestro propio artefacto. En tales oraciones deseamos que, así como nuestros ojos tienen parpados, nuestras orejas tuvieran tapones. 15 Fig-5-8- La intensidad de algunos sonidos medidas en decibeles 140 ---------------------- Banda de rock (ampliada) a corta distancia 130 120 -------------------------- Trueno intenso 110 -------------------------- Avión de reacción a 500 pies 100 -------------------------- Tren subterráneo a 200 pies 90 La exposición prolongada por encima de los 85 decibelios provoca la perdida de la capacidad auditiva. 80 ---------------------------- Esquina de una calle activa 70 60------------------------------ Conversación normal 50 40 ------------------------------ Habitación típica 30 20 ------------------------------ Murmullo 10 0-------------------------------- Umbral de la audición 16 Baja ---------------- Timbre ---------------------- Alta Frecuencias del tono en ondas por segundos Perdida de la audición La complicada y delicada estructura del oído determinaba que sea vulnerable al daño. Los problemas con el sistema mecánico que lleva las ondas sonoras hasta el caracol determina la Sordera por conducción. Si se perfora el tímpano o si los minúsculos huesos del oído medio pierden su flexibilidad, la capacidad del oído para llevar las vibraciones desminuye. Un audífono puede restablecer la audición al ampliar las vibraciones. El daño infligido a los receptores de las células pilosas del caracol o los nervios asociados puede provocar la sordera nerviosa. Una vez destruidos, estos tejidos continúan muertos, aunque un audífono pueda ampliar el sonido para estimular otras células pilosas. La sordera nerviosa tiene tres causas -la enfermedad, los cambios biológicos relacionados con el envejecimiento y la exposición prolongada al ruido o la música estrepitosos. La pérdida de la audición a causa de la edad es mas acentuada en las frecuencias mas altas. A juicio de los adultos de mas 17 edad, los pájaros gorjean con sonidos muy bajos, los murmullos se hacen ininteligibles. Las personas cuya audición esta deteriorada forman un grupo variado. Algunas padecen una sordera profunda, y otras tienen la audición parcialmente deteriorada. Algunas quedan sordas “perórales” (antes de conocer el lenguaje); otras han conocido el mundo de la audición. Algunas se comunican mediante un lenguaje de señales y se identifican con la cultura de la sordera basada en ese lenguaje; otras, especialmente las que son sordas posturales, son “oralistas” que se relacionan con el mundo de la audición leyendo el movimiento de los labios; algunas se mantienen entre la cultura de los sordos y la cultura de la audición. En el caso de los niños sordos , alrededor de la cuarta parte asiste a escuelas en régimen de internado, la mitad participa en programas especiales de educación en las escuelas públicas, y la cuarta parte restante esta incluida parcial o totalmente en las aulas regulares, y a veces recibe ayuda de interpretes del lenguaje de signos. Entre los individuos que tienen la audición deteriorada, como ocurre en general, hay algunos estudiantes que se caracterizan por el aprendizaje lento, y otros son brillantes. En esencia, todos los niños, sordos o capaces de oír, y al margen de que utilicen signos o hablen, dan muestras de una notable capacidad para aprender el lenguaje. Sea como fuere, todas las personas cuyas capacidad auditiva está deteriorada afrontan problemas. Como los temas académicos están basados en lenguajes verbales, el rendimiento académico puede verse perjudicado. Los problemas sociales son incluso mas graves. Sin poder comunicarse según los modos usuales, los niños sordos y sus compañeros de juego tratan de coordinar sus actividades. Los adolescentes deben soportar a veces la exclusión social y la consiguiente disminución de la auto confianza. Incluso los que sufren deterioro de la audición en la edad adulta pueden descubrir que las dificultades de la interacción social determinan una suerte de timidez. “Es una actitud casi universal en los sordos el deseo de provocar en las personas que oyen bien las menores dificultades posibles “, informa Henry Kisor director y articulista de prensa en Chicago, que perdió la visión a los tres años. “Podemos ser discretos y tímidos hasta 18 el extremo de la invisibilidad. A veces, esta tendencia puede paralizarnos. Yo debo combatirla constantemente…” o se. Mi madre de 82 años, con quien nos comunicamos escribiendo notas en una “pizarra mágica” que permite borrar lo escrito, vive en un mundo silencioso, y hace mucho que renuncio al estrés y a la tensión provocadas por el intento de interactuar con personas fuera de un pequeño circulo de familiares y viejos amigos. Ahora que mi propio oído esta disminuyendo en una trayectoria que me acerca a ella, descubro que me siento adelante o en el centro, en los teatros y las asambleas, que busco rincones discretos en los restaurantes, que pido a mi esposa que haga los llamados a los a amigos cuyo acento difiera del nuestro, y utilizo aparatos amplificadores para los sonidos de la TV y el teléfono. Pero la principal frustración sobreviene cuando, con el auxiliar auditivo o sin el, no puedo oír la broma que todos están festejando; cuando después de repetidos intentos no alcanzo a entender la pregunta de otra persona exasperada, y no puedo fingir que la entiendo; cuando no alcanzo a oír las frecuencias graves del contrabajo que mi hijo esta tocando en la orquesta de la escuela; cuando los miembros de la familia renuncian al intento y dicen “Oh, no importa”, después de que por tres veces intentaron decirme algo sin importancia. A medida que mi madre fue envejeciendo, llego a pensar que la búsqueda de interacción social no justificaba el esfuerzo. Pero para el periodista Kisor la comunicación justifica el esfuerzo: “De modo que en general aprieta los dientes y avanza. Esforzarse, conectarse, comunicarse con otros, incluso atravesando un abismo de silencio, es afirmar nuestra humanidad como criaturas sociales”. Los otros sentidos Para los seres humanos, ver y oír son los principales sentidos. Dependemos de ellos, sobre todo para la comunicación. Nuestro cerebro concede a estos dos sentidos prioridad en la distribución de tejido cortical. En el caso de otros animales, las prioridades son diferentes. Los tiburones y los perros dependen de su extraordinario sentido del olfato, y cuentan con la 19 colaboración de un amplio sector de la corteza consagrado a el. De todos modos, privados de nuestro sentido del tacto, de nuestro sentido del gusto y del olfato, y de nuestro sentido del movimiento y de la posición del cuerpo, los seres humanos nos veríamos seriamente perjudicados, y nuestra capacidad para gozar del mundo disminuiría perniciosamente. El tacto Si uno tuviera que renunciar a un sentido, ¿cuál elegiría? Si pudiera conservar un solo sentido, ¿cuál seria? El tacto seria un buen candidato a la conservación. Desde el comienzo mismo el tacto es particularmente esencial para nuestro desarrollo. El niño en el proceso de desarrollo aumentan de peso más rápido y vuelven a su hogar antes si se los estimula con el masaje manual. Nuestro “sentido del tacto” en realidad es una mezcla de cuatros sensaciones diferentes de la piel: La presión, la calidez, el frío y el dolor. Si se tocan diferentes sentidos de la piel con un cabello suave, un alambre tibio o frío, y la punta de alfiler vemos que algunos puntos son especialmente sensibles a la presión, otros al calor, otros al frío, y otros aun al dolor. En la piel hay diferentes tipos de terminaciones nerviosas especializadas ¿Significa eso que cada uno de estos tipos es un receptor para cada uno de los sentidos básicos de la piel, mas o menos como los receptores de los conos del ojo que responden a colores básicos de la luz? Aunque parezca extraño, no hay una relación simple entre lo que sentimos en un lugar dado y el tipo de terminación nerviosa especializada que encontramos allí. Excepto la presión, que en efecto tiene receptores identificables, la relación entre la tibieza, el frió y el dolor y los receptores correspondiente continúa siendo un misterio. Otras sensaciones epiteliales son variaciones de las fundamentales: -Acariciar puntos de presión adyacentes provoca hormigueo. -La caricia suave y repetida en un punto doloroso creara una sensación de prurito. 20 -Tocar lugares adyacentes de frió y presión provoca una sensación de humedad, lo que uno puede sentir tocando el metal seco y frió. -Estimular puntos próximos de frió y tibieza produce una sensación de “calor”. Los puntos fríos responden a temperaturas muy bajas o muy elevadas. Sentimos calor cuando una temperatura elevada activa puntos fríos y tibios. Le procesamiento de la información a través del tacto activo de denomina percepción háptica. La información sensorial adquirida a través de los receptores de la piel, en unión con la información obtenida a partir de los movimientos y la percepción de las posiciones de las diferentes partes del cuerpo, contribuyen a proporcionar al receptor una información útil sobre las formas y los objetos del medio. La visión parece el sentido dominante en el ser humano. Sin embargo, el tacto activo no es un sentido menos valioso y dependiente de la visión. Cuando el perceptor intenta extraer información acerca de ciertas dimensiones de las superficies de los objetos, como pueden ser la textura, la dureza o la temperatura de de los mismos, el tacto es más preciso que la visión. Pero si para las personas con visión el tacto proporciona información valiosa, para los invidentes el tacto supone la forma principal de extraer información sobre el medio y sobre los objetos que lo componen (Ballesteros, 1993/1996; 1993). La mano, y no la piel como antes se creía, constituyen el verdadero órgano receptivo del tacto. Cuando tratamos de percibir hápticamente, movemos los dedos con un propósito determinado realizando los movimientos mas adecuados para el tipo de información que deseamos extraer. Klatzky y Lederman (1987) han identificado una seria de movimientos exploratorios que los perceptores utilizan para extraer información sobre distintas propiedades de la forma realzada: movimientos laterales de los dedos para detectar la textura de una superficie, movimientos de presión para comprobar su dureza, o contacto estático para determinar la temperatura de un objeto. 21 Dolor. El dolor es el modo que tiene el cuerpo de decirnos que algo anda mal. Atrae nuestra atención sobre una quemadura, un desgarro, o una fractura, y nos indica que debemos modificar inmediatamente nuestra conducta. Las pocas personas que nacen sin la posibilidad de sentir dolor pueden sufrir heridas graves sin ni siquiera recibir la señal de peligro que es el dolor. Más numerosos son los individuos que soportan el dolor crónico. El sufrimiento de las personas que tienen dolores de espalda, artritis, jaquecas y sufrimientos relacionados con el cáncer, como formas persistentes o recurrentes, plantea dos interrogantes: ¿Qué es el dolor? ¿Cómo podemos controlarlo? ¿Qué es el dolor? El dolor no es solo una propiedad de los sentidos – de la región donde lo sentimos -, sino también del cerebro. Del mismo modo que el soñador ve con los ojos cerrados y el oyente escucha una resonancia en el silencio mas absoluto, los amputados pueden sentir dolor en los miembros inexistentes. Estas “sensaciones del miembro fantasma” indican que con el dolor, como con las imágenes y los sonidos, el cerebro puede interpretar mal la actividad nerviosa. Teoría del control de la entrada. Melzac y Wall creen que la medula espinal contiene una especie de “entrada” neurológica que bloquea y permite el paso de las señales del dolor en dirección al cerebro. La medula espinal contiene pequeñas fibras nerviosas que conducen la mayoría de las señales del dolor en dirección al cerebro. La médula espinal contiene pequeñas fibras nerviosas que conducen la mayoría de las señales del dolor, y fibras más grandes que conducen la mayoría de las restantes señales sensoriales. Cuando se lesiona el tejido, las pequeñas fibras activan y abren la entrada nerviosa, y uno siente dolor. La actividad de las fibras grandes cierra las puertas del dolor, y elimina éste. Así, un modo de tratar el dolor crónico es estimular (eléctricamente, mediante el masaje o incluso mediante la acupuntura) la actividad de “cierre de la entrada” en las grandes fibras nerviosas. Si se frota el área que está alrededor del dedo del pié golpeado, la estimulación competidora bloqueará alguno de los mensajes del dolor. El hielo sobre una tumefacción sirve no solo para controlar la inflamación sino también para originar mensajes de 22 frío que cierran la puerta a las señales del dolor. Por ejemplo, un paciente artrítico puede usar una pequeña unidad portátil de estimulación eléctrica junto al área del dolor. Cuando la unidad estimula los nervios de área, el paciente experimenta una sensación vibratoria en lugar del dolor (T. Murphy, 1982) Control del dolor. Si el dolor es un fenómeno físico y psicológico, tiene que ser tratable tanto física como psicológicamente. De acuerdo con el tipo de síntomas, las clínicas del control del dolor seleccionan una o mas terapias de una lista que incluye drogas, cirugía, acupuntura, estimulación eléctrica, masaje, ejercicios, hipnosis, entrenamiento en la relajación, y distracción del pensamiento. Si uno distrae a la gente con imágenes agradables (“piense en un ambiente tibio y cómodo”) o aparta su atención del estímulo doloroso (“cuente hacia atrás de tres en tres”) se aplica un modo especialmente eficaz de aumentar la tolerancia al dolor (Fernández y Turk, 1989; McCaul y Malott, 1984) El gusto Como el sentido del tacto, el sentido del gusto implica cuatro sensaciones básicas; dulces, agrias, saladas y amargas (McBurney y Gent, 1979). Todos los gustos restantes son mezclas de estos cuatro. Los investigadores se han visto frustrados en su búsqueda de fibras nerviosas especializadas para cada una de las cuatro sensaciones fundamentales del gusto, pero han descubierto áreas de la lengua que poseen sensibilidades especiales: la punta de la lengua para los sabores dulces, el área posterior de la lengua para el amargo. El gusto es un sentido de carácter químico. En el interior de las pequeñas protuberancias del extremo superior y a los costados de la lengua hay 200 o mas papilas gustativas. Los receptores del gusto se reproducen todas las semanas, de modo que si uno se quema la lengua con alimentos calientes, el hecho tiene escasa importancia. Sin embargo a medida que uno envejece el número de 23 papilas gustativas disminuye, lo mismo que la sensibilidad al sabor (Colwart, 1981). (No es de extrañar que a los adultos les agraden los alimentos de sabor fuerte, rechazados por los niños). El consumo intenso de tabaco y alcohol aceleran la declinación de las papilas gustativas y la sensibilidad. Aunque las papilas gustativas son esenciales para saborear, la lengua siente más que el sabor. Si uno se tapa la nariz, cierra los ojos y pide a otra persona que le suministre distintos alimentos, un pedazo de manzana puede parecer lo mismo que un trozo de patata cruda; un pedazo de carne puede parecer cartón. Para paladear un sabor normalmente aspiramos el aroma por la nariz –que es la razón por la cual comer no es muy divertido cuando uno tiene un resfriado intenso-. Se trata de la interacción sensorial –el principio de que un sentido puede influir sobre otro-. El olfato influye sobre el gusto. Asimismo percibimos bien el lugar que ocupa la vos directamente frente a nosotros, en parte porque también vemos que la persona está enfrente, no detrás, arriba o debajo. El olfato La respiración va siempre apareada –inhalar, exhalar- excepto en dos momentos: el nacimiento y la muerte. Todos los días, cuando uno inhala o exhala casi 20.000 bocanadas de aire que mantiene la vida, baña las fosas nasales en una corriente de moléculas cargadas de olor. Las experiencias resultantes del olfato son experiencias mas intimas de lo que uno cree. Para oler algo, nosotros debemos inhalar algo de la persona en cuestión. Como el gusto, el olor es un sentido químico. Olemos algo cuando las moléculas de una sustancia llevadas por el aire, llegan a un minúsculo agrupamiento de 5 millones de células receptoras que se encuentran en el extremo superior de cada una de nuestras cavidades nasales. Estas células receptoras olfativas, que se mueven como las anémonas de mar sobre una roca, responden selectivamente al aroma de los bizcochos, a un hilo de humo, a la fragancia de una amiga, y avisan instantáneamente al cerebro. Incluso los niños de pecho y sus madres aprenden en seguida a reconocer cada uno de los olores del otro (McCarthy, 1986). Una foca madre que 24 regresa a una playa atestada de cachorros encontrará al suyo con la ayuda del olor. La capacidad para identificar olores culmina al principio de la edad adulta, y disminuye después de avanzar la edad. A pesar de nuestra capacidad para discriminar olores, no somos igualmente eficaces para describirlos. Los olores también pueden evocar recuerdos y sentimientos. En su obra En busca del tiempo perdido, el novelista francés Marcel Proust describió como el aroma y el sabor de una madalena empapadas en té evocaba recuerdos muy antiguos del dormitorio de su tía en la vieja residencia de la familia. Los estados de ánimo placenteros determinados por los olores gratos también pueden impulsar el rendimiento de los trabajadores. Es decir, los olores son capaces de evocar recuerdos y de recuperar sentimientos afines. 25 LA MEMORIA Textos extraídos de: -Myers. Psicología.Ed. Panamericana Bs. As. -WHittaker. Psicología Inteamericana. Méx -Ballesteros. Psicología General. Un enfoque cognitivo.Universitas. Madrid. -Ballesteros y García. Procesos Psicológicos Básicos. Universitas. Madrid. Imaginemos nuestra vida sin memoria. No seria posible saborear el recuerdo de los momentos gratos, ni el sentimiento de culpa o el sufrimiento que derivan de los recuerdos dolorosos. Cada momento seria una experiencia nueva. Pero cada persona seria un extraño y cada tarea –vestirse, cocinar, montar en bicicleta- sería un desafío novedoso, y cada idioma una lengua extranjera. La memoria es el almacén de la mente, la reserva del saber acumulado. A juicio de Cicerón, la memoria era “el tesoro y el guardián de todas las cosas”. A los ojos de un psicólogo, memoria es cualquier indicio de que el aprendizaje ha persistido en el curso del tiempo EL FENÓMENO DE LA MEMORIA La amplitud de la memoria humana es evidente en algunos casos fascinantes: cuando conversamos con John, nos impresionan su genio, su inteligencia (puede decirnos el título de su tesis de master en física) y su habilidad para escribir a máquina. Puede pasar tiempo antes de que uno advierta que john sufre un trágico defecto, provocado por una lesión del cerebro que sufrió en un accidente de motocicleta. John no puede formar recuerdos nuevos. Aunque recuerda su vida anterior al accidente, john vive en un presente eterno. Cada mañana cuando la terapeuta rehabilitadora lo saluda, tiene que volver a presentarse. Ella lo escucha con paciencia mientras el vuelve a relatar interminables anécdotas de su vida anterior al accidenta. 26 Cuando lo precisa, john pregunta:”¿Dónde está el cuarto de baño?” y se le informa de nuevo. En el otro extremo hay algunas personas especiales que ganarían medallas en una olimpíada de la memoria. Una mujer, a quien el psicólogo Ulric Neisser (1982) llama MZ, sería la envidia de todos los estudiantes. Hasta que sufrió una grave enfermedad, a los 29 años, MZ podía recordar todo lo que sus maestros escribían en la pizarra, y fragmentos enteros de sus libros de textos. Al trabajar como técnica bióloga, su jefe comenzaba la jornada impartiéndole instrucciones detalladas acerca del orden exacto en que debía disponer unos 150 insectos; y MZ lo hacía sin escribir nada. La medalla de oro de nuestra olimpíada de la memoria probablemente correspondería a un ruso, Shereshevskii, o S, como lo denominaba el insigne psicólogo soviético Alexander Luria (1968). La memoria de S le valió un lugar en prácticamente todos los libros modernos acerca de la memoria. Usted y yo podemos repetir una serie de siete dígitos, casi seguro que a lo sumo nueve. S podía repetir hasta 70 dígitos o palabras siempre que se los leyeran con una separación de 3 segundos en una habitación silenciosa. Es mas, podía recordarlos con la misma facilidad en una lectura hacia delante o hacia atrás. Su exactitud era infalible incluso cuando de le pedía que recordara una lista al cabo de 15 años de habérsele dado, luego de haber memorizado centenares de listas diferentes. “Sí, sí”, recordaba. “Esta fue una serie que usted me dio cuando estábamos en su departamento… Usted estaba sentado frente a la mesa y yo en la mecedora… Usted vestía un traje gris y me miraba así”. ¿Tales hazañas de la memoria determinan que la suya parezca débil? En este caso, considere su propia capacidad para recordar innumerables voces, sonidos y canciones, gustos, olores y texturas; caras, lugares y hechos. Imagine que ve más de 2.500 diapositivas de caras y lugares, solo diez segundos cada una, y después ve 280 de estas diapositivas, una por vez, aparcada con una diapositiva que antes no había visto. Si Usted se asemeja a los sujetos de un experimento de Ralph Haber (1970), identificará el 90% de las que vio antes O considera la vivacidad de sus recuerdos de momentos únicos y muy emotivos de su pasado, como un accidente de automóvil, el primer beso romántico, el primer día como inmigrante en una país nuevo, o donde estaba 27 cuando oyó alguna noticia sumamente impresionante. En mi caso uno de estos recuerdos se refiere al único tanto que logré en una temporada completa de la pequeña liga de béisbol. La mayoría de los norteamericanos mayores de 45 años saben muy bien que estaban haciendo exactamente cuando conocieron la noticia del asesinato del presidente Kennedy (Brown y Kulik, 1982). Pocos residentes del área de la bahía de San Francisco vacilarán en recordar exactamente donde estaban cuando comenzó el terremoto de 1989. quizá Usted recuerde donde estaba cuando el trasbordador espacial challenger explotó. Esta claridad de nuestros recuerdos de hechos sorprendentes y significativos induce a algunos psicólogos a denominarlos recuerdos destellantes, porque es como si el cerebro ordenara: “¡fotografíen esto!”. ¿Cómo realizamos semejantes hazañas de la memoria? ¿Cómo podemos recordar cosas en las cuales no hemos pensado durante años, y sin embargo olvidar el nombre de la persona a quien conocimos hace un minuto? ¿Cómo se almacenan los recuerdos en nuestro cerebro? ¿por qué incluso nuestros recuerdos destellantes a veces resultan completamente erróneos? (las personas que unas horas después de la explosión del Challenger recordaban dónde habían oído la noticia, a veces a veces mostraban una imprecisión total cuando de nuevo evocaban su paradero uno a tres años mas tarde, McCloskey y col., 1988; Neisser y Harsch, 1992.) ¿Lo que sabemos acerca de la memoria nos aporta indicios respecto del modo de mejorar nuestros recuerdos? Estos serán algunos de los interrogantes que formularemos mientras revisamos los conceptos extraídos de un siglo de investigación acerca de la memoria. La memoria como procesamiento de la información Un sistema de procesamiento de la información semejante a una computadora constituye un modelo útil para la memoria humana. Recordar un hecho exige que incorporemos información a nuestro cerebro, la conservemos y después la recuperemos. Estos tres pasos –codificar, almacenar y recuperar- se aplican no solo a la memoria humana sino también a otros sistemas de procesamiento de la información. Por ejemplo, una biblioteca debe contar con un modo de adquirir y catalogar información (codificación), conservarla (almacenar), y conseguir que esté a disposición de los usuarios 28 (recuperación). Pero para nuestros fines, la computadora es un modelo apropiado de cómo funciona nuestro sistema de la memoria. Consideremos de que modo una computadora codifica, almacena y recupera información. En primer lugar la computadora traduce la entrada (por ejemplo, mediante pulsaciones) a un lenguaje electrónico, más o menos como el cerebro codifica información sensorial y la convierte en un lenguaje nervioso. Después, la computadora almacena permanentemente grandes cantidades de información depositada en un disco. De este depósito de información puede recuperar un archivo o un documento y convertirlo en un recuerdo a corto plazo o “funcional”, que a su vez recibe nueva información desde el teclado. Parte de esta memoria funcional es visible en la pantalla. Asimismo, almacenamos grandes cantidades de información en la memoria a largo plazo. De nuestro depósito de la memoria podemos retirar información contenida en una memoria a corto plazo de capacidad limitada, nuestra memoria “funcional”, que también recibe información de nuestra experiencia actual. Parte de esta memoria funcional de corto alcance se exhibe en la pantalla mental que denominamos conciencia. Es típico que nuestra memoria a corto alcance almacene solo alrededor de siete fragmentos de información (con error de dos en mas o en menos), una capacidad de rememoración que ha sido entronizada en la psicología como “el Número Mágico Siete, mas o menos dos” (Millar, 1956). En realidad, el alcance de la memoria a corto plazo de la gente – la cantidad de información que puede recordar acertadamente el 50% de las veces- varía. La memoria a corto plazo es levemente más eficaz en el caso de los dígitos al azar (por ejemplo, los de un número telefónico) que en el de las letras al azar, que a veces tienen sonidos similares. Es levemente mejor en el caso de la información que escuchamos en el caso de la que vemos. Los adultos tienen memoria de más amplio alcance que los niños (Chi, 1976). De todos modos, el principio fundamental conserva su validez: en un momento dado, podemos procesar solo una proporción muy limitada de información. ¿Qué controla cada sistema? Con la computadora, el operador recupera o agrega información en la memoria funcional. Con nuestro sistema de memoria, los nuevos estímulos tienen un modo de entrar en la conciencia. (la sensación, muestra que los sonidos y las imágenes cambiantes, no la estimulación constante, atraen nuestra atención.) Como los directores de orquesta, no 29 podemos concentrar la atención en todas la cosas al mismo tiempo, de modo que focalizamos la atención sobre ciertos estímulos entrantes y sobre las experiencias que recuperamos de la memoria a largo plazo (Cowan, 1988) Memoria sensorial Consideremos lo que un sugestivo experimento con la memoria reveló acerca de nuestra memoria sensorial, el registro inicial de la información sensorial en el sistema de la memoria. Como parte de su investigación, George Sperling (1960) mostró a varias personas tres hileras de tres letras cada una, durante sólo 1/20 de segundo. Era como tratar de leer ayudándose con los relámpagos de una tormenta. Después que las nueve letras desaparecieron de la pantalla, los sujetos pudieron recordar solo la mitad. ¿Por qué? ¿era porque dispusieron de tiempo insuficiente pare verlas? Sperling demostró con inteligencia que incluso a esa velocidad del rayo, la gente en realidad puede ver y recordar todas las letras, pero solo momentáneamente. Más que pedirles que recordasen al mismo tiempo las nueve letras, Sperling emitía un tono alto, mediano o grave inmediatamente después de iluminar las nueve letras. Esta clave orientaba al sujeto de modo que informase sólo las letras de la hilera superior media o baja, respectivamente. Ahora, los sujetos rara vez omitían una letra, y demostraban así que las nueve letras eran momentáneamente recuperables mediante el recuerdo. El experimento de Sperling reveló que tenemos una memoria fotográfica fugaz llamada memoria icónica. Durante un instante, los ojos registran una representación exacta de una escena y podemos recordar cualquier parte de la misma con sorprendente detalle. Pero eso persiste solo unas pocas décimas de segundos. Si Sperling demoraba la señal sonora apenas un segundo, la memoria icónica desaparecía y los sujetos volvían a recordar alrededor de la mitad de las letras. La pantalla visual se vacía de prisa, como debe ser, pues si no actuase de ese modo las nuevas imágenes se superpondrían a las antiguas. La imagen sensorial auditiva, llamada memoria ecoica, también dura menos de un segundo (Cowan, 1988). Pero un eco auditivo interpretado parcialmente aparece con más lentitud. Las últimas pocas palabras habladas parecen 30 demorarse 3 o 4 segundos. A veces en el momento mismo en que usted pregunta “¿Qué dijo?” puede escuchar en su mente el eco de lo que se dijo. CÓMO CODIFICAMOS LA INFORMACIÓN ¿Cómo se codifica la información sensorial, una vez registrada y transferida al sistema de la memoria? Tras leer esta oración, ¿Cómo se codifican las palabras? ¿Codifica usted la imagen de las palabras, un proceso denominado codificación visual? ¿Codifico usted el sonido de la palabra, proceso denominado codificación acústica? ¿O la oración fue codificada según su sentido, un proceso denominado codificación semántica? Hasta cierto punto la codificación es automática, y libera la atención consciente del procesamiento de la información que exige esfuerzo. Por lo tanto, su memoria referida al camino que usted siguió para llegar ayer a clase puede ser atendida mediante el procesamiento automático. si quiere aprender los conceptos contenidos en este capítulo, necesita un procesamiento esforzado. Procesamiento automático Se codifica con esfuerzo escaso o nulo, una proporción enorme de información acerca del espacio, el tiempo y la frecuencia: durante un examen, se puede recordar el lugar de la página del texto en que aparece el material olvidado. Se puede recordar una secuencia de los acontecimientos del día con el fin de adivinar donde dejó la chaqueta .uno puede saber “ésta es la tercera vez que me encuentro con usted esta tarde”. Los recuerdos de este tipo se forman casi automáticamente. De hecho, además de que el procesamiento automático puede ejecutarse sin esfuerzo, también es difícil suspenderlo. Cuando uno oye o lee una palabra en su idioma natal, es prácticamente imposible abstenerse de registrar automáticamente su significado. Otros tipos de procesamientos, por ejemplo la codificación de significados verbales, no están incorporados a nuestros sistemas automáticos. Debemos aprenderlos primero. Entonces, su codificación llega a ser automática. Por ejemplo, aprender a leer oraciones invertidas al principio exige esfuerzo: 31 Con la práctica, la tarea comienza a facilitarse, del mismo modo que leer de derecha a izquierda puede ser fácil para los estudiosos del hebreo (kolers, 1975). El procesamiento automático exige escaso esfuerzo, a veces ninguno, sin que le prestemos atención, y sin que interfiera en nuestro pensamiento acerca de otras cosas. Si ese procesamiento no exige atención especial, pedir a la gente que preste atención especial a la información que codifica automáticamente, por ejemplo cuando juzga la frecuencia de las palabras presentadas durante un experimento, aportará escaso beneficio. Es precisamente lo que sucede a menudo según informan Lynn Hasher y Rose Zacks (1979, 1984). Auque el recuerdo de este material puede mejorar modestamente gracias al esfuerzo (Naveh-Benjamin), nuestra codificación es principalmente automática. No podemos conectar y desconectar a voluntad. Procesamiento esforzado Otros tipos de información solo los codificamos y retenemos con esfuerzo y prestando atención durante el trayecto del dedo desde la guía telefónica hasta el teléfono, el recuerdo de un número telefónico desaparecerá, a menos que uno trate de retenerlo en la conciencia. Para comprobar con cuanta rapidez desaparecerá, Lloyd Peterson y Margaret Peterson (1959) pidieron a la gente que recordasen tres consonantes, por ejemplo chj. Para impedir que hubiese repetición de las letras, pidieron a los sujetos que comenzaran inmediatamente a contar en voz alta hacia atrás, de tres en tres, a partir de un número cualquiera. Después de tres segundos la gente recordó las letras solo alrededor de la mitad del tiempo; después de 12 segundos, rara vez hubo ningún tipo de recuerdo. La importancia del ensayo o repetición conciente, fue demostrada hace mucho tiempo por el investigador pionero de la memoria verbal, el filósofo alemán Hermann Ebbinghaus (1850-1909). Ebbinghaus hizo por el estudio de la memoria lo que Ivan Pavlov por el estudio del condicionamiento. Impaciente con las conjeturas filosóficas acerca de la memoria, Ebbinghaus quiso estudiarla científicamente. Con ese propósito, decidió estudiar su propio aprendizaje, y su olvido de los materiales verbales novedosos. 32 ¿Dónde podía hallar Ebbinghaus material verbal que no fuera familiar? Su solución fue preparar una lista de todas las sílabas posibles sin sentido creadas mediante la intercalación de una vocal entre dos consonantes. Después, para determinado experimento, elegía al azar una muestra de las sílabas. Para tener una idea del modo en que Ebbinghaus se probaba a si mismo, léase rápidamente en vos alta, ocho veces, la siguiente lista. Después, rememore los ítems (de Badley, 1982): JIH, BAZ, FUB, YOX, SUJ, XIR, DAX, LEQ, VUM, PID, KEL, WAV, TUV, ZOF, GEK, HIW. Después de aprender esta lista, Ebbinghaus podía recordar pocas sílabas al día siguiente. Pero, ¿las olvidaba por completo? Cuantas más veces repetía la lista en vos alta el día 1, menor número de repeticiones necesitaba para reaprender la lista el día 2. Por lo tanto, aquí había un sencillo principio de iniciación: la proporción recordada depende del tiempo dedicada al aprendizaje. Incluso después de aprender el material, el ensayo suplementario (sobreaprendizaje) aumenta la retención. Así, John Dean recordó casi perfectamente sus comentarios acerca del “cáncer en la presidencia”, una observación que el había escrito y ensayado varias veces antes de comunicarla al presidente Nixon. Harry Bahrick (1984) confirmó el principio de Ebbinghaus. Descubrió que los docentes de la Universidad Wesleyan de Ohio pronto olvidaban las caras y los nombres de la mayoría de sus ex alumnos, a quienes veían solo durante un período de tiempo. En cambio, estos condiscípulos se veía unos a otros en repetidas ocasiones a lo largo de 4 años, y este sobre aprendizaje les permitía, un cuarto de siglo mas tarde, reconocer los nombres de los condiscípulos y las fotografías de los anuarios. Los nombres de los condiscípulos no solo eran sobre aprendidos a través de la repetición, sino también aprendidos en el curso del tiempo. Algunos experimentos (Dempster, 1988) confirman el beneficio suplementario de un efecto de espaciamiento: el estudio espaciado suele aportar mejor retención a largo plazo que la acumulación en breve lapso. Un fenómeno cuya experiencia el lector realizó seguramente ilustra todavía mejor los beneficios del ensayo. Los experimentadores mostraron a los individuos una lista de ítem (palabras, nombres, fechas) y después les pidieron 33 que recordasen inmediatamente los ítem en cualquier orden. Cuando la gente se esfuerza por recordar, a menudo se ve sometida al efecto de la posición serial: suele recordar los números primero y último mejor que los que están en posiciones intermedias. Quizá porque todavía se encuentran en la memoria funcional, recuerdan especialmente bien los últimos ítem. Pero después de cierto tiempo, el recuerdo es más eficaz respecto de los primeros ítem. Se da una situación análoga en la vida cotidiana: imaginemos que le van presentando a varias personas, y, usted va repitiendo el nombre de todos, empezando por el primero, mientras le siguen presentando gente. Al final habrá pasado usted más tiempo repitiendo los primeros nombres que los últimos. Así al día siguiente probablemente recordará mejor los primeros nombres La repetición no codificará con la misma importancia toda la información. A veces, la sola repetición de la información, por ejemplo el nuevo número telefónico que nos disponemos a marcar, no es bastante para almacenarlo con el fin de recuperarlo después (Crack y Watkins, 1973: Greene, 1987). Entonces, ¿Cómo procesamos la información para incorporarlo a la memoria de largo plazo? Procesar nuestra entrada sensorial es como clasificar la correspondencia del día: instantáneamente desechamos ciertos materiales, y abrimos, leemos y conservamos otros. Procesamos la información de tres modos fundamentales: codificamos el significado, visualizando la información y organizándola mentalmente. Codificación semántica: el procesamiento del significado. ¿Recuerda la oración acerca del alborotador? ¿Puede completar la oración: “El irritado alborotador arrojó…”? Cando procesamos la información verbal para almacenarla, generalmente codificamos su significado. Por ejemplo, lo asociamos con lo que ya sabemos o imaginamos. Que escuchemos “eye-scream” como “ice cream” (crema helada) o “I scream” (yo grito) depende del modo en que el contexto y nuestra experiencia nos inducen a interpretar los sonidos. Entonces quizá a semejanza de los sujetos de un experimento realizado por William Brewer (1977), usted recuerda la oración acerca del alborotador con el significado que le asignó al leerla (por ejemplo, “El irritado alborotador arrojó la piedra a través de la ventana”) y no como esta escrito (“el irritado alborotador arrojó la piedra a la ventana”). Como lo indica esta rememoración, tendemos a 34 no recordar las cosas exactamente como fueron. Mas bien recordamos lo que codificamos. Si estudiamos para un examen, es posible que recordemos las anotaciones de clase más que la clase misma. Asimismo, cuando escuchamos o leemos acerca de una situación, nuestra mente construye un modelo de la misma. Gordon Coger y Daniel Morrow (1990) consideran que nuestra mente es como un director de teatro que, después de recibir un libreto sin elaborar, imagina la producción teatral ya totalmente realizada. Después, cuando se nos pide que recordemos lo que oímos o leemos, recordamos no el texto literal, sino el modelo mental que construimos a partir del mismo. Esto nos ayuda a comprender los errores cometidos por John Dean cuando intentó recordar exactamente lo que había dicho y hecho el presidente Nixon, y el recuerdo más fiel de Dean acerca del significado que él había codificado a partir de sus conversaciones con el presidente. Para comprobar si la codificación semántica (el procesamiento del significado) aporta un mejor recuerdo de la información verbal que el procesamiento acústico o visual, Fergus Craik y Endel Tulving (1975) presentaron una palabra a la gente. Después, formularon una pregunta que exigía que la gente procesara las palabras 1) visualmente (la apariencia de las letras), 2) acústicamente (el sonido de las palabras), o 3) semánticamente (el significado de la palabra). Para realizar este experimento, responda rápidamente a las siguientes preguntas: Palabras presentadas Sí No 1. ¿La palabra está en mayús- silla cual? -------- -------- 2. ¿la palabra rima con tren? -------- -------- -------- -------- ANDÉN 3. La palabra encajaría en esta frase: la joven puso el arma de sobre la mesa? ¿Qué tipo de procesamiento le prepararía a usted mejor para identificar las palabras posteriormente? En el experimento de Craik y Tulving, la codificación semántica más profunda –la pregunta 3- aportó un recuerdo mucho más eficaz. Esta investigación sugiere la futilidad de intentar el recuerdo de palabras que no entendemos y los beneficios de la reformulación en términos significativos de lo que leemos y oímos. A partir de sus experimentos con su propia persona, Ebbinghaus calculó que, comparando con el material 35 desprovisto de sentido, el aprendizaje de material significativo requería una décima parta del esfuerzo. Además, como observó el investigador de la memoria Wayne Wickelgren (1977, pág. 346): “el tiempo que uno dedica a pensar en el material que está leyendo y a relacionarlo con el material almacenado previamente constituye la tarea mas útil que uno puede realizar cuando aprende un tema nuevo”. Tenemos excelente recuerdo de la información que relacionamos con nosotros mismos. Si se le pide a la gente que defina con que eficacia la describen ciertos adjetivos, la gente recuerda bien los adjetivos; si se le pregunta con que eficacia los adjetivos describen a otra persona, es mas probable que la gente los olvide (Kuiper y Rogers. Por eso, los alumnos se benefician cuando utilizan parte del tiempo en buscar un sentido personal para asignarlo a lo que estudian. La información juzgada como importante para mí tiene más probabilidades de provocar la reflexión y de ser accesible al recuerdo. Imaginería. Nos esforzamos por memorizar fórmulas, definiciones y fechas, y sin embargo podemos imaginar fácilmente donde estábamos ayer, quien nos acompañaba, dónde nos sentamos, y lo que usamos. Los recuerdos más tempranos –probablemente algo que sucedió alrededor de los 3 o 4 añosimplican casi con seguridad cierta imaginería visual, o cuadros mentales. Por otra, recordamos palabras que se prestan a visualizar imágenes graficas mejor que palabras abstractas, con reducido poder de imaginería. (Cuando más tarde yo le pregunte –y lo haré- cuáles, entre las palabras siguientes, son las tres que usted tiene mas probabilidad de recordar: máquina de escribir, vacío, cigarrillo, inherente, fuego, proceso). Asimismo, usted probablemente recuerda todavía la oración acerca del alborotador que arrojó la piedra, no solo por el significado que usted codificó, sino también porque la oración se prestaba para ser la base de la imagen visual. Como lo sugiere el ejemplo y creen algunos expertos del tema de la memoria (Marschark y col, 1987; Paivio, 1986), la memoria de los nombres concretos mejora al codificarlos tanto semánticamente como visualmente. Dos códigos son mejor que uno. La imaginería es la esencia de muchos ayuda memorias. Los recursos mnemotécnicos (llamados así por la palabra griega que significa memoria) 36 fueron creados por los antiguos estudiosos y oradores griegos como auxiliares para recordar pasajes y discursos extensos. Aplicando el “método de los lugares”, imaginaron que ellos se desplazaban a trabes de una serie de lugares conocidos, asociando cada lugar con una representación visual del tema que debía ser recordado. Después, al hablar, el orador recorrería de nuevo mentalmente cada lugar y recuperaría la imagen asociada. Una variación de este método utiliza historias vividas para organizar las palabras que es necesario memorizar. Gordon Bower y Michael Clark (1969) utilizaron listas de nombres sin relaciones mutuas, y pidieron a un grupo simplemente que estudiase las listas y a otro grupo que inventara historias utilizando los nombres. (por ejemplo, una historia inventada como ésta: “UN LEÑADOR SALIÓ de un bosque, SE DESLIZÓ alrededor de un SETO, y dejó atrás una COLONIA de patos. Tropezó con unos MUEBLES, y se rompió al CALCETÍN, mientras avanzaba de prisa hacia la ALOMOHADA donde descansaba su AMA”.) Después de trabajar con 12 listas de 10 palabras cada una, al grupo que se limito a estudiar cada lista consiguió recordar el 13% de las palabras; el grupo que inventó historias vividas recordó un asombroso 93%. Otros recursos mnemotécnicos implican códigos visuales y acústicos. Por ejemplo, el sistema de las “palabras de apoyo” exige que uno primero memorice una cancioncilla: A la una, la aceituna, al las dos, dice adiós, a las tres, del revés, a las cuatro, contra el pato, a las cinco, pega un brinco, a las seis, no paséis, a las siete, un carrete, a las ocho, está Pocho, a las nueve, cae la nieve, a las diez, de una vez. Sin mucho esfuerzo, pronto se podrá contar con palabras de apoyo en lugar de números: aceituna, adiós, revés… Después, pueden asociarse visualmente las palabras de apoyo con los ítems que es necesario recordar. Ahora, uno esta dispuesto a desafiar a cualquiera a que le presente una lista de productos alimenticios que haya que recordar. ¿Zanahorias? Imaginémoslas unidas a una aceituna. ¿Leche? Nos atragantamos bebiéndola a la vez que decimos adiós. 37 ¿Toallas de papel? Las colocamos del revés. Pensemos “aceituna, adiós, del revés” y veremos las imágenes asociadas. Con pocos errores (Bugelski y col., 1968) podremos recordar los ítem en un orden cualquiera y designar un ítem dado. Estos sistemas mnemotécnicos suelen ser el secreto que se halla detrás de las hazañas de los expertos de la memoria, que repiten largas listas de nombres y objetos. MEMORIA A LARGO PLAZO Si se experimenta algo que mas tarde se recuerda, de un modo u otro debe haber sido almacenado y recuperado. Lo que se almacena en la memoria a largo plazo yace latente, esperando recobrar vida gracias a una señal ¿Cuál es la capacidad de almacenamiento de nuestra memoria? ¿Cómo y donde se registran nuestros recuerdos en nuestro cerebro? ¿Cómo y con qué exactitud los recuperamos? Almacenamiento Capacidad y duración del almacenamiento en la memoria. En A Study in Scarlet, de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes expone una teoría popular acerca de la capacidad de la memoria: Creo que el cerebro de un hombre es originalmente como un pequeño desván vacío, y hay que amueblarlo con objetos que uno elige… Es un error creer que ese cuartito tiene paredes elásticas y puede ampliarse a placer. Estoy seguro de que llega un momento en que por cada nuevo saber uno olvida algo que conocía antes. Contrariamente al supuesto de Sherlock Colmes, nuestra capacidad para almacenar recuerdos a largo plazo es esencialmente ilimitada. Mediante un cálculo cuidadoso, se llega a la conclusión de que el adulto medio tiene en la memoria aproximadamente unos mil millones de elementos de información. Si tenemos en cuenta todo lo que el cerebro debe hacer para codificar, almacenar recuperar y manipular esta información, su capacidad de almacenamiento es probablemente de mil a un millón de veces mayor (Landauer, 1986). De modo 38 que nuestros cerebros no son como desvanes, que una vez llenos solo pueden almacenar desechando cosas viejas. En realidad, cuanta más experiencia tenemos, y por lo tanto cuanto mejor podemos organizar y formar asociaciones significativas con la información nueva, más fácil es aprender y recordar. Este aspecto queda bien ilustrado en aquellas personas cuyo esfuerzo unido a la experiencia les han permitido sorprendentes hazañas de la memoria. Stephen Van Nest Powelson, un ejecutivo empresario de 71 años, había memorizado (según el último informe) los primeros 22 libros de los 24 que integran las 600 páginas de La Ilíada de Homero (Stone, 1989), habiendo comenzado la tarea a los 60 años. Rajan Mahadevan, un diplomado de la Universidad de Kansas originario de la India había recitado sin errores los primeros 31.811 dígitos de pi –un récord mundial sólo superado recientemente cuando Hideaki Tomoyori de Japón, recordó los primeros 40.000 dígitos en un recitado que le llevó 17 horas y 21 minutos (Thompson y col., 1991). Pero, ¿Qué perdición y duración tienen los recuerdos que almacenamos cotidianamente? Ebbinghaus (1885) aprendió listas de sílabas sin sentido, y midió el caudal que retenía al reaprender cada lista, entre 20 minutos y 30 días mas tarde. Su famosa “curva del olvido”. Harry Bahrick (1984b), un moderno descendiente de la tradición de Ebbinghaus, examinó la curva del olvido del español aprendido en la escuela. Utilizando el método de sección transversa (pág. 119) comparó el conocimiento de español en las personas que acababan de aprender ese idioma con el conocimiento de español de las que lo habían estudiado hasta 50 años antes. Comparadas con las que acababan de finalizar un curso de español en el colegio secundario o la universidad, quienes llevaban 3 años fuera del colegio habían olvidada gran parte de lo aprendido. Sin embargo, después de los tres años el olvido años, el olvido se nivelaba; lo que la gente recordaba entonces, lo recordaba todavía 25 años mas tarde, incluso si no había utilizado en absoluto su español. El español olvidado ¿desapareció –ya no está almacenado- o simplemente es inaccesible? Si pudiéramos desvelarlas, ¿hallaríamos intactas nuestras experiencias pasadas, como libros sepultados durante mucho tiempo en un desván polvoriento? Así lo creía Sigmund Freud. Si por lo menos pudiéramos 39 recuperar y resolver los dolorosos recuerdos reprimidos de nuestra niñez, creía Freud, el resultado seria la curación emocional. Cuando regresan a épocas anteriores bajo la hipnosis, algunas personas suministran informes detallados de las experiencias infantiles. Pero como señalamos en el capítulo 7, estos informes no son fidedignos, y es típico que incluyan material inventado. El almacenamiento físico de la memoria. Durante un tiempo, se creyó que la estimulación del cerebro durante la cirugía aportaba la prueba de que nuestro pasado está “allí dentro”, con todos sus detalles, esperando que lo revivamos. Como el lector podrá recordar, para predecir los posibles efectos secundarios de la cirugía, el neurocirujano Wilder Penfield ayudó a trazar el mapa de la corteza motora del cerebro estimulando eléctricamente a pacientes completamente despiertos. A veces, los pacientes de Penfield decían que oían cosas, como por ejemplo “una madre llamando a su hijito”. Penfield (1969) supuso que estaba activando experiencias perdidas mucho tiempo atrás y grabadas de manera permanente en el cerebro. Pero, ¿Cuál es exactamente la “línea de la memoria”? desde la década de 1970 han aparecido, en rápida sucesión, nuevos datos acerca de la base física de la memoria. Mientras los psicólogos cognoscitivos estudian el “software” de nuestra memoria, los neuropsicólogos están adquiriendo nuevos conceptos acerca del “hardware” (de nuestra memoria cómo y dónde almacenamos físicamente la información en nuestro cerebro). Durante varias décadas, los neuropsicólogos han investigado el cerebro buscando pruebas físicas de la memoria. La búsqueda, a veces, ha sido exasperante. Un psicólogo, Kart Lashley (1950), entrenó ratas para resolver un laberinto, y después extrajo fragmentos de su corteza cerebral y probó su memoria en el laberinto. Abrigaba la esperanza de llegar a localizar donde se almacenaba el recuerdo del laberinto. Por desgracia, cualquiera que fuese la parte de la corteza que extirpaba, las ratas conservaban, por lo menos, una memoria parcial de cómo resolver el laberinto. Conclusión de Lashley: los recuerdos no están en lugares únicos y específicos. ¿Puede afirmarse, en cambio, que los recuerdos residan en la actividad eléctrica permanente del cerebro? En caso afirmativo, la supresión provisional de esa actividad tendría que eliminar, del mismo modo que la supresión del aporte de energía anula el funcionamiento de un reloj electrónico. Para 40 comprobar esta conclusión, Ralph Gerard (1953) entrenó a varios hámsters a mirar hacia la derecha o hacia la izquierda para obtener alimento. Después, rebajó la temperatura del cuerpo hasta que cesó la actividad eléctrica del cerebro. Cuando se reviviera a los hámsters y sus cerebros recobraran la actividad, ¿recordarían el camino que tenían que seguir? Sí. Los recuerdos a largo plazo sobrevivieron a la suspensión de la actividad eléctrica. Cambios sinápticos. Otros neurocientíficos están analizando la memoria de manera mas refinada, explorando los cambios intraneuronas e interneuronas individuales. Los recuerdos comienzan como impulsos que recorren circuitos cerebrales, pero después, de un modo u otro, se unifican en cambios nerviosos permanentes. Aunque el paso de una corriente eléctrica a través del cerebro no desorganizara los recuerdos existentes, los recuerdos no consolidados se verán borrados. Tal es la experiencia, tanto con animales de laboratorio como con personad deprimidas a quienes se administró la terapia electro convulsiva. Un golpe en la cabeza puede determinar el mismo efecto. Cuando los jugadores de fútbol que están aturdidos o que se desmayan y pierden el sentido durante un momento, mantienen una entrevista pocos minutos después, es típico que no logren recordar la jugada durante la que sucedió el incidente (Yarnell y Lynch, 1970). Asimismo un boxeador noqueado en el segundo round tal vez no recuerde el primer round. La información de la memoria a corto plazo, existente antes del golpe, no dispuso de tiempo para consolidarse y convertirse en una memoria a largo plazo. ¿Dónde tiene lugar el cambio nervioso que confiere carácter permanente a los recuerdos? Los datos disponibles señalan a la sinapsis, el lugar donde las células nerviosas se comunican unas con otras a través de los mensajeros que son los neurotransmisores (Lynch y Baudry, 1984). Hemos visto anteriormente el modo en que la experiencia modifica las redes nerviosas del cerebro. En repuesta al aumento de actividad en determinada vía, se forman o se fortalecen interconexiones nerviosas. La interrupción de estas vías nerviosas, como hizo el neuropsicólogo Richard Thompson (1985) con algunas vías de los reflejos condicionados a través del cerebelo de los animales, destruye la respuesta aprendida. Cuando una señal llega a la fibra nerviosa se producen cambios electroquímicos que estimulan las terminaciones del los axones para la 41 secreción de neurotransmisores. En el proceso de sinapsis las terminaciones del axón liberan mensajes químicas llamados neurotransmisores (acetilcolina y serotonina). Por un instante se producen pequeñas aberturas en las moléculas receptoras de las dendritas de las células contiguas por donde ingresan los neurotransmisores liberados para ser nuevamente transmitidos a otra célula, y así sucesivamente en el proceso de transmisión de la información. Para saber como se consolidan exactamente las vías nerviosas, Daniel Halkon (1989) y Gary Lynch y col. (1990), observaron los cambios moleculares en los receptores de las dendritas de los animales después del condicionamiento: los cambios que determinan que las neuronas receptoras sean más sensibles. Eric Kandel y James Schwartz (1982) observaron también cambios en las neuronas emisoras. Eligieron los sujetos de experimentación entre los animales más simples, el caracol marino de California, Aplasia. Sus escasas 20.000 células nerviosas, son extremadamente grandes y accesibles y permiten que los investigadores observen los cambios sinápticos durante el aprendizaje. En el capítulo 8 se señala como el caracol marino puede ser condicionado clásicamente (con un shock eléctrico) para extraer sus branquias por vía refleja cuando se lo rocía con agua. Al observar las terminaciones nerviosas del caracol, antes y después del condicionamiento, los investigadores detectaron cambios. Cuando hay aprendizaje, el caracol libera una proporción mayor de la serotonina neurotransmisora en ciertas sinapsis, y estas sinapsis llegan a ser más eficaces para transmitir señales. Si bloqueamos mediante drogas los neurotransmisores, se desorganiza el almacenamiento de la información (Squire, 1987). Asimismo, la enfermedad de Alzheimer desorganiza la memoria al destruir el tejido cerebral que secreta neurotransmisores. El alcohol desorganiza la actividad transmisora de la serotonina, y eso contribuye a explicar por qué el alcohol perjudica la formación de recuerdos (Weingartner y col., 1983). Al día siguiente de una noche de gran consumo alcohólico, una persona puede tener dificultades para recordar lo que pasó esa noche. En general, los depresores dificultan la formación del recuerdo. Las hormonas que actúan como estimulantes naturales y que los humanos y los animales producen cuando están excitados o estresados tienen el efecto contrario. Aumentan el aprendizaje y la retención. Cuando una rata reciba una 42 hormona estimulante y después un suave shock en la pata, se forma un recuerdo indeleble, como el que se forma cuando un shock intenso el la pata desencadena espontáneamente la liberación de la misma hormona (Gold, 1987; McGaugh, 1990). Estas hormonas determinan una mayor disponibilidad de energía procedente de la glucosa para alimentar las actividades cerebrales. Los cambios hormonales desencadenados por las emociones ayudan a explicar por qué recordamos mucho tiempo los hechos sugestivos o impresionantes, por ejemplo el primer beso, un asesinato político o un terremoto. (Otra razón de la durabilidad de estos recuerdos es el hecho de que los revivimos y repasamos). TIPOS DE MEMORIA A LARGO PLAZO Recuerdos a largo plazo Memoria Procedimental Memoria Declarativa Destrezas Semántica Episódica M. Condic. Otros Implicita clasico tipos Durante los últimos diez años, la memoria a largo plazo se ha considerado como una entidad formada por una serie de sistemas diferentes. En este capítulo vamos a presentar algunos resultados que apoyan la existencia de distintos componentes dentro de la memoria a largo plazo. La figura presenta una clasificación que se ajusta bastante bien a los conocimientos actuales. La distinción entre memoria declarativa y procedimental tiene en cuenta el tipo de información que debe ser recordada. Los contenidos de la memoria 43 declarativa, pueden ser traídos a la mente (declarados) mediante proposiciones o imágenes. Se trata de una memoria de hechos, se relaciona con un “saber que”. La memoria procedimental no está sujeta al concepto de capacidad, repetición y distracción, como lo está la memoria declarativa, ni exige la integridad de la zona temporal media del cerebro. Es una memoria de habilidades relacionada con el “saber como” hacer cosas. La memoria declarativa se ha dividido en memoria episódica y memoria semántica (Tulving, 1972, 1983; Tulving y Schacter, 1990). La memoria episódica es una memoria de hechos pasados de la vida del sujeto que están fechados en el tiempo. Se trata de un tipo de memoria relacionada con la autobiografía de la persona. La memoria semántica, por el contrario, está relacionada con el conocimiento del mundo y del lenguaje. Es una memoria que registra información relacionada con hechos, conceptos y lenguaje ( ej. recuerdos de datos o fechas históricas) La memoria procedimental o memoria de habilidades es un tipo de memoria asociativa, mas básica, relacionada con el conocimiento “saber como”. Este tipo de memoria se demuestra por la realización de alguna acción como escribir a máquina un documento, montar en bicicleta o abrocharse el abrigo. Todas esas habilidades se adquieren al realizar dichas acciones las que se vuelven automáticas. Incluye las destrezas o habilidades motoras y cognitivas, los fenómenos del priming o memoria implícita el condicionamiento clásico simple y otros casos que implican la mejora de la realización de actividades cognitivas a través de la experiencia. Las personas poseemos en nuestra memoria permanente información sobre experiencias adquiridas a través de las diferentas modalidades sensoriales. Cada tipo de información obtenida a partir de una modalidad sensorial tiene sus características propias. La información obtenida sobre un objeto, animal o persona a partir de la visión. La audición el tacto, etc, normalmente se integra en un todo único que constituye el recuerdo completo. Recordamos ciertos olores, sabores y melodías, el suido que hace una barra de pan cuando la partimos con las manos, el olor que desprende el pan caliente, la sensación que sentimos en la piel cuando pasamos los dedos por la barra de pan, un suceso que nos conmocionó en un momento dado, o unas imágenes de la televisión tremendamente crudas sobre la guerra de los Balcanes 44 La memoria procedimental se contrapone a la memoria declarativa. Mientras los contenidos de la memoria episódica y semántica pueden ser declarados y traídos a la memoria conscientemente, los contenidos de la memoria procedimental se suelen activar sin necesidad de recuperarlos conscientemente y se manifiestan a través de la realización de alguna actividad. MEMORIA IMPLÍCITA Y MEMORIA EXPLÍCITA Hasta hace apenas unos años el estudio de la memoria se realizaba utilizando casi exclusivamente pruebas de recuerdo y de reconocimiento en las que se pedía a las personas abiertamente que recordaran o reconocieran el material presentado previamente. En una prueba de recuerdo se presentan una serie de estímulos y después de un cierto tiempo se pide a los observadores que indiquen que tipo de estímulos han sido presentados previamente. En una prueba de reconocimiento se presenta una serie de estímulos (llamados estímulos antiguos). Después de un cierto período de tiempo se presentan estos mismos estímulos junto con otros tantos estímulos nuevos, el observador tiene que indicar ante cada estímulo si se trata de un estímulo “antiguo” o “nuevo”. En ambos tipos de tareas, los participantes recuperan voluntaria y conscientemente la información almacenada en su memoria. Graf y Schacter (1985) distinguieron entre la memoria evaluada de este modo, a la que llamaron memoria explicita o consciente, y otro tipo de memoria a largo plazo a la que llamaron memoria implícita. Es sorprendente que un campo de investigación tan reciente sea el mas estudiado actualmente dentro de la psicología cognitiva (Greene, 1992). La memoria implícita supone la recuperación no intencional de la experiencia previamente adquirida. Las pruebas de memoria implícita también se llaman pruebas indirectas, incidentales o automáticas. Este tipo de memoria se ha comparado con la memoria explícita que hace referencia a la recuperación intencional y consciente de la experiencia pasada. 45 Estudios con pacientes amnésicos La distinción entre estos dos tipos de memoria surgió principalmente de los resultados obtenidos en estudios con pacientes amnésicos. La amnesia es una enfermedad que produce graves trastornos en la capacidad para realizar nuevos aprendizajes. Tiene su origen en lesiones de la zona temporal media del córtex (Squire, 1987). Lo destacado es que los pacientes tienen una actuación normal en pruebas de memoria explícita. Estos investigadores mostraron a los pacientes amnésicos una serie de palabras y dibujos incompletos para que los identificaran. Empezaron presentando la versión más incompleta de los estímulos y fueron mostrando de forma ordenada versiones cada vez mas completas de los mismos, hasta que los pacientes fueron capaces de identificarlos. Estos pacientes mostraron facilitación cuando las mismas palabras o dibujos se volvieron a presentar en un ensayo posterior. Sin embargo. Cuando les pidieron a que reconocieran explícitamente los estímulos presentados previamente frente a otros estímulos nuevos, su actuación fue muy mala. Mientras las pruebas de memoria implícita son pruebas en las que la manifestación de esta capacidad se realiza sin que su acceso sea consciente (condiciones de recuperación incidental), en las pruebas de memoria explícita la recuperación de la información se produce de un modo consciente y voluntario (recuperación intencional) , sabiendo el sujeto que una determinada información se ha recuperado a partir de la memoria (Gardiner y Java, 1993). Este es un aspecto fundamental de la diferencia entre ambos tipos de memoria, ignorado por el enfoque del procesamiento. APRENDER Y RECORDAR Una de las características más importantes del ser humano, a diferencia de los animales, es su capacidad para poner en marcha modos de procesamiento de la información voluntarios. Estos modos de procesamiento se dice que son voluntarios porque están controlados por la propia persona. A diferencia de los animales, los seres humanos logran un gran número de objetivos cuyo fin inmediato no consiste simplemente en la supervivencia del individuo o de la especie. Estos nuevos objetivos se pueden lograr porque las personas (y los 46 demás seres vivos, aunque en menos grado) son capaces de aprender. La memoria es la capacidad que permite mantener activos diferentes elementos de la información mientras se integran unos con otros (Baddeley, 1990). La memoria, sin embargo, no retrata de un proceso psicológico o una capacidad humana unitaria. Como vamos a ver a continuación, existen diferentes tipos de memoria, cada una con sus características, funciones, y procesos propios. ¿Qué es la memoria? La memoria es un proceso psicológico que sirve para almacenar información, codificarla y registrarla de alguna manera. La información adquirida se almacena en el cerebro humano y puede ser recuperada generalmente con rapidez y eficiencia. Todo lo que conocemos sobre el lenguaje, sobre el mundo, y sobre nuestra propia historia personal se encuentra registrado y organizado en ese enorme almacén la que llamamos memoria. TIPOS DE APRENDIZAJE No todos los aprendizajes son iguales. El aprendizaje declarativo equivale a “saber qué” mientras que el aprendizaje procedimental equivale a “saber como”. Suponga que un futuro profesor de educación física está aprendiendo como debe actuar cuando un niño del equipo de baloncesto se cae y se fractura un brazo. ¿Cómo procederá el profesor? Primero, posiblemente tratará de repetir mentalmente o en voz alta de manera conciente los distintos pasos a seguir antes de trasladarle a un centro médico. También puede intentar hacer algún esquema escrito en el que aparezcan todos los puntos importantes que debe recordar. A medida que tenga que socorrer varias veces a sus alumnos cuando sufran algún tipo de accidente durante el entrenamiento, el aprendizaje “saber qué”, o aprendizaje declarativo, irá convirtiéndose en aprendizaje “saber como “, o aprendizaje procedimental. La persona sabe como hacer las cosas sin necesidad de recitar de memoria cada uno de los pasos a seguir. Ahora lo hace de manera bastante automática. Aprendizaje intencional y aprendizaje incidental. Podemos adquirir nuevos conocimientos de modos muy diferentes. El aprendizaje intencional, explícito o consciente, se suele considerar como un tipo de aprendizaje diferente del aprendizaje incidental, implícito o inconsciente, ¿Cómo podemos aprender un 47 tema de una asignatura? ¿Cuál es el mejor procedimiento para obtener éxito en nuestro empeño? Todas estas cuestiones, de indudable interés aplicado, han sido estudiadas por la psicología cognitiva. La investigación psicológica ha descubierto una serie de principios generales que, si se utilizan correctamente, pueden ayudar a potenciar los recursos de la mente humana. Una regla importante consiste en prestar atención al nuevo material y estar motivados para aprender. Pero esto, por sí solo, no es suficiente. Hace falta, además, una cierta dosis de práctica para que el aprendizaje realizado se consolide. Es importante también intentar relacionar la información nueva que queremos aprender con otras informaciones que ya poseemos. Por último, para que lo aprendido no se olvide, es necesario que el nuevo aprendizaje se almacene de algún modo en la memoria. Cuando al cabo de un tiempo queremos recuperar la información almacenada en la memoria para expresarla en un examen o para actuar en una situación determinada, podremos hacerlo con facilidad. Este tipo de aprendizaje es intencional, explícito y consciente. Pero además, aprendemos muchas cosas sin proponérnoslo conscientemente. Este tipo de aprendizaje que realizamos sin intención de prender se llama incidental. El aprendizaje incidental es un tipo de aprendizaje pasivo, no consciente, que produce conocimiento abstracto y superior al conocimiento explícito cuando realizamos juicios en condiciones complejas (Reber, 1989) LA IMPORTANCIA DE LOS ESQUEMAS: LOS ESTUDIOS DE BARTLETT Hace mas de medio siglo, el psicólogo ingles Frederic Bartlett (1932) estudió el funcionamiento e la memoria humana en ambientes naturales utilizando material significativo en lugar de utilizar sílabas sin sentido, como había hacho tiempo atrás Ebbinghaus. Con este fin, Bartlett (ver figura) preparó historias que resultaran interesantes y que estuvieran próximas al tipo de materiales que las personas normales utilizan a diario. Bartlett introdujo en la psicología la teoría de los esquemas y su influencia en el recuerdo. Los esquemas son conocimientos almacenados o representados en la memoria como consecuencia de las experiencias pasadas. Según esta teoría, lo que recordamos está influido por los conocimientos 48 previos. El conocimiento almacenado en la memoria está organizado formando una serie de esquemas (representaciones mentales) que contienen el conocimiento que poseemos sobre un objeto o una situación más compleja. Uno de los métodos utilizados por Bartlett consistió en leer una narración y comprobar como las personas las recuerdan después de diferentes períodos de tiempo. Una de sus historias más conocidas es la llamada “La guerra de los fantasmas”. Si desea comprobar que fue lo que observó Bartlett, lea una vez esta historia despacio. Después cierre el libro, o saltéese esta parte. Dentro de una semana intente recordarla. Escriba la historia tal como la recuerde. Repita este proceso al cabo de un mes. Lea después de este tiempo la historia original y compare su primer y su segundo recuerdo de la misma. Comprobará que ha habido cambios sustanciales con respecto a la historia original, y lo mismo entre su primer recuerdo de la historia y el segundo. Esto fue precisamente lo que encontró Bartlett. Una de las historias de Bartett “LA GUERRA DE LOS FANTASMAS” Versión original Una noche, dos jóvenes de Egulac bajaron al río a cazar focas. Estando allí se encontraron envueltos en la niebla y el silencio. Entonces oyeron gritos de guerra y pensaron:”puede que se preparen para la guerra”. Se marcharon a la orilla y se escondieron detrás de un tronco. Aparecieron canoas, oyeron el ruido de los remos y comprobaron que una se dirigía hacia ellos. Los cinco hombres que venían en la canoa les dijeron: “¿Qué pensáis?, deseamos que vengáis con nosotros. Vamos a remontar el río para luchar contra la gente.” Uno de los jóvenes dijo: “no tengo flechas”. El dijo: “las flechas están en la canoa”. “yo no iré. Me pueden matar. Mi familia no sabe a dónde he ido”. “Pero tú”, dijo volviéndose al otro, “puedes ir con ellos” Así que uno de los hombres fue con ellos y el otro volvió a casa. Y los guerreros remontaron el río hasta una ciudad al otro lado de Kalama. La gente bajó al río y empezaron a luchar, y muchos murieron. En ese momento, el joven oyó a uno de los guerreros que decía: “de prisa, vamos a casa: este 49 indio ha sido golpeado”. Entonces pensó: Oh, son fantasmas”. No se sentía mal, pero decían que le habían disparado. Así que las canoas regresaron a Egulac, y el joven regresó a su casa y encendió el fuego. Y dijo a todo el mundo: “escuchadme, acompañé a los fantasmas y fuimos a luchar, muchos de nuestros compañeros murieron y muchos de nuestros atacantes también. Dijeron que fui golpeado, pero no me siento mal”. Se lo contó a todos, después calló. Cuando amaneció se desvaneció. De su boca salió algo negro. Su cara se contorsionó. La gente salió y lloró. Estaba muerto. (Bartlett, 1932). Bartlett (1932), en su libro Remembering, recogió historias como esta junto a los resultados obtenidos cuando pidió a sujetos ingleses que las recordaran después de diferentes intervalos de tiempo. Esta historia le habrá parecido extraña, lo mismo que les pareció a los sujetos de Bartlett. Compare la historia original con el recuerdo de un sujeto después de dos años y medio LA GUERRA DE LOS FANTASMAS (dos años y medio después) Este es el recuerdo de un sujeto después de dos años y medio después de haber oído esta historia. “algunos guerreros fueron a luchar contra los fantasmas. Lucharon todo el día y uno de los suyos resultó herido. Volvieron a casa al atardecer, llevando a su camarada enfermo. Al final del día, empeoró rápidamente y los paisanos lo rodearon. Al ponerse el sol algo negro salió de su boca. Estaba muerto”. Como habrá observado en la trascripción anterior, con el paso del tiempo el recuerdo de la historia se hace mucho más breve. Bartlett destacó el papel del conocimiento previo en la reconstrucción de la historia. Los recuerdos no eran simples copias de los sucesos o eventos sino que dependían de sus propios esquemas en los que influían las expectativas y las experiencias. La teoría de Bartlett es una teoría que funciona arriba-abajo. Bartlet introdujo en psicología el concepto de esquema para explicar la forma como los sujetos humanos recuerdan historias. Como habrá observado 50 en la trascripción de la “guerra de los fantasmas”, las personas omiten ciertos detalles de la historia que tratan de recordar, introducen detalles que no estaban en la historia, reconstruyen la historia con el fin de que adquiera sentido. Según Bartlett, las personas asimilan la historia de ciertos esquemas mentales contenidos en su memoria gracias a la experiencia pasada. El resultado más importante es que el recuerdo de determinados acontecimientos se transforma hasta hacer que coincida con la información contenida en dichos esquemas. Aunque se están acumulando datos acerca de la base física de la memoria, muchas respuestas continúan siendo inciertas. ¿Los recuerdos están almacenados en lugares sinápticos específicos, como sugiere el trabajo de Kandel y Schwartz con los caracoles marinos? ¿O los recuerdos están dispersos, como lo sugiere incapacidad de Lashley para anularlos? ¿O existen otras dos situaciones? Y, ¿exactamente cómo almacenamos los recuerdos explícitos e implícitos? De un modo todavía desconocido, la interacción entre todo el sistema de la memoria y sus subsistemas y redes disperso nos permite almacenar residuos de una vida entera de experiencias con sus olores, imágenes y sonidos asociados. Es evidente que aún tenemos que descubrir gran parte de lo que necesitamos conocer acerca de la base física de la memoria. Recuperación Para la mayoría de la gente, la memoria es la rememoración, la capacidad de recuperar información que no se encuentra en el plano del conocimiento consciente. Para un psicólogo, la memoria es cualquier signo de que algo que fue aprendido y se ha retenido. De modo que identificar o reaprender con más rapidez la información también indica la existencia de la memoria. Un ejemplo: cuando ya no se esté en condiciones de recordar a la mayoría de las personas del último curso del colegio secundario, tal vez pueda aún identificar sus rostros entre una serie de fotografías de final de curso, y reconocer sus nombres en una lista de apellidos. Harry Bahrick y col., (1975) 51 informaron que la gente que se había diplomado 25 años antes no podía recordar a muchos de sus condiscípulos, pero sí podía identificar el 90% de sus rostros y de sus nombres. Y si tiempo atrás uno aprendió algo y después lo olvidó, probablemente volverá a aprenderlo con más rapidez que la primera vez. Cuando se estudia para un examen final o se revive una lengua usada en los primeros años de infancia, el reaprendizaje es más fácil. Los tests de reconocimiento y del tiempo consagrado al reaprendizaje revelan que recordamos más de lo que podemos evocar. Indicios para la recuperación. Para recuperar un documento de una biblioteca que almacena información, se necesita un sistema de acceso a la misma. En las pruebas de reconocimiento, las claves de recuperación (p. ej., las fotografías), permiten llegar hasta una información (nombres de los condiscípulos) que de otro modo no podríamos evocar. Las claves de la recuperación también nos indican donde buscar, en la Colliers Encyclopedia, las entradas “dólar”, “moneda” o “dinero”. Pero tal vez los esfuerzos sean inútiles. Para obtener la información deseada se tendría que buscar la entrada “Gran Sello de Estados Unidos” (Hayes, 1981). Como ocurre con la información almacenada en las enciclopedias, los recuerdos son inaccesibles a menos que tengamos la clave para recuperarlos. Cuando mas y mejor aprendida sea la clave utilizada para la recuperación, más accesible será el recuerdo. Se puede concebir un recuerdo como un elemento contenido en el almacenamiento gracias a una red de asociaciones (J.R.Anderson, 1983). Para recuperar determinado recuerdo se necesita identificar primero uno de los hilos que conduce al mismo, proceso denominado desencadenamiento preparación (Bower, 1986). El filósofo y psicólogo William afirmó que la preparación es el “despertar de las asociaciones”. A menudo nuestras asociaciones se ven activadas o preparadas sin darnos cuenta. Oír o ver la palabra conejo puede determinar inconscientemente que la gente entienda la palabra hablada piel como pelo, conejo origina asociaciones con pelo, a pesar de que no recordamos haber oído la palabra conejo. (Recuerden que incluso los estímulos subliminales a veces pueden desencadenar respuestas a estímulos ulteriores.) ¿Podemos recordar mejor si recurrimos a claves de recuperación procedentes de nuestra propia trama de asociaciones? Sin duda. Los recursos 52 mnemotécnicas nos suministran fáciles signos de recuperación: ROY G. BIB; HOMES: moño, zapato, árbol. También podemos recurrir a claves que activen nuestro recuerdo de experiencias anteriores. Antes de las audiencias del Watergate, John Dean refresco su memoria “releyendo todos los artículos de periódicos que trataban de lo que había sucedido, y después situándome a mi mismo en lo que había hecho en determinados momentos” (Neisser, 1981) Efectos del contexto. Sin duda, situarse en el contexto en que se realizó cierta experianciaes útil. Duncan Godden y Alan Baddeley (1975) lo descubrieron al hacer que varios submarinistas escuchasen un lista de palabras en dos medios distintos, a tres metros bajo el agua o sentados en la playa, los submarinistas recordaron mas palabras cuando se les sometió a un nuevo examen en el mismo lugar. Es probable que el lector haya vivido experiencias análogas referidas a los efectos del contexto. Al regresar al lugar donde vivió o a la escuela a la cual asistió hace años, es posible que el individuo se sienta asaltado por claves de recuperación, y después por recuerdos. Afrontar un examen en la misma aula en que uno asistió a clase puede ayudar un poco. Carolyn Rovee-Collier (1989) descubrió en varios experimentos que un contexto familiar activa los recuerdos incluso en los niños de 3 meses. Después de aprender que mediante movimientos de las piernas activaban un móvil (gracias a una cinta atada al tobillo), los bebes recuperaron mucho mejor ese aprendizaje cuando se les puso de nuevo a prueba en la misma cuna y con el mismo móvil. A veces estar en un contexto análogo a uno anterior, puede desencadenar la experiencia denominada déjà vu, esa extraña sensación de que “haber vivido antes la misma situación”. La gente que formula así la pregunta: “¿Cómo puede reconocer una situación que estaba viviendo por primera vez?” quizás suponga que está sucediendo algo paranormal. ¿Se trata de una reencarnación (“debo haber experimentado esto en una vida anterior”) o de una precognición (“Vi esta escena en mi mente antes de realizar la experiencia”)? Si formulamos la pregunta de distinto modo (“¿por qué creo reconocer esta situación?”), advertiremos como nuestro sistema de la memoria puede producir la situación de déjà vu (Alcock, 1981). Si hemos vivido antes una situación análoga, aunque no podamos recordar qué era, la situación actual puede estar cargada de calves que nos ayudan inconcientemente a recuperar la 53 experiencia anterior. Así, si vemos a un extraño que se parece a uno de nuestros amigos y camina como él, la semejanza puede originar un sentimiento de reconocimiento. Pero este sentimiento choca con nuestra certeza de que la persona es un extraño, y nos lleva a pensar: “Vi antes a esa persona”. Estado de ánimo y recuerdos. Las palabras, los hechos y los contextos asociados no son las únicas claves para la recuperación. Los episodios del pasado pueden haber despertado una emoción específica, la cual después nos lleva a acordar los hechos asociados. El psicólogo cognoscitivo Gordon Bower (1983) explica: “un estado emocional específico es como una habitación específica de una biblioteca, donde el sujeto deposita los registros del recuerdo; esos registros pueden recuperarse más fácilmente si regresa a la misma habitación o al mismo estado emocional”. Las cosas que aprendemos en un estado –sea este alegre o triste, en estado de embriaguez o sobriedadpueden recordarse mas fácilmente cuando volvemos al mismo estado, fenómeno denominado recuerdo dependiente del estado. Lo que se aprende cuando uno esta borracho, o excitado o deprimido no se recuerda bien en ningún estado (las drogas y la depresión estorban la codificación); pero se recuerda un tanto mejor cuando el individuo de nuevo está borracho, excitado o deprimido. La persona que oculta dinero cuando esta borracha puede olvidar donde lo puso hasta que vuelve a embriagarse. Resulta aún más sorprendente el efecto de un estado de ánimo sobre los recuerdos coloreados emocionalmente (Ellis y Ashbrook, 1989); Ucros, 1989). Una explicación, aunque discutida, se basa en que asociamos los hechos positivos o negativos con sus emociones concomitantes. Así, cuando volvemos a sentirnos bien o mal, recordamos más fácilmente los buenos o los malos tiempos asociados. Algunos ejemplos: si la gente se siente animosa –gracias a la hipnosis o simplemente a los episodios de la jornada (una victoria en el mundial para los sujetos alemanes de un estudio) –suelen evocar un mundo de color de rosa (Forgas y col., 1984; Schwartz y col., 1987). Se juzgan a si mismos competentes y eficaces, atribuyen benevolencia a otras personas, y la vida en general es maravillosa. Si algunos hechos negativos ponen de mal humor a las mismas personas, de pronto todo lo recuerdan negativamente. Por lo tanto, no debe sorprendernos que las personas que suelen estar deprimidas recuerden a sus padres como individuos rechazantes, punitivos y 54 promotores de sentimientos de culpa; y en cambio las personas que antes estuvieron deprimidas describen a sus padres como personas que jamás padecieron una depresión grave (Lewinsohn y Rosenbaum, 1987). Sus recuerdos son “congruentes con el estado de ánimo”. La depresión agría los recuerdos al desencadenar asociaciones negativas. Es posible que usted y yo asintamos como quien está al corriente del asunto. Pero por extraño que parezca, cuando nos sentimos de buen o de mal humor, insistimos en atribuir nuestros cambiantes juicios y recuerdos a la realidad más que a nuestro circunstancial estado de ánimo. A veces después de recibir un golpe a través de unas malas noticias, por ejemplo un examen fallido, tratamos de contrarrestar el efecto recuperando recuerdos que apuntalan nuestro ego (Parrott y Sabini, 1990). De todos modos, el estado de ánimo actual colorea nuestra recuperación de las experiencias anteriores, e influye aún mas intensamente en la codificación de las experiencias nuevas (Jonson y Magaro, 1987; Mayer y Salovey, 1987). La gente feliz se muestra mas receptiva para la retroacción positiv, la gente deprimida para la retroacción negativa (Esses, 1989). El malhumor también nos predispone para percibir e interpretar de manera negativa el comportamiento de otras personas. Cuando estamos de buen humor, los mismos actos provocan una impresión mas positiva. Es cierto que nuestro estado de ánimo depende del mundo que nos rodea. Pero también es cierto que el modo en que uno percibe el mundo depende de su estado de ánimo. Las paciones tienden a deformar. El efecto del estado de ánimo sobre la codificación y la recuperación contribuya a explicar por qué los estados de ánimo perduran. Cuando uno se siente feliz, recuerda hachos felices, y eso ayuda a prolongar el ánimo positivo. Cuando está deprimido, recuerda hechos deprimentes, lo cual a su vez alimenta interpretaciones deprimentes de los hechos actuales. Como veremos en el capítulo 15, este proceso mantiene el círculo vicioso de la depresión. Elizabeth Loftus ha demostrado repetidas veces que los testigos aculares también elaboran informes cuando se les pide que recuerden incidentes. En un examen con John Palmer, Loftus mostró un filme de un accidente de tráfico e interrogó después a los espectadores acerca de lo que veían (Loftus y Palmer, 1973). Los que escucharon la pregunta “¿A que velocidad corrían los 55 automóviles cuando se estrellaron uno contra otros?” suministraron cálculos de velocidad mas elevados que los que recibieron la pregunta “¿A que velocidad iban los automóviles cunado chocaron uno contra otro?”. Una semana después, los investigadores preguntaron a los testigos si recordaban haber visto vidrios rotos. Los que recordaron haber visto vidrios rotos eran el doble cuando se les formulaba la pregunta utilizando la palabra “estrellaron” que cuando se utilizaba la palabra “chocaron”. En realidad, no hubo vidrios rotos. El resultado repetido es un efecto de información errónea: después de exponerse a una información errónea, mucha gente recuerda mal. Recuerdan erróneamente una señal de paso como una de detención, los martillos como destornilladores, los envases de coca como recipientes de maníes, la revista Vogue como Mademoiselle, el ”doctor Henderson” como el “doctor Davidson”, el cereal para el desayuno como varios huevos, y un hombre completamente afeitado como un individuo con bigote (Loftus y col., 1989). El olvido como fracaso de la codificación Entre los aplausos destinados a la memoria –los esfuerzos para comprenderla, los libros acerca del modo de mejorarla-, ¿se han oído voces que elogian el olvido? La de William James (1890, pág. 680) fue una de esas voces: “Si recordáramos todo, la mayoría de las veces llegaríamos a estar tan mal como si no recordáramos nada”. Desechar el amontonamiento de información inútil o envejecida –donde aparcamos el automóvil ayer, el antiguo número telefónico de un amigo, los pedidos en el restaurante, con los platos que ya han sido preparados y servidos- seguramente es una bendición (Bjork, 1978). El mago ruso de la memoria, S., a quien conocimos al comienzo del capítulo, se veía perseguido por la cantidad de recuerdos inútiles, que constantemente dominaba su conciencia. Para él era más difícil que para otros pensar abstractamente, es decir, generalizar, organizar, evaluar. Una buena memoria es útil, pero también lo es la capacidad de olvidar. ¿Qué determina el olvido? Una respuesta es que no atinamos a codificar la información. Sí, ésta nunca ingresó en el sistema de la memoria. El novelista y 56 crítico inglés C. S. Lewis (1967, pág. 107) describió vívidamente porqué recordamos “casi nada”: Todos nosotros comprobamos como cada minuto de nuestra propia vida está completamente lleno. Segundo tras segundo nos vemos bombardeados por las sensaciones, las emociones, los pensamientos, a los que no podemos atender por su exceso, y al 90% de los cuales sencillamente debemos ignorar… El pasado… fue una rugiente catarata de miles y miles de millones de momentos así: uno cualquiera de ellos es demasiado complejo para aprehenderlo en su totalidad, y la suma total excede todos los límites de la imaginación… Con cada movimiento del reloj, en cada rincón habitado el mundo, una inconcebible riqueza y diversidad de elementos de la “historia” se desprende del mundo y se sumerge en el olvido total. Ciertamente, jamás advertimos gran parte de lo que sentimos. Si uno vive en Estados Unidos, probablemente ha visto millares de monedas de un penique en el curso de su vida. ¿Puede recordar como es la cara que muestra la faz de Lincoln? Los detalles de un penique no son importantes –ni son esenciales para distinguir los peniques de otras monedas- y pocos de nosotros nos hemos dedicado a codificarlos. Como observamos antes, codificamos automáticamente cierto tipo de información; otros tipos de información requieren un procesamiento esfrzado. Sin esfuerzo, la memoria cae en el olvido Hemos visto que hay olvido cuando no atinamos a codificar la información, y cuando nuestros recuerdos almacenados se deterioran. Los hechos olvidados son como libros que uno no puede encontrar en la biblioteca: algunos porque jamás fueron comprados, otros porque fueron desechados a la hora de almacenarlos. Hay una tercera posibilidad: incluso si se almacena el libro y está disponible, puede suceder que no sea accesible. Quizá usted no dispone de la información necesaria para buscarlo y recuperarlo. Asimismo, a veces la información llega a nuestro cerebro y, aunque sabemos que está allí, no podemos hacernos con ella. El nombre de la persona puede estar en la punta de la lengua, esperando que demos con él. Cuando la persona que no puede recordar información obtiene indicios para la recuperación (“empieza con una m”), a menudo recuerda lo que no podía evocar. Los problemas de la 57 recuperación ayudan a explicar los ocasionales fallos de memoria de los ancianos. Interferencia. El aprendizaje de algunos ítems puede interferir con la recuperación de otros, sobre todo cuando los ítems son análogos. Si alguien nos da algún número telefónico que es necesario recordar, es posible que podamos evocarlo después. Pero si dos personas mas nos suministran sus números, la rememoración de cada número sucesivo será mas difícil. Esta interferencia proactiva se refiere al efecto negativo del aprendizaje previo sobre la rememoración de la información nueva. A medida que uno recoge más y más información, el desván mental no se llena nunca, pero sin duda se produce acumulación. Por ejemplo, después de comprar una nueva cerradura de combinación o recibir un nuevo número telefónico, el anterior puede interferir. Benton Underwood (1957) exploró este fenómeno. Comprobó que la gente que aprende diferentes listas de palabras en sucesivos días tiene cada vez más dificultad para recordar cada nueva lista al día siguiente. Esta interferencia preactiva explica por qué Ebbinghaus, después de memorizar innumerables listas de sílabas sin sentido, podía recordar solo alrededor de una cuarta parte de una nueva lista de sílabas al día siguiente de aprenderla (mucho menos de lo que el lector, siendo novato, podría recordar después de aprender una sola lista). La interferencia retroactiva alude ala efecto negativo de la información nueva sobre el recuerdo de la información previa. Por ejemplo, es típico que el aprendizaje de los nombres de los estudiantes nuevos interfiera con el recuerdo de un profesor con respecto a los nombres aprendidos en las clases precedentes. El cuadro ilustra los dos tipos de interferencia Tiempo 1 Tiempo2 test interferencia Estudiar francés Estudiar español Recordar español El francés interfiere proactivamente Estudiar francés Estudiar español Recordar francés El español interfiere retroactivamente 58 Uno puede minimizar la interferencia retroactiva rediciendo el número de hechos que interfieren (por ejemplo, yendo a dormir un rato después de aprender información nueva). Es lo que John Jenkins y kart Dallenbach (1942) descubrieron en un experimento clásico. Día tras día, dos personas aprendieron cada una algunas sílabas sin sentido, y después intentaron recordarlas cuando ya habían pasado 8 horas despiertas o dormidas. El olvido fue más rápido después de estar despierto y de participar en otras actividades. Los investigadores supusieron que “el olvido no es tanto una cuestión del debilitamiento de las viejas impresiones y asociaciones, sino una cuestión de interferencia, de inhibición o de obturación de lo viejo por lo nuevo”. Los experimentos posteriores confirman que la hora que precede al sueño es un momento apropiado para confiar información a la memoria (Fowler y col., 1973). Aunque la interferencia es una causa importante del olvido, no debemos exagerarlo. A veces la información antigua facilita nuestro aprendizaje de la información nueva. El conocimiento del latín puede contribuir al aprendizaje del francés, fenómeno denominado “transferencia positiva”. La interferencia existe cuando la vieja y la nueva información compiten una con la otra. Olvido motivado. El enorme recipiente para bolos de nuestra cocina estaba atestado de bollos de chocolate recién cocidos, y había mas encima de la mesa, enfriándose. Veinticuatro horas después, no quedaba uno solo. ¿Quién los había consumido? Mi esposa, tres hijos y yo habíamos sido las únicas personas que estaban en la casa durante ese período. De modo que, mientras los recuerdos aún se mantenían frescos, aborde inmediatamente una pequeña prueba de la memoria. Andy reconoció haber devorado alrededor de 20. Peter admitió que había consumido 15 bollos. Mi esposa Carol reconoció haber comido 6, y yo haber comido 15 y llevado 18 a la oficina. Colectivamente, nuestros recuerdos avergonzados se reconocieron responsables de 89 bollos. Aun así, ni siquiera estábamos cerca de la cifra total; se habían cocido 160 bollos. ¿Por qué fallaban nuestros recuerdos? ¿Por qué no habíamos codificado, almacenado y recuperado casi la mitad de los bollos consumidos? Como señalamos antes, codificamos casi automáticamente la información acerca de le frecuencia. Entonces, ¿Se trataba de un problema de almacenamiento? 59 ¿Acaso nuestros recuerdos de los bollos, como la memoria de las sílabas sin sentido de Ebbinghaus, se habían disipado casi con la misma rapidez que los propios bollos? ¿O quizá la información todavía estaba intacta, pero era irrecuperable porque recordarla resultaba embarazoso? Con este concepto de la represión, Sigmund Freud sugirió que nuestros sistemas de la memoria practican la autocensura. Para proteger nuestro concepto del yo y minimizar la ansiedad es posible que reprimamos los recuerdos dolorosos. Pero en opinión de Freud, la memoria sumergida aún perdura, y con paciencia y esfuerzo es posible recuperarla en el curso de la terapia, a través de otros datos posteriores. Ese era el caso de una mujer que padecía un temor intenso e inexplicable al agua corriente. Una tía resolvió el misterio al murmurar un día “yo nunca lo dije”. Las palabras movilizaron en la mujer el recuerdo de un incidente; había sido una niña desobediente, y durante un picnic se alejo e la familia y quedo atrapada bajo una cascad, hasta que la salvó su tía, que prometió que no diría nada a los padres (Kihlstrom, 1990). La represión es evidencia en las víctimas de la tortura o de la guerra, que no pueden recordar los momentos cargados de horror. La contrapartida más cercana de la represión en el laboratorio (y una explicación alternativa de ella) es el fenómeno e la memoria dependiente del estado emocional y fisiológico a veces lo olvidamos en un estado radicalmente distinto. Así, lo que experimentamos cuando nos sentimos afectados por el embarazo o por el horror puede quedar olvidado cuando nos serenamos. En algunos experimentos que son bastante análogos al fenómeno del recuerdo de los bollos. Michael Ross y col. (1981) comprobaron que la gente modifica sus propias historias sin advertirlo. Después de que Ross convenció a un grupo de personas de que cepillarse los dientes con frecuencia es deseable, éstas (más que otras personas) recordaron haberse cepillado con frecuencia los dientes durante las últimas dos semanas. Después de seguir un curso e hábitos de estudio muy prestigiado, los estudiantes exageraron mas tarde sus propios juicios acerca de los progresos que habían alcanzado. Al desvalorizar sus anteriores hábitos de estudio, se convencieron de que en realidad se habían beneficiado (Conway y Ross, 1984). A menudo, recordar nuestro pasado significa modificarlo. Al recordar los hechos de un modo deseado protegemos y fortalecemos la imagen de nuestra propia persona. 60 PENSAMIENTO Nos hemos asombrado ante el encéfalo humano: sólo 1.368 Kg de tejido, que contiene un circuito más complejo que todas las redes telefónicas del planeta juntas. Nos ha sorprendido lo competente que es el ser humano recién nacido y nos ha impresionado la rapidez de su desarrollo. Nos ha llenado de reverente estupor el sistema sensorial humano, que puede desarmar los estímulos visuales en millones de impulsos nerviosos, transmitirlos a la corteza visual y rearmarlos en imágenes nítidas, percibidas en color. Hemos reconocido la capacidad aparentemente ilimitada de la memoria humana y la facilidad con que procesamos información en forma simultánea (consciente e inconscientemente, esforzada o automáticamente). No nos sorprendamos entonces de que nuestra especie haya tenido el genio de inventar la cámara fotográfica, el coche y la computadora; desencadenar el átomo y poner a la vista los secretos del código genético; viajar al espacio e indagar las profundidades de los vastos océanos. PENSAMIENTO Nuestra primera ojeada sobre la racionalidad humana comenzará por considerar las formas lógicas y, a veces, ilógicas con que creamos conceptos, resolvemos problemas, tomamos dediciones y establecemos juicios. En primer lugar, consideremos los ladrillos del pensamiento: los conceptos Conceptos 61 Para pensar y hablar acerca del sinnúmero de hechos, objetos y personas que existe en nuestro mundo, primero debemos simplificar las cosas organizando los datos específicos en categorías de conocimiento general, agrupaciones mentales llamadas conceptos. Considere la variedad de datos que se suman en el concepto de “silla”: la silla de bebe para comer, el sillón de respaldo alado, las sillas ubicada alrededor de la mesa del comedor o las sillas plegables. Cuando utilizamos una palabra como “silla” para referirnos a una categoría general de cosas, la estamos utilizando como concepto. Imagine la vida sin conceptos. Necesitaríamos un nombre diferente para cada objeto e idea. No podríamos pedirle a un niño que “arroje la pelota” porque no existiría el concepto de pelota. En lugar de decir: “está enojado” tendríamos que describir la expresión del rostro de esa persona. Su intensidad vocal y sus palabras. Obviamente nunca podríamos recordar el nombre de cada objeto; mucho menos el nombre de cada ejemplo de una clase de idea, relación o emoción, un concepto como “pelota” o “enojado” proporciona mucha información con un mínimo de esfuerzo cognoscitivo. Esta es la razón por la cual los conceptos son los ladrillos básicos del pensamiento. Simplificamos aún mas las cosas al organizar los conceptos en jerarquías. Por ejemplo: los primeros naturistas buscaron simplificar y ordenar la complejidad abrumadora de algunas de las 5 millones de especies de cosas vivientes, encerrándolas en dos categorías básicas: el reino vegetal y el reino animal. Posteriormente, subdividieron estas categorías básicas en subcategorías cada vez más pequeñas: vertebrados, peces y escualos, por ejemplo, en orden de especificidad creciente. Estas jerarquías de conceptos nos facilitan siempre más la tarea de lidiar con el mundo, agrupando tipos similares de información en unidades manejables. El apremio de los naturalistas por clasificar el mundo de la naturaleza refleja la tendencia de nuestra especie a ordenar nuestro medio ambiente en jerarquía de conceptos y, luego, para pensar en términos de esas jerarquías. Como lo descubrieron Alan Collins y Ross Quillian (1969), las personas responden mas rápido cuando se les pregunta si un canario es un ave que cuando se les pregunta si un canario es un animal. Collins y Quillian dedujeron que la diferencia en el tiempo de respuesta demuestra que los conceptos humanos están organizados en jerarquías, tales como los que se muestran en la figura, y 62 que la gente utiliza estas jerarquías cuando piensa. Al asociar canario con ave, la gente necesita pensar a través de una sola conexión; al asociar canario con animal, por el contrario, necesita pensar a través de dos conexiones, lo que tarda más. Este experimento explica como los psicólogos cognoscitivos pueden utilizar lo que, en un principio, pareció ser un hallazgo trivial (una leve diferencia en el tiempo de respuesta) para diferir un descubrimiento importante: de que forma los humanos utilizamos conceptos para pensar. ANIMALES Vivos AVES Vivos Poseen alas Poseen plumas Pueden volar CANARIOS Vivos Poseen alas Poseen plumas Pueden volar Son amarillos CARDENALES Vivos Poseen alas Poseen plumas Pueden volar Son rojos PECES Vivos Poseen aletas Pueden nadar Poseen branquias TIBURONES Vivos Poseen aletas Pueden nadar Poseen branquias Son peligrosos SALMONES Vivos Poseen aletas Pueden nadar Poseen branquias Nadan hacia sus arroyos modernos para poner huevos Así como los biólogos ordenan el mundo de cosas vivientes clasificándolo de acuerdo con sus relaciones de evolución, nosotros simplificamos y ordenamos el mundo organizando los conceptos en jerarquías. Es evidente la rapidez con la que se asocian conceptos más íntimamente relacionados, tal como salmón y pez, que aquellos que se relacionan en una forma más distante, tal como salmón y animal. La formación de conceptos Si reconocemos la importancia que revisten los conceptos para el pensamiento, vale preguntar entonces ¿Cómo los formamos? A veces, por medio de reglas. Un triángulo posee tres lados, nos dicen; por lo tanto, de ahí en adelante clasificamos como triángulos todas a aquellas formas geométricas que tengan tres lados. En forma similar, se nos puede decir que un ave es un animal que tiene alas y plumas y pone huevos. 63 Mas aún, nosotros solemos formar nuestros conceptos desarrollando un prototipo: un mejor ejemplo de una categoría particular (Rosca, 1978). Cuando más se corresponden los objetos con nuestro prototipo, mucho más rápido se incorporan al concepto. Por ejemplo, tanto un petirrojo como un ganso satisfacen nuestra regla para el concepto de “ave”, aunque la gente acepta mas pronto la expresión: “el petirrojo es un ave” que “un ganso es un ave”. Para la mayoría de nosotros, entonces, el petirrojo es un ave “mas” ave; se parece mas a nuestra imagen prototípica del ave. Esta forma rápida y fácil de determinar qué cosas pertenecen a qué conceptos no es tan lógica como el método de asociación por reglas, si bien, por cierto, es mas cognoscitivamente eficiente. Resolución de problemas Otra contribución a nuestra racionalidad procede de nuestras capacidades para resolver problemas; el enfrentar nuevas situaciones para las que no existen respuestas bien aprendidas. Cuando regresamos a casa y no tenemos la llave y la puerta de entrada esta cerrada; cuando estudiamos que forma darle a un parcial universitario; cuando nos sentimos confundidos al buscar los medios para privar una teoría, a menudo triunfa el ingenio humano. Lo hace mediante una serie de etapas: 1) definiendo el problema (Ud. no tiene la llave de la puerta de entrada, que esta cerrada); 2) desarrollando una estrategia específica (intente con la puerta trasera; si esta cerrada, busque una ventana abierta); 3) ejecutando la estrategia y 4) determinando si funciona. Estrategias para la resolución de problemas Diversas estrategias pueden utilizarse para resolver problemas. Trataremos de examinar las 4 más importantes: ensayo y error, prueba de hipótesis, algoritmo y heurística. Ensayo y error. Cuando las soluciones posibles son pocas para resolver un problema, podemos hacerlo mediante el ensayo y error. Cuando, por ejemplo, en un cuarto de hotel, encontramos un televisor de modelo desconocido, normalmente accionamos una perilla y luego otra, hasta que el receptor se encienda. En el baño de ese hotel, al no estar seguros de cual es la canilla del agua caliente, elegimos una y abrimos. Si nos equivocamos, sabemos que la 64 otra es la buena. Aún cuando nos enfrentamos a problemas más complejos, puede ser beneficioso el ensayo y error. Thomas Edison, por ejemplo, no tenia forma de saber cual era la sustancia que funcionaría como filamento de la lámpara incandescente. Entonces probó miles de ellas hasta tropezar con una: el carbón, que fue la verdadera (Hunt, 1982). Prueba de hipótesis. Íntimamente relacionada con el ensayo y error, es otra estrategia importante para resolver problemas. Tentativamente, suponemos como manejar el problema; a posteriori lo probamos, a ver si funciona bien. Si, por ejemplo, al tratar de encender el televisor del hotel, descubrimos de inmediato que no existen controles visibles, podemos suponer que los controles están escondidos en la parte delantera del receptor. Así, probamos esta hipótesis tirando de todos los ángulos para ver si podemos descubrir un panel oculto. Si nuestra hipótesis fue correcta, nuestro problema queda resuelto. Si fue equivocada, podemos intentar otra: tocar los laterales y parte inferior del receptor donde, ahora, sospechamos que se encuentran los controles. Algoritmos. Los expertos en resolución de problemas. Allan Newell y Herbert Simon (1972) han definido el algoritmo como el método más riguroso de ensayo y error. Los algoritmos son procedimientos lógicos, metódicos y que se realizan paso a paso para lograr la solución de un problema. Tuvieron su origen en el campo de la matemática, pero el concepto ha sido aplicado a otro tipo de problemas. Si se utiliza el algoritmo apropiado, se garantiza la correcta solución del problema. Sin embargo, el proceso puede tardar un poco, ya que implica el examen de toda solución posible, realizado en forma ordenada hasta llegar a la correcta. Si, por ejemplo, se nos desafiara a que formemos otra palabra con las letras de “CINERAMA”, podríamos recurrir al algoritmo. Implicaría probar sistemáticamente cada letra en cada posición y luego controlar en el diccionario la combinación resultante. Si Ud, decide probar este procedimiento, prepárese para una semana de trabajo ya que existen 40.320 combinaciones posibles de letras. Si dispusiera de 10 segundos para buscar cada solución posible, finalizaría en un término aproximado de 5 días. Heurística (del gr. Heuriskein: hallar, encontrar, inventar). Obviamente, los algoritmos no convienen a la mayoría de los problemas con que nos 65 enfrentamos: nuestro tiempo ya es demasiado corto además, no existen algoritmos para muchos problemas. Ud. va manejando. Suponga que su auto queda atascado en el lodo. ¿Puede pensar en algún procedimiento matemático, riguroso, para lograr liberarse? Ya que los procedimientos más formales no son, a menudo, los más apropiados, con frecuencia recurrimos a simple estrategias basadas sobre la experiencia y la práctica (llamadas heurísticas) para resolver problemas. Es la inventiva. Todos contamos con un repertorio de estrategias basadas en trozas de conocimiento que hemos recogido, reglas que hemos aprendido o hipótesis que nos han surtido efecto en el pasado. Cuando usamos prácticas heurísticas, o sea, la inventiva, entonces estamos esencialmente diciendo: “este problema me recuerda problemas similares que he enfrentado anteriormente, por ende, lo que funcionó una vez debería funcionar ahora. “Consideremos como podríamos utilizar estrategias heurísticas para resolver el problema de encontrar otra palabra dentro de “CINERAMA”. Sabemos, por ejemplo, que las palabras castellanas nunca comienzan con las combinaciones “mc”, “nc”, “rc” o “nm”, y que dos “a” rara vez se agrupan. Utilizando estas reglas basadas en la experiencia y práctica, y luego aplicando el ensayo y error, no nos tomaría mucho tiempo descubrir la respuesta correcta: AMÉRICA. Obstáculos que se presentan en la resolución de problemas Si bien los seres humanos son sumamente ingeniosos para resolver sus problemas, existen ciertas tendencias humanas que interfieren en su capacidad de resolución. Aquí examinaremos dos de estos obstáculos: predisposición a confirmar y fijación. Posteriormente, en este capítulo, examinaremos algunos otros factores que también ejercen una influencia adversa sobre nuestra racionalidad. La predisposición a confirmar. Uno de los mayores obstáculos que se presentan en la resolución de problemas es nuestra tendencia natural y humana a buscar información que confirme nuestra hipótesis, fenómeno conocido como predisposición a confirmar. Considere, por ejemplo, el “problema de las cuatro cartas” creado hace algunos años por los investigadores británicos Peter Wason y Philip Jonson-Laird, (1968). En este 66 experimento se le mostró a los sujetos cuatro cartas o naipes. Cada carta posee una letra en uno de los lados y un número en el otro. Se les pregunta a los sujetos cuales son las cartas que deberían dar vuelta para probar la siguiente regla: si existe una “D” en un lado de la carta, debe haber un “3” en el otro. El problema perece simple, pero pocas personas lo hacen correctamente. La mayoría, por supuesto, desea dar vuelta la carta con la letra “D” para verificar si en verdad hay un “3” en el otro lado. Pero, ¿Cuál sería la próxima carta que se debería dar vuelta? La mayoría de las personas eligen el “3”, aunque de hecho, el dar vuelta el “3” no prueba nada, ya que, auque el otro lado de la carta presente una letra que no fuera una “D”, la regla seguiría siendo válida. (Recuerde, la regla se refiere únicamente a aquellas cartas que registren una “D” en uno de sus lados.) la segunda elección correcta sería el “7”, ya que si tiene una “D” en su otro lado, la regla sería refutada. ¿Por qué motivo las personas encuentran dificultad al resolver este problema? Porque están deseando localizar los ejemplos que confirmen la regla que están probando. Experimentos como este indican que estamos más ansiosos por verificar nuestras creencias y presentimientos que por tratar de infirmarlos. D 3 B 7 El problema de las cuatro cartas. Se dice que cada carta posee una letra en uno de los lados y un número en el otro, y si se establece la regla “Si aparece una D en uno de los lados de cualquier carta, debe haber un 3 en su otro lado”. ¿Cuáles serán las cartas que daría vuelta para probar esta regla? Wason (1981) informó que aún cuando se le ofrezca a los sujetos la respuesta correcta al problema de las cuatro cartas (inclusive cuando el error 67 cometido por su propia lógica se demuestre utilizando cartas reales), a menudo no se apartan de su razonamiento lógico. Esta convicción incorregible de están en lo correcto cuando, en realidad están equivocados, guarda analogía con la crisis de creencia de la vida real. La gente común evade los hechos, se vuelve incoherente o se defiende sistemáticamente de la amenaza que representa la nueva información relativa al tema en cuestión. La fijación. Veamos si Ud. es lo suficientemente inteligente para resolver algunos acertijos (muy parecido a los que probablemente haya visto en revistas), los que han sido extraídos de algunos experimentos clásicos: Intente resolver estos problemas:: Ubique seis fósforos de modo tal que formen cuatro triángulos equiláteros Suponga Ud. que tiene una jarra con capacidad para 21 pocillos, otra con capacidad para 127 pocillos, y otra para 3 pocillos. Extrayendo y descartando tanta agua como guste, necesita celular exactamente 100 pocillos de agua. ¿Como puede hacerlo? Si cuenta con una caja de fósforos, algunas chinches y una vela, ¿cómo puede hacer para sostener la vela sobre una cartelera? ¿Intentó resolver todos los problemas presentados? (si no fue así debe resolverlos antes de continuar con la lectura.) Parte de los principales obstáculos en la resolución de problemas consiste en las diferentes formas de fijación (incapacidad para encarar un problema desde una perspectiva distinta). Por ejemplo, si se intenta resolver el problema de los fósforos al buscar soluciones bidimensionales, como ocurre comúnmente, entonces se habrá pasado por alto la posibilidad de lograr la solución tridimensional. En general se tiende a recurrir a ciertos tipos de soluciones siguiendo un modelo fijo por una muy buena razón, y es que, la mayoría de las veces, las soluciones positivas en otras soluciones anteriores se pueden aplicar a los problemas nuevos. Consideremos, por ejemplo, la pregunta. Si tenemos la secuencia U-D-T-C-?-?-?, ¿Cuáles son las tres letras que corresponden al final de la secuencia? 68 No se desaliente si no pudo encontrar la respuesta. Este es un problema difícil. La mayoría de la gente no logra darse cuanta de que las últimas letras corresponden a C(inco), S(eis), S(iete). Pero una vez aprendida la clase de solución que requería este problema seguramente podría resolver el segundo con facilidad: Si tenemos la secuencia E-F-M-A-?-?-?, ¿Cuáles son las tres letras que corresponden al final de la secuencia? (Si también en este caso le resulta difícil encontrar la respuesta, pregúntese que mes es.) Así como los logros del pasado pueden resultar beneficiosos para resolver los problemas que se nos presentan en el presente, también pueden interferir en la posibilidad de idear un enfoque diferente para enfrentarlos, ya que se requiere buscar una clase de solución totalmente nueva. Esta tendencia a repetir soluciones que resultaron eficaces en el pasado constituya una especie de fijación denominada patrón mental. Ya se presentó un ejemplo de patrón mental en el problema de los fósforos. También puede aparecer al querer resolver el problema de las jarras con agua. En el caso del primer problema presentado es muy probable que, para resolverlo, haya utilizado la fórmula siguiente: B – A – 2C = cantidad deseada de agua. Esta misma fórmula es aplicable a los siete problemas. Más aun, una vez que haya Ud. desarrollado un patrón mental, seguramente resolverá los problemas posteriores mucho más rápido que el primero. Otra clase de fijación, conocida con el nombre de fijación funcional (denominación que si bien es la más adecuada, también resulta algo torpe), es nuestra tendencia a percibir que las funciones de los objetos son fijas y no pueden cumplir otra función que aquellas para la cual fueron creadas. Por ejemplo, ver en un centavo solo una moneda y no la posibilidad de utilizarlo como el destornillador que tanto se necesita. Puede ser que se experimente como una fijación funcional al tratar de resolver el problema presentado con la vela. Si se piensa en la caja de fósforos únicamente como recipiente para guardarlos, se habrá pasado por alto la posibilidad de usarla como base o “candelero” para la vela. En realidad, percibir y relacionar los objetos de uso 69 familiar con formas novedosas es un aspecto importante del pensamiento creativo. La resolución del problema de los fósforos de madera se logra evitando fijación, que consiste en limitar nuestra visión del problema a la búsqueda de soluciones bidimensionales. (Extraído de “la resolución de problemas” de M. Scheerer) Comprensión Luego de aprender algunos de los obstáculos, simples pero poderosos, para pensar lógicamente, habrá comenzado a dudar de la naturaleza de sus capacidades de razonamiento. A pesar de estos obstáculos, podemos arreglárnosla bastante bien para resolver problemas. En efecto es frecuente que nos pasemos cierto tiempo tratando de descifrar un enigma: de pronto, todas las piezas parecen encajar y encontramos la solución. Esta capacidad de captar súbitamente la realidad, esta suerte de inspiración que nos permite resolver problemas, se conoce generalmente con el nombre de comprensión (insight en inglés). Se obtuvieron algunos ejemplos de comprensión como resultado de la observación de animales. Un caso notable fue el que registro el psicólogo alemán de la Gestalt, Wolfgang Kohler (1925). Durante la Primera Guerra Mundial, Kohler, anclado en una distante isla africana, se dedicó a estudiar la especie de chimpancés de la zona. En un experimento que realizó con uno de estos, llamado Sultán, colocó un trozo de fruta y un palo largo fuera de la jaula del chimpancé bastante alejado de su alcance y una vara corta dentro de la jaula. Al ver la vara, Sultán la agarró y trató de tocar la fruta. Pero la vara, hacha a propósito, era demasiado corta. Luego de varios esfuerzos infructuosos, el chimpancé dejó caer la vara y se detuvo a pensar en todo lo acontecido y los elementos con que contaba. Luego, en forma repentina, como si pensara mejor, ¡paf!. Sultán dio un salto, asió de vuelta la vara más corta, la que esta vez utilizó para acercar la vara larga, de la que luego se sirvió para alcanzar la fruta. De acuerdo con la teoría de kohler, las acciones de Sultán dieron pruebas fehacientes de la capacidad cognitiva del animal, del mismo 70 modo que otros elementos que comprueban que en el aprendizaje existen otros factores además del condicionamiento irreflexivo. Lo que constituye una anécdota ocasional sobre el mundo animal, resulta ser una experiencia totalmente aplicable a los seres humanos. Kohler describió la comprensión como el sentimiento de satisfacción que acompaña a esos relámpagos repentinos de inspiración. Seguramente Ud. podrá encontrar muchos ejemplos de comprensión que se le dieron en momentos que debía resolver un problema matemático difícil, darse cuenta de cómo debía redactar su monografía semestral o, simplemente, encontrar las soluciones de algunos de los problemas propuestos en este capítulo. También el hecho de disfrutar de un chiste puede depender de nuestra capacidad de insight (de la facilidad para comprender un final inesperado o un doble sentido, como por ejemplo el cuento de profesor Smith, quien se quejaba ante sus colegas por las constantes interrupciones de sus alumnos: “no bien me levanto para hablar, algún tonto comienza a decir algo”). El razonamiento Antes de poder resolver problemas, tomar decisiones y emitir juicios, debemos ser capaces de razonar. ¿Cómo razonamos, y en que medida lo hacemos correctamente? Consideremos las formas de la razón humana y algunas razones de la sinrazón. Razonamiento deductivo e inductivo Nuestro razonamiento puede adoptar dos formas: deductivo e inductivo. En el razonamiento deductivo, partimos de premisas o verdades generales que conocemos o que presuponemos ciertas, para llegar a conclusiones particulares. Por ejemplo, sabemos como verdad general que todos los gatos maúllan. Por lo tanto podemos concluir que Micifuz, gato que no conocemos, maúlla. Si las suposiciones de las cuales partimos son verdades probadas y nuestro razonamiento es válido, luego las conclusiones a las que arribemos también serán verdaderas. La matemática, algunas formas de teología y el derecho son en su mayoría deductivos. 71 En el razonamiento inductivo llegamos a conclusiones sobre la base de nuestras observaciones. Este razonamiento funciona al revés. Generalizando a partir de hechos particulares. Por ejemplo, si cada uno de los gatos que conocemos maúllan, podemos concluir razonablemente que Micifuz, el nuevo gato de nuestro amigo, también maullará. Sin embargo, por medio del razonamiento inductivo, no podremos llegar jamás a estar completamente seguros de que nuestra conclusión sea correcta. Siempre existe la posibilidad de que encontramos un gato que no maúlle. Además, si eso llegara a ocurrir, sabríamos que nuestra conclusión era errónea. Básicamente, el razonamiento inductivo es la comprobación de una hipótesis. Como señala Diane Halpern (1984), en la vida real utilizamos constantemente una y otra forma de razonamiento. Por otra parte, nuestras creencias (es decir, nuestras suposiciones generales) influyen en nuestras observaciones, y a su vez nuestras observaciones in fluyen en lo que creemos. Razonamiento deductivo formal Hemos visto que parte de la nueva corriente sobre el pensamiento hace hincapié en nuestra tendencia a carecer de objetividad. Buscamos información que tienda a confirmar nuestras corazonadas (tendencia a la confirmación) y nos aferramos a nuestras convicciones, aun cuando se nos presenten pruebas asociadas o información que las desacreditan (persistencia en las convicciones). ¿Podemos liberarnos de los efectos de nuestras convicciones sobre nuestro razonamiento, utilizando las herramientas de la lógica formal? Veamos. En filosofía, el silogismo (juicio en que dos afirmaciones presumiblemente verdaderas, llamadas premisas, nos conducen a una tercera afirmación o conclusión) es la base del razonamiento deductivo formal. Por ejemplo, consideremos este silogismo tan conocido: Todos los humanos son mortales. Sócrates es humano. Por lo tanto, Sócrates es mortal. La mayoría de nosotros somos lo suficientemente racionales como para darnos cuenta e que la conclusión de este silogismo surge en forma lógica de las premisas. 72 Sin embargo, algunas veces nuestro conocimiento e ideas preexistentes interfieren con nuestra capacidad de razonamiento lógico. Por ejemplo, echemos un vistazo al siguiente silogismo (adaptado de Hunt, 1982ª): Los que creen en la democracia creen en la libertad de expresión. Los comunistas no creen en la democracia. Por lo tanto, los comunistas no creen en la libertad de expresión ¿Le parece lógica la conclusión? Si es así tomemos otro silogismo con la misma forma y secuencia lógicas: Los tordos tienen plumas. Las gallinas no son tordos. Por lo tanto, las gallinas no tienen plumas En ambos casos el razonamiento es inválido, la conclusión no surge de las premisas. Ahora probemos con el siguiente silogismo: Todo lo que favorezca al pleno empleo es beneficioso desde el punto de vista social. La guerra favorece al pleno empleo. Por lo tanto, la guerra es beneficiosa desde el punto de vista formal. En este caso, la conclusión surge lógicamente de las premisas. Lo incorrecto no es el razonamiento sino la premisa falsa de la cual se parte. Los silogismos que acabamos de estudiar ejemplifican algunas de las formas de nuestro conocimiento y creencias, que interfieren en nuestro razonamiento. Tendemos a aceptar como lógicas aquellas conclusiones que están de acuerdo con nuestras opiniones, como por ejemplo la idea de que el comunismo restringe la libertad. Pero nos cuesta mas aceptar conclusiones que estén en contra de nuestras opiniones, tal como la idea de que la guerra sea beneficiosa. Esta interferencia de nuestras convicciones puede causar problemas serios, particularmente cuando tenemos que enfrentarnos a cuestiones que significan un reto a nuestras convicciones. Los peligros del razonamiento inválido son evidentes en los argumentos utilizados para “fundamentar” la inferioridad intelectual de negros y oros grupos étnicos. Este argumento puede expresarse en el siguiente silogismo: Si los negros son mentalmente inferiores a los blancos, tendrán un cociente intelectual inferior al de los blancos. Los negros tienen un cociente intelectual inferior al de los blancos. Por lo tanto, los negros son mentalmente inferiores. Si bien el razonamiento seguido en este silogismo no es mas válido que el ejemplo “las gallinas no tienen plumas” (los negros pueden presentar un cociente intelectual inferior debido a otras razones como por ejemplo un nivel 73 inferior de estudios formales), la aceptación en masa de este silogismo falso ha alentado las prácticas discriminatorias tendientes a colocar a los negros en un plano desventajoso, frente a los tests de inteligencia tradicionales. LENGUAJE Quizás, el indicio más intangible del poder del pensamiento humano y, en definitiva, uno de los logros mas importantes de nuestra especie, sea el lenguaje. Desde la antigüedad, los seres humanos proclamaron con orgullo que la capacidad para expresarnos por medio del lenguaje era lo que nos colocaba por enzima de los otros animales. “Al estudiar el lenguaje humano”, expresó el lingüista Noam Chomsky (1972), “nos acercamos a lo que algunos podrían denominar `la esencia humana`, las capacidades distintivas del hombre”. Ya se trate de hablado, escrito o simbólico, el lenguaje nos permite comunicar ideas complejas de persona a persona y transmitir el conocimiento acumulado por la civilización, de generación en generación. El desarrollo del lenguaje ¿Qué otro logro humano hay mas notable que la adquisición del lenguaje? Antes de que los niños puedan sumar 2 mas 2, ya pueden crear sus propias oraciones con un sentido original y una gramática correcta, y pueden comprender oraciones de una complejidad mayor de las que usan para expresarse. Por otra parte, la capacidad infantil, a los 6 años de edad, para reconocer 8.000 palabras o mas por su raíz, prueba en forma contundente la facilidad con que aprenden las palabras (Carey, 1977). En efecto, se estima que los niños de 3 años aprenden muchas palabras nuevas por día. ¿Cómo se origina esta capacidad para el lenguaje y como se desarrolla? Todos coinciden en que solamente los humanos poseen un lenguaje, si por ese término aludimos a la expresión verbal o mediante signos de una gramática compleja. Si queremos referirnos, mas sencillamente, a la capacidad de comunicarnos mediante una secuencia significativa de símbolos, en ese caso los monos, en efecto, poseen capacidad para el lenguaje. 74 En sus reflexiones sobre la cuestión, uno de los entrenadores de la chimpancé Lana. Duane Rumbaugh (1985, 1987), cree que es demasiado simplista preguntar: “¿los monos poseen o no capacidad para el lenguaje humano?” El lenguaje “es algo muy complejo, con muchísimas dimensiones y facetas. Nuestros parientes vivos mas próximos poseen algunas pero no todas” de modo que, mas que pensar en el lenguaje en términos de todo o nada, como el embarazo, mas bien debemos concebirlo como un continuo de habilidades, algunas de las cuales están al alcance de los monos. Aunque los chimpancés no poseen nuestra capacidad para el lenguaje, sus cualidades de pensamiento y comunicación continúan impresionando a sus entrenadores. Loulis, hijo adoptivo de Washoe, aprendió 68 signos sencillamente observando a Washoe y a otros tres chimpancés adiestrados en el lenguaje. Mas aun, Washoe, Loulis y los otros ahora realizan gestos espontáneamente, en demande de actividades como perseguir, cosquillear, abrazar, venir, o atusar. La gente que conoce los signos puede escuchar las conversaciones entre otros chimpancés, y llegar a un acuerdo casi perfecto acerca de lo que están diciendo: el 90% se relaciona con la interacción social, el comportamiento o el juego (Fouts y Bodamer, 1987). Mas aun, los chimpancés son modestamente bilingües; pueden traducir al lenguaje de los signos las palabras inglesas habladas (Shaw, 1989-1990). Los instructores de Lana han entrenado a otros dos chimpancés, Sherman y Austin, de modo que utilicen los tableros de la computadora para comunicarse unos con otros. Los chimpancés se piden uno al otro determinado alimento o incluso un instrumento que pueden utilizar para conseguir alimento (Rumbaugh y Savage-Rumbaugh, 1986). También impresiona el descubrimiento de Savage-Rumbaugh (1987, 1990) de que los chimpancés pigmeos pueden aprender a distinguir los matices semánticos del ingles hablado. Kanzi, un chimpancé de este tipo, se comporta de manera inteligente si se le pregunta “¿puedes mostrarme la luz?” o “puedes traerme la luz (una linterna)?” o “¿puedes ensender la luz?” Kanzi tambien conoce las palabras habladas serpiente mordisco y perro. Si se le entregan animales embalsamados y se le pide la primera vez que “consiga que el perro muerda a la serpiente”, pone a la serpiente en la boca del pero. 75 Como vemos, las cualidades lingüísticas de los monos entrenados son modestas en relación a las normas humanas. Sin embargo, sus impresionantes cualidades cognitivas hace que nos parezcan “casi humanas”. PENSAMIENTO Y LENGUAJE El pensamiento y el lenguaje se entrelazan de manera compleja. Preguntar cual aparece primero es una de esas preguntas de la psicología que recuerdan el problema de la gallina y el huevo. ¿Nuestra idea surge primero y esperan palabras que las designen? ¿O nuestros pensamientos se conciben con palabras y son inconcebibles sin ellas? Influencias lingüísticas sobre el pensamiento El lingüista Benjamín Lee Whorf afirmó que el lenguaje determina el modo en que pensamos. De acuerdo con la hipótesis de la realidad lingüística de Whorf (1956), diferentes lenguas imponen diferentes concepciones de la realidad; “El lenguaje mismo plasma las ideas fundamentales de un hombre”. La gente que habla un solo idioma rara vez llega al concepto de Whorf. Para ella, el lenguaje es solo un vehículo del pensamiento. Pero para quien habla dos idiomas diferentes, por ejemplo el ingles y el japonés, parece obvio que uno piensa de distinto modo en diferentes idiomas (Brown, 1986). Por ejemplo, las distintas palabras japonesas que significan dar son el soporte de importantes distinciones culturales. El uso de los distintos dar depende de la jerarquía del sujeto, y de si es o no miembro o amigo de la familia. Otro ejemplo: en inglés, hay una palabra que significa nieve (snow). La lengua esquimal tiene muchas. Según afirma Whorf, esta diversidad de términos permite que los esquimales perciban en la nieve diferencias que pasarían inadvertidas a las personas que hablan otro idioma. El vínculo lenguaje-pensamiento también se manifiesta a nivel de la gramática. Los indios hopi no tienen pasado en sus verbos. Por consiguiente, afirmó Whorf, los hopi no pueden pensar tan fácilmente acerca del pasado. Los críticos de la idea de que el lenguaje determina el pensamiento afirman que las palabras reflejan más que crean el modo en que pensamos. La vida 76 misma de los esquimales depende de su capacidad para identificar diferentes estados de la nieve y el hielo, de modo que necesitan palabras distintas para estas condiciones. (Los esquiadores también describen las laderas con términos como nieve adhesiva, o polvo). El que carezcamos del amplio vocabulario esquimal para describir la nieve, no significa que seamos incapaces de percibir tales diferencias. Asimismo, un nativo de Nueva Guinea que carece de los términos que usamos para designar las formas y los colores, de todos modos los percibe igual que nosotros (Rosca, 1974). Por consiguiente, aunque es exagerado afirmar que el lenguaje determina el modo en que pensamos, nuestras palabras ciertamente pueden influir sobre lo que pensamos (Hoffman y col. 1986). Por lo tanto, convendrá que elijamos cuidadosamente nuestras palabras. Cuando la gente se refiere a las mujeres como las muchachas –por ejemplo, “las muchachas de la oficina”- perpetúan una visión de la jerarquía inferior de las mujeres, ¿no es así? O veamos el uso genérico del pronombre él. ¿Hay cierta diferencia si escribo “Un niño aprende el lenguaje mientras el interactúa con sus (de él) cuidadores” o “los niños aprenden el lenguaje mientras ellos interactúan con sus (de ellos) cuidadores”? algunos arguyen que no hay diferencia, porque todos los lectores saben que “debe entenderse al género masculino como que incluye a las mujeres” (como lo declaró el Parlamento británico en 1850). Pero, ¿siempre se entiende que el género él incluye a las mujeres? Veinte estudios han demostrado consecuentemente que no es así (Henley, 1989). Por ejemplo, Janet Hyde (1984) pidió a los niños que completasen relatos en los cuales la primera línea, que ella suministrba, era “cuando un niño va a la escuela,----------- a menudo suele sentirse inquieto el primer día”. Cuando Hyde utilizaba la palabra él en el espacio en blanco, los relatos de los niños casi siempre se referían a varones. Si ponían el o ella en el espacio en blanco una tercera parte de los personajes eran femeninos. Los estudios con adolescentes y adultos en América del Norte y Nueva Zelanda han observado efectos análogos del genérico él (Hamilton, 1988; Martyna, 1978; Ng, 1990). Las oraciones acerca de “el artista y su obra” tienden a evocar las imágenes de un hombre. Consideremos también que la gente usa selectivamente los pronombres genéricos. Por ejemplo en “el doctor… él” y “la secretaria… ella” (MacKay, 77 1983). Si el y su (de el) fuesen realmente formas sin género, no vacilaríamos un instante cuando oímos que “el hombre, como otros mamíferos, amamanta a sus crías”. Que nos sobresaltemos indica que sus (de él) implica una connotación de género que choca con nuestra idea de amamantar. El poder del lenguaje para influir sobre el pensamiento determina que la formación del vocabulario sea una parte fundamental de la educación. Ampliar el lenguaje implica ampliar la capacidad de pensar. 78