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TEMA 9.- El teatro español desde la posguerra a la actualidad (Mihura, B. Vallejo, Jardiel Poncela, A.
Sastre, A. Gala).
1. Década de los cuarenta: El panorama tras la guerra repite las características de la poesía y de la
novela: autores muertos (Muñoz Seca, García Lorca), exiliados (Alberti, Casona) o sometidos a una
censura férrea. Se olvida el teatro anterior a la guerra, salvo en los caso de Benavente y Arniches y se
recuperan géneros de otra época, como algunos intentos de recrear un teatro inspirado en el Siglo de
Oro.
El teatro en esta época cumple una doble función: entretener y apoyar la ideología dominante. Por
ello, se desarrollan dos tendencias que alcanzarán gran éxito:
1.1. La comedia burguesa: (Calvo Sotelo, Luca de Tena, Pemán). Se trata de un teatro amable que se
mueve entre la intranscendencia y el escapismo, y que busca la diversión y la evasión. Este teatro
cuenta con las siguientes características:
Es un teatro artesanal, lo que se ve en las fórmulas utilizadas en los diálogos y acciones: sorpresas
calculadas, gradación del interés...
y a la vez innovador en la utilización de las técnicas
cinematográficas en los argumentos y situaciones dramáticas.
Discurre con un tono elegante: aparecen ambientes aristocráticos, cosmopolitas y lujosos y hay una
crítica -sin ahondar- a la burguesía. Son obras para pasar 'un buen rato'
Frente al teatro barroco, que busca el honor, este teatro burgués busca la felicidad (hijos rebeldes que
acaban fundidos en un abrazo a los padres, matrimonios que se arreglan, muchachas frívolas que
recobran el juicio al parir...) Aparecen pocos temas y muy repetidos: adulterios, líos 'de faldas' (o
pantalones)... y a veces, dramas de tesis: plantean problemas de conveniencia o históricos. Se trata, en
resumen, de un teatro apologista de los valores tradicionales, tomados de la 'alta comedia' del XIX:
honradez, fidelidad, valor de la moral...
1.2. El teatro del humor: Tiene su germen en un teatro intranscendente y escapista y se gesta en
torno a la revista cómica La Codorniz, dirigida por Miguel Mihura. Presenta una visión absurda de la
realidad, con grandes dosis de amargura, y se centra en la exploración de las posibilidades cómicas del
lenguaje. Destacan dos autores:
Miguel Mihura: Con un humor basado en la dislocación del lenguaje. Coloca frente a frente a
personajes muy distintos, forzando las situaciones al límite, para denunciar lo absurdo de la vida
cotidiana, la existencia de tópicos y convenciones sociales que impiden al hombre ser feliz. Su obra más
conocida es Tres sombreros de copa (estrenada en 1952, veinte años después de ser escrita).
Jardiel Poncela: Para este autor el teatro es el reino del absurdo. Sus obras cuentan con
muchos personajes –fundamentalmente burgueses-, colocados en situaciones disparatadas. Al igual
que Mihura, se convierte en un precedente del teatro del absurdo. Sus obras más conocidas son Eloísa
está debajo de un almendro y Un marido de ida y vuelta.
2. Década de los cincuenta: del teatro existencial al teatro realista y social: El teatro existencial
aparece como réplica al teatro de evasión y evoluciona hasta el realismo social en los años cincuenta y
sesenta. En la década del cincuenta destacan dos autores:
Antonio Buero Vallejo: Su obra está presidida por el tono ético y presenta tres grandes
direcciones: Un teatro realista que busca la reflexión social y el compromiso del espectador: Historia de
una escalera (1949), un teatro simbólico que plantea los conflictos de seres humanos problemáticos
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frente a la sociedad: En la ardiente oscuridad (1950) y, finalmente, un teatro histórico, que reflexiona
sobre personajes del pasado: Un soñador para un pueblo (1958)
Alfonso Sastre: Frente al tono ético de Buero, presenta un teatro con vocación política, de ahí
que uno de sus principales temas sea el de la opresión. Fue muy censurado. Escuadra hacia la muerte
(1953) Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955).
3. Del realismo al simbolismo: el teatro hasta el fin de la dictadura.
En la década del sesenta continúan representándose con éxito las obras comerciales de Alfonso Paso,
Jaime Salom y Jaime de Armiñán. En cuanto a las compañías y a las obras que representan, frente a
este teatro comercial, aburguesado y de evasión, encontramos tres modelos no puramente
comerciales: El teatro nacional, público, pagado por las administraciones, dedicado a representar
teatro moderno y obras clásicas. El “teatro de cámara”, que engloba al teatro universitario (TEU) y a
otras agrupaciones, muchas de ellas de aficionados y sin ánimo de lucro, apadrinadas por asociaciones,
sindicatos… Un tercer modelo formado por compañías, más o menos estables o profesionalizadas, de
teatro independiente, que tienen su paralelo en lo que hoy se denomina “teatro alternativo”. Aquí está
la raíz de lo mejor del teatro español contemporáneo: “Los Goliardos”, ”Els Comediants”, “Els Joglars”,
“Tábano”…
En cuanto a la caracterización temática, frente al teatro puramente comercial, encontramos autores
que buscan salidas comprometidas:
3.1.- Alternativa realista: Una serie de autores nacidos alrededor de 1925, a los que se les llama La
generación perdida o La generación realista, continúan el camino iniciado por Buero Vallejo y Alfonso
Sastre, y desarrollan una dramaturgia que evoluciona desde unas formas realistas-naturalistas hacia
nuevas orientaciones estéticas: la farsa grotesca o el sainete. Son iberistas, hacen de España su tema,
pero alejándose del costumbrismo, planteando un tono crítico, con un lenguaje violento, directo y
desafiante. Sus temas son la injusticia e hipocresía social, la vida del proletariado, la crueldad de las
llamadas 'buenas costumbres'... Recuperan viejas fórmulas del teatro español (sainetes, farsas, dramas
rurales...) pero con un punto de vista crítico, no popularista. Destacan Lauro Olmo La camisa (1962),
Martín Recuerda Las salvajes en Puente San Gil (1963), Carlos Muñiz El tintero (1960).
3.2.- Alternativa alegórica: Un poco posterior a la realista y siguiendo algunas líneas del teatro
europeo. Comparte con el realismo la denuncia de la injusticia y de la falta de libertad, pero estos
autores codifican un mundo de forma alegórica, para que el espectador lo descodifique de forma
crítica. A veces las obras se vuelven demasiado herméticas. Recurren a la farsa, lo grotesco, las
deformaciones esperpénticas y dan entrada a lo alucinante o lo onírico, valiéndose, entre otros
recursos, del lenguaje y de los recursos no verbales, plásticos o sonoros. Sus características son: el
personaje se transforma en un esquema intencional para provocar respuestas en el espectador; la
acción y el lenguaje son parabólicos; la escena se invade de objetos simbólicos, que no son parte del
decorado, sino elementos esenciales (jaulas, tazas de váter...) Entre los autores encontramos a José
Ruibal Su majestad la sota, Martínez Mediero Las planchadoras.
3.3. Alternativa vanguardista: Este teatro experimental conecta con la tradición vanguardista teatral
que ya desde Antonin Artaud consideraba el teatro, como un espectáculo en donde el texto literario es
sólo un ingrediente más y no necesariamente el elemento central de la representación. De ahí la
importancia que adquieren los efectos especiales, la escenografía, la luz, el sonido, los objetos que
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invaden la escena, el vestuario, el maquillaje expresionista de los actores, la mímica, las máscaras, la
expresión corporal, la música, etc. Asimismo, se pretende romper con la tradicional división entre el
escenario y los espectadores, convirtiendo la escena en un espacio dinámico que puede invadir el lugar
correspondiente a la sala e invitar al público a participar en la función e integrarse en ella. En esta
tendencia destacan dos autores:
Fernando Arrabal, que ha desarrollado la mayor parte de su obra en Francia. Su teatro está a
caballo entre el vanguardismo y la provocación. Algunas de sus obras: Pic-nic, El laberinto, El triciclo...
Creó el “teatro pánico”, presidido por la confusión, el humor, la búsqueda formal y la incorporación de
elementos surrealistas en el lenguaje. Los temas más frecuentes en sus obras son la sexualidad, la
religión, la política, el amor y la muerte.
Francisco Nieva, que comenzó siendo escenógrafo, y escribió, según él mismo, tres tipos de
teatro: teatro furioso (Pelo de tormenta); teatro de farsa y calamidad (Malditas sean Coronada y sus
hijas), y teatro de crónica y estampa (Sombra y quimera de Larra). Nieva comparte con Artaud la idea
de un teatro catártico y liberador, cuya finalidad es mostrar la esencia del hombre.
3.4. El teatro colectivo: los grupos independientes. En torno al final de la dictadura de Franco (1975)
aparece una gran cantidad de grupos independientes: El Joglars, Los Goliardos, Tábano, Dagoll- Dagom,
Els Comediants... Dejando aparte sus peculiaridades, comparten la concepción del teatro como
espectáculo total, con lo que disminuye la importancia del texto y de la individualidad y aumenta la
importancia de los elementos del montaje.
4.- El teatro a partir de 1975. Hay que distinguir dos etapas:
4.1. La transición: Ocupa en teatro desde 1975 a 1983, con movimientos voluntaristas y gran
efervescencia de autores y obras. En 1976, por ejemplo, se representa a Valle Inclán, García Lorca y a
Alberti, a la vez que se estrenan obras de Buero Vallejo (autor de la generación anterior), Lauro Olmo
(autor de la generación realista) o de Martínez Mediero (joven entonces). Junto a estas obras hay una
gran cantidad de teatro erótico o que se aprovecha del entorno político, de muy baja calidad. Detrás
de alguno de estos estrenos hay circunstancias políticas, como el de El Adefesio de Rafael Alberti, que
significó la presentación pública del Partido Comunista de España, entonces en la clandestinidad.
- En una modalidad tradicional, se sitúan las últimas obras de autores consagrados (Buero,
Sartre, Antonio Gala). Claro exponente de un retorno a la línea tradicional es Fernando Fernán Gómez,
con Las bicicletas son para el verano (1982), drama realista ambientado en la Guerra Civil.
- También predomina la estética realista, unida a una moderada renovación formal, en
dramaturgos como José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela), Ignacio Amestoy, Domingo Miras (La monja
alférez), etc... Más cerca del realismo convencional, lindante con el teatro comercial se encuentran las
obras de Santiago Moncada (Salvar a los delfines). Y de lleno en la comedia burguesa, heredera del
teatro que triunfaba en épocas pasadas, se inscriben las obras de Juan José Alonso Millán, Jaime Salom
o Ana Diosdado.
4.2. La etapa democrática propiamente dicha, cuyas características son:
- Creación de un Ministerio de cultura y una Ley del teatro, que propiciará una política teatral,
con la creación de numerosas subvenciones para velar por la promoción del teatro, lo que ha
propiciado que sólo una pequeña parte del teatro que se representa sea de iniciativa puramente
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privada. A la vez algunas instituciones se crean o se revitalizan, como el Centro Dramático Nacional, el
Centro Dramático de Nuevas Tendencias, la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
- Dotación de infraestructuras para rehabilitación de lugares teatrales y creación de teatros
nuevos, con lo que se forma un red de teatros en muchos lugares de España, como el Gran Teatro en
Cáceres o el Alkázar de Plasencia.
- Proceso de descentralización, con la creación de un buen número de centros teatrales
autonómicos, lo que permite la promoción de una gran cantidad de iniciativas diversas, que llevan el
teatro a muchos lugares, la aparición de compañías provinciales o regionales, como Teatrapo o Taptc
teatro? en Extremadura, y la llegada a los escenarios de un buen número de autores.
Paralela a las tendencias de la novela, aparece en teatro una etapa neorrealista, que se ocupa
de realidades del momento (el paro, la violencia, la droga y otras modalidades de marginación social)
por medio de técnicas renovadas del sainete y la farsa y el esperpento, de la comedia costumbrista e
incluso de un realismo poético y fantástico. Es el caso de José Luis Alonso de Santos (La estanquera de
Vallecas, Bajarse al moro) y Fermín Cabal (Desde Tú estás loco, Briones, farsa ambientada en la
transición, hasta Castillos en el aire, que aborda el tema de la corrupción política).
5. Características del teatro actual
- No se representan prácticamente obras de autores españoles. Hay dramaturgos y obras, pero
no tienen cauces para ser representados.
- Proliferación de musicales y de espectáculos parateatrales. Aparecen creaciones colectivas,
de las que no se indica a veces ni el nombre del director: La Fura des Baus, Comediants…
- Aparición de salas alternativas: Aquí se refugian muchos autores españoles. El público las ve
como una herencia del teatro independiente de los sesenta, con lo que aporta de teatro para minorías.
Nacen para enfrentarse a la situación del teatro en los ochenta, en la que predomina un teatro
subvencionado y no estrenan autores españoles. Estas compañías quieren hacer un teatro libre y sin
condicionamientos de ningún tipo. Frente a las grandes compañías nacionales, se quiere dotar de
continuidad a ideas teatrales que no pueden sostenerse tampoco en los canales habituales del teatro
comercial. Se trata de desarrollar proyectos a largo plazo con una continuidad, una definición, un
estilo, una estética y una coherencia que no se daba en los teatros públicos. Ocupan lugares que no
son teatros tradicionales: fábricas, garajes… no sólo porque les resulta más económico, sino por un
interés de acercarse al público de otra forma. Quieren unir enseñanza y teatro, entendiendo la
enseñanza no como algo regular, sino como una serie de actividades que complementen el teatro, por
medio de cursos que dan durante el día. Trabajan de forma colectiva, desapareciendo los nombres del
autor y del director. Regresan al texto frente a la escenografía y a la expresión corporal.