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INTERNACIONAL
La ‘doctrina Merkel’, con síntomas de agotamiento,
se resiste a ceder
EUROPA, MÁS ALLÁ DE LA
AUSTERIDAD
Puede que la victoria de Syriza en Grecia haya dejado de representar el cambio
para Europa que muchos esperaban en el Viejo Continente. El Banco Central
Europeo (BCE) y Alemania aprietan ahora para que el nuevo Ejecutivo heleno
acepte ayudas económicas que salven de nuevo al país mediterráneo, exangüe tras
años de austeridad. Sin embargo, que el BCE haya lanzado un plan de compra
masiva de bonos, la apuesta por la inversión de la Comisión Europea y el margen
de maniobra otorgado por Bruselas a países como Francia, Italia y Bélgica permiten
ver que hay luz más allá del apretado de cinturón continental promovido por la
canciller Angela Merkel y el resto de defensores de la austeridad.
hay alternativa” que repite Angela Merkel
cuando habla de sus preferencias en polítin Grecia probablemente no se ca económica.
“Tal vez estemos yendo en la buena dinote, pero Europa está reorientándose en su largo camino de rección”, dice a EL SIGLO Grégory Claeys,
salida de la crisis. Lo que el pro- economista e investigador en el prestigioso
fesor de la Universidad Americana de París think tank Bruegel, con sede en Bruselas. “El
Philip S. Golub ha llamado “el consenso de plan anunciado por Mario Draghi es una
Berlín”, el común convencimiento de los Es- buena noticia”, apunta Claeys. No olvida setados más influyentes de la Unión Europea ñalar este investigador que Francia, Italia y
según el cual, grosso modo, la crisis se su- Bélgica ganaron hace poco un importante
perará a través de recortes, subidas de impuestos, reformas estructurales que favorezcan la competitividad y el mantenimiento de
la absoluta independencia del BCE, parece
perder vigencia a medida que pasan las semanas. La excepción que confirma esta circunstancia es tristemente Grecia.
No obstante, la decisión del BCE de lanzar a finales de enero su esperado plan de
intervención monetaria a través de la compra masiva de bonos públicos, el plan de in- balón de oxígeno económico, pues la Coversión de una Comisión Europea menos exi- misión Europea decidió a finales del año pagente con países como Francia y el eco que sado esperar hasta marzo y no tomar mediestán encontrando las negativas del primer das sancionadoras contra estos países, cuministro griego, Alexis Tsipras a las políticas yos números están lejos de cuadrar.
de austeridad indican que algo está camSegún las cuentas del Ejecutivo del inquibiando en Europa. Ahora más que nunca da lino del Elíseo, François Hollande, Francia
la impresión de que otras soluciones a la cri- seguirá durante dos años con unos niveles
sis ganan legitimidad frente a las elegidas de déficit presupuestario superiores a lo auhasta ahora y que se identifican con ese “no torizado (3% del PIB). Por lo pronto, ese mal
E
rendimiento no va a ser castigado. La Italia
de Matteo Renzi también está gozando de
un trato de favor similar. Allí la deuda pública alcanza un 130% del PIB pero en Roma no hay temor a sanciones. Igualmente,
en Bélgica, los elevados niveles de deuda
pública (107% previsto para este ejercicio)
han quedado impunes.
Que desde Bruselas se haya accedido a
otorgar una mayor flexibilidad para estos países tiene un relevante significado frente a la
crisis. Así lo cree Claeys, el investigador de
Bruegel. “Puede parecer injusto, porque, especialmente Francia e Italia, piden algo que
no se deja al resto, pero de algún modo sientan un precedente y pueden cuestionar más
que otros países unas reglas europeas que,
por ser demasiado restringentes, no son buenas ni para ellos ni para el resto de Europa”,
señala Claeys.
No todos los expertos en Bruselas com-
Por Salvador Martínez (Berlín)
La flexibilidad de las
instituciones hacia
Francia e Italia podría
anticipar la misma
medicina para el resto
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Haciendo de la necesidad virtud, Juncker (dcha.) parece querer llevar
d
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parten el tono optimista con el que se expresa Claeys al abordar la evolución de la
respuesta europea frente a la crisis. Así, Sonia Piedrafita, politóloga del Centro de Estudios Políticos Europeos alerta a este semanario de que “la rectificación de las medidas adoptadas para fortalecer la unión económica y monetaria y para evitar futuros escenarios de crisis podría conllevar serios riesgos económicos y financieros”. “La situación
es muy incierta e inquietante”, añade esta
investigadora, aludiendo a un contexto europeo marcado también por la aparición de
un nuevo Gobierno griego que, por “el momento, no muestra señales de que vaya a ceder en sus demandas”. Esas demandas son,
en palabras del flamante ministro de Finanzas griego Yanis Varufakis, “sentarnos y repensar todo el programa” de ayuda que ha
recibido la economía helena (ver Recuadro
“Fráncfort y Berlín marcan su territorio”).
ar
No está muy claro cómo terminarán esas
eventuales negociaciones pero, entre tanto,
la Comisión Europea, liderada por el socialcristiano Jean-Claude Juncker, está esforzándose desde hace semanas en poner el énfasis en las inversiones en lugar de seguir
centrada en la promoción de políticas de
austeridad. Lo demuestra el Plan de Inversión de la UE presentado por Juncker a finales del año pasado. El objetivo de dicho plan
es animar con algo más de 300.000 millones de euros a una economía europea necesitada de estímulos.
El ‘plan Juncker’ nace
con el objetivo de
estimular con 300.000
millones de euros la
economía europea
de la mano a Tsipras a un nuevo escenario que estaría dominado por las inversiones frente a las políticas de austeridad.
No faltan voces en Europa que consideran
decepcionante esa iniciativa comunitaria.
Por ejemplo, Varufakis la ha llegado a calificar, en calidad de ministro de Finanzas, de
“artilugio de relaciones públicas” destinado
“a fracasar” y “que desafortunadamente ha
ocupado las mentes de la buena gente por
demasiado tiempo”. No obstante, según estima Claeys, si bien “ese plan puede ser criticable”, está claro que implica que la Comisión Europea tiene “un nuevo foco” en
materia económica.
Los últimos cambios registrados en la escena política económica europea constituyen, según Claeys, un nuevo panorama para
aquellos países que siguen defendiendo como única salida a la crisis el ajuste fiscal –el
denostado “austericidio” en el sur de Europa–. “Aunque haya países como Alemania,
que parece que siguen entendiendo mal el alcance de la crisis, que siguen defendiendo la
austeridad y que sostienen que la consolidación fiscal es la prioridad, estas opiniones tal
vez estén ahora más aisladas”, estima este
economista de Bruegel.
En Berlín, sin embargo, no se tiene esta
misma percepción. No es así ni si quiera en
el muy europeísta Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en
inglés). En la oficina berlinesa de este think
tank, Josef Janning, subraya en declaraciones a esta revista que Europa no ha evolucionado tanto, sobre todo en lo que toca al
dominio de Alemania y sus socios favorables
a las políticas de austeridad.
“Yo no veo aislamiento. No lo hay mientras de estos países se siga esperando que
asuman riesgos y que faciliten recursos financieros masivos a otros países para que
superen sus excesivas deudas y deficiencias
estructurales”, afirma Janning. Países como
Alemania, según él, siguen en una “posición
fuerte”. De ahí que este experto en cuestiones europeas plantee que Alemania, a corto plazo, “podría y debería hacer más para
que haya más reformas estructurales en otros
países miembros de la Unión”.
En cualquier caso, en Alemania no ha sentado del todo bien que Mario Draghi haya
decidido pasar a la acción y demostrar que
es capaz de hacer “lo que haga falta para
salvar el euro”. Su plan de compra de bonos, según preveía el diario populista Bild,
significará una “dramática devaluación” de
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la moneda única. Los medios germanos, en
general, han dado desde finales de enero
mucho espacio a quienes alertan de los efectos perversos de lo que se ha venido a llamar Quantitative Easing a la europea. Así,
según Anton Börner, presidente de la Federación Alemana de Comercio Mayorista, Comercio Exterior y Servicios, “los países de
aguas calientes deberían de una vez por todas limpiar sus cuentas”, pero “nunca lo ha-
Las esperanzas de Varufakis se desvanecieron en suelo alemán tras entrevistarse con su ministro de Finanzas, Schauble.
Fráncfort y Berlín marcan su territorio
Fue llegar a suelo alemán y
torcerse la gira por Europa emprendida por el ministro de Finanzas griego Yanis Varufakis.
Después de haber iniciado con
relativo éxito en Francia su ronda de diálogo para promover
nuevas soluciones a los problemas que representa la exangüe
economía helena, Varufakis dijo en Fráncfort el pasado miércoles haber tenido una diálogo
“fructífero” con Mario Draghi, el
presidente del Banco Central Europeo (BCE). “El Banco Central
Europeo debe apoyar nuestros
bancos para que podamos mantener la emisión de deuda a corto plazo”, apuntó el ministro
griego, que decía sentirse “animado de cara al futuro”.
Pero horas después de aquella cita, la entidad paneuropea
dio muestras de no estar dispuesta a apoyar así como así a
una banca como la de Grecia 48
dependiente del BCE. Sobre todo, cuando el nuevo Gobierno heleno se resiste a aceptar íntegramente las condiciones de un
rescate renovado. Porque una vez
caída la noche el pasado miércoles en Fráncfort, el BCE anunció que iba a dejar de aceptar
deuda pública griega como garantía para la banca. Según el
Eurobanco “no es posible asumir
la revisión” del programa de rescate de la economía helena, que
está previsto termine este mes.
La deuda griega está por encima de los 300.000 millones de
euros, cantidad equivalente al
170% del PIB heleno. En este
contexto, Varufakis dice ser “el
ministro de Finanzas de un Estado en quiebra”. Pero con Syriza en el Gobierno, su país se niega a pedir más ayudas como las
anteriores. Estás implican, según Tsipras y compañía, dosis
inaceptables de austeridad. “He-
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mos parecido adictos desesperados” por el dinero del rescate
y “este Gobierno quiere acabar
con esa adicción”, según los términos de Varufakis.
No está nada claro que en Europa vayan a dejar a los actuales responsables griegos buscar
soluciones diferentes a las de la
herencia de rescates que han
dejado los ejecutivos anteriores.
Esto se evidenció precisamente
en Berlín, después de que Varufakis se citara a finales de la semana pasada con su homólogo
alemán, Wolfgang Schäuble.
“Nos pusimos de acuerdo en no
estar de acuerdo sobre los pasos que Grecia debe dar”, dijo
el ministro de Finanzas germano. Sin embargo, hasta eso se
atrevió a cuestionar Varufakis en
la capital alemana. La integridad
del euro parece que va a estar
nuevamente en duda mientras
dure ese desacuerdo.
rán con euro devaluado” debido al plan de
Draghi. Con esas palabras aludía Börner a
las economías “golpeadas por la crisis”, a
saber, las de países como España, Grecia,
Italia o Francia.
Esta misma cuestión es la que preocupa a
la canciller Angela Merkel. Así lo dio entender la jefa del Gobierno germano manifestando que “se debería de evitar que las
gestiones del BCE relajen la presión por mejorar la competitividad” allá donde se necesite. Más escéptico con el plan del BCE se
mostró en una reciente entrevista Jens Wiedmann, el presidente del Bundesbank, el banco central de Alemania. “No es un instrumento normal de la política monetaria”, señaló Wiedmann en declaraciones al semanario Welt am Sonntag. “Yo no lo llamaría
un punto de inflexión histórico, pero para
mí fue, sin embargo, una decisión grave”,
añadió este influyente banquero y miembro
del Consejo de Gobierno del BCE. En la votación en la que se aprobó la compra masiva de bonos, Wiedmann confesó al Welt am
Sonntag no haber votado a favor.
Que, pese al poder de personalidades influyentes como Wiedmann, Draghi haya podido sacar adelante su plan de compra de
bonos, no está exento de riesgos, pues “en
la Zona Euro no existe una autoridad gubernamental que iguale los poderes el BCE”,
apunta Janning, el experto del ECFR. Aspectos como éste también alimentan las dudas
con las que Alemania ha recibido la decisión del BCE.
Por otra parte, con algo más de animadversión se ha recibido en suelo germano el
triunfo de Syriza en Grecia. De ello daba
buena cuenta una reciente portada del semanario de centro-izquierda Der Spiegel,
en la que se hacía referencia a Alexis Tsipras como la “pesadilla de Europa”. A un
eventual apoyo político en Europa de países como Francia o Italia al nuevo primer
ministro heleno, el comentarista del periódico conservador Frankfurter Allgemeine
Zeitung Tobias Piller lo comparó con “jugar con fuego”. Está por ver si los partidarios de la austeridad se quedan con esta posición, marcadamente a la defensiva, o si
serán capaces de retomar una iniciativa que
ahora parecen llevar quienes desean abrirse paso por caminos diferentes frente a la
crisis. l