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Bitácora en cinco escalas
tras la escena americana
L
a posibilidad de participar en eventos teatrales en Brasil y México durante el segundo
semestre de 2012, me permitió ver y debatir mucho y buen teatro y compartir experiencias
e ideas, parte de lo cual resumo para Conjunto en
un bojeo guiado por la memoria que sedimenta y
decanta.
DE BLUMENAU A OURO PRETO: LATINOAMÉRICA EN FOCO
La V Jornada Latinoamericana de Estudios Teatrales fue anticipo a la programación del 25 Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau, organizados por la Universidad Estadual
de Santa Catarina y la Universidad de Blumenau.
Liliana B. López (IUNA, Argentina) reflexionó
acerca de los procedimientos performáticos de
las rescrituras escénicas de clásicos en Argentina, a través de los cuales refirió trabajos de Maricel Álvarez, Hécuba o el gineceo canino; Emilio
García Wehbi, Dr. Faustus: las cuatro margaritas
Vivian Martínez Tabares
y la mujer serpiente; Nicolás Providera, Bufido “Interferencia”; Rodrigo García, Agamenón, volví del
supermercado y le di una paliza a mi hijo, y Daniela Martín, Aquel bosque comienza a moverse, entre
otros. Mario Cardona, de la Universidad de Antioquia, expuso la propuesta del Sistema Pedagógico
para la enseñanza teatral creada por el maestro
Enrique Buenaventura y sus puntos claves. Soledad Lagos (Universidad de Chile), comentó la altísima producción independiente en el teatro de
su país, el relevo de los grupos emblemáticos de
hace veinte o treinta años, y analizó la subida a
escena de Amores de cantina, de Juan Radrigán en
montaje de la joven directora Mariana Muñoz con
un elenco mixto.1 Eberto García (Instituto Superior de Arte, La Habana) recorrió los escenarios,
caminos y caminantes del teatro cubano actual,
Cf. Soledad Lagos: “Amores de cantina, de Juan Radrigán:
la sonoridad como hilo conductor en el montaje de Mariana
Muños”, Conjunto n. 165, oct.-dic. 2012, pp. 92-97.
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a través de grupos como Argos Teatro, El Ciervo
Encantado, El Público, Teatro de la Luna y otros.
Con mi conferencia, en torno a poéticas y procedimientos presentes en las principales tendencias
“IdentidadeS en el Teatro Latinoamericano y Caribeño”, tuvieron una interacción fecunda, completada con la sesión de ensayo de Potestad, de
Eduardo Pavlovsky, a cargo del actor Narciso Telles, bajo la dirección de André Carreira. Se trata
de un montaje minimalista, concebido para espacios no teatrales, en salones de clase y ensayo, sin
iluminación ni escenografía y en el que el actor
alcanza una fuerza concentrada y estremecedora
para revivir las contradicciones del apropiador de
una niña, huérfana víctima de la dictadura militar argentina, un discurso que pretende activar la
memoria y dialogar con los espectadores acerca
de las aún silenciadas víctimas del régimen similar vivido por Brasil.
Al 25 Festival Internacional de Teatro Universitario de Blumenau,
llegaron veinte
montajes
de uni-
versidades brasileñas y de Argentina, Chile, Colombia, Israel y Paraguay. De entre los que pude
apreciar, destacaron A saga no sertão da farinha
podre (La saga del sertón de la harina podrida), de
Getulio Góis, por el Colectivo Teatro da Margem,
de Uberlandia, Minas Gerais, que bajo la dirección
de Narciso Telles explora el espacio urbano –por
primera vez en la calle– y discute problemas de
la realidad local, nacional y universal, con un lenguaje carnavalesco y intencionado sentido político; y Marie, inspirada en el poema de Brecht “La
infanticida María Farrar”, con autoría de Paulo Bio
Toledo y dirección de Ana Carolina (Tutti) Pinheiro, a cargo del grupo Marie Cia. De Teatro de la
Universidad de Sao Paulo, cruda e intensa desde
una ostensible artesanía teatral que se combina
bien con la tecnología a través de proyecciones
que conectan la trama con el presente.
Resaltó también el espectáculo convidado Sua
incelença, Ricardo III, escenificado por Clowns de
Shakespeare, de Natal, conducido por el director
Gabriel Villela, a quien el grupo invitó para esta
fiesta del color y de la calle, que mezcla rock –con
“citas” a Freddy Mercury– y rasgos de la cultura
popular nordestina, mientras recuerda la emblemática Romeo y Julieta del propio Villela y el Galpão.
Varias mesas dedicadas al desmontaje de cada
una de las propuestas ampliaron el intercambio, en
las que aportaron valiosas opiniones críticas destacados teatristas invitados, junto con los paneles
Memorias del Festival y Memorias del Teatro Latinoamericano, y una docena de talleres de superación.
Sin concluir el 25 Festival debí partir un poco
al norte, hacia la ciudad patrimonial de Ouro
Preto, donde ya corría el Festival de Invierno de
Ouro Preto y Mariana, Forum de las Artes 2012,
“Latinoamérica ¿libertas, libertad, liberdade?”,
con un amplio programa dedicado a la literatura, las artes visuales, la música, la creación
para niños y jóvenes, el patrimonio y las artes
escénicas, y que incluiría el I Encuentro Latinoamericano de Teatro y Danza, coordinado por
Rogerio Santos de Oliveira y encaminado a proponer un “mapeo” a la escena de las Américas.
En cuatro intensas sesiones, compartimos reflexiones, a partir de mi conferencia inaugural
“Teatro latinoamericano actual: expresiones de
Cuba y México”. El uruguayo Roger Mirza abordó el tema “Violencia y representación en el
teatro de la América Latina (Cono Sur)”, referido a las obras de Marianella Morena –Antígona,
sobre mujeres torturadas–, Guillermo Calderón
–Mi muñequita, que incluye todas las formas de
violencia–, Gabriel Peveroni –Shangai y los no
lugares–, y Carlos Rejermann –El examen, los
cambios de roles y la desaparición del sujeto–.
Rogerio Santos en “Las fronteras latinoamericanas” examinó las fronteras geográficas y estéticas, ponderó al grupo como instancia que
nos hace posible la inserción en un espacio y
un tiempo. La panameña Alondra Badano, con
“La presencia de la dramaturgia contemporánea de autoras en Centroamérica”, caracterizó la heterogeneidad racial y lingüística de la
región, recorrió una amplia galería de autoras:
Ana Istarú, Mireya Hernández, Rosa María Brito
y los Proyectos carromato y Lagartija, abordó
sus propios procesos de trabajo e invitó al director cubano Raúl Martín a desmontar con ella
el proceso de su obra Babilonia Way of Life, Premio Ricardo Miró de Teatro 2004, puesta en es-
cena por Martín y por la actriz Amarilys Núñez
en el Teatro Nacional de Panamá.2
Se impartieron dos conferencias magistrales: la
del director y profesor carioca Zeca Ligiero acerca de “El Rabinal Achí, espectáculo teatral precolombino y Oxalaj Baktun del grupo Sotz’il Jay: la
contribución maya para un teatro otro”, a los que
llegó luego de investigar el mito de Macunaíma
y para descubrir enlaces con postulados de Artaud, Grotowski y Barba. Y la del arquitecto y diseñador teatral Raúl Belem Machado, “Conceptos
fundamentales de la escena”, con sus concepciones para vincular la acción dramática al espacio
visual y temporal. La mesa redonda “Procesos
de formación teatral en la América Latina”, moderada por Narciso Telles, reunió a Roger Mirza
y Gina Monge, esta última costarricense estudiante de Doctorado en Brasil; “Latinoamérica y
la Danza”, coordinada por Éden Peretta, a Lúcia
Matos (Universidad Federal de Bahía y Red Sudamericana de Danza) y a la coreógrafa Susana
Tambutti (IUNA, Argentina); “Perspectivas posibles” puso a dialogar a Alondra Badano con Zeca
Ligiero, conducidos por Ricardo Carlos Gómez,
y en la titulada “El teatro contemporáneo en la
América Latina”, coordinada por Yaska Antunes,
de la Universidad Federal de Uberlandia, sostuve
un mano a mano con el actor paulista Alexandre
Roit, coordinador de la Muestra Internacional de
Teatro de Grupo que organiza la Cooperativa Paulista de Teatro. La dramaturga salvadoreña Jorgelina Cerritos dio lectura a su obra Vértigo 824, V
Premio Latinoamericano de Teatro “George Woodyard” 2011 y comentó su forma de creación,
potenciada luego de obtener el Premio Casa de
las Américas 2010 con Al otro lado del mar, lo que
abrió a la dramaturgia de su país una ventana
al exterior. El reconocido director teatral Aderbal
Freire Filho estructuró su conferencia de cierre
“Cena/escena” desde sus experiencias afectivas
de intercambio con Latinoamérica, a partir de su
estancia de quince años en Montevideo y el trabajo con la Comedia Nacional y El Galpón; evocó los antecedentes de una compañía americana
que nunca llegó a sobrepasar los sueños, y reconoció cuánto, a pesar de esfuerzos de Mercosur
y otras organizaciones, falta aún para un verdadero diálogo entre el Brasil y la escena del resto
del continente.
Sobre las azarosas circunstancias del trabajo y los dramáticos sucesos que le sucedieron en la realidad, cf. Alondra
Badano: “Realidad y ficción en Babilonia Way of Life”,
Conjunto n. 151/152, abr.-sept. 2009, pp. 76-82.
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En las noches pudimos disfrutar de montajes
como Primus, de Boa Compania, de São Paulo,
basado en el Informe a una academia, de Kafka,
dirigido por Verónica Fabrini, y en el que cuatro
actores extraordinariamente dúctiles reflexionan
sobre la larga trayectoria de evolución humana
mientras interactúan con el referente literario,
proyecciones en video y fotos de episodios relevantes del mundo contemporáneo y música trepidante. El grupo dominicano Casa de Teatro, integrado por Karina Noble y Víctor Pineda, presentó
Al otro lado del mar, de la salvadoreña Jorgelina
Cerritos, dirigida por el cubano Raúl Martín, en
singular experiencia de encuentro latinoamericano y caribeño que con el encuentro de Pescador y
La Mujer examina las relaciones de convivencia y
el sentido profundo de la identidad humana.
La agrupación callejera Mambembe, de música
y teatro itinerante, representó su balada para Romeo y Julieta en el atrio de la Capilla de los Dolores, elocuente lectura del clásico encajada en la
vida de los barrios populares y la violencia urbana, con despliegue de zancos, baile y acrobacia.
Después del filme, de Aderbal Freire Filho y con
la que vuelve a actuar después de una década,
recrea la cinta Ulisses, de Domingo de Oliveira,
en la confrontación del personaje con la vida, con
la cabeza plena de ilusiones y un cuerpo que ya
no las puede acometer. Regresa a lugares de su
juventud y quiere entrar en la pantalla de un filme, para construir un juego de espejos en el que
la ambigüedad permea todo el desarrollo dramático. Por último, el unipersonal Memorial de
silencios y margaritas, a cargo de Narciso Telles,
revisa textos de Eduardo Galeano y de autores
brasileños, escritos durante la dictadura y, con
la misma perspectiva minimalista de Potestad recrea circunstancias de violencia, tortura y utopía.
MIRADA: OTRA GRAN VENTANA A LA AMÉRICA LATINA
Otra acción efectiva de apertura al resto del continente, es la que ha abierto Mirada, Festival Iberoamericano de Artes Escénicas de Santos, amplio
y potente, que ya se erige como imprescindible
lugar de encuentro junto con el FIT de Cádiz y, a
pesar de su juventud, en mejores condiciones de
infraestructura debido a la creciente crisis económica que padece Europa y su fuerte impacto en
la cultura.
Del 5 al 15 de septiembre la ciudad costera enclavada junto al mayor puerto de Latinoamérica
acogió la segunda edición de Mirada y reunió
grupos, artistas, investigadores y promotores de
la escena en un sólido programa organizado por
el SESC (Servicio Social del Comercio), de esa
ciudad. Invadida de tótems promocionales, de
anuncios de las puestas con fotos a gran tamaño
impresas en los ómnibus urbanos y sobre todo
metida en el espíritu de sus habitantes, la ciudad
se contagió del Festival y Mirada fue una fiesta a
gran escala. Durante once días, se vieron treintiocho espectáculos (veintitrés visitantes –siete
de ellos llegados de México en su calidad de país
invitado especial–, y quince brasileños, que incluyeron a colectivos muy relevantes y que hicieron
de la pluralidad y la riqueza artística el signo multiplicador de encuentros artísticos y humanos.
Para la apertura, el Galpão, de Belo Horizonte,
mostró Eclipse, creada a través del encuentro con
el director ruso Jurij Alschitz, radicado en Berlín, donde trabaja con el AZT-ZENT International
Theatre Centre. La puesta recrea pasajes de la
dramaturgia y el universo de Chejov y los articula
con un rico juego autorreferencial de los propios
miembros del grupo minero, que arribaba a treinta años de trabajo, para hablar de caos, fe, felicidad y talento, y enaltecer el papel del arte en el
mundo contemporáneo.
Galpâo demostró su vitalidad al reponer una vez
más, esta vez en plena playa, su mítica Romeo y
Julieta, bellísima y dinámica recreación claunesca
bajo la dirección de Gabriel Villela, desde una trama propia, signada por el cuidadoso trabajo artesanal y el colorido visible en cada elemento, junto
a la fuerte impronta musical, resultado del trabajo
de investigación colectivo realizado por el grupo
acerca de la cultura agreste del Brasil y la obra de
Guimarães Rosa. Festiva, juglaresca, plagada de
guiños y juegos que involucran a los espectadores, Romeo y Julieta hace resonar en la memoria,
más allá del tiempo real de encuentro con el público, los hermosos temas musicales y las imágenes. Casi veinte años después de haberla disfrutado por primera vez, confirmé un goce semejante.
Hysteria, del Grupo XIX de Teatro, de São Paulo, dirigido por Luiz Fernando Marques, hurgó en
el efecto que los cánones sociales ejercieron sobre un grupo de mujeres internas en un hospicio de Río de Janeiro en 1897. Representada en
una habitación de la Fortaleza de Santo Amaro de
Barra Grande, las actrices compartieron con las
espectadoras el ámbito de encierro, del que las
hicieron parte activa, mientras los hombres eran
meros espectadores, ubicados de un lado. Al utilizar la luz natural que penetraba por las ventanas,
presentada al otro lado del mar y previo cruce
en lancha, nos subyugó por su inmersión en el
inconsciente femenino y la belleza del acto de reivindicación que ofician cinco excelentes actrices.
Amok Teatro, de Río de Janeiro, mostró Historias
de familia, adaptación y dirección de Ana Teixeira
y Stephane Brodt a partir del texto de Biljana Srbljanovic sobre una familia en medio de la guerra
de los Balcanes en los 90 y el impacto en los vínculos interpersonales y el comportamiento cotidiano. Ceremonial de juego, tradujo la violencia y
la deshumanización.
De Curitiba, la Compañía Brasileña de Teatro
llegó con ¿Eso te interesa?, a partir del texto de
la francesa Noëlle Renaude rescrito por Giovana
Soar y Marcio Abreu, también director, en el cual
durante cuarenticinco minutos vimos sucederse
hechos prosaicos de la vida de una familia común, narrados por los actores desde un lenguaje
austero y una singular desnudez corporal, que intervino perceptiblemente el modo de recepción.
El emblemático Teatro Macunaíma presentó Lamartine Babo, con texto de Antunes Filho y dirección de Emerson Danesi. La puesta lleva el
nombre del famoso autor carioca de marchas
del carnaval y otros géneros, y su música es el
motor de esta experiencia de la memoria que
sigue el emblemático método del maestro de la
escena paulista, brasileña y latinoamericana.
También en la playa, la Cia Carroça de Mamulengos, llegada de Ceará, presentó el arte callejero de
la familia Gomide con Felinda, creación grupal de
los integrantes del grupo junto a Rosyane Trotta.
Fundada hace treinticinco años por Shirley Franca y Carlos Gomide, la tropa se completa con sus
seis hijos, más dos músicos. Cada uno de ellos
despliega habilidades y recoge tradiciones populares que cuenta a través de un lenguaje de circo
y ensueño.
El feliz encuentro de la Mundana Compañía de
Teatro y su elenco de lujo con el director ruso
Adolf Shapiro –discípulo de María Knébel en los
años 60–, se concretó en Padres e hijos, de Turgueniev. El Festival nos ofreció el privilegio de
disfrutar de un ensayo a dos semanas del estreno, y los artistas la posibilidad de incidir en
el desarrollo de la puesta, que despertó en mi
memoria experiencias vividas frente al Teatro de
Arte de Moscú. El debate de ideas entre el nihilista Bazárov y su amigo Arkadi en el viaje al interior de Rusia nos revela seres humanos que se
debaten entre diferentes posturas ante la vida y
el mundo, en un montaje minimalista y cargado
de vida interior que apuesta definitivamente por
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el actor. El ensayo permitió al director poner a
prueba pasajes, propuestas musicales, al mantenerse en cercana observación del desempeño de
los artistas y de nuestras reacciones, además de
invitarnos a comentar lo visto.
De la amplia presencia mexicana, disfrutamos
de una buena y variada muestra de su dramaturgia nacional. David Olguín firma y dirige Los asesinos, del Teatro El Milagro y Carretera 45, Teatro
A.C., centrada en las prácticas de un grupo de
sicarios y de los efectos que causa la violencia en
el alma y la psiquis humanas, lo que se expresa
por medio de un discurso textual de gran elaboración que recrea el lenguaje de las ciudades del
norte y en particular el de las bandas ligadas al
narcotráfico que tienen la violencia como forma
de vida, y de una trama visual árida como la geografía de la trama pero elocuente y cargadas de
símbolos que revelan forman, texturas y colores.
Alberto Villarreal, creador de Ensayo sobre débiles, con Artillería Producciones, examina el teatro
por dentro, la creación y las debilidades del actor,
al reunir a un grupo teatral que intenta representar una pieza, que ensaya –también en el sentido
del género literario– sobre la supervivencia, la verdad y la felicidad. Desconcertante, por momentos
epatante, ridícula y cruel, termina por ganarnos a
fuerza de una humanidad descarnada.
Amarillo, del Teatro Línea de Sombra, con dramaturgia de Gabriel Contreras y dirección de Jorge Vargas, por medio de un lenguaje multimedial
–con videos, cámaras que reproducen la escena desde otros ángulos y superponen la imagen
grabada a la imagen de los cuerpos–, estetiza la
travesía y agonía del éxodo luego del cruce de la
frontera más larga del mundo, en una dramática
fiesta visual el que se mezclan peso testimonial y
reflexión crítica.
En Mirada 2012 llamó la atención el interés de
los directores mexicanos por dramaturgias foráneas, a partir de que fueron mayoría en la muestra vista –cuatro de siete–, con la recreación de
obras de Wajdi Mouawad –libanés nacionalizado
franco-canadiense, ampliamente difundido por
los Textos de la Capilla–, y de los quebequenses
Carole Frechette y Michael Tremblay.
Del reiterado trabajo con la dramaturgia de
Mouawad se desborda la emotividad por los estragos que causa el horror bélico. El intento por
reconstruir una vida y una memoria, armado en
escena por Tapioca Inn, con Incendio, dirigida por
Hugo Arrevillaga Serrano, fue la propuesta más
popular de Mirada, a pesar de que (o acaso por lo
mismo) resultó excesiva la carga sentimental, que
somete al público desde el grado de identificación
actoral, y que resultó admirable para algunos
teatristas brasileños por tratarse de una entrega
poco común en sus prácticas.
La refuncionalización de un cuento de hadas
que hace la Frechette en La pequeña habitación al
final de la escalera, fue presentada por el Teatro
del Farfullero, conducido por Mauricio García Lozano, en una puesta precisa y muy bien actuada,
y de Tremblay, la Compañía Nacional de Teatro,
dirigida por Mario Espinosa, presentó Una vez
más, por favor. De Roland Schimelpfenning pudo
verse El dragón dorado, a través de la mirada del
actor y director Daniel Giménez Cacho, invitado
por Piedad Teatro Producciones, que descubre un
modo propio y estallante de energía para leer la
trama del alemán y mirar otra cara de la migración, esta vez desde el país receptor.
Tres mesas de debate amplificaron el espacio
de la creación escénica mexicana contemporánea, “México en el contexto de la escena latinoamericana, con intervenciones de Juan Meliá,
Coordinador Nacional de Teatro del INBA, del crítico chileno Mario Rojas y mía; “El intérprete en
el teatro mexicano contemporáneo”, con la actriz
Karina Gidi y los directores Mauricio García Lozano y Mario Espinosa, y “La violencia urbana y la
migración como objetos de interés para la creación teatral mexicana”, con Jorge Vargas (Línea
de Sombras), David Olguín (El Milagro), y el actor
y productor Antonio Vega Barragán.
Junto con otras tres, todas coordinadas por Isabel Ortega bajo la asesoría de Ligia Cortez, permitieron adentrarnos en la naturaleza de los procesos
y debatir caminos de la escena latinoamericana de
ahora mismo. Las restantes fueron “Brasil: perspectivas para el teatro del siglo XXI”, con los creadores Marcio Abreu (Cia Brasileira de Teatro), Cibele Forjaz (Cia Livre de Teatro), Roberto Alvim (Club
Noir) y Luiz Carlos Vasconcellos (Piollin); “El teatro
y la apropiación de nuevos lenguajes”, con Miguel
Rubio Zapata (Yuyachkani, Perú), Laura Pizarro
(Cía Teatro Cinema, Chile) e Ileana Diéguez (CubaMéxico), y Apertura de los procesos de investigación: opciones temáticas y formales”, con Enrique
Díaz (Cía dos Atores, Perú-Brasil), Alicia Guimarães
(Teatro de los Andes, Brasil-Bolivia) y Jorge Hudo
Marín (La maldita Vanidad, Colombia).
Argos Teatro, de Cuba, atrajo a los espectadores con Aire frío, de Virgilio Piñera, en montaje de
Carlos Celdrán, por la universalidad de su minucioso acercamiento a la rutina de una familia cubana a lo largo de dieciocho años. El actor Pancho
García, que interpreta al padre, Ángel Romaguera, recibió muy cerradas ovaciones.
De Argentina, INTIMOTEATROITINERANTE caló
hondo con su nueva “instalacción” Puedan dejar
lo que quieran, otro acto íntimo de encuentro que
examina el poder del lenguaje para hablar de la
memoria, la vida –y su sentido– y la muerte. Continuidad amplificada de Donde comienza el día,
ahora se inspira en el diálogo con la obra del fotógrafo francés Christian Boltanski, al que de algún
modo refiere un personaje. El colectivo que lidera
Fernando Rubio arma y desarma espacios más
o menos íntimos en medio de un área de diez
por diez metros y dos de alto en cuyos bordes
se sienta el público, los límites los marcan “cortinas” de ropa usada, que cubre también el piso.
El fuerte intercambio cuerpo a cuerpo se sostiene
por invisibles pero contundentes soportes de una
performatividad en proceso.
Teatro de los Andes se presentó rodeado de notable expectativa, a partir de que su puesta era la
primera que estrenaba el grupo luego de la separación de su director y fundador César Brie, quien
había firmado hasta entonces todos los trabajos del
colectivo. Con el joven Diego Aramburo, líder de
Kikinteatro como director invitado, previsto para
dinamitar los procesos habituales, se inició una
labor de intercambio en la que la agrupación demostró que la práctica sistemática con la creación
colectiva produjo en sus miembros una orgánica
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capacidad de invención y búsqueda, que se reveló
nítidamente en el discurso de Hamlet de los Andes,
con un lenguaje que tiene rasgos conocidos y que
también revela nuevos rasgos de modernidad.
Tal es la apropiación de la tragedia que pareciera
una obra propia. Resultado de una dramaturgia de
Aramburo en la que colaboró el equipo de actores
integrado por Gonzalo Callejas, Alice Guimarães
y Lucas Achirico en el proceso de montaje, este,
con predominio del color negro, la penumbra, y
un lenguaje visual de hermosa austeridad, tomó
como motivo para recrear las contradicciones de
Hamlet, la reflexión interna, con resonancias autorreferenciales de conmovedora verdad.
Sin título, técnica mixta, creada por el talentoso equipo que lidera Miguel Rubio, siguió en el
tiempo a Hecho en el Perú, vitrinas para un museo
de la memoria, para dinamitar la vocación instalacionista de aquella. Las vitrinas o dioramas salen
de su espacio para invadirlo todo y recorrer, con
el espectador, un siglo de la historia peruana: la
Guerra del Pacífico –haciendo dialogar el ideario
de Manuel Gonzáles Prada con el de José María
Arguedas y con los testimonios de Salomón Lerner Febres acerca del resultado de la investigación realizada por la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación–.
Acción contra el olvido, exposición de la violencia estructural que reveló el dato de casi 70 mil
muertos y desaparecidos víctimas de movimientos armados y del ejército, activación de la memoria viva, búsqueda de la verdad y enfrentamiento
a un orden enajenado. Pequeñas historias personales de viudas, de mujeres indígenas esterilizadas bajo engaño, víctimas de un calculado programa de exterminio, y los sobrevivientes se insertan
en la Historia y se contraponen a discursos oficiales y a una educación domesticada por el poder.
Cuatro carros se mueven de modo aleatorio, empujados por jóvenes estudiantes uniformados, y
cargan la preciada carga de un actor cuyo cuerpo
se dilata en presencia testimoniante para irradiar
un conocimiento que sacude a través de imágenes, máscaras –Fujimori, Montesinos, Alan García–, construcciones plásticas en la que la bandera
nacional es trapiz de jirones personales o grafías
en tiza roja y blanca de denuncia, notas de trabajo, muñecos… Juntos, deconstruyen el museo
tradicional y sacuden el pensamiento. Se trata de
una escritura en el espacio de alta complejidad e
impacto, abierta y participante, de la que rearmamos un discurso que sobrepasó, con mucho, la
experiencia efímera del encuentro.
De Colombia, la joven compañía La Maldita Vanidad –creada hace tres años–, guiada por el también novel Jorge Hugo Marín, presentó El autor
intelectual, Los autores materiales y Cómo quieres
que te quiera, una trilogía que reactiva un singular
naturalismo en el cual el actor es centro, magnífico exponente de situaciones cotidianas en las que
valores en crisis como resultado de la violencia y
de la arbitrariedad revelan los avatares del individuo urbano en situaciones extremas. La mejor a
mi juicio, fue El autor intelectual, con calado más
profundo y mayor alcance.
Otro momento especial fue el encuentro con el
líder de Macunaíma en ocasión de presentarse el
libro Antunes Filho, poeta de la escena, del fotógrafo
Emidio Luisi y el teatrólogo Sebastiao Milaré, precioso objeto que permite constatar documentadamente la poética y el método de trabajo del creador.
FELIT 2012: EL TEATRO TAMBIÉN SE LEE
Por tercer año consecutivo, Conjunto fue invitada a
la V Feria del Libro Teatral, celebrada del 2 al 7 de
octubre en espacios del Centro Cultural del Bosque, en la Ciudad de México. El número 163-164,
que incluyó la pieza Los asesinos, del dramaturgo
mexicano David Olguín, circuló en la importante cita, y junto con otras ediciones de la revista
y libros del Fondo Editorial Casa de las Américas
integró la muestra exhibida en el stand de publicaciones teatrales cubanas, también con las de
Tablas-Alarcos, Letras Cubanas y Ediciones Unión.
Fueron casi cuarenta las editoriales presentes:
CITRU-INBA, Paso de Gato Ediciones y Producciones Escénicas, Los Textos de la Capilla, Escenología A.C., Libros de Godot, Educal, y varias universitarias y de los estados, entre otras de México;
Ediciones DocumentA/Escénica, de Argentina;
Librería Yorick-Artez Blai, de España, y Le Manufacture du traducteur-París, de Francia.
Entre las muy numerosas presentaciones de libros, resaltaron las de nuevas obras del argentino
Emilio García Wehbi, los mexicanos Antonio Zúñiga,
Conchi León, la dramaturga para niños argentina
establecida en México y recientemente desaparecida Perla Schumacher, y el libanés-canadiense Wajdi
Mouawad; las memorias teatrales del también poeta
y periodista Hugo Gutiérrez Vega, recogidas por David Olguín y editadas por El Milagro; la nueva colección TeatroSinParedes, que creó el grupo homónimo.
Como parte de la FeLiT, asistí al Encuentro de Editores “Memoria tangible de las Artes Escénicas y
los retos futuros” con colegas de Argentina, España, Francia y México. Y en compañía de la crítico
mexicana Luz Emilia Aguilar Zinser, presenté la
antología Escena y tensión social, publicada por Letras Cubanas, que armé con ocho obras de igual
número de dramaturgos cubanos. El dramaturgo
cubano Maikel Chávez, del Teatro Pálpito, dictó el
taller “Dramaturgia: La construcción del personaje”.
Sesionaron otros talleres, mesas redondas, lecturas
dramatizadas, el tradicional Jam de dramaturgia
donde varios dramaturgos improvisaron una obra
a partir de sugerencias del público; un Palomazo
Teatral en el que estudiantes de teatro realizaron
montajes de monólogos o escenas de dos personajes, y por primera vez el Rally Teatral que organizó
El Punto Teatro.
Y como en cada cita, la FeLiT 2012 programó
espectáculos, aliada al Festival Otras Latitudes,
con puestas llegadas del interior del país, y promovió otros por sí misma.
DEL VARIADO ROSTRO DE LA ESCENA MEXICANA
El periplo se cerró en San Luis Potosí, sede de
la 33 Muestra Nacional de Teatro mexicano, celebrada del 9 al 17 de noviembre. Treinta y cinco
puestas en escena de agrupaciones de la capital y
de otros diez estados del país revelaron un caudal
de lenguajes y alta calidad artística.
Como saludable costumbre de la Muestra, organizada por la Coordinación Nacional de Teatro
del INBA, el Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes y el Gobierno del Estado sede, un equipo de reconocidos creadores asumió la dirección
artística, esta vez integrada por los dramaturgos
y directores Antonio Zúñiga y Cutberto López,
la autora para niños y jóvenes Maribel Carrasco,
el crítico, editor y dramaturgo Jaime Chabaud, y
la actriz, directora y promotora potosina Martha
Aguilar, quienes seleccionaron los espectáculos
de entre casi trescientos inscritos. La cantidad de
montajes y la exigencia selectiva me permiten decir que tuve la oportunidad de ver gran parte de lo
mejor que desde las tablas mexicanas hoy dialoga
con sus espectadores.
Rescrituras de clásicos, puestas de la dramaturgia nacional en su más vigorosa expresión, y las
infaltables piezas canadienses junto con algunas
traídas de otras latitudes animaron la programación, que tomó en cuenta a todos los públicos.
El legado clásico encontró fértil resonancia en
aproximaciones recientes a Macbeth, Fuenteovejuna,
El Quijote y Medea. Dos grandes actores, Laura Almela –recordada por Los asesinos de Mayo Teatral
2012– y Daniel Giménez Cacho, reciente director
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de El Dragón Dorado, recrearon la gran tragedia
de Shakespeare desde el absoluto minimalismo:
solo ellos dos como creadores-actores-directores,
vestidos en ropa de andar negra y usada, alternaron más de treinta personajes en dinámica fusión
y con audaces transiciones, y se desplazan por
una amplia franja escénica entre el público ubicado a los dos lados. Nos rodean, corren, susurran entre las sombras, se violentan, escalan a los
pasos superiores, en espléndida aventura creativa que resume la faz siniestra de la ambición.
Juliana Faesler, que nos visitara también en Mayo
Teatral 2008 con Nezahualcóyotl, estructuró una
analogía teatral para Fuenteovejuna, acción colectiva con la Compañía de Teatro del Instituto Potosino de Bellas Artes. Su proyecto grupal, con tres
actores, dos bailarines y decenas de ciudadanos
de todas las edades, creó una experiencia participativa para restaurar el tejido social. La pregunta
¿Qué es vivir en paz? se desentraña desde simples confesiones cotidianas de los participantes,
y una trama física de cuerpos, solo apoyados por
papel periódico y cinta adhesiva, revive la necesaria unidad del pueblo, que clama por la vida.
Asoman formas, armadas de papel, que remedan
las mantas con que son cubiertos los cuerpos de
las víctimas de la violencia real, y así la puesta
se conectó con la elocuente muestra instalativa y
multidisciplinaria Navajas, de la artista Rosa María Robles, expuesta en los vestíbulos y salones
del mismo Centro de Difusión Cultural Raúl Gamboa donde se vio el montaje.
La Compañía Teatral del Norte llegó con Alonso
del Saguaral, basada en El Quijote. Escrita y dirigida por Sergio Galindo, quien también interpreta a
Alonso, propone un paralelo entre las resonancias
cervantinas y las expresiones populares de la sierra de Sonora, chispeantes en la recuperación ágil
y jocosa del verso en lenguaje romance preñado
de giros norteños, y en el que destaca la gracia
del Pánfilo de Francisco Veru, un Sancho lúcido y
omnipresente en cada peripecia de la acción.
El tamaulipense Medardo Treviño, al frente de
la compañía teatral Tequio, con Medea. Antes del
viaje se planteó conjurar la inseguridad que padece el país y en particular su región, donde es
común el asesinato masivo de inmigrantes. La
tragedia de Eurípides se torna es una lucha por el
poder desmesurada, sangrienta y machista, vinculada de cerca con el horror y el miedo, que ha
golpeado al propio colectivo con la pérdida de dos
de sus miembros, a quienes se dedicó la función
en la Muestra.
El llamado “teatro regional”, expresivo de problemáticas o lenguajes locales, nos regaló también la magnífica experiencia de Los instantes de
luz, una creación de Marco Petriz con su Grupo
Teatral Tehuantepec, de Oaxaca. Estrechamente imbricado con su entorno, este grupo elige
comúnmente espacios no tradicionales, en este
caso una casa de familia, donde los personajes se
mueven libremente para compartir con nosotros,
en medio de trozos de la vida cotidiana, el impacto que causa en una prole el feminicidio cometido
contra la hija adolescente. La acción, fragmentada
en planos temporales que rehúsan la linealidad
en aras de una emotividad verdadera, impacta
por el notable despliegue de energía de sus intérpretes Gabriela Martínez, Bibaani Betanzos y
Antonio Lopeztorres.
De los jóvenes autores, repetí la ya comentada
Ensayo sobre débiles, de Alberto Villarreal con Artillería Producciones, que parte de una serie afín
a los procedimientos del ensayo literario, prueba
y dinamita dispositivos convencionales de la interrelación de actores y espectadores y nos pone a
pensar, y a accionar, en inusitadas propuestas que
rompen estereotipos de apreciación estética, y movilizan la imaginación desde la noción de riesgo.
No tocar, de Enrique Olmos de Ita, tuvo hermosa lectura de parte de Luis Manuel Aguilar “Mosco” con dos jóvenes intérpretes, Mario Montaño
y Claudia Recinos, de No Tocar Jalisco, quienes
dieron vida a objetos –coloridas figuras geométricas– para confrontar con niños, padres y maestros el recurrente problema del abuso infantil, sin
didactismo chato ni paternalismo, como una forma de prevenirlo y combatirlo.
La máquina de Esquilo, de Luis Enrique Gutiérrez
Ortiz Monasterio, LEGOM, bajo la dirección de Alberto Lomnitz, también con fines educativos no
reñidos con el despliegue de imaginería escénica,
tuvo una dinámica puesta para espacio abierto
que trae al presente la obra del gran trágico y la
relee desde la actualidad con agudo sentido del
humor.
Impactaron dos modos de emprender la creación colectiva: uno, el de Vaca 35 Teatro en Grupo, que liderado por Damián Cervantes debe su
nombre a la contribución semanal que aporta
cada miembro para su sostenimiento económico
como colectivo independiente. Lo único que necesita una gran actriz, es una gran obra y las ganas de
triunfar, parte de Las criadas, de Genet, y propone un audaz duelo cuerpo a cuerpo entre Diana
Magallón y Mari Carmen Ruíz, que aprisiona a los
espectadores. Ritual de rupturas y provocaciones,
subvierte nociones acomodadas en el imaginario
ligadas con la belleza y la sexualidad.
Mención especial merece la labor grupal de Lagartijas al Sol, el pequeño grupo integrado por
Luisa Pardo, Gabino Rodríguez y Francisco Barreiro, que construyó El rumor del incendio, un
teatralísimo examen del presente a través del
devenir de la historia más reciente del país y de
un estado de cosas que compromete raigalmente a la sociedad mexicana. La investigación sobre
la vida de una mujer, antropóloga y ex guerrillera –madre de Luisa, la actriz y cofundadora del
grupo– abre una reflexión escénica en torno a la
memoria, multiplicada en despliegue audiovisual,
documental –a partir de muy diversas fuentes
reproducidas ante nosotros como archivo abierto, prueba irrefutable– y lúdico, que los artistas
comparten con el público para pensar el contexto
sociopolítico del país y la responsabilidad de cada
generación con su presente y con el futuro que le
legan a sus hijos. La fuerza del discurso y el compromiso de los actores-creadores transmiten gran
vitalidad e implican a los espectadores través de
la razón y la emoción productiva.
En cuerda semejante, Litoral, del libanés-francés-quebequense Wajdi Mouawad, llevado a escena por Hugo Arrevillaga y Tapioca Inn –los
mismos de Incendio, en esta con mayor solidez
dramatúrgica y escénica–, conmovió al auditorio
con el azaroso viaje de un hijo por encontrar el
lugar debido para sepultar a su padre. Periplo en
pos del rescate de identidad, reconstrucción de la
memoria, y conjuro contra el horror, Litoral vertebra tragedia, humor y fantasía, tensiones bélicas
y pasiones privadas, que su joven director acompañado de un equipo mayoritariamente joven,
saben defender desde una teatralidad hermosa y
genuina.
La creciente presencia del teatro mexicano en
otros escenarios fue estimulada también por medio de los encuentros y sesiones de asesoría que
promovió la Muestra, en las cuales los visitantes
fuimos convocados a dialogar con compañías y
grupos para conocer más de cerca su labor y sus
proyecciones, y a exponer la naturaleza de nuestros eventos de cara a futuros intercambios potenciales.
De Santa Catarina y Minas hasta Santos; del
D.F. a San Luis Potosí, dos grandes territorios de
Latinoamérica abrieron sus puertas al teatro e hicieron vibrar emociones y razones compartidas e
imperecederas. m
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