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3 Volumen 69 ISSN 0327-3326 Año 2004 REVISTA ARGENTINA DE UROLOGÍA · Julio - Septiembre de 2004 · Vol. 69 · Pág. 133 a Revista Argentina de UROLOGIA Fundada en 1932 SOCIEDAD ARGENTINA DE UROLOGIA Revista Argentina de 3 Volumen 69 Año 2004 UROLOGIA Organo de la Sociedad Argentina de Urología Director: Asesores del Director: Dr. Ameri, Carlos A. Dr. Fayad, Elías J. Dr. Rovegno, Agustín R. Propietario Editor Responsable Sociedad Argentina de Urología Comité Editorial: Dr. Chéliz, Germán Dr. Bernardo, O. Norberto Director Dr. Carlos Alberto Ameri Comité de Redacción: Domicilio legal Pasaje De la Cárcova 3526, (1172) Ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Tel.: 4963-8521/4336/4337 E-mail: [email protected] Dr. Contreras, Pablo Dr. Cobreros, Christian Dr. Barros, Diego Coordinador de las Noticias de la SAU: Revista Argentina de Urología Vol. 69, Nº 3, año 2004 Derecho de Propiedad Intelectual Nº 327.656/2004 COMITÉ EJECUTIVO CONSEJO EDITORIAL NACIONAL Dr. Bechara, Amado J.; Cap. Fed. Dr. Becher, Edgardo F.; Cap. Fed. Dr. Bogado, Humberto E.; Ba. Blanca Dr. Casabé, Alberto R.; Cap. Fed. Dr. Frattini, Gustavo; Mar del Plata Dr. Garrido, Gustavo; Cap. Fed. Dr. Ghirlanda, Juan; Cap. Fed. Dr. Giúdice, Carlos R. (h); Cap. Fed. Dr. Grossi, Omar; Luján Dr. Gueglio, Guillermo; Cap. Fed. Dr. Guzmán, Juan Manuel; Cap. Fed. Dr. Hernández, Alberto; Cap. Fed. Dr. López Laur, José Daniel; Mendoza Dr. Mazza, Osvaldo N.; Cap. Fed. Dr. Mingote, Pablo; Cipoletti Dr. Minuzzi, Pedro; Córdoba Dr. Moisés, Miguel J.; Tucumán Dr. Pautasso, Oscar; Córdoba Dr. Podestá, Miguel L.; Cap. Fed. Dr. Rey Valzacchi, Gastón; Cap. Fed. Dr. Rivero, Miguel A.; Cap. Fed. Dr. Romano, S. Víctor; Cap. Fed. Dr. Rozanec, José J.; Cap. Fed. Dr. Sáenz, Carlos; Cap. Fed. Dr. Zeno, Lelio; Rosario CONSEJO EDITORIAL INTERNACIONAL Dr. Arap, Sami; Brasil Dr. Boccon-Gibod, Laurent; Francia Dr. Escovar, Paul; Venezuela Dr. García Guido, Luis; Uruguay Dr. González, Ricardo; Estados Unidos Dr. Jiménez Cruz, Fernando; España Dr. Jordan, Gerald; Estados Unidos Dr. Lobel, Bernard; Francia Dr. Morales, Álvaro; Canadá Dr. Resnik, Martín I.; Estados Unidos Dr. Rodrigues Netto, Nelson (Jr.); Brasil Dr. Schulman, Claude; Bélgica Dr. Valdivia-Uría, José G.; España Dr. Vallancien, Guy; Francia Coordinación y corrección Rosa Frontera Tel.: 4504-0577 Compuesta e impresa en Argentina por «Marcelo Kohan/ diseño + broker de impresión», [email protected] Edición Noviembre de 2004 Foto de tapa Células eosinofílicas que alternan con otras cromófobas. (HE-10X). Recuadro: Técnica de hierro coloidal de Hale, con tinción citoplasmática. Revista Argentina de Urología indexada en la base de datos de LILACS. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Dr. Atchabahian, Pablo I SOCIEDAD ARGENTINA DE UROLOGÍA C O M I S I Ó N D I R E C T I VA 2004-2005 Presidente: Vicepresidente: Secretario Científico: Prosecretario Científico: Secretario Administrativo: Prosecretario Administrativo: Dr. Villamil, Antonio Agustín Dr. Fredotovich, Norberto Miguel Dr. Casabé, Alberto Ricardo Dr. Grippo, Lorenzo Dr. Fayad, Elías Jorge Dr. Rosenfeld, Claudio Adrián Vocales Titulares: Dr. Borghi, Marcelo Osvaldo; Dr. Lafos, Norberto Raúl; Dr. Longo, Emilio Miguel; Dr. Rodríguez, Ernesto Omar; Dr. Tiscornia, Ángel Luis; Dr. Vallone, Cayetano. Vocales Suplentes: Dr. Malagrino, Héctor Natalio; Dr. Ranitzsch, Pablo Alejandro. Órgano de Fiscalización: Dr. Costa, Miguel Ángel; Dr. Muzio, Alberto José; Dr. Podestá, Miguel Luis. COMITÉS DE LA SAU II Comité de Biblioteca Comité de Residencias Urológicas Director: Dr. Carril, Alejandro Director: Dr. Solari, Juan J. Comité de Publicaciones Comité de Congresos y Jornadas Director: Dr. Ameri, Carlos A. Director: Dr. Costa, Miguel A. Comité de Educación Médica Continua Comité de Interior Director: Dr. Schiappapietra, Jorge H. Director: Dr. Rey, Horacio M. Comité de Colegio Argentino de Urólogos Comité de Exterior Director: Dr. Levati, Horacio A. Director: Dr. Bernstein Hahn, León Comité de Especialidades Urológicas Comité de Ética Director: Dr. Mazza, Osvaldo N. Dres. Barisio, Roberto; Castria, Marco Aurelio Rizzi, Alfredo O. Comité de Reuniones Científicas Comité de Defensa de los Intereses Profesionales Director: Dr. Podestá, Miguel L. Dr. Socolovsky, Rodolfo M. Indice EDITORIAL 133 Carcinoma de Células Renales Cromófobas Dr. Casas, G. 136 Cistitis intersticial Dres. Tejerizo, J.C.; Gueglio, G. 142 HISTORIA DE LA UROLOGÍA El auge de la cirugía transuretral Dr. Fredotovich, N. ARTÍCULOS ORIGINALES 146 Comparación alejada (más de 5 años) de la radioterapia externa y la prostatectomía radical en cáncer localizado de próstata Dres. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, Á.; Hollmer, S. 153 Tumor de células de Leydig. Reporte de nueve casos Dres. Piana, M.; Gueglio, G.; Rey Valzacchi, G.; Chernobilsky, V.; Villalba, K.; Damia, O. 159 Prostatectomía radical. Análisis descriptivo de nuestra serie. Factores predictivos de progresión de la enfermedad Dres. Vázquez Avila, L. G.; Santomil, F. M.; Fernández, M. D.; Verdecchia, P. D.; Varea, S. M. 168 Supresión versus modificación del antiandrógeno ciproterona en la progresión del cáncer de próstata Dres. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, A. URGENCIAS EN UROLOGIA 172 TÉCNICA QUIRÚRGICA 176 Cólico renal Dr. Pablo Holst Técnica de colocación del Esfínter Urinario Artificial (EUA) en el cuello vesical Dr. José R. Castera COMUNICACIÓN DE CASOS 181 Linfedema crónico genital. Plástica reconstructiva Dres. Chéliz G.M.J.; Belinki J.; Kogan D.; Marraco G; Rey H.M.; Fredotovich N. 184 Pseudotumor inflamatorio renal. Reporte de un caso Dres. Salirrosas, M.; Del Ré, N.; Rozanec, J.; Nolazco, A. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 V COMUNICACIÓN DE CASOS 187 COMENTARIO DE TRABAJOS 192 193 195 Dres. Atchabahian, P.; Demirdjian, J.; Magallanes, J.; Carricaburu, P. XV VI Tuberculosis renal y úlcera perforada de vejiga. (A propósito de un caso) Dr. Alberto Jurado Dr. Luis Montes de Oca Dr. Pablo Mingote NOTICIAS DE LA SAU Index EDITORIAL 133 Chromophobe renal cell carcinoma Dr. Casas, G. 136 Interstitial cystits Drs. Tejerizo, J.C.; Gueglio, G. 142 HISTORY OF UROLOGY The height of transurethral surgery Dr. Fredotovich, N. ORIGINAL ARTICLES 146 Distant comparison (more than 5 years) of external beam radiation and radical prostatectomy for localized prostate cancer Drs. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, Á.; Hollmer, S. 153 Leydig cell tumor. Report of nine cases Drs. Piana, M.; Gueglio, G.; Rey Valzacchi, G.; Chernobilsky, V.; Villalba, K.; Damia, O. 159 Radical prostatectomy. Descriptive analysis of our series. Prognostic factors of disease progression Drs. Vázquez Avila, L. G.; Santomil, F. M.; Fernández, M. D.; Verdecchia, P. D.; Varea, S. M. 168 Antiandrogen withdrawal versus change of ciproterone in relapsed prostate cancer Drs. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, A. URGENCIES IN UROLOGY 172 SURGICAL TECHNIQUE 176 Acute renal colic Dr. Pablo Holst Technique of location of Artificial Urinary Sphincter in the bladder neck Dr. José R. Castera CASE REPORTS 181 Genital chronic lymphedema. Reconstructive plastics Drs. Chéliz G.M.J.; Belinki J.; Kogan D.; Marraco G; Rey H.M.; Fredotovich N. 184 Renal inflammatory pseudotumor. Case report Drs. Salirrosas, M.; Del Ré, N.; Rozanec, J.; Nolazco, A. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 IX CASE REPORTS 187 Renal tuberculosis and perforated ulcer of the bladder. (Case report) Drs. Atchabahian, P.; Demirdjian, J.; Magallanes, J.; Carricaburu, P. COMMENTARY OF ARTICLES 192 193 195 XV X Dr. Alberto Jurado Dr. Luis Montes de Oca Dr. Pablo Mingote SAU NEWS EDITORIAL EDITORIAL Carcinoma de Células Renales Cromófobas Chromophobe renal cell carcinoma Dr. Casas, G. El carcinoma de células renales (CCR) cromófobas es un subtipo de neoplasia renal recientemente incluido en la clasificación histológica de los tumores renales de la OMS,1 caracterizado por células grandes y pálidas con una membrana citoplasmática prominente. Fue inicialmente descripto en animales expuestos experimentalmente a nitrosomorfolina.2 Posteriormente, Thoenes y col. describieron tumores renales similares en humanos,3 y establecieron los criterios diagnósticos del CCR cromófobas. Constituye aproximadamente el 5% de los tumores epiteliales renales resecados, con una incidencia mayor en la sexta década, y un rango de edad entre los 27 y los 86 años, sin un predominio de género.4 Características clínicas Los signos y síntomas clínicos son similares a aquellos del carcinoma de células renales convencional: hematuria, dolor abdominal y masa abdominal. En los estudios por imágenes, el CCR cromófobas tiende a ser grande en tamaño, sin necrosis ni calcificaciones, de densidad homogénea. A diferencia del CCR convencional, es un tumor hipovascular, con la correlación angiográfica correspondiente.5 Macroscopia Son tumores sólidos, circunscriptos y grandes. La superficie de corte muestra un color pardo-cobrizo (o “beige”) homogéneo, sin necrosis ni hemorragia (Foto 1). Microscopia El CCRC se halla compuesto por células poligonales grandes, con citoplasma claro levemente reticulado y una membrana citoplasmática prominente, dispuestas en un patrón sólido y, a veces, glandular (Fotos 2 y 3). Son frecuentes las células binucleadas y los halos perinucleares. Algunas células tumorales son más pequeñas y poseen un citoplasma granular eosinofílico (variedad eosinofílica)6 (Fotos 4 y 5). Puede existir transformación sarcomatoide.7-10 División Patología, Hospital de Clínicas “José de San Martín”, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Servicio de Patología, Hospital Alemán. Buenos Aires, Argentina. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Tinciones especiales El CCRC muestra leve positividad citoplasmática para PAS, siendo además PAS diastasa resistente. La positividad citoplasmática difusa para hierro coloidal es un hallazgo clave para el diagnóstico de esta entidad3,11 (Foto 4 recuadro). Ultraestructura El citoplasma contiene numerosas vesículas invaginadas cuyo diámetro oscila entre 150 y 300 nm., hallazgo similar al de las células intercaladas de tipo B de los conductos colectores corticales.3 133 Foto 1. Tumor sólido circunscripto, color pardusco. Inmunohistoquímica El inmunofenotipo del CCRC es pan-citoqueratinas+, vimentina-, EMA+ difuso, lectinas+, parvalbumina+12, RCC-/+, CD10- y cadherina E+. Estos hallazgos sugieren una similitud morfológica y bioquímica con la nefrona distal, especialmente con la célula intercalada del conducto colector, mientras que el CCR de células claras se relaciona más con el túbulo proximal. Citogenética El CCRC se caracteriza por múltiples pérdidas cromosómicas no aleatorias, más frecuentemente –1, -2, -6, 10, -13, -17, y –21.13-17 Contractor y col. han publicado mutaciones del gen supresor tumoral que codifica a la p53 en un 27% de los CCRC.18 Foto 2. Células cromófobas dispuestas junto a ejes vasculares finos. (HE-10X). Foto 3. Células cromófobas poligonales, con citoplasmas reticulados y membranas citoplasmáticas prominentes. (HE-40X). Foto 4. Células eosinofílicas que alternan con otras cromófobas. (HE10X). Recuadro: Técnica de hierro coloidal de Hale, con tinción citoplasmática. Foto 5. Células eosinofílicas, con membranas citoplasmáticas prominentes, y nucleos ligeramente irregulares, hipercromáticos. (HE-40X). 134 Estadificación La mayoría de los CCRC son estadio T1 y T2 (86%). Sólo el 10% muestran extensión extracapsular, y un 4% presentan compromiso de la vena renal.4 Existen publicados unos pocos casos con metástasis ganglionares y a distancia (pulmón, hígado y páncreas).12,19 Diagnóstico diferencial El CCRC afecta pacientes con edades similares a los otros subtipos de CCR, aunque con un pronóstico más favorable. La variedad clásica deberá ser distinguida del CCR de células claras convencional, mientras que la variedad eosinofílica tendrá su diagnóstico diferencial con el oncocitoma. Pronóstico El pronóstico más favorable descripto en el CCRC puede verse ensombrecido por los múltiples casos publicados de CCRC con componente sarcomatoide. Esta eventualidad pareciera tener mayor frecuencia que con los otros subtipos de CCR.7-10,21 Conclusiones El CCRC es una variedad de CCR con identidad morfológica, histoquímica y ultraestructural. En general, el pronóstico es favorable, similar al CCR de células claras de bajo grado y bajo estadio. La aparición de un fenotipo sarcomatoide se asocia con un crecimiento agresivo y con el desarrollo de metástasis. BIBLIOGRAFÍA 1. Storkel S, Eble JN, Adlakha K, Amin M, Blute ML, Bostwick DG, Darson M, Delahunt B, Iczkowski K.: Classification of renal cell carcinoma: Workgroup No. 1. Union Internationale Contre le Cancer (UICC) and the American Joint Committee on Cancer (AJCC). Cancer 1997; 80: 987-989. 2. Bannasch P, Schacht U, Storch E.: Morphogenese und hohe Mikromorphologie epithelialer Nierentumoren bei Nitrosomorpholine-vergifteten Ratten. I. Induktion und Histologie der Tumoren. Z Krebsforsch Klin Onkol 1974; 81: 311-331. 3. Thoenes W, Storkel S, Rumpelt HJ.: Human chromophobe cell renal carcinoma. Virchows Arch B Cell Pathol Incl Mol Pathol 1985; 48: 207-217. 4. Crotty TB, Farrow GM, Lieber MM.: Chromophobe cell renal carcinoma: clinicopathological features of 50 cases. J Urol 1995; 154: 964-967. 5. Nagashima Y.: Chromophobe renal cell carcinoma: clinical, pathological and molecular biological aspects. Pathol Int 2000; 50: 872-878. 6. Thoenes W, Storkel S, Rumpelt HJ, Moll R, Baum HP, Werner S.: Chromophobe cell renal carcinoma and its variants-a report on 32 cases. J Pathol 1988; 155: 277-287. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 7. Abrahams NA, Ayala AG, Czerniak B.: Chromophobe renal cell carcinoma with sarcomatoid transformation. Ann Diagn Pathol 2003; 7: 296-299. 8. Akhtar M, Tulbah A, Kardar AH, Ali MA.: Sarcomatoid renal cell carcinoma: the chromophobe connection. Am J Surg Pathol 1997; 21: 1188-1195. 9. Kuroda N, Hayashi Y, Itoh H.: A case of chromophobe renal cell carcinoma with sarcomatoid foci and a small daughter lesion. Pathol Int 1998; 48: 812-817. 10. Nagashima Y, Okudela K, Osawa A, Nakamura N, Kawasaki C, Moriyama M, Nakamura N, Nakatani Y, Kitamura H, Aoki I.: Chromophobe renal cell carcinoma with sarcomatoid change. A case report. Pathol Res Pract 2000; 196: 647-651. 11. Cochand-Priollet B, Molinie V, Bougaran J, Bouvier R, Dauge-Geffroy MC, Deslignieres S, Fournet JC, Gros P, Lesourd A, Saint-Andre JP, Toublanc M, Vieillefond A, Wassef M, Fontaine A, Groleau L.: Renal chromophobe cell carcinoma and oncocytoma. A comparative morphologic, histochemical, and immunohistochemical study of 124 cases. Arch Pathol Lab Med 1997; 121: 1081-1086. 12. Martignoni G, Pea M, Chilosi M, Brunelli M, Scarpa A, Colato C, Tardanico R, Zamboni G, Bonetti F.: Parvalbumin is constantly expressed in chromophobe renal carcinoma. Mod Pathol 2001; 14: 760-767. 13. Speicher MR, Schoell B, du MS, Schrock E, Ried T, Cremer T, Storkel S, Kovacs A, Kovacs G.: Specific loss of chromosomes 1, 2, 6, 10, 13, 17, and 21 in chromophobe renal cell carcinomas revealed by comparative genomic hybridization. Am J Pathol 1994; 145: 356-364. 14. Patton KT, Tretiakova MS, Yao JL, Papavero V, Huo L, Adley BP, Wu G, Huang J, Pins MR, Teh BT, Yang XJ.: Expression of RON Proto-oncogene in Renal Oncocytoma and Chromophobe Renal Cell Carcinoma. Am J Surg Pathol 2004; 28: 1045-1050. 15. Pan CC, Chen PC, Chiang H.: Overexpression of KIT (CD117) in chromophobe renal cell carcinoma and renal oncocytoma. Am J Clin Pathol 2004; 121: 878-883. 16. Nagy A, Buzogany I, Kovacs G.: Microsatellite allelotyping differentiates chromophobe renal cell carcinomas from renal oncocytomas and identifies new genetic changes. Histopathology 2004; 44: 542-546. 17. Petit A, Castillo M, Santos M, Mellado B, Alcover JB, Mallofre C.: KIT expression in chromophobe renal cell carcinoma: comparative immunohistochemical analysis of KIT expression in different renal cell neoplasms. Am J Surg Pathol 2004; 28: 676-678. 18 Contractor H, Zariwala M, Bugert P, Zeisler J, Kovacs G.: Mutation of the p53 tumour suppressor gene occurs preferentially in the chromophobe type of renal cell tumour. J Pathol 1997; 181: 136-139. 19 Badoual C, Tissier F, Lagorce-Pages C, Delcourt A, Vieillefond A.: Pulmonary metastases from a chromophobe renal cell carcinoma: 10 years’ evolution. Histopathology 2002; 40: 300-302. 20 Beck SD, Patel MI, Snyder ME, Kattan MW, Motzer RJ, Reuter VE, Russo P.: Effect of papillary and chromophobe cell type on disease-free survival after nephrectomy for renal cell carcinoma. Ann Surg Oncol 2004; 11: 71-77. 21 Shannon BA, Cohen RJ.: Rhabdoid differentiation of chromophobe renal cell carcinoma. Pathology 2003; 35: 228230. 135 EDITORIAL EDITORIAL Cistitis intersticial Interstitial cystits Dres. Tejerizo, J.C.; I NTRODUCCIÓN Gueglio, G. Como suele suceder muchas veces en Medicina, ciertas entidades hacen su irrupción en el escenario médico y luego desaparecen por años para finalmente reaparecer respaldadas con un basamento científico mucho más sólido y profundo que en su descripción original. La cistitis intersticial (CI) fue descripta hace prácticamente un siglo (1907) por Nitze; sin embargo, recién en los últimos 25 años, gracias a los trabajos de C. Lowell Parsons, ha pasado a ocupar un lugar importante en la mente de algunos urólogos. La mayor parte de los conceptos aquí expresados fueron extraídos de sus estudios. En los EE.UU. se calcula que existen unos 500.000-1.000.000 casos (Jones y Nyberg) con una prevalencia de 11 por 100.000 habitantes. A veces se denominan con otros nombres cuadros de verdaderas CI (síndrome uretral, síndrome urgencia/frecuencia, prostatitis, etc.). Es 9 veces más frecuente en la mujer y generalmente se diagnostica alrededor de los 45 años, aunque la enfermedad comienza mucho antes. Es mucho más frecuente en la raza judía. Los varones diagnosticados son muchos menos, pero es muy probable que casos de cistitis intersticial sean diagnosticados como prostatitis, prostatosis, HPB, etc. La CI es un síndrome clínico caracterizado por un marcado incremento de la frecuencia urinaria, urgencia miccional y/o dolor abdominal o perineal. Es importante destacar que para realmente ser una CI todo esto debe darse en ausencia de infección urinaria o de cualquier otra patología conocida del aparato urinario. Durante mucho tiempo se pensó que la CI era de origen psicosomático, pero en la actualidad tal concepto está desterrado. Obviamente, cualquier paciente con síntomas urinarios severos que ni siquiera le permiten descansar por las noches, presentará un desequilibrio emocional, pero éste es consecuencia y no causa. Un concepto importante a retener es que la CI es una “enfermedad en continuado” y que muy frecuentemente se inicia en la juventud pero, dado su carácter intermitente en las primeras fases, muchas veces se la suele no diagnosticar o aun confundir con otras afecciones que se presentan de manera similar. Si lo que predomina es la urgencia/frecuencia, muy probablemente se la confundirá con una infección bacteriana; si lo que se destaca es el dolor, muy posiblemente la paciente será enviada al ginecólogo con diagnóstico presuntivo de endometriosis, vaginitis, etc. Otro concepto importante: la CI en sus comienzos se exacerba claramente luego de las relaciones sexuales y también antes del ciclo menstrual; se ha establecido que el 97 % de las mujeres que tienen dolor luego de mantener relaciones sexuales son portadoras de alguna forma de cistitis intersticial; las alteraciones anatómicas en esta etapa suelen ser mínimas y casi imperceptibles con los estudios habituales. El diagnóstico será imposible si el médico tratante no tiene esta entidad en su mente. En los estadios más avanzados de la enfermedad (tal como se suele ver en los pa- Servicio de Urología. Hospital Italiano de Buenos Aires. Argentina 136 cientes añosos) la sintomatología es más florida e intensa. También puede ocurrir que el dolor sea el componente único, con lo cual la posibilidad de ser diagnosticada es mucho menor. El abanico de posibilidades sintomatológicas es enorme y no tiene esta enfermedad análisis complementarios que ayuden en el diagnóstico. Si se sospecha el diagnóstico debe iniciarse el tratamiento de inmediato, ya que las chances de mejoría (confirmando la sospecha) son muy altas. PAT O G E N I A Existen múltiples etiologías postuladas como probables en la génesis de la cistitis intersticial: neurológicas, psicológicas, infecciosas crónicas, linfáticas, inflamaciones vasculares, autoinmunes, etc. Sin embargo, la teoría que cuenta con más aceptación es la que sugiere la existencia de un epitelio defectuoso con pérdida de la barrera hemato-urinaria (predominantemente compuesta por proteoglicanos y glicosaminas) resultando una membrana hiperpermeable. Esta hiperpermeabilidad determinaría el pasaje de pequeñas móleculas que serían las inductoras de la sintomatología; en este caso la más estudiada de las moléculas ha sido el potasio, habiéndose demostrado que su difusión a través del epitelio vesical podría estimular las terminaciones nerviosas causando los síntomas e inclusive la progresión de la enfermedad por daño tisular debido a los niveles tóxicos de este catión en el intersticio. Estudios recientes demuestran que el 78% de 466 pacientes evaluados con el test del potasio (test de Parsons) tuvo un test positivo, mientras que ninguno de los 43 pacientes control fue positivo. Los polisacáridos presentes en la capa externa de las células transicionales son capaces de evitar la adherencia de bacterias, cristales, proteínas y iones. Esta propiedad se pierde ante agresiones tales como ácidos o detergentes, pero puede recuperarse cuando se agregan polisacáridos exógenos, tales como heparina o pentosanpolisulfato. El átomo de oxígeno presente en éstos se une fuertemente al agua formando una barrera y dejando a los solutos urinarios lejos de la membrana celular. Una hipótesis sostiene que algunos pacientes con CI serían portadores de una superficie polisacárida defectuosa, lo cual permitiría el pasaje de iones tóxicos hacia la membrana celular. El K+ sería el ion que, atravesando el epitelio, agredería al intersticio celular provocando finalmente su destrucción. Se sabe que la concentración urinaria del potasio va desde los 40 hasta los 150 mEq/l y que concentraciones de 15 mEq/l producen la despolarización de las terminaciones nerviosas sensitivas y de la célula muscular lisa. Altos niveles de K+ en el intersticio celular producirían además la acti- Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 vación de otros agentes, tales como la sustancia P que provocaría la sobreestimulación de fibras del dolor. También han sido mencionados otros factores, tales como la desgranulación de los mastocitos, la distrofia vascular simpática refleja, la inflamación de los nervios sensitivos, etc. El papel de los mastocitos parece ser de capital importancia, sobre todo en los pacientes con antecedentes de alergias y/o atopías. En estudios de experimentación se demostró que la estimulación de estas células podría provocar alteraciones en la actividad del músculo liso vesical y en la permeabilidad epitelial. La insuficiencia vascular también determinaría una cascada de eventos que llevaría a la aparición de los síntomas. Estudios recientes sugieren que un déficit en la secreción matutina de cortisol podría ser responsable de un incremento en los síntomas de estos pacientes al no existir una adecuada respuesta antiinflamatoria. C UA D R O C L Í N I C O Como ya fue expresado los síntomas predominantes son la urgencia miccional y un marcado incremento de la frecuencia en ausencia de infección urinaria y de otras patologías urológicas. El dolor vesical está presente hasta en un 85% de los pacientes y suele mejorar con el vaciado. La localización del mismo es variable, pudiendo ser suprapúbico, perineal, vulvar, vaginal, dorsal bajo, escrotal y hasta en los muslos. La nicturia está presente casi en el 90% de los pacientes, aunque no en forma muy importante (1-2 veces por noche). El promedio diario de micciones es 16, pero con fines diagnósticos se considera que más de 8 micciones por día, con dolor y apremio, es sugerente de CI. No obstante, existen pacientes que llegan a miccionar más de 40 veces por día. El volumen de las micciones suele estar por debajo de los 100 ml. Toda la sintomatología se suele exacerbar durante o después de la actividad sexual y, en las mujeres no menopáusicas, en los días previos a la menstruación. D I AG N Ó S T I C O El diagnóstico de CI debe hacerse en base al interrogatorio y a los hallazgos clínicos. Según un informe del NIH, el 90% de los pacientes con cistitis intersticial miccionan 1-2 veces por noche, 8 o más veces por día y tienen moderada urgencia. El dolor es opcional, aunque suele estar presente. De todos modos estos criterios son solo orientativos y de ninguna manera pretenden ser excluyentes. En los casos más extremos, los pacientes llegan a miccionar alrededor de 40 veces por día, con mucha urgencia y dolor. 137 Para establecer fehacientemente la frecuencia diaria y el volumen de cada micción es de suma utilidad el empleo de la cartilla miccional por 2 días, al comienzo de la evaluación. La misma debe ser repetida periódicamente a fin de monitorear la efectividad del tratamiento. Examen físico El único dato del examen físico que está presente en el 95% de las pacientes con CI es un suave dolor en la base de la vejiga que se pone de manifiesto al palpar la pared vaginal anterior. El resto de los hallazgos es absolutamente inconstante y carecen de especificidad. Análisis de laboratorio Los análisis en sangre no muestran habitualmente ninguna particularidad en los pacientes afectados por esta entidad. El sedimento urinario en la mayoría de los casos es normal y el urocultivo es negativo. La citología urinaria debe realizarse de rutina si se sospecha una atipía vesical. Cistoscopia La evaluación endoscópica diagnóstica es mandatoria en todos aquellos pacientes que presenten hematuria (poco frecuente en la CI) o en aquellos pacientes mayores, en quienes es conveniente descartar patología neoplásica. De cara al diagnóstico de CI la cistoscopia no es aconsejable pero, una vez más, debe ser indicada en todos aquellos pacientes que estén en el grupo de riesgo para cáncer de vejiga (pacientes con hematuria, fumadores crónicos, mayores de 40 años, etc.). En los pacientes con diagnóstico ya confirmado de CI, la cistoscopia tiene un lugar como procedimiento terapéutico, sobre todo en aquellos con sintomatología muy severa. En estos casos debe ser siempre realizada bajo anestesia general. A la inspección pueden visualizarse las típicas úlceras de Hunner, que en realidad son parches de aspecto rojo aterciopelado muy similares al Ca. in situ de vejiga, o las hemorragias en forma de glomérulo, pero su ausencia no descarta la enfermedad (de hecho, las úlceras sólo están presentes en el 8% de los casos). Muchas veces se catalogan como úlceras zonas sangrantes que no son más que áreas de biopsias previas. En la sección Tratamiento se describirá en detalle el beneficio de la endoscopia como terapéutica. Evalución urodinámica La cistometría es un estudio útil, pues si es normal descarta una CI. En la mayoría de los casos los pacientes presentan urgencia miccional con volúmenes inferiores a los 150 ml de agua. El 90% de los afectados por una 138 CI tiene una capacidad vesical funcional por debajo de los 350 ml. Sólo aquellos pacientes afectados por una miopatía del detrusor (5% de los casos) presentarán vejigas atónicas con grandes volúmenes premiccionales e importante residuo postmiccional. Las mujeres con esta situación suelen recurrir a la maniobra de Valsalva para lograr evacuar sus vejigas en forma aceptable. En los varones el estudio urodinámico puede servir para diferenciar entre una obstrucción infravesical y una CI. El patrón urodinámico a recordar (en un varón con urgencia) es aquél que incluye bajo volumen vesical con flujo pobre y presión del detrusor disminuida. Test del potasio Este test diseñado por el mismo Lowell Parsons se basa en medir la permeabilidad epitelial. Si se infunde en una vejiga sana una solución de cloruro de potasio (Cl.K), ésta no provocará ningún síntoma, mientras que si se trata de una vejiga con su mecanismo de impermeabilidad epitelial alterado, el potasio difundirá a través de las células transicionales y depolarizará las terminales nerviosas sensitivas causando dolor y/o frecuencia. Se ha establecido que aproximadamente el 75% de los pacientes portadores de CI tendrán un test de Parsons positivo, por lo tanto queda claro que un test negativo no descarta la enfermedad. Biopsia La biopsia vesical no es un procedimiento que vaya a ser de gran utilidad para diagnosticar una CI. Ningún hallazgo patológico hace diagnóstico patognomónico de CI. Los informes suelen ser inespecíficos; es frecuente encontrar mastocitos, células inflamatorias y una mucosa vesical adelgazada. Una biopsia normal no excluye la enfermedad. T R ATA M I E N T O En la actualidad el éxito terapéutico es posible en un 85-90% de los casos. Dos cosas merecen ser enfatizadas: cuanto antes se diagnostique la enfermedad más precozmente se iniciará el tratamiento, con lo cual se obtendrán los mejores resultados, pues se evita la fase terminal de la misma, y cuanto más severa sea la sintomatología más importante debe ser el tratamiento. Asimismo, éste debe ser multimodal para poder controlar los distintos mecanismos de la enfermedad responsables de causar los mencionados síntomas. En esta afección los tratamientos suelen ser largos y muchas veces los resultados recién son apreciables luego de varios meses de haber iniciado los mismos. En términos generales se podría decir que los buenos resultados se asientan en un trípode terapéutico constituido por: a. Control del epitelio disfuncional mediante compuestos heparinoides. b. Lograr la desactivación de las terminaciones nerviosas sensitivas mediante el empleo de amitriptilina, imipramina o algún inhibidor de la recaptación de serotonina. c. Inhibir la respuesta alérgica con el uso de antihistamínicos. a. El epitelio vesical disfuncional puede ser corregido mediante el empleo de drogas similares a la heparina denominados heparinoides. Actualmente existen sólo 2 de este tipo de compuestos: la propia heparina y el pentosanpolisulfato. La heparina autoadministrada en forma intravesical tiene un elevado porcentaje de buenos resultados; sin embargo, en la actualidad se la utiliza sólo en los pacientes que tienen el test del K positivo y que hayan fracasado con el tratamiento oral. El hecho de tener que cateterizarse la vejiga para instilarse el fármaco hace que su indicación sea más limitada. El objetivo es lograr que el/la paciente sea capaz de retener cada vez por mayor tiempo la solución de heparina instilada (40.000 unidades en 20 ml de agua estéril). La mejoría de los síntomas suele notarse no antes de los 6 meses y el tratamiento debe ser mantenido por lo menos por tres años. El pentosanpolisulfato (Elmiron®) es el único compuesto que ha sido debidamente testeado en estudios a doble ciego, mostrando una eficacia 2 veces mayor que el placebo, principalmente en cuanto a controlar el dolor. El porcentaje de buenos resultados se sitúa alrededor del 80% y cuando el tratamiento se mantiene por períodos prolongados (3 años) los pacientes tienden a seguir bien aún luego de terminar el mismo. La acción del pentosanpolisulfato sería algo así como de “repavimentación” de la superficie vesical al reponer los polisacáridos ausentes o defectuosos en las capas mas superficiales. Tal como fue expresado para la heparina, los mejores resultados se obtienen en los pacientes potasio-sensibles. La dosis usualmente recomendada es de 100 mg 3 veces por día aunque en la actualidad se tiende a aumentar dicha dosis a 600 mg/día (sobre todo en los varones), pues se ha visto que los beneficios se incrementan con dosis mayores. Los efectos adversos más usualmente observados son trastornos gastrointestinales en el 5% de los casos, alopecía areata (tiende a resolverse sola) y en muy raras ocasiones movilización de las enzimas hepáticas. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 b. La desactivación neurológica es un paso de capital importancia en la regresión de la sintomatología. Se sabe que la reparación del epitelio disfuncional comienza rápidamente con los heparinoides, sin embargo la mejoría clínica sólo se hace presente cuando se logra la desactivación de los nervios sensitivos de la superficie vesical, proceso que puede llevar meses, años o nunca ocurrir. Las drogas que han demostrado ser más efectivas en controlar la sobreestimulación neural son la amitriptilina (Tryptanol®) y la imipramina (Tofranil®). La dosis de inicio para cualquiera de los dos agentes es de 25 mg. al acostarse y luego de 1 o 2 meses pasar a 50 mg. Si el paciente no tolera estos fármacos porque le provocan demasiada sedación o demasiado apetito, se puede intentar con los inhibidores de recaptación de serotonina (IRS), tales como foxetina a dosis de 20 mg por día o sertralina 50 o 100 mg/día. c. La inhibición de la respuesta alérgica también desempeña un papel de importancia en el control de la enfermedad. Los mastocitos activados producen un aumento de la sintomatología en el 70% de los pacientes con CI. Inclusive pacientes que tienen su enfermedad bien controlada pueden recaer durante una reacción alérgica estacional o por cualquier otro alérgeno (frutas, medicamentos, plumas, etc.). El único fármaco antihistamínico que actúa evitando la degranulación de los mastocitos es la hydroxicina (Ataraxone, Hidroxina‚); se debe comenzar con una dosis de 25 mg por día salvo que el/la paciente no tolere dicha dosis (efecto sedativo) en cuyo caso conviene comenzar con 10 mg y recién llegar a la dosis completa en 2 o 3 meses. En las épocas de alergias, la dosis puede ser aumentada hasta 100 mg, ya que los efectos sedativos serán mínimos pues, con el uso crónico, tienden a desaparecer. Cistoscopia Desde que Bumpus publicara en 1930 su trabajo sobre CI, se conoce el efecto beneficioso que la hidrodistensión produce sobre sus síntomas. Este procedimiento debe ser realizado siempre bajo anestesia general, ya que la sobredistensión es intolerable en una paciente ya de por sí muy dolorida. Se recomienda no sobrepasar los 80-100 cm de presión de H2O y nunca utilizar una dilatación a presión (jeringa) pues se puede llegar a producir la ruptura vesical. Se debe dejar la vejiga sobredistendida unos cuantos minutos y luego proceder a evacuarla registrando la cantidad. Cuanto más severa es la enfermedad menor es la capacidad vesical. A continuación se efectúa una nueva valoración endoscópica donde se deberían poder observar las glomerulaciones y/o las úlceras, sangrando. Suelen ubicarse en las pare- 139 des laterales y techo; es importante no confundir estos sangrados con los propios del procedimiento endoscópico que habitualmente se encuentran en el trígono y en la pared vesical posterior. El mecanismo por el cual la hidrodistensión mejora los síntomas se desconoce. Aparentemente la citodestrucción jugaría un rol importante. Lo que sí es conocido es que luego del procedimiento los pacientes quedan mucho más doloridos que antes. Es importante que reciban medicación analgésica potente ya desde el momento de la recuperación anestésica. Este dolor suele ir desapareciendo con el correr de las semanas. La mejoría producida por este mecanismo tiene una duración variable que va de los 3 a los 12 meses, pudiendo repetirse el procedimiento aunque pareciera que, a medida que la enfermedad progresa, los síntomas se van haciendo más refractarios al tratamiento de hidrodistensión. Dimetilsulfóxido En el año 1977 se comenzó a utilizar el dimetilsulfóxido (DMSO) en instilaciones endovesicales para el tratamiento de los síntomas de la CI. Los trabajos que motivaron su empleo eran en general no controlados contra placebo, lo cual los hace poco serios. De todos modos se ha visto que hasta un 40% de aquellos pacientes que reciben DMSO presentan una remisión de los síntomas de duración variable, pues se ha observado que generalmente, al suspender las instilaciones, los síntomas regresan y muchas veces se tornan refractarios a una nueva serie de tratamiento. Las instilaciones se realizan empleando 50 cc. de DMSO al 50% por 10-15 minutos. La frecuencia es semanal hasta ver si hay o no respuesta al tratamiento, lo cual recién se puede saber entre las 6 y las 8 semanas de iniciado el plan. Si los resultados lo ameritan, se puede continuar con instilaciones más espaciadas (2 por mes) en forma ininterrumpida, ya que se ha visto que por lo general el DMSO es bien tolerado. Uno de los aspectos que frecuentemente es motivo de queja de las pacientes es el fuerte olor de la medicación, sobre todo en las primeras horas luego de la aplicación. Otro aspecto a considerar es la exacerbación de la sintomatología que el DMSO produce en las primeras 24 horas post-instilación y que debe ser tratado con potentes analgésicos orales o aun intramusculares. Esteroides Según Parsons los compuestos esteroides no han demostrado ninguna utilidad en esta enfermedad, de todas formas faltan estudios controlados. 140 Nitrato de plata Las instilaciones vesicales bajo anestesia general con nitrato de plata a concentraciones crecientes han sido utilizadas desde comienzos del siglo pasado; sin embargo, una vez más, la falta de estudios controlados hace que su uso haya caído en el olvido en la mayoría de los centros especializados. Clorpactin El clorpactin es un compuesto químico derivado del ácido hipocloroso con efectos oxidantes y detergentes. Ha sido empleado en concentraciones del 0,2 y 0,4% con resultados interesantes. Debe ser instilado bajo anestesia general. Existe poca experiencia. Alcalinizantes urinarios El uso del policitrato de potasio (Urokit®) es de suma utilidad, ya que no sólo alcaliniza la orina, sino también se une al potasio urinario quelándolo y evitando así su difusión al intersticio. Debe ser utilizado no menos de 6 meses, en dosis de 20 mEq. 2 veces por día. En caso de ser efectivo, puede empleárselo de por vida. BCG intravesical Integra el grupo de técnicas citodestructivas juntamente con el DMSO y la distensión hidraúlica. La terapia con el bacilo de Calmette-Guerin atenuado ha demostrado ser efectiva en estudios recientes. Su acción beneficiosa estaría dada por la producción de una intensa descamación de la mucosa vesical. Dados sus potenciales efectos colaterales infecciosos (BCGitis), debe ser empleada como 2da. línea de tratamiento. L-Arginina Ha sido empleada por algunos autores, pero su real utilidad todavía no ha sido definida. Cirugía Aproximadamente el 2% de las CI finalizarán su camino con un tratamiento quirúrgico dada la refractariedad a todos los otros tratamientos. La técnica a emplear es la cistectomía con derivación urinaria ortotópica. El fracaso es la regla cuando se utilizan otras técnicas tales como la cistólisis (siguen con los síntomas pero además se les agrega una vejiga neurogénica por la denervación), la ampliación vesical (los pacientes tienen vejigas chicas porque miccionan muy seguido y no al revés), y la derivación urinaria sola (generalmente el dolor persiste). La cistectomía total con neovejiga ortotópica ofrece los mejores resultados, pero no está libre de recidivas. Se estima que el 5% de los tratados con esta técnica desarrollarán dolor pelviano y que hasta un 50% de los pacientes pueden presentar dolor en la neovejiga entre los 6 y los 36 meses luego de la cirugía. En estos casos se aconseja utilizar preventivamente heparina intravesical (10.000 U. 2 ó 3 veces por día) y 300 mg/día de pentosanpolisulfato. Reentrenamiento vesical Suponiendo que con el esquema terapéutico elegido hayan desaparecido el dolor y la urgencia miccional, aun quedará por resolver un problema en aquellos afectados crónicamente por la CI y éste es la disminución de la capacidad vesical con la consecuente polaquiuria. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Para resolver este problema los pacientes deben realizar un reentrenamiento que les permita ir progresivamente aumentando el volumen urinario retenido. Para ello existen programas que, basándose en las cartillas miccionales de los pacientes (horario y volumen emitido), logran aumentar los intervalos entre micciones. Lleva aproximadamente entre 3 y 4 meses lograr un incremento considerable de la capacidad vesical que determine una disminución significativa del número de micciones diarias. En aquellos pacientes que sobre todo tienen polaquiuria sin dolor, la rehabilitación vesical puede ser lo único que necesitan para mejorar. 141 HISTORIA DE LA UROLOGÍA HISTORY OF THE UROLOGY El auge de la cirugía transuretral The height of transurethral surgery Dr. Norberto Fredotovich* Sin duda que la aparición del cistoscopio ideado y fabricado por Nitze y Leiter en 1978/80 representó un antes y un después en la historia de nuestra especialidad. La era del oscurantismo, de la presunción, de los procedimientos “a ciegas”, dio paso a la luz, a los exámenes bajo “ visión directa “ y a los diagnósticos objetivos. Un mundo nuevo con un cúmulo de posibilidades se abrió entonces a nuestros predecesores, que en menos de un siglo desarrollarían la “maravilla instrumental y técnica” que es hoy la cirugía endoscópica transuretral como tratamiento de diversas y variadas patologías. Desde hace más de 3000 años los médicos venían recorriendo un azaroso y lento camino, tratando de mitigar o aliviar los padecimientos urológicos de sus pacientes, mediante diversos procedimientos a través de la uretra. Dichas prácticas incluían inicialmente los cuadros de “retención urinaria” y de “litiasis vesical”, a ellos se agregarían con el tiempo las “callosidades” o estenosis de la uretra, la “barra del cuello vesical”, las “carúnculas o carnosidades” de la próstata y también las de la vejiga. La búsqueda de soluciones a estas enfermedades seguramente se inició ya en la medicina china, la egipcia o hindú, pero comenzaremos nuestra historia en la isla de Cos en el mar Egeo, donde el griego Erasistos alrededor del año 300 a.C., utilizaba una sonda de plata en forma de S, con doble curvatura para cateterizar la uretra en el varón. Años más tarde un médico enciclopedista, Cornelio Celso, escribió en Roma en el año 30 d. C., en su tratado De Re Medica acerca de la utilización de catéteres de bronce en los casos de retención urinaria. “Para este propósito están hechos los tubos de bronce y el cirujano debe tener listos tres tamaños para los hombres y dos para las mujeres... éstos deberán ser en un extremo *Jefe de División Urología, Hospital Durand 142 un poco curvos, pero mucho más en aquéllos para los hombres...”. Su técnica para la introducción de estas sondas es aún hoy, 2000 años después, virtualmente la misma. En la India, cerca del año 300 d. C., uno de los médicos más representativos de la medicina Hindú Sushruta Samhita describía tubos de oro o de plata, lubricados con manteca para evacuar las retenciones de orina vesical. Así mismo proponía para tratar las “callosidades” de la uretra masculina, la dilatación con tientas metálicas finas, y romas. Un médico árabe, Alli Abulkasis, también llamado Abulkasim en Córdoba, España, en el año 980 inventó un instrumento metálico al que llamó almul, que permitía sondar a los pacientes, aliviándolos al liberarlos de la retención urinaria y a la vez podía diagnosticar una litiasis vesical moviéndolo lentamente para percibir su roce con la piedra. Ali Alhusein Ibn, otro médico árabe de las cercanías de Bujara en el Turkestan, más conocido como Avicena, describía en su Canon Medicinae en el año 1020 de nuestra era, que el cateterismo debería preferentemente realizarse con sondas blandas y maleables, introduciéndolas lubricadas con crema de leche y con “maniobras suaves”. Médicos destacados como Hipócrates, Celso y Galeno, al igual que más tarde Vesalio y Santorini, no supieron reconocer que el agrandamiento de la próstata era la causa de la retención urinaria. Describieron a la próstata como una simple entidad y refirieron la obstrucción a las “callosidades de la uretra”. Fue recién en 1564 cuando Ambrosio Paré, médico cirujano francés, considerado el “Padre de la Cirugía Moderna”, describía en sus Dix Livres de la Chirurgie que la próstata podía estar comprometida en algunos trastornos urinarios. Su teoría de las “carnosidades” explicaba en forma incompleta el rol de la próstata; creía que eran las secreciones más bien que el tejido, lo que contribuía directamente a la obstrucción uretral. Figura 1. Sondas designadas para remover carnosidades (Paré 1564) El mismo Paré fue quien en 1575 realizó una descripción de un nuevo procedimiento operativo utilizando una sonda rígida con una cresta afilada en la superficie de la punta, que permitía “roer” el tejido que obstruía el cuello de la vejiga. Un médico español del renacimiento, Francisco Díaz en su libro Tratado de las Enfermedades de los Riñones, Vexiga y carnosidades de la Verga de 1575 (contemporáneo de Paré) describe la práctica de la uretrotomía interna, por primera vez en las carnosidades de la uretra, mediante una fina sonda metálica con una pequeña hoja oculta. Un instrumento similar fue utilizado a comienzos de 1800 en Francia por Georges de la Faye, afamado cirujano de París. Consistía en una sonda metálica curva que poseía un estilete triangular afilado que se podía deslizar por una ranura. Era utilizado para seccionar las estenosis de la uretra, guiado por un dedo introducido por el recto. Una vez que la sonda entraba en la vejiga se dejaba colocada unos pocos días para permitir la reepitelización del nuevo canal. En 1836 en París, Louis Auguste Mercier también desarrolló un instrumento para incidir la “barra mediana” homónima; además describió otro instrumento para cortar un pequeño fragmento de tejido prostático similar a un sacabocados. Fueron famosas sus disputas escritas con Guthrie y Civiale quienes con su “Kiotome” (1830) eran partidarios de cortar solamente el cuello vesical. El primero en utilizar la corriente eléctrica para cortar el tejido prostático fue el italiano Erico Bottini en 1874, cuando inventó un instrumento rígido con una hoja oculta en su extremo curvo, que podía ser movida girando un tornillo desde el extremo opuesto. La hoja estaba conectada a un galvanocauterio. El procedimiento era realizado a través de la uretra “a ciegas”, guiado por un dedo introducido en el recto del paciente. El instrumento de Bottini se utilizó durante décadas Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 y fue mejorado por Freudenberg, en Berlín en 1897 al agregarle un telescopio transformando el procedimiento “ciego” en uno bajo “visión directa”. Previamente Joseph Grunfeld en 1855 presentaba su “Polipenkneipe” de visión directa que permitía tratar pequeñas lesiones de la uretra mediante un ingenioso sistema de sacabocados o “punch” en su extremo, además de tener un canal de trabajo lateral. Paralelamente el cistoscopio continuaba siendo perfeccionado con el agregado de canales de trabajo junto al instrumento desarrollado por Casper y posteriormente mejorado por Joaquín Albarrán, con su famosa “uña”, que impulsarían el advenimiento de los tratamientos endoscópicos de la patología de la uretra, la próstata y la vejiga. Mientras que en el campo de la cirugía abierta el desarrollo de la anestesiología permitía que los cirujanos demostraran sus habilidades e impulsaran asombrosas técnicas quirúrgicas, como el famoso George Goodfellow en los Estados Unidos, quien en 1904 llevaba 78 operaciones de adenomectomía prostática por vía perineal con sólo 2 muertes. De acuerdo con sus registros la operación la realizaba en sólo 10 minutos. Otros como von Dittel emprendía la cirugía de la próstata por la vía suprapúbica; Mc Gill en Inglaterra, Guyon en Francia, Belfield y Guiteras en los EE.UU. contribuían sustancialmente a afianzar dicha vía. No podemos dejar de mencionar a Sir Peter Freyer, Eugene Fuller, Hugh Young y Fenwick quienes refinaron la técnica de la enucleación del adenoma de la próstata y del control del sangrado. De esta forma fueron mejorando los resultados de la cirugía abierta y por lo tanto decreció la popularidad de los métodos transureterales. El padre de la Urología Americana, Hugh Hamton Young alrededor de 1909 realizaba los primeros procedimientos endoscópicos de “punch operation” con un uretroscopio modificado, con un tubo interior de corte al que agregó una hoja de cauterio y realizaba el procedimiento bajo anestesia local con instilación de cocaína. Posteriormente le agregó un pequeño motor rotativo para remover una mayor cantidad de tejido prostático. Un año más tarde Edwin Beer anunció en 1910 el éxito obtenido al utilizar una corriente de alta frecuencia aplicada sobre un tumor de la vejiga. Hacía un año que venía trabajando con cistoscopios comprados en Viena, sin poder encontrar un generador que lo satisficiera. Utilizaba el método de cauterización de las verrugas de la piel. Se asoció con el fabricante Wappler para construir un generador que trabajara “bajo agua”; logrando desarrollar electrodos bien aislados. Al probar luego con los cistoscopios Nitze vieron que transmitían bien la corriente sin interferir con la iluminación del equipo. 143 Beer utilizó la corriente unipolar de Oudin bajo agua, aplicándola entre 3 a 5 minutos por sitio, pudiendo repetir la aplicación unos pocos días después de que las lesiones se volvieran necróticas. En 1888 Heinrich Hertz había producido corrientes oscilantes de una frecuencia muy alta. Dos años después D´Arsonval descubría que las corrientes menores de 10.000 oscilaciones por segundo, producían una contracción muscular (Galvani) mientras que las de alta oscilación no lo hacían. Un físico en París, Joseph Rivière utilizando estos equipos de alta frecuencia encontró que la corriente podía pasar a través del cuerpo sin alterarlo (diatermia). En Harvard se desarrolló un generador “spark gap” que produce una corriente relativa de alta frecuencia que podía ser utilizada con propósitos de corte. El “punch” de Young fue modificado en 1920 por W. Braasch y por J. Caulk agregándole una camisa exterior para raspar el tejido obstructivo y una camisa interior para corte, ésta se encontraba aislada y proveía coagulación al tiempo que cortaba. K. Walke de Londres fue el primero que utilizó camisas de “bakelita” como aislante, en un instrumento uretral como el “punch”, al que sumó una irrigación y elementos de trabajo removibles, siendo el procedimiento bajo control visual. Una nueva era comenzó cuando Maximilian Stern presentó su nuevo instrumento ante la Sección GenitoUrinaria de la Academia de Medicina de Nueva York en enero de 1926. Describió a su aparato como “capaz de operar bajo el agua, provisto de un ansa movible de alambre de tungsteno, que puede extirpar fragmentos longitudinales de tejido parecidos a los espaguetis, y al que he llamado resectoscopio”. El término adoptado por Stern según el diccionario Durvan está compuesto por una raíz latina “resectio” que significa acción de cortar y otra de origen griego “skopio” que significa mirar o examinar. Posteriormente también se lo denominó “resector endoscópico” que puntualiza su utilidad. El nuevo equipo de Stern poseía dos sistemas de lentes, uno de visión indirecta para el examen previo a la cirugía, y el otro de visión directa para realizar la ci- rugía. El instrumento era bipolar y no requería colocar una plancha o electrodo indiferente debajo del paciente. El elemento de trabajo hacia avanzar el ansa para cortar, mediante un mecanismo de cremallera en el extremo opuesto del ansa. La fuente de energía era un aparato de corriente de radio frecuencia y de bajo voltaje que permitía utilizarlo como bipolar. Su primer trabajo mencionaba 46 pacientes sometidos a la resección endoscópica prostática, todos mayores de 55 años de edad sin ningún tipo de selección. Stern reportaba un bajo sangrado y ninguna otra complicación, salvo que en 2 pacientes fue necesario realizar un segundo tratamiento. Entre los que utilizaron el aparato de Stern se encontraba Theodore M. Davis quien aparte de urólogo era ingeniero electrónico. Desarrolló en 1930 junto con Wappler de la firma ACMI, modificaciones al suministro de la corriente, dotándolo de diatermia para controlar el sangrado; desarrolló también la pedalera para controlar la corriente de corte o coagulación y no requerir un asistente para ello. Mejoró la calidad, aislamiento y duración de las ansas de corte. Esto permitió realizar un mayor y más rápido corte del tejido prostático, siendo estas modificaciones utilizadas aún hoy por todos os equipos. Otro urólogo, Joseph Mc Carthy, inspirado en el éxito de Stern y Davis trabajando junto a Wappler desarrolló la “óptica foroblique” en 1932 y permitió su utilización al crear la ventana inferior en el extremo de la camisa del resector. Mientras que el instrumento de Stern y Davis cortaba yendo hacia la vejiga, el de Mc Carthy cortaba desde el interior de la vejiga hacia el aparato pudiendo observar el tejido cortado. Todos los equipos requerían de las dos manos, una para sostener el instrumento y la otra para movilizar el ansa. Estos episodios son los que nos cuenta la historia de la resección endoscópica, pero la denominada “intra historia” que es la pequeña historia acerca de los hechos y anécdotas que hacen a la verdadera historia, nos muestra datos increíblemente curiosos. Se cuenta que Stern y Mc Carthy trabajaron juntos al menos algunos años en la Clínica Mayo de Rochester en los Estados Unidos. No podían operar ninguna próstata, pues los Figura 2. Galvanocauterio de Botín Figura 3. Resectoscopio prostático de Stern-McCarthy. 144 hermanos Mayo, fundadores de esa prestigiosa clínica como cirujanos generales, les operaban todas las próstatas por vía abierta. Gracias al nuevo aparato endoscópico los hermanos Mayo no se atrevieron a introducirse en ese mundo totalmente nuevo para ellos; por lo que estos urólogos recuperaron la próstata y probablemente gracias a ello la Urología es una especialidad totalmente independiente de la Cirugía General. En 1932 la tasa de mortalidad comunicada en esos días hablaba de 25% de muertes; mientras que el clamp de Cuninngham registraba ventas sin precedentes por la elevada tasa de incontinencia posterior a esa cirugía. B. Lewis y G. Carroll advertían contra el uso del resectoscopio en su trabajo Resección prostática: sin luz de luna ni rosas. Lentamente la cirugía transuretral fue ganado adeptos, puliendo sus indicaciones y sus resultados, hasta que finalmente los pacientes la comenzaron a demandar a sus cirujanos como técnica segura. Prácticamente la historia de la cirugía endoscópica del aparato urinario bajo había concluido, sin embargo continuaron los aportes y mejoras, como las que en 1932 incorporó T. J. Kirwin al utilizar las camisas de “bakelita” para aislar totalmente el aparato. En 1939 Reed M. Nesbit modificó el elemento de trabajo posibilitando su manejo con una sola mano, pudiendo la otra desde el recto empujar el tejido prostático hacia el ansa de corte. En 1946 George Baumrucker invirtió el sistema de transporte del ansa, permitiendo que siempre resecara en forma activa. En los primitivos equipos el principal problema ocasionado por la irrigación era la hiperpresión vesical durante la cirugía. En 1947 Creeuy describe el llamado “Síndrome post RTU” ocasionado por dicha hiperpresión vesical que determina una reabsorción del agua por los vasos sanguíneos abiertos, con la consiguiente intoxicación acuosa, con hemólisis con vómitos, arritmia cardíaca, insuficiencia renal y shock. Paul Matsen demostró la relación entre la presión endovesical y la reabsorción de agua, recomendando reducir los potenciales incrementos de dicha presión. En tal sentido se comenzó por utilizar en la irrigación agua destilada, libre de pirógenos en bolsas de plástico; luego con soluciones no electrolíticas de glucosa al 4% y finalmente soluciones de D-manitol al 15% (un diurético osmótico). Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Casi simultáneamente dos urólogos trabajaron en forma independiente con la misma finalidad: disminuir la presión endovesical durante la cirugía. Es así como H. J. Reuter en 1968 en Stuttgart presenta su “trocar vesical” para la irrigación continua colocado por vía suprapúbica. Jose Iglesias de la Torre en la Habana y más tarde radicado en New Jersey, desarrolla en 1970 su conocido “resector de flujo continuo”, modificando el ya desarrollado por Morgenstern en 1930 para la evacuación de restos litiásicos. Su instrumento consistía en una camisa doble para flujo de entrada y salida del líquido de irrigación. La cirugía endoscópica de la vejiga y de la próstata estaba asegurada, la operabilidad de los tumores tanto benignos como malignos era casi perfecta; no quedaba prácticamente a nivel del aparato urinario inferior más “enemigo” que la uretra. Es así como Sachse en Alemania en 1975 desarrolla a partir del antiguo instrumento ciego “el uretrótomo de Maisonneauve” un nuevo uretrótomo óptico conocido y muy utilizado por los urólogos que permite resolver con precisión y facilidad las pequeñas estenosis de la uretra (anulares). Bajo visión directa y con la ayuda de un catéter ureteral o una cuerda introducidos por la zona estenótica y por medio de una cuchilla de corte fría seccionar el anillo y avanzar hacia la vejiga, debiendo complementarse el procedimiento con una sonda a permanencia por unos pocos días para la reepitelización. Con esto parecía que la endoscopia urológica había cumplido con todos sus sueños, pero afortunadamente la inteligencia del hombre nos sorprende año tras año incorporando nuevas tecnologías y cuando parece fallar en la resolución de los problemas se debe en la mayoría de los casos a la insuficiencia de la técnica. De esta forma los urólogos en los últimos veinte años hemos sido afortunados testigos del avance registrado en esta área con la variante técnica de la “vaporización”, los endoscopios flexibles y la incorporación del láser, por mencionar algunas. En el momento actual la endourología se completa con algunos aspectos de la laparoscopia, lo que permite suponer que junto a la robótica, constituirán sin duda los campos de mayor expansión de la cirugía urológica en los próximos años. 145 ARTÍCULO ORIGINAL ORIGINAL ARTICLE Comparación alejada (más de 5 años) de la radioterapia externa y la prostatectomía radical en cáncer localizado de próstata Distant comparison (more than 5 years) of external beam radiation and radical prostatectomy for localized prostate cancer Dres. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, Á.; Hollmer, S. Objetivo: Comparar la evolución de pacientes con cáncer clínicamente localizado de próstata tratados con prostatectomía radical (PR) o radioterapia externa (RT) luego de más de 5 años del tratamiento. Material y Métodos: Revisamos las historias de pacientes tratados con PR o RT entre 4/1992 y 12/1998 con cáncer localizado de próstata. La dosis de RT fue 65Gy. Se registraron tacto rectal +, APE previo al tratamiento, biopsias y evolución: progresión, morbimortalidad. Resultados: Se evaluaron 84 pacientes. 35 tratados con RT, Tacto + en 21, APE entre 5,6 y 38,2 ng/ml y Gleason (SG) 3-7; 49 pacientes tratados con PR, tacto + en 17, APE 4,2 a 43 ng, SG 3-9. Se halló perforación capsular en 20 (40,8%), 8 además con vesículas seminales infiltradas; 4 presentaron metástasis en ganglios. El APE >10 en 18 de 20 pacientes hallados con pT3. De 29 pacientes con pT1-2, 18 tenían APE < 10 y 1 solo > 20. Dos pacientes requirieron esfínter urinario artificial y otros 4 continuaron con incontinencia leve. Luego de 5 años el 77% de pacientes irradiados presentaron progresión; 24 tratados con PR progresaron (48,9%), 5 de ellos eran pT2. Conclusiones: La PR mostró resultados superiores a la RT para el tratamiento del cáncer clínicamente localizado de próstata, aunque con mayor morbilidad. La RT con dosis de 65Gy parece insuficiente para obtener resultados curativos. La PR permitió la curación de más del 80% con estadio clínico T1c y APE < 10, pero los resultados son pobres en pacientes con tacto rectal + y APE > 20. P A L A B R A S C L AV E : Cáncer de próstata localizado; Radioterapia; Prostatectomía radical; Comparación alejada Servicio de Urología del Hospital Israelita, Buenos Aires, Argentina Enero 2004 Dr. Enrique Turina Terrada 1164 4586-8119 [email protected] 146 Objective: Comparison of patients with clinically localized prostate cancer treated with radical prostatectomy (RP) or external beam radiotherapy (RT) more than 5 years of the treatment. Material and Methods: We review charts of patients treated with PR or RT between 4/92 and 12/98 with clinically localized prostate cancer. Dose RT was 65 Gy. We reported digital rectal examination (DRE), PSA pretreatment, biopsies and evolution: progression, morbidity. Results: We evaluated 84 patients; 35 treated with RT, DRE+ 21, PSA range 5.6-38.2 ng/ml and Score Gleason (SG) 3-7; 49 patients treated with RP, DRE+ 17, PSA range 4.2-43, SG 3-9. We found capsular disruption in 20 (40.8%), 8 of them with seminal vesicles invaded; 4 had lymph node metastasis. PSA > 10 in 18 of 20 patients classified pT3. Of 29 pT1-2 patients, 18 had PSA < 10 and only 1 > 20. Two patients needed artificial urinary sphincter and 4 suffer light incontinence. After 5 years, 77% of irradiated patients had progression; 24 treated with RP had progression (48.9%), 5 were pT2. Conclusions: PR was better than RT to treat clinically localized prostate cancer, but more morbidity. Dose 65 Gy RT seems to be not enough to cure this neoplasm. PR was successful more than 80% of clinically stage T1c and PSA <10, but results are poor in patients with DRE + and PSA > 20. K E Y W O R D S : Localized prostate cancer; Radiotherapy; Radical prostatectomy; Distant comparison I NTRODUCCIÓN El adenocarcinoma de próstata representa la segunda causa de muerte por cáncer en los países desarrollados occidentales. Este tumor, que era diagnosticado hasta hace dos décadas por un tacto rectal sospechoso o por síntomas o signos de enfermedad avanzada, comenzó a ser detectado tempranamente por la determinación en suero sanguíneo del Antígeno Prostático Específico (APE), marcador tumoral que hemos ido comprendiendo mejor con el agregado de su fracción libre y complementado por el desarrollo de técnicas más precisas de biopsias prostáticas, bajo guía ecográfica. Debemos añadir que las campañas publicitarias también tienen por objetivo acercar a más hombres asintomáticos, a partir de los 50 años y aún antes a la consulta, con el objetivo de obtener diagnósticos de la neoplasia en su fase localizada, aun a riesgo de detectar enfermedad insignificante o que tal vez no hubiera llegado a desarrollarse en vida del paciente afectado. Todo este esfuerzo por anticipar el diagnóstico del cáncer de próstata no tendría ningún sentido si no significara un mayor número de pacientes curados, una vez que determinamos el mejor tratamiento a seguir con nuestros pacientes, generalmente asintomáticos. El tratamiento del cáncer localizado de próstata reconoce en la actualidad dos grandes variantes: 1) la cirugía radical, con técnicas cada vez más depuradas, para mantener la continencia y la potencia sexual de los pacientes, y que se realiza por vía abierta o laparoscópica, y 2) la aplicación de sustancias radioactivas, también en pleno desarrollo, con las perfeccionadas técnicas de braquiterapia bajo control ecográfico y computarizado, y la radioterapia externa, con técnicas de aplicación cada vez más puntual en la localización de la glándula prostática. Considerando que el cáncer de próstata localizado tiene una historia natural de lenta evolución en la mayoría de las personas afectadas, la evaluación de las distintas técnicas requiere el transcurso de muchos años. Es verdad que algunos aspectos pueden ser medidos en Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 forma rápida (continencia, efectos secundarios tales como cistitis y lesiones rectales, etc.), pero los datos fundamentales, como la sobrevida y la calidad de vida obtenida, son mejor valorados en estudios retrospectivos sobre pacientes tratados con al menos 5 y en lo posible más de 10 años de evolución. Por este motivo, siempre estamos midiendo las respuestas obtenidas con técnicas que continúan siendo mejoradas, en particular en el terreno de las terapias radiantes, pero no por ello deja de ser necesario estudiar cómo evolucionaron en forma alejada nuestros pacientes para poder brindar nuestra mejor práctica a los futuros diagnosticados. El objetivo de esta presentación es revisar la evolución de pacientes afectados por un adenocarcinoma clínicamente localizado de próstata tratados con prostatectomía radical (PR) o con radioterapia externa (RT) en el Hospital Israelita de Buenos Aires, cuando han transcurrido al menos 5 años del tratamiento elegido, para comparar, en nuestra experiencia, las respuestas obtenidas (pacientes curados, progresión) y su morbimortalidad. M AT E R I A L Y M É T O D O S Se revisaron las historias clínicas de los pacientes a quienes practicamos PR o RT desde abril de 1992 hasta diciembre de 1998 como tratamiento ante el diagnóstico clínico de adenocarcinoma localizado de próstata, en el Servicio de Urología del Hospital Israelita de Buenos Aires. Todos los pacientes fueron evaluados con una completa historia clínica inicial, examen físico, laboratorio incluyendo dosaje de APE, ecografía transrectal, biopsia con Score de Gleason (SG), centellografía ósea, radiografía de tórax, y tomografía computada contrastada de abdomen y pelvis. Con el diagnóstico clínico de cáncer localizado de próstata obtenido mediante los estudios ya especificados, se ofreció a los pacientes elegir entre las dos alternativas de tratamiento que comparamos en este estudio, pero aconsejando la cirugía a los pacientes menores 147 de 70 años y/o con SG igual o mayor de 7. No se aconsejó cirugía a pacientes mayores de 75 años. La RT fue practicada mediante la aplicación de 65 greys (Gy) con acelerador lineal (45 sobre pelvis total y boost de 20 Gy sobre próstata), en dosis diarias de lunes a viernes de 2 Gy, en algunos pacientes con interrupciones de pocos días por efectos secundarios. La PR fue realizada en todos los casos por vía retropúbica y con linfadenectomía ilio-obturatriz bilateral de estadificación que en ningún caso condicionó la prosecución de la cirugía. Se registró la edad al momento de la cirugía, la existencia de un tacto rectal positivo, el APE prequirúrgico, los resultados anatomopatológicos de la biopsia y de la pieza quirúrgica, y la evolución posterior: continencia, progresión de la neoplasia y la morbimortalidad. Definimos progresión post-tratamiento inicial la elevación en 3 mediciones sucesivas del APE y por encima de 1 ng entre los pacientes operados y de 4 ng entre los irradiados. R E S U LTA D O S Se revisaron las historias clínicas de 84 pacientes que aceptaron alguna de las dos terapias propuestas para el tratamiento de un adenocarcinoma de próstata clínicamente localizado, entre abril de 1992 y diciembre de 1998. Treinta y cinco pacientes fueron tratados con RT con diagnóstico clínico de adenocarcinoma de próstata T1-2 N0 M0. La edad de estos pacientes osciló entre 65 y 82 años. El tacto rectal fue positivo en 21 pacientes (60%). El APE osciló entre 5,6 y 38,2 nanogramos (ng) y el SG entre 3 y 7 (promedio 5,2). Cuarenta y nueve pacientes con diagnóstico clínico de adenocarcinoma de próstata T1-2 N0 M0 aceptaron ser tratados con PR. La edad de los pacientes osciló entre 48 y 74 años. El tacto rectal era positivo en 17 pacientes (34,6%), el APE osciló entre 4,2 y 43 ng y el SG entre 3 y 9. En el acto quirúrgico se halló un paciente con un ganglio positivo en la congelación, pero igual se continuó con la cirugía. En el informe histológico definitivo se encontraron ganglios positivos en 4 pacientes, que habían presentado un APE prequirúrgico entre 16,5 y 26,2 ng y el SG oscilaba entre 6 y 8. Se halló perforación capsular en 20 pacientes (40,8%), 14 de los cuales habían tenido tacto rectal positivo. Entre estos 20 pacientes, 8 tuvieron además infiltración uni o bilateral de vesículas seminales. No se halló infiltración de vesículas seminales en pacientes que no presentaran compromiso extracapsular. Entre los 4 148 pacientes con metástasis ganglionares, 3 tenían infiltración de vesículas seminales y 1 perforación capsular, pero no infiltración de vesículas. El APE fue superior a 10 ng en 18 de los 20 pacientes con estadio patológico pT3. De los 2 pacientes con APE menor de 10 ng y perforación capsular (pT3), 1 tuvo un SG 9 y el otro 7. Entre los 29 pacientes en los que la histología confirmó tumor confinado a la glándula (pT1 o pT2), 18 presentaban un APE menor de 10 ng y un solo paciente un APE mayor de 20 ng. Dos pacientes requirieron la colocación de un esfínter urinario artificial por incontinencia severa de orina, en ambos casos posterior a la realización de uretrotomías internas por estenosis de la anastomosis vesicouretral con retención completa de orina. En 1 de ellos existía infiltración capsular en la pieza quirúrgica y en el otro el tumor estaba confinado a la glándula prostática. Otros 4 pacientes continuaron presentando incontinencia de orina leve luego de los 6 meses de la cirugía requiriendo algún tipo de protección diurna en forma persistente. Ninguno presenta incontinencia nocturna. A los 5 años de evolución, 27 de los 35 pacientes irradiados mostró progresión neoplásica (77,1%), iniciando un bloqueo hormonal entre 5 y 54 meses posteriores a la finalización de la terapia radiante. Entre los 8 pacientes que no habían progresado luego de 5 años, otros 2 pacientes presentaron progresión a los 6 y 7 años de ser irradiados, respectivamente, iniciando un bloqueo hormonal. El SG entre los 8 pacientes que tuvieron respuestas mayores a 5 años fue de 3,8 (rango 3 a 6). Dos de los pacientes irradiados (5,7%) presentaron efectos secundarios persistentes (cistitis actínica), estando a la fecha 1 paciente libre de enfermedad y el otro bajo terapia hormonal. Entre los pacientes operados, 24 (48,9%) presentaron elevación del APE mayor de 1 ng por lo que comenzaron una terapia hormonal. Esta progresión fue hallada pocos meses luego de la cirugía en la mayoría de los pacientes, pero en algunos casos varios años más tarde, incluso a los 9 años de postoperatorio en un paciente. Diecinueve de los 20 pacientes hallados con perforación capsular presentaron progresión, aunque ésta se verificó en algunos casos varios años luego de la cirugía. Dos pacientes fueron tratados con RT luego de evidenciarse la progresión, pero al volver a elevar cifras de APE comenzaron un bloqueo androgénico al igual que el resto de nuestra serie. Cinco pacientes, aunque la histología fue informada como neoplasia limitada a la glándula prostática (pT2), presentaron progresión, con metástasis óseas en 2 de ellos y sin poder determinarse el sitio de la progresión en los otros 3 pacientes. Estos 5 pacientes presentaban un SG mayor o igual a 5. Un paciente fue perdido en el seguimiento luego de 3 años sin evidencia de recidiva. DISCUSIÓN Campos Martínez y col.1 efectuaron una revisión de la literatura publicada en Medline desde enero de 1990 hasta abril de 2000 para definir la efectividad de la PR y RT para el tratamiento del cáncer localizado de próstata. Habiendo identificado 463 artículos, hallaron sólo un beneficio marginal en términos de supervivencia y de evolución libre de enfermedad a favor de PR, con la misma calidad de vida. Sin embargo, tomando las publicaciones en forma separada, podemos encontrar resultados muy diferentes de acuerdo con distintos autores. Rioja Sáenz2 y col. informaron en 1997, y tomando pacientes tratados con PR desde junio de 1986 hasta fin de 1996 (en una serie total de 216 pacientes pero 60 en el último año) una alta morbilidad provocada por la cirugía (incontinencia 14,35%, impotencia 92,77%, otras complicaciones de la técnica quirúrgica en 29,9%). Zincke y col.3 informaron sus resultados con PR en una serie de 1.143 pacientes en una sola institución con una media de seguimiento próxima a los 10 años. La mortalidad a 10 años por cáncer de próstata fue del 10% y el desarrollo de metástasis en el 15%. SG igual o mayor de 7 en el 18% con una sobrevida en este grupo a 10 años del 74%. Mian y col.4 publicaron sus resultados en pacientes sometidos a PR con SG 8 o mayor con una media de seguimiento de 60 meses (rango 1 a 129). De 188 pacientes evaluados, el 68% no tenía evidencia de recurrencia. El 9% había presentado márgenes positivos y el 21% invasión de vesículas seminales. Grossfeld y col.5 identificaron 547 pacientes de alto riesgo tratados con PR (411 con estadio clínico T2c-T3, 124 con APE mayor de 20 ng y 114 pacientes con SG 8 o mayor). Con una media de seguimiento de 3,1 años hallaron recurrencia bioquímica en 177 pacientes (32%). Concluyen que pacientes de alto riesgo son favorecidos por la PR cuando el APE es menor de 10 ng y cuando las biopsias positivas son inferiores al 66%. En 1996, Roach y col.6 publicaron los resultados con 50 pacientes tratados con RT en pacientes de alto grado (SG 8 o mayor), incluyendo tumores T1-2 en el 46% y T3-4 en el 54% de los pacientes, con una media de APE de 22,7 ng. Informaron que 83% de los pacientes con APE menor de 20 ng tratados con dosis mayores a 71 Gy estaban libres de progresión comparados con un 0% de los tratados con dosis menores. En 2002 Catton y col.7 informaron sus resultados en 706 pacientes con estadio clínico T1- Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 2 tratados entre 1987 y 1994 con dosis de 65 Gy (rango 52 en 20 fracciones a 67 Gy en 37 fracciones) con RT convencional. A los 5 años, menos del 50% de los pacientes permanecían libres de progresión bioquímica, por lo que los autores concluyeron que los pacientes requieren terapias más agresivas, lo que puede incluir dosis escaladas con técnicas conformadas y terapia hormonal adyuvante. En un reciente artículo publicado en 2004, Khuntia y col.8 comunicaron que el factor terapéutico más significativo en la recurrencia post RT fue la dosis, hallando en pacientes tratados con 67 Gy o menos dosis una evolución libre de recurrencia a los 5 años del 52% en pacientes de bajo riesgo, 27% en los de riesgo intermedio y del 21% en los de alto riesgo. Estos pacientes fueron comparados con los irradiados con dosis superiores a 72 Gy, con tasas libres de recurrencia bioquímica a 5 años de 93% en bajo riesgo, 83% en riesgo intermedio y del 71% en alto riesgo. Estos autores no hallaron diferencias significativas relacionadas con la técnica radiante (RT estándar o 3D), o por el uso de deprivación androgénica por períodos de hasta 6 meses. En una publicación anterior, Martínez y col.9 compararon 382 pacientes de bajo riesgo tratados con PR (157 pacientes) o RT convencional (225 pacientes con dosis de 66,6 Gy y rango 59,2 a 70,2) entre enero de 1987 y diciembre de 1994. El APE fue inferior a 10 ng y el SG igual o inferior a 6, con una media de seguimiento de 5,5 años. La supervivencia libre de recurrencia a los 7 años fue de 67% en PR y 69% en RT. D’Amico y col.10 compararon pacientes de riesgo bajo o intermedio y con volúmenes tumorales bajos en las biopsias, encontrando mejor respuesta con PR que con RT, en tanto no hallaron diferencias significativas entre pacientes de riesgo intermedio y alto con altos volúmenes tumorales hallados en la biopsia. Keyser y col.11 compararon las respuestas de 607 pacientes con APE menor de 10 ng y estadio T1-2 tratados entre enero de 1987 y junio de 1996 con RT (253 pacientes, dosis media 68,4 Gy) o PR (354 pacientes). La media de seguimiento fue de 24 meses, hallando resultados comparables. Goluboff y Benson12 publicaron que en estudios con menos de 5 años de evolución, las tasas de recurrencia basadas en APE son comparables para PR y RT, pero en estudios a 10 y 15 años las tasas de supervivencia libre de recurrencia son significativamente más bajas en los pacientes irradiados. Do y col.13 compararon tumores mal diferenciados (SG 8 o mayor), evaluando 87 pacientes tratados con PR, 19 con RT sola y 24 con PR seguida de RT. Con una media de seguimiento de 74,6 meses, la sobrevida libre de progresión fue del 65% combinando ambas terapias, del 30% en los irradiados y del 20% en los operados. 149 Comentando 2 trabajos publicados en 2002, en los que se comparaban grandes series con radioterapia y cirugía realizadas en la misma institución en cada artículo, pero llegando a resultados dispares, Patrick Walsh14 dice no poseer una respuesta actual sobre cuál es el mejor tratamiento, pero que claramente el fracaso de la radioterapia en décadas pasadas estaba ligado a las infradosis utilizadas. Dillioglugil y col.15 informaron un pico de elevación del APE post PR en los primeros 2 años, cayendo luego hasta el sexto año y no encontrando luego nuevos casos de recurrencia. Rosser y col.16 encontraron un pico de elevación del APE a los 2 años de la RT, y luego de ese período una tasa inferior de recurrencia, aunque con un pequeño nuevo incremento hacia los 6 años que se mantiene incluso hasta los 10 años. Shingal y col.17 publicaron que entre 158 pacientes con elevación del APE post PR, 14 (8,8%) no demostraron progresión en una media de 10 años, con una recurrencia media entre ellos de 5,8 años y una velocidad de incremento del APE muy lenta. En otra publicación, Rosser y col.18 informaron un fenómeno de transitoria elevación del APE post RT (en un 12% de los pacientes) en una media de 9 meses luego de la terapia con posterior reducción que puede llevar hasta 60 meses hasta los niveles previos al incremento. En esta comunicación mostramos nuestra experiencia con el tratamiento alejado en cáncer clínicamente localizado de próstata comparando pacientes sometidos a RT (dosis 65 Gy) o a PR. Esta comparación re- Tratamiento Prostatectomía radical (n=49) Radioterapia (n=35) Edad (años) 48-74 65-82 APE previo (ng/ml) 4,2-43 5,6-38,2 17 (34,6%) 21 (60%) 3-9 3-7 Tacto rectal + Score de Gleason sulta limitada por no poder realizarse en ningún caso un estudio randomizado, pues siempre respetamos la decisión del paciente, pero además hemos influido sobre esa decisión por aconsejar la cirugía en los más jóvenes y en pacientes con SG mayor de 7, y no aconsejar la cirugía en mayores de 75 años (situación que actualmente hemos modificado si el SG es mayor de 7 y el paciente no tiene comorbilidades de importancia). Además observamos una importante diferencia entre los 2 grupos y el tacto rectal positivo (60% entre los irradiados y sólo 34,6% entre los operados). No hay diferencias entre los 2 grupos en el APE prequirúrgico; sin embargo, la evidente correlación hallada entre los pacientes operados entre el tacto rectal positivo y el hallazgo histológico de perforación capsular, nos permite inferir que la mayoría de los pacientes irradiados corresponderían a una clasificación histológica pT3. De cualquier forma, el hallazgo de un 77% de progresión a los 5 años entre los pacientes irradiados, sugiere una respuesta pobre cuando el objetivo del tratamiento fue la curación de la neoplasia. La baja incidencia de efectos secundarios alejados permite considerar a la terapia radiante una variante de utilidad para el manejo paliativo del tumor, difiriendo algunos años el inicio del tratamiento hormonal en estos pacientes que no desean ser operados. Por el contrario, de acuerdo con nuestros resultados y a algunas publicaciones en los últimos años, sería necesaria una mayor agresividad en las dosis de radiación más que en el tipo de técnica de Progresión (meses) Pacientes (n) APE (ng/ml) Gleason < 12 2 18,1-31,0 6-7 12-60 25 5,6-38,2 3-6 > 60 2 7,0-12,3 3-5 Tabla 3. Parámetros de pacientes tratados con radioterapia que presentaron progresión. Tabla 1. Parámetros previos al tratamiento. Patología final Pacientes Tacto rectal APE (n) + (ng/ml) Gleason Patología final Pacientes (n) Tiempo de progresión (meses) pT1-2 N (-) 29 3 4,2-24 3-8 pT2 5 6-36 pT3 N (-) 16 10 6,0-43 5-9 pT3 N (-) 15 6-108 pT3 N (+) 4 4 16,5-26,2 6-8 pT3 N (+) 4 2-12 Tabla 2. Relación entre la histología y los parámetros prequirúrgicos en pacientes tratados con prostatectomía radical. 150 Tabla 4. Progresión en pacientes tratados con prostatectomía radical. radiación, aunque en ese caso es de esperar que tengamos mayor cantidad de efectos indeseados respecto de los informados en este trabajo. La cirugía resulta en esta comparación una mejor alternativa. No obstante, los resultados encontrados en pacientes con tacto rectal positivo o con APE mayor de 20 ng nos recuerdan que el esfuerzo por curar esta neoplasia debería ser dirigido a hallar más pacientes en estadio clínico T1c con valores de APE inferiores a 10 ng. En esta publicación incluimos nuestras primeras cirugías, luego de las cuales mejoras en la técnica quirúrgica nos han ido permitiendo mejores resultados en continencia, potencia sexual y erradicación de la neoplasia, aun en casos localmente avanzados. A su vez, en la evaluación de las 2 ramas estudiadas encontramos un número significativo de subestadificación clínica. Este hallazgo nos ha llevado a revisar los resultados de la evaluación con las ecografías transrectales, así como a un mayor número de biopsias para poder estimar el volumen tumoral como parte de la estadificación prequirúrgica. CONCLUSIONES La PR muestra resultados superiores a la RT en el control alejado del adenocarcinoma clínicamente localizado de próstata, aunque con una mayor morbilidad post- tratamiento (incontinencia de orina leve a severa en el 12% de los pacientes). La RT con acelerador lineal en dosis de 65 Gy no parece una alternativa para la curación definitiva del cáncer clínicamente localizado de próstata, en tanto la cirugía permite tasas de curación mayores al 80% en pacientes con estadio clínico T1 c y APE menor de 10 ng, pero es igualmente inefectivo para la curación de tumores en pacientes con tacto rectal positivo y APE mayor de 20 ng, pese a aparentar estar clínicamente localizados. BIBLIOGRAFÍA 1. Campos Martínez, P.; Díaz Alfaro. M.; Barrero Candau, R. y cols.: ¿Prostatectomía radical o Radioterapia? Una revisión estructural cualitativa. Actas Urol. Esp., 25 (8), 535, 2001. 2. Rioja Sanz, L.; Liedana Torres, J.; Roncales Badal, A. y cols.: Análisis de series de prostatectomías radicales. Actas Urol Esp., 21 (9), 809, 1997. 3. Zincke, H.; Bergstralh, E.; Blute, M. y cols.: Radical prostatectomy for clinically localized prostate cancer: long-term results of 1,143 patients from a single institution. J. Clin. Oncol., 12(11), 2243, 1994. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 4. Mian, B.; Troncoso, P.; Okihara, K. y cols.: Outcome of patients with Gleason score 8 or higher prostate cancer following radical prostatectomy alone. J. Urol., 167(4), 1675, 2002. 5. Grossfeld, G.; Latini, D.; Lubeck, D. y cols.: Predicting recurrence after radical prostatectomy for patients with high risk prostate cancer. J. Urol., 169(1), 157, 2003. 6. Roach, M.; Meehan, S.; Kroll, S. y cols.: Radiotherapy for high grade clinically localized adenocarcinoma of the prostate. J. Urol., 156(5), 1724, 1996. 7. Catton, C.; Gospodarowicz, M.; Mui, J. y cols.: Clinical and biochemical outcome of conventional dose radiotherapy for localized prostate cancer. Can. J. Urol., 9(1), 1444,2002. 8. Khuntia, D.; Reddy, C.; Mahadevan, A. y cols.: Recurrence-free survival rates after external-beam radiotherapy for patients with clinical T1-3 prostate carcinoma in the prostate-specific antigen era: what should we expect? Cancer, 100(6), 1283, 2004. 9. Martínez, A.; González, J.; Chung A. y cols.: A comparison of external beam radiation therapy versus radical prostatectomy for patients with low risk prostate carcinoma diagnosed, staged, and treated at a single institution. Cancer, 88(2), 425, 2000. 10. D’Amico, A.; Whittington, R.; Malkowicz, S. y cols.: Biochemical outcome after radical prostatectomy or external beam radiation therapy for patients with clinically localized prostate carcinoma in the prostate specific antigen era. Cancer, 95(2), 281, 2002. 11. Keyser, D.; Kupelian, P.; Zippe, C. y cols.: Stage T1-2 prostate cancer with pretreatment prostate-specific antigen level ≤ 10 ng/ml: radiation therapy or surgery? Int. J. Radiat. Oncol. Biol. Phys., 38(4), 723, 1997. 12. Goluboff, E.; Benson, M.: External beam radiation therapy does not offer long-term control of prostate cancer. Urol. Clin. North. Am., 23(4), 617, 1996. 13. Do, T.; Parker, R.; Smith, R. y col.: High-grade carcinoma of the prostate: a comparison of current local therapies. Urology, 57(6), 1121, 2001. 14. Walsh, P.: Editorial comment. J. Urol., 169(4), 1594, 2003. 15. Dillioglugil, O.; Leibman, B.; Kattan, M. y cols.: Hazard rates for progression after radical prostatectomy for clinically localized prostate cancer. Urology, 50(1), 93, 1997. 16. Rosser,, C.; Levy, L.; Kuban, D. y cols.: Hazard rates of disease progression after external beam radiotherapy for clinically localized carcinoma of the prostate. J. Urol., 169(6), 2160, 2003. 17. Shingal, R.; Yemoto, C.; Mc Neal, J. y col.: Biochemical recurrence without PSA progression characterizes a subset of patients after radical prostatectomy. Urology, 61(2), 380, 2003. 18. Rosser, C.; Kuban, D.; Levy, L. y cols.: Prostate specific antigen bounce phenomenon after external beam radiation for clinically localized prostate cancer. J. Urol., 168(5), 2001, 2002. 151 C O M E N TA R I O E D I T O R I A L Conocer la historia natural del cáncer de próstata diagnosticado en un estadio temprano localizado es clave para el análisis de trabajos que intenten defender una u otra modalidad terapéutica. Me remito a un reciente trabajo publicado en la revista JAMA 2004, 291: 27132719 por Johansson y col. en Suecia: 223 pacientes T0T2 Nx M0 seguidos en forma expectante sin tratamiento alguno. La mayoría de los pacientes evolucionó favorablemente los primeros 10 a 15 años incrementando luego de los 15 años la mortalidad: causa específica por cáncer de próstata. Si el análisis comparativo de distintas modalidades terapéuticas para el cáncer de próstata no es randomizado, prospectivo y a largo plazo, los resultados pueden ser equívocos. En Material y Métodos: Los autores aconsejaron la cirugía a los pacientes con un Gleason Score 7 o mayor; a mi entender, éste es un concepto cuestionable, ya que la revisión bibliográfica nos muestra que dicho grupo de pacientes tendrá una evolución desfavorable no importando el tratamiento ofrecido. Los autores definen progresión post-tratamiento a la elevación en tres mediciones sucesivas del PSA por encima de 1 ng entre los pacientes operados y de 4 ng entre los irradiados. A mi entender, es un criterio muy generoso para la prostatectomía radical cuyo PSA no tendría que superar los 0,2 ng y muy estricto para la radioterapia sabiendo que deben pasar no menos de 1824 meses del tratamiento radiante para considerar la progresión bioquímica o no de la enfermedad. Los efectos radiobiológicos se deben medir a largo plazo. 152 En Resultados: 35 pacientes tratados con radioterapia: PSA entre 5,6 y 38,2 ng/dl. Edad entre 65 y 82 años. Cuarenta y nueve pacientes tratados con cirugía radical: Edad entre 48 y 74 años, PSA entre 4,2 y 43 ng/dl, Score Gleason entre 3 y 9. Ambas líneas terapéuticas están integradas por grupos muy heterogéneos de pacientes que sabemos que van a tener una evolución muy distinta de su enfermedad. Cuatro pacientes con ganglios positivos y 40,8% de (pT3) extensión extracapsular de la enfermedad en pacientes sometidos a Prostatectomía Radical, algunos con extensión de la enfermedad a las vesículas seminales. Explicarían en parte que un 49% de los pacientes operados tuviesen progresión de la enfermedad. Extrapolando el análisis histopatológico del grupo operado al grupo de pacientes irradiado (siendo esta variable desconocida) podemos inferir que la cantidad de pacientes (pT3 o N1) pudo haber sido igual o mayor al grupo de pacientes operados. Para tal conclusión rescato también el dato de que 34,6% de los pacientes operados tenía un tacto positivo contra un 60% con tacto positivo de los pacientes irradiados. Parecería que el volumen tumoral por glándula prostática fue mayor en el grupo de pacientes irradiados. Incentivaría a los autores a seguir la evolución a largo plazo de los 18 pacientes con pT1- pT2 y PSA menor de 10 ng/dl y compararlos con un grupo similar en edad, PSA, tacto rectal y Gleason Score que haya sido irradiado. Dra. Berta Roth Instituto Ángel Roffo ARTÍCULO ORIGINAL ORIGINAL ARTICLE Tumor de células de Leydig Reporte de nueve casos Leydig cell tumor Report of nine cases Dres. Piana, M.; Gueglio, G.; Rey Valzacchi, G.; Chernobilsky, V.; Villalba, K.; Damia, O. Objetivo: El objetivo de este trabajo es referir retrospectivamente la incidencia de tumores de células de Leydig en pacientes con tumores testiculares atendidos en el Servicio de Urología de Hospital Italiano de Buenos Aires, así como los aspectos diagnósticos y terapéuticos empleados. Asimismo se evalúa la evolución de los casos tratados. Material y Métodos: Entre los meses de enero de 1990 y diciembre de 2003 inclusive fueron realizadas 152 cirugías por tumores de testículo. Los pacientes con diagnóstico de masa testicular fueron explorados quirúrgicamente por vía inguinal con realización de biopsia intraoperatoria por congelación. A aquéllos con diagnóstico de tumor de células de Leydig se les realizó orquiectomía radical o tumorectomía. Se efectuó seguimiento clínico y ecográfico. Valoramos la edad del paciente en el momento del diagnóstico, la forma de presentación, los antecedentes de patología testicular, el método de diagnóstico, el estudio hormonal, el patrón histológico, el tratamiento realizado y la evolución posterior, con un seguimiento mínimo de seis meses. Resultados: Se diagnosticaron 9 (5,9 %) tumores de células de Leydig del total de neoplasias testiculares. La edad promedio fue de 30 años (14 a 57). El 67% se presentó como masa testicular, el 22% en forma incidental y el 11% con dolor. Uno se asoció con criptorquidia y no hubo síndromes de feminización. Todos los casos presentaron histología con caracteres de benignidad. Se realizaron 5 orquiectomías y 4 tumorectomías. Ningún paciente presentó metástasis a distancia o progresión local. Conclusiones: El tumor de células de Leydig representó un porcentaje menor en el total de los tumores testiculares. La presentación más frecuente fue como masa testicular. Se diagnosticó en la adolescencia y edad adulta, en todos los casos con caracteres histopatológicos de benignidad, hecho confirmado sólo por el estudio diferido de la biopsia. No hemos hallado diferencias en el seguimiento de pacientes tratados con orquiectomía radical o con tumorectomía. P A L A B R A S C L AV E : Tumor de células de Leydig; Células de Leydig; Orquiectomía. Servicio de Urología del Hospital Italiano, Buenos Aires, Argentina. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Aim: The aim of this paper is to retrospectively assess the incidence of Leydig cell tumors in patients with testicular neoplasms treated at the Hospital Italiano de Buenos Aires and so the diagnostic and therapeutic issues. Also a brief description of the patients´ evolution is done. Material and Methods: Between January 1990 and December 2003, 152 testicular tumors were operated on. Such patients were approached through an inguinal incision with intraop. frozen biopsies. Patients with Leydig tumors were treated with radical orquiectomy or with tumorectomy. Clinical and ultrasound follow-up was performed. Patient´s age, clinical presentation, history of testis abnormalities, diagnostic tools used, hormonal patterns, histology, treatment and follow-up (no less than 6 months) are described. Results: 9 patients (5.9%) were diagnosticated of having this type of tumor. Average age was 30 years (14-57). Sixty seven percent presented as having a testicular mass, in 22 % it was discovered incidentally and 11 % consulted for testis pain. One patient had a history of cryptorquidism 153 and there were no feminization syndromes. All the specimens showed benign features at the pathology exam. Five orquiectomies and four tumorectomies were done. No patient showed distant spread or local progression. Conclusions: Leydig cells tumor represented a low percentage of all the testicular neoplasms treated at the Hospital Italiano de Buenos Aires. The most frequent presentation was as a testis mass. It was diagnosticated in teenagers and in adult men. In both cases the histology was that of a bening entity. There were no differences in the evolution of patients treated with radical surgery than that of patients in whom a tumorectomy was done. K E Y W O R D S : Leydig cell tumors; Leydig cell; Orquiectomy. I NTRODUCCIÓN Las células específicas de las gónadas son de dos tipos, germinales y somáticas; tienen un origen y significado funcional diferentes. Ambas progenies tienen propiedades tumorigénicas dando lugar a los dos grandes grupos de tumores gonadales: los germinales, y los de los cordones sexuales y del estroma (previamente conocido como tumores del estroma gonadal específico). Son escasas las publicaciones en la literatura mundial y en particular a nivel nacional, que presenten una casuística importante de pacientes portadores de tumores de células de Leydig y discutan los diferentes aspectos en cuanto a su diagnóstico, tratamiento y posterior seguimiento. El objetivo de este trabajo es describir la incidencia de esta patología en pacientes con tumores testiculares atendidos en el Servicio de Urología de Hospital Italiano de Buenos Aires, así como los aspectos diagnósticos y terapéuticas empleados. Asimismo se evalúa la evolución de los casos tratados. M AT E R I A L Y M É T O D O S Entre los meses de enero de 1990 y diciembre de 2003 inclusive fueron realizadas en el Servicio de Urología del Hospital Italiano de Buenos Aires 152 cirugías por tumores de testículo. Para la revisión de la casuística de pacientes con tumores testiculares se utilizó un modelo retrospectivo y descriptivo con revisión de historias clínicas. Luego los datos obtenidos fueron tabulados y ordenados para la realización de esta presentación. No están incluidos en este reporte los pacientes tratados en el Servicio de Urología Pediátrica. Todos los pacientes fueron evaluados mediante anamnesis inicial. Este interrogatorio recabó antecedentes clínico-quirúrgicos generales y específicos de patologías uro-oncológicas. En todos los casos se realizó examen físico completo. 154 Los pacientes fueron evaluados con ecografía testicular bilateral utilizando ecógrafo General Electric 500 con transductor lineal multifrecuencia entre 7 y 12 mHz., o el ecógrafo Toshiba ECCOCEE con transductor lineal de 7,5 mHz. Se solicitó preoperatoriamente la concentración sérica de alfafetoproteína (AFP) y sub-unidad beta de la ganadotrofina coriónica humana (ßhCG) utilizando el test Axim Meia de laboratorio Abbot. Fueron considerados como valores normales para AFP 1,5 a 9 ng/ml y para ßhCG de 2 a 5 mUI/ml siendo el rango de medición de 0,4 a 7000 ng/ml y 2 a 200.000 mUI/ml respectivamente. Los pacientes con diagnóstico de masa testicular fueron explorados quirúrgicamente por vía inguinal con realización de biopsia intraoperatoria por congelación. Desde el año 1999 en pacientes con tumores de difícil palpación se realizó ecografía intraquirúrgica para la identificación más precisa del parénquima patológico utilizando ecógrafo Intraoperative Electronic Linear Probe, Aloka Co. En pacientes con diagnóstico de tumor de células de Leydig se realizó orquiectomía radical o tumorectomía según el criterio del médico interviniente en cada caso. El material obtenido fue remitido a estudio diferido histopatológico con técnica de hematoxilina-eosina. Se evaluó tamaño celular, grado nuclear y patrón histológico, confirmándose el diagnóstico neoplásico en todos los casos. Los pacientes permanecieron internados hasta la mañana siguiente. El seguimiento de los pacientes se realizó con control en consultorios externos y ecografía testicular bilateral a los dos meses de la cirugía y luego anualmente. Para el análisis del presente trabajo valoramos la edad del paciente en el momento del diagnóstico, la forma de presentación, los antecedentes de patología testicular, el método de diagnóstico, el estudio hormonal, el patrón histológico, el tratamiento realizado y la evolución posterior, con un seguimiento mínimo de seis meses. R E S U LTA D O S Fueron diagnosticados 9 tumores de células de Leydig de un total de 152 tumores testiculares representando el 5,9 %. La distribución etaria fue de 14 a 57 años con una media de 30 años. La forma de presentación clínica se presenta en el Gráfico 1 (expresada en número y porcentaje). 2; 22% 1; 11% 6; 67% nódulo hipoecogénico con un tamaño entre 4 a 15 mm con una media de 9,22 mm. La localización fue en 4 casos en el polo inferior, en 3 casos en el polo superior, y en 2, medio testicular. En ningún paciente se observó contacto con la albugínea. Todos los exámenes de AFP y ßhCG fueron negativos. En todos los casos la conducta fue quirúrgica. Se realizó orquiectomía radical a 5 pacientes y tumorectomía a 4 pacientes. Los resultados del examen histopatológico se muestran en la Tabla 1. El seguimiento promedio fue de 51,3 meses (6 a 105 meses). Los controles posteriores en todos los casos mostraron ausencia de recaída de la enfermedad a nivel local y sistémico. En todos los casos el testículo contralateral se mostró con parénquima sano al examen por ultrasonido. DISCUSIÓN Masa testicular Dolor Incidental Gráfico 1. Forma de presentación clínica Los dos incidentalomas fueron diagnosticados, en un caso por estudio de una criptorquidia acompañado de azoospermia, y en el segundo caso, en el estudio de un varicocele. Seis tumores fueron derechos y tres izquierdos. No observamos síndromes de feminización. Sólo un paciente presentó antecedentes de criptorquidia. El examen ecográfico mostró en todos los casos un Las células de Leydig del testículo derivan del mesénquima primitivo gonadal, a partir del esbozo mesodérmico de la cresta gonadal e integran el grupo de los tumores derivados de los cordones sexuales y del estroma del testículo, y equivalen a algunos tumores masculinizantes ováricos.1,3,4 El más frecuente de aquéllos es el tumor de células de Leydig, con un 40%. En la mayoría de las series publicadas en la literatura su incidencia en relación con los tumores testiculares oscila entre 1 y 3% en los adultos y de 3 a 7% en niños. Descrito en todas las edades, presenta mayor frecuencia en la primera y cuarta década de la vida.1,2,3 Pueden presentar actividad hormonal, provocando síndromes de seudopubertad precoz en la infancia por producción de testostero- Paciente Grado de anaplasia Indice mitótico Necrosis Bordes Invasión linfática Tamaño (mm) Conducta 1 Leve Bajo No Netos No 15 Orquiectomía 2 Moderada Bajo No Difuso No 9 Orquiectomía 3 Leve Bajo No Netos No 7 Orquiectomía 4 Leve Bajo No Netos No 10 Orquiectomía 5 Leve Bajo No Netos No 12 Orquiectomía 6 Leve Bajo No Netos No 5 Tumorectomía 7 Leve Bajo No Difuso No 6 Tumorectomía 8 Leve Bajo No Netos No 15 Tumorectomía 9 Leve Bajo No Netos No 4 Tumorectomía Tabla 1. Examen histológico de las piezas quirúrgicas y conducta quirúrgica Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 155 na o feminización en los adultos, secundaria a la aromatización de la testosterona en estradiol. La forma más frecuente de presentación es como masa testicular. Puede producir ginecomastia (10%), disfunción sexual eréctil o pérdida de la libido.5 Nosotros también hallamos a la masa testicular como la presentación clínica más frecuente, aunque sólo en dos tercios de los casos. No se presentaron pacientes con rasgos feminizantes. Con respecto a la bilateralidad de esta patología no la hemos observado, aunque en la literatura se menciona una frecuencia aproximada del 3%.6 Si bien tradicionalmente se lo menciona como un tumor no relacionado con patología testicular previa, se han descripto casos de asociación con criptorquidia, así como con el síndrome de Klinefelter y con la esclerosis tuberosa. En nuestra serie en uno de los pacientes se asoció con criptorquidia.1,4 El diagnóstico definitivo se realiza mediante el estudio anatomopatológico.2,7 El mayor reto para el patólogo es realizar un correcto diagnóstico diferencial entre un tumor de células de Leydig y una hiperplasia de esta estirpe celular, ya que no hay diferencia en las características morfológicas de las células. La hiperplasia respeta la estructura histológica del testículo, observándose los túmulos seminíferos íntegros y por fuera de éstos, un aumento difuso en el número celular, a diferencia del tumor en donde las células neoplásicas distorsionan la arquitectura parenquimatosa con límites netos y definidos (Figura 1). El comportamiento de este tipo de tumores es mayoritariamente benigno, aunque un 10% de los casos, y siempre en adultos, son malignos. La presencia de metástasis a distancia es el único criterio absoluto de malignidad. Sin embargo, se han propuesto una serie de Figura 1. 1-Tumor de células de Leydig. 2- Hiperplasia de células de Leydig 156 hallazgos histológicos predictivos de malignidad, como ser: tumores grandes, marcada anaplasia celular, mitosis frecuentes o atípicas, falta de pigmento lipocrómico celular, margen infiltrante, necrosis, invasión linfática y/o de vasos sanguíneos, aneuploidía del ADN en la citometría de flujo (frente a la diploidía en los tumores benignos), y acumulación de proteína P53 a través de mutaciones.2,8 Cheville J.C. y cols. describen en 30 tumores de células de Leydig las características histológicas predictivas de malignidad, halladas en su serie de 23 tumores benignos y 7 malignos.7 Kim I. y cols. publican 40 casos de esta patología con seguimiento efectivo en 30 de ellos, presentando una mortalidad específica del 18,8%.4 Estos pacientes presentaban características morfológicas como ser margen infiltrativo, invasión vascular y linfática, necrosis y alto número mitótico. En nuestra serie no hemos encontrado estos rasgos en ningún caso. El tratamiento quirúrgico de los tumores de células de Leydig tradicionalmente ha sido la orquiectomía radical; sin embargo, otros autores han comenzado a plantear la posibilidad de realizar una tumorectomía dejando el parénquima sano con función conservada.9 Aquellos detractores de esta última conducta esgrimen argumentos como la dificultad de diferenciar clínica e imagenológicamente la existencia de un tumor germinal o uno de otra estirpe. Esto podría ser sorteado si se practica en forma rutinaria y sistemática una biopsia por congelación intraquirúrgica. Sin embargo aquí se presenta otro inconveniente de importancia debido a que los cortes por congelación obtenidos durante el acto quirúrgico no permiten evaluar los criterios tomados en cuenta para establecer el grado de malignidad de un tumor de celulas de Leydig. Este he- cho se debe a que el material procesado no presenta el tiempo óptimo de fijación, los cortes realizados son de mayor grosor, es decir hay superposición celular impidiendo un estudio detallado del núcleo y el citoplasma. La coloración utilizada (toluidina) es rápida, metacromática, y no discrimina los detalles intracelulares. Además, sólo es estudiado una parte del material que no es representativo del total de la pieza quirúrgica, y por último, no se pueden realizar técnicas complementarias de inmunohistoquímica. También se argumenta el hecho de que se han publicado casos con metástasis hasta ocho años después del tratamiento quirúrgico amén de la pobre respuesta a la terapia radiante y quimioterápica.2,4 En contraposición a estos conceptos se encuentran aquellos autores a favor del tratamiento conservador. Los argumentos de estos últimos se basan en el comportamiento benigno de la gran mayoría de los tumores de células de Leydig, así como la importancia de conservar parénquima testicular sano, con el fin de preservar la fertilidad, dado que es un tumor que habitualmente se presenta en personas jóvenes.5,9 En nuestra serie se ha realizado tumorectomía en 4 pacientes al tener el diagnóstico de la congelación de tumor de células de Leydig sin encontrar en la biopsia diferida signos de malignidad. En el seguimiento de estos pacientes no hemos hallado metástasis a distancia ni recidiva local. Series con mayor número de pacientes y con un seguimiento a más largo plazo aportarán más datos para evaluar la efectividad y seguridad del tratamiento conservador. C O M E N TA R I O E D I T O R I A L En primer lugar, querría agradecer a las autoridades de la SAU, por haberme dado la oportunidad de comentar este trabajo. Los autores desarrollan una revisión de su casuística de tumores testiculares en su Servicio (describiendo detalladamente el protocolo de estudio, diagnóstico, tratamiento, técnica quirúrgica y seguimiento) y analizan la incidencia de tumores de células de Leydig de donde surgen los 9 casos reportados, representando estos, el 5,9% del total de 152 neoplasias de su estadística de casi 14 años. De hecho, el número de casos de tumores de Leydig como su porcentaje es elevado, según la bibliografía consultada, ya que este porcentual es de alrededor del 2-3%. En la discusión se desarrolla una puesta al día del Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 CONCLUSIÓN El tumor de células de Leydig representó un porcentaje menor de los tumores testiculares. La presentación más frecuente fue como masa testicular. Se diagnosticó en la adolescencia y edad adulta, en todos los casos con caracteres histopatológicos de benignidad. No hemos hallado diferencias en el seguimiento a corto plazo de pacientes tratados con orquiectomía radical o con tumorectomía. BIBLIOGRAFÍA 1. Ponce de León Roca J., Algaba Arrea F., Bassas Arnau L.L, y cols.: Tumor de células de Leydig del Testículo. Arch. Esp. de Urol. Jul-Aug 53 (6): 453; 2000. 2. Cheville J.C.: Classification and pathology of testicular germ cell and sex cord-stromal tumors. Urol. Clin. North Am., 26 (3): 595; 1999. 3. Richie JP: Neoplasms of the testis. Walsh PC, Retik AB, Stamey TA, (Editores). Campbell´s Urology. 7 ed. Philadelphia: Saunders Co: 2439; 1998. 4. Kim I, Young RH, Scully RE.: Leydig cell tumor of the testis. A clinicopathological analysis 40 cases and review of the literature. Am. J. Surg. Pathol., 9 (3): 177; 1985. 5. Dilworth, J. P., Farrow, G. M, Oesterling, I. E.: Nongerm cell tumors of testis. Urology, 37 (5): 399; 1991. 6. Ilondo M, Mooter F.: Ultrasonography as a diagnostic aid.: Eur J Pediatr:137-221;1981. 7. Cheville JC, Sebo TJ, Lager DJ, y cols.: Leydig cell tumor of the testis. Am. J. Surg. Pathol. 22 (11): 1361; 1998. 8. Klein EA, Levin HS.: Non-Germ cell tumors of the testis in urologic oncology. Saunders Company 496; 1997. 9. Wegner, H., Dieckmann, K., y cols.: Leydig cell Tumor. Comparison of results of radical and testis sparing surgery. Urol. Int., 59: 170; 1997. estudio de estos tumores, en especial el diagnóstico diferencial con la hiperplasia celular y con las otras neoplasias testiculares, que desde el punto de vista anatomopatológico reviste suma importancia. Como bien describen los autores estos tumores suelen ser funcionantes por lo cual pueden, en la infancia, producir una pseudopubertad precoz y en el adulto un cuadro de feminización, pudiendo ésta ser de alrededor del 40% de los casos observados en la bibliografía consultada. En esta serie no se ha reportado ningún paciente con las modificaciones hormonales mencionadas. Tampoco fueron observados pacientes con bilateralidad tumoral, pudiendo llegar ésta al 13% según la bibliografía internacional. Por lo que creo, que ante la presencia de un paciente con un cuadro como el des- 157 cripto, sumado a una tumoración testicular deben ser evaluados los niveles hormonales, en especial el de testosterona y los 17 cetosteroides urinarios, ya que éstos podrían encontrarse elevados en el niño y disminuidos o en niveles bajos en el adulto. Con el balance testosterona/estradiol descendido, esto se puede asociar con la aparición de la ginecomastia y obesidad ginoide. Se debe considerar también la disminución de libido y la alteración en la distribución pilosa. También debe ser evaluado el espermograma en donde se puede observar oligospermia o azoospermia. Como bien lo expresan los autores, el único criterio de malignidad es la presencia de mts. No hay datos histológicos absolutos de malignidad, pero se han aportado algunos criterios histopatológicos, predictores de una evolución agresiva y que los autores consideran expresamente, como tamaño mayor de 5 cm, pleoformismo celular e índice mitótico aumentado, invasión vascular, linfática o capsular y necrosis tumoral. También algunos autores han aportado criterios hormonales como la elevación del estradiol sérico y urinario en pacientes sin ginecomastia y niveles elevados de 17 cetosteroides urinarios junto al incremento de los andrógenos séricos. 158 Tras la orquiectomía, se suele observar la normalización de los niveles hormonales lentamente, así como la regresión de los signos de feminización. Cuando esto no ocurre, se debe pensar en la presencia de mts. Tal vez, un aspecto controversial del tratamiento quirúrgico realizado, es la tumorectomía, pero como bien lo expresan los autores, el seguimiento a largo plazo aportará más datos para una correcta evaluación de la conducta conservadora. Para terminar, querría felicitar a los autores por su presentación, su importante casuística y detallado análisis de todos los aspectos evaluados, agregando que la bibliografía aportada no considera trabajos sobre este tema realizados en los últimos 30 años por los Servicios de Urología de los hospitales Churruca, Antártida, Fernández, Roffo y Francés, publicados en la Revista Argentina de Urología. Gracias Dr. Ricardo Ale Médico de planta del Servicio de Urología del Hospital Francés ARTÍCULO ORIGINAL ORIGINAL ARTICLE Prostatectomía radical. Análisis descriptivo de nuestra serie. Factores predictivos de progresión de la enfermedad Radical prostatectomy. Descriptive analysis of our series. Prognostic factors of disease progression Dres. Vázquez Avila, L. G.; Santomil, F. M.; Fernández, M. D.; Verdecchia, P. D.; Varea, S. M. Introducción: El gold standard en el tratamiento del cáncer de próstata clínicamente localizado en pacientes con expectativa de vida de más de 10 años es la prostatectomía radical. Evaluamos los factores pronósticos prequirúrgicos y patológicos y su incidencia en la progresión de la enfermedad. Material y Métodos: Se realizó un estudio retrospectivo de 59 pacientes tratados con prostatectomía radical por cáncer de próstata clínicamente localizado durante los últimos 10 años. Resultados: 69% de los pacientes fueron cáncer órgano confinado, 10% tuvieron extensión extracapsular, 12% compromiso de vesículas seminales, 3% invasión de cuello vesical y 3% compromiso ganglionar. Se registró un 29% de márgenes quirúrgicos positivos. El estadio clínico T2 tuvo 50% más riesgo de presentar penetración capsular que el T1. 32% presentaron recaída bioquímica; en el 27% de los pT2, 50% de los pT3a y 57% de los pT3b. (RR=2,2); 23% de los pacientes con Gleason patológico 5-6 y 39% con Gleason patológico 7 mostraron recaída de PSA; 47% de los pacientes con márgenes quirúrgicos positivos tuvieron progresión de PSA. En el grupo de bajo riesgo (PSA ≤10, Gleason ≤6, T1c) 18% mostraron progresión bioquímica. En el grupo de alto riesgo (PSA >10, Gleason ≥7, T2a-b) 71% tuvieron recaída de PSA (p=0,04) (RR=3,9). Conclusiones: Una correcta selección de los pacientes se asocia con un alto porcentaje de cáncer órgano confinado y menor probabilidad de recaída bioquímica, no obstante la subestadificación en grado y estadio es frecuente. El estadio patológico y los márgenes quirúrgicos positivos son los factores pronósticos más poderosos de progresión de la enfermedad. PALABRAS CLAVE: Cáncer de próstata; Prostatectomía radical; Factores pronósticos; Recaída bioquímica. Servicio de Urología del Hospital Privado de Comunidad, Mar del Plata, Argentina. Luis Guillermo Vázquez Avila. Balcarce 3316 4ºC. CP 7600. Mar del Plata. TE: 0223 4739209 0223 155214738 E-mail: [email protected] Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Introduction: The gold standard for the treatment of the clinically localized prostate cancer in patients with life expectation of more than 10 years it is the radical prostatectomy. We evaluate the preoperative and pathological prognostic factors and their incidence in the disease progression. Material and Methods: We carried out a retrospective study of 59 patients treated with radical prostatectomy for clinically localized prostate cancer during the last 10 years. Results: 69% were organ confined cancer, 10% had extracapsular extension, 12% seminal vesicles involvement, 3% bladder neck invasion and 3% lymph node involvement. There was 29% of positive surgical margins. The clinical stage T2 had 50% more risk of presenting capsular penetration than T1; 32% presented biochemical failure; in 27% of the pT2, 159 50% of the pT3a and 57% of the pT3b. (RR=2,2); 23% of the pathological Gleason 5-6 and 39% of the pathological Gleason 7 showed PSA recurrence; 47% with positive surgical margins had a PSA failure. In the low risk group (PSA ≤10, Gleason ≤6, T1c) 18% showed biochemical failure. In the high risk group (PSA >10, Gleason ≥7, T2a-b) 71% had PSA recurrence (p=0,04) (RR=3,9). Conclusions: A correct patient selection associates with a high percentage of organ confined cancer and smaller probability of biochemical failure, nevertheless the understaging in clinical stage and Gleason is frequent. The pathological stage and the positive surgical margins are the most powerful prognostic factors of disease progression. K E Y W O R D S : Prostate cancer; Radical prostatectomy; Prognostic factors; Biochemical failure. I NTRODUCCIÓN En la actualidad el gold standard para el tratamiento del cáncer de próstata clínicamente localizado en pacientes con expectativa de vida de más de 10 años es la prostatectomía radical. En el año 1993 Partin1 diseñó una serie de tablas porcentuales, que recientemente han sido actualizadas2 utilizando la combinación del estadio clínico, el score de Gleason y el antígeno prostático específico (PSA) preoperatorio como factores pronósticos de enfermedad confinada a la próstata, penetración capsular, compromiso de vesículas seminales y ganglionar luego de la prostatectomía radical. Se han sumado como factores a considerar los tacos positivos en la biopsia y el porcentaje de compromiso por cáncer en los mismos, el volumen tumoral y la ploidía de ADN, con interpretaciones más controvertidas.3 No obstante la subestadificación clínica alcanza valores de hasta un 30% comparados con la estadificación patológica en grado y estadio,1,2,3,4,5,6 y estos nuevos datos anatomopatológicos desempeñan un rol fundamental en el pronóstico de la recaída bioquímica y progresión de la enfermedad. Nosotros realizamos un estudio retrospectivo descriptivo de nuestros pacientes operados durante los últimos 10 años, analizando factores preoperatorios y de la pieza de patología y su incidencia en la subestadificación y progresión de la enfermedad. M AT E R I A L Y M É T O D O S Se realizó un estudio retrospectivo descriptivo de 59 pacientes a los que se indicó prostatectomía radical por cáncer de próstata clínicamente localizado (T1-T2) 160 entre mayo de 1994 y julio de 2003 en el Servicio de Urología del Hospital Privado de Comunidad de la ciudad de Mar del Plata. Los datos clínicos, de laboratorio y de la anatomía patológica fueron obtenidos de las historias clínicas de los pacientes. La estadificación clínica se obtuvo mediante examen dígito-rectal (EDR), TC de Pelvis y gammagrafía ósea corporal total de acuerdo con el sistema de estadificación clínica TNM. En todos los casos se determinó el antígeno prostático específico (PSA) en sangre por medio de un método ultrasensible, AxSYM ® PSA total, considerándose normal a valores de hasta 4 ng/ml. Se determinó, de acuerdo con las tablas de Partin, la probabilidad de cada paciente de cáncer órgano confinado, penetración capsular y compromiso de vesículas seminales en la pieza de prostatectomía y se las comparó con nuestros resultados finales. A todos los pacientes se les efectuó ecografía prostática transrectal (ETR) y tomas de biopsia, excepto en un paciente que fue diagnosticado a través de una biopsia transperineal. Se utilizó el sistema de gradación de Gleason (1 a 5) en la determinación del grado de diferenciación celular. Siete pacientes recibieron neoadyuvancia previa a la cirugía, con análogos LH-RH y antiandrógenos entre 5 y 6 meses. La prostatectomía radical fue con abordaje retropúbico, con excepción de un paciente operado por vía trans-perineal. Todas las piezas quirúrgicas fueron remitidas al Servicio de Patología de nuestro hospital y se analizó: • el estado ganglionar en la biopsia por congelación (biopsia rápida) y en la diferida. • • • • • • • el score de Gleason, la penetración capsular, la invasión extraprostática, la invasión perineural y vascular, el compromiso de vesículas seminales, el compromiso de uretra distal y cuello vesical, la presencia de márgenes quirúrgicos positivos. • el estadio patológico, • la presencia de márgenes quirúrgicos positivos. El análisis estadístico se realizó mediante: Test de Fisher, chi square, riesgo relativo y curvas de Kaplan-Meier. R E S U LTA D O S Se definió margen quirúrgico positivo a la presencia de tejido tumoral en contacto con la tinta china del margen de resección; penetración capsular como el compromiso de la cápsula sin ser sobrepasada e invasión extraprostática a la presencia de tejido tumoral por fuera de la cápsula prostática. El seguimiento de los pacientes se realizó mediante el EDR y el PSA en sangre a partir del 2º mes postoperatorio y luego con controles semestrales. Se definió recaída bioquímica al aumento del PSA en un valor superior a 0,02 ng/ml con respecto al valor nadir (menor dosaje de PSA postoperatorio), progresión local a la recidiva en la lodge prostática en el EDR confirmada por biopsia ecodirigida y progresión a distancia como el desarrollo de metástasis detectada por imágenes. Se definió como grupo de bajo riesgo para la progresión de la enfermedad a aquellos con PSA preoperatorio ≤10 ng/ml, Gleason de la biopsia ≤6 y estadio clínico T1c, y de alto riesgo para progresión de la enfermedad a aquellos con PSA preoperatorio >10 ng/ml, Gleason ≥7 y estadio clínico T2a-b. Se analizaron como factores pronósticos de progresión: • el estadio clínico, • el score de Gleason de la biopsia, • el valor de PSA preoperatorio, Estadio Clínico Se analizaron 59 pacientes a quienes se le realizó una prostatectomía radical por cáncer de próstata. El promedio de edad fue de 64,7 años (límites entre 54 y 75 años). La media de seguimiento fue de 29 meses, con límites entre 1 y 111 meses. Estadio clínico, PSA y Gleason de la biopsia (Tabla I) Del total de los pacientes, 26 correspondieron a un estadio T1c (44%), 31 a un estadio T2a (53%), 1 paciente T2b (1,5%) y en 1 caso no se verificó el examen digital prostático Tx (1,5%). En cuanto al Gleason de la biopsia, no hubo casos con Gleason 2-4, 31 pacientes tuvieron Gleason 5-6 (53%), 25 pacientes Gleason 7 (42%), de los cuales 16 fueron Gleason 7 (3+4) y 9 Gleason 7 (4+3) y 3 pacientes Gleason 8-10 (5%). El promedio de PSA preoperatorio fue de 11,2 ng/ml (límites entre 2,22 y 52 ng/ml). • • • • • 2 pacientes con PSA de 0-3,9 (3,5%) 32 pacientes con PSA de 4-9,9 (54%) 21 pacientes con PSA de 10-19,9 (36%) 3 pacientes con PSA de 20- 49,9 (5%) 1 paciente con PSA mayor de 50 (1,5%) Gleason 2-4 Gleason 5-6 Gleason 7 Gleason 7 (3+4) Gleason 7 (4+3) Gleason 8-10 Total T1a 0 0 0 0 0 0 0 T1b 0 0 0 0 0 0 0 T1c 0 16 10 7 3 0 26 T2a 0 14 14 8 6 3 31 T2b 0 0 1 1 0 0 1 T2c 0 0 0 0 0 0 0 Tx 0 1 0 0 0 0 1 Total 0 31 (52%) 25 (42%) 16 (27%) 9 (15%) 3 (5%) 59 Tabla I Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 161 A 24 pacientes se les realizó TC de pelvis (41%) y en ningún caso se halló adenopatías. A 56 pacientes se les realizó gammagrafía ósea corporal total (95%), a excepción de algunos en quienes se desestimó por el antígeno (menor de 10 ng/ml) la presencia de metástasis. A 50 pacientes se le efectuó linfadenectomía ilioobturatriz. Del total, 17 pacientes tuvieron subestadificación clínica que corresponde al 29%, de los cuales 5 eran estadio clínico T1c y 12 eran T2, mientras que 13 pacientes (22%) tuvieron un score de Gleason mayor en la pieza de patología. Ninguno de los factores clínicos preoperatorios tuvo valor estadísticamente significativo para enfermedad extraprostática, compromiso de vesículas seminales o márgenes quirúrgicos positivos. Sin embargo, el RR (riesgo relativo) para enfermedad extraprostática fue de 1,5 al analizar T1c vs. T2. Correlación de la estadificación clínica, Gleason de la biopsia y PSA con el estadio patológico final y márgenes quirúrgicos positivos (Tabla II) Casi el 70% de los tumores fueron órgano confinado (pT2), con extensión extracapsular en el 10% de los casos, 12% de compromiso de vesículas seminales, 3% de extensión a cuello vesical y 3% de compromiso ganglionar en la biopsia diferida. En la tabla III se compara nuestros resultados con los que se obtuvieron retrospectivamente con las tablas de Partin. El 29% de los casos presentaron márgenes quirúrgicos positivos en el estudio de la pieza de anatomía patológica, que corresponden a 17 pacientes. Organo confinado % Partin Penetración Vesículas Ganglios capsular % seminales % % 44,5 43 7,5 4,5 69 32 12 3,3 HPC Tabla III Estadio Clinico Número pT2 confinado pT3a pT3b pT4 pT1-T4 N1 Marg.Pos pT0N0 T1c 26 (44%) 20 (76%) 1 (3,8%) 2 (7,6%) 1 (3,8%) 1 (3,8%) 7 (27%) 1 (3,8%) T2a 31 (52%) 20 (64%) 4 (12,9%) 5 (16%) 1 (3,8%) 1 (3,2%) 9 (29%) 0 T2b 1 (1,7%) 0 1 0 0 0 0 0 T2c 0 0 0 0 0 0 0 0 Tx 1 (1,7%) 1 0 0 0 0 1 0 69% 10% 11,8% 3,3% 3,3% 29% 1,6% % total GLEASON BIOPSIA 2-4 0 0 0 0 0 0 0 0 5-6 31 (53%) 23 (74%) 3 (9,6%) 3 (9,6%) 1 (3,2%) 0 7 (22,5%) 1 7 25 17 2 3 1 2 9 0 7 (3+4) 16 (27%) 11 (68%) 1 (6,2%) 2 (12,5%) 1 (6,2%) 1 (6,2%) 6 (37,5%) 0 7 (4+3) 9 (15%) 6 (66%) 1 (11%) 1 (11%) 0 1 (11%) 3 (33%) 0 8-10 3 (5%) 1 1 1 0 0 1 0 69% 10% 11,8% 3,3% 3,3% 29% 1,6 % % total PSA PREOP. 0-3,9 2 1 0 0 1 0 2 0 4-9,9 32 (54%) 23 (72%) 3 (9%) 4 (12,5%) 1 (3%) 1 (3%) 9 (28%) 0 10-19,9 21 (36%) 15 (71%) 3 (14%) 2 (9,5%) 0 0 4 (19%) 1 20-49,9 3 1 0 1 0 1 1 0 50 o > 1 1 0 0 0 0 1 0 69% 10% 11,8% 3,3% 3,3% 29% 1,6 % % total Tabla II 162 Correlación de factores preoperatorios y de la pieza de patología con la progresión del PSA postoperatorio (Tablas IV y V) El 32% de los pacientes (19) presentaron progresión del PSA a partir del valor nadir postoperatorio durante el seguimiento. El 23% de los T1c (6/26) y el 38% de los T2a-b (12/32) tuvieron recaída bioquímica. Con respecto al Gleason, la progresión del PSA se evidenció en el 25% de los Gleason 5-6 (8/31), el 36% de los Gleason 7 (9/25) y 2 de 3 de los Gleason 8-10. En cuanto al PSA preoperatorio, el grupo con PSA de 0-4 ng/ml no presentó recaída bioquímica; se elevó el PSA en el 31% (10/32) del grupo entre 4-10 ng/ml, el 33% (7/21) del grupo entre 10-20 ng/ml, y 2 de 4 del grupo de más de 20 ng/ml. En relación con el estadio patológico, se observó progresión del PSA en el 27% (11/41) de los pT2, en el 50% (3/6) de los pT3a, en el 57% (4/7) de los pT3b y 1 de 2 pT4. La probabilidad de recaída bioquímica de los pT34 fue mayor que la de los pT2. (p=0,06) y (RR=2,2). En cuanto al Gleason de la patología, progresó el PSA en el 23 % (5/21) de los Gleason 5-6, el 39% de los Gleason 7(13/33) y 1 de 4 Gleason 8-10. Total % Progresión % T1c 26 (44%) 6 (23%) T2a 31 (52%) 12 (38%) T2b 1 (2%) 0 T2c 0 0 Tx 1 (2%) 1 2-4 0 0 5-6 31 (52%) 8 (25%) Estadio clínico El 47% (8/17) de los pacientes con márgenes quirúrgicos positivos y el 26% (11/42) de los de márgenes negativos registraron progresión del PSA (p=0,07) y (RR=2,1). El 42% (8/19) de los pacientes con penetración capsular mostraron progresión del PSA postoperatorio, en relación con el 27% (11/40) de los que no la tenían. (RR=1,53). El 31% (9/29) de los que tenían invasión perineural y el 33% (10/30) de los que no la presentaban sufrieron recaída bioquímica. Uno de 4 pacientes con compromiso de uretra distal progresó bioquímicamente. La curva de Kaplan-Meier de progresión bioquímica de la enfermedad indica que de los 19 pacientes que la presentan, el 52 % (10) la desarrollan durante los primeros 12 meses de seguimiento (Gráfico 1). Total % Progresión % Estadio patológico pT2 41 (70%) 11 (27%) pT3a 6 (10%) 3 (50%) pT3b 7 (12%) 4 (57%) pT4 2 (3%) 1 pTxN1 2 (3%) 0 pT0N0 1 (2%) 0 Gleason patológico Gleason biopsia 5-6 21 (36%) 5 (23%) 7 32 (56%) 13 (39%) 7(3+4) 20 (36%) 9 (43%) 7(4+3) 12 (20%) 4 (33%) 8-10 4 (8%) 1 (25%) Márgenes Positivos 17 (29%) 8 (47%) Negativos 42 (71%) 11 (25%) 7 25 (42%) 9 (36%) 7(3+4) 16 (27%) 5 (31%) 7(4+3) 9 (15%) 4 (44%) Positiva 19 (32%) 8 (42%) 8-10 3 (6%) 2 (66%) Negativa 40 (68%) 11 (26%) Penetr. capsular Invasión perineural PSA preoperatorio 0-3,9 2 (3%) 0 Positiva 29 (49%) 9 (31%) 4-9,9 32 (54%) 10 (31%) Negativa 30 (51%) 10 (34%) 10-19,9 21(36%) 7 (33%) Uretra distal 20-49,9 3 (5%) 1 Positiva 4 (7%) 1 (25%) 50 o > 1 (2%) 1 Negativa 55 (93%) 18 (32%) Tabla IV Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Tabla V 163 Gráfico de sobrevida (cálculos PL) Superviviente Riesgo Bajo Alto PSA ≤10 ng/ml PSA >10 ng/ml Gleason de la Biopsia ≤6 Gleason ≥7 Estadio clínico T1c Estadio clínico T2a-b Total Tiempo 11/59 (19%) Subestadificación Gleason 36% Subestadificación Estadio 22% 7/59 (12%) Extensión Extracapsular 1 3 Vesículas Seminales 1 2 Márgenes Positivos 4 2 Progresión Enfermedad 2 5 Gráfico 1. Progresión Bioquímica Tabla VI El 58% de los pacientes (11/19) recibió tratamiento durante el seguimiento luego de detectarse la progresión bioquímica de la enfermedad. Se confirmó mediante biopsia de la lodge progresión local de la enfermedad en 4 pacientes y 3 desarrollaron metástasis óseas. En 8 casos se indicó radioterapia, 3 por progresión local confirmada con biopsia de la lodge positiva para adenocarcinoma y 5 por factores relacionados con la pieza de patología (enfermedad extraprostática o márgenes positivos) sin evidencias de progresión local o metástasis. En 3 pacientes se indicó bloqueo androgénico debido a metástasis óseas detectadas durante el seguimiento. De los 8 restantes 2 fallecieron durante el seguimiento por otra causa, y 6 se mantienen en controles sin un segundo tratamiento y sin evidencias de progresión local o metástasis. A 4 pacientes se le indicó adyuvancia, en 2 casos por enfermedad N1, un caso por compromiso de vesículas seminales y márgenes positivos y el último por margen positivo en el cuello vesical (pT4N0). En 3 se realizó bloqueo androgénico completo y en el restante radioterapia. Fueron excluidos del análisis de progresión de la enfermedad. cáncer, 1 compromiso de vesículas seminales, 4 márgenes positivos y 2 progresiones de la enfermedad durante el seguimiento (18%). En el grupo de alto riesgo para progresión de la enfermedad (PSA preoperatorio >10 ng/ml, Gleason ≥7 y estadio clínico T2a-b) se encontraron 7 pacientes (12%) y en 3 casos se halló extensión extracapsular del cáncer, 2 compromisos de vesículas seminales, 2 márgenes positivos y 5 progresiones de la enfermedad durante el seguimiento (71%). Al comparar ambos grupos encontramos una diferencia estadísticamente significativa p=0,04 con un RR=3,9. Grupos de riesgo para progresión de la enfermedad (Tabla VI) En el grupo definido de bajo riesgo para progresión de la enfermedad (PSA preoperatorio ≤ 10 ng/ml, Gleason de la biopsia ≤6 y estadio clínico T1c) se encontraron 11 pacientes (19%). La subestadificación en relación con el Gleason de la pieza fue del 36% (4 casos con Gleason ≥7), en 1 caso se halló extensión extracapsular del 164 DISCUSIÓN El gold standard para el tratamiento del cáncer de próstata clínicamente localizado es la prostatectomía radical, no obstante la subestadificación del estadio y del Gleason en este grupo de pacientes enfrenta al urólogo con la posibilidad de una enfermedad por fuera del órgano en la pieza de patología. Coincidiendo con la bibliografía en nuestra serie el porcentaje de subestadificación en el estadio patológico fue del 29% y del Gleason del 22%. Al respecto, las tablas de Partin del año 19931 son una guía útil en la selección de los pacientes, ya que permiten predecir con un 72% de sensibilidad una correcta estadificación patológica,2 y en ciertos casos desfavorables pueden generar un replanteo en la terapia seleccionada. En nuestra experiencia, aún sin haber empleado rutinariamente estas tablas, una correcta selección de los pacientes (T1c-T2a-b), nos hizo obtener casi un 70% de enfermedad confinada a la próstata, y un porcentaje similar a los que hubieran estimado las tablas de penetración capsular, compromiso de vesículas seminales y ganglios. Si bien el número de pacientes analizados no nos ha permitido determinar diferencias estadísticamente significativas en el análisis bivariable de los factores clínicos al estimar la probabilidad de una enfermedad no órgano confinada, la posibilidad de compromiso extracapsular fue un 50% superior para T2 respecto de T1c (RR 1,5), lo que hace que el TR sea un factor independiente significativo en relación con el estadio anatomopatológico final.3 De igual manera la bibliografía revisada muestra al PSA preoperatorio y al Gleason de la biopsia como predictores del estadio anatomopatológico.3-4 En nuestro trabajo el valor predictivo positivo (VPP) de los Gleason 5-6 y de los PSA de 4-10 ng/ml para cáncer órgano confinado en la pieza de patología fueron de 74% y 72% respectivamente y el porcentaje de compromiso extracapsular se incrementó en la medida que aumentó el PSA o el score de Gleason.3 Lamentablemente la subestadificación alcanza en todas las series un porcentaje de pacientes con compromiso de las vesículas seminales, y este hallazgo disminuye de manera notable la probabilidad de curación de la enfermedad, con una supervivencia sin progresión bioquímica a los 5 años que va del 5 al 60%.3 En nuestro trabajo ocurrió en el 12% de los casos, y notamos una tendencia a este compromiso al aumentar el estadio clínico y el Gleason de la biopsia. Al analizar la progresión del PSA postoperatorio no existe consenso acerca del valor que debe ser considerado como nadir,6 ya que varía según los distintos autores entre 0,1 y 0,4 ng/ml. Obviamente el porcentaje de los pacientes con recaída bioquímica varía notablemente en este espectro de PSA. En nuestro caso podemos obtener valores tan bajos como 0,001 ng/ml de PSA en los controles postoperatorios (método ultrasensible) y por ende detectar muy precozmente la progresión bioquímica de la enfermedad. Este método ha sido cuestionado, ya que la detección tan temprana de una progresión bioquímica no cambiaría la conducta a seguir en este grupo de pacientes; sin embargo, estudios recientes7 indicarían que valores por encima de 0,1 ng/ml tendrían mayor importancia clínica y merecerían estos pacientes un monitoreo a cortos intervalos. Según Campbell y Soloway entre otros,5-6 el factor pronóstico por sí solo más poderoso, considerando todos los factores clínicos y patológicos en un análisis multivariable, es el estadio patológico del cáncer. En es- Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 te trabajo, el 27% de los pacientes pT2 mostraron progresión del PSA, mientras que de los pacientes pT3a y pT3b, el PSA progresó en el 50% y 57% respectivamente (p=0,06) y (RR 2,2). Esto marca una tendencia a la recaída bioquímica mayor en comparación con el estadio clínico, el Gleason de la biopsia, el Gleason patológico y el PSA preoperatorio. Sin embargo, el valor predictivo positivo (VVP) para la progresión bioquímica de los Gleason 7 es cercana al 40%, de la penetración capsular del 42%, y de los márgenes quirúrgicos positivos casi del 50%. La invasión perineural en nuestra experiencia no afectó la probabilidad de progresión. Varios autores señalan el mal pronóstico para la progresión bioquímica en la enfermedad con compromiso extracapsular (pT3a) y márgenes quirúrgicos positivos en relación con algunas de estas variantes por separado.8 La presencia de márgenes quirúrgicos positivos es un indicador de mal pronóstico, independiente en algunas series, de progresión del PSA, que varía entre el 24% y 42%.3 Aparentemente, estos pierden su valor pronóstico si se acompañan de compromiso de las vesículas seminales o de los ganglios linfáticos en la pieza de patología.8 Nosotros tuvimos un 29% de márgenes quirúrgicos positivos y se asociaron con mayor progresión bioquímica durante el seguimiento (47%). Luego de la estadificación patológica, el urólogo se encuentra ante un nuevo desafío que es decidir si se indica adyuvancia o si se espera la curva de progresión del PSA. Nosotros realizamos adyuvancia a pacientes con compromiso ganglionar, estadio T4 y a un paciente T3b con múltiples márgenes quirúrgicos positivos y score de Gleason 8. Según Soloway6 son candidatos a radioterapia local adyuvante aquellos pacientes con factores de mal pronóstico en la pieza de patología, como el estadio pT3a y los márgenes quirúrgicos positivos. Por otra parte, los pacientes con compromiso de vesículas seminales y ganglios linfáticos deberían recibir bloqueo hormonal precozmente. En nuestra serie, los pacientes que no recibieron adyuvancia fueron controlados con EDR y PSA en sangre a partir del 2º mes postoperatorio y luego con controles semestrales. La media de seguimiento, si bien inferior a muchas otras series, fue de 29 meses, ya que nuestra experiencia más abultada la conseguimos durante los dos últimos años, en la medida que optamos por la cirugía radical sobre otras posibilidades terapéuticas. En el análisis estadístico mediante curvas de Kaplan Meier (Gráfico 1) se evidenció que la progresión bioquímica ocurrió en un alto porcentaje de pacientes 165 (52%) en el primer año de seguimiento, tal vez debido a que nuestro concepto de progresión bioquímica se adapta a la posibilidad de detectar valores de PSA postoperatorios tan bajos como 0,001 ng/ml, llamados por algunos autores método ultrasensible. De los 19 pacientes que presentaron progresión de su PSA, en 11 se sospechó progresión local de su enfermedad y se les indicó tratamiento: en 8 casos radioterapia por biopsia positiva de la lodge o por factores de mal pronóstico para recidiva local y en los 3 restantes se optó por el bloqueo androgénico luego del desarrollo de metástasis. En este sentido la gammagrafía ósea es muy sensible para detectar metástasis y confirmar entonces una enfermedad sistémica. No obstante, existen controversias en la sensibilidad del EDR por sí solo en la detección de la progresión local (5%), o si rutinariamente debe acompañarse de una biopsia de la anastomosis uretrovesical con o sin EDR positivo, ya que la posibilidad de diagnóstico de la recurrencia asciende a valores de entre 30% y 50%.6 Finalmente, al dividir nuestros pacientes en grupos de alto y bajo riesgo de progresión como lo hiciera Scardino, encontramos que sólo 2 de los 11 pacientes de bajo riesgo mostraron progresión de su PSA (18%) contra 5 de los 7 pacientes de alto riesgo (71%) (p=0,04) y (RR=3,9), lo que demuestra una vez más que existen grupos de pacientes que gozan de mejor pronóstico desde el momento del diagnóstico de la enfermedad. CONCLUSIONES 1. El número de pacientes analizados impide hallar en algunas estimaciones diferencias estadísticamente significativas. No obstante esto, el valor predictivo y el riesgo relativo permiten sustentar nuestros resultados. 2. El dosaje del PSA con métodos ultrasensibles C O M E N TA R I O E D I T O R I A L Agradezco a la Comisión Directiva la designación para el comentario de este trabajo. Los autores presentan un análisis retrospectivo de 59 pacientes a los que se les practicó una prostatectomía radical (PR) por vía retropubiana en 58 pacientes y una por vía perineal. Realizaron linfadenectomía de estadificación en 50 pacientes. El seguimiento fue de 1 mes a 111 meses. La estadificación de los pacientes se realizó con tomografía computada sólo en 24% de los pacientes y la cámara gamma ósea en 56 pacientes relatando que no las solicitaron en los restantes tres pacientes. El motivo 166 (0,001 ng/ml) detecta precozmente la progresión bioquímica de la enfermedad. 3. Una correcta selección de los pacientes, en especial el estadio clínico T1c, Gleason ≤6 y PSA ≤10 ng/ml, se asocia con un alto porcentaje de cáncer órgano confinado y menor probabilidad de progresión bioquímica. 4. La subestadificación en grado y estadio es frecuente. 5. El estadio patológico y los márgenes quirúrgicos positivos son los factores predictivos más poderosos de recaída bioquímica. BIBLIOGRAFÍA 1. Partin AW, Yoo J, Carter HB, Pearson JD, Chan DW, Epstein JI, Walsh PC. The use of prostate specific antigen, clinical stage and Gleason score to predict pathological stage in men with localized prostate cancer. J Urol. 1993; 150 (1): 110-114. 2. Khan MA, Partin AW. Partin tables: past and present. 2003 BJU international 92, 7-11. 3. Han M, Partin AW, Pound CR, Epstein JI, Walsh PC. Supervivencia a largo plazo sin recaída bioquímica y específica del carcinoma tras una prostatectomía retropúbica anatómica radical. 15 años de experiencia en el Johns Hopkins. Urol Clin North Am 3/2001, 593-603. 4. Hull GW, Rabbani F, Abbas F, Wheeler TM, Kattan MW, Scardino PT. Cancer control with radical prostatectomy alone in 1000 consecutive patients. J Urol. 2002; 167: 528-534. 5. Campbell’s Urology, Eigth edition. Chap 89. 6. Neulander EZ, Soloway MS. Failure after radical prostatectomy. Urology 2003 61: 30-36. 7. Prott FJ, Spitz J, Michaelis M, Niles B, Barth S, Kollermann M, Kleinschmidt K. Biochemical relapse of prostate cancer. Evidence after radical surgery. Anticancer Res. 2003; 23 (2A): 979-981. 8. Ohori M, Weeler TM, Katan MW, Goto Y, Scardino PT. Prognostic significance of positive surgical margins in radical prostatectomy specimens. J Urol. 1995; 154: 1818-1824. de la decisión fue que el antígeno prostático específico (PSA) fue menor de 10 ng-ml. De ser ésta la indicación solicitaron cámara gamma ósea de más en 31 pacientes. Quiero agregar que estoy de acuerdo en no solicitar este estudio en pacientes con estadio clínico T1c y Gleason favorable (bajo riesgo). Se correlacionaron los datos obtenidos de estadificación con las tablas de Partin. Los autores presentan un resultado de 68% de pacientes con enfermedad órgano confinada. La enfermedad ganglionar se manifestó en 2 pacientes de 50 a los que se les practicó linfadenectomía. Del análisis de la Tabla 2 estos dos pacientes se encontraban en estadio T1c y T2a con Gleason 7 (13 + 4 y otro 4 + 3) y PSA menor de 10 en uno y mayor de 20 en otro. También del análisis se presenta un paciente con pT0N0, dicho dato no es comentado en el trabajo. Supongo que puede ser uno de los siete pacientes que recibieron neoadyuvancia hormonal. Del análisis de la Tabla 3 la serie publicada difiere con las tablas de Partin en la predicción de enfermedad confinada; no presentando diferencia estadística significativa en el análisis de penetración capsular, compromiso de vesículas seminales y compromiso ganglionar. En la actualidad las tablas de Partin1 dividen el PSA en valores de 0-2,5; 2,5-4; 4,1-6; 6,1-10; mayor de 10 ng-ml. Los resultados registrados en las Tablas 5 y 6 se correlacionan con los resultados publicados en la literatura con respecto a los factores de progresión de la enfermedad, los cuales son estadio clínico, PSA preoperatorio, estadio patológico. Como observaron los autores la invasión perineural que es una información común en el diagnóstico anatomopatológico no representa un factor pronóstico. Muchos especialistas, clínicos y pacientes utilizan las tablas de Partin para una toma de decisión frente a la enfermedad. Varios investigadores han validado estas tablas en diferentes cohortes de pacientes.2 Otros sugieren la incorporación de la raza, información de la biopsia como la de número de cilindros comprometidos y porcentaje del compromiso de cada cilindro. También se agrega nivel educativo e ingreso económico.3 De acuerdo con los resultados del trabajo la presencia de Gleason 2-4 es muy limitada y debe ser interpretada con precaución, sobre todo en la biopsia por punción.4 En la actualidad la NCCN (National Comprehensive Cancer Network) divide a los pacientes con cáncer de próstata en 4 grupos: Bajo riesgo: T1 -T2 Gleason 2-6, PSA menor de 10 ng-ml Intermedio: T2b-T2c Gleason 7, PSA 10-20 ng-ml Alto riesgo: T3a Gleason 8-10, PSA mayor de 20 ng-ml Muy alto riesgo: T3b-T4 o cualquier T con N+ La incidencia de márgenes positivos luego de la prostatectomía radical es de 14 a 44% en series publicadas.5 La localización y el número de los mismos tiene pocos efectos en los resultados finales de sobrevida. El registro nacional de cáncer de próstata (CAPSURE) analiza las tablas de Partin en 1.162 pacientes a los que se les realizó prostatectomía radical6, siendo sus resultados de predicción más bajos que en series de centros académicos. Se han desarrollado otras tablas como las de Kattan para predicción de 5 años de sobrevida libre de enfermedad basadas en PSA al diagnóstico, score de Gleason Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 y estadio clínico.7 D’Amico y col. publicaron un artículo original sobre la velocidad de PSA y el riesgo de morir de cáncer de próstata después de prostatectomía radical. Concluyen que los hombres en los cuales el nivel de PSA se incrementó en más de 2 ng-ml durante el año anterior al diagnóstico de cáncer de próstata pueden tener un riesgo relativo alto de morir por cáncer de próstata, a pesar de realizarse la prostatectomía radical.8 Catalona y otros luego de analizar resultados de 1.850 prostatectomías radicales realizadas entre enero de 1988 y febrero de 2003, con diagnóstico patológico de enfermedad órgano confinada, concluyen que la medición del tumor en porcentaje en la pieza es un predictor independiente de recurrencia en estos pacientes.9 Quiero felicitar a los autores del trabajo la publicación del mismo; como ellos mismos describen en la discusión el seguimiento medio fue de 18,3 meses. El seguimiento de estos pacientes y la inclusión de nuevos permitirán un mejor análisis y la confirmación de las conclusiones. Dr. Ricardo Nardone Servicio de Urología del Hospital Británico BIBLIOGRAFÍA l. Partin, A. W. y col.: Contemporary update of prostate cancer staging nomograms (Partin Tables) for the new millenium. Urology, 58: 843-848, 2001. 2. Blute, M. L. y col.: Validation of Partin tables for predicting pathological stage of clinically localized prostate cancer. J. Urol., 165, 1591-1595, 2000. 3. Grossfeld, G. D. y col.: Is ethnicity an independent predictor of prostate cancer recurrence after radical prostatectomy. J. Urol., 168: 2510, 2002. 4. Epstein, J. I.: Gleason score 2-4 adenocarcinoma of the prostate on needle biopsy: a diagnosis that not be made. Am. J. Surg. Pathol., 24: 477-478, 2000. 5. Grossfeld, G. D. y col.: Impact of positive surgical margins on prostate cancer recurrence and the use of secondary cancer treatment: data from the CAPSURE database. J. Urol., 163: 1171, 2000. 6. Penson, D. F. y col.: How well does the Partin nomogram predict pathological stage after radical prostatectomy in a community based population? Results of the CAPSURE. J. Urol., 167: 1653, 2002. 7. Kattan, M. W. y col.: A preoperative nomogram for disease recurrence following radical prostatectomy for prostate cancer. J. Natl. Cancer Inst., 90: 766, 1998. 8. D’Amico, A. V. y col.: Preoperative PSA Velocity and the Risk of Death from Prostate Cancer after Radical Prostatectomy. N. Engl. J. Med., Vol. 351, 2 125-135, Julio 8, 2004. 9. Catalona, W. J. y col.: Percent carcinoma in prostatectomy specimen is associated with risk of recurrence after radical prostatectomy in patients with pathologically confined prostate cancer. J. Urol., Vol., 172, 137-140 Julio 2004. 167 ARTÍCULO ORIGINAL ORIGINAL ARTICLE Supresión versus modificación del antiandrógeno ciproterona en la progresión del cáncer de próstata Antiandrogen withdrawal versus change of ciproterone in relapsed prostate cancer Dres. Turina, E.; Ekizian, D.; Sember, M.; Ozón, A. Objetivo: Analizar las respuestas en la concentración del antígeno prostático específico (APE) y en la clínica, en pacientes hormonorrefractarios al bloqueo androgénico con ciproterona más agonistas LHRH, que hubieran tenido una respuesta positiva de al menos 6 meses con la primer línea terapéutica, al suprimir la ciproterona o bien reemplazarla por bicalutamida. Material y Métodos: Se randomizaron 12 pacientes para suprimir en 6 de ellos la ciproterona o reemplazarla con bicalutamida en los otros 6, determinándose entonces la concentración sérica mensual del APE y la respuesta clínica subjetiva. Resultados: En 7 pacientes (4 del grupo que suprimió ciproterona y 3 del que reemplazó con bicalutamida) la concentración sérica del APE se redujo entre 38,4 y 82,2%, observándose una respuesta clínica satisfactoria en los 5 pacientes de este grupo que eran sintomáticos. Tres de los pacientes continuaron progresando (2 del grupo con bicalutamida) tanto en valores de APE cuanto en la evaluación del dolor. Los pacientes con respuestas favorables habían tenido una respuesta a la primera línea de tratamiento entre 17 y 58 meses (media 37,8 meses) y el Gleason promedio fue 5,1 (rango 3 a 7). Los pacientes en los que observamos progresión tuvieron una respuesta positiva a la primera línea de tratamiento entre 10 y 15 meses (promedio 12,3 meses) y el Gleason promedio fue 8,66 (rango 8 a 9). Conclusiones: Hemos observado respuestas en pacientes con cáncer de próstata refractario a la terapia combinada con agonistas LHRH más ciproterona tanto en los que se suprimió la ciproterona como en los que se reemplazó al antiandrógeno por bicalutamida. La respuesta positiva parece estar ligada al Gleason inicial y al tiempo de respuesta a la primera línea de tratamiento. Los pacientes que presentaron progresión frente a la primera línea terapéutica en menos de 15 meses y con Gleason mayor de 8 no respondieron a ninguna de las variantes de supresión o reemplazo. Al momento, no podemos determinar cuál de las 2 ramas de tratamiento (reemplazo o supresión) resulta más eficaz. P A L A B R A S C L AV E : Ciproterona; Antígeno prostático específico; Bicalutamida; Cáncer de próstata. Servicio de Urología del Hospital Israelita de Buenos Aires, Argentina (febrero 2003) 168 Objective: To analyze the response of serum prostate specific antigen (PSA) and symptoms in patients with relapsed cancer who undergo complete antiandrogenic blockade with cyproterone plus LHRH agonist, with positive response to the first line of treatment more than 6 months, by suppression of cyproterone or by changing to antiandrogen bicalutamide. Material and Methods: Twelve randomized patients were evaluated, 6 with suppression of cyproterone and 6 by changing to antiandrogen bicalutamide. PSA serum levels were measured monthly and symptomatic responses were assessed. Results: In 7 patients (4 with LHRH alone and 3 with LHRH plus bicalutamide) serum levels of PSA decreased ranging between 38.4 and 82.2%. Clinical responses were reported in the 5 symptomatic patients; 3 patients continued in progression (2 with bicalutamide), with PSA increased and more pain. Patients with positive responses have had a response to the first line of treatment ranging between 17 and 58 months (mean 37.8 months), and a mean Gleason was 5.1 (3-7). Patients with progression have had responses ranging between 10 to 15 months to the first line (mean 12.3 months) and mean Gleason was 8.66 (8-9). Conclusions: We observed positives responses in relapsed prostate cancer treated with cyproterone plus LHRH agonist by suppression of cyproterone as well changing to bicalutamide. Response seems related to Gleason and time of response to the first line of treatment. Patients with progression to the first line before 15 month and Gleason higher to 8 had no response to either therapeutic change. Until now we can not determine what branch (suppression or change of antiandrogen) is better. K E Y W O R D S : Cyproterone; Prostate specific antigen. Bicalutamide; Prostate cancer. I NTRODUCCIÓN M AT E R I A L Y M É T O D O S La deprivación androgénica para el tratamiento del cáncer avanzado de próstata es la terapia de elección desde las publicaciones de Huggins en 1940.1 La inicial respuesta positiva, observada en cerca del 90% de los pacientes, es limitada en el tiempo, ocurriendo habitualmente la progresión de la neoplasia pocos años más tarde. La adición de antiandrógenos a la castración química o quirúrgica es utilizada desde 1982, a partir de los trabajos difundidos por Labrie.2 Si bien los espectaculares resultados iniciales no pudieron ser posteriormente reproducidos3, el bloqueo hormonal completo quedó aceptado como la mejor forma de demorar la progresión. Labrie propuso la adición del antiandrógeno puro flutamida y no de otros antiandrógenos previamente conocidos pero con una acción agonista parcial hormonal, como la ciproterona o el megestrol4. Sin embargo, en 1993 Kelly y Scher5 describieron la paradojal mejoría hallada en pacientes hormonorrefractarios al bloqueo hormonal completo mediante la supresión de la flutamida. El denominado “síndrome de la supresión de flutamida” fue también descripto posteriormente cuando se retiran otros antiandrógenos puros, como bicalutamida y nilutamida7,8,9,10,11, y hemos también consultado un artículo que describe el síndrome de supresión del antiandrógeno cuando se utiliza la ciproterona12. El objetivo de nuestro trabajo es observar los resultados del retiro de la ciproterona en pacientes hormonorrefractarios al bloqueo hormonal con agonistas LHRH más ciproterona, comparando una rama que continúa con el agonista LHRH solamente y otra rama en la que reemplazamos la ciproterona por el antiandrógeno bicalutamida, continuando este nuevo bloqueo hormonal completo. A partir de enero de 2002, pacientes consecutivos con neoplasia diseminada de próstata hormonorrefractarios al bloqueo hormonal con un agonista LHRH mensual o bimestral, más 200 mg de ciproterona diaria, fueron randomizados para continuar su tratamiento sólo con el agonista LHRH o bien iniciando un bloqueo hormonal con el agonista LHRH más 50 mg diarios del antiandrógeno bicalutamida, suprimiendo la ciproterona en todos los pacientes. Al momento de presentar este informe, 12 pacientes han cumplido al menos 3 meses con su segunda línea de tratamiento. Los criterios de inclusión fueron la documentación del cáncer de próstata histológicamente probado y la evidencia de la progresión a la terapia con un agonista LHRH más 200 mg diarios de ciproterona, en pacientes que hubieran tenido al menos una respuesta positiva no menor a 6 meses con su primer línea de tratamiento. Definimos la progresión cuando el dosaje del antígeno prostático específico (APE) fue mayor de 10 ng en por lo menos 2 registros sucesivos, en aquellos pacientes que hubieran tenido un APE nadir menor de 5 ng, y cuando el dosaje del APE hubiera al menos duplicado el APE nadir en los pacientes donde este valor nadir no alcanzó a ser menor de 5 ng. Practicamos una completa evaluación clínica que incluyó historia clínica, examen físico, rutina de laboratorio, dosaje del APE, así como estudios por imágenes y centellografía ósea total. Iniciada la nueva línea terapéutica, mensualmente dosamos el APE y estudios básicos de laboratorio y evaluamos la respuesta clínica y el examen físico del paciente. Respuesta positiva fue definida como un des- Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 169 censo del APE mayor del 25% inicial en 2 determinaciones sucesivas y sin evidencia de progresión tumoral en estudios por imágenes o nuevos síntomas relacionados con la progresión neoplásica. Progresión fue definida como un incremento mayor del 25% del APE inicial en 2 determinaciones sucesivas o evidencias de progresión neoplásica en estudios por imágenes o aparición de nuevos síntomas. Informamos los resultados cumplidos 3 meses de tratamiento con la segunda línea. R E S U LTA D O S La edad media de los pacientes fue de 77,1 años (rango 67 a 94 años). La media del puntaje de Gleason fue 6,3 (rango 3 a 9). La media de tratamiento con la primera línea (agonista más ciproterona) fue de 28,4 meses (rango 10 a 58 meses). Todos los pacientes presentaban múltiples metástasis óseas documentadas al momento de la supresión de ciproterona. Se observó una respuesta inicial favorable en 7 pacientes (Tabla 1), 4 de ellos de la rama agonista LHRH solo y 3 con bloqueo agonista más bicalutamida. En estos pacientes observamos una reducción del APE entre 38,4 y 82,2%. Los 5 pacientes de este grupo que recibían analgésicos pudieron reducir las dosis (en un caso suprimirlos). El puntaje de Gleason de estos pacientes era entre 3 y 7 (promedio 5,1). El tiempo de respuesta a la primera línea de tratamiento fue entre 17 y 58 meses (media 37,8 meses). Dos pacientes tuvieron una respuesta estable, en un paciente se observó un ligero descenso del primer APE sin mejoría clínica y en el otro paciente el APE continuó incrementándose lentamente y sin signos o síntomas de progresión en los primeros 3 meses. Tres pacientes sufrieron progresión (Tabla 2), 2 de ellos tratados con bloqueo bicalutamida más agonista LHRH. Estos 3 pacientes tenían un Gleason 8 o mayor (promedio 8,66) y el tiempo de respuesta a la primera línea hormonal había sido de 10, 12 y 15 meses (media 12,3 meses). DISCUSIÓN Desde los trabajos de Huggins en 1940, el tratamiento del cáncer de próstata ha ocupado a los urólogos en la búsqueda del control de esta frecuente neoplasia. El examen físico anual recomendado a todos los hombres mayores de 50 años (y desde edades aun menores en grupos de riesgo), la aparición del dosaje del APE, la ecografía transrectal y los hallazgos obtenidos con las biopsias randomizadas en pacientes con APE elevado sin otra sospecha clínica (tacto y ecografía normales) han permitido el diagnóstico tumoral en una etapa localiza- 170 Paciente Gleason LHRH + Segunda Nº Ciproterona línea (meses) APE Inicial APE Nadir 49,7 8,8 1 3 52 LHRH 3 6 33 LHRH+Bical 18 4 4 41 LHRH 22 7 7 24 LHRH 38,2 23,5 8 5 58 LHRH+Bical 12,8 3,2 9 6 42 LHRH+Bical 17 6,4 11 5 17 LHRH 14,1 4 10 7,2 Tabla 1. Respuestas favorables. Paciente Nº Gleason LHRH + Ciproterona (meses) Segunda línea APE Inicial 2 8 15 LHRH+Bicalut 103,6 6 9 12 LHRH+Bical 74 10 9 10 LHRH 22,9 Tabla 2. Progresión. da, permitiendo encarar terapias con finalidad curativa. Pero el diagnóstico del cáncer en un estadio localmente avanzado o diseminado, así como la recurrencia neoplásica luego de la prostatectomía radical o radioterapia, encuentra escasos avances en la sobrevida de los pacientes. El agregado de antiandrógenos a la castración química o quirúrgica fue objeto de discusiones aún no saldadas sobre su utilidad, existiendo en la actualidad un mayoritario consenso sobre su superioridad, pero en término de escasos meses adicionales de sobrevida y calidad de vida.13 La quimioterapia con citotóxicos y otras terapias no hormonales no han logrado resultados satisfactorios reproducibles hasta la fecha. La progresión del cáncer de próstata que inicialmente había respondido al bloqueo androgénico es motivo de angustia en el médico tratante y en el paciente y su entorno familiar. Esa progresión en muchos casos se produce lentamente y nuestros pacientes ven avanzar su deterioro, presentan crecientes dolores óseos cada vez más difíciles de controlar y, si bien la progresión local es menos frecuente, cuando ésta ocurre es motivo de complicaciones igualmente angustiantes. Hasta el momento, la terapia paliativa de los síntomas que debemos prever es la mejor alternativa para la calidad de vida de los pacientes hormonorrefractarios. Pero no podemos ignorar que algunas manipulaciones hormonales logran en muchos pacientes mejorías temporarias (habitualmente de pocos meses) y estamos éticamente obligados a conocerlas e intentarlas. En este sentido, el hallazgo de mejorías clínicas y de laboratorio obtenidas a partir de la supresión del antiandrógeno utilizado en el bloqueo hormonal completo ha merecido numerosas publicaciones en la última década. La causa de este síndrome no está claramente determinada, habiéndose elaborado teorías acerca de posibles cambios en la sensibilidad celular modificada luego de largos períodos de exposición a un antiandrógeno.8 La respuesta de supresión ya había sido descripta con el tamoxifeno en el cáncer mamario.14 Pese al concepto de antiandrógeno puro, el síndrome de supresión de la flutamida también se ha relacionado con la aparición de un efecto agonista hormonal.11 La ciproterona es un antiandrógeno esteroideo que comenzó a ser utilizada en el tratamiento del cáncer prostático en 1965.15 A partir de los trabajos de Labrie, los antiandrógenos puros, en particular flutamida, fueron aceptados por numerosos autores, desarrollándose entre otros la bicalutamida, con menores efectos secundarios en el sistema digestivo que la flutamida. La crítica de Labrie2 a los antiandrógenos hormonales es una posible acción agonista parcial en el interior de la célula prostática frente a una superioridad teórica de los antiandrógenos puros en la búsqueda de un bloqueo hormonal completo. El síndrome de supresión del antiandrógeno debería entonces ser más acentuado con la ciproterona, pero también habría lugar para la acción de otro antiandrógeno. Nuestra investigación, comparando las respuestas a la sustitución de ciproterona por un antiandrógeno puro con la supresión simple, intenta ser un aporte en la comprensión de la etapa hormonorrefractaria del cáncer de próstata. Adicionalmente, nuestro trabajo continúa con la eliminación de bicalutamida ante la progresión en los pacientes que continuaron en esa línea, y el agregado de bicalutamida en pacientes en progresión tratados con el agonista LHRH solo. Los resultados serán informados en posteriores comunicaciones. CONCLUSIONES El síndrome de supresión del antiandrógeno en pacientes hormonorrefractarios se puede observar en pacientes tratados con el antiandrógeno hormonal ciproterona. También observamos respuestas positivas cuando reemplazamos la ciproterona por bicalutamida. Ambas respuestas positivas se presentaron en pacientes con puntaje de Gleason menor de 8 y en aquéllos que habían Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 tenido respuestas duraderas a la primera línea de terapia hormonal, por lo que las dos variantes de segunda línea pudieron permitir una mejoría temporaria en pacientes hormonorrefractarios. Los pacientes con Gleason mayor de 8 o que han tenido respuestas breves al bloqueo hormonal con agonistas LHRH más ciproterona, no parecen responder a estas manipulaciones hormonales. BIBLIOGRAFÍA 1. Huggins, Ch.; Hodges, C.: Studies on prostatic cancer. The effect of castration of estrogen and on androgen injection on serum-phosphatases in metastatic carcinoma of the prostate. Cancer Res., 1: 293-297; 1941. 2. Labrie, F.; Dupont, A.; Bélanger, A.: New hormonal therapy in prostatic combined treatment with an LHRH agonist and an antiandrogen. Clin. Invest. Med., 5: 267, 1982. 3. Turina, E.: Adenocarcinoma de próstata. Estadio D2. 130 pacientes tratados con castración química más flutamida. Rev. Arg. Urol., 54, Vol. 2: 30-35, 1988. 4. Luthy, I.; Begin, D.; Labrie, F.: Androgenic activity of synthetic progestins and spironolactone in androgensensitive mouse mammary carcinoma (Shionogy) cells in culture. J. Steroid. Biochem., 31: 61, 1988. 5. Kelly, K.; Scher, H.: Prostate specific antigen decline after antiandrogen withdrawal: the flutamide withdrawal syndrome. J. Urol., 149: 607-609,1993. 6. Nich, P.: Withdrawal phenomenon with the antiandrogen Casodex. J. Urol., 153: 1070-1073, 1995. 7. Huan, S.; Gerridzen, R.; Yau, J.: Antiandrogen withdrawal syndrome with nilutamide. Urology, 49 (4): 632-634, 1997. 8. Schellhammer, P.; Venner, P.; Haas, G.: Prostate specific antigen decreases after withdrawal of antiandrogen therapy with bicalutamide or flutamide in patients receiving combined androgen blockade. J. Urol., 157: 1731-1735, 1997. 9. Caldiroli, M.; Cova, V.; Lovisolo, J.: Antiandrogen withdrawal in the treatment of hormone-relapsed prostate cancer: single institutional experience. Eur. Urol., 39, Suppl. 2: 6-10, 2001. 10. Morote Robles, J.; Lorente Garín, J.; Encabo, G.: El síndrome de supresión del antiandrógeno en pacientes con cáncer de próstata hormonorrefractario. Actas Urol. Españolas, 22 (8): 661-665,1998. 11. Dupont, A.; Gómez, J.; Cusan, L.: Response to flutamide withdrawal in advanced prostate cancer in progression under combination therapy. J. Urol., 150: 908-913, 1993. 12. Sella, A.; Flex D.; Sulkes, A.: Antiandrogen withdrawal syndrome with cyproterone acetate. Urology, 52 (6): 10911093, 1998. 13. Turina, E.: Tratamiento del cáncer avanzado de próstata. 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Otros autores estiman que entre el 3 y el 5% de las personas que viven en E.U.A, tendrá un episodio de cólico renal relacionado con litiasis en algún momento de su vida.3 C UA D R O C L Í N I C O En su presentación típica, el cólico renal es un cuadro de comienzo abrupto, de dolor intenso y creciente en la zona del flanco y lumbar, con irradiación hacia la zona inguinal y genital. A medida que el cálculo desciende el dolor tiende a ubicarse en el abdomen y flanco. Cuando el lito se impacta en el uréter el dolor puede localizarse en un punto determinado del abdomen. Si el cálculo ureteral se encuentra cercano a la unión ureterovesical aparecen síntomas irritativos como: polaquiuria, urgencia y disuria. La presencia de hematuria, macro o microscópica ocurre en la mayoría de pacientes que presentan un cólico renal, y asociada con el cuadro clínico casi certifica el diagnóstico, pero su ausencia no lo descarta.4-5 La hematuria no está presente entre el 10-30% de pacientes.6,7 Un factor importante para su hallazgo es el intervalo entre el comienzo del dolor agudo y la recolección de muestra de orina. En un estudio retrospectivo sobre más de 450 casos con diagnóstico tomográfico de litiasis ureteral durante el episodio agudo, la hematuria se presentó en el 95% en el día 1 y en el 65 al 68% en los días 3 y 4.6 La asociación de náuseas y vómitos es frecuente debido a que el plexo celíaco inerva a los riñones y estómago, y no es raro encontrar íleo regional.8 Como signos físicos: • • • • Médico de planta del Servicio de Urología del Hospital Universitario Austral, Pilar, Prov. de Buenos Aires, Argentina. [email protected] 172 Falta de posición antálgica. Taquicardia. La puñopercusión puede ser positiva Hipersensibilidad especialmente en el sitio de dolor. Fisiopatológicamente luego de la obstrucción se produce aumento de la presión intraluminal y del flujo renal en la primera fase, a continuación el flujo se estabiliza y persiste el incremento de la presión basal.9 Finalmente en la tercera fase, desciende tanto la presión como el flujo, por vasoconstricción preglomerular.10 Si esta obstrucción permanece por más de 4 semanas producirá un daño irreversible en el riñón . ETIOLO GÍA El 80% de las litiasis son cálcicas, la mayoría compuestas por oxalato de Calcio, menos frecuentemente por fosfato de calcio, fosfato amónico magnésico y ácido úrico (radiolúcidos) Menos aún la litiasis por cistina, xantinas e indinavir, esta última es la única litiasis radiolúcida para la TAC helicoidal sin contraste. D I AG N Ó S T I C O D I F E R E N C I A L 1. Abdomen agudo • Apendicitis • Diverticulitis • Embarazo ectópico • Quiste anexial complicado 2. Obstrucción intestinal 3. Cólico biliar 4. Pancreatitis aguda 5. Aneurisma de aorta abdominal 6. Ulcera gastroduodenal 7. Embolia aguda de arteria renal 8. Contractura muscular/patología de columna lumbosacra. D I AG N Ó S T I C O Siempre es importante para el diagnóstico en primer lugar la sospecha clínica. La evaluación inicial debe incluir los siguientes estudios complementarios: sedimento urinario, con eventual urocultivo, Rx simple de Arbol Urinario(RxAU), y una Ecografía renal. El sedimento de orina: No sólo sirve para confirmar la sospecha diagnóstica por la presencia de microhematuria, sino además para descartar infección. Urograma Excretor(UE): Tiene alta sensiblidad y especificidad en el diagnóstico de litiasis, pero requiere preparación previa y la utilización de medio de contraste EV. Ha sido el procedimiento de elección hasta la llegada de la Tomografía Helicoidal sin contraste. Sigue actualmente en nuestro medio como estudio de importancia, por: costos bajos y familiaridad con la interpretación por parte del especialista. T.A.C helicoidal sin contraste de abdomen y pelvis: Constituye en la actualidad quizás el procedimiento diagnóstico de elección en el cólico renal. Varios estudios prospectivos, randomizados demostraron, comparativamente con el UE, diferencias significativas de sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de litiasis, con índices de 96% y 100% para la TAC y de 87% y 94% para el UE. 4,12,13,14,15 Además tiene la ventaja de ser más rápida, menos riesgosa (por no requerir contraste) y menos costosa (en algunos países) y permite también descartar otras patologías asociadas.16 También ofrece la posibilidad de efectuar una reconstrucción tridimensional para obtener una imagen completa del recorrido ureteral, por ejemplo. (UroTAC) Sin embargo, no mostró diferencias en la determinación de las medidas de los litos radioopacos entre 2 y 13 mm, respecto de la Rx simple., teniendo esta última la ventaja de ser más barata , recibir menor índice de radiación y ser de mayor utilidad para el seguimiento. 17 Otros autores demostraron que el uso de 2 modalidades de imágenes como la Rx AU y la Eco combinadas mejoran la precisión diagnóstica, aportando resultados comparables a la TAC sola.18 En nuestro país la diferencia de costos entre la TAC y el UE actualmente es elevada, con valores que oscilan entre los 400 a 900 $ para la TAC , y desde 100 a 250 $ para el UE., por lo que su uso rutinario debería seleccionarse para casos determinados. El futuro nos indicará si se confirma como nuevo gold standard. T R ATA M I E N T O Rx simple de Arbol urinario (RxAU): Brinda información rápida sobre la presencia de imágenes radioopacas compatibles con litiasis; en contra: que los litos radiolúcidos, o pequeños o superpuestos con estructuras óseas se perderán. Objetivo: 1. Calmar el dolor. 2. Detectar la necesidad de Intervención Urgente. 3. Tratamiento de la litiasis. Ecografía: Es el procedimiento de elección en aquellos pacientes que deben evitar los Rx como las embarazadas. Es muy sensible en el diagnóstico de obstrucción y puede detectar litos radiolúcidos; sin embargo, se ve limitada para el diagnóstico de litiasis ureteral.11 Control del dolor: El dolor asociado con cólico renal ha sido tradicionalmente manejado con narcóticos. Sin embargo, los AINE (antiinflamatorios no esteroideos) y los inhibidores de la COX2, brindan buena analgesia por bloqueo Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 173 TAC s/c. Las 3 fotos pertenecen al mismo paciente. En la Foto 1 se observan signos de uronefrosis izquierda. En la Foto 2 se aprecia la presencia de un lito en el uréter pelviano izquierdo, con el “rim sign”o signo del reborde característico. En la Foto 3 se realizó una reconstrucción tridimensional donde se puede observar la dilatación ureteropiélica, proximal al cálculo y la ubicación exacta en el plano frontal. Foto 1 en la vasodilatación de la arteriola aferente, con lo cual reducen la diuresis, edema y el estímulo del músculo liso ureteral.19,20 Por otro lado, los AINE en pacientes con enfermedad renal preexistente pueden interferir en la autorregulación que se produce durante la obstrucción e inducir falla renal aguda. Las drogas más utilizadas que han demostrado efectividad son: AINE Ketorolac: dosis: 30-60 mg inicial EV o IM, luego 15 mg/6 hs. No más de 5 días Diclofenac: dosis: 50 mg/8-12 hs VO o 75 mg IM c/12 hs. Narcóticos Morfina: dosis: 0,1 mg/kg IM o EV c/4hs. Meperidina: dosis: 1 mg/kg IM c/3-4 hs. Foto 2 Foto 3 174 En un estudio comparativo, doble ciego, randomizado se demostró que el ketorolac EV logró un mejor control del dolor que el uso de meperidina.20 Varios estudios prospectivos, randomizados utilizando nifedipina 30 mg/d más un corticoide demostraron un eficaz control del dolor con un aumento significativo en la eliminación espontánea de los litos ureterales, respecto del grupo control.21,22 El empleo de medidas complementarias, como calor local, para atenuar el dolor o disminuir el requerimiento de analgésicos ha demostrado ser de utilidad en el estudio de Kober y cols.23 Intervención Urológica Urgente En pacientes con: Urosepsis; Insuficiencia renal aguda; Anuria; Dolor refractario al tratamiento, náuseas o vómitos persistentes; Monorreno o Riñón transplantado con signos de obstrucción severa, la conducta será la desobstrucción a través de la colocación de un catéter Doble J o por medio de una nefrostomía percutánea. No se encontró diferencia entre ambos procedimientos en la rapidez de recuperación luego de realizado, por lo que la elección se ajustará a las características individuales del caso y la preferencia del cirujano.24 Tratamiento electivo de la litiasis La mayoría de pacientes que presentan un episodio de cólico renal podrán ser tratados en forma ambulatoria y conservadora. Para determinar la conducta posterior es importante valorar el tamaño, características radiológicas y ubicación del lito. La posibilidad de eliminación espontánea dependerá de estos datos. En un estudio prospectivo, sobre 75 pacientes con litiasis ureteral, el tiempo promedio para la eliminación fue de 8 días para los de hasta 2 mm, de 12 días, para los de 2-4 mm y de 22 días para los de 4-6 mm. 25 Los litos de hasta 6 mm tienen un 50% de posibilidad de pasaje espontáneo, pero los de más de 6 mm, menos del 2%, por lo tanto no tiene lugar el manejo conservador. Las opciones de tratamiento para los cálculos no viables varían desde: la Litotricia extracorpórea (ESWL), litotricia ureteral endoscópica, Nefrolitotricia Percutánea, Pielolitotomía abierta y laparoscópica y ureterolitotomía abierta y laparoscópica. Cada uno de estos procedimientos con una indicación precisa y no es motivo de análisis en profundidad en este capítulo. CONCLUSIÓN El cólico renal es un problema frecuente en las Salas de Emergencia. Su sospecha clínica debe acompañarse por los estudios complementarios adecuados (sedimento urinario, Rx AU, Eco) La TAC helicoidal sin contraste es el estudio diagnóstico de elección, aunque su uso debe seleccionarse, ya que los costos en nuestro medio aún son elevados. La evaluación debe permitir reconocer los casos de alto riesgo en los que está indicada una intervención urgente. El manejo conservador en la litiasis ureteral dependerá de la viabilidad del cálculo. La ESWL es el procedimiento de elección para la mayoría de cálculos renales y del uréter superior. La litotricia ureteral endoscópica, en cambio, lo es para la litiasis del uréter pelviano. BIBLIOGRAFÍA 1. Kreutzer, E.R.; Folkert VW.: Etiologic diagnosis of renal calculus disease. Curr Opin Nephrol Hypertens 1993; 2: 949. 2. Sierakowsky, R. y col.: The frequency of urolithiasis in hospital discharge diagnosis in the United States. Invest Urol 1978; 15 :438-441. 3. Stewart, C.: Nephrolithiasis. Emerg Med Clin North Am 1988; 6: 617. 4. Teichman, J.M.: Clinical practice. Acute renal colic from ureteral calculus. N Engl J Med 2004; 350: 684. 5. Bove, P. y col.: Reexamininng the value of hematuria testing in patients with acute flanc pain. J Urol 1999; 162: 685. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 6. Kobayashi,T. y col.: Impact of date of onseton the abscense of hematuria in patients with acute renal colic. J Urol 2003; 170: 1093. 7. 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J Urol 1999; 162: 688. 175 TÉCNICA QUIRÚRGICA SURGICAL TECHNIQUE Técnica de colocación del Esfínter Urinario Artificial (EUA) en el cuello vesical Technique of location of Artificial Urinary Sphincter in the bladder neck Dr. José R. Castera ✃ Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez, Buenos Aires, Argentina 176 Resumen: Como es bien sabido, el EUA puede ser colocado en la uretra bulbar o en el cuello vesical. Esta última ubicación se utiliza en mujeres y en niños varones que aún no tienen desarrollo prostático. Para prevenir la infección protésica tomamos las siguientes medidas: Cefalosporinas de 3º generación 1 hora antes del procedimiento, lavado de la zona operatoria durante 5’ con jabón de Iodopovidona, utilización de campos plásticos, transparentes y autoadhesivos (Steril-Drape); instilación reiterada de una solución antibiótica en la zona operatoria y mantenimiento de la limpieza en los guantes (sobre todo al manejar los elementos protésicos). En lo posible, tratamos de no dejar ningún drenaje. La disección del cuello vesical es el paso quirúrgico más delicado puesto que existen posibilidades de lesionar la uretra, vagina o recto. Existen varias estrategias para evitar estas lesiones: abrir la vejiga para observar el pasaje de la pinza de Harrington de rama larga (doble utilidad) por la cara posterior del cuello, realizar una endoscopia intraoperatoria, colocar un dedo en la vagina o el recto, disecar la cara posterior de la vejiga hasta llegar al cuello, etc. Nosotros comenzamos la disección con vejiga cerrada y, de existir alguna dificultad para el pasaje de la“doble utilidad”, no dudamos en abrir la vejiga. Si se produjera alguna lesión en la uretra, la misma puede repararse y proseguir con la cirugía, siempre y cuando la lesión no sea muy extensa. La vagina debe ser preparada con lavados de Iodopovidona en el caso de mujeres adultas, de forma tal que, si se produjera alguna lesión, ésta pueda repararse y proseguir con la cirugía. En las niñas, a las que no podemos realizarle preparación vaginal, una lesión de la misma nos imposibilita de colocar el EUA. El llenado del sistema protésico debe realizarse con meticulosidad para evitar, sobre todo, la presencia de aire en su interior, lo que puede producir dificultades en el pasaje del líquido. El líquido utilizado es contraste yodado con la dilución que corresponda para ser isotónico con el plasma (existen listas de varios productos con sus correspondientes diluciones) o en su defecto: solución fisiológica. El balón se llena con 22 cc de líquido. La bomba es purgada colocando sus tubos conectores bajo líquido y ejerciendo presión digital sobre la misma las veces que sean necesarias para eliminar las burbujas. Al manguito oclusor se le extrae todo el aire de su interior instilando una pequeña cantidad de líquido y aspirando el aire; luego se la vacía y se clampean sus tubos. Todos los tubos conectores deben ser clampeados utilizando pinzas protegidas con silastic o PVC. Al terminar la operación el EUA queda desactivado y abierto y se lo activa recién después de los 45 días. El paciente queda con sonda vesical de 3 a 7 días, dependiendo de la apertura o no de vejiga y de las posibles lesiones uretrales. Figura 1. Disección del cuello vesical con apertura de la fascia endopélvica. Figura 2. Liberación de la cara posterior del cuello vesical. La apertura vesical permite visualizar la correcta ubicación del esfínter artificial, distal al trígono sobre el cuello. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 177 ✃ Figura 3. Medición del cuello vesical. Figura 4. Manguito oclusor en cuello vesical (la traba de seguridad evita los puntos de fijación) Figura 5. Colocación del balón en el laterovesical, con puntos de Vycril se intenta evitar la movilización del mismo. Figura 6. Pasaje de tubos conectores a través de la aponeurosis utilizando pasadores curvos para realizar la conexión a nivel subcutáneo. 178 Figura 7. Posterior a la dilatación del trayecto subcutáneo con bujías (en este caso hacia escroto, en mujeres hacia labio mayor), se coloca la bomba de control. Figura 8. Instante previo a la conexión del sistema evitando la presencia de aire en el mismo. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Figura 9. Conexión de tubos mediante conectores rápidos (puede eventualmente realizarse con suturas no reabsorbibles). 179 Figura 10. Vista final del sistema con todos los conectores. 180 COMUNICACIÓN DE CASOS CASE REPORT Linfedema crónico genital. Plástica reconstructiva Genital chronic lymphedema. Reconstructive plastics Dres. Chéliz G.M.J.;1 I NTRODUCCIÓN Belinki J.; El linfedema crónico genital es una patología poco frecuente, que afecta a distintos grupos etarios, tanto en varones como en mujeres, dependiendo de la etiopatogenia en juego. El compromiso estético del pene y mecánico de la función sexual son frecuentes, y su resolución quirúrgica la opción terapéutica más efectiva. Los objetivos de esta comunicación son: Kogan D.; Marraco G*; Rey H.M.; Fredotovich N. 1. Describir la técnica reconstructiva empleada 2. Presentar los resultados obtenidos en el mediano plazo 3. Revisar la literatura indexada disponible acerca del tema expuesto. CASO CLÍNICO a. Historia clínica: Se trata de una varón de 19 años de edad portador de un linfedema penoescrotal crónico de 14 años de evolución por lo cual consulta. Las erecciones estaban presentes, pero el resultado era inadecuado para la penetración por el tamaño del linfedema. Presentaba como antecedente relevante un procedimiento quirúrgico peneano a los 4 años de edad, presumiblemente hipospadias, de cuya historia clínica detallada no poseemos registro. Al año del postoperatorio comienza el desarrollo del linfedema. Al examen físico el edema englobaba ambos muslos (asimétrico a predominio izquierdo), pene y escroto, pero respetaba la base de este último. El edema genital presentaba deformaciones evidentes de la piel penoescrotal, no así la de miembros inferiores. Se observaba una cicatriz quirúrgica ventral mediopeneana hipertrófica (Figura 1). No se palpaban adenomegalias inguinales, axilares o supraclaviculares. No se registraron adenomegalias en la TAC abdominopelviana, derrame pleural en la radiografía torácica y el laboratorio básico era normal. División Urología - Hospital Durand Buenos Aires, Argentina 1 [email protected] * División Anatomía Patológica Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 b. Resolución quirúrgica: Se resecó la piel y el dartos penoescrotal, respetando un pequeño segmento desprovisto de edema en la base del escroto. Se observaba claramente el compromiso cutáneo y del plano fascial superficial, en contraste con la base del escroto y ambos muslos donde la arquitectura cutánea se encontraba respetada (Figura 2). La indemnidad de la fascia de Buck era evidente y no se observaba hidrocele. Debido a que el edema de ambos miembros inferiores no comprometía la estructura cutánea, se eligió un segmento de la cara anterior del muslo izquierdo como lecho donante de un injerto de piel parcial, tomado con navaja, de 15 x 8 cm. El mismo se modeló de acuerdo con el lecho peneano y el escroto se reconstruyó aprovechando la indemnidad de la base del mismo (Figuras 3, 4 y 5). c. Histopatología: Se observó hipertrofia e hipoplasia de los linfáticos del dartos penoes- 181 Figura 1 (izquierda) Linfedema penoescrotal. Se observa ventromedialmente una cicatriz quirúrgica hipertrofia de una cirugia previa. Figura 2 (derecha) Detalle del linfedema escrotal. La base del mismo se encuentra respetada (por debajo de la línea). crotal y áreas de edema, fibrosis y hialinizacion. Estos hallazgos son característicos del linfedema precoz primario de larga data. d. Evolución: Al décimo octavo mes de postoperatorio no se evidenció recurrencia del linfedema, con erecciones normales adecuadas para la penetración sin curvatura peneana. DISCUSIÓN El linfedema genital se divide según su etiología en primario y secundario. Cuando se presenta en el recién nacido se denomina linfedema congénito y comprende casos esporádicos y hereditarios.El linfedema congénito hereditario comprende el 15% de los casos observados.1-2 En su forma autonómica dominante se denomina enfermedad de Milroy. Cuando se presenta en la pubertad se denomina linfedema precoz, en su forma esporádica. La forma hereditaria puberal se denomina enfermedad de Meig, siendo su forma de transmisión autonómica dominante con expresión variable. El 80% de los casos congénitos se presentan durante la pubertad siendo más frecuente en las niñas alrededor de la menarca.1 El linfedema congénito que se observa en el adulto se deno- mina linfedema tardío. El compromiso genital exclusivo suele acompañarse de edema en miembros inferiores, simétrico o asimétrico e incluso comprometer territorios alejados como la pleura. En todos los casos la histopatología y la clínica son definitorios de la etiología. La radioterapia o algún procedimiento quirúrgico genital suelen ser las causas más frecuentes del linfedema secundario.3 El mismo se divide según su etiología en: neoplásico, infeccioso, granulomatoso, reactivo, asociado con disbalances del medio interno e idiopático. Los neoplásicos suelen asociarse con adenomegalias, siendo los tumores pelvianos o el linforma el hallazgo más frecuente. Los agentes etiológicos de los linfedemas infecciosos parasitarios suelen ser la Wuchureria bancrofti, Brugia Malawi o timori.4 Las bacterias en juego más frecuentemente son: estreptococos, Mycobacterium tuberculosis, treponema pálido, clamidia y la lepra.5 En cualquiera de estos casos la infección asociada de las glándulas apócrinas suelen ser causa de hidradenitis supurativa. La sarcoidosis, la artritis reumatoidea y la enfermedad de Crohn6 pueden asociarse con linfedema genital. Los linfedemas secundarios reactivos se asocian con trauma romo, quemaduras genitales, radioterapia, trombosis venosa profunda y con el edema angioneurótico escrotal. Figura 3 (izquierda) Injerto de piel parcial fijado al lecho peneano. Figura 4 (derecha) Reconstrucción del escroto con la base del mismo que no presentaba edema. 182 Figura 5. Décimo octavo mes de postoperatorio. Los hallazgos histológicos son característicos. Se observan dilataciones de los capilares linfáticos rodeadas de endotelio denominadas vesículas, comprimen la epidermis. Estas dilataciones linfáticas confluyen en las capas subcutáneas y forman cisternas que están rodeadas de tejido muscular, cuya contracción favorece la dilatación de las vesículas superficiales. En el caso particular del linfedema primario los capilares linfáticos pueden ser aplásicos, hipoplásico (lo más frecuente) o hiperplásicos.7 Estos hallazgos histológicos avalan la conducta resectiva de los tejidos afectados. La observación es una opción en casos leves sin deformaciones cutáneas evidentes. Cuando el tratamiento etiológico no es una opción, o cuando la secuela del mismo es el linfedema crónico, el tratamiento quirúrgico es el adecuado. Básicamente hay 3 opciones: 1) resección de piel y dartos subyacente sin8 o con9 conservación parcial de escroto si éste estuviera parcialmente sano, 2) resección del dartos con conservación de la piel10 y 3) colgajos perigenitales.11 Las linfangioplastias han arrojado a la fecha resultados desalentadores.12 Seguramente la técnica de primera elección es la reseccion de la piel y del dartos. El injerto de piel parcial empleado en estos casos depende de la fascia de Buck para su supervivencia, cuyo territorio linfático es distinto y drena en los ganglios retroperitoneales. No es infrecuente, como sucede en este caso, que la base del escroto esté respetada pudiendo utilizarse para reconstruir la bolsa escrotal.9 La conservación del escroto sano disminuye la extensión del lecho donante. La contracción, eventualidad a tener en cuenta en todo injerto, suele ser más frecuente en la zona escrotal que en la peneana. La utilización de un injerto en malla es una opción en el escroto debido a la probable contracción y al hecho de que no cumple ningún papel mecánico durante la penetración, no así en el pene de un paciente sexualmente activo. En este último caso a lo sumo algunas pocas incisiones, destinadas al drenaje de Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 edema o sangre, pueden emplearse. Si el paciente no es sexualmente activo, el injerto en malla, es una opción a considerar. La técnica descripta por Feins,10 con conservación de la piel genital, requiere la indemnidad de la piel que sólo se presenta en linfedemas pequeños y recientes. La recidiva del mismo en estos casos es una posibilidad que se justifica por la prescindencia de injertos empleados luego de una reseccion cutánea. Los colgajos de piel perigenitales son adecuados para reconstruir el escroto, pero insatisfactorios desde el punto de vista cosmético y mecánico (por su grosor) para emplearlos sobre el pene, lo cual limita su empleo. Por último, lo interesante de este caso, es la asociación de dos factores etiológicos distintos, el linfedema precoz con su patrón histológico característico y la presencia de cirugía peneana previa, que en algunos casos es un factor determinante, y en este caso tal vez haya coadyuvado la aparición del edema precoz que habitualmente se observa durante la pubertad y no durante la niñez como en este caso en particular. BIBLIOGRAFÍA 1. Smeltzer, D. M., Stickler, G. B. y Schirger, A.: Primary lymphedema in children and adolescents: a follow-up study and review. Pediatrics, 76: 206, 1985. 2. Kinmonth, J. B., Taylor, G. W., Tracy, G. D. y Marsh, J. D.: Primary lymphoedema. Clinical and lymphangiographic studies of a series of 107 patients in which the lower limbs were affected. Br J Surg, 45: 1, 1957. 3. Enzinger, F. M. y Weiss, S. W.: Tumors of lymph vessels. En: Soft Tissue Tumors, 3rd ed. Philadelphia: Mosby, chapt. 26, p. 683, 1995. 4. Dandapat, M. C., Mohapatro, S. K. y Patro, S. 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Esta entidad también ha sido descripta con otros términos como tumor miofibroblástico atípico,1 tumor fibromixoide atípico,2 granuloma de células plasmáticas,3 proliferación pseudosarcomatosa miofibroblástica4 y fascitis nodular.5 Nosotros reportamos un caso destacando su dificultad diagnóstica. Rozanec, J.; Nolazco, A. CASO CLÍNICO Paciente masculino de 53 años con antecedentes de hipertensión arterial, hernia hiatal, accidente cerebrovascular isquémico, ex tabaquista y apendicectomizado. Se presenta a la consulta con síndrome febril de 20 días de evolución, de naturaleza vespertina, con registros de 38°C. El examen físico no demostró alteraciones patológicas. El laboratorio presentaba un hematócrito de 37%, recuento de glóbulos blancos 12.600 por mm3, velocidad de eritrosedimentación 114 mm la 1ra. hora, urea 76 mg/dl, fosfatasa alcalina 317 mU/ml, PSA 0,94 ng/ml, orina completa normal, hemocultivo y urocultivo negativos. La ecografía abdominal reveló una masa hipoecoica de 86 mm de diámetro que deformaba el borde externo del riñón izquierdo (Figura 1). La tomografía axial computada demostró una formación que remplazaba el polo inferior renal izquierdo, de 85 Servicio de Urología. Hospital Británico. Buenos Aires. Argentina Salirrosas Michael Perdriel 74 CP 1280 Teléfono 43096400 [email protected] 184 Figura 1. Ecografía renal. Masa hipoecoica que deforma el borde externo del riñón izquierdo. Figura 2. TAC de Abdomen : Masa renal izquierda con engrosamiento de su pared y centro hipoecoico con compromiso de la grasa perirrenal y engrosamiento de la fascia perirrenal anterior y lateral. Figura 3. Formación tumoral renal que compromete el colon izquierdo. mm de diámetro máximo, con pared gruesa y regular de centro hipodenso con compromiso de la grasa perirrenal y marcado engrosamiento de la fascia perirrenal anterior y lateral. Este estudio no reveló adenopatías retroperitoneales (Figura 2). La radiografía de tórax y el centellograma óseo fueron normales. El paciente es intervenido quirúrgicamente con la sospecha de una lesión primitiva renal. El abordaje efectuado fue anterior, incisión subcostal izquierda, encontrando en el intraoperatorio una masa duro pétrea que contacta con mesocolon izquierdo y 3ra. porción de duodeno. Se realizó una nefrectomía radical más hemicolectomía izquierda (Figura 3) con anastomosis término-terminal. Se efectuó una biopsia por congelación de adenopatía lateroaórtico que se informó como negativo para neoplasia. El informe anatomopatológico reveló pieza de nefrectomía de 18 x 14 x 12 cm con formación tumoral amarillenta pardusca de bordes indefinidos que compromete la grasa perirrenal, el mesocolon y la pared colónica. El tumor desplaza la pelvis renal con cavitación central (Figura 4). El examen microscópico demostró proliferación de células ahusadas con escasa atipía nuclear y aisladas mitosis acompañadas de numerosos linfocitos, plasmocitos, polimorfonucleares, eosinófilos y mastocitos (Figura 5). El tumor infiltra el tejido adiposo y la cápsula renal sin compromiso parenquimatoso (Figura 6). La inmunomarcación con anticuerpos monoclonales estuvo presente para actina, vimentina y CD 68, resultando negativa para citoqueratina AE1, AE3, CD 34 y HMB. El diagnóstico definitivo informó pseudotumor inflamatorio. Figura 4. Formación tumoral en polo inferior renal que presenta cavitación central. Figura 5. Proliferación de células miofibroblásticas. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 185 es común la marcación con citiqueratina y antígeno epitelial de membrana (EMA) y son negativos para mioglobina y proteína S-100. En el diagnóstico diferencial debe descartarse el tumor fibroso solitario, el fibrohistiocitoma, el leiomioma, el fibrosarcoma, el carcinoma sarcomatoide y el angiomiolipoma.12 Existen en la literatura casos reportados con respuesta favorable al tratamiento médico basado en corticoesteroides;8,13 sin embargo, la dificultad en el diagnóstico preoperatorio de esta patología que incluye la presencia de un carcinoma renal inclina a realizar un tratamiento quirúrgico. Figura 6. Invasión del colon por células miofibroblásticas. DISCUSIÓN El pseudotumor inflamatorio es una enfermedad rara, de etiología desconocida. El órgano más frecuentemente afectado es el pulmón, aunque existe una gran variedad de localizaciones extrapulmonares.5 El tracto genitourinario, la vejiga y la próstata son los sitios más comúnmente comprometidos, mientras la localización renal es más rara.6 La forma de presentación es muy inespecífica pudiendo presentar masa renal, lumbalgia, hematuria, infección urinaria,7 falla renal8 y fiebre como en nuestro caso. Es una enfermedad que ocurre en hombres jóvenes, con una media de 35 años.5,9,10 Los estudios por imágenes no permiten realizar diagnóstico diferencial con el carcinoma de células renales, lo que constituye un problema preoperatorio importante. Generalmente manifiestan un comportamiento benigno, aunque existen reportados recurrencia local y metástasis.11 De igual forma es importante destacar que el comportamiento inflamatorio puede ser localmente invasor de órganos vecinos, como en nuestro caso. La característica histológica del pseudotumor inflamatorio es una proliferación miofibroblástica de células ahusadas e infiltración inflamatoria de células plasmáticas, linfocitos, neutrófilos y eosinófilos. La atipía citológica es mínima o leve y la necrosis sólo se encuentra en la superficie ulcerada. Los test inmunohistoquímicos revelan que las células se marcan fuertemente para vimentina y varios marcadores musculares, incluyendo actina y desmina. No 186 BIBLIOGRAFÍA 1. Forrest JB, King GS, Pittman GR.: An atypical myobibroblastic tumor of the bladder resembling a sarcoma. J Okla State Med Assoc 81: 222, 1988. 2. Gousset JF, Coindre JM, Merlio JP y col.: An adult atypical fibromixoid tumor of the urinary bladder. Tumori 75: 79, 1989. 3. Jufe R, Molinolo AA, Feffer SA, y col.: Plasma cell granuloma of the bladder: a case report. J Urol 131: 1175, 1984. 4. Alborez Saavedra J, Manivel JC, Essenreid H, y col. 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Esta complicación, no detectada en principio, fue el motivo de la necesidad de efectuar repetidas intervenciones quirúrgicas para poder controlar la hemorragia y estabilizar a la paciente. Lo poco usual de la complicación, su severidad, y la radicalidad del tratamiento que fue necesario efectuar, justifican la presentación de este caso clínico. Magallanes, J.;*** Carricaburu, P.**** CASO CLÍNICO * Médico Urólogo ** Cirujano General *** Jefe de Terapia Intensiva **** Jefe de Clínica Médica Centro Médico Talar. Talar de Pacheco, Prov. de Buenos Aires, Argentina Dirección Postal: Casilla de Correo 285 - (1629) Sucursal Pilar, Bs. As., Argentina Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 Una paciente de 45 años, sin antecedentes familiares, personales ni de enfermedad actual de relevancia, es hospitalizada por dolor tipo cólico en la región lumbar izquierda, e infección urinaria refractaria al tratamiento antibiótico. El examen clínico, así como los complementarios de rutina, no señalaron datos significativos, salvo que la puño-percusión y la palpación abdominal profunda del lado izquierdo eran muy sensibles y que el dolor se intensificaba en los días que siguieron a la internación. La ecografía renal señaló un agrandamiento del riñón izquierdo con zonas hipoecoicas en su interior, y la TAC con contraste informó: pielonefritis xantogranulomatosa renal izquierda (Figura 1). Estando los exámenes de laboratorio y la evaluación clínica y cardiológica dentro de los parámetros normales, se decidió efectuar una lumbotomía exploradora izquierda que reveló que el riñón estaba moderadamente aumentado de tamaño y tenía abundantes quistes abscedados en su superficie; la pelvis renal dilatada y con un lito de más o menos 1 cm de diámetro en su interior. Debido a que tanto la inspección como la palpación del riñón hacían presumir que era funcionalmente inviable, pareció razonable efectuar la nefrectomía, aun sin poder certificar la existencia de un tumor. El examen histológico reveló que se trataba de una pielonefritis tuberculosa; aunque no fue posible determinar la presencia de bacilos ácido-alcohol resistentes. La evolución inmediata fue favorable. Los cultivos de orina desarrollaron colonias de Klebsiella, sólo sensibles al imipenem, por lo que se comenzó el tratamiento con este fármaco. Cuando se dispuso del diagnóstico de pielonefritis tuberculosa no se pudo comenzar con el tratamiento tuberculostático debido a que en el intervalo había surgido una alteración del hepatograma que lo contraindicaba. Una leve hematuria se presentó en el undécimo día del postoperatorio, que persistió luego del lavado vesical con sonda de triple vía. El control ecográfico mostró una 187 colección en la zona de la nefrectomía, de aproximadamente 153 x 72 x 70 mm y la TAC reveló que se trataba de un hematoma retroperitoneal desde la región paravesical hasta la lodge renal izquierda, conteniendo varias opacificaciones de diferente densidad (Figuras 2 y 3). Si bien se planificó tratar de descubrir la causa y evacuar el gran hematoma en forma electiva, una descompensación hemodinámica brusca de la paciente (hematócrito 22%), obligó a efectuar la reexploración quirúrgica (lumbotomía) de emergencia. En este acto exploratorio no se detectaron puntos de sangrado activo, pero sí una gran cantidad de coágulos de distinto grado de evolución, que fueron evacuados y se colocaron tubos para drenaje del retroperitoneo. La hematuria leve se mantuvo sin cambios hasta que súbitamente aumentó la cantidad de coágulos evacuados por la sonda y produjeron el bloqueo de la misma, lo que originó un gran globo vesical. Se decide entonces efectuar una laparotomía infraumbilical, de emergencia, para explorar la vejiga. Evacuados los coágulos endovesicales, se comprueba la existencia de una úlcera de 5 cm de diámetro que perfora la cara lateral derecha de la vejiga. Se efectúa entonces una cistectomía parcial, cuya sutura resulta muy dificultosa por la fragilidad de la pared vesical. El patólogo informó que se trataba de una cistitis aguda hemorrágica. Al cuarto día de esta operación, se produce una nueva y profusa hematuria con descompensación hemodinámica, por lo cual, luego de corregida ésta con reposición de la volemia, se procede a la reapertura de la laparotomía para explorar la vejiga reparada. Se comprueba ahora un abundante sangrado en napa de las paredes de la vejiga y gran hematoma perivesical. Como la hemostasia resulta imposible y la fragilidad de la pared vesical es extrema, se procede a efectuar la cistectomía total con ureterostomía cutánea derecha. Setenta y dos horas más tarde se repite el cuadro hemorrágico que se manifiesta ahora con síntomas de abdomen agudo y descompensación hemodinámica brusca. Luego de compensar esta última con los procedimientos habituales, se procede a la reexploración a través de una laparotomía supra e infraumbilical. En este acto quirúrgico se retiran gran cantidad de coágulos, pero no se puede detectar el origen del sangrado. Se procedió entonces a efectuar la ligadura bilateral de las arterias hipogástricas. Esta conducta finalmente logra estabilizar hemodinámicamente a la paciente pero, como era de esperarse luego de tanta manipulación quirúrgica, se presentaron (por primera vez) signos de sepsis, y para su tratamiento se consideró necesario explorar dos colecciones residuales (sospechosamente purulentas), una retroperitoneal y otra en la lodge vesical. Tanto la exploración lumbar por lumbotomía, como la de la región vesical por laparotomía infraumbilical demostraron coágulos muy bien organizados y evolucionados (pero no purulentos) de modo que, bien drenados, se prefirió no removerlos. Figura 1 Figura 2 188 Los repetidos estudios hematológicos mostraban cifras que no hacían presumir alteraciones de los mecanismos de la coagulación. El cuadro séptico mejoró francamente con la antibioticoterapia, aunque se mantuvieron positivos los cultivos de orina. El esquema de tuberculostáticos fue: etambutol 1.200 mg/día; isoniacida 600 mg/día; pirazinamida 1.500 mg/día; y estreptomicina 1.000 mg/día. Sin embargo, la administración de estos medicamentos fue intermitente debido a manifestaciones de intolerancia. Finalmente, la paciente pudo ser dada de alta a los 57 días de su primera operación, y continúa con el seguimiento clínico de su patología de base. DISCUSIÓN Dos aspectos diferentes del caso que presentamos parecen ser suficientemente extraordinarios como para justificar su discusión. Por un lado, la gran ulceración de la pared vesical como probable complicación de una tuberculosis renal no definitivamente comprobada o de una sepsis de curso solapado. Por el otro, la formidable sucesión de complicaciones que obligaron a efectuar seis operaciones quirúrgicas de gran envergadura con la Figura 3 Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 intención de controlar la hemorragia y lograr la estabilización de la paciente. La interpretación patogénica de la tuberculosis renal cambió desde que en 1962 Medlar (citado por C. Conde Redondo y col.)1, sugirió que no se trataba de una manifestación secundaria de la tuberculosis pulmonar, sino de una verdadera localización metastásica de la enfermedad, debido a que la infección del riñón se producía por vía sanguínea, cuando factores intercurrentes (enfermedades debilitantes, tumores, traumatismos, etc.) favorecían la colonización del Bacilo de Koch. El riesgo de compromiso urogenital en pacientes con tuberculosis pulmonar conocida es del 8 al 10%; y la frecuencia de esta localización, según dos series de autopsias examinadas (de 1928 a 1949 y de 1967 a 1989), fue de 0,6% en varones, y 0,9% en mujeres.2 Anatomopatológicamente, la lesión renal se caracteriza por un granuloma formado por un núcleo caseoso rodeado de células epitelioides y células gigantes multinucleares y periféricamente linfocitos dispuestos en empalizada.1 Sorprende en nuestro caso tanto la falta de antecedentes clínicos de infección tuberculosa previa, como que la anatomía patológica correspondiera a una tuberculosis renal sin la comprobación bacteriológica del Bacilo de Koch.1,2 También es sorprendente que la úlcera de la pared vesical pudiera ser una complicación de la tuberculosis a pesar de que una erosión o úlcera de la pared vesical ocurrió en el 9,1% de los casos informados por Shapiro y Viter.3 No hemos encontrado en la literatura otra referencia a estas circunstancias. En cambio, la infección por gérmenes distintos al Bacilo de Koch, podría ser invocada como causal de una ulceración vesical con algo más de probabilidad. Dos mecanismos diferentes tendrían potencialmente la capacidad de contaminar la pared vesical y alterarla de tal modo como para que se ulcere. Por un lado nos preguntamos si una infección urinaria crónica por Klebsiella pneumoniæ podría ser comparable con una infección por Pseudomonas, que produjeron múltiples microulceraciones de la pared vesical en el trabajo experimental de Montgomerie y colaboradores.4 Por otro lado, si la sepsis como tal o mediante un shock séptico podría tener capacidad ulcerogénica de la mucosa vesical tal como la tiene en la mucosa gastroduodenal.5,6,7 No tenemos respuesta para estas dos preguntas y tampoco la tenemos para justificar el atribuirle responsabilidad en la ulceración de la vejiga a la tuberculosis por la ausencia tanto de Bacilos de Koch como de imágenes histológicas específicas de esta patología en vejiga extirpada. Lo cierto es que la patología original fue una pielone- 189 fritis tuberculosa de acuerdo con el estudio anatomopatológico, aunque sin correspondencia bacteriológica. Y el diagnóstico histológico de la complicación vesical fue cistitis aguda hemorrágica sin signos de especificidad inflamatoria, aunque repetidos urocultivos demostraron gran cantidad de colonias de Klebsiella pneumoniæ.7 No hay en la historia clínica elementos claros (a pesar de algunos episodios de hipertermia) para suponer que los repetidos cuadros de inestabilidad hemodinámica puedan haberse debido a sepsis generalizada. Por el contrario, todo, salvo los estudios de coagulación, sugiere una diátesis hemorrágica. Decimos esto fundados en la persistente hematuria y en los sucesivos hematomas postoperatorios aparecidos a pesar de la meticulosidad de la hemostasia por un lado, y en la necesidad de recurrir a maniobras heroicas para controlar la profusa hemorragia en napa, que complicó cada uno de los actos quirúrgicos que siguieron a la nefrectomía. Analizando retrospectiva y críticamente los hallazgos de la exploración quirúrgica del hematoma retroperitoneal que sucedió a la nefrectomía8,9 (ausencia de sangrado activo en la región, pero gran hematoma en distintos momentos evolutivos), pensamos ahora que hubiéramos debido sospechar que el sangrado provenía de una zona alejada con acceso directo y fácil al retroperitoneo. Esto quedó demostrado cuando nos vimos obligados a explorar la vejiga debido al globo vesical originado por una obstrucción de la sonda por coágulos. Estos coágulos, una vez retirados, permitieron descubrir la úlcera de la pared vesical que se interpretó como la fuente del sangrado; por eso pareció razonable la cistectomía parcial en el convencimiento de que con eso se eliminaría la hemorragia. No pensamos que las dificultades para reparar la pérdida de sustancia vesical debido a la fragilidad de la pared podrían sugerir la posibilidad de que se reprodujera la hemorragia. Pero esto efectivamente sucedió, obligando a una nueva reexploración, donde se comprobó que el sangrado, aunque no muy profuso, provenía de toda la pared vesical y esta circunstancia naturalmente impedía intentar una hemostasia de la pared vesical con probabilidad de éxito. De modo, que se decidió la cistectomía total. Nos equivocamos nuevamente al pensar que ya habíamos eliminado la posibilidad de un nuevo sangrado, porque a las 72 horas la descompensación hemodinámica obligó a una nueva reexploración. En este acto no pudimos determinar de donde provenía un sangrado tan importante; esto indujo a efectuar la ligadura bilateral de las arterias hipogástricas. Así, finalmente se logró estabilizar hemodinámicamente a la paciente de forma definitiva. 190 Al intentar explicarnos la razón por la cual los episodios de descompensación hemodinámica se repetían con intervalos bastante regulares, evaluamos dos posibilidades: a. que la paciente sufría algún problema hematológico que se corregía temporariamente con las transfusiones, y b. que la hemorragia en napa se reproducía muy lenta pero persistentemente, de modo que era imposible visualizar zonas de sangrado franco durante las exploraciones, pero en los días sucesivos se extravasaba una cantidad suficiente como para desencadenar la descompensación. Como los exámenes hematológicos no determinaron diatesis hemorrágica alguna, pensamos que la segunda posibilidad era la más probable; aunque no tenemos explicación para la hemorragia en napa de todos los tejidos vesicales y perivesicales, que cedió totalmente con el recurso heroico de la ligadura bilateral de las arterias hipogástricas. Finalmente, no podemos descartar que se tratara de dos patologías diferentes que coincidieron en el tiempo, y no que una haya sido complicación de la otra. La magnitud de la patología renal y la frecuencia de la infección urinaria recurrente en la mujer nos hizo, seguramente, perder de vista la posibilidad de la concomitancia de una patología vesical severa. Es probable que una cistoscopia cuando comenzó la hematuria hubiera descubierto la úlcera vesical y llamado la atención sobre la patología del resto de la pared vesical. Lo que no podemos asegurar es que se hubiera logrado por vía endoscópica efectuar una hemostasia suficiente como para prevenir los repetidos episodios de descompensación hemodinámica causados por la hemorragia vesical. El no haber previsto cultivar la pared vesical nos privó de tener información sobre la posibilidad de que el compromiso bacteriológico fuera responsable de la lesión. Parecería de buena práctica efectuar el estudio cistoscópico y biopsia endovesical de rutina, cuando se sospecha la posibilidad de tuberculosis renal.3 BIBLIOGRAFÍA 1. Conde Redondo, C.; Estebanez Zárraga, A.; Rodríguez Torres, y col.: Tuberculosis y cáncer renal. Actas Urológicas Españolas, 1999; 617-620. 2. Feeney, D.; Quesada, E.; Sirbasku, D., y col.: Transitional cell carcinoma in a tuberculous kidney: case report and review of the literature. J. of Urology, vol. 151, 989-991, 1994. 3. Shapiro, A. L.; Viter, V. I.: Cystoscopy and endovesical biopsy in renal tuberculosis. Urol. Nephrol., (Mosk) 1989, (1): 12-15. 4. Montgomerie, J. Z.; Morrow, J. W.; Howard, E. B.: Urinary tract infection after infection of pseudomonas into bladder. Urology, 1981; 17 (5): 454-456. 5. Felig, D. M.; Carafa, C. J.; Stress ulcers of the stomach. Gastrointest. Endosc., 2000; 51 (5): 596. 6. Le Gall, J. R.; Mignon, F. C.; Rapin, M.; Redjemi, M.; Harari, A.; Bader, J. P.; Soussy, C. J. Acute gastroduodenal lesions related to severe sepsis. Surg. Gynecol. Obstet., 1976; 142 (3): 377-380. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 191 Comentario de trabajos Tumor seeding in urological laparoscopy: an international survey S. Micali; A, Celia, P, Bove, S. de Stefani; y col. J. Urol. Vol 171, 2151-2154, Junio 2004 Introducción: Durante los últimos 10 años la laparoscopía ha sido aplicada para tratar la mayoría de las patología urológicas incluida las malignas. Ha existido preocupación acerca de la diseminación peritoneal y las metástasis en los sitios de inserción de los trocares. Hemos realizado una revisión para estimar la incidencia de estos situaciones. Materiales y Métodos: Un total de 50 departamentos de urología internacionales con expertos en cirugía urológica laparoscópica fueron contactados para este estudio. Cada uno de estos sitios fue consultado para completar un formulario de dos páginas relacionado al volumen de procedimientos urológicos laparoscópicos y la ocurrencia de metástasis en los sitios de inserción de los trocares. Resultados: Fueron elegidos 19 centros participantes. Un total de 18.750 procedimientos laparoscópicos fueron realizados, de los cuales 10.912 fueron debidos a cáncer. Estos incluían 2604 nefrectomía radicales, 559 nefroureterectomías, 555 nefrectomía parciales, 27 ureterectomías parciales, 3665 prostatectomías radicales, 1869 linfadadenectomías pelvianas, 479 linfadenectomías retroperitoneales, 336 adrenalectomías y 108 procedimientos registrados como otros. La siembra tumoral se reportó en 13 casos (0,1%), incluyendo 3 nefroureterectomías por carcinoma de células transicionales, 4 nefrectomías (carcinoma de células transicionales incidental), 4 adrenalectomías por metástasis, 1 linfadenectomía retroperitoneal por cáncer testicular y 1 linfanectomía pélvica por cáncer de pene. Los implantes en los sitios de inserción de los trocares ocurrió en 10 casos (0,09%) y las siembras peritoneales en 3 casos (0,03%). Conclusión: La incidencia de implantes tumorales luego de la cirugía laparoscópica oncológica es rara y no parece mayor que la que ha sido históricamente reportada en cirugía abierta. El implante tumoral parece estar más comúnmente relacionado con la remoción de tumores de alto grado y desviación de los principios de cirugía oncológica. C O M E N TA R I O La importancia del trabajo publicado en The Journal of Urology de Junio por los Departamentos de Urología de la Universidad de Modena y el Johns Hopkins University reside en que constituye el primer relevamiento multicéntrico internacional de datos a cerca de la incidencia de implante tumoral en cirugía laparoscópica urológica. Para develar tal objetivo, se enviaron vía e-mail encuestas a 50 centros internacionales con práctica laparoscópica en urología, de ellos 20 contestaron los formularios pertinentes, sumando un total de 10.912 procedimientos oncológicos sobre los que se efectuó el análisis estadístico. Ocho centros reportaron diseminación tumoral sumando un total de 13 casos en casi 11.000 pacientes, lo que constituye en este universo una incidencia global del 0,1%. En el desglose de datos, los autores mencionan que la mayor incidencia se había producido en adrenalectomías y en cáncer transicional de vía excretora G2 y G3. 192 En cuanto al carcinoma renal la publicación hace mención de casos reportados de recidiva tumoral e implantes de tumor asociado a la práctica de morcelado, sin embargo esto no ha ocurrido en los más de 3.000 procedimientos relevados en este estudio por esta patología (2.604 nefrectomías radicales y 555 parciales). Finalmente los autores concluyen mencionando a la biología celular, la técnica del cirujano y la forma de extracción del espécimen como los factores más importantes en el desarrollo de implantes tumorales. En síntesis, las características de este trabajo transforman a esta publicación en un valioso e inédito aporte, por lo que estoy convencido que la misma será en adelante una cita bibliográfica permanente en trabajos relacionados con laparoscopia oncológica en nuestra especialidad. Dr. Alberto Jurado Médico del Servicio de Urología del Hospital Italiano A single immediate postoperative instillation of chemotherapy decreases the risk of recurrence in patients with stage Ta T1 bladder cancer: A meta analysis of published results of randomized clinical trials Richard J. Silvestre, Willem Oosterlinck and Adrian P. M. van der Meijden. The Journal of Urology. Vol. 171, 2186-2190, June 2004. Centro de Datos de la Organización Europea para la Investigación del Tratamiento del Cancer, Bruselas, Belgica. Objetivo: Determinar si una instilación postoperatoria inmediata de quimioterapia tras una reseccion transuretral (RTU) reduce el riesgo de recurrencia en pacientes con cancer de vejiga tanto en estadios Ta-T1 ya sean únicos o múltiples en forma conjunta y separada. Materiales y Métodos: Se realizó un meta-análisis de los estudios clínicos randomizados comparando la RTU como único procedimiento, contra la RTU mas la instilación postoperatoria inmediata de quimioterapia. Resultados: Nuestro estudio incluyo a 7 protocolos randomizados realizados sobre un total de 1476 pacientes con información sobre recurrencia. Con un seguimiento medio de 3,4, y un máximo de 14,5 años, de los pacientes que recibieron una dosis postoperatoria inmediata de epirrubicina, mitomicina C, thiotepa o pirarrubicina, 728 en total, presentaron recurrencia 267 pacientes (36,7%) contra 362 sobre 748 (48,4%) de aquellos que fueron tratados únicamente con RTU, lo cual marca una disminución de la recurrencia con el tratamiento quimioterápico del 39% (0,61, p<0,0001). Se vieron beneficiados tanto los pacientes con un tumor único (0,61) como los pacientes con tumores múltiples (0,44). Sin embargo los pacientes con múltiples tumores vesicales presentaron una recurrencia del 65,2% en contraste con el 35,8% de los pacientes con tumor único, mostrando que una única dosis de quimioterapia es insuficiente en el tratamiento de los pacientes con tumores múltiples. Conclusiones: Una única instilación de quimioterapia intravesical disminuye en forma significativa el riesgo de recurrencia después de una RTU en pacientes con cancer de vejiga estadios Ta-T1 único o múltiples. Es el tratamiento de elección en los pacientes con un tumor vesical papilar único de bajo grado y es recomendado como el tratamiento después de una RTU en pacientes con tumores de alto riesgo. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 193 C O M E N TA R I O Los autores evalúan en este metaanálisis si la instilación inmediata de una sola dosis de un quimioterápico intravesical luego de la resección endoscópica transuretral de tumores transicionales de vejiga (RTUV) Ta T1 sin CIS disminuye la incidencias de recidivas. Basados en la hipótesis que gran parte de las recaídas iniciales se producen por implantes en zonas de la vejiga durante la resección o por la persistencia de tumor en dicho procedimiento evaluaron todos los estudios randomizados que compararan la instilación inmediata de un quimioterápico intravesical luego de la RTUV con la RTUV como tratamiento único. Debido a que el tiempo de instilación fue variable se tuvieron en cuenta los trabajos donde se realizó la instilación dentro de las 24 hs de la resección. Se valoraron diferentes quimioterápicos, epirrubicina, mitomicina C, thiotepa y pirarubicina. Se incluyeron pacientes con tumores primarios o recurrentes, estadios Ta y T1, únicos o múltiples, y todos los grados. Siete trabajos cumplieron los requisitos de inclusión con un total de 1.476 pacientes evaluables, 748 (50,7%) en el grupo de RTUV y 728 (49,3%) en el grupo de RTUV más una instilación de quimioterapia intravesical. La recurrencia se observó en 629 pacientes (42,6%), 362 pacientes (48,4%) con RTUV sola y 267 pacientes (36,7%) en el grupo RTUV más instilación. Estos resultados representan una disminución del 39% de los rangos de recurrencia (OR 0,61, 95% CI p<0,0001). No se encontró diferencia significativa en el único estudio con thiotepa. (p=0,03) Este metaanálisis demuestra claramente que el riesgo de una recurrencia en este grupo de pacientes disminuye en forma significativa tanto en tumores únicos como múltiples, aunque en estos últimos casos la incidencia de recurrencia es mayor, de 111 pacientes con tumores múltiples recurrieron el 74,8%, 81,5% en RTUV sola y 65,2% con quimioterapia (OR 0,44, 95% CI p = 0,06), por lo que se infiere que una instilación inmediata sería un tratamiento insuficiente. Los efectos adversos fueron síntomas vesicales irritativos transitorios en el 10% de los casos. La toxicidad sistémica fue extremadamente rara. En 2 estudios se presentó reacción alérgica en 1% a 3%. Si bien no presentaron complicaciones importantes se recalca que no debe instilarse el quimioterápico si existiera sospecha de perforación de vejiga o en resecciones extensas. En ninguna parte del análisis se menciona si se producieron calcificaciones en la pared vesical como suele verse en pacientes que recibieron inducción con mitomicina. Los autores no especifican la forma de aplicación y el tiempo de mantenimiento dentro de la vejiga. En nuestro medio pienso que es difícil que sea una práctica rutinaria, ya que en la mayoría de los casos las drogas oncológicas son otorgadas luego del diagnóstico de certeza patológico. Otras veces es complicado por la dificultad de contar con personal calificado para el manejo de drogas oncológicas. Tampoco refiere las complicaciones que se podrían ocasionar en casos de realizar una instilación inmediata en una perforación vesical inadvertida. Si bien el metaanálisis demuestra claramente la disminución de la recurrencia no toma en cuenta los tiempos de recurrencia para poder establecer si con un seguimiento prolongado las recidivas son más tardías en el grupo que recibió la instilación. Tampoco se hace referencia a la progresión a la capa muscular ya que la información acerca de la progresión era muy limitada. El grupo de pacientes grado 3 es escaso correspondiendo al 9,5% del total de pacientes evaluados. No me queda claro a qué se refieren al mencionar que la toxicidad sistémica fue extremadamente rara y cuales serían las complicaciones de la presencia del agente quimioterápico en la cavidad abdominal. Ante estas últimas consideraciones creo que se tienen que tomar ciertas precauciones antes de considerar esta terapéutica como rutinaria en el tratamiento del cáncer superficial de vejiga. Dr. Luis Montes de Oca Centro de Urología CDU 194 Safety and Efficacy of Partial Nephrectomy for all T1 Tumors based on an International Multicenter experience. Jean Jacques Patard, Oleg Shvarts, John S. Lam, y col. J Urol 171, 2181-2185, June 2004 Introducción: Comparamos la sobrevida cáncer específica en pacientes sometidos a nefrectomías radicales y parciales para tumores renales T1N0M0 de acuerdo al tamaño tumoral en una importante serie multicéntrica. Materiales y Métodos: Se realizó un análisis retrospectivo de 1454 pacientes sometidos a nefrectomías radicales y parciales para tumores renales T1N0M0 en 7 centros académicos internacionales. Los datos fueron obtenidos de cada paciente incluyendo estadio TNM (de acuerdo a los criterios TNM 2002), tamaño tumoral, tipo de cirugía (nefrectomía radical versus parcial) y sobrevida cáncer específica. Los eventos de recurrencia fueron registrados cuando estaban disponibles. Resultados: Las nefrectomías radicales y parciales fueron realizadas en 379 (26,1%) y 1075 (73,9%) casos, respectivamente. El seguimiento medio fue de 62.5 meses con un desvío estándar de 51,8 meses. Los datos de recurrencia estaban disponibles en 544 pacientes. No hubo diferencias significativas en las tasas de recurrencia local o a distancia entre los pacientes que fueron sometidos a nefrectomías parciales o totales para tumores T1a o T1b (p=0,5). Para pacientes con tumores T1a, no hubo diferencias significativas en las tasas de mortalidad cáncer específica entre los grupos de nefrectomías parciales (314) y totales (499); (2,2% versus 2,6%, respectivamente, p=0,8). Para pacientes con tumores T1b no hubo además diferencias significativas en la tasa de muertes específicas por cáncer entre los pacientes sometidos a nefrectomías parciales (65) y pacientes sometidos a nefrectomías radicales (576); (6,2 % versus 9%, respectivamente, p=0,6) Conclusiones: La nefrectomía parcial se ha convertido en el gold estándar para tumores renales menores a 4 cm pero este tratamiento es mucho más controversial para tumores mayores de T1. Este estudio multicéntrico amplio sugiere que existe seguridad para expandir las indicaciones de la nefrectomía parcial para incluir pacientes con tumores T1N0M0 mayores a 7 cm. Sin embargo una cuidadosa selección de los pacientes persiste necesaria. A P R E C I AC I Ó N C R Í T I C A Se trata de un estudio de cohortes, primario o de primer nivel, retrospectivo y pronóstico. La fuente es de tipo multicéntrico de reconocidos lugares médicos y es publicado en uno de los Journals de alto impacto de consulta. Los autores respaldados en los datos de este estudio y en la Bibliografía consultada pueden afirmar que la Nefrectomía Parcial es segura y eficaz en el tratamiento de los Cánceres de Riñón (RCC) T1a, o sea aquellos de igual o menor tamaño de 4 cm, con respecto a la Nefrectomía Radical. Esto ya es conocido ser el gold standard actual en este tema. Sin embargo, la cuestión básica que se aborda en el presente estudio es saber si se puede extender esta apreciación a todos los RCC estadio T1 N0 M0, esto es: hasta incluir con igual seguridad y eficacia la Nefrectomía Parcial a aquellos con tamaños entre 4,01 y 7 cm (T1b). El tamaño de la muestra parece adecuado (1.454 pacientes) y todos ellos fueron estratificados en el mismo nivel de evolución de la enfermedad, antes de la cirugía. Un dato no aclarado es si hubo cambios intraoperatorios en el criterio de avanzar con una Nefrectomía Parcial o Radical. Otros aspectos no aclarados en el estudio fueron la Morbi Mortalidad Quirúrgica, la subestratificación tanto de el Porciento de Sobrevida por Cáncer (% Cancer Survival Ratio) según el Grado de Fuhrman, del ECOG Perfomance Status, o de la sintomatología presente al momento del estudio. Este último punto le quita cierta granularidad al momento de la decisión de la estrategia pre operatoria frente a un paciente específico, ya que nos priva de un elemento que el mismo estudio determina es una variable independiente en el pronóstico (el ECOG PerfomanRev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 195 ce Status es otra de las variables independientes). En cuanto al seguimiento el período es apropiado pero llama la atención los desvíos standard (SD) muy amplios. Este punto no es analizado ni aclarado en el estudio, e implica pérdida de seguimientos desde un rango de valor mínimo de 10 meses. Si el seguimiento se interrumpió por fallecimiento del paciente no alteraría la estadística. Por el contrario, una pérdida de seguimiento en un punto tan precoz debería haber llevado a un replanteo final, como por ejemplo un recálculo tipo “peor escenario”. Para poder analizar los Resultados, que en el estudio actual se centran sobre el Porciento de Sobrevida por Cáncer comparando tamaños tumorales (1 a 4 cm vs 4,01 a 7 cm) y tipo de cirugía realizado (Nefrectomía Parcial o Radical), se construyó una tabla global en base a los datos descriptos en el texto o las tablas y gráficos. Sin embargo, algunos datos debieron ser ploteados de los gráficos (Kaplan Meier) dado que su valor exacto no se detalla de otra manera en el trabajo. Si bien esto da cierta inexactitud, es lo mejor disponible dada la situación. Si colocamos los datos en una tabla de 2 x 2, comparando Fallecimientos por Cáncer sobre total expuestos y Tamaño Tumoral, sin discriminar tipo de cirugía realizada se obtiene una p < 0,0001 (diferencia significativa) entre ambos grupos, con un RRI (Incremento del Riesgo Relativo de 3.946 [95% Intervalo de Confianza: 2,06, 6,99], ARI (Incremento Absoluto del Riesgo de 0,097 [0,07, 0,12] y NNH (Número Necesario para Dañar) de 10 [8, 14]. Al realizar el mismo procedimiento, pero discriminando a sólo aquellos que recibieron Nefrectomía Parcial, se obtiene una p 0.5 (diferencia no significativa). El RRI 1.070 [-0,450, 6.796], ARI 0,024 [-0,030, 0,077], y NNH 42 [13, 33]. Igualmente al realizarlo discriminando solamente a aquellos que recibieron Nefrectomía Radical, se obtuvo una p < 0,0001. El RRI 3.998 [1.808 , 7.895], ARI 0.104 [0,073, 0,135] y NNH 10 [7, 14]. Por los motivos señalados previamente no fue posible analizar datos sobre Morbi Mortalidad en este escenario. De la observación de estos análisis surge una llamativa diferencia cuando los Resultados se agrupan en sólo Nefrectomía Parcial vs la suma de los expuestos tanto a Nefrectomía Radical o Parcial, o sólo Nefrectomía Radical. Los mismos autores aclaran en la Discusión de su Trabajo que pudo haber un sesgo de selección hacia los pacientes en mejor estado hacia la Nefrectomía Parcial. El hecho de ser multicéntrico y retrospectivo avalan esta apreciación. Evidentemente el no haber subestratificado Resultados en base a Sintomatología al momento del diagnóstico o ECOG Perfomance Status quita elementos importantes para la decisión práctica del Urólogo frente a un paciente específico con RCC T1b N0 M0. De todos modos, y observando el ARI y NNH discordantes, se podría hablar que en la medida que nuevos aportes agreguen elementos de valoración preoperatoria a la toma de decisiones, podría haber una tendencia en el sentido de que una mejor selección de los pacientes harían a la Nefrectomía Parcial también el gold standart para los RCC T1b N0 M0. Si bien los autores son más taxativos en la parte de Conclusiones del trabajo, esto queda diferentemente reflejado en el Abstract donde en definitiva se afirma que “es necesario de todos modos una cuidadosa selección de los pacientes”. Como consideración final, el presente es un trabajo que merece su lectura y análisis en particular, y que seguramente será continuado de otros con mayor precisión en la subestratificación de pacientes. Dr. Pablo Mingote Policlínico Neuquén BIBLIOGRAFÍA Gordon Guyatt, Drummond Rennie. Users´ Guides to the Medical Literature, a Manual for Evidence-Based Clinical Practice. AMA Press 2002. 196 NOTICIAS DE LA SAU Coordinador: Dr. Pablo Atchabahian ■ Curso de actualización en Urología 2004 A realizarse durante todo el año 2004. Organizado por el Club Urológico del Sur de la Provincia de Buenos Aires. Informes: [email protected] ■ “VII Curso Anual de la Regional Noroeste de la Provincia de Buenos Aires - 2004” A realizarse en distintas localidades de la Provincia de Buenos Aires. Directores: Dres. Cristina González Redondo, Patricio Sarno. e-mail: [email protected]. Tel.: 15 4914-8647. ■ 3º Curso de Post-grado en Urología “Seminarios de Actualización en Urología 2004” Cátedra de Urología, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Rosario. Duración: 30 horas; se dictará los miércoles a partir de las 20:00 hs. Directora del Curso Urología: Prof. Dra. Olga Provenzal. ■ XIV Congreso de la Asociación Argentina de Biología y Medicina Nuclear en su 40 aniversario, VIII Jornadas de la Asociación Argentina de Cardiología Nuclear, Ier Seminario Latinoamericano de nuevas aplicaciones en Medicina Nuclear - PET y Radioinmunoterapia. 12, 13 y 14 de Noviembre. Paseo La Plaza. Buenos Aires. ■ Reunión conjunta entre la Sociedad Argentina de Andrología, con la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo y el Centro de Investigaciones endocrinológicas Sábado 13 de noviembre: Hormona Anti-Mulleriana (AMH), Biología y clínica. S.A.A Tel 4866-1779 ■ “Hands on” de actualización y perfeccionamiento en Cirugía Laparoscópica Urológica A realizarse entre los días 18 y 20 de noviembre de 2004 en el Centro de Entrenamiento e Investigación en Cirugía Laparoscópica y mini-invasiva de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste. ■ I° Simposio Internacional de Endocrinología: Hot Topics Organizado por la Fundación para las enfermedades Endócrino-Metabólicas. A realizarse el día 26 de Noviembre de 2004 en el Sheraton Hotel Buenos Aires. Informes: Cerviño 3375 piso 1 of. 1 y 2 Buenos Aires. Tel. 4804-6669, 4803-7908, 4807-3503, 4806-8004 / 4787-0913 ■ Curso avanzado de incontinencia urinaria en la mujer (CATIUM) 26 y 27 de noviembre Auditorio do DC3. San Pablo. Brasil www.gruponucleo.com.br/catium ■ Simposio Internacional sobre Infecciones de Transmisión Sexual en la mujer embarazada 26 y 27 de Noviembre de 2004 en la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador. Organizado por la Asociación Argentina para el estudio de Infecciones en Ginecología y Obstetricia. Informes: Tel. 4783-3999 [email protected] www.docmedical.com/asalgo Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 XV ■ 1° Curso de Urodinamia Básica Organizado por el Subcomité de Urología Femenina. 17 al 24 de Noviembre a las 20.00 horas en la Sede de la SAU. ■ III Curso de Andrología Fundación Puigvert 1 al 3 de diciembre de 2004 en el Hotel Grand Marina de Barcelona, España. Informes: Secretaría y Comunicación Fundación Puigvert. Cartagena 340-08025- Barcelona Tel. 34 93 416 9732- fax: 34 93 416 9730 mail: [email protected]:// www.fundacio-puigvert.es ■ Congreso Mundial de Medicina en Internet (MEDNET 2004) Se llevará a cabo en la Asociación Medica Argentina los días 5,6 y 7 de diciembre de 2004. www.mednet2004.com.ar ■ XIX Jornadas Nacionales para Médicos Residentes en Urología. A desarrollarse en la ciudad de Mar del Plata los días 9, 10 y 11 de Diciembre. Organizado por el Servicio de Urología del Hospital Privado de Comunidad ■ XXVII Congreso de la Confederación Americana de Urología. XIV Congreso Sociedad Iberoamericana de Urología Pediátrica. XX Congreso de la Sociedad Venezolana de Urología. XVIII Congreso de la Sociedad Dominicana de Urología Del 8 al 13 de Diciembre de 2004, en Punta Cana, República Dominicana. C o n d i c i o n e s p a r a o p t a r a l a c a t e g o r í a d e M i e m b r o Ti t u l a r d e l a S A U Ser miembro Adherente de la Sociedad Argentina de Urología con una antigüedad no menor de cinco años. Acreditar una asistencia mínima a cuatro sesiones científicas en el año o 20 en los últimos 4 años. Haber presentado cinco trabajos a la Sociedad, dos de ellos personales, con la posibilidad de ser reemplazados cada uno de ellos por la actuación del candidato como relator en Congresos, Jornadas o Mesas Redondas por designación de la Sociedad Argentina de Urología o por trabajos realizados en equipo integrado por un miembro que opte a titular, el que deberá comunicarlo con 30 días de anticipación a la Comisión Directiva para que ésta designe un comentador del mismo. El referido trabajo deberá ser leído y defendido por el candidato. Para solicitar su promoción a Miembro Titular, el aspirante presentará una solicitud escrita, acompañando a la misma una relación detallada de antecedentes, títulos y trabajos. A estos efectos se abrirá un período de presentación comprendido entre el 1º y el 30 de septiembre de cada año, en el que se hará conocer a todos los socios titulares. Aprobada la solicitud por la Comisión Directiva, el candidato pasará a ser Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Urología con todos sus derechos y obligaciones, una vez aceptado por la Asamblea General. Asociación Médica Argentina De acuerdo con la tarea encomendada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante la Resolución Nº 669/2002 confiere a dicha Asociación Médica la inscripción de Profesionales Médicos para desempeñarse ante todos los fueros Judiciales como peritos médicos, ante la Justicia Nacional y Federal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. XVI Cuotas sociales atrasadas La Sociedad Argentina de Urología pretende brindar cada vez más y mejores servicios a sus miembros. Para ello, obviamente se requiere contar con los medios económicos necesarios, gran parte de los cuales provienen del pago en término de la cuota social por parte de todos los socios. La morosidad que se registra se debe muchas veces -nos consta- a olvidos involuntarios o a dificultades postales. Por ello, rogamos a todos los que se encuentran en situación de morosidad, que normalicen su situación para que podamos continuar con los servicios de los cuales la remisión gratuita de la revista es un ejemplo. Transcribimos a continuación el texto del artículo 14 de nuestros Estatutos: “Los Miembros, cualesquiera sea su categoría, perderán su condición de tales por: a) Renuncia. b) Cancelación de título. c) Cesantía por falta de pago de una anualidad. Para recuperar la categoría deberán depositar previamente en Tesorería la suma adeudada desde su separación hasta la fecha de reincorporación, al valor actualizado de la cuota social”. Informes: Secretaría S.A.U. 4963-8521/4336/4337 de 12 a 20 horas. e-mail: [email protected] Ta r j e t a s d e c r é d i t o La SAU ha efectuado contrato con las tarjetas de Crédito: Visa, Mastercard y Cabal para facilitar el cobro por débito automático de la cuota societaria respectiva. El asociado que acepte esta forma de pago deberá elevar la autorización correspondiente, además se puede abonar con cheque o giro postal a Sociedad Argentina de Urología. Efectuar transferencia bancaria a nuestra Cuenta Corriente Nº 96.223/74, CBU. 0110012920000096223741, Cuit 30-63697274-2, Sucursal Congreso, a Sociedad Argentina de Urología, enviando fotocopia del depósito por fax a nuestra Secretaría. Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires Por Resolución 2126/02 del Consejo Directivo de la Facultad de Medicina se resuelve la figura de Docente Adscripto. Serán designados aquellos médicos que cursaron y aprobaron la totalidad de los módulos de los cursos de la formación pedagógica en Ciencias de la Salud y que hayan cumplimentado todos los requisitos de la Carrera Docente, aún los que completaron dicha Carrera en planes anteriores de estudios. Los interesados que lo deseen podrán recibir un certificado que acredite su condición de Docente Adscripto, debiendo solicitarlo por nota elevada al Señor Decano, mencionando la Resolución 2126/02 en Mesa de Entradas de la Facultad de Medicina. Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 XVII Premio “Juan Agustín Pagano” Este premio se presenta en forma bienal, años impares; el correspondiente al año 2005 puede presentarse antes del 1º de septiembre de 2005. El mismo versa específicamente sobre el tema: “Cirugía Urológica, en cualquiera de sus modalidades”. Premio “Presidente de la Sociedad Argentina de Urología” Se otorgará este Premio al mejor trabajo presentado en las Reuniones Científicas del año. P r e m i o “ D r. L u i s E . P a g l i e r e ” Este premio se presenta en forma anual, el correspondiente al año 2005 se podrá presentar antes del 1º de septiembre de 2005. Los respectivos reglamentos de estos premios se encuentran a su disposición en la Secretaría de la Sociedad Argentina de Urología. Premio Cooperación Art. 1) La Sociedad Argentina de Urología otorgará en forma bienal (años pares) el “PREMIO COOPERACIÓN” a la mejor presentación (trabajo cooperativo, libro, protocolo, programa educativo, proyecto telemático) desarrollado por un Sub-Comité de especialidades en el bienio concursado. Art. 2) El premio se instituirá en el año que coincida con la finalización del mandato bienal de los respectivos coordinadores de Sub-Comité, siendo el año de inicio el 2004. Art. 3) El premio consistirá en el otorgamiento de los diplomas que acrediten su mérito a cada miembro del Sub-Comité, que a criterio del coordinador, haya participado en el trabajo distinguido. Art. 4) El trabajo o proyecto deberá ser inédito, en el caso de una publicación (libro, pauta, trabajo) realizado en el ámbito de la Sociedad Argentina de Urología, se podrá tener en cuenta el año de su publicación. Art. 5) Los autores deberán ser miembros de la SAU en su totalidad y en cualquiera de sus categorías. Art. 6) Se consideraran inscriptos para concursar a todos los que antes del 1ro. de Diciembre del bienio correspondiente, sean presentados para tal fin a la Secretaria de la SAU, con la entrega de tres originales firmados por el Coordinador del Sub-Comité y su secretario o quienes los reemplacen. XVIII Art. 7) El otorgamiento de premio lo hará un jurado de 3 (tres) miembros que serán el Presidente de la SAU del periodo en el cual se presentaron los trabajos a evaluar, quienes también ejercerá la presidencia del Jurado y los Presidentes correspondientes a los 2 (dos) períodos anteriores. Oficiará como primer Jurado suplente el Director del Comité de Especialidades con cargo vigente al cierre del concurso, y como ulteriores Jurados suplentes los Presidentes precedentes en orden cronológico. Art. 8) El Jurado tendrá un plazo de 60 días a partir de la recepción de los trabajos para expedirse debiendo reunirse por lo menos una vez antes de entregar su dictamen individual con los considerandos que evalúen su fallo. Quedará consagrado el trabajo que hubiera obtenido el dictamen individual favorable de la mayoría, 2 (dos) de los 3 (tres) Jurados. Art. 9) El premio adjudicado será entregado en la Sesión Pública Solemne del cambio de Autoridades de la SAU del año siguiente a su presentación. Art. 10) La Comisión Directiva de la SAU determinará la mejor forma de exponer el trabajo premiado, de acuerdo con su naturaleza y posibilidades (publicación, presentación en sesiones científica, etc.) quedando facultada para resolver cualquier cuestión relativa al premio y no prevista en el presente reglamento. Centro de autorización de medicamentos oncológicos Se recuerda a los colegas urólogos que para los pacientes con cáncer de próstata sólo se autorizarán las recetas de aquellos pacientes con anatomía patológica e informe del médico urólogo con estudios que documenten el estadio o la razón por la que se inicia el bloqueo hormonal. Además, a fin de evitar el rechazo de recetas se solicita que en forma periódica, cada tres meses, se envíe junto con la receta un informe con la evolución del paciente y el PSA. Título de Especialista en Urología. Reglamento Título I Normas para solicitar el Título de Especialista en Urología. Artículo I - Son requisitos indispensables: a) Solicitud de inscripción. b) Presentar el título de médico expedido por una Universidad del país o extranjera, en este caso revalidado por organismo competente o fotocopia autenticada por Escribano o Perito Calígrafo. e) Acreditar condiciones ético-morales mediante el aval de dos Miembros Titulares de la Sociedad Argentina de Urología, que puedan ser consultados por la Comisión Evaluadora. Estos Miembros Titulares, deberán colocar en la solicitud de inscripción: nombre y apellido, domicilio, teléfono y su firma. d) Dedicación a la especialidad. e) Curriculum Vitæ, donde se hará constar preferencialmente sus antecedentes en la especialidad. El Curriculum Vitæ deberá confeccionarse de acuerdo con las pautas del modelo aprobado por la S.A.U. La Comisión Evaluadora, designada por el Comité Argentino de Urólogos, determinará el puntaje obtenido por el postulante conforme a los valores acordados y que estarán a disposición de los candidatos. 1) Postulantes con Residencia Completa cumplida y reconocida por la S.A.U: Certificado debidamente confeccionado de su finalización. 2) Postulantes con Título de Especialista, otorgados por otras Instituciones que tengan convenio de reciprocidad con la Sociedad Argentina de Urología. 3) Postulantes con Residencia Completa cumplida y No reconocida por la S.A.U: Certificado debidamente confeccionado de la residencia cumplida con la firma del Jefe de Servicio, Jefe del Departamento de Docencia e Investigación, si lo hubiere y del Director de la Institución. Deberá acompañar con carácter de Declaración Jurada una reseña de las actividades realizadas durante su residencia, especificando los siguientes puntos: horario semanal, guardias activas o pasivas, horarios de consultorio externo, intervenciones quirúrgicas (variedad y grado de complejidad) asistencia y presentación en Ateneos del Servicio y toda otra información de interés sobre la actividad desarrollada con la firma del postulante y del Jefe de Servicio. 4) Postulantes con cinco años de antigüedad como Concurrentes a un Servicio de la especialidad: certificado con carácter de Declaración Jurada de su concurrencia mínima de cinco años en forma regular y continua a un Servicio de Urología Universitario, Nacional, Municipal, Provincial, de las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Bancario, Privados Reconocidos, de Colectividades, Ferroviario Central, Penitenciario Nacional. Dicho certificado deberá estar firmado por el Jefe de Servicio, el Jefe del Departamento de Docencia e Investigación si lo hubiere y por el Director de la Institución. Deberá acompañar con carácter de Declaración Jurada y firmada por el Postulante y el Jefe de Servicio una reseña de sus actividades desarrolladas durante sus cinco años de concurrencia: horario semanal, guardias activas o pasivas, horarios de consultorio externo, reseña de intervenciones quirúrgicas realizadas (variedad y grado de complejidad) acompañan- Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 XIX do fotocopia de diez protocolos quirúrgicos firmados por el Postulante y el Jefe de Servicio, asistencia y presentación en Ateneos del Servicio y toda otra información de interés sobre la actividad desarrollada. Además deberá presentar un detalle de las características del Servicio de su concurrencia con carácter de Declaración Jurada firmada por el Postulante y Jefe del Servicio: número de camas, número de consultas externas por año, número de intervenciones quirúrgicas anuales, aparatología de la especialidad con que cuenta el Servicio. Toda la documentación antes mencionada deberá obrar en manos del Comité, indefectiblemente, antes de los treinta días de la fecha establecida para la evaluación, para su análisis y aprobación. Título II Artículo 1 - La evaluación se efectuará a los postulantes cuyos requisitos anteriores hayan sido debidamente cumplimentados a juicio del Comité y consistirá en una entrevista y prueba escrita y en caso de duda a juicio del Comité, un examen oral. Artículo 2 - Los resultados serán comunicados por escrito a los postulantes por la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Urología y los mismos serán inapelables. Artículo 3 - Los postulantes podrán solicitar copia del Acta de Examen. Artículo 4 - Los postulantes deberán abonar un arancel que la Sociedad Argentina de Urología establecerá cada año. Artículo 5 - El postulante que no apruebe el examen podrá volver a rendirlo el año siguiente. La Comisión Evaluadora aconsejará a éste las rotaciones por determinadas subespecialidades para completar su formación. Título III Artículo 1 - Se establecen tres categorías de especialistas: Especialista en Urología, Especialista Jerarquizado en Urología y Especialista Consultor en Urología. Para acceder a estos títulos se deberán alcanzar: treinta (30) puntos para el título de Especialista en Urología, cien (100) puntos para el título de Especialista en Urología Jerarquizado y doscientos (200) puntos para el título de Especialista Consultor en Urología, en todos los casos deberán aprobar la evaluación indicada en el artículo 1 del Título II. Artículo 2 - Al cumplir los diez años de su iniciación en la especialidad, el postulante podrá presentarse a una nueva evaluación para obtener el título de Especialista Jerarquizado en Urología, a los veinte años de iniciación en la especialidad podrá presentarse a nueva evaluación para obtener el título de Especialista Consultor en Urología. Artículo 3 - El postulante para obtener el título de Especialista Jerarquizado o Consultor, además de la solicitud deberá presentar un Curriculum Vitæ actualizado, cuyo puntaje será evaluado. Artículo 4 - Los profesores Titulares, Adjuntos, Docentes Autorizados de las Universidades estatales o privadas reconocidas, deberán presentar la solicitud y el Curriculum Vitæ, siendo eximidos del examen evaluatorio. La Comisión Evaluadora determinará la categoría a otorgarse. Artículo 5 - Los Jefes de Servicio de Urología reconocidos por los Ministerios de Salud y Medio Ambiente y/o por la Comisión Evaluadora de la Sociedad Argentina de Urología serán equiparados en sus derechos a lo establecido en el art. 4 precedente. Artículo 6 - El urólogo que posea el título de Especialista otorgado por entidades médicas o Sociedades Científicas que tengan reciprocidad con la Sociedad Argentina de Urología serán equiparados en sus derechos a lo establecido en el art. 4 precedente. Igualmente lo serán quienes posean título otorgado por una Institución reconocida mundialmente. XX Título IV Artículo 1 - La Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Urología fijará las fechas de evaluación. Artículo 22 - La Comisión Evaluadora será designada por el Comité del Colegio Argentino de Urólogos, y contará además con un veedor del Consejo de Certificación de Profesionales Médicos, tal como lo prevee el convenio oportunamente firmado por la Sociedad Argentina de Urología y ese Consejo de Certificación. Artículo 3 - El Comité del Colegio Argentino de Urólogos elevará a la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Urología, los resultados de las evaluaciones correspondientes, para su posterior comunicación a los postulantes. Artículo 4 - La Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Urología elevará a las autoridades del Ministerio de Salud y Ambiente la nómina de los especialistas que hayan aprobado el examen, a los fines de que se les expida la correspondiente certificación. Artículo 5 - La Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Urología elevará al Consejo de Certificación de Profesionales Médicos, auspiciado por la Academia Nacional de Medicina la mencionada nómina de especialistas, a los fines de que se tome nota de la misma. REQUISITOS: Fecha de presentación: hasta el 31 de marzo de 2005. – Curriculum Vitæ confeccionado de acuerdo con el modelo aprobado por la Sociedad Argentina de Urología. – El Curriculum Vitæ debe acompañarse por una copia en diskette alta densidad (3.5”) en formato de Word for Windows (no se aceptarán otros lenguajes). El Curriculum presentado en soporte papel será devuelto una vez finalizada la evaluación. – La fotocopia del Título de Médico deberá estar autenticada por Escribano Público. – No se aceptarán solicitudes que no cumplan estrictamente los requisitos estatutarios. – El formulario correspondiente deberá solicitarse en la Secretaría de la S.A.U. – Recertificación: Se recuerda que debe realizarse cada 5 (cinco años). Si bien la actualización es voluntaria, se recomienda a los señores profesionales cumplir con ella. Los interesados deberán solicitar la recertificación por escrito, avalando su presentación con la firma de dos Socios Titulares de la Sociedad Argentina de Urología y presentando Curriculum Vitæ actualizado con la correspondiente copia en diskette. – El formulario correspondiente deberá solicitarse en la Secretaría de la S.A.U. Forma de presentación Curriculum Vitæ ANTECEDENTES, TÍTULOS Y TRABAJOS PROPUESTA DE ORDENAMIENTO DE LA S.A.U. Índice: IDENTIFICACIÓN: 1) Títulos 2) Actividad Docente Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 DATOS PERSONALES a) Universitarios b) No Universitarios a) Carrera Docente b) Cargos Desempeñados c) Cargos Actuales d) Otros XXI 3) Actividad Asistencial a) Cargos Pregrado b) Cargos Postgrado e) Cargos Actuales d) Otros 4) Cursos de perfeccionamiento a) Asistente b) Relator/Coordinador e) Cargos Administrativos d) Otros 5) Congresos/Jornadas/Simposios a) Asistente b) Relator/Coordinador e) Cargos Administrativos d) Otros 6) Publicaciones a) Libros/Capítulos b) Tesis c) Trabajos d) Otros 7) Sociedades Científicas a) Miembro b) Cargos Desempeñados e) Cargos Actuales d) Otros 8) Premios/Becas/Subsidios 9) Otros elementos de juicio que se consideren valiosos Soporte magnético: diskette alta densidad 3.5” en formato Word for Windows (no se aceptarán otros lenguajes). XXII FICHA DE SUSCRIPCIÓN 2004 4 NÚMEROS ANUALES Revista Argentina de UROLOGIA Exclusivamente para no socios de la SAU Enviar ficha de suscripción a: SOCIEDAD ARGENTINA DE UROLOGÍA Pasaje de la Cárcova 3526, (1172), Buenos Aires, Argentina IMPORTE DE LA SUSCRIPCIÓN ANUAL Argentina $40. Latinoamérica u$s 80. Otros países u$s 100. DIRECCIÓN DE ENVÍO: Nombre y Apellido: ............................................................................................................................ Dirección: ........................................................................Nº: .................... Piso: ............................ Código Postal: ..........................Provincia: .............................................. País ............................ Tel: ..................................................................................Fax: ........................................................ Especialidad: .................................................................................................................................... Departamento: .................................................................................................................................. Hospital: .......................................................................................................................................... FORMA DE PAGO: Cheque Nº: .............................................................. Banco: .................................................. Giro Postal Nº: ............................................................................................................................ ✃ ........................................................................................................................................................ Firma del Titular Rev. Arg. de Urol. · Vol. 69 (3) 2004 XXIII XXIV DOBLAR Remitente: .......................................................................................................................... Dirección: .......................................................................................................................... C.P.: ........................ Ciudad: ............................................................................................ País: .................................................................................................................................... DOBLAR Pasaje de la Cárcova 3526, (1172), Buenos Aires, Argentina SOCIEDAD ARGENTINA DE UROLOGÍA REVISTA ARGENTINA DE UROLOGÍA Sr. Director de la FRANQUEO