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Transcript
NIETZSCHE (1844-1900)
1. CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA.
La época de Nietzsche (1844-1900) es el siglo de la revolución industrial, que se caracterizó
por el aumento considerable de trabajadores asalariados, necesarios para realizar el trabajo
mecanizado de las fábricas. A ello contribuyó la acumulación de riqueza y la aplicación de la
máquina de vapor. Su resultado fue el desarrollo del capitalismo liberal y los movimientos obreros
revolucionarios.
La pequeña burguesía continuó con sus pretensiones de igualdad social y se sumó a las
demandas de derechos políticos y laborales de los trabajadores asalariados.
Alemania se convirtió en una poderosa nación, ya que Bismarck, primer ministro de Prusia,
había conseguido la unificación de sus Estados, primero en la Confederación Alemana del Norte y,
luego, incorporando los del sur. Promulgó una Constitución que establecía un órgano de
representación de los Estados soberanos, aunque el Parlamento no tenía control sobre el gobierno
prusiano. Era un gobierno entre nacionalismo liberal y centralismo político.
Por otra parte, la industrialización del país, la educación y la formación de los funcionarios
contribuyeron a un extraordinario desarrollo económico y a formar un Estado fuerte, frente al cual
algunos pensadores, como Nietzsche, afirmaron el valor absoluto del individuo y su libertad.
El movimiento cultural que más en relación se encuentra con la filosofía de Nietzsche es el
romanticismo, que nació a finales del siglo XVIII. Durante toda su vida Nietzsche quiso desentrañar
el romanticismo y su sentido en la música, pues no aceptaba que su destino fuese sólo el de
despertar los sentimientos desterrando a la razón.
ACTIVIDAD: BUSCAR DATOS BIOGRÁFICOS SOBRE LA VIDA DE NIETZSCHE.
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2. OBRA.
Se pueden distinguir cuatro períodos en el pensamiento de Nietzsche. Las expresiones
empleadas por él mismo dan pie a denominarlos según los cuatro momentos del día:
FILOSOFÍA DE LA NOCHE:
Este primer período se caracteriza por una crítica de la cultura, muy influido por
Schopenhauer y Wagner. La obra fundamental es El nacimiento de la tragedia (1871). Nietzsche
considera entonces el arte como el medio de penetrar en la realidad, en el fondo nocturno de la
existencia. Distingue dos fuerzas antagónicas en la civilización griega: lo apolíneo que se identifica
con la razón y el orden y lo dionisíaco que simboliza la pasión y el caos. En la tragedia griega el
artista afirma el caos originario noche del mundo, lo dionisiaco, mientras que Sócrates y Platón
maximizan la razón y el orden, lo apolíneo, iniciando la decadencia del espíritu griego. De la misma
época son las cuatro Consideraciones intempestivas (1873-1 876), y estudios sobre la filosofía
griega.
FILOSOFÍA DE LA MAÑANA:
Este periodo se caracteriza por la ruptura con Wagner, abandono de la filosofía de
Schopenhauer. Se inspira en Voltaire y adopta una postura “positivista”o”científica para condenar
la metafísica (sobre todo, la platónica), la religión y el arte. La figura es “el hombre libre”. En
Humano, demasiado humano (1878), la lucidez “científica” - en realidad, crítica psicológica- de que
quiere hacer gala Nietzsche le conduce a decir que se trata de una “filosofía de la mañana”. Las
otras dos obras de esta época llevan títulos muy significativos: Aurora y La gaya ciencia.
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FILOSOFÍA DEL MEDIODÍA
Es ahora cuando Nietzsche llega a su máxima altura, cuando su pensamiento alcanza el
“mediodía”: Escribe su obra fundamental, más allá de la cual ya no será capaz de remontarse: Así
habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie (1883-1884). Nietzsche elabora sus grandes
temas: muerte de Dios, nihilismo, eterno retorno y superhombre.
FILOSOFÍA DEL ATARDECER
1886-1888
Nietzsche señala que después del Zaratustra sus obras cambiaron de signo: “Después de
haber quedado resuelta la parte de mi tarea que dice sí, le llegaba el turno a la mitad de la misma
que dice no, que lleva ese no a la práctica”. Ataca directamente a toda la cultura occidental: la
religión, la filosofía y la moral tradicionales. Este período enlaza, pues, con el segundo, por su
intención e incluso por la metodología empleada. Pero es mucho más violento y apasionado. Es
Zaratustra que baja de la altura hacia la profundidad, hacia una civilización que está en su ocaso - el
atardecer-, minada por el nihilismo. La expresión es cada vez más agresiva. La figura es, entonces,
el filósofo “a martillazos” (el que precede al “superhombre”). Las obras son las siguientes: Más allá
del bien y del mal, preludio de una filosofía del futuro (1886), en la que se hace “una crítica de la
modernidad”; La genealogía de la moral, un escrito polémico (1887); Crepúsculo de los ídolos, o
cómo se fi!osofa con el martillo (1889); El Anticristo. Maldición contra el cristianismo (1888;
publicada en 1894), y Ecce Horno. Cómo se llega a ser lo que es (1888; publicada en 1908).
Todavía escribió Nietzsche una gran cantidad de aforismos y fragmentos, publicados bajo el título
de La voluntad de poder.
3. PROYECTO FILOSÓFICO.
Se puede entender la totalidad de la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de
hacer de la vida lo Absoluto. Frente al racionalismo positivista Nietzsche defenderá el vitalismo.
Un vitalismo biológico y no histórico o biográfico como defendía Ortega y Gasset. En ambos casos
es más fundamental la vida que la razón. Para Nietzsche la vida no tiene un fundamento exterior a
ella, tiene valor en sí misma, entendida fundamentalmente en su dimensión biológica, instintiva e
irracional. La vida como creación y destrucción, como ámbito de la alegría y el dolor. Por esta
razón, Nietzsche creyó posible medir el valor de la metafísica, la teoría del conocimiento y la ética a
partir de su afirmación de la vida.
La filosofía de Nietzsche es la más terrible y apasionada crítica a la civilización occidental,
una sociedad enferma, y el más optimista mensaje para el porvenir. La evolución de su pensamiento
nos ha mostrado ya cómo esos dos aspectos de su filosofía - el no crítico y el sí (casi) proféticofueron alternándose en sus obras.
4. TEMÁTICA .
El primer período de la obra de Nietzsche está muy influido por la obra de Shopenhauer y
Wagner, a este último lo consideraba regenerador de la tragedia griega. Y la tragedia para él
representa el complicado e irracional mundo del hombre. En este momento escribe la obra “El
nacimiento de la tragedia”, aquí introduce dos conceptos estéticos: lo apolíneo y lo dionisiaco.
4.1. APOLÍNEO Y DIONISIACO. (TÉRMINO PAU)
En El nacimiento de la tragedia defiende una concepción metafísica del arte: el valor del arte
no está en la mera complacencia subjetiva que provoca en el espectador; es algo más profundo,
puesto que con él una cultura expresa toda una concepción del mundo y de la existencia. Pues bien
el pueblo griego antiguo supo captar las dos dimensiones fundamentales de la realidad, dimensiones
2
que este pueblo expresó de forma mítica con el culto a Apolo y a Dionisos. La auténtica grandeza
griega culmina en la tragedia ática, género artístico con el que consiguieron representar de modo
armónico lo apolíneo y lo dionisíaco de la existencia.
Apolo era el dios de la luz, la claridad y la armonía, frente al mundo de las fuerzas primarias e
instintivas. Representaba también la individuación, el equilibrio, la medida y la forma, la
racionalidad. Frente a lo apolíneo los griegos opusieron lo dionisíaco, representado con la figura del
dios Dionisos, dios del vino y las cosechas, de las fiestas báquicas presididas por el exceso, la
embriaguez, la música y la pasión; con este dios representaban también el mundo de la confusión, la
deformidad, el caos, la noche, el mundo instintivo, la disolución de la individualidad y, en
definitiva, la irracionalidad. La auténtica grandeza del mundo griego arcaico estribaba en no ocultar
esta dimensión de la realidad, en armonizar ambos principios, en considerar incluso que lo
dionisíaco era la auténtica verdad. A través de la tragedia el pueblo griego pudo acceder al fondo
dionisiaco de la existencia, acceder a ese conocimiento fundamental de que “todo es uno” detrás de
las apariencias, de que morir es volver al fondo del que surge la vida. Este conocimiento de la
suprema unidad de todas no concluye con la condena de la vida propuesta por Schopenhauer. Al
contrario, el sentimiento que se desprende de la tragedia griega es una afirmación de la vida, un
asentimiento jubiloso incluso a lo terrible y horrible, a la muerte y la ruina. En la tragedia griega, el
ser, la vida se presenta a sí mismo como un juego, un juego cósmico. Es lo que más tarde Nietzsche
llamará “inocencia del devenir”.
4.2. INOCENCIA DEL DEVENIR (TÉRMINO PAU)
La inocencia del devenir es una concepción del mundo opuesta a toda interpretación moral,
platónica, cristiana. Tanto Sócrates y Platón como el cristianismo juzgaron la existencia como
culpable. En este caso Dionisos ha hallado su verdad múltiple: la inocencia de la pluralidad, la
inocencia del devenir y de lo que es.
Con el inicio de la decadencia occidental, ya con Sócrates y Platón, los griegos intentan
ocultar esta faceta inventándose un mundo de legalidad y racionalidad (un mundo puramente
apolíneo, como el que fomenta el platonismo). Sócrates inaugura el desprecio al mundo de lo
corporal y la fe en la razón, identificando lo dionisíaco con el no ser, con la irrealidad.
Según Nietzsche, la raíz moral ( Nietzsche diría inmoral) que motivó la aparición de la
filosofía platónica fue el temor a la mutación, a la muerte y a la vejez, lo que le llevó a inventarse
un mundo en donde no estén presentes dichas categorías. La filosofía tradicional siempre ha sentido
rechazo al devenir, al carácter cambiante y fluyente de las cosas. Ha defendido, por el contrario, una
realidad que poseyera los caracteres contrarios a los de este mundo cambiante en el que habitamos
como la inmutabilidad, eterna universalidad, etc.
Frente a esta actitud de rechazo al devenir y de minusvaloración del mundo sensible, Nietzsche
afirma la sola existencia del mundo del devenir y de las apariencias, considerando que no existe
más que este mundo, perpetuamente móvil y cambiante, sin que exista ninguna realidad superior a
esta, ni ninguna meta ni estado último que sea la culminación del devenir.
Con la muerte de Dios el devenir de las cosas es siempre inocente. No tiene sentido atribuir
culpa o virtud en el devenir de las cosas. El mundo no es una creación divina. No hay finalidad, no
hay intencionalidad en la naturaleza. No hay pecado, ni virtud. La negación de todos los fines y de
todas las causalidades conduce a la inocencia del ser. Aceptar que el mundo es tal como se nos
aparece y no como a la Razón le gustaría que fuera implica comprender la inocencia del devenir y la
vanidad de las pretensiones humanas de hallar verdades y valores absolutos.
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Así pues, no hay valores objetivos, ni fines, puesto que la vida es caótica e irracional y no hay culpa
ninguna. Todas las acciones son inocentes. Serán los esclavos, los débiles y los cristianos los que
califican las acciones de buenas o malas; los señores, con su voluntad de domino, se sitúan “más
allá del bien y del mal”.
4.3. INTERÉS POR LA CIENCIA Y CRÍTICA.
En esta época se interesa por las ciencias positivas y defiende a los pensadores ilustrados de
espíritu libre. Este periodo está marcado por la crítica a la racionalidad socrática desarrollada luego
por el platonismo y la tradición judeocristiana.
En esta época destacan: Humano demasiado humano, Aurora, y la Gaya ciencia.
Sin embargo Nietzsche más tarde combate el cientificismo, aliado de la metafísica y la
inversión de los valores. Rechaza la supuesta objetividad del conocimiento científico pues este está
influido por intereses y por los rasgos del sujeto. Defiende el relativismo, subjetivismo y
perspectivismo. Llega a decir que las características del sujeto que conoce hacen imposible superar
la propia perspectiva del sujeto.
Rechaza también la existencia de leyes naturales, las leyes son invenciones pues no existen
regularidades. Si creemos en las leyes es porque nos interesa creerlo pues nos hace más soportable
la existencia, para sentirnos más cómodos ante un entorno hostil.
La ciencia se equivoca al destacar exageradamente la importancia de la razón como
instrumento para comprender la realidad; hay otras dimensiones a tener en cuenta como la
imaginación, la apreciación estética, los sentimientos, el instinto etc.
También critica el poder explicativo de las matemáticas, estas no describen nada real, son
invenciones humanas, prescinden de la dimensión cualitativa del mundo, de su riqueza y su
pluralidad.
El origen de la ciencia está en su utilidad, mayor control de la realidad, la previsión y
dominio del mundo natural y es la consecuencia de un sentimiento decadente, en cuanto oculta un
aspecto de la naturaleza, el caos originario del mundo, la dimensión dionisíaca de la existencia.
Nietzsche declara que el mundo es irracional, que la negación de la vida, desprecio del
cuerpo etc. hace que aparezca el nihilismo.
4.4. LA MUERTE DE DIOS.
Dios venía agonizando desde que comenzó a gestarse el imperio de la Razón en el
Renacimiento y la Revolución Científica, pero fue la Ilustración la que precipitó su fallecimiento.
La conmoción teórico- política-vital producida por la Revolución Francesa acortó hasta el mínimo
su agonía.
Murió Dios, pero su hueco quedó repleto de sólidas instituciones que seguían dispensando
Orden y Providencia. Dios era el sentido del mundo, el garante de las instituciones políticas, el
respaldo de la autoridad, el insobornable sancionador -premio y castigo- de la moral, creador,
mantenedor, rescatador de la dignidad del hombre, que sin embargo frente a Él no era nada; Dios
era la posibilidad de un conocimiento organizado, las leyes de la naturaleza y las de la lógica, Todas
estas funciones y otras deberían haberse resquebrajado con la muerte de Dios: ¡el mundo tenía que
haberse derrumbado! la vida tendría que haberse hecho inimaginable! Pero apenas hubo algunas
limitadas convulsiones. Las instituciones tomaron el relevo de su antiguo Dispensador de Sentido y
continuaron funcionando solas sin su respaldo: el Poder, la Lógica, la Física, la Moral, el
Derecho… todo continuó marchando tras la desaparición de Dios. La Ilustración sustituyó a Dios
por la Razón.
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Con esta expresión Nietzsche señala que la creencia en Dios ha muerto (no que Dios ha
existido y después ha muerto). Para Nietzsche la creencia en Dios es una consecuencia de la vida
decadente, de la vida incapaz de aceptar el mundo en su dimensión trágica; la idea de Dios parece
más bien un refugio para los que no pueden aceptar la vida. Aceptar la dimensión trágica significa
aceptar el dolor, la muerte, la angustia ante la libertad…como parte de la vida.
Cuando habla de Dios se refiere al dios de la religión cristiana que representa lo absoluto.
Todo aquello que sirve a los hombres para dar sentido a la vida, pero, que sin embargo se pone
fuera de la vida, es semejante a Dios: la Naturaleza, el Progreso, la Revolución, la Ciencia, tomadas
como realidades absolutas son el análogo a Dios. Cuando Nietzsche dice que Dios ha muerto quiere
indicar que los hombres viven desorientados y es el momento para empezar un nuevo modo de vida.
Como consecuencia de la muerte de Dios, podemos vivir sin lo absoluto, en la “inocencia del
devenir”. De aquí que la muerte sea la condición para la aparición del último hombre, un hombre
decadente, que ha sustituido a Dios por otra cosa, un hombre que no es capaz de despreciarse a sí
mismo y que su vida sin él carece de sentido, pero también la aparición del superhombre, es el
hombre que se opone al último hombre, , el que posee un impulso vital, una voluntad de vida.
Asumir la muerte de Dios implica estar sin brújula, sin valores: el nihilismo.
4.5 EL NIHILISMO. (TÉRMINO PAU)
Esta palabra tiene su origen en el vocablo latino “nihil” que significa “nada”. Podemos
definir el nihilismo en general como la actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia,
o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente. La idea nietzscheana del nihilismo es
compleja:
1. Nihilismo pasivo. Es una consecuencia de la muerte de Dios. Con esta muerte sobreviene la crísis
del sentido y el convencimiento de que la existencia es absolutamente insostenible, vacía. El
“nihilista pasivo” no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si
Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, el
suicidio. Aquél que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que desesperase de la
vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo
ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, ese sería también nihilista. Es el “último hombre”
de Así habló Zaratustra.
2. Nihilismo como decadencia vital: Toda la cultura occidental es nihilista pues dirige toda su
pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los
filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad del mundo que se
ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En Así habló Zaratustra representa Nietzsche este modo
de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las
mayores cargas.
3. Nihilismo activo: es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores
dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido
pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros
radicalmente nuevos (propone la “transmutación de todos los valores”). Este nihilismo es una fase
necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro
con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el
superhombre. En Así habló Zaratustra representa esta figura del espíritu con la metáfora del león
(por su agresividad, su capacidad destructiva).
Este es el momento de la nueva valoración sobre la vida, la esperanza, la gran aurora. Este
tercer momento del nihilismo es recorrido no por la reflexión de la razón sino por algo instintivo, y
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Nietzsche le da un nombre: la Voluntad de poder. Para cambiar los valores hace falta voluntad de
poder.
4.6. VOLUNTAD DE PODER.
Principio básico de la realidad a partir del cual se desarrollan todos los seres. Es la fuerza
primordial que busca mantenerse en el ser, y ser aún más.
Nietzsche entiende que el mundo no es una realidad ordenada sino un caos de fuerzas y lo
explica mediante el enigma de la voluntad de poder.
El enigma de la voluntad de poder tiene dos lecturas posibles: una concepción del mundo
más allá del bien y del mal como una lucha de fuerzas caóticas y desiguales, y una interpretación
del individuo como un eterno conflicto de pasiones.
1. El mundo como lucha de fuerzas.
Todos los cuerpos, todas las realidades que existen son combinaciones de fuerzas en tensión, que se
contraponen, se subyugan y se complementan: unas dominan y otras son dominadas. Esto equivale
a constatar que las fuerzas son desiguales, diferentes: la diferencia entre las fuerzas es el aspecto
intuitivo bajo el que se nos presenta la fuerza.
La ciencia se ha erigido en el medio por excelencia de medir las fuerzas de la naturaleza
pero está guiada por la idea de que universo es un cosmos, un todo ordenado y equilibrado de
fuerzas. Sin embargo, Nietzsche afirma que las fuerzas no conocen el equilibrio, la inmovilidad,
sino que la totalidad del universo es un caos de fuerzas en perpetua lucha.
Múltiple es la realidad del mundo en cuanto tal, y múltiple es el ser del hombre porque éste posee
una pluralidad de impulsos e instintos, cada uno con su perspectiva propia y constante lucha entre
sí.
2. El individuo como lucha de pasiones.
“Vosotros también sois voluntad de poder, en el individuo también se refleja el caos de fuerzas que
es el mundo”.
El poder es precisamente lo que esta da jubilosamente, crece, conquista, crea y, ante todo,
valora. Por eso la voluntad de poder es esencialmente creadora y donadora. Es la condición para
crear nuevos valores, es un impulso vital. En Así habló Zaratustra aparece como una invitación al
amor, a la vida, a la esperanza, a la superación.
La voluntad de poder es algo situado más allá del bien y del mal, algo que necesita valorar y
crear valores, pero que no consiente en quedar encerrado en tales valores puesto que ese algo es
sumamente plural, diverso, cambiante, plástico, contradictorio etc.
4.7. LA VERDAD Y EL DEVENIR.
La realidad en Nietzsche aparece como devenir y perspectiva. Con la voluntad de poder el
mundo cambia, es un proceso.
El devenir no se puede apresar en los conceptos del entendimiento sólo se deja entender
mediante alusiones, con aforismos y metáforas, ya que los conceptos pretenden explicar una
multiplicidad que nunca es igual. Estos no pueden captar el devenir.
Toda verdad por tanto es interpretación (no como la entendía la metafísica tradicional) la
verdad es sólo lo que favorece la vida. “La verdad es aquella clase de error sin la que una
determinada especie de seres vivos no podría vivir. El valor para la vida es lo que decide en última
instancia”
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Para Nietzsche no hay verdades en sí, igual que no hay hechos en sí, sólo hay
perspectivas. La verdad está al servicio de la vida, algo es verdad porque nos interesa, luego se
desenmascara todo intento de esgrimir una verdad desinteresada contra nuestros intereses, nuestras
pasiones, nuestros instintos.
4.8. EL ETERNO RETORNO.
El tema está tomado de la mitología y de los presocráticos, pero aquí apenas tiene sentido
cosmológico. Nietzsche está contra el sentimiento de un tiempo destructor de las potencialidades de
la voluntad de poder (un tiempo lineal judeo-cristiano). Critica la oposición entre pasado y futuro y
aunque critica el tiempo lineal orientado hacia un fin, no por ello propone una concepción cíclica
del tiempo. Dice que sería horrible volver a la repetición de la decadencia, hastío…
No existe la repetición de lo mismo, pues ya no sería lo mismo. Cada instante es único, pero
eterno, ya que en él se encuentra todo el sentido de la existencia. El eterno retorno debe instituirse
por medio de una decisión humana para que cada momento posea todo su sentido.
El resentimiento surge al no aceptar que todo lo que fue, fue porque así lo quisimos.
El eterno retorno supone fidelidad a la tierra (no huida a otro mundo platonismocristianismo) es un sí a la vida y al mundo que pronuncia la voluntad de poder.
Para Nietzsche el devenir del mundo no ocurre de una manera lineal ni cíclica, no hay orden.
Las cosas ocurren porque queremos que ocurran y cuando ponemos todo nuestro deseo en
algo no hay posibilidad de resentimiento. Decimos si a la vida, a la lucha, …Y ponemos
voluntad para que cada momento tenga sentido.
4.9. CRÍTICA A LA TRADICIÓN OCCIDENTAL.
En el último período de su vida sigue las mismas líneas pero con carácter más amargo, más
centrado en la crítica a la moral y la necesidad de transvaloración de todos los valores Y prosigue
con una crítica a la metafísica.
En la obra Más allá del bien y del mal Nietzsche desvela que el objeto de su crítica es la
filosofía dogmática, el platonismo. Platón según Nietzsche vino a instaurar el error dogmático más
duradero y peligroso: el “espíritu puro” y el “bien en sí”. Esto ha significado la negación total de lo
que Nietzsche creyó que era la “verdad” del ser, significa echar abajo el perspectivismo que es la
condición de toda vida.
Esta metafísica que critica se caracteriza por la venganza o el resentimiento contra la vida
que se manifiesta tanto en el pesimismo como en la moral (que se engendraron falsos valores),
como en la ontología (situar la verdadera realidad más allá) y en la epistemología (por pretender
conocer mediante conceptos del entendimiento que sólo pueden captar lo inerte).
4.9.1. CRÍTICA A LA MORAL COMO CONTRANATURALEZA. (TÉRMINO PAU)
Nietzsche se refiere a la moral como “contranaturalaza” aquella moral que se opone a la
vida, que establece leyes o decálogos en contra de los instintos vitales, pues prefiere la inhibición a
la exuberancia.
La moral tradicional (la moral platónico-cristiana) es “antinatural” pues presenta leyes que
van en contra de las tendencias primordiales de la vida, es una moral de resentimiento contra los
instintos y el mundo biológico y natural. Es la moral propia de los débiles de los que rechazan el
cuerpo y sus pasiones de los que afirman la realidad de un mundo superior por cuya consecución
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debemos sacrificarnos en esta vida. La moral occidental está obsesionada por limitar el papel del
cuerpo y la sexualidad. Para ello han inventado las ideas de pecado y libertad. La idea de pecado es
una de las ideas más enfermizas inventadas por la cultura occidental: con ella el sujeto sufre y se
aniquila a partir, sin embargo, de algo ficticio; no existe ningún Dios al que tengamos que rendir
cuentas por nuestra conducta, sin embargo el cristiano se siente culpable ante los ojos de Dios, se
siente observado, cuestionado, valorado por un Dios inexistente, del que incluso espera un castigo.
El cristianismo (y todo el moralismo occidental) tiene necesidad de la noción de libertad: para poder
hacer culpables a las personas es necesario antes hacerlas responsables de sus acciones. De este
modo infectan dice Nietzsche la inocencia del devenir por medio del castigo y de la culpa.
“Si el concepto de Dios ha sido hasta ahora la gran objeción contra la vida, contra la
existencia, nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad ante Dios; de esta forma
redimimos al mundo”
Otro ejemplo de esta moral contranatural estaría la moral socrática donde la racionalidad ha
suplantado a la seguridad de los instintos. La moral socrática implica una voluntad de
autoaniquilación. También le critica su dogmatismo moral, la consideración de los valores morales
como valores objetivos. Los valores los crean las personas, son proyecciones de nuestra
subjetividad, de nuestras pasiones, sentimientos e intereses.
Nietzsche es el gran crítico de la moral antinatural que él identifica con la moral tradicional.
Solía llamarse a sí mismo como el “inmoralista”; pero no porque fuera amoral. Su moral va por
caminos muy diferentes al cristianismo. La exaltación de la vida es su completo desarrollo. Es una
moral sana es la que se guía por valores que dicen “sí” a la vida, las pasiones, lo corporal, lo
instintivo. Es una moral natural la que afirma la sola existencia de esta vida y conduce a vivirla de
forma plena e intensa. La moral sana es la moral del hombre superior.
4.9.2. TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES. (TÉRMINO PAU)
En la obra La genealogía de la moral aborda Nietzsche la crítica de la moral cristiana a
partir del estudio del origen de los valores. (Para ello, emplea el método genealógico, consistente en
una investigación etimológica e histórica de la evolución de los conceptos morales, del bien y del
mal. La génesis de esos valores no es histórica sino hipotética. La distancia que separa el bien del
mal no es real sino ficticia). Los valores son una creación humana, son convencionales y relativos a
las circunstancias y a las personas. Nietzsche considera preciso en su última etapa hacer una
limpieza moral, invertir el proceso histórico usando una Filosofía del martillo.
Nietzsche habla de dos clases de transmutación:
La primera de ellas que da lugar a la moral de esclavos y que surge del resentimiento contra el
hombre superior y consiste en invertir los significados que tenían los conceptos bueno y malo en la
moral de señores. (Así “bueno” que en la moral de señores designaba al hombre noble, pasa a
significar ahora “malvado”, en la moral de esclavos y “malo” que en la moral de señores designaba
al vulgar y plebeyo, se convierte en la moral de esclavos en “bueno”).
Y una segunda transmutación que es la que deberá llevar a cabo el superhombre Con esta
transmutación destruirá la moral de los esclavos propia de la moral occidental, es decir, resentidos
contra la vida y que defienden valores contrarios a los sentidos, al instinto…valores como la
compasión, resignación y obediencia. Con ella reemplaza los viejos valores de la moral cristiana
(heredada de la moral de esclavos) hostiles a la vida…, por valores que resulten de la afirmación de
la vida, de los instintos, de los sentidos, de lo natural en el hombre, liberando así al ser humano de
la mala conciencia y la culpa ante sus propios instintos. El superhombre es quien establece la
moral de señores, después de efectuar la transvaloración de todos los valores. Proponiendo una
moral “sana”.
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4.9.3. CRÍTICA A LA METAFÍSICA. (Este apartado sirve para la comprensión del texto PAU)
La metafísica tradicional se asienta en un error fundamental: la creencia en la antítesis de los
valores. Para justificar una serie de valoraciones, el filósofo, dice Nietzsche inventa un mundo
distinto de éste, mundo que posee valores contrapuestos al otro.
Nietzsche considera que el error fundamental de toda la metafísica desde Sócrates está en la
invención de un mundo racional y la desvalorización de lo opuesto a ese mundo racional, el que se
ofrece a los sentidos, el mundo del devenir. La crítica de Nietzsche a la metafísica occidental se
dirige a dos aspectos:
1. Conceptos básicos de la metafísica tradicional: La filosofía considera el mundo como un cosmos
y no como un caos, por creer en la racionalidad intrínseca de la realidad. La invención del Mundo
Racional trae consigo la invención de los conceptos básicos de toda la metafísica tradicional:
esencia, substancia, unidad, alma, Dios, permanencia...; estas entidades son puras ficciones. Dado
que el mundo que se muestra a los sentidos muestra corporeidad, lo cambiante, la multiplicidad, el
nacimiento y la muerte, los filósofos acaban postulando la existencia de dos mundos, el mundo de
los sentidos, pura apariencia, irrealidad, y el Mundo Verdadero, el Ser, dado a la razón. Esto es
precisamente lo que Nietzsche llama “platonismo”. Platón identifica el Ser con la realidad
inmutable, estática, absoluta y relega al mundo de la apariencia lo que se ofrece a los sentidos (lo
cambiante, la multiplicidad, lo que nace y muere). La filosofía posterior acepta este esquema mental
básico, aunque lo exprese con distintas palabras.
2. El nacimiento de la metafísica occidental:
- origen psicológico de la metafísica: la metafísica es un signo de determinadas tendencias
antivitales, de tendencias guiadas por un instinto de vida decadente y contrario al espíritu griego
anterior. La raíz moral que motivó la aparición de la filosofía platónica fue el temor a la mutación,
la muerte y la vejez, lo que le condujo a inventarse un mundo en donde no estén presentes dichas
categorías. La metafísica platónica es un síntoma de resentimiento ante el único mundo existente,
miedo al caos;
- influencia de la gramática: para Nietzsche el lenguaje da lugar a una visión errónea de la realidad:
a)la mayoría de las frases de nuestro lenguaje tienen la estructura sujeto- predicado, estructura que
da pie a una interpretación substancialista de la realidad. b) con el lenguaje hablamos de distintas
cosas mediante las mismas palabras, con lo cual se supone que existen semejanzas entre ellas,
cuando no identidad. El lenguaje favorece, por tanto, la creencia en la existencia de esencias, de
naturalezas universales. De ahí al peor de los conceptos sólo hay un paso. (“Dios”)
El lenguaje también produce un “yo” cosificado y perenne que tiene las mismas
características. En realidad, el concepto de yo precede al de cosa y le sirve de modelo. La
conciencia nos inventa una identidad única, estable y más o menos “espiritual” que procura olvidar
lo más posible el cuerpo, precisamente porque es el cuerpo la permanente representación de la
pluralidad pasional que nos constituye. (preludio de Freud)
MUNDO APARENTE (TÉRMINO PAU)
Nietzsche llama platonismo a toda teoría para la que la realidad está escindida en dos
mundos: un mundo verdadero, dado a la razón, inmutable y objetivo, y un mundo aparente, dado a
los sentidos, cambiante y subjetivo. Al mundo verdadero en Platón le corresponde la eternidad y se
relaciona con el bien y el alma mientras que al mundo aparente le corresponden el nacimiento y la
muerte y se relaciona con el mal y el cuerpo. El platonismo es una filosofía producto de una cierta
enfermedad de la vida misma: sólo individuos con un tono vital bajo pueden creer en la
9
fantasmagoría de un mundo trascendente: la cultura occidental se inventa un mundo (objetivado en
Dios gracias, al cristianismo) para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existentes el
mundo dionisíaco.
El hecho de que el artista ame más la apariencia que el mundo real no significa que se
coloque del lado de la metafísica y del cristianismo. El artista trágico ama la apariencia en el sentido
en que dice sí a lo terrible de la vida, es dionisíaco. En la apariencia del arte, la vida misma se
transfigura. El artista es el que intenta abrir nuevas posibilidades en el mundo, el que intenta hacer
de la vida una obra de arte.
4.10. LA POLÍTICA
En cuestiones políticas la filosofía de Nietzsche se mantiene próxima al elitismo
aristocrático de la épica homérica al afirmar que un pathos de la distancia, una división de la
sociedad en clases, es necesario para que el hombre se supere a sí mismo. También puede
comprobarse una clara toma de partido por Hobbes frente a Rousseau o Kant. Nietzsche entiende
que en estado de naturaleza la única ley es la del más fuerte (no existe el derecho natural) y que la
función del Estado es proteger a los débiles de los fuertes.
Originariamente el individuo fuerte trata no sólo a la naturaleza, sino a la sociedad y a lo
individuos más débiles, como objetos de rapiña: los aprovecha hasta donde puede, y sigue camino.
Por vivir inseguro, oscilando entre el hambre y el exceso, mata más animales de los que puede
devorar, y maltrata y saquea a más seres humanos de lo que sería necesario.
5. RELACIÓN CON OTROS AUTORES
Los antecedentes indirectos de Nietzsche se remontan a la Grecia presocrática: su filosofía
está próxima a Heráclito, principalmente en su afirmación de la inocencia del devenir, de la
comprensión del devenir como juego. Enemigo de Heráclito y, por tanto de Nietzsche, es
Anaximandro, el primer filósofo que entiende que la simple existencia es una injusticia, una culpa,
que debe pagarse con la muerte. En esta misma línea de condena moral de la existencia se sitúan las
propuestas de Parménides, Sócrates y Platón. Tanto el Ser de Parménides como el mundo de las
Ideas de Sócrates y Platón son para Nietzsche un síntoma de decadencia, de pérdida de fuerza vital,
de condena y renuncia a la Vida. Esta moral va en contra de los valores vitales y su origen reside en
el odio y el resentimiento de los débiles hacia la vida. La filosofía de Nietzsche estaría más
próxima a los planteamientos relativistas de Protágoras para quien “no hay hechos sólo
interpretaciones”, no hay por tanto verdades universales y de las críticas a la moral de sofistas como
Calicles y Trasímaco, para quienes la justicia es el beneficio de los más fuertes.
En relación a la metafísica la visión platónica es dualista, escinde la realidad en dos mundos: mundo
sensible y mundo inteligible. Nietzsche, por el contrario, tiene una visión monista de la realidad, y
considera falso el mundo de las ideas. No existe más que un mundo, el sensible, un mundo que
deviene y que no sigue un orden establecido. Por tanto, niega radicalmente la existencia de esencias
en otro mundo y critica todos los conceptos metafísicos (alma, mundo, Dios…) calificándolos de
ficciones.
En el plano epistemológico Platón parte de una idea de racionalidad inherente al cosmos y
considera que la razón es el instrumento válido para acceder al conocimiento verdadero de la
realidad, a la ciencia. Mientras que Nietzsche mantiene una actitud empirista. El conocimiento
viene dado por los sentidos y la razón no es un medio más adecuado que la imaginación, los
sentimientos o el instinto para intentar alcanzar el conocimiento de la realidad. De hecho, no se
puede conocer la realidad, no hay cosas en sí, solo hay perspectivas y, por tanto, verdades, pero no
una verdad universal, Considera que no existen regularidades en el mundo, no hay leyes en la
10
naturaleza, las relaciones entre las cosas no son necesarias, sino contingentes, porque la realidad es
caótica e irracional. Desacredita la validez de la ciencia y de las leyes matemáticas para expresar la
realidad. Por el contrario, propone la metáfora y la intuición estética como instrumentos para
aprehenderla.
Los planteamientos políticos de Nietzsche son, en general, extrañamente afines al conservadurismo
platónico: críticas frecuentes a la democracia que no hace otra cosa que empeorar a la humanidad al
intentar igualarla, convicción de que cualquier tiempo pasado fue mejor y preferencia por un
sistema político aristocrático donde el poder esté en manos de “nuevos filósofos” que reinventen los
conceptos del bien y del mal.
.
Antecedentes directos de Nietzsche pueden encontrarse en la Ilustración, por ejemplo, compartió
con los ilustrados las críticas a la superstición, al poder eclesiástico, al dogmatismo y a la
metafísica. Nietzsche coincide en muchos aspectos con Hume pues ambos destacan la crítica a las
morales racionalistas, la negativa a considerar los valores morales como verdaderos o falsos (no
existe la objetividad moral) y la defensa de las emociones y los sentimientos como origen de la
moralidad.
Para Hume, lo que nos lleva a enjuiciar una acción es el sentimiento de aprobación o desaprobación
que provoca (emotivismo moral). No hay un conocimiento como en el intelectualismo moral
socrático que permita dictaminar: el agrado o desagrado del hecho o acción particular. Por tanto, la
razón y el entendimiento son insuficientes para explicar la moral. De manera coincidente, pero con
mucha más contundencia, Nietzsche se muestra contrario a una moral basada en la razón, aunque
alude a la necesidad de buscar en la biología, en el instinto y en la pasión los valores que él llama
«ascendentes». Se trata de una propuesta moral individualista: la moral del superhombre.
Y aquí se desmarca totalmente de la idea humeana. De hecho, uno de los sentimientos de los que
habla Hume es el de simpatía, aunque se trate más bien de un egoísmo a1truista», porque
reprobamos las desgracias de los demás al no sentirnos bien nosotros mismos. En todo caso, ese
sentimiento de la compasión es bueno, porque es útil para el conjunto de la sociedad.
Sin embargo, Nietzsche critica cualquier sentimiento que signifique compasión o piedad, pues los
califica de valores inferiores. Los que él propone son los de la fuerza, el dominio, el coraje y, en fin,
los propios del superhombre. Por otro lado, aunque parten de ideas parecidas en lo concerniente al
surgimiento convencional de las normas o valores morales, Hume dice que hay una naturaleza
humana común gracias a la cual tenemos los mismos sentimientos a lo largo de la historia (son
íntersubjetivos»), distanciándose del subjetivismo extremo. Nietzsche, por el contrario, defiende
un perspectivismo radical que poco tiene que ver con esa naturaleza común y esa utilidad colectiva.
Antes bien, sugiere una voluntad de poder que se manifiesta en la creación de valores propios,
autónomos y diferentes, alejados de cualquier síntoma de homogeneización o gregarismo.
Sin embargo, Nietzsche rechaza la Ilustración al modo de Kant, tanto el replanteamiento de la
metafísica desde los postulados de la razón práctica como el optimismo en su filosofía de la
historia. Para Nietzsche ni es posible fundamentar los dogmas cristianos en la razón práctica ni
existen motivos para confiar en un progreso moral de la humanidad. Nietzsche le criticó la división
de la realidad entre fenómeno y noúmeno sin embargo aceptó la posibilidad de otro pensamiento
distinto del teórico cuando lo que cuenta no es la perspectiva científica sino, las cosas en sí, según la
decisión de una voluntad.
Nietzsche toma de Schopenhauer algunas ideas fundamentales para su filosofía como la
crítica al idealismo alemán que en el fondo no es más que una defensa filosófica de los dogmas y la
11
moral cristiana, la constatación de que la razón está al servicio de las pasiones y los instintos y no al
revés como creían los racionalistas y la concepción metafísica del arte según la cual es en la obra de
arte donde se manifiesta la naturaleza profunda del mundo y del sentido de la existencia humana
Nietzsche rechaza de Schopenhauer las promesas de liberación y de consuelo que proceden
de la vida ascética y del arte. Nietzsche convirtió ese pesimismo en optimismo que encontró su
expresión en el ideal de hombre afirmador del mundo: el superhombre.
Asimismo se incluye a Nietzsche en el grupo de los llamados “maestros de la sospecha”:
Nietzsche, Freud y Marx. Freud atribuía toda nuestra vida psíquica a la influencia del apetito sexual,
Marx explica cualquier cuestión ideológica a partir de intereses económicos y Nietzsche atribuye el
origen de nuestras ideas y nuestra moral al tipo de vida que está tras ellas: poderosa o debilitada.
Los tres hacen una crítica a la cultura occidental, aunque desde perspectivas diferentes. Las
"filosofías de la sospecha" mantienen que para comprender la conducta de un individuo o de un
grupo social no es adecuado atender a la explicación que dicho individuo o grupo da, pues dicha
explicación no es objetiva, está mediatizada, es consecuencia de los intereses del individuo o grupo.
Para entender a un individuo o grupo es necesario "sospechar" de la comprensión que él tiene de sí
mismo y remitirse a otro nivel de realidad distinto al de la propia conciencia.
La filosofía de Nietzsche repercutió en la filosofía española del siglo XX, especialmente en
Unamuno y en Ortega.
Unamuno partía de la realidad existencial del individuo, entendiéndola como contradicción
entre razón, por un lado, y sentimiento y voluntad, por otro. Consideraba que la realidad, como la
vida, era una lucha permanente entre la razón y el sentimiento, y que podemos aceptarlo y alcanzar
una vida auténtica, aunque trágica, o rechazarlo, viviendo una existencia trivial.
En cuanto a Ortega considera la vida como la realidad radical como el conjunto de actos
que van constituyendo nuestras vivencias y como un quehacer permanente de proyecto de futuro.
La razón debe entenderse como una función de la vida y constituirse en razón vital. Ortega llama a
su filosofía raciovitalismo. Por otra parte, el conocimiento es perspectiva, pues la realidad no puede
ser contemplada sino desde el punto de vista de cada uno.
Respecto a la filosofía actual, es importante la influencia que ha tenido Nietzsche en la
hermenéutica, cuando afirma que la realidad es interpretación y creación, y que el lenguaje es el
lugar privilegiado en el que tiene lugar esa creación y recreación.
También influyó en la Escuela de Frankfurt en su crítica de la sociedad occidental.
12
NIETZSCHE, F.: “El crepúsculo de los ídolos”
LA RAZÓN EN LA FILOSOFÍA
1
¿Me pregunta usted qué cosas son “idiosincrasia” en los filósofos?... Por ejemplo, su falta de
sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su “egipticismo”. Ellos creen otorgar un
honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [la perspectiva de lo eterno], - cuando
hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios
fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos
señores idólatras de los conceptos, cuando adoran, - se vuelven mortalmente peligrosos para todo,
cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para
ellos objeciones, - incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora bien,
todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Más como no pueden apoderarse de ello,
buscan razones de por qué se les retiene. “Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de
que no percibamos lo que es: ¿dónde se esconde el engañador? Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la
sensibilidad!” Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca
del mundo verdadero. Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia,
de la mentira, - la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja: decir no a
todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él es “pueblo”. ¡Ser
filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica de sepulturero! ¡Y, sobre
todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe (idea fija) de los sentidos!, ¡sujeto a todos los errores
de la lógica que existen, refutado, incluso imposible, aun cuando es lo bastante insolente para
comportarse como si fuera real!
2
Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto del pueblo de
los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos mostraban pluralidad y
modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las cosas como si tuviesen duración y
unidad. También Heráclito fue injusto con los sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen
los eleatas ni del modo como creía él, - ¡no mienten de ninguna manera! Lo que nosotros hacemos
de su testimonio, eso es lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira
de la coseidad, de la sustancia, de la duración... La “razón” es la causa de que nosotros falseemos el
testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten...
Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una ficción vacía. El mundo
«aparente» es el único: el «mundo verdadero» no es más que un añadido mentiroso...
3
¡Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz, por ejemplo, de
la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es hasta este momento incluso
el más delicado de los instrumentos que están a nuestra disposición: es capaz de registrar incluso
diferencias mínimas de movimiento que ni siquiera el espectroscopio registra. Hoy nosotros
poseemos ciencia exactamente en la medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de
los sentidos, - en que hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el
final. El resto es un aborto y todavía no-ciencia: quiero decir, metafísica, teología, psicología,
teoría del conocimiento. O ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica
aplicada, la I matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como problema; y
tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese convencionalismo de signos que es la
lógica.
13
4
La otra idiosincrasia de los filósofos no es menos peligrosa: consiste en confundir lo último y lo
primero. Ponen al comienzo, como comienzo, lo que viene al final - ¡por desgracia! , ¡pues no
debería siquiera venir! - los «conceptos supremos», es decir, los conceptos más generales, los más
vacíos, el último humo de la realidad que se evapora. Esto es, una vez más, sólo expresión de su
modo de venerar: a lo superior no le es lícito provenir de lo inferior, no le es lícito provenir de
nada... Moraleja: todo lo que es de primer rango tiene que ser causa sui (causa de si mismo). El
proceder de algo distinto es considerado como una objeción, como algo que pone en entredicho el
valor. Todos los valores supremos son de primer rango, ninguno de los conceptos supremos, lo
existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto - ninguno de ellos puede haber
devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser tampoco
desigual una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con esto tienen los filósofos
su estupendo concepto “Dios”... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero,
como causa en sí, como ens realissimum (ente realísimo)... ¡Que la humanidad haya tenido que
tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! ¡Y lo ha pagado
caro!...
5
Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (digo nosotros por cortesía...)
vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se tomaba la modificación, el
cambio, el devenir en general como prueba de apariencia, como signo de que ahí tiene que haber
algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en la exacta medida en que el prejuicio de la razón
nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en
cierto modo cogidos en el error, necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación
rigurosa, dentro de nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error. Ocurre con esto
lo mismo que con los movimientos de una gran constelación: en éstos el error tiene como abogado
permanente a nuestro ojo, allí a nuestro lenguaje. Por su génesis el lenguaje pertenece a la época de
la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un fetichismo grosero cuando adquirimos
consciencia de los presupuestos básicos de la metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la
razón. Ese fetichismo ve en todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en
general; cree en el «yo», cree que el yo es un ser, que el yo es una sustancia, y proyecta sobre todas
las cosas la creencia en la sustancia -yo- así es como crea el concepto «cosa»... El ser es añadido
con el pensamiento, es introducido subrepticiamente en todas partes como causa; del concepto «yo»
es del que se sigue, como derivado, el concepto «ser»... Al comienzo está ese grande y funesto error
de que la voluntad es algo que produce efectos, de que la voluntad es una facultad... Hoy sabemos
que no es más que una palabra “... Mucho más tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a
la consciencia de los filósofos, para su sorpresa, la seguridad, la certeza subjetiva en el manejo de
las categorías de la razón: ellos sacaron la conclusión de que esas categorías no podían proceder de
la empiria, - la empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas ¿De dónde
proceden, pues? - Y tanto en India como en Grecia se cometió el mismo error: «nosotros tenemos
que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto (- en lugar de en un mundo mucho más
bajo: ¡lo cual habría sido la verdad!), nosotros tenemos que haber sido divinos, ¡pues poseemos la
razón! ... De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza persuasiva más ingenua que el error
acerca del ser, tal como fue formulado, por ejemplo, por los eleatas: ¡ese error tiene en favor suyo,
en efecto, cada palabra, cada frase que nosotros pronunciamos! También los adversarios de los
eleatas sucumbieron a la seducción de su concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su
átomo... La «razón» en el lenguaje: ¡oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a
desembarazamos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática...
14
6
Se me estará agradecido si condenso un conocimiento tan esencial, tan nuevo, en cuatro tesis: así
facilito la comprensión, así provoco la contradicción
Primera tesis Las razones por las que «este» mundo ha sido calificado de aparente fundamentan,
antes bien su realidad, - otra especie distinta de realidad es absolutamente indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al «ser verdadero» de las cosas son los
signos distintivos del no-ser, de la nada, - a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es
como se ha construido el «mundo verdadero»: un mundo aparente de hecho, en cuanto es
meramente una ilusión óptico-moral.
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de «otro» mundo distinto de éste no tiene sentido,
presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de
recelo frente a la vida: en este último caso tomarnos venganza de la vida con la fantasmagoría de
«otra» vida distinta de ésta, «mejor» que ésta.
Cuarta tesis Dividir el mundo en un mundo «verdadero» y en un mundo ((aparente», ya sea al modo
del cristianismo, ya sea al modo de Kant (en última instancia, un cristiano alevoso), es únicamente
una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente... El hecho de que el artista estime
más la apariencia que la realidad no constituye una objeción contra esta tesis. Pues «la apariencia»
significa aquí la realidad una vez más, sólo que seleccionada, reforzada, corregida... El artista
trágico no es un pesimista, - dice precisamente sí incluso a todo lo problemático y terrible, es
dionisíaco...
CÓMO EL «MUNDO VERDADERO» ACABÓ CON VIRTIÉNDOSE EN UNA FÁBULA
Historia de un error
1. El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, -él vive en ese mundo, es ese
mundo. (La forma más antigua de la Idea, relativamente inteligente, simple, convincente.
Transcripción de la tesis «yo, Platón, soy la verdad»)
2. El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al piadoso, al virtuoso («al
pecador que hace penitencia»). (Progreso de la Idea: ésta se vuelve más sutil, más capciosa, más
inaprensible, - se convierte en una mujer, se hace cristiana...)
3. El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero, ya en cuanto pensado, un
consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo, el viejo sol, pero visto a través de la niebla y
el escepticismo; la Idea, sublimizada, pálida, nórdica, konigsberguense)
4. El mundo verdadero - ¿inasequible? En todo caso, inalcanzado. Y en cuanto inalcanzado,
también desconocido. Por consiguiente, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría
obligamos algo desconocido?... (Mañana gris. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del
positivismo.
5. El «mundo verdadero» -una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga,-una Idea
que se ha vuelto inútil, superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! (Día claro;
desayuno; retorno del bon sens (buen sentido) y de la jovialidad; rubor avergonzado de Platón;
ruido endiablado de todos los espíritus libres.)
6. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al
eliminar el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la
sombra más corta; final del error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT
ZARATHUSTRA [ Zarathustra].)
15
COMENTARIOS A LA “RAZÓN” EN LA FILOSOFÍA
Este capítulo es una crítica a la metafísica occidental que, por miedo a lo problemático y
terrible de la vida, ha construido un mundo inteligible que en realidad es nada, no ser. Al mismo
tiempo, se critica el privilegio que los filósofos le han dado a la razón frente a los sentidos (excepto
Heráclito) puesto que la razón les permite abandonar este mundo para dedicarse a la contemplación
de las Ideas. También se acusa a los filósofos de colocar las ideas como lo primero, como lo que
verdaderamente es, como sustancia, como causa sui.
Nietzsche aclara además, cuál es el origen de los errores de la metafísica y los halla en el
lenguaje.
1. Nietzsche hace aquí una crítica a los filósofos. Comienza preguntándose aquí por sus
características y así critica su “idiosincrasia”, expresión que en esta obra emplea en su habitual
sentido de peculiaridad, pero haciendo hincapié en lo que hay en ella de idiota.
Critica su falta de sentido histórico, pues éste es incapaz para reconocer que la temporalidad
es un rasgo del mundo. Parménides y más tarde Platón niegan la temporalidad, las ideas son eternas.
En este sentido Platón se dejó conquistar por la cultura egipcia y su voluntad de negar el tiempo.
Critica la manera de entender la realidad, su odio al devenir, “lo que deviene no es”. De
aquí su necesidad de hacerlo eterno, de matarlo, amortajarlo de momificarlo. Este es el error
metafísico que tuvo lugar desde Parménides y Platón , el ser es inmutable no deviene, mientras que
el mundo sensible , afectado por el tiempo y el cambio, es una ilusión una sombra un engaño y, no
sólo eso , también es pecado, algo de lo que el filósofo debe purificarse.
Los filósofos hacen un mal uso del lenguaje “han venido manejando…momias
conceptuales”, que en Platón no son más que ideas, conceptos eternos e inmutables pero
inexistentes según Nietzsche.
Critica al filósofo por su miedo a la muerte, a la vejez, a la procreación, y por tanto, por su
condena a la vida.
Le critica por su dogmatismo, por su pretensión de estar en posesión de la verdad, por su
insolencia “¿Dónde se esconde el engañador?-“Lo tenemos, gritan dichosos, ¡es la sensibilidad¡”
Y les critica por su forma de conocer, de rechazar los sentidos, de acusarlos de engañadores y
corruptores, de inmorales. Así los que eligen el cambio, el devenir según Platón se alejan del saber,
pertenecen a la clase social más baja y los que en cambio eligen la razón representan a la clase
superior. La negación de los sentidos es al mismo tiempo una negación al cuerpo (a lo “inmoral”) y
por lo tanto es una negación a la vida.
“¡Ser filósofo, ser momia, representar el monótono- teísmo con una mímica de sepulturero”,
puede ser interpretado como: ser filósofo es ser momia, es representar lo monótono, es imitar al
sepulturero, al que entierra la vida.
Y termina diciendo que hay algo que todavía se resiste a la negación filosófica del mundo de
los sentidos, algo que “la lógica” (razón) no puede refutar, no puede matar y es el cuerpo, que el
muy insolente “se comporta como si fuera real”, y no se deja someter
2
De todos los filósofos Nietzsche tiene especial reverencia por Heráclito pues rechazó el
testimonio de otros filósofos de su época como fue Parménides. Heráclito entendía la realidad como
algo cambiante, en devenir. Nietzsche reconoce sin embargo que también él fue injusto con los
sentidos, pues los sentidos no mienten nunca. El origen de los conceptos metafísicos no esta en la
información de los sentidos sino en lo que nosotros hacemos luego con esa información. Somos
nosotros los que introducimos las mentiras, los conceptos, el lenguaje, o como dice en el texto “La
razón es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos”.
16
El mundo que vemos es el único mundo que hay, el que deviene, el que perece…propuesta
contraria a la de Parménides y a la de Platón que contrapuso el mundo aparente (falso de los
sentidos) al mundo real (racional, de las ideas, de los conceptos)
Nietzsche está especialmente de acuerdo con Heráclito cuando dice del ser que es un
concepto vació, una invención humana, y que no es real.
3.
Nietzsche, frente a la tradición filosófica occidental de carácter platónica, se esfuerza en una
revalorización de los sentidos al igual que Heráclito.
Es la nariz (los sentidos) y no la razón lo que lleva a Nietzsche a filosofar. Una nariz dice
que huele la mentira tras las ideas de Dios, El Bien, la Verdad…y le huele porque esos conceptos
son antivirales, están muertos y lo que está muerto huele fatal.
También son los sentidos, en este caso el método experimental lo que nos lleva a la ciencia.
No son ciencia la metafísica, la teología, psicología, teoría del conocimiento, pues de estos nada
podemos saber por los sentidos. Podemos ver aquí ciertas similitudes con el pensamiento de Hume.
Otra posibilidad de conocimiento es la lógica y las matemáticas, éstas son pura invención
humana, aunque no lo diga aquí, puro uso de la razón alejados de toda vida, y no rozan en absoluto
el problema de la realidad.
4.
La otra idiosincrasia (estupidez) de los filósofos es su “mímica de los sepultureros”. La
tradición filosófica desde Platón coloca los conceptos al comienzo, antes que las cosas. Los
conceptos supremos, que en verdad no son reales sino meras generalizaciones, son vacíos y carentes
de sentido. Éstos devienen causa y origen de la verdadera realidad según Platón. Cuando procede de
los sentidos, le resta valor.
Así llegamos al concepto de Dios, el más vació, carente de sentido y de vida… lo último es
colocado como lo primero, la sombra , humo es colocado como lo real. Así lo hizo Platón pero
también la filosofía medieval, Descartes, Kant, y Hegel entre otros
La humanidad ha pagado esas “dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de
telarañas”. Y lo ha pagado, con el nihilismo, con la decadencia de occidente. La filosofía es
nihilismo y resentimiento. Los filósofos son unos locos y enfermos, si no aún peor, arañas que
atrapan a sus víctimas para chuparles la vida.
5.
Se trata de una crítica ala tradición filosófica denominada por él platonismo. El problema del
error y la apariencia es el problema de un mundo verdadero y otro aparente. De nuevo usa la ironía,
“digo nosotros por cortesía”.
Nietzsche plantea que aún sabiendo que el mundo verdadero y otro aparente es un error, dice
que nos vemos, sin quererlo, atrapados en él y del que estamos necesitados para sobrevivir. Para él
la razón y el lenguaje, los debemos usar para favorecer la vida, para conservar la especie.
El error de la metafísica viene dado en el lenguaje, en la razón, que en determinado
momento nuestra conciencia pone nombre a lo que los sentidos perciben, a lo que intuimos, a lo
evidente y aparecen conceptos como yo, cosa y de donde luego deriva el concepto de ser.
Percibimos un yo como algo que permanece en nosotros debajo de los cambios que nos
afectan, pero todos estos conceptos son vacíos. Similitud con Hume. Con los ilustrados dice
Nietzsche, con Kant, tomamos conciencia de esos conceptos, de que esas categorías no proceden de
la experiencia.
17
Este es un error que se ha repetido en muchas civilizaciones: India, Grecia… pero no
queriendo reconocer ese error llegamos a la conclusión de que esas ideas, conceptos o categorías de
nuestra mente se explican porque provenimos de un mundo más alto (El mundo de las Ideas),
“tenemos que haber sido divinos ¡Pues poseemos la razón¡”. Volvemos así a caer en el error para
justificar otro error; nos endiosamos y endiosamos lo que nos acerca a los dioses, la razón. Esto nos
engaña y nos aleja de la vida o como dirá Nietzsche nos lleva a una vida decadente.
“La “razón” en el lenguaje: ¡oh, que vieja hembra engañadora¡. Nietzsche aquí termina
culpando a la razón de este error, al lenguaje y ya de paso a la mujer “vieja hembra engañadora”.
No podemos desembarazarnos de Dios porque creemos en la gramática, en la razón, en las leyes del
pensamiento. La razón busca la causa sui. Los conceptos buscan lo semejante, la unidad, olvidando
el cambio, la pluralidad, el devenir. (Ver crítica al lenguaje)
6.
Igual que la realidad está en continuo cambio, devenir, contradicción, no hay comprensión
sin contradicción. No somos seres racionales sino irracionales y la contradicción forma parte de la
irracionalidad de la vida.
Tesis:
- Sólo existe un mundo el aparente, el que no es del todo comprensible, el que está en cambio, en
devenir. Todas las razones que se han dado a favor del mundo verdadero han fracasado y es
indemostrable.
- El ser verdadero no es nada, es una ilusión óptica-moral. Una ilusión, porque no existe, es fruto de
nuestro lenguaje y moral, porque su origen está en la condena de la vida.
- Inventar fábulas de otro mundo distinto de este no tiene sentido a no ser que nos queramos
autoengañar, tranquilizarnos con cuentos o bien porque estamos resentidos con la vida.
- Dividir el mundo en uno verdadero y otro aparente ya sea como Platón o Kant no tiene sentido. Es
un síntoma de decadencia, de una vida incapaz de soportar lo problemático y terrible que hay en
este mundo.
Kant aquí es acusado de alevoso pues de una manera premeditada había negado las ideas de
la razón práctica (Dios, inmortalidad del alma y libertad) en La Crítica a la Razón Pura para
recuperarlas como postulados de la Razón Práctica.
- El artista trágico no es un pesimista. Asume lo problemático y terrible de la vida como parte de
ella y tata de superarlo. El arte es el más alto poder de lo falso, magnifica el mundo como error,
santifica la mentira.
COMENTARIOS A COMO EL “MUNDO VERDADERO” ACABÓ CONVIRTIÉNDOSE EN
UNA FÁBULA.
Este capítulo es una breve historia de la filosofía al hilo de la contraposición “mundo
real”/”mundo aparente”. Al igual que en el capítulo anterior se realiza una severa crítica a la
metafísica u ontología ya que, según Nietzsche, está infectada de platonismo. Es decir, que ha
creado un supuesto mundo verdadero para escapar a lo problemático y terrible de este mundo. Ese
“mundo verdadero”, totalmente ajeno a los sentidos, es considerado el primero, el perfecto, el
sublime, cuando en realidad es nada, no-ser. Nietzsche examina en este breve capitulo cómo ha ido
degenerando el mundo de las Ideas de Platón propuesto por Platón en sucesivas fases. Estas seis
etapas son: Platón, Cristianismo, Kant, Ilustración, Positivismo, Nihilismo y Zaratustra.
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Historia de un error
1 .Comienzos del siglo IV, en Atenas: Platón.
Platón: Primera formulación del error: el mundo de las Ideas.Este mundo “verdadero” es
asequible al sabio y al virtuoso. Recuérdese la conexión socrática entre saber y virtud: sólo quien
conoce la Idea del Bien puede actuar virtuosamente. El acceso al “mundo verdadero” implica la
renuncia a este mundo de apariencias, la huida de la caverna. El filósofo vive en ese mundo de
Ideas, es ese mundo.
En este primer momento, debido al genio de Sócrates y Platón, el “mundo verdadero” es una
hipótesis simple y convincente. Su único fundamento es la altura intelectual de sus fundadores: de
ahí la máxima “yo, Platón, soy la verdad”.
2. Temprana Edad Media: Cristianismo.
El platonismo se funde con el cristianismo. Pero, a causa de esta fusión, la relación entre el
hombre y el otro mundo mediante la razón se debilita poco a poco, hasta llegar a ser sustentada sólo
por la fe. De esta manera, el mundo verdadero se aleja, se hace inaccesible “ahora”, y es prometido
tras la muerte al que hace penitencia.
El mundo de las Ideas es simplemente una promesa nunca cumplida. La idea se vuelve “más
sutil, más capciosa, más inaprensible”, se convierte en “mujer”. Obsérvese el machismo chabacano
de Nietzsche al entender que la naturaleza femenina consiste en una promesa sexual nunca
cumplida.
3. Siglo XVIII: La Ilustración.
La Ilustración y Kant demostraron que las bases teóricas del error metafísico platónicocristiano eran falsas. La única realidad es la Naturaleza. Para Kant el límite del conocimiento está
marcado por la experiencia sensible. El mundo inteligible, el mundo de las ideas, es indemostrable e
imprometible. Pero este mundo no desaparece totalmente. En cuanto el hombre no es sólo un
fenómeno natural sino también un ser moral está legitimado a “postular’ (pensar) la existencia de
Dios, la inmortalidad del alma y su propia libertad pues nuestra naturaleza moral no puede
sostenerse sin estos “consuelos”. La existencia de Dios se sostiene por el imperativo moral.
Éste es el mismo sol de Platón en cuya alegoría de la caverna el sol es el símbolo de la Idea
suprema. Pero la Idea se ha debilitado demasiado. Al principio era objeto directo del conocimiento,
luego sólo prometida y ahora es sólo un postulado de la razón práctica, un objeto de “fe racional”,
un sinsentido. El viejo sol, visto a través de la niebla del escepticismo ilustrado, de la niebla de
Kónigsberg, la ciudad donde nació y vivió Kant.
4. Mediados del sig1o XIX.
Impera el método científico como el único modo verdadero de conocimiento. EJ positivismo
toma en serio la idea de Kant de que el conocimiento no puede ir más allá de la experiencia sensible
y atribuye sus postulados de la razón práctica a inconfesables prejuicios teológicos. El “mundo
verdadero” más allá de los sentidos queda como algo inalcanzado y desconocido. Y, por tanto,
tampoco se sostiene la razón práctica kantiana: ya ni obliga, ni consuela, ni redime. Es decir, sin el
consuelo de Dios y la inmortalidad del alma qué sentido tiene el deber.
Es el primer bostezo de la razón. Comienza a salir de nuevo la luz, comienza a despejarse la
oscuridad creada por Platón, y la razón despierta de su sueño dogmático.
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5. Nihilismo activo: Nietzsche.
Aparece Nietzsche, que comienza a hacer ver que la historia del mundo “verdadero” es la
historia de un error. Esta es la época en que inicia su crítica a la metafísica, representada por
Humano, demasiado humano (1878), El paseante y su sombra (1879) ,Aurora (1881) y La ciencia
jovial (1882). El primero de ellos está dedicado a los espíritus libres. Ante la inutilidad de la Idea,
que ni siquiera obliga, se toma la decisión de eliminarla. Este es el nihilismo activo: destrucción de
todos los valores suprasensibles heredados de Platón. Retorna el buen sentido, es decir, la asunción
de que el único mundo que hay es éste en que vivimos y que el otro, el mal llamado “verdadero”, no
era más que una carga. “Ruido endiablado de los espíritus libres”, “rubor avergonzado de Platón”.
Es el momento del león.
6. INCIPIT ZARATUSTRA
Comienza Zarathustra: Llega la obra cumbre de Nietzsche Así habló Zaratustra (1883). Toda
la metafísica occidental se había construido sobre un “mundo verdadero” imaginario pero que nos
servía para orientarnos en el mundo de lo sensible. Es decir, nuestros criterios epistemológicos y
morales provenían de ese “mundo verdadero”: el verdadero conocimiento era el conocimiento de
las Ideas, el buen comportamiento era el comportamiento afín a la Idea del Bien. Pero ¿y qué hacer
tras la desaparición de las Ideas? ¿Qué hacer tras la muerte de Dios? ¿Qué es verdadero? ¿Qué
falso? ¿Qué esta bien? ¿Qué está mal? Tras haber eliminado el “mundo verdadero” hemos
eliminado ya no sabemos qué hacer en el “aparente”.
En este momento, surge Zarathustra, con su doctrina del eterno retorno y el superhombre. Es
el momento de la sombra más corta, es decir, donde ya no hay engaños, donde todo se muestra tal
como es. Es el momento del fin del error más largo, es el momento de la verdad. La afirmación del
eterno retorno convierte la vida en lo absoluto y nos libera de las pesadas cadenas de la metafísica
platónico-cristiana.
6. IDEAS PARA LA VALORACIÓN
1. ¿Qué opinión te merecen las críticas de Nietzsche a la moral cristiana? ¿Estás de acuerdo con que
la moral cristiana es una lucha contra las pasiones, contra el cuerpo? ¿Estás de acuerdo con que el
origen de la moral cristiana es el resentimiento? ¿Estás de acuerdo con que los valores cristianos de
compasión, humildad, amor al prójimo empeoran a la humanidad en lugar de mejorarla?, ¿Qué
ocurre con la dignidad de los débiles de los fracasados?, ¿ Si la moral no es racional, desinteresada ,
ni universal, por qué criterios morales nos vamos a regir en una sociedad globalizada?
2. ¿Es el hombre de hoy, dos siglos después, el último hombre nietzscheano? , ¿Se hace necesaria
una transmutación de todos los valores? , ¿Sigue habiendo máscaras que quitar?
3. ¿Se hace necesaria una crítica a la cultura?, ¿Dónde está la objetividad de la ciencia? Y la
verdad? ¿Qué opinión te merece la idea de que no existe la Verdad sino solamente puntos de vista,
interpretaciones, perspectivas?
4. ¿Te convence la explicación que da Nietzsche de las ideas de pecado y culpa presentes en la
moral cristiana? ¿Es la libertad un invento del sacerdote para reprimir las pasiones?
5. ¿Por qué no se ha consumado la muerte de Dios? ¿Por qué siguen vigentes los valores de la
moral cristiana? ¿Crees que es demasiado peligroso cambiar los valores del cristianismo?
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6. ¿Qué relación ves entre los valores del nazismo (superioridad de la raza aria, eliminación de las
razas inferiores) y la transmutación de los valores que predica Zaratustra?
7. ¿Eres capaz de ver signos del nihilismo en el mundo que te rodea? ¿Crees que es una situación
que puede superarse?
8.. ¿Crees que las leyes son un invento de los débiles para protegerse de los fuertes?
9. ¿Qué opinión te merece el enigma de la voluntad de poder?
10. ¿Qué opinión te merece el enigma del eterno retorno? ¿Puedes profundizar en él a través de la
novela La insoportable levedad del ser?
7. ACTUALIDAD DE SU PENSAMIENTO
La defensa de los valores terrenales. Lejos queda la época en la que se delinquía contra Dios y los
preceptos religiosos cuando se alababa la liberación sexual. Si bien es cierto que una gran parte de
la población mundial (con diferentes ideologías y confesiones religiosas) juzga negativamente una
concepción del sexo desligada de afectividad, el amor o el compromiso, no lo es menos que su
demonización y el tabú que representaba han quedado atrás. En nuestra cultura, su normalización,
desde luego, dista mucho de los cánones de la época nietzscheana, Pongamos como ejemplo el rigor
y el puritanismo extremo en la época victoriana sobre ese y sobre otros muchos temas. En nuestros
días, no solo ha dejado de considerarse tabú, sino que constituye un elemento cotidiano, vivimos en
un ambiente. pansexualista: desde los anuncios publicitarios como reclamo al consumo, a la
exposición, alarde y jactancia en manifestaciones artísticas. Esta trivialización de la sexualidad se
encuentra en las antípodas de la visión nietzscheana; el sexo es considerado como premisa potente y
noble de la vida, alejada de cualquier instrumentalización mercantil o comercial.
La creación de valores individuales. Nos encontramos en una época y en un marco concretos
(Europa occidental, España), donde la libertad de culto se manifiesta de una forma diversa. Con la
proliferación —en los Estados democráticos— de las leyes permisivas y garantistas, no es extraño
hallar en una misma comunidad, en un mismo pueblo o en una misma familia, portadores de valores
diferentes, cuando no opuestos. Y todas esas leyes son el resultado de la positivación de estas leyes
morales. Evidentemente, la diversidad no es sinónimo de individualidad, pero es lo más cercano a
las propuestas autolegislativas que en el plano moral hacía Nietzsche. Sería difícil imaginar la
convivencia pacífica en el mismo entorno de la amalgama de valores de las sociedades
contemporáneas occidentales a finales del siglo xix. Nietzsche, probablemente, estaría en sintonía
con el “politeísmo moral” de Nuestros días.
La «muerte de Dios», la crisis de valores. Es innegable el paulatino proceso de laicización que se
ha producido en las últimas décadas, al menos en el marco del cristianismo en Europa y,
concretamente, en nuestro país. Sería falsear el pensamiento de Nietzsche si tomamos al pie de la
letra la expresión muerte de Dios’, pues con ella no solo se refería a la necesidad de liberarnos de
las creencias en entidades absolutas y en otros mundos trascendentes, sino también al abandono de
unos valores que él tildaba de agotados y decadentes. Con todo, es palpable la plasmación de la
propuesta nietzscheana en el ámbito geográfico antes reseñado: las encuestas, al menos, eso
dicen. En este sentido, Nietzsche se adelanta proféticamente con su diagnóstico nihilista a lo que se
vivirá en los siglos XX y XXI. No obstante, no parece que haya signos evidentes del período
posnihilista que preconizaba. La idea de crisis de valores no nos ha abandonado; de hecho, la damos
por cierta, sobre todo referida a los jóvenes. ¿Estaremos viviendo una desazón angustiosa producto
del ‘abandono normativo’ por parte de los padres? ¿Acaso el papel normativo de la Iglesia y del
Estado no ha sido suplido por ninguna institución? ¿Habremos delegado exclusivamente en un
agente social, como la escuela o los medios de comunicación? No obstante, cabría una lectura
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complementaria sobre la idea de la ‘muerte de Dios’ en el sentido de que no se ha producido en su
totalidad. Por un lado, perviven las grandes religiones monoteístas y, por otro, hemos sustituido al
viejo Dios cristiano por otros ‘dioses’ que nos ofertan paraísos terrenales: liberación del pesimismo
vital refugiándonos en el trabajo o en el dinero y las posesiones (adicciones a la compra y el
consumismo vertiginoso), refugiándonos en el triunfo, la fama y la gloria para exaltación de la
vanidad y el egocentrismo, etc.
Sentido de la tierra. Es la propuesta nietzscheana de abandonar la ‘moral descendente’ que
desprecia los valores terrenales. El preconiza y defiende estos valores: la vida y los instintos. La
idolatría de la razón, la verdad y las «esperanzas ultraterrenas», que han imperado hasta ahora, han
de ser sustituidas por los nuevos valores de la «moral ascendente», que defiende la tierra, la vida, el
cuerpo y que es encarnada por el superhombre. Amor fati. Término estrechamente ligado a la
noción nietzscheana de eterno retorno, significa la aceptación sin reparos del destino. Esta vida, la
única que hay, debemos asumirla con la alegría y la fortaleza suficientes para querer vivirla cuantas
veces fuera necesario, con sus designios y avatares. El propio Nietzsche, refiriéndose a su modelo
de individuo —el artista trágico—, se expresa así: «.. dice precisamente sí incluso a todo lo
problemático y terrible, es dionisíaco...». Al final, muchos ídolos con pies de barro, pero alejados
del marco politeísta soñado por Nietzsche, ya que desprecian la vida, traicionan el sentido de
la tierra y el amor fati. Ahora la cruzada nietzscheana vendría encaminada, probablemente, contra
estos nuevos ‘dioses’.
La agudeza y el coraje de Nietzsche como ejemplo contra las ilusiones y las mentiras.
La sospecha es necesaria igual o más que en la época de Nietzsche. ¿Acaso son creíbles todos los
anuncios publicitarios? ¿No habría que investigar sobre la mitificación de todo lo que se proclama
científico?
Quizás hoy día habría más razones que nunca para que un nuevo Zaratustra nos ayudara a
rebelamos críticamente contra todo un modo de vida que no la exalta ni se rige por los valores que
la potencian. El aumento de enfermedades psiquiátricas —desde el punto de vista individual— y la
incertidumbre en los planos ecológico o del terrorismo internacional —desde el punto de vista
global— pueden ser síntomas también de una situación de crisis de valores (de otros valores) y de
que el nihilismo aún perdura.
CITAS SOBRE TEMAS A VALORAR EN NIETZSCHE
Sobre la misoginia de Nietzsche (La amargura de las críticas de Nietzsche a las mujeres hacen
sospechar que él mismo padece un grave caso de “resentimiento”. Recuérdense sus experiencias
con su madre, su hermana y Lou Von Salomé.)
• Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama embarazo.
• Dos cosas quiere el hombre auténtico: peligro y juego. Por ello, quiere él a la mujer como el más
peligroso de los juguetes.
• El hombre debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero:
todo lo demás es tontería.
• ¡Que vuestro honor esté en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer. Pero sea
vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las segundas.
• La felicidad del hombre se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.
• “¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!” - así piensa toda mujer cuando obedece desde
la plenitud del amor.
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• Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su superficie. Superficie
es el ánimo de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas no profundas.
• Pero el ánimo del hombre es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la mujer
presiente su fuerza, mas no la comprende.
• “ con mujeres? ¡No olvides el látigo!”
Nietzsche, F.: Así habló Zaratustra, De las mujeres viejas y jóvenes, p. 105
Sobre el Individualismo.
• Veo muchos soldados. ¡Muchos guerreros, es lo que querría ver! “Uniforme” se llama lo que
llevan puesto. ¡Ojalá no sea uniformidad lo que encubre! (Así habló Zaratustra, De la guerra y del
pueblo guerrero)
• Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos:
Estado, al lugar donde todos, buenos y malos, aseguran su perdición. Estado, al lugar donde se
llama “la vida” al lento suicidarse de todos. (Así habló Zaratustra, Del nuevo ídolo)
• Donde el Estado acaba, allí comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la canción de
quienes son necesarios, la melodía única e insustituible. (Así habló Zaratustra, Del nuevo ídolo)
• Allí donde el Estado acaba. - hermanos míos! ¿No veis el arco iris, y los puentes hacia el
superhombre? (Así habló Zaratustra, Del nuevo ídolo)
Sobre el Elitismo
• Nosotros los que somos de otra creencia -, nosotros los que consideramos el movimiento
democrático no meramente como una forma de decadencia de la organización política, sino como
forma de decadencia, esto es, de empequeñecimiento del hombre, como su mediocrización y como
su rebajamiento de valor ¿a dónde tendremos que acudir nosotros con nuestras esperanzas? - A
nuevos filósofos, no queda otra elección. ..una nueva especie de filósofos y de hombres de mando,
cuya imagen hará que todos los espíritus ocultos, terribles y benévolos que en la tierra han existido
aparezcan pálidos y enanos. (Más allá del bien y del mal, § 203)
Sobre el Belicismo
• Toda elevación del tipo “hombre” ha sido hasta ahora obra de una sociedad aristocrática - y así lo
seguirá siendo siempre: la cual es una sociedad que cree en una larga escala de jerarquía y de
diferencia de valor entre un hombre y otro hombre y que, en cierto sentido, necesita de la
esclavitud. [ 1 sin miramientos de qué modo ha comenzado hasta ahora en la tierra toda cultura
superior! Hombres dotados de una naturaleza todavía natural, bárbaros en todos los sentidos
terribles de esta palabra, hombres de presa, poseedores todavía de fuerzas de voluntad y de apetitos
todavía intactos, lanzaron se sobre razas más débiles, más civilizadas, más pacíficas. La casta
aristocrática ha sido siempre al comienzo la casta de los bárbaros: su preponderancia no residía ante
todo en la fuerza física, sino en la psíquica -eran hombres más enteros (lo cual significa también, en
todos los niveles, “bestias más enteras”) (Más allá del bien y del mal, § 257)
Sobre el derecho a morir libremente:
Moral para médicos.- El enfermo es un parásito de la sociedad. Hallándose en cierto estado es
indecoroso seguir viviendo. El continuar vegetando, en una cobarde dependencia de los médicos y
de los medicamentos, después de que el sentido de la vida, el derecho a la vida se ha perdido, es
algo que debería acarrear un profundo desprecio en la sociedad. Los médicos, por su parte, habrían
de ser los intermediarios de ese desprecio, -no recetas, sino cada día una nueva dosis de náusea
frente a su paciente... Crear una responsabilidad nueva, la del médico, para todos aquellos casos en
que el interés supremo de la vida, de la vida ascendente, exige el aplastamiento y la eliminación sin
consideraciones de la vida degenerante -por ejemplo, en lo que se refiere al derecho a la
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procreación, al derecho a nacer, al derecho a vivir... Morir con orgullo cuando ya no es posible vivir
con orgullo. La muerte elegida libremente, la muerte realizada a tiempo, con lucidez y alegría, entre
hijos y testigos: de modo que aún resulte posible una despedida real, a la que asista todavía aquel
que se despide, así como una tasación real de lo conseguido y querido, una suma de la vida -todo
ello en antítesis a la lamentable y horrible comedia que el cristianismo ha hecho de la hora de la
muerte.
Nietzsche, F.: Crepúsculo de los ídolos, 36, p. 116
Sobre los hijos y el matrimonio:
• Tú eres joven y deseas para ti hijos y matrimonio. Pero yo te pregunto: ¿eres un hombre al que le
sea lícito para sí un hijo? ¿Eres tú el victorioso, el soberano de los sentidos, el señor de tus virtudes?
Así te pregunto. ¿O hablan en tu deseo el animal y la necesidad? ¿O la soledad? ¿O la insatisfacción
contigo mismo?
• Matrimonio: así llamo yo la voluntad de dos de crear uno que sea más que quienes lo
crearon. Respeto recíproco llamo yo al matrimonio, entre quienes desean eso.
• Pero lo que llaman matrimonio los demasiados, esos superfluos, - ay, ¿cómo lo llamo yo? ¡Ay, esa
pobreza de alma entre dos!¡ esa suciedad de alma entre dos! ¡Ay, ese lamentable bienestar entre dos
• Muchas breves tonterías -eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a
muchas breves tonterías en la forma de una única y prolongada estupidez.
Así habló Zaratustra, Del hijo y del matrimonio.
Sobre el leer y el escribir:
• De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y
te darás cuenta de que la sangre es espíritu.
• No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.
• El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir, sino
también el pensar.
• Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido de
memoria.
Así habló Zaratustra, Del leer y el escribir
Sobre el arte:
El arte en la era del trabajo.- Tenemos la conciencia moral propia de una época laboriosa: esto no
nos permite dedicar al arte las mejores horas y las mejores mañanas, ni aunque fuera el mayor y
más digno. Nos vale como cosa de ocio, de distracción: le consagramos los restos de nuestro tiempo
y de nuestras fuerzas.
El paseante y su sombra, § 170, p.80
Sobre la educación:
De un examen de doctorado. -“ es la tarea de todo sistema escolar superior?” -Hacer del hombre una
máquina. -“ es el medio para ello?” -El hombre tiene que aprender a aburrirse.
-“ se consigue eso?” -Con el concepto del deber. -“ es su modelo en esto?” -El filólogo: éste enseña
a ser un empollón. -“ es el hombre perfecto?” -El funcionario estatal.
- “ es la filosofía que proporciona la fórmula suprema del funcionario estatal?” -La de Kant:
el funcionario estatal como cosa en sí, erigido en juez del funcionario estatal como fenómeno.
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Nietzsche, E.: Crepúsculo de los ídolos, § 29, p. 111
VALORACIÓN
SOBRE
NIETZSCHE
Valorar la filosofía de Nietzsche resulta difícil dada la diversidad temática que abarca, desde
la religión, moral, cultura, ciencia, filosofía…y quizás por esto sea mejor empezar por una visión
general de todos estos temas. Esta visión se resume en la vida como tema central y en una manera
de entender la existencia. Y es esta temática junto con su manera de expresarla, lo apasionado de
sus argumentos y el poner todos sus sentido en ello es lo que hace que su filosofía llegue a la
gente. Además de que muchos años después nos sigamos planteando las mismas o parecidas
cuestiones.
Como decía Nietzsche la existencia de Dios se ha venido cuestionando seriamente desde la
Ilustración ”Dios agoniza” y con él, para muchos, todo aquello que da sentido. Y con la pérdida de
sentido llega el nihilismo y con él la aparición del último hombre. Creo que aún no se ha superado
esta situación. El ser humano de hoy en día sigue siendo el último hombre de Nietzsche, el que ha
sustituido a Dios por otra cosa: sea la ciencia, el tener, la importancia de la apariencia física, o
cualquier otra cosa.
La sociedad hedonista en la que vivimos sólo quiere ver el lado “positivo” de la vida, lo
armonioso, lo racional, lo luminoso, lo que está de moda….lo apolíneo. Sólo se valora lo que
felicidad inmediata, y creemos que lo que da felicidad es lo que se compra…en cualquier caso esa
felicidad sigue estando fuera de nosotros y nos hace depender de algo externo para ser feliz. Ya no
es el cielo, ahora es la esperanza de una lotería…
Pienso como Nietzsche que la vida es lo apolíneo y lo dionisiaco, es la razón y la sinrazón,
es la alegría y el dolor, la luz y la oscuridad, y en la medida en que queramos someter una parte a la
otra, en la medida en que negamos el dolor, nuestra existencia se vuelve inauténtica.
Pienso que es el interés, los sentidos, el instinto, lo que nos mueve. Es la voluntad de querer,
odiar, amar, pero creo que es también la voluntad de racionalizar, aunque Nietzsche le reste
importancia. Racionalizar, no encorsetar es importante pues también la razón nos ayuda a buscar
nuevos valores, ideas, alternativas ante una existencia carente de sentido o con un sentido engañoso.
Hoy también es necesario crear nuevos valores, todavía hace falta cambiar los valores que niegan la
vida, pero no para dejarlos como definitivos, sino para que por el momento estén ahí y con el
tiempo se vuelvan a cambiar cuando haga falta.
Siguen habiendo máscaras que quitar, las que crean los intereses, la razón, lo irracional, las
que ponen los que pretenden ser neutrales y objetivos. O como dice él las que nos han enseñado a
poner la cultura, la ciencia, la religión. Pienso como él que la ciencia no es objetiva, no es neutral,
no siempre progresa y responde a intereses. Esta es sólo una perspectiva desde donde se trata de
conocer una realidad cambiante e incomprensible, no determinable, ni universal ni fija.
Creo también que hay tantas verdades como perspectivas, y que hay perspectivas
equivocadas, sean estas la herencia platónica, el cristianismo o sean otras. Cierto es que aunque
haya ideas “equivocadas”, están tan arraigadas que es difícil superarlas: lo que quiero frente a lo
que debo, el alma incorruptible frente al cuerpo, la libertad y la posibilidad de equivocarnos o de
sentirnos culpables… En cualquier caso no admitiría que cualquier perspectiva pueda ser válida, ni
admisible. No podemos llegar a una situación de relativismo en la que todo vale o carezcamos de
principios. Ni a un escepticismo en el que no se pueda conocer nada. Nietzsche proponía una moral
sana, y en este y en otros aspectos buscaba la verdad, algo en qué apoyarse. O dicho de otra manera:
buscamos la verdad porque nos hace sentir seguros, sea instinto, pasión o razón…necesitamos de
esas seguridades.
A nivel muy personal me quedo con la idea del eterno retorno, no como un movimiento
cíclico donde el tiempo se repite sino, con la idea de que cada instante es único, pero eterno, ya que
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en él se encuentra todo el sentido de la existencia, por eso cada momento debe vivirse, de manera
que posea todo su sentido, que no quepa la posibilidad del resentimiento, del arrepentimiento.
Cada momento debe ser decidido con voluntad de vivir..
Hay otros tantos aspectos criticables de la filosofía de Nietzsche o de su manera de ver las
cosas. No acepto la idea de que el hombre es un lobo para el hombre, no la excluyo pero en este
mismo sentido también admito la sociabilidad, bien sea que venga dada por la razón (Kant) o por
instinto (Kropotkin) o por naturaleza (Hume).
También es criticable la misoginia de Nietzsche, al mismo tiempo que incomprensible pues
sabía perfectamente de la lucidez y capacidad de algunas mujeres, por lo que supongo es más una
cuestión de resentimiento, emociones frustradas.
En cuanto al tema del belicismo sabemos que el nazismo utilizó muchas de sus ideas como
los elogios a “los hombres superiores”, su admiración por los guerreros, su defensa de los señores
por encima de la “plebe”. Algunos intérpretes niegan que esa sea una visión correcta de su obra y
así lo creo, cuando habla de hombres superiores frente a plebe entiendo que se refiere a hombres
con voluntad de querer y a otros sin voluntad propia. En esto no difiere mucho de Platón y
Aristóteles, hombres “sabios” (superiores) y otros que no lo son.
En cualquier caso es de valorar la trascendencia de su pensamiento, el legado de su filosofía
y la influencia que ha ejercido en la cultura occidental. Y también la crítica a la filosofía y a los
filósofos con lo que ha cuestionado el papel de la filosofía y de los filósofos hoy en día.
VALORACIÓN
La transmutación de los valores ha recibido varias interpretaciones. Es posible, por ejemplo,
aproximar la nueva moral que Nietzsche propone a la teoría de la evolución de Darwin. Así, frente a
la moral cristiana que defiende como valores supremos el amor al prójimo, la compasión y el
pacifismo, Nietzsche elegiría los valores que imperan en la Naturaleza, la ley del más fuerte y la
lucha por la supervivencia. Además, acusaría a los valores judeo-cristianos de envenenar a la raza
humana pues favorecen la propagación de los más débiles. Es evidente que esta interpretación
beneficia la lectura que los “nazis” hicieron de Nietzsche y probablemente fuese la preferida por su
hermana al mutilar los escritos póstumos de Nietzsche dándoles una orientación belicista y
antisemita. En mi opinión, esta es una simplificación burda e insostenible del pensamiento de
Nietzsche.
También puede interpretarse la transmutación de los valores como la justificación de todas aquellas
conductas a las que se atreviesen los seres superiores. Una visión semejante puede encontrarse en la
película La Soga de Alfred Hitchcock, inspirada a su vez en la obra de Thomas de Quincey: Del
asesinato como una de las bellas artes. Otras fuentes de este punto de vista serían las teorías morales
de los sofistas Polo y Calicles en el diálogo Gorgias de Platón. Desde este punto de vista el
asesinato es algo permitido a los seres superiores, que no tienen por qué respetar las leyes vigentes
hechas para favorecer a los débiles y los inferiores. El propio Nietzsche advierte en el capítulo El
árbol de la montaña de Así habló Zaratustra de los peligros que acechan tras la destrucción de los
viejos valores: el libertino, el decadente, el nihilista, pesadumbre y horror.
La interpretación que aquí se prefiere es aquella que aproxima los valores del superhombre al
espíritu griego presente en los héroes de Homero: Aquiles, Héctor, Pátroclo, Odiseo son símbolo de
superabundancia de valentía, fuerza, virilidad, afirmación, orgullo, amor, agresividad,
competitividad, desafío al destino y a los dioses, afán de superación...
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Nietzsche subtituló Así habló Zaratustra - su obra más representativa- de esta manera: Un libro para
todos y para nadie. Ésta es la ambigüedad fundamental de sus obras y de su pensamiento. No es un
autor sistemático; emplea habitualmente el aforismo y el poema, y su estilo es fascinante. Sus obras
parecen escritas, pues, “para todos”. Pero la ausencia de un vocabulario técnico y bien definido crea
graves dificultades de interpretación. Los términos fundamentales escapan a toda definición,
parecen admitir significados contrapuestos. No hay razonamientos o deducciones, sino intuiciones y
afirmaciones sorprendentes. No evita el contradecirse y el uso de símbolos impide una
interpretación unívoca. Y, además, es violento y agresivo. Lo más fácil es entenderle mal. Sus
escritos parecen, por tanto, ser también “para nadie”.
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