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UNIVERSIDAD AUTÒNOMA METROPOLITANA
UNIDAD XOCHIMILCO
ALUMNA : TORRES SALVADOR JANETT
PROFESOR: SANCEN CONTRERAS FERNANDO JACINTO
DIVISION : CBS
PLAN : LICENCIATURA EN ESTOMATOLOGÌA
TRIMESTRE : 04 O
UEA : CONOCIMIENTO Y SOCIEDAD
TURNO : VESPERTINO
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INDICE
Introducción --------------------------------------------------------------------- 1
Marco teòrico
*la agresión
*tipos de agresión---------------------------------------------------------------- 2
Agresión pasiva
*el origen de la agresión--------------------------------------------------------- 3
¿Qué desencadena la agresión?----------------------------------------------- 4
Factores que promueven o disminuyen la agresión-------------------------- 5
La agresión en el hombre
*el conductivismo y el concepto de agresividad ------------------------------- 8
La neurofisiología y el comportamiento agresivo------------------------------ 9
Agresión en la mujer
*la agresividad femenina------------------------------------------------------------ 11
Un cerebro mejor equipado------------------------------------------------------- 12
Diferencias combativas------------------------------------------------------------ 13
3
El protragonismo de las hormonas
*guerra con mujeres------------------------------------------------------------------14
La biología y la conducta agresiva-------------------------------------------------15
La cultura y la conducta agresiva--------------------------------------------------16
Planteamiento del problema---------------------------------------------------------17
Hipótesis ------------------------------------------------------------------------------18
Comprobación ------------------------------------------------------------------------19
Conclusión -----------------------------------------------------------------------------20
Bibliografía-----------------------------------------------------------------------------21
4
INTRODUCCION
La agresividad es un problema social que afecta a todos y que no hace
distinción de clases, razas, creencias ni sexos ya que es una conducta que en
el hombre se genera por intervención de los genes, las hormonas y procesos
cerebrales. Aunque la conducta agresiva no es en sí misma heredada, los
muchos factores que influyen en las pautas de crecimiento que contribuyen a
determinar la talla y la fuerza
Se define ira como una emoción caracterizada por un alto nivel de actividad del
sistema nervioso simpático y por fuertes sentimientos de desagrado,
desencadenados por un agravio, real o imaginario.
La agresión de define como conducta encaminada a herir.
La ira suele ir acompañada de un impulso de venganza, que se expresa en
agresión, pero la ira y la agresión no siempre van unidas. La ira puede suscitar
una conducta irritable, retraída, deprimida o constructiva, la conducta agresiva
puede ser desencadenada por estados diferentes de ira.
Pero la perspectiva de la agresividad y de sus generadores cambia totalmente
cuando se centra en solamente un genero : la mujer .
La mujer es generadora de vida , es la pieza principal en el desarrollo de la
sociedad ,por las caracteristicas de bondad y sensibilidad que la mujer por
naturaleza posee, y es en la mayoria de los casos la que tiene el control del
buen funcionamiento de su hogar… solo por mencionar algunos ejemplos .
Pero la visiòn de todo esto cambia cuando en la mujer se encuentran
alteraciones biològicas y emocionales; y se genera el problema de la
agresividad femenina que es de gran importancia y que desafortunadamente
muchas veces pasa desapercibido.
En este trabajo de investigación no se trataran temas polìticos, religiosos ni
morales; asì como tampoco se concevirà a la mujer como agresora y ùnica
generadora de la violencia.
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MARCO TEORICO
*La agresión
La psicòloga Ana Muños menciona algunas definiciones de agresión que
tomarè en cuenta para el marco teòrico de esta investigación.
En 1986, la revista Psychology today realizó la siguiente pregunta: si pudiera
apretar un botón en secreto y eliminar a cualquier persona sin ninguna
repercusión para usted, ¿lo haría? El 69 % de los hombres y el 56% de las
mujeres respondieron que sí. La mayoría de las mujeres habría eliminado a
jefes, ex maridos o ex novios y a anteriores parejas de sus actuales
compañeros. La mayoría de los hombres preferiría eliminar al presidente o a
alguna figura pública.
Una encuesta realizada en Estados Unidos durante los años ochenta mostró
que el 15% de los estudiantes universitarios encuestados harían desaparecer
la Unión Soviética si estuvieran seguros de que no habría represalias. Una
acción como esta supondría la muerte de unos cien millones de personas.
La agresión se define como el comportamiento que intenta hacer daño u
ofender a alguien, ya sea mediante insultos o comentarios hirientes o bien
físicamente, a través de golpes, violaciones, lesiones, etc. La palabra clave
para definir la agresión es, por tanto, la intención de dañar y es además la que
la diferencia de otros tipos de violencia, en la que el motivo puede ser, por
ejemplo, la autoafirmación u obtener supremacía y que se define como la
coerción física o psíquica ejercida sobre una persona para obligarla a hacer un
determinado acto en contra de su voluntad.
*Tipos de agresión
A veces el daño se infringe sin ningún otro motivo más que el de causar tal
daño, como golpear a una persona arrastrados por la ira tras un insulto. En
este caso recibe el nombre de agresión emocional u hostil. En cambio, cuando
el daño se produce para obtener algo a cambio (impedir el ascenso de un
competidor en el trabajo mediante difamaciones y calumnias; obtener dinero)
recibe el nombre de agresión instrumental.
6
*Agresión pasiva.
No hacer nada en absoluto podría considerarse también un tercer tipo de
agresión, denominada agresión pasiva, cuando lo que se pretende es
perjudicar a alguien. Por ejemplo, no avisarle de que se acerca por su espalda
un coche que podría atropellarle. En estos casos la hostilidad se manifiesta de
forma indirecta y no violenta. Es más frecuente en el trabajo, aunque también
se da en otras situaciones sociales y en las relaciones de pareja. Un ejemplo
sería "olvidarse" voluntariamente de hacer algo. Así, cuando un compañero de
trabajo con muchas prisas nos pide que entreguemos por ellos un informe, nos
"olvidamos" de hacerlo, lo que le supone una buena bronca del jefe (que es lo
que en realidad pretendíamos). Quienes utilizan a menudo este tipo de
agresión pasiva suelen ser personas con resentimiento hacia figuras de
autoridad y con problemas para su reafirmación personal. No son capaces de
afrontar un problema cara a cara y de forma directa, de modo que recurren a
formas indirectas de tratar con la ansiedad y la frustración que sienten.
*El origen de la agresión.
Algunos científicos, como K Lorenz (1966), proponían una hipótesis que
sostenía que la evolución ha propiciado que sobrevivan los más crueles y
agresivos. Esto contrasta con la idea, sostenida por la psicología moderna, de
que el altruismo puede ser también parte de nuestra herencia filogenética, ya
que la conducta altruista favorece la supervivencia del individuo y la especie al
ayudarse unos a otros. Las conductas altruistas se han observado también en
otras especies: en un experimento realizado con monos que habían aprendido
que sólo recibirían comida si tiraban de una cadena, se vio que cuando al tirar
de dicha cadena observaban cómo otro mono de su misma especie recibía una
descarga eléctrica, el 87% prefirió pasar hambre antes que herir a un
compañero. Aquí habría que señalar que en un experimento parecido realizado
con personas (en este caso las descargas eran fingidas) en el que un
experimentador ordenaba a un sujeto aplicar descargas a un compañero como
castigo, el 40% de los sujetos obedece. Por supuesto, ambas situaciones no
son idénticas y tal vez no puedan establecerse comparaciones, ya que los
factores psicológicos que intervienen pueden ser diferentes.
La sociedad ejerce también una gran influencia modelando estos
comportamientos de forma diferente según las diversas culturas (en occidente,
por ejemplo, la mayoría de las personas prefiere devolver el golpe, mientras
que en China prefieren retirarse). Así mismo, cada individuo tiene la capacidad
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de ejercer control incluso sobre las conductas o motivaciones con un mayor
condicionamiento biológico, como puede ser el hambre (en el caso de las
dietas) o el sueño, cuando decidimos pasar la noche entera despiertos.
*¿Qué desencadena la agresión?
Las diferencias interindividuales e intergrupales a la hora de manifestar o no
un comportamiento agresivo, hace resaltar un aspecto importante en el estudio
de la agresión: está en función de cómo las personas perciben e interpretan
algún suceso o situación. Si se percibe un empujón como intencionado y hostil,
hay más probabilidades de reaccionar de forma agresiva.
En el caso de la agresión instrumental, ésta es más probable cuando se
percibe como rentable que cuando la vemos como potencialmente peligrosa
para nosotros. Hay varios factores que pueden llevar a un aumento de las
conductas agresivas. Uno de ellos consiste en pensar que la agresión es fácil o
haberla utilizado con éxito en el pasado. Observar modelos agresivos que nos
muestran cuándo y cómo la agresión puede tener éxito enseñan patrones de
conducta agresivos que la gente puede imitar incluso si han sido castigados en
los modelos, ya que una vez aprendido el comportamiento puede utilizarse en
una ocasión en la que se piense que el castigo u otras consecuencias
negativas son menos probables.
En la agresión emocional las recompensas y los costos suelen importar poco y
la ira que se siente al percibir una provocación puede ser el desencadenante
de la violencia. Como se ha dicho, la percepción de los acontecimientos es
importante y a veces la agresión se produce sin que los demás sean capaces
de reconocer el motivo debido a que sus interpretaciones de la situación
pueden ser diferentes y no suponer para ellos un motivo de rabia. Aunque las
primeras teorías sostenían que era la frustración (definida como el bloqueo en
la consecución de un objetivo importante) la principal causa de la agresión, se
ha visto que casi cualquier sentimiento negativo puede producir agresión. Entre
estos sentimientos se encuentran, además de la frustración , la ira, el dolor, el
miedo y la irritación. Las situaciones que pueden llevar a experimentar estos
sentimientos son amplias y entre ellas se encuentran el calor o el frío
excesivos, el hacinamiento, el ruido elevado y hasta olores desagradables.
La agresión no siempre se dirige, necesariamente, hacia la persona que nos
ha provocado. A veces se desplaza de su verdadero blanco a otro que se
considera más seguro, como cuando la rabia dirigida hacia un jefe que podría
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despedirnos se expresa dándole una patada al perro al llegar a casa. Esto
produce cierto alivio de los sentimientos negativos, aunque el verdadero motivo
puede no reconocerse conscientemente debido a que algunas personas no
suelen detenerse a preguntarse el porqué de determinados sentimientos que
están experimentando y no saben de dónde vienen realmente. En otras
ocasiones, cuando el motivo de nuestra irritación es, por ejemplo, una ola de
calor, puede ser difícil darse cuenta de esto, de forma que cuando alguien nos
provoca o insulta, la alteración preexistente se suma con la ira sentida por la
provocación y aumenta la posibilidad de agresión. Es decir, una ola de calor no
nos vuelve agresivos, sino que puede hacer más intensos los sentimientos
negativos que experimentemos por otros motivos.
Por otra parte, si tras provocar a una persona se la convence de que su
alteración se debe a los efectos de una droga que acaba de consumir, por
ejemplo, la agresión se reduce. Esto demuestra la importancia de nuestras
interpretaciones, tanto de la situación como de nuestros propios sentimientos, a
la hora de actuar de una u otra forma. Si nos convencen (o nos convencemos)
de que algo en realidad no nos ha molestado y encontramos otra causa a la
que achacar el malestar que sentimos y que sea incompatible con la agresión
(como la influencia de una droga en el ejemplo anterior), este malestar se
desvanece.
*Factores que promueven o disminuyen la agresión.
Los padres agresivos tienen hijos agresivos, mostrando a sus hijos las formas
de agredir y enseñando mediante su conducta que ésa es la forma apropiada
de resolver conflictos. Se ha visto con frecuencia que los padres de niños que
acabaron convirtiéndose en delincuentes no estimularon su buen
comportamiento y fueron rudos o inestables o ambas cosas a la hora de
castigarlos.
Las imágenes violentas en televisión puede aumentar la conducta agresiva de
los espectadores. Un estudio realizado durante 22 años con un grupo de
sujetos demostró que cuanta más violencia habían observado en televisión a la
edad de ocho años, mayor era la probabilidad de haber sido condenados por
crímenes violentos a la edad de treinta años. Los niños que ven violencia por
televisión se comportan con más agresividad y pueden acabar viendo la
violencia como un comportamiento aceptable.
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Ser testigo de la violencia conduce también a la habituación y a la indiferencia
ante este tipo de actos, que pueden llegar a verse como normales. Un estudio
realizado en 1987 mostró cómo las personas que ven con frecuencia películas
de puñetazos apenas se inmutan ante la violencia hacia la mujer.
La enseñanza de actitudes y comportamientos altruistas, incompatibles con la
agresión, hacen que esta disminuya, por lo que la educación juega un papel
muy importante. Los niños que aprenden a respetar y a ser afectuosos con los
animales son menos agresivos, así como aquellos que han aprendido a
ponerse en el punto de vista de otros y conocer sus sentimientos.
La forma cómo vemos a los demás es importante. Si se percibe a una persona
o grupo como subhumano, como alguien que apenas merece ser considerado
una persona o como un simple objeto al que no se aplican las normas de
moralidad, resulta mucho más fácil agredirle. Las imágenes de violencia contra
las mujeres (de tipo sexual o no) las deshumaniza y aumenta la probabilidad de
que se conviertan en víctimas.
La semejanza y la pertenencia al mismo grupo puede disminuir la agresión.
Hay más probabilidades de agredir a las personas diferentes, con quienes no
nos sentimos identificados. Promover la igualdad ayuda a disminuir la violencia.
Cuando las personas se ven a sí mismas como integrantes de un grupo más
que como individuos, tienen más probabilidades de sentirse arrastrados por el
grupo y llegar a cometer atrocidades que nunca cometerían en otra
circunstancia. Es lo que se denomina proceso de desindividualización, en el
que las personas dejan de lado su identidad personal y sus propios valores
para convertirse en algo parecido a autómatas que sólo siguen las normas del
grupo. De ahí que sea importante saber mantener la propia identidad sin llegar
a fundirse por completo con la identidad del grupo.
El propio hogar se percibe a veces como un lugar que nos pertenece y
donde nosotros creamos las normas, al margen de la sociedad. Esto puede
hacer que esas normas sean diferentes de las existentes en el exterior,
variando enormemente el comportamiento de una persona dentro y fuera de
casa.
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La permisividad social respecto al castigo físico a los hijos, la tendencia a no
inmiscuirse en los asuntos familiares de los demás aunque se den
comportamientos violentos y el hecho de percibir a los hijos como algo que nos
pertenece puede aumentar la violencia hacia los niños.
Las armas evocan pensamientos violentos y estos pensamientos hacen más
posible la conducta violenta. Lo mismo sucede con cualquier otro objeto
asociado a la agresión, como un puño cerrado.
La agresión es, desgraciadamente, un comportamiento bastante extendido y
del cual somos testigos a diario, en cualquiera de sus formas.
Tal vez el motivo principal es que funciona. El niño que golpea más fuerte es el
que consigue el mejor juguete; los padres que pegan a sus hijos obtienen
resultados; el hombre que se muestra agresivo puede conseguir el elogio de
cierto tipo de hombres; el mal humor y los comentarios hirientes pueden
servirnos para librarnos de hacer algo que no nos gusta. La agresión, física o
verbal, directa o indirecta, es una forma asequible, rápida y, en ocasiones, fácil
de conseguir lo que queremos sin tener que molestarnos en pensar demasiado.
Sin embargo, también tiene su precio: va siempre acompañada de sentimientos
negativos, como hostilidad o ira que, además de hacernos sentir mal,
aumentan el riesgo de problemas graves de salud, como enfermedades
coronarias. Puede ir seguida de sentimientos de culpa, llevarnos a ser
rechazados por otras personas e incluso apartados del grupo (este rechazo
puede dar lugar en los niños a problemas de aprendizaje). La repetición de
actos agresivos da lugar a personalidades agresivas y la violencia continua
vuelve a las personas insensibles hacia ella. Matar por segunda vez es siempre
más fácil.
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La Agresión En El Hombre
La agresividad humana es el producto de un instinto alimentado por una
energía biológica e inagotable que en muchas ocasiones no necesitaba de un
estímulo externo para que se produjera una reacción violenta, sino que esta
reacción podría producirse en la medida que hubiere suficiente acumulación de
esa energía biológica, sin la necesidad de la presencia de un estímulo externo.
El hombre dice Freud, citado por Morris y Bigge (1989), crea los partidos
políticos para hallar estímulos que le hagan soltar la energía acumulada, y no
son los partidos políticos para hallar estímulos que le hagan soltar la energía
acumulada, y no son los partidos políticos la causa de la agresión, pero en los
casos en que no puede hallarse ni producir el estímulo externo, la energía del
impulso agresivo acumulado es tan grande que reventará y se aplicará in
vacuo, o sea sin estimulación externa demostrable.
La actividad en el vacío, realizada sin objeto, manifiesta una semejanza
verdaderamente fotográfica con el funcionamiento normal de las acciones
motoras de que se trate. Esto demuestra que las pautas de coordinación
motora de la norma de comportamiento instintivo son determinadas por
herencia hasta en los menores detalles.
Considera Freud que la agresión en el hombre adulto es el producto de un
impulso interno que podía desencadenarse independientemente de que
existiera o no un estímulo externo, capaz de provocar dicha conducta. En otras
palabras nos dice que ese impulso o excitación interna es consustancial, es
decir, independiente del estímulo.
La otra tesis que plantea el mencionado autor sobre la conducta agresiva, está
relacionada con la conservación de la especie, la supervivencia del individuo y
la preservación de la vida. Esta tesis sustentada en base a un mal que hemos
heredado de nuestros antepasados, a través del tiempo y que se remonta al
primer período de la edad de piedra, o a la aparición del Homo-Sapiens sobre
la tierra hace más de 40 a 50 mil años A.C. por encima de todo nos dice, es
más que probable el que la intensidad destructora del impulso agresivo, todavía
un mal hereditario de la humanidad, sea la consecuencia de un proceso de
selección intraespecífica que operó en nuestros antepasados durante unos
cuarenta mil años aproximadamente, o sea el primer período de la edad de
piedra.
*El conductivismo y el concepto de agresividad
Después de haber expuesto las teorías de los instintivistas, sobre el
comportamiento agresivo en el ser humano, vamos a pasar a otros enfoques y
tesis sobre el estudio de la conducta agresiva y que tiene base la
experimentación, el razonamiento objetivo y mecanicista; es decir, un estudio
hecho sobre la base de la ciencia, y al ingeniería del comportamiento.
Los conductistas tienen un concepto diferente de la conducta agresiva que los
instintivistas Freud y Lorenz. Ellos manifiestan que la agresión, como cualquier
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tipo de comportamiento se aprende simplemente sobre la base de buscar la
ventaja óptima posible para uno.
A Buss, (1961) señala, que los más importantes comportamientos agresivos es,
ante todo la naturaleza de las consecuencias reforzadoras que afectan al
acaecimiento y la fuerza de las reacciones agresivas, es decir, lo que importa
es saber qué clase de reforzadores afecta al comportamiento agresivo.
Por otro lado B. Skinner (1961), como los demás partidarios del conductismo,
afirman que su método de estudio es científico porque no tratan de lo visible, o
sea el comportamiento declarado, para los conductistas, la conducta agresiva
es producto de un aprendizaje previo que ocurre a través del condicionamiento
operante y mediante el reforzamiento positivo.
Skinner, por ejemplo manifiesta que la respuesta de una conducta se debe al
control de dicha conducta por medio de un condicionamiento operante, del
mismo modo la respuesta agresiva se logra a través de un reforzador o de un
estímulo que lo refuerza para Skinner un reforzador no es nada más que un
estímulo que se refuerza; es decir, fortalece una respuesta a un estímulo
reforzador es la conducta agresiva, y si queremos mantener esa respuesta
simplemente reforzamos positivamente dicha conducta y tendremos un
individuo agresivo u hostil frente a su ambiente, hasta que eliminemos el
reforzador positivo.
Según Skinner, la conducta humana en general incluyendo la violenta está
condicionada a otros reforzadores que él denomina reforzadores secundarios y
generalizados. Estos reforzadores desarrollan su poder reforzante, cuando se
presentan o se aplican junto al reforzador original; sin embargo, para que esto
suceda, el estímulo discriminativo es para algunas respuestas.
Para comprender mejor la relación entre el aprendizaje previo y la conducta
agresiva tendríamos que preguntarnos: ¿porque la gente se comporta
agresivamente? según el condicionamiento operante, un individuo se comporta
agresivamente, porque ha tenido un aprendizaje previo en algún momento de
su vida o cuando se era pequeño que es cuando se empieza a moldear la
personalidad del niño.
Encontramos en muchas ocasiones a niños que son estimulados conscientes o
inconscientemente por adultos proyectándole a los mismos conductas
violentas. Esta situación la encontramos con mucha frecuencia en el medio
familiar y social; en los medios de comunicación fundamentalmente la televisión
se observan con mucha frecuencia programas de mucha violencia que los
niños perciben y repiten en su medio social.
En muchas ocasiones el medio familiar es hostil, se le castiga y se trata al niño
con violencia, produciéndose un condicionamiento operante, mediante un
esfuerzo que a su vez fortalece la conducta violenta, según los conductistas, la
respuesta a un estímulo reforzador es la conducta agresiva; u sí deseamos
mantener esa respuesta, simplemente reforzamos positivamente dicha
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conducta y tendremos un individuo violento hasta eliminar el reforzador
positivo.
*La Neurofisiología y el comportamiento agresivo
Los estudiosos de la neurofisiología manifiestan que el comportamiento
agresivo es el producto de las estimulaciones que se producen en los
diferentes sistemas y zonas subcorticales del cerebro humano.
Ellos han demostrado que las reacciones afectivas de la rabia y su
correspondiente formas de conductas violenta se ha debido a la activación por
estimulación eléctrica directa de diversas regiones como las amígdalas, la parte
lateral del hipotálamo o alguna parte del mesoencéfalo y la materia gris central;
y puede enhibirse estimulando otras estructuras como el tabique, la
circunvolución del cígulo y el núcleo caudal. Por otro lado, la implementación
de electrodos de bajo voltaje en alguna parte del cerebro humano permitió
cambios significativos en el comportamiento.
W. Hess J. y J. Delgado, consiguieron demostrar que el comportamiento
violento se origina de la estimulación eléctrica directa cierta parte del cerebro, y
la inhibición de la agresión al estimular otras zonas.
Ello pudieron medir la actividad eléctrica de diversas partes del cerebro cuando
los estímulos ambientales suscitaban emociones como la rabia, el miedo, el
placer, etc. También pudieron observar los efectos permanente producidos por
la destrucción de ciertas partes del cerebro, llevado a cabo por experimentos
realizados tanto a animales como a humanos.
J. Delgado (1969), señala que:
...el aumento relativamente pequeño en la carga eléctrica de un electrodo
implantado en no de los subestratos neurales de la agresión puede producir un
súbito acceso de rabia incontrolada y asesina, a igual que como la reducción
de la estimulación eléctrica o la estimulación de un centro inhibidor de la
agresión puede detener esa agresión de un modo menos súbito.
Aunque Erich Homm tiene un enfoque diferente de lo que es la conducta
agresiva; no deja de mencionar a los investigadores de la neurofisiología J.P.
Scott y a Leonar Berkowitz, uno de ellos Scott que según Fromm hace alusión
a que si una persona no está expuesta a la estimulación para el combate no
sufrirá daños fisiológicos o nerviosos, porque nunca pelea. Por otra parte
Brkowitz (1967) habla de un esquema de conexiones eléctricas de un estar
siempre preparado para reaccionar agresivamente a ciertos estímulos, y no de
energía agresiva que pueda transmitirse genéticamente.
A este respecto nos dice Erich Fromm (1980) que los datos que nos
proporcionan los neurocientíficos, contribuyen a aclarar el concepto de un tipo
de agresión conservadora de la vida, biológicamente adaptativa y defensiva,
más adelante manifiesta que dichas teorías nos han sido útiles porque han
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podido demostrar que el hombre está dotado de una agresión potencial que se
moviliza ante las amenazas a su interés vital.
Pero sin embargo, alude que ninguno de estos datos proporcionado por los
neurofisiólogos está relacionado con la forma de agresión que caracteriza al
hombre y que no comparte con otros mamíferos; su propensión a matar y
torturar a otros sin ninguna razón, como un fin en sí un objetivo que se persigue
no para defender la vida, sino deseable y placentero en si.
Agresión En La Mujer
La mujeres son sensibles a las agresiones y la mayoría de las veces son ellas
las agredidas, pues el sexo opuesto las somete a su voluntad.
Ante la agresión la mujer es capaz de emitir respuestas agresivas y se
encuentran en una actitud defensiva constante, porque percibe el medio
externo muy hostil y peligroso.
Sus agresiones generalmente son abiertas y de tipo verbal, aunque tampoco
son menos frecuentes las agresiones físicas, pues siempre se siente en peligro
y pierde el control.
En algunos casos, hay también dificultad para responder a las agresiones del
exterior, esta incapacidad también favorece las respuestas explosivas, una vez
que la carga de agresión hacia algo o alguien se ha acumulado.
Esta situación en la mujer se debe quizás a la forma en que es educada en el
hogar.
*La agresividad femenina
Adolf Tobeña
La discusión en torno a la violencia contra las mujeres pasa por alto otro tipo de
agresión: la que ejercen ellas mismas. Aunque de diferente rango e intensidad,
está cada vez más presente en la sociedad occidental. ¿Es una cuestión de
orden biológico?¿Qué injerencia tiene la cultura? En el siguiente artículo, el
catedrático Adolf Tobeña matiza el problema.
La hembra humana no es un animal benigno. Aunque sabe prodigar una
ternura y abnegación admirables que derivan, en primera instancia, de su
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andamiaje interno como individuo reproductor y amamantador, acarrea unos
resortes combativos nada despreciables. En los envites entre mujeres o en las
cuitas con el otro sexo, la agresividad femenina despliega una versatilidad y
una eficacia que no tiene mucho que envidiar a los hombres. Ocurre, sin
embargo, que suele pasar mucho más desapercibida.
En realidad, los individuos de sexo masculino acaparan de una manera tan
ostentosa la crónica de las brutalidades cotidianas y de las atrocidades más o
menos ocasionales que a menudo parece como si la violencia femenina fuera
muy tenue o inexistente. Como si las féminas estuvieran manifiestamente
infradotadas para el comportamiento dañino. Y no es así. Hay que constatar,
en primer lugar, que las cifras comparativas de los incidentes lesivos en función
del sexo son taxativas: en el registro de homicidios, de asaltos con violencia
física y de robos con intimidación suele haber nueve hombres protagonistas por
cada mujer. Esa desproporción de nueve a uno se repite en todas las
sociedades humanas tanto si han alcanzado un grado avanzado de desarrollo
como si todavía funcionan mediante fórmulas muy primitivas de organización
social. Y rigen, asimismo, tanto para los episodios que conllevan penas de
prisión como para los que se limitan al altercado o la trifulca sin consecuencias
ulteriores. Hay, por consiguiente, una gran distancia en la proclividad dañina de
ambos sexos aunque se descuente la influencia de las violaciones sexuales, un
ámbito lesivo donde el monopolio masculino es incontestado.
*Un cerebro mejor equipado
Por otra parte, cuando se registran con detalles suficientes las agresiones
cotidianas de "baja intensidad", en la vida familiar las mujeres se suelen llevar
la palma en diversas medidas. En habilidades combativas como los desplantes
y los sarcasmos, las burlas y los gestos insidiosos, las conductas negativistas o
la desatención vejadora hay predominancia de la agresividad femenina. Esos
últimos datos concuerdan muy bien, por cierto, con otros muchos que han
podido constatar una clara superioridad femenina en las aptitudes más
características de la inteligencia social. Esa ventaja la presentan las
muchachas desde la infancia o la adolescencia más temprana y la saben
administrar a lo largo de toda la vida adulta. Parece ser que las mujeres tienen
un cerebro bastante mejor equipado que el de los hombres para leer los
sentimientos de los demás y aprovechan esa superioridad para lastimar,
cuando así conviene, recurriendo a dardos verbales o gestuales que impactan,
de lleno, en la línea de flotación de la autoestima del contrincante.
Ahora bien, en las cuitas entre hombres y mujeres debe contrastarse esa
diferencia en habilidades cognitivas con la desproporción en poderío físico
entre los dos sexos. Las mujeres tienen, por término medio, un corpulencia
inferior en un diez por ciento a la de sus congéneres masculinos. Esa es una
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desventaja muy notoria que viene dada por la construcción de base y que muy
probablemente ha jugado un papel determinante en el reparto de roles a lo
largo de la evolución de nuestros ancestros. Ahora cuenta menos gracias a eso
que muchos se empeñan en negar (el progreso de la tecnología social
moralizante), pero sigue siendo relevante porque en circunstancias de litigio
grave, la asimetría en fuerza física puede conferir una ventaja radical. De ahí
que los varones recurran con más frecuencia a la violencia física mientras que
las mujeres deben recurrir a otras tácticas lesivas. En las cuitas entre mujeres,
sin embargo, aunque las sutilezas de la combatividad femenina aparecen con
todo lujo de ardides, no es excepcional que la escalada de paso al ataque físico
(el "hooliganismo", por ejemplo, es común en jugadoras y aficionadas en los
torneos de fútbol femenino así como en otros entretenimientos gimnásticos).
*Diferencias combativas
Hay, pues, diferencias sustanciales entre la combatividad masculina y la
femenina. Los hombres se apuntan a las tácticas combativas que implican
violencia física con mucha mayor asiduidad que las mujeres. El mecanismo que
sustenta esa diferencia mayor es la distancia en el armamento físico y
temperamental que tienen a su disposición, de manera natural, los dos sexos.
Por el contrario, en las tácticas que implican combatividad verbal, gestual o
indirecta (la dirigida a los intereses, el estatus o la imagen de los rivales), los
rendimientos andan muy igualados y en algunas habilidades las mujeres
superan claramente a los hombres.
Esas diferencias en combatividad no pueden asignarse, al menos por el
momento, a una organización peculiar y distintiva para los dos sexos en las
estructuras que conforman el núcleo del cerebro combativo. Por lo que
sabemos, las regiones neurales encargadas de vehicular las salidas agresivas
no presentan diferencias entre los dos sexos. Hay que indicar, sin embargo,
que se trata de unas áreas y engranajes primitivos del cerebro afectivo que son
de difícil acceso y que no han sido abordados todavía con las técnicas más
resolutivas de neuro-imagen o las de neuromorfología regional para detectar
organizaciones diferenciales en función del sexo. Donde sí hay diferencias
sexuales es en el armamentario neuroendocrino que actúa en esas regiones
para modular su funcionamiento. Me refiero a las sustancias que, procedentes
de la periferia corporal o elaboradas en el propio cerebro, trabajan en aquellas
regiones neurales para facilitar o inhibir los impulsos competitivos o los brotes
agresivos.
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*El protagonismo de las hormonas
Las hormonas sexuales son los primeros protagonistas a tener en cuenta. Los
andrógenos actúan como facilitadores de la combatividad y la dominancia, y las
cifras circulantes son muy diferentes en hombres y en mujeres aunque
presenten una enorme variabilidad dentro de cada sexo. Ya se tienen datos
bastante firmes que confirman que las mujeres dadas a la combatividad física,
la dominancia y las actividades que conllevan riesgo presentan unas cifras
androgénicas peculiares. Es decir, que las féminas de temple más ambicioso y
temerario poseen un sesgo endocrino andrógino a pesar de la ausencia de
glándulas testiculares. Por otra parte, las oscilaciones hormonales prototí- picas
del ciclo menstrual generan una reactividad distintiva y cambiante en el estado
de ánimo, que se acompaña de variaciones del umbral de irritabilidad ante los
percances cotidianos.
Y la cosa no acaba ahí, por supuesto. Hay otras muchas sustancias que
modulan las salidas agresivas, promoviendo o frenando la combatividad. Las
hormonas de alarma/estrés (eje ecorticoideo, adrenalina, noradrenalina,
vasopresina) juegan un papel muy relevante en los envites competitivos y hay
diferencias sexuales consistentes. Así, por ejemplo, existen datos sólidos que
señalan que las adolescentes con una conducta reiteradamente disruptiva no
sólo comparten con los chicos más rebeldes un incremento en los perfiles
testosterónicos sino unas cifras consistentemente bajas de cortisol (la hormona
diana del estrés). Por otra parte, las diferencias sexuales en el funcionamiento
serotonérgico u opioideo central están siendo mapeadas con precisión y deben
tener su influencia en los estilos competitivos de ambos sexos. Hay multitud de
evidencias que las relacionan con la modulación inhibitoria de la agresividad. Y
todavía hay más. Los niveles de oxitocina modulan la proximidad y
dependencia afectivas y eso implica, de ordinario, una potente restricción para
las expresiones agresivas. Comienza a haber evidencias, asimismo, de que la
vasopresina central es un inductor agresivo presumiblemente relacionado con
la posesividad celosa en los animales que presentan fusiones de pareja. Por lo
tanto, el empeño en dibujar unos perfiles neuroendocrinos que sustenten los
rasgos de agresividad distintiva, en hombres y en mujeres, ofrece ya una
cartografía practicable.
*Guerra con mujeres
El otro ejemplo se refiere a prácticas guerreras. Durante la última Intifada
algunas organizaciones palestinas han incorporado a la mujer a la táctica de la
inmolación homicida. Eso es una novedad. Es curioso que lo hagan frente al
primer ejército moderno, el israelí, que asignó a la mujer tareas ordinarias de
vigilancia y combate. Pero el estupor no cesa porque se trata de una táctica
bélica excepcional también para los hombres, aunque tenga una larga
tradición. Cuando todo el mundo andaba preguntándose cómo es posible que
unos muchachos acepten el siniestro destino de convertirse en despojos
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ungidos a la metralla, en medio de un mercado o de una cafetería, surgieron
dulces muchachas en flor dedicadas a esos menesteres. Cosas de la tan
reverenciada cultura, ¿o quizás no?
Adolf Tobeña es catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de
Barcelona.
*LA BIOLOGÍA Y LA CONDUCTA AGRESIVA
Aunque las personas no posean instintos de agredir, los factores biológicos les
dan capacidad para comportarse agresivamente. Los genes, las hormonas y
los procesos cerebrales intervienen en esta conducta. Considérese primero la
herencia biológica. Aunque la conducta agresiva no es en sí misma heredada,
los muchos factores que influyen en las pautas de crecimiento que contribuyen
a determinar la talla y la fuerza. Por supuesto; los animales de mayor tamaño
vencen más fácilmente en la pelea. De manera semejante, los genes modifican
los umbrales de activación que influyen sobre el
tiempo de reacción. El animal que reacciona con mayor rapidez también
constituye un buen luchador.
Los animales que también heredan umbrales de irritabilidad. Cuanto más bajo
sea este umbral, mayor será la frecuencia con que se desencadene la
irritabilidad y mayor la frecuencia con que el individuo sienta deseo de agredir.
Los genes también influyen en los niveles hormonales del organismo humano.
Las hormonas constituyen el segundo factor biológico que influye sobre la
agresividad. Las hormonas sexuales masculinas, determinan las pautas de
crecimiento que hacen a los animales machos más grandes y poderosos, que
los animales del sexo femenino. Además influyen en la propensión a la lucha.
La reacción entre la agresividad humana y las hormonas sexuales no se ha
establecido con toda claridad, pero parece haber vinculación entre una y otra;
durante el periodo premenstrual, las mujeres presentan por lo común tensión
psíquica, irritabilidad y hostilidad. Las mujeres también cometen un número
desproporcionado de crímenes cuando están en estas condiciones.
Los mecanismos cerebrales constituyen un tercer factor biológico que ejerce de
influencia sobre la agresión.
En el cerebro de las personas y de otros animales, hay muchos sistemas o vías
nerviosas que, al ser estimuladas, producen clases específicas de conducta
agresiva: conducta defensiva, conducta de ataque, impulsos asesinos, etc. En
circunstancias ordinarias estos centros nerviosos parecen estar inactivos, pero
al parecer pueden activarse mediante estimulación física, eléctrica o química,
por hormonas, o bien indirectamente, mediante señales del medio aprendidas.
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LA CULTURA Y LA CONDUCTA AGRESIVA
Algunas culturas desalientan activamente la conducta agresiva.
La mayoría de los norteamericanos aprenden a valorar positivamente la
conducta agresiva.
Hoy en día, las clases medias y altas también glorifican la agresión social. Las
personas que se abren paso a toda costa, que dominan a los demás y hablan
fuerte, son mucho más respetadas que las personas menos dominantes, más
sensibles y más humanitarias.
Los jóvenes de escasos recursos económicos a veces miden el valor del ser
humano por la fuerza física. En un estudio experimental se comprobó que los
delincuentes de la clase baja se ven a sí mismos como héroes rudos,
poderosos, feroces y sin miedo.
La habilidad de combatir rudamente o de aparentar que se es capaz de
hacerlo, se considera, desde muy corta edad, como una virtud valiosa tanto
para sobrevivir, como para obtener mejor posición en la sociedad
HIPOTESIS
-la mujer es igualmente agresiva que el hombre y la diferencia radica en
que la mujer emplea maneras màs sutiles para agredir.
Para comprobar la hipótesis se
hombre y mujer para agredir.
tomaràn en cuenta las diferencias entre
La agresividad en la mujer se ve màs violenta en algunas ocasiones por que
tambièn hay dificultad para responder a las agresiones del exterior, esta
incapacidad tambièn favorece las respuestas explosivas, cuando la carga de
agresión hacia algo o alguien se ha acumulado.
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La diferencia entre hombre y mujer en torno a la agresividad es la diferencia
combativa ya que los hombres se inclinan hacia la violencia fìsica y
temperamental.
Por el contrario, en las tácticas que implican combatividad verbal, gestual o
indirecta (la dirigida a los intereses, el estatus o la imagen de los rivales), los
rendimientos andan muy igualados y en algunas habilidades las mujeres
superan claramente a los hombres.
COMPROBACIÒN
La mujer solo emplea la violencia cuando se siente agredida o en peligro y en
algunos casos cuando acumula coraje contra algo o alguien, es entonces
cuando estalla y se torna agresiva.
esto se debe a que sus agresiones generalmente son abiertas y de tipo verbal,
aunque tampoco son menos frecuentes las agresiones físicas, pues siempre se
siente en peligro y pierde el control.
En cambio el hombre emplea la agresividad en el momento en que lo siente
necesario. Esto se demuestra actualmente en las clases medias y altas; los
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hombres que se abren paso a toda costa, que dominan a los demás y hablan
fuerte, son mucho más respetados que las personas menos dominantes , màs
sensibles y màs humanitarias.
Con esto se comprueba que a pesar de existir diferencias entre hombre y
mujer; ambos tienen las mismas ventajas para agredir.
CONCLUSION
En esta ocasión la hipótesis antes mencionada, es verdadera;se comprobò
que la mujer no es mas agresiva que el hombre sino que se encuentra en las
mismas posiblidades de generar agresividad.
En este trabajo de investigación;las diferencias entre hombres y mujeres solo
son de tipo fìsico y eso en algunas ocasiones por que como se sabe las
agresiones verbales tienden a dejar mas consecuencias que las agresiones
fisicas.
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La agresividad lamentablemente es algo que la sociedad ve como ùnica salida
hacia la superioridad y la supervivencia ( como los animales) esto se puede ver
en el cine por ejemplo en donde el sùper hèroe es el màs fuerte el màs valiente
y el que vence a todos sus rivales.
La agresividad no es mala pero no deberia ser empleada en grandes dosis
como las guerras.
Existen organizaciones encargadas de dar estadisticas acerca de mujeres
violentas y peligrosas generadoras de violencia;ICEBERG, (organización
formada por padres de familia radicada en Norteamérica) que le dan un tono
sexista y toman a la mujer mucho màs agresiva y peligrosa que el hombre.
Sin embargo la difamación tambièn es una forma de agresión indirecta; por ello
existe una igualdad entre hombre y mujer para generar agresividad.