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Genes contra el hambre (El Pais -1 Febrero 2013)
La biotecnología es una herramienta clave para asegurar el futuro alimentario del planeta. La
cooperación con los países pobres no debe ser solo económica, sino sobre todo científica
El proverbio oriental se ha quedado muy antiguo —es lo que tienen los proverbios—. El dilema
ya no está en si hay que dar un pez a una persona para que coma o en si hay que enseñarle a pescar.
Ahora hay que darle el pez y la caña, pero no un pez cualquiera: tiene que ser de una especie autóctona,
criado en condiciones de sostenibilidad, a ser posible estéril para que si escapa del estanque no altere el
ecosistema; tiene que tener una determinada composición de grasas y proteínas, y por supuesto estar
libre de metales pesados o de otros contaminantes. Y que se conserve lo mejor posible, para que se
pueda transportar o guardar. ¿Y la caña? Que no esquilme, que sea reciclable, que la puedan usar igual
de fácilmente hombres y mujeres, que tenga un cebo específico para el pez que se quiere capturar... La
lucha contra el hambre es una constante en la historia de la humanidad, pero los métodos deben
adaptarse al conocimiento.
No se trata de ponerse exigente. Con 7.000 millones de habitantes en el planeta y una previsión
de crecimiento imparable —se espera que seamos más de 9.000 millones en 2050— hay que poner
todos los medios para que las soluciones que se tomen no sean, y nunca mejor dicho, pan para hoy y
hambre para mañana. Y de todo el conocimiento disponible, la biotecnología se perfila como una de las
herramientas más potentes para usar. El título de las jornadas organizadas por la Fundación Ramón
Areces y la Asociación EuroBioLatina que han tenido lugar en Madrid el 29 y 30 de enero,
Cooperación en biotecnología contra el hambre, no es más que un reflejo de esta necesidad de usar la
mejor ciencia para el mejor resultado.
“La producción de alimentos es una de las grandes prioridades a nivel mundial”, lanzó como
pistoletazo de salida Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, presidente de honor
de BioEuroLatina y presidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces. Pero no solo se
trata de producir “una mayor cantidad, sino, sobre todo, una mayor calidad”. El problema del hambre
“no es nuevo; es un genocidio diario” de 65.000 personas, “pero siempre se ha obviado”, añadió Mayor
Zaragoza.
La diferencia, para los reunidos, es que ahora se tiene la ciencia para afrontar definitivamente el
problema. La ONU lo tenía claro cuando estableció el primero de sus Objetivos de Desarrollo del
Milenio: “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”. Pero el tiempo pasa, y la fecha final de este
propósito, 2015, está demasiado cerca como para relajarse.
Y el asunto puede ir a peor. “El aumento de población va
a suponer producir un 70% más de alimentos”, afirmó en una La población mundial
intervención grabada el presidente de la fundación, Albert pasará de 7.000 a 9.000
Sasson. Y todo ello en condiciones adversas: el calentamiento
amenaza la base de la nutrición mundial, que es la agricultura. millones en 40 años
“Nos enfrentamos a un entorno no predecible”, señaló Juan
María Vázquez Rojas, director general de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad.
“Con el cambio climático cambiarán los vectores de las enfermedades de las plantas y los animales;
España va a estar sometida a un estrés hídrico importante”. Y, aunque parezca una contradicción, el
desarrollo de gran cantidad de población aumenta la presión sobre los recursos básicos. “Entre 1993 y
2020 el consumo de carne va a aumentar un 14% en los países desarrollados, pero va a hacerlo un 50%
en los emergentes, como China y el sureste asiático”, dijo Vázquez. Y esto supondrá que habrá que
aumentar la cosecha de cereales para alimentar a los animales, y, con ello, el consumo de agua. “Solo
desde la eficiencia podremos afrontarlo”, dijo.
Pero la tecnología no lo es todo. “El problema del hambre no es científico; es político”, afirmó
Alfredo Aguilar, exdirector de la Unidad de Biotecnología de la Comisión Europea. “Hace falta un
capital político”, coincidió Carlos Malpica, vicepresidente de la Fundación BioEuroLatina. Y ahí entra
en juego la cooperación internacional. Pero no en un sentido unidireccional, de rico a pobre, matiza
Sasson. Malpica pone el ejemplo del papel que puede desempeñar España. Pese a su nombre, la
fundación ha abierto sus proyectos a África, sobre todo a la occidental. “A diferencia que en América,
España no tiene ahí una imagen de antigua potencia. Y eso puede ayudar a abrir la cooperación”. Y,
“cuando se habla de hambre, África es el gran desafío”, sentenció Sasson.
Eso sí, significativamente, esta fundación ha buscado la colaboración del Ministerio de
Economía y Competitividad, que es el encargado actualmente de la investigación e innovación, y no del
de Exteriores, que alberga la ayuda al desarrollo tradicional. Aparte de que esta se haya desplomado (su
dotación ha pasado de cinco millones a 300.000 euros), si se quiere afrontar el problema del hambre de
una manera eficaz, hay que apuntar con precisión.
Ya no sirven los grandes proyectos, tirar con fuego graneado. España hizo en los años de vacas
gordas un esfuerzo importante para acercarse al famoso 0,7% del PIB dedicado al desarrollo, pero,
como critican muchas organizaciones —por ejemplo, ISGlobal, una dedicada a temas sanitarios— para
ello se hicieron importantes aportaciones a grandes programas que permitían incrementar la ayuda sin
necesidad de hacer un seguimiento detallado proyecto a proyecto. En cambio, la labor que se plantea
este tipo de organizaciones es más de francotirador, de cirujano de precisión. Se podría decir que la
biotecnología, por su naturaleza, va a lo más pequeño, a las células y, sobre todo, a sus genes, y que su
manejo e investigación pide también una precisión que da también la pequeña escala.
Las necesidades de comida crecerán un 70%. Y se pedirá más carne
Sasson enumeró múltiples aplicaciones: microorganismos que fijen nitrógeno en el suelo;
cultivos enriquecidos con antioxidantes, minerales (cinc, hierro), vitaminas; semillas que aguanten
sequías o suelos salinos; plantas que soporten la inmersión; producir nuevas variedades que incluyan
esas características. Todo ello supone trabajar, directa o indirectamente, con los componentes
fundamentales de la vida: los genes. Estas partes del ADN contienen las instrucciones para los procesos
biológicos: elimina sal, cierra poros y bombea agua, almacena hierro, crea vitaminas, fabrica defensas,
aumenta la cantidad de proteínas, la de fibra...
Esto no es radicalmente nuevo. Sin saberlo, los agricultores y ganaderos del mundo han
trabajado sobre ellos. Es el tradicional proceso de mejora de las especies, el que hizo que una espiga de
menos de una decena de granos sea ahora una mazorca con centenares de ellos (o, en un plano menos
práctico, que una rosa de cinco pétalos evolucione hasta las frondosas flores actuales). La ventaja de la
biotecnología es que puede acelerar el proceso. Sasson lo explica así: “Usar marcadores genéticos
reduce el tiempo para conseguir una nueva variedad de 10 o 15 años a siete u ocho”. Las nuevas
técnicas que permiten secuenciaciones rápidas de genes son una ayuda vital en este proceso. Pero esto,
además, tiene la ventaja de que hasta países con un menor desarrollo científico pueden incorporarse,
básicamente porque tienen lo fundamental: el conocimiento sobre el terreno y las variedades.
Es el caso, por ejemplo, de la investigación sobre la yuca que se realiza en el Centro de
Investigaciones Agrícolas que dirige Adolphe Adjanohoun en Benin. Este cultivo es el quinto del
mundo, y clave en la alimentación de África. “Pero tiene muchas plagas y enfermedades”, admite
Adjanohoun. De ellas hay una, la producida por un virus, el mosaico africano, transmitido por la mosca
blanca, que “no tiene control mediante productos fitosanitarios y produce una caída del rendimiento del
40% al 50%” de un producto vital para los agricultores más pobres. La lucha contra esta amenaza se ha
basado en escoger las variedades más resistentes. “En los ochenta se seleccionaron 160, pero solo tres
fueron aceptadas por los agricultores”, explica el investigador. El problema es que las plantas se
reproducen como otros tubérculos, replantando uno, y eso ha llevado a un “envejecimiento” de las
plantas, lo que las hace más vulnerables. Por tanto, urge, primero, “sanear” las cepas que ya existen. E,
idealmente, conseguir nuevas variedades resistentes.
Un objetivo a medio camino
E. B.



La propuesta de la ONU. En 2000, en la
denominada Cumbre del Milenio, la ONU se
fijó ocho objetivos para conseguir en 2015. El
primero era “erradicar la pobreza extrema y el
hambre”. En concreto, para 2015 se quería
reducir a la mitad el número de personas que
pasan hambre.
Los hambrientos. Los datos de la ONU
muestran que la cifra de personas que pasan
hambre está, de manera casi constante desde
1990, en 800 millones de personas (lo que los
activistas redondean en 1.000 millones). Como
la población mundial ha aumentado, estos
suponen un 11%.
Mal alimentados. Otros 1.000 millones están
mal alimentados en el mundo. Esta cifra, sin
embargo, incluye también al grupo de los que
comen de más. Son personas que consumen
recursos perjudicándose ellas mismas y, quizá,
impidiendo que lleguen a quienes los
necesitan.
Acceso al agua. Otros 1.000 millones no tienen
acceso al agua potable, con lo que esto implica
para su salud.
Desechos y desperdicio. Aproximadamente
entre el 30% y el 40% de los alimentos que se
producen se tiran antes de llegar a los
destinatarios. Esta proporción es similar en
países ricos y pobres, aunque por distintos
motivos, indica Albert Sasson, presidente de
EuroBioLatina.
Otro de los proyectos discutidos en las jornadas —
y que, como el de la yuca, va a ser presentado para
recibir financiación de la Fundación Areces o
europea— se refiere a animales. En concreto, a las
alpacas andinas. Mientras en España la muerte de
crías de rumiantes está entre el 5% y el 10%, dijo
María Dolores Vázquez, del Departamento de
Sanidad Animal de la Universidad Complutense de
Madrid, en estos camélidos llega al 50%.
Seleccionar los animales más resistentes —por el
método que sea— sería una solución, pero
combinarlo con las vacunas específicas (más
biotecnología) y tratamientos contra parásitos
puede ayudar a solventar el bache, porque con esa
mortalidad los animales cada vez están más
envejecidos y producen fibra de peor calidad.
Tanto, que solo el 5% de la recogida es aceptada
por las empresas.
Pero, quizá, donde la biotecnología puede entrar
con más fuerza es en la acuicultura. El mar (el 70%
de la superficie del planeta) es visto por los
expertos como la gran fuente futura de proteínas.

Actualmente, según la FAO, se capturan unos 60
millones de toneladas, y otros 20 millones se
obtienen ya de granjas marinas. Pero estas son

muy complejas y necesitan mucho control.
“Energéticamente, son más eficientes que las
terrestres, porque se trata de animales de sangre
fría”, dijo Fernando Torrent, de la asociación
Apromar. Además, como explicó Pere Piferrer, del
Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, muchos
peces son animales cuya diferenciación sexual
depende del entorno, y conseguir los más grandes (machos o hembras) ayuda a la rentabilidad. Que
sean estériles es clave para evitar problemas si hay fugas, añadió Alberto Díaz, del Instituto Nacional
de Tecnología Industrial de Argentina. Y para todo ello, no hace falta decirlo, la biotecnología es clave.
También lo es para el ser humano. Otro de los proyectos presentados consiste en la creación de un
producto alimenticio para embarazadas en países de extrema pobreza. No hace falta insistir en sus
beneficios. Pero su composición ideal sería una pura fórmula: cuántas grasas, proteínas, azúcares,
minerales o incluso probióticos, que ayudan a controlar infecciones, como dijo Daniel Ramón Vidal, de
la empresa Biópolis (un spin off del CSIC). El resultado sería similar a las barritas que se usan con
niños malnutridos. Que las materias primas sean locales, que se pueda conservar a temperatura
ambiente y que sea aceptado social y culturalmente es clave para su éxito.
Como se ve, todo es biotecnología. Quizá porque, parafraseando a la Iglesia, genes somos, y en genes
nos convertiremos.
La frontera de la manipulación genética
Hablar de biotecnología y sus aplicaciones supone mentar uno de los demonios de los ecologistas: los
transgénicos. Pero en un foro como el de la Asociación BioEuroLatina, centrada en la cooperación y
con patrocinadores de empresas, el asunto no levantó ampollas. “En cientos de laboratorios que los
están estudiando, muchos financiados por la Unión Europea, nunca se ha encontrado jamás un efecto
negativo para la salud”, dijo tajantemente Alfredo Aguilar, exdirector de la Unidad de Biotecnología
de la Comisión Europea.
Aguilar no quiso hacer sangre, pero mencionó, siquiera de pasada, el último estudio al respecto, el del
francés Gilles-Eric Séralini, que afirmaba que en un tipo de ratones alimentados con maíz modificado
había más cáncer. “La EFSA [Agencia Europea de Seguridad Alimentaria] lo ha rechazado por falto
de rigor”.
Esta postura fue casi unánime en las sesiones organizadas en la Fundación Ramón Areces. Pero el
hecho es que Europa se mantiene como una isla ajena a los transgénicos, que ya “suponen el 10% de la
superficie cultivable del mundo, unos 170 millones de hectáreas”, dijo Albert Sasson, presidente de
BioEuroLatina. “Son precisamente los agricultores de países en desarrollo, como China, India,
Argentina o Filipinas, los que, detrás de los estadounidenses, más se están beneficiando”, añadió
Sasson.
Y esta postura se nota fuera. “En un viaje a India los responsables me dijeron que ellos no tenían
ningún problema con los transgénicos, que el problema era nuestro”, señaló Aguilar. Lo que pasa es
que, por ese recelo, los indios dudan de usarlos más por miedo a que sus exportaciones sean
rechazadas por el mercado europeo.
Aparte de la salud, el asunto tiene otras implicaciones. Adolphe Adjanohoun, director del Centro de
Investigaciones Agrícolas de Benin, admitió que hablar de biotecnología en su país tiene un peligro:
que se asocia a los transgénicos y, estos, a la situación preponderante de multinacionales extranjeras.
Ramón Clotet, secretario de la Fundación Triptólemos (llamada así por el rey que recibió el don de la
agricultura según la mitología griega), también se refirió a que precisamente los recelos ante estos
productos habían creado unas legislaciones complicadas que dificultaban su uso y el de otras prácticas.
El salmón transgénico, a punto de ver la luz
después de 23 años de exámenes
EEUU concluye que el primer animal modificado para consumo
no daña la salud ni el entorno
Gracias a la biotecnología, crece el doble de rápido que los
ejemplares salvajes (Rafael Méndez Madrid 23 DIC 2012 -)
Un salmón transgénico, el más grande, junto a uno salvaje de su edad. / AFP
El salmón transgénico que desde hace 23 años desarrolla una empresa estadounidense acaba de superar
el penúltimo obstáculo antes de llegar a los platos. La Agencia de Alimentación de EE UU (FDA) ha
concluido que esta especie, que crece el doble de rápido que el salvaje gracias a la ingeniería genética,
no afecta al medio ambiente. La FDA ya dictó en 2010 que comerlo es seguro y ahora dice que aunque
se escapara algún ejemplar de las piscifactorías, al estar esterilizados y en aguas cálidas, es
“extremadamente remoto” que sobrevivieran. Aunque no hay plazos para la aprobación, este era uno de
los últimos escollos para el que sería el primer animal creado con ingeniería genética para consumo. Sí
hay muchos animales modificados genéticamente para experimentación.
Después de décadas de consumo de cultivos transgénicos, los animales transgénicos para alimentación
siguen atascados. La prueba es el salmón desarrollado por la empresa estadounidense Aquabounty en
1989. A este salmón se le han introducido dos modificaciones genéticas. La primera es un gen que
regula la producción de la hormona del crecimiento de uno de sus primos, el salmón gigante
(Oncorhynchus tshawytscha). Además, un “interruptor genético” permite al salmón producir esta
hormona durante todo el año, mientras que el salvaje tiene reprimida la producción durante los meses
de invierno.
El resultado, según la empresa que lo produce, es que el salmón tarda 18 meses en alcanzar los 100
gramos (en vez de los 30 meses que tardan los salvajes).
Después de 15 años de papeleos en Estados Unidos, Aquabounty consiguió en 2010 que la FDA dijera
que su consumo era seguro. El argumento de la empresa es que no puede haber problemas porque la
hormona es similar a la que tienen los salmones salvajes y que ya se consumen con naturalidad. “La
FDA ha concluido que el consumo del salmon Aquadvantage es tan seguro como el salmón atlántico
convencional”, afirma la agencia
La principal
preocupación
era que
rompieran el
equilibrio
ecológico
Fuente: FDA y elaboración propia. / EL PAÍS
Entonces surgió el principal escollo: el ambiental. ¿Qué ocurriría si uno de estos salmones hercúleos y
con anticongelante se escapara de la piscifactoría? ¿Romperían el equilibrio ecológico al imponerse
sobre sus primos no modificados genéticamente?
La FDA encargó entonces un análisis de impacto ambiental. Lo terminó el pasado 9 de mayo y, por
razones poco claras pero que, según la prensa de EE UU, pueden tener que ver con la campaña de las
presidenciales, se publicó el viernes. Ahora se abre un plazo de dos meses para alegaciones, en la que
previsiblemente los ecologistas cargarán contra un pez que ya han bautizado
como frankenfish.
Es extremadamente
En su informe, la FDA considera “extremadamente remoto” que algún
remoto” que las
ejemplar se pueda escapar de las instalaciones de Aquabounty: las de la Isla
hembras estériles
del Príncipe Edward (Canadá), en la que se producen los huevos, o en las
críen en libertad
granjas de Panamá, en las que son cultivados.
Además, en caso de que se produjera un escape, es igualmente “extremadamente remoto” que pudieran
criar, migrar y colonizar el entorno, según la FDA. Alega que solo se crían hembras y que están
esterilizadas, aunque la técnica no es fiable al 100%. El informe matiza que solo se pronuncia para
estos cultivos y que no implica que se pueda extender a cualquier cultivo de salmón transgénico en
cualquier condición y en cualquier país.
Una portavoz de Aquabounty señaló ayer en un correo que el pez transgénico fue desarrollado incluso
antes de que se comercializara la primera planta transgénica y que llevan 17 años de trámites solo en
Estados Unidos. “Este es el pez más estudiado de la historia”, comentó por teléfono una persona
próxima a la empresa.
En investigación ya hay animales modificados genéticamente
“Estamos encantados de que el informe ambiental sea ya público para alegaciones. Esto supone un gran
paso adelante hacia la comercialización”, señaló en un correo el consejero delegado de la empresa,
Ronald L. Stotish. Como la compañía cotiza en Londres, el viernes no dio tiempo a ver la evolución de
las acciones. La compañía asegura que no puede dar un plazo para la probación, pues ahora hay 60 días
para alegaciones al informe de la FDA. En Europa no hay solicitada la aprobación, según la firma.
El salmón no solo es apreciado por su sabor y textura, sino que en los últimos años aumenta la
demanda por las propiedades cardiosaludables de sus grasas. El 69% del salmón que se consume ya
procede de piscifactorías.
Su aprobación abriría la puerta ahora a otras peticiones
La FDA destaca que hay vectores en todo el mundo a favor de la acuicultura y de la biotecnología, ya
que la FAO estima que en 2030 la producción de pescado debería aumentar en 28,8 millones de
toneladas de pescado solo para mantener el actual consumo por habitante. Y eso con buena parte de los
caladeros sobreexplotados.
Pere Puigdomènech, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
explica que no está claro que el salmón “se vaya a comercializar muy pronto”. En EE UU, según la
normativa vigente, no tendría que ser etiquetado como salmón transgénico, pero en Europa sí, lo que
dificultaría su comercialización. Puigdomènech señala que “el principal problema era ambiental”, ya
que “a priori que tenga la hormona del crecimiento de otra especie no debe generar problemas para la
salud”.
Puigdomènech destaca cómo la percepción ciudadana de los animales transgénicos es peor que la de las
plantas: “Los animales son más parecidos a nosotros y comer carne transgénica genera más rechazo”.
Sin embargo, recuerda el precedente de California. En noviembre pasado se celebró un referéndum
pare decidir si en este Estado se obligaba a etiquetar los alimentos transgénicos. Contra pronóstico
perdieron los partidarios del sí.
Además del salmón hay más investigación en animales transgénicos, con usos principalmente
farmacológicos. En 2006, la Agencia Europea del Medicamento aprobó el primer fármaco obtenido a
partir de la leche de una cabra transgénica. El producto, antitrombina-alfa, es un anticoagulante y fue
aprobado para su uso en enfermos con deficiencia de antitrombina congénita antes de someterse a una
operación.
Pro y contra de los transgénicos
Escrito por:
9 Agosto 2008, 10:00 PM
ISABEL MARTÍNEZ PITA
Un técnico examina una siembra de lechosa (papaya), genéticamente modificada
en Tailandia.
La polémica respecto a estos productos se basa en el posible daño al
medio ambiente
Efe. Reportajes. Los alimentos transgénicos, modificados genéticamente, se han convertido en centro
de atención, no sólo por parte de los científicos, sino también de los consumidores que, alertados por
organizaciones ecologistas, se muestran reacios a consumirlos. El debate se centra en los posibles
riesgos que tienen para la salud humana y para el medio ambiente.
La práctica de la mejora genética en las plantas y animales se realiza desde que el mundo es mundo. La
dieta de los seres humanos se ha ido enriqueciendo con la selección natural de las mejores cosechas o
animales, aumentando de este modo la productividad.
La selección de los animales más fuertes y resistentes a las enfermedades, o la fermentación en los
yogures o el pan, que son ejemplos de alimentos modificados de forma natural, son técnicas que el
hombre ha empleado desde los albores de la humanidad y, sin saberlo, estaban aplicando la
biotecnología. De esta manera, los seres humanos han luchado por la supervivencia de la especie ante
las dificultades que se le presentaban.
Ahora se abre una nueva polémica: el empleo de la ingeniería genética en los alimentos. Un debate con
diferentes frentes de batalla: empresas, científicos e interesados por conservar, sobre todo, el medio
ambiente.
Pero, ¿qué es un alimento transgénico u organismos genéticamente modificados (OGM)?. Son
productos que se crean a partir de la aplicación de la biotecnología. Son el resultado de la transferencia
de genes de un organismo con un rasgo determinado a otro, de forma que se crean organismos
inexistentes en la naturaleza.
Mientras, los científicos siguen hallando nuevos métodos de inserción de genes de características
específicas en el ADN de animales y plantas.
¿Riesgos para la salud?
Aunque una parte de los científicos se muestra contraria a los OGM, existe un sector que mantiene que
hay que aprovechar los grandes avances tecnológicos para aumentar la calidad de vida y la esperanza al
nacer.
Los más contrarios a los transgénicos apuntan a la atrofia de la cadena humana, alergias e incluso a
elementos cancerígenos. Pero la comunidad científica está en un 90% con estos alimentos y entre sus
ventajas, señalan, está la reducción de productos fitosanitarios.
Sin embargo, los consumidores se muestran recelosos ante la posibilidad de comprar estos productos
genéticamente modificados. Especialmente porque es el hombre el que interviene directamente en el
proceso al transmitir genes a las plantas en un laboratorio.
Pero, se sabe por experiencia, que en el uso de productos como el microondas o el móvil, que fueron
fuertemente atacados por sectores de científicos y ecologistas, y que consiguieron, en principio, que
existiera una gran resistencia para adquirirlos, en la actualidad son completamente aceptados. ¿Pasará
lo mismo con estos alimentos?.
Con el tiempo quizás se supere el listón comercial del etiquetado y se levantarán prohibiciones. Países
como Estados Unidos, China, Egipto, Sudáfrica, La India... ya aceptan los transgénicos.
A FAVOR Y EN CONTRA
Como todo, esta técnica tiene sus pros y contras como los que se muestran a favor y en contra de la
aplicación ingeniería genética en los alimentos.
Entre los detractores de los OGM se encuentran las asociaciones ecologistas como Greenpeace, que
muestran su rechazo bajo el lema “Experimento Transgénico. No lo compres”. ¿Motivos?: “Son un
peligro grave real y demostrado para la salud global del planeta porque potencian una agricultura tóxica
e insostenible y la pérdida de la seguridad alimentaría”.
Los que se muestran a favor de esta tecnología aducen que la biotecnología es un avance que mejora el
rendimiento de los cultivos y minimiza el uso de plaguicidas y fertilizantes, por lo que sería más
beneficioso para el medio ambiente, y contribuye a aliviar el problema del hambre en los países más
desfavorecidos.
Los científicos aseguran que un alimento transgénico es igual en su base genética que uno tradicional, y
que la diferencia está en el gen introducido.
De esta manera, los consumidores contarán con alimentos más nutritivos y los agricultores de países
subdesarrollados con productos más resistentes y productivos.
Zoom
Autorización y etiquetado
La empresa productora del tomate McGregor, el primer alimento transgénico que se comercializó, tuvo
que pasar estrictos controles hasta que a los cuatro años le dieron el permiso para lanzar el producto al
mercado. Al día de hoy, en los países en que se producen estas semillas, los alimentos transgénicos
pasan por numerosos controles de todo tipo antes de llegar a los hogares de los consumidores.
DESTACADOS
La selección de los animales más fuertes y resistentes a las enfermedades, o la fermentación en los
yogures o el pan, que son ejemplos de alimentos modificados de forma natural, son técnicas que el
hombre ha empleado desde los albores de la humanidad y, sin siquiera saberlo, estaban aplicando la
biotecnología.
Aunque una parte de los científicos se muestra contraria a los organismos genéticamente modificados
(OGM), existe un sector que mantiene que hay que aprovechar los grandes avances tecnológicos para
aumentar la calidad de vida y la esperanza al nacer.
Los que se muestran a favor de esta tecnología aducen que la biotecnología es un avance que mejora el
rendimiento de los cultivos y minimiza el uso de plaguicidas y fertilizantes, por lo que sería más
beneficioso para el medio ambiente, y contribuye a aliviar el problema del hambre en los países más
desfavorecidos.
Hay multitud de OGM gracias a la ingeniería genética, aunque existen 67 autorizados. Entre los más
comunes se encuentra el maíz resistente a los insectos, los tomates capaces de crecer en suelo
salinizado, una soja que resiste un herbicida, frambuesas que soportan sequías y heladas, patatas con
menor capacidad de absorción del aceite de la fritura, y arroz dorado, un cereal transgénico capaz de
producir la provitamina A.
Otros productos como berenjenas, cacahuetes, guisantes y kiwis se encuentran pendientes de
autorización, mientras se están estudiando plantaciones de arroz.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado que los alimentos
transgénicos disponibles son inocuos para la salud, pero ha revelado que pueden afectar al medio
ambiente mediante la contaminación de cultivos convencionales.
Mientras, la ONU dice que los organismos genéticamente modificados pueden minimizar los efectos
del hambre y la desnutrición en los países menos desarrollados.
Entre los países también hay partidarios y detractores de los OGM. EEUU se muestra a favor de la
comercialización de los productos transgénicos, y en Inglaterra también. Países como Francia, Austria,
Luxemburgo o Dinamarca son contrarios a su producción.
Famosos ecologistas, cállense
El activista Mark Lynas exige a las celebridades que abandonen
su cruzada antitransgénicos
Pide invertir en alimentos genéticamente modificados para
acabar con el hambre en el mundo
Asegura que no hay pruebas científicas que demuestren que este
tipo de comida es perjudicial
(Brenda Otero Londres 14 ENE 2013 )
El príncipe Carlos de Inglaterra junto a su hijo Guillermo, en la granja de Gloucestershire, donde cultivan sus alimentos
ecológicos. / CORDON PRESS
Paul McCartney y Carlos de Inglaterra son algunas de las tantas celebridades que han hecho
campaña en contra los cultivos transgénicos. Una cruzada que como cualquier tema relacionado con lo
comestible provoca un encendido debate y que cuenta con un amplio apoyo popular. El activista
medioambiental Mark Lynas, figura clave en la formación de la oposición a la comida genéticamente
modificada, culpa ahora a los famosos de obstruir investigaciones que podrían facilitar el alimento a
aquellos con menos recursos.
“Los integrantes del lobby antitransgénicos -aristócratas británicos, cocineros televisivos,
famosos, gastrónomos estadounidense o campesinos indios- tienen derecho a dar su opinión, pero
deben ser conscientes de que ya no cuentan con el apoyo de la ciencia”, dijo en un congreso sobre
agricultura celebrado hace unos días en Oxford. “Por el bien de la gente y el planeta, ha llegado el
momento de quitarse de en medio y dejar que demos de comer al mundo de una manera sostenible”,
continuó.
En su conferencia, el ecologista se mostró arrepentido de haber sido uno de los pioneros del
movimiento antitransgénicos y haber demonizado la tecnología que, según él, podría crear una
agricultura resistente a inundaciones y sequías y evitar hambrunas. Su conversión al otro extremo tiene
que ver lo que el activista ve como una ausencia de pruebas científicas que demuestren que el consumo
de los productos bautizados como “alimentos Frankenstein” sea perjudicial para la salud.
Lynas ataca a los famosos que han movilizado la opinión pública y opina que los ciudadanos
tienen derecho a saber que “nadie resultará dañado por este tipo de alimentos”, pero que “millones de
personas no podrán alimentarse porque una minoría vocal de los países ricos quieren que sus comidas
sigan siendo lo que ellos consideran natural”.
Paul McCartney fue uno de los primeros famosos en emprender esta batalla. A finales de la
década de los noventa descubrió que la carne picada y salchichas vegetarianas de la línea alimenticia de
su fallecida esposa Linda contenían soja transgénica. El beatle invirtió unos tres millones y medio de
euros en eliminar cualquier traza de ingredientes genéticamente modificados y cambió la soja por trigo.
Años más tarde, Carlos de Inglaterra arremetió contra las grandes corporaciones que
“experimentan con la naturaleza y la humanidad” vaticinando que los cultivos modificados
genéticamente provocarán “el mayor desastre ecológico de todos los tiempos”. El heredero al trono
británico declaró en la prensa de su país que se trata de prácticas “que pertenecen solamente a Dios” y
que este tipo de productos deben ser consecuentemente ser marcados y etiquetados.
Un empeño que comparten Danny DeVito, Gwyneth Paltrow, el artista hip hop Pharrell
Williams o Chuck Norris, que se enfrentaron a grandes corporaciones como Monsanto, Pepsico, Kraft o
DuPount para que las etiquetas de los productos marcaran su procedencia transgénica. Hollywood se
movilizó en su apoyo a la llamada proposición 37 para que el estado de California identificara los
productos con elementos genéticamente modificados. Una causa sometida a votación popular que tras
una agresiva campaña de las empresas afectadas se terminó perdiendo.
El bando defensor de los transgénicos cuenta con menos caras conocidas entre sus filas, pero las
que están suplen escasez con influencia y poderío económico. El año pasado, Bill Gates donó casi 8
millones de euros a científicos británicos para investigar cultivos de maíz, arroz y trigo que no
necesiten fertilizantes.
Sus críticos consideran que el fundador de Microsoft podría haber invertido su dinero en la
implementación de técnicas sostenibles de agricultura ecológica menos dirigidas a la ganancia
empresarial. Tony Blair fue durante su etapa como primer ministro británico uno de los promotores de
la biotecnología, pero las dudas surgidas entre la opinión pública le hicieron retractarse de su posición.
ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
Qué es un Alimento Transgénico
¿Te imaginas comiendo una ensalada de pepinos gigantes, tomates marinos y elotes con su
propio insecticida? ¿no?, pues ya puede ser realidad gracias a la ingeniería genética. Ésta se
conforma por conocimientos que permiten manipular la información interna de animales,
microorganismos y plantas (contenida en los genes), para introducirla a otras especies de
vegetales y así obtener productos demaejor calidad en sabor, color, resistencia a plagas,
nutrimentos y rendimiento económico. Resultado: un alimento trnsgénico, o también
llamado Organismo Modificado Genéticamente (OMG).
¿Arriesgados o Inocuos?
Como todo, esta comida también genera pros y contras. Por un lado, se encuentran las
industrias transnacionales que expresan la inocuidad de estos alimentos; en contrapunto, los
grupos ecologistas, encabezados por Greenpeace, los desaprueban al asegurar que los
transgénicos traen consigo riesgos potenciales de tipo ecológico y humano.
Un resumen de los anterior, se observa en el siguiente recuadro.
PROS
CONTRAS
EMPRESAS TRANSNACIONALES (Du GRUPOS ECOLOGISTAS (Greenpeace y
Pont, Monsanto, Gerber, Nestlé, Enimont) similares)
Salto de genes transgénicos hacia especies
Cultivos más resistentes a plagas, clima
silvestres; generando nuevos organismos
adverso. Cultivos con más calidaad de
fortaleciendo plagas y rompiendo el equilibrio
color, sabor, nutrimentos.
ecológico.
Mayor rendimiento económico para
Dependencia del campesinaso hacia industrias
empresas
(creación de plantas patentasdas).
Originar alergias, toxinas y otros daños
Erradicar el hambre mundial
desconocidos en el ser humano y animales.
Mayor número de pruebas sanitarias que a
Imposibilidad de predecir la evolución y
los covencionales con resultados negativos
comportamiento del genoma.
en riesgos.
Etiquetar o No Etiquetar
Aún no se decide si hacerla con la mención expresa "producto transgénico" o, por el
contrario, dejar libre la unión de ellos con los naturales. Actualmente, los fabricantes de
OMG tienen el juego a su favor, pues han conseguido apoyo de instituciones; empero, los
consumidores han mostrado su rotundo rechazo en las encuestas realizadas. Por lo anterior,
no se ha legalizado la etiqueta que especifique el origen del producto.
Soluciones Dsipares
La comunidad mundial, al no tener información completa y fidedigna sobre el tema, posee
dudas y temores; por lo cual, los gobiernos de países involucrados han tomado sus
respectivas medidas: Europa, por su parte, los prohibió e intenta declarar una moratoria de
50 años, destinada a más investigaciones; Estados Unidos los genera y los vende mezclados
con los naturales a sus países vecinos y México los fabrica y vende, con una legislación
aparente.
Entonces, ¿qué Hacemos?
Ante esto, sólo queda exigir a los gobiernos y científicos la mayor investigación posible y
darnos a la tarea de divulgar estos temas a la población, de una manera clara y concisa para
promover así la reflexión de sus aspectos sociales, económicos, ecológicos y de salud.
Autor: Brenda Sarquiz Martínez. Facultad de Biología, Universidad Veracruzana. México.
Publicado el 10 febrero de 2001.
Un estudio indica que ratas alimentadas con
transgénicos tienen más tumores
El trabajo es el primero que señala un riesgo real en estos
cultivos
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria investigará los
resultados
Muchos científicos dudan del rigor del trabajo
Luis Doncel / Emilio de Benito Bruselas / Madrid 19 SEP 2012 - 20:03 CET224
Los tumores del tamaño de una pelota de ping-pong detectados en ratas alimentadas con maíz
transgénico por un equipo de investigadores podrían convertirse en la primera prueba científica de los
riesgos asociados a los alimentos modificados genéticamente. “Por primera vez en el mundo, se ha
evaluado un transgénico y un pesticida por su impacto en la salud de una forma más amplia que la
realizada hasta ahora por los Gobiernos y la industria. Los resultados son alarmantes”, ha señalado
Gilles-Eric Séralini, director del estudio realizado por la Universidad de Caen, en el oeste de Francia, y
publicada por la revista Food and Chemical Toxicology.
Los científicos franceses han investigado durante dos años a 200 ratas de laboratorio a las que han
dividido en tres grupos: las que alimentaron con el maíz transgénico NK603 en distintas proporciones
(11%, 22% y 33% de su dieta), aquellas a las que además le suministraron Roundup, el herbicida al que
la modificación genética las hace resistentes; y los roedores que crecieron tan solo con maíz no
transgénico. Los resultados son que pasados 17 meses desde el comienzo del estudio, habían muerto
cinco veces más animales masculinos alimentados con el maíz modificado genéticamente.
La revista Food and Chemical Toxicology ha publicado otros estudios elaborados por la empresa
estadounidense Monsanto –fabricante tanto del transgénico como del herbicida analizados- en los que
se niega la toxicidad de los alimentos transgénicos, pero siempre sobre con un periodo de análisis de 90
días, mientras que en esta investigación el plazo se ha ampliado a dos años. “Los resultados revelan
mortalidades más rápidas y más fuertes en las ratas que han consumido los dos productos”, asegura
Séralini.
Los efectos del estudio han llegado de inmediato. El ministro de Agricultura de Francia, Stéphane Le
Foll, ha reclamado que los procedimientos de homologación de alimentos transgénicos en la UE sean
más estrictos. París ya había activado en febrero de 2008 una “cláusula de salvaguarda” para saltarse el
visto bueno de las autoridades europeas al maíz transgénico MON810 fabricado por Monsanto.
El eurodiputado verde, José Bové, uno de los mayores opositores a los productos modificados
genéticamente en la Cámara Euroepa, ha pedido a Bruselas que suspenda inmediatamente la
autorización de este tipo de alimentos. La Comisión Europea respondió que ha pedido a la agencia
encargada de la seguridad alimentaria que examine los resultados del estudio. “Si se demuestran
científicamente estos hechos, extraeremos nuestras consecuencias”, aseguró un portavoz comunitario.
El primer efecto podría ser congelar la petición de Monsanto para renovar el permiso para cultivar su
semilla transgénica MON 810.
Pero la rotundidad del estudio no ha convencido a todos. Para empezar, por el perfil del principal
investigador, conocido por sus posturas antitransgénicos y por haber participado en el grupo de
expertos del Gobierno francés para oponerse a la posibilidad de que se introdujeran más variedades de
estos cultivos.
El profesor de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador y director de Cultura Científica del
Centro de Biología Molecular Severo Ochoa José Antonio López Guerrero muestra muchas dudas
sobre el trabajo. “Es la primera vez que se publica uno con estos resultados, y la revista no es de un
gran índice de impacto”, dice como primera salvaguarda. Pero, sobre todo, él opina –y afirma que lo ha
comentado con colegas- que “el trabajo parece muy sesgado”. “Sería deseable que se repitiera con
controles mejores y en más número. Con los del artículo, no se pasaría un análisis estadístico serio.
Parece que todo estaba diseñado para dar estos resultados”, dice. En esta línea, apunta a que el animal
elegido parece hecho a propósito para que presentara anomalías. “Yo he trabajado con ese tipo de rata,
la Dawley, y es muy sensible a las mutaciones”, añade. Pero, sobre todo, su argumento base, que es el
que le hace dudar –“que no rechazar de plano hasta que haya más comprobaciones”- es que “en Estados
Unidos, en 20 años, no ha habido ni un solo caso de ingreso hospitalario por consumo de transgénicos”.
“En cambio”, apunta como contraste, “cultivos ecológicos como el de los brotes de soja en Alemania
que causaron la falsa crisis del pepino han acabado con muertos”.
El trabajo me parece muy sesgado", afirma un investigador español
En la web de información científica Science Media Centre, Maurice Moloney, del Instituto de
Investigación Rothamsted, coincide en las críticas al ensayo. “Aunque el artículo ha sido publicado en
una revista con revisión por pares [otros científicos], hay anomalías que deberían haber sido resueltas
durante ese proceso. Para un texto con un hallazgo potencialmente tan importante, habría sido más
satisfactorio haber visto algo con un análisis estadístico más convencional”, escribe Moloney. El
investigador describe los fallos metodológicos y abunda en que el animal escogido tiene una gran
tendencia a presentar tumores en cualquier circunstancia (y que, de hecho, también aparecieron en los
grupos de control).
Coincide con él David Spiegelhalter, de la Universidad de Cambridge: “No estoy dispuesto a aceptar
estos resultados a no ser que se repliquen [que otros grupos científicos los repitan] de manera
apropiada”, ha escrito. Wendy Harwood, del John Innes Centre, coincide en las críticas, aunque señala
que hay una parte del estudio que parece más sólida: el riesgo de consumir el insecticida.
Curiosamente, el fabricante del maíz, Monsanto, ha tenido una reacción más cauta. “De la misma forma
que nosotros nos tomamos muy en serio todas las reclamaciones dirigidas a nuestros productos, nos
gustaría que éstas mantuviesen el mismo nivel de escrutinio científico que nuestros productos. No es la
primera vez que se reciben denuncias por parte de estas mismas personas así como de otros grupos de
presión que no cumplen con estos criterios. Las denuncias presentadas con anterioridad han sido
rechazadas, posteriormente, a través de otros artículos revisados por otros científicos así como por la
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)”, indica la multinacional en una nota.
Monsanto afrma que ya otras veces los ensayos han sido desmentidos
De hecho, la EFSA publicó su último informe sobre este tipo concreto de maíz transgénico en junio de
2009, y las conclusiones fueron que “es tan seguro en lo que se refiere a los efectos sobre la salud
humana y animal y el medio ambiente como su contraparte, el maíz convencional”. Más tarde ha
rpetido esta evaluación hasta tres veces (la última en septiembre de 2011), esta vez al discutir la
seguridad de este producto en combinación con otras variantes transgénicas de maíz.
Monsanto añade que “desde su aprobación, un gran número de artículos científicos sobre cultivos
biotecnológicos han confirmado, de forma reiterada, la seguridad de nuestros productos, lo que ha
servido para que la compañía haya obtenido la aprobación de las distintas autoridades regulatorias
alrededor de todo el mundo”.