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Facultad de Pasantías
Bioética
Código 003
Contenido

1 Definición y dominios

2 Principios fundamentales de la bioética
o
2.1 Principio de autonomía
o
2.2 Principio de beneficencia
o
2.3 Principio de no maleficencia (Primum non nocere)
o
2.4 Principio de justicia

3 Ámbitos de la bioética

4 Principales regulaciones y documentos

5 Bioeticistas destacados

6 Notas y referencias

7 Bibliografía
o
7.1 Bioética en general
o
7.2 Bioética aplicada

7.2.1 Aborto

7.2.2 Comités de ética

7.2.3 Derecho y legislación

7.2.4 Eutanasia

7.2.5 Genética

7.2.6 Investigación

7.2.7 Medio ambiente y animales

7.2.8 Relación médico-paciente

7.2.9 Tecnociencias

7.2.10 Compilaciones de diferentes temas

7.2.11 Fundamentación de la bioética
Bioética
La bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios de conducta
humana de la vida; la ética está aplicada a la vida humana y no humana (animal).
En un sentido más amplio, sin embargo, la bioética no se limita al ámbito médico, sino que
incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo
de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido
a los animales.
La bioética es una disciplina relativamente nueva, y el origen del término corresponde al
pastor protestante, teólogo, filósofo y educador alemán Fritz Jahr, quien en 1927 usó el
término Bio-Ethik en un artículo sobre la relación ética del ser humano con las plantas y los
animales.1 Más adelante, en 1970, el oncólogo norteamericano Van Rensselaer Potter
utilizó el término bio-ethics en un artículo sobre "la ciencia de la supervivencia".2 3 4
Definición y dominios
La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las
relaciones entre biología, nutrición, medicina, política, derecho, filosofía, sociología,
antropología, teología, etc. Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la
aplicación de la ética en temas biológicos. Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de
la ética a lo relacionado con los tratamientos médicos o con la innovación tecnológica.
Otros, sin embargo, opinan que la ética debe incluir lo relativo a todas las acciones que
puedan ayudar o dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor.
El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a sus
derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.
Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se
tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser
humano.
La bioética es con frecuencia material de discusión política, lo que genera crudos
enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma
incondicionada y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que
debe estar al servicio de las personas.
Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda
Guerra Mundial, cuando el mundo se escandalizó con el descubrimiento de los
experimentos médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los
prisioneros en los campos de concentración. Esta situación, a la que se suma el dilema
planteado por el invento de la fístula para diálisis renal de Scribner (Seattle, 1960), las
prácticas del Hospital Judío de Enfermedades Crónicas (Brooklyn, 1963) o la Escuela de
Willowbrook (Nueva York, 1963), van configurando un panorama donde se hace necesaria
la regulación, o al menos, la declaración de principios a favor de las víctimas de estos
experimentos. Ello determina la publicación de diversas declaraciones y documentos
bioéticos a nivel mundial.
Principios fundamentales de la bioética
En 1979, los bioeticistas T. L. Beauchamp y J. F. Childress,5 definieron los cuatro
principios de la bioética: autonomía, no maleficencia, beneficencia y justicia. En un primer
momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan siempre que
no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo
del caso. Sin embargo, en 2003 Beauchamp6 considera que los principios deben ser
especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, o sea, deben ser
discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.
Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:
Principio de autonomía
La autonomía expresa la capacidad para darse normas a uno mismo sin influencia de
presiones externas o internas. El principio de autonomía tiene un carácter imperativo y debe
respetarse como norma, excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan ser
no autónomas o presenten una autonomía disminuida ( personas en estado vegetativo o con
daño cerebral, etc.), en cuyo caso será necesario justificar por qué no existe autonomía o
por qué ésta se encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es
la máxima expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente
y un deber del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales
desde el punto de vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta
autonomía porque se trata de la salud del paciente.
Principio de beneficencia
Obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y
suprimiendo prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés del paciente pero sin tener
en cuenta la opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos
de los que el paciente carece, por lo que aquél sabe (y por tanto, decide) lo más conveniente
para éste. Es decir "todo para el paciente pero sin contar con él".
Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente,
primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su
falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de
pacientes pueden discrepar respecto a qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil
defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se
dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia.
Principio de no maleficencia (Primum non nocere)
Abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjudicar a
otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico sino en
todos los sectores de la vida humana. En medicina, sin embargo, este principio debe
encontrar una interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para
obtener un bien. Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros.
El análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el
beneficio sobre el perjuicio.
Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación
teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio
profesional, investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar
los ya existentes con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes;
avanzar en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la
multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios.
Principio de justicia
Tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de
desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en
el ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende
que todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad.
El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características
relevantes para la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito,
capacidad económica, esfuerzo personal, etc.).
Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia. En
España, por ejemplo, la asistencia sanitaria es teóricamente universal y gratuita y está, por
tanto, basada en el principio de la necesidad. En cambio, en Estados Unidos la mayor parte
de la asistencia sanitaria de la población está basada en los seguros individuales contratados
con compañías privadas de asistencia médica.
Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o
desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada
uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero
también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta
al médico, como intereses legítimos de terceros.
La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y
de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de
recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En
cambio, la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en
cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las
desigualdades.cual es el principio de justicia
Ámbitos de la bioética

Problemas éticos derivados de las profesiones sanitarias: transfusiones de sangre,
eutanasia, trasplantes de órganos, reproducción asistida o mediante fertilización in
vitro, aborto, todos los asuntos implicados en la relación médico-paciente.

Problemas de la investigación científica, en particular la investigación biomédica,
que tanto pueden transformar al hombre: manipulación genética, tecnologías
reproductivas como la clonación, etc.

Los problemas ecológicos, del medio ambiente y la biosfera: necesidad de
conservación del medio ambiente, como mantener el equilibrio entre las especies y
el respeto hacia los animales y la naturaleza, impedir el uso de energía nuclear,
controlar el crecimiento de la población mundial y el incremento del hambre en los
países pobres, etc.

Influencia social y política de las cuestiones anteriores, en cuanto a legislación,
educación, políticas sanitarias, religión, etc.

Aborto inducido

Ética medio ambiental

Calidad de vida y sanidad

Genética

Clonación humana

Ingeniería genética

Ciencia y estatuto epistemológico

Ingeniería genética humana

Circuncisión

Inseminación artificial

Concepto de funcionalidad conductual

Investigación con células madre

Criónica

Investigación y ensayos clínicos

Derechos de los animales

Métodos anticonceptivos

Desarrollo sostenible

Nanotecnologías

Donación de órganos

Quimera

Drogas

Reprogenética

Eutanasia

Reproducción asistida
¿Qué es la bioética y cuáles son sus contenidos? ¿Es lo mismo “bioética” y “ética
médica”? En un antiguo editorial, ACEB respondía a estos interrogantes. En estas líneas
respondemos de nuevo a la cuestión.
Delimitando el concepto
El término “bioética” fue utilizado por primera vez por V. R. Potter hace poco más de
treinta años (Potter, 1970). Con este término aludía Potter a los problemas que el inaudito
desarrollo de la tecnología plantea a un mundo en plena crisis de valores. Urgía así a
superar la actual ruptura entre la Ciencia y la Tecnología de una parte y las Humanidades
de otra. Ésta fisura hunde sus raíces en la asimetría existente entre el enorme desarrollo
tecnológico actual que otorga al hombre el poder de manipular la intimidad del ser humano
y alterar el medio, y la ausencia de un aumento correlativo en su sentido de responsabilidad
por el que habría de obligarse a sí mismo a orientar este nuevo poder en beneficio del
propio hombre y de su entorno natural.
La bioética surge por tanto como un intento de establecer un puente entre ciencia
experimental y humanidades (Potter, 1971) . De ella se espera una formulación de
principios que permita afrontar con responsabilidad –también a nivel global- las
posibilidades enormes, impensables hace solo unos años, que hoy nos ofrece la tecnología.
Bioética y ética médica
¿Acaso esta nueva disciplina viene a sustituir a la ética médica, disciplina que hasta hace
poco ha venido guiando al profesional de la salud? En absoluto. Por el contrario, la ética
médica permanece como matriz rectora y a la vez parte principal de la bioética. Así se
deduce de la definición de bioética de la “Encyclopaedia of Bioethics”: estudio sistemático
de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizada a la
luz de los valores y principios morales" (Reich, 1978).
La ética médica no es sólo una parte de la bioética, sino que goza además de especial
relevancia en el conjunto de la nueva disciplina. Por la riqueza de su tradición científica y
humana - ausente en el resto de la bioética- posee un especial valor que no puede ser
ignorado. La pretensión ilusoria de construir una “ética nueva” que habría de romper con la
ética tradicional no sólo carece de fundamento sino que deja traslucir una notable
ignorancia. Ciertamente la bioética – y con ella la ética médica- afronta hoy problemas
nuevos, pero cuenta con los mismos medios de siempre para resolverlos: el uso juicioso de
la razón y la luz de los valores y principios coherentes con la específica forma de ser del
hombre. No puede ser de otra forma.
Por el contrario, sí resulta nuevo el talante dialogante, tolerante y respetuoso que preside el
ejercicio bioético. Así lo exige la diversidad cultural e ideológica del mundo actual. Sin
embargo, ser tolerante no significa rebajar las exigencias de la realidad, ni el
reconocimiento de sus auténticas implicaciones éticas. Traduce en cambio la conciencia de
que sólo una actitud de diálogo abierto y honesto, respetuoso con la legítima libertad de las
conciencias, puede permitirnos avanzar juntos hacia el reconocimiento de los valores y
principios auténticos.
Formación en bioética
Los motivos que empujan a perfeccionar la preparación personal son múltiples. Muchos
profesionales sanitarios desean encontrar una solución adecuada a los frecuentes dilemas
éticos que se plantean en la práctica clínica. Estos dilemas se plantean también a otros
niveles: en los comités de bioética, en la docencia de pre o postgrado en ciencias de la salud
o en disciplinas como el derecho, la política, la gestión, periodismo sanitario, etc., o en el
contexto de trabajos de investigación con seres humanos. Por otro lado es cada vez mayor
el número de los que sienten la urgencia de afrontar con eficacia los problemas bioéticos y
desean colaborar en su resolución. Se plantea así por una u otra vía la necesidad de adquirir
una formación bioética sólida, a nivel de un postgrado universitario.
Se comprende que sólo una formación pluridisciplinar a la vez teórica y práctica permitirá
adentrarse en esta disciplina si se quiere evitar la frivolidad de confundir el diálogo bioético
con un mercado de opiniones livianas. Es éste un punto importante y si en algunos
ambientes la bioética no ha conseguido la reputación y autoridad que merece se debe quizás
a la falta de preparación y de prestigio de quienes indebidamente se constituyen en
"expertos" y maestros de bioética.
Por la importancia de sus fines, es necesario que quien pretenda formarse opiniones sólidas
es este campo profundice en el conocimiento del ser humano y de los dilemas científicos y
tecnológicos actuales, especialmente en los propios de la medicina asistencial y de la
investigación clínica y biológica.
Esta preparación deberá ser exigente y continua y habrá de atender a aspectos tanto teóricos
(ética, antropología, historia del desarrollo tecnológico, filosofía de la ciencia) como
prácticos (pensamiento crítico [1], adquisición del hábito de la honestidad intelectual [2] y
la capacidad de comunicación y diálogo, incluyendo el aprendizaje de algún idioma y cierta
familiaridad con los medios informáticos de comunicación virtual).
La bioética nace además con pretensiones de globalidad. Desea ayudar a resolver un
conflicto que existe dentro de cualquier cultura moderna: el conflicto entre las posibilidades
que ofrece el desarrollo tecnológico y las exigencias de una vida auténticamente humana.
Aunque el problema es universal, los actores se mueven en diversos entornos culturales.
Por ello, se requiere de los protagonistas de la bioética que se hallen abiertos al diálogo
intercultural con el fin de fijar valores y principios de actuación universalmente válidos.
Para ello resulta de gran utilidad el poder acceder a los recursos de internet (disponibles en
buena parte en inglés), así como la posibilidad de utilizar el correo electrónico.
División de la bioética
Podemos dividir la bioética en una parte general o fundamental y una parte especial o
aplicada. La bioética general se ocupa de los fundamentos éticos, de los valores y principios
que deben dirigir el juicio ético y de las fuentes documentales de la bioética (códigos
médicos, derecho nacional e internacional, normas deontológicas y otras fuentes que
enriquecen e iluminan la discusión, como las biográficas, literarias o religiosas). La bioética
especial se ocupa de dilemas específicos, tanto del terreno médico y biomédico como
referentes al ámbito político y social: modelos de asistencia sanitaria y distribución de
recursos, la relación entre el profesional de la salud y el enfermo, prácticas de medicina
prenatal, el aborto, la ingeniería genética, eugenesia, eutanasia, trasplantes, experimentos
con seres humanos, etc.
Es claro que el enfoque que se dé a la fundamentación (bioética general) condicionará las
posibles soluciones que se ofrezcan a los dilemas (bioética especial). Así ocurre con el
rechazo de la eutanasia en un modelo bioético basado en la búsqueda de la verdad sobre el
hombre y en el reconocimiento y respeto de su especial dignidad, o –por el contrario- la
entusiasta aceptación de la eutanasia en los modelos relativistas basados en la autonomía
absoluta de la libertad individual.
En ocasiones se habla de bioética clínica o toma de decisiones. En ella se examinan dilemas
nacidos en el ejercicio asistencial de la medicina, analizándose los valores éticos en juego y
los medios concretos disponibles para resolver el conflicto de la mejor manera. Si bien el
caso particular presenta matices a considerar y priorizar, la conducta no debería entrar en
contradicción con los valores utilizados en la bioética en general.
1. Bioetica: surgimiento y desarrollo
En 1970, el oncólogo norteamericano V.R.Potter, estableció por vez primera el término
bioética con la intención de dar a entender una forma de acción para la sobrevida y,
simultáneamente para un mejor vivir en un medio natural desarrollado gracias al progreso.
Como es de suponer, este término ha sido objeto de múltiples definiciones de entonces acá,
existiendo en la actualidad múltiples controversias acerca de una cabal significación del
mismo.1
En el contexto de las ciencias biológicas, la bioética resulta muy similar al cuestionamiento
moral que surgió después de la segunda guerramundial ante la perspectiva de las potentes y
terribles armas nucleares, capaces de destruir la humanidad, en cuanto a los límites que la
sociedad debía, en definitiva imponer al desarrollo de la ciencia en su proyección
tecnológica. Así mismo, el interésen este campo se ha intensificado considerablemente
desde que se descifro el código genético humano y se plantearon nuevas posibilidades y
surgieron nuevas perspectivas de manipulación científica de la naturaleza. Dentro del vasto
campo de la bioética caben cuestiones tan diversas como la liberación en el medio ambiente
de compuestos basados en la tecnología del ADN recombinante, las ciencias biomédicas y
la guerra, las investigaciones sobre y con niños, la ética sexual, el suicidio, la política del
control obligatorio de la natalidad y la deshumanización e institucionalización de la
atención.7
La Bioética no se la debe limitar solamente al ejercicio de la medicina, de su práctica en el
contexto más amplio, sino ésta debe pretender encontrar todas aquellas vías que expliquen
la relación más acabada y completa existente entre el ser humano y las denominadas
ciencias de la
salud. Sin dejar de ser una potente herramienta moral, cuyo uno de sus objetivos es
encontrar el nuevo marco racional y creativo que sustenta a cada nuevo avance en el
conocimiento, científico debe ser capaz, al mismo tiempo, de integrar tales avances al
quehacer médico diario, para el bien y en aras de la conservación de la vida.
La Bioética se la puede considerar surgida como en un intento por profundizar en la
necesaria búsqueda de la verdad, de todo aquello relacionado con el bien integral del
paciente, es decir con las esferas psicológicas, biológicas y social de éste y así posibilitar la
potenciación y expresión, con la mayor fuerza posible de todos los elementos de la persona.
La Bioética toma y considera al ser humano en su relación estrecha con sus factores
ambientales, como naturaleza, cultura, religión, política y sociedad, entre otros. Su campo
es mucho más amplio y, sobre todo más interdisciplinario que el de la ética biomédica, la
cual se circunscribe más a los temas relacionados con los pacientes y el personal de la salud
que los atiende.1
La Bioética no es sólo un código de derechos y obligaciones, sino una imprescindible
herramienta que posibilita la ayuda a nuestros semejantes a realizarse a plenitud como
personas, sobre la base de las leyes que rigen el movimiento y desarrollo de las ciencias de
la salud, que guíen a la persona y la conduzcan al enfrentamiento de la posibilidad técnica
con la licitura ética.8
En el horizonte bioético la regulación en virtud de las prescripciones interdisciplinarias del
comportamiento racionable y humano en lo concerniente a la investigación, a las
terapéuticas y a las aplicaciones de las biotecnologías, es la norma. En él se va mucho más
allá del conjunto de normasjurídicas que ordenan a los ciudadanos y a la sociedad y, más
allá aún de todas aquellas deontologías que definen, en su esencia, los principios y normas
de la buena conducta entre los médicos y los pacientes.8
La bioética, en un sentido operativo, se presenta como un laboratorio experimental de la
ética en el campo de la vida y por lo tanto comprende una metabioética racional de
principios y una bioética normativa, dirigida específicamente hacia la praxis. En ella la
racionalidad científica encuentra su debido lugar en nombre de la objetividad al tiempo que
la sugestividad, la tradición, la moral y los sentimientos resultan, por si solos incapaces de
fundamentarla y, mucho menos, establecerlas.1
El avance tecnológico y científico de nuestros tiempos, sin lugar a dudas, le ha
proporcionado al ser humano la posibilidad de intervenir sobre otros seres y sobre su
medio, lo cual ha producido modificaciones esenciales, profundas y de un efecto aún no
conocido hasta el presente en el campo científico y en el momento actual, de gran
expansión tecnológica, no se puede preveer cuáles serán los limites de esas modificaciones;
de aquí, que desde la introducción de la tecnología en la asistencia médica, en sentido
general, se haya determinado el surgimiento de numerosos problemas jurídicos, éticos,
morales y sociales que estimularon, en su momento, la creación de Comités de Etica
interdisciplinarios encargados de introducir y hacer cumplir principios de moderación y de
prudencia en indicaciones éticas, en lugar de las morales juzgadas anticuadas; es decir, se
convirtieron en motores impulsores del desarrollo, indetenible, de la bioética.9
En una ocasión Mc Farlane Burnet, premio Nobel de medicina en 1952 expresó: "El
propósito de el momento de su concesión hasta su muerte, salud, en toda su magnitud y la
expectativa de vida que le permitan su constitución genética y los accidentes implicados en
el vivir" 10 y en consecuencia con este magnifico planteamiento la Bioética ha de hacer lo
posible por respetar escrupulosamente y, al mismo tiempo, la autonomía, la beneficencia y
la justicia del individuo. Está obligada a ello aunque en la práctica resulte muy difícil y a
veces rigurosamente imposible. Ella obliga a extremar las precauciones y fundamentar del
modo más estricto los posibles criterios de decisión con independencia de la urgencia de los
problemas concretos y cotidianos.
En el surgimiento y desarrollo de la bioética están presentes, vigentes y palpitantes todas
aquellas cuestiones que son tan graves como para que intervengan en la definición y
duración de la vida de los individuos y las sociedades, como sucede con frecuencia en
medicina; entonces, más que nunca antes es preciso aguzar la racionalidad al máximo y
dedicar todo el tiempo necesario a los problemas de fundamentación.
2. Principios Bioéticos
En el devenir de los muchos siglos en que prevaleció la filosofía griega del orden natural,
que pronto cristianizaron los teólogos, la entonces llamada ética médica la hicieron los
moralistas y la aplicaron, en definitiva, los confesores. En estos tiempos, al médico se le
suministraba todo hecho pidiéndole o exigiéndole que simple y llanamente lo cumpliera, así
mismo tampoco se comprendía muy bien que los casos concretos, de esencia definida,
pudieran ser la causa o provocar conflictos graves, sustantivos, ya que una vez establecidos
los denominados principios generales, de carácter inmutable, lo único que podían cambiar
eran las circunstancias; dicho con otras palabras: a lo largo de todos esos siglos de regencia
filosófica griega no existió una verdadera ética médica, si por ella entendemos la moral
autónoma de los médicos y los enfermos; existió otra cosa, la concesión aristotélica
principista heteronómica, que muy bien pudiera denominarse ética de la medicina. Todo
esto explica porqué los médicos no han sido por lo general ni muy duchos y, mucho menos
competentes, en cuestiones de ética, la cual quedó reducida a una actividad propia del
ámbito de los ascético y de etiqueta. 11
En la actualidad el panorama que se percibe es muy diferente al descrito. Estamos inmersos
en una sociedad en que todos sus miembros integrantes son, mientras no se compruebe lo
contrario, agentes morales autónomos, con criterios bastantes diferentes sobre que es lo
bueno y lo que es malo, con una relación médica que, por tratarse de una relación
interpersonal, puede ser no ya accidentalmente conflictiva, sino esencialmente de esa
naturaleza.1
Así mismo, el conflicto sube de grado y se profundiza si se toma en consideración que en la
relación sanitaria pueden intervenir, además del médico y el paciente, la enfermera, la
dirección de la unidad asistencial de que se trate, la seguridad social, la familia, autoridades
competentes, entre otros factores. Todos estos agentes de la relación médico-paciente
pueden reducirse al final a tres: el médico, el enfermo y la sociedad, cada uno de ellos con
una significación moral específica. Así el enfermo actúa guiado por el principio moral de
autonomía; el médico, por el de beneficencia y la sociedad por el de justicia. De forma
natural, la familia se proyecta en relación al enfermo por el principio de beneficencia y en
este sentido actúa desde el punto de vista moral, de una forma muy parecida a la del
médico, en tanto que la dirección de la unidad asistencial, los gestores del seguro de
enfermedad (de existir éste) y las autoridades competentes, tendrán que mirar y
preocuparse, sobre todo, por salvaguardar el principio de justicia. Esto pone en evidencia,
de manera irrefutable, que en la relación médico-enfermo están siempre presente,
interactuando entre sí, si se quiere de forma dialéctica y necesaria, esas tres dimensiones: la
de autonomía, beneficencia y justicia, y que es bueno que así sea 1,4. Así las cosas, si el
médico y la familia se pasarán o intercambiaran con armas y bagajes de la beneficencia a la
justicia, sin lugar a dudas la relación sanitaria sufriría de modo irremisible, como sucedería
también si el enfermo renunciara a actuar como sujeto moral autónomo. Una vez más: los
tres factores son esenciales, lo cual no significa que siempre hayan de resultar
complementarios entre sí, pudiendo en ocasiones resultar conflictivos; por ejemplo no
siempre es posible respetar por completo la autonomía sin que sufra la beneficencia y
respetar esta sin que se resienta la justicia. Esto pone en evidencia la necesidad de tener
siempre presente los tres principios ponderados de manera adecuada en cada situación
concreta.4,11-13
3. Principio de la Autonomía o el respeto de las personas
En este principio se toma en consideración, por lo menos, dos vertientes ético-morales
fundamentales: 14
1. El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta, esencialmente, en el
respeto de la capacidad que tienen las personas para su autodeterminación en relación
con las determinadas opciones individuales de que disponen.
2. Protección de los individuos con deficiencias o disminución de su autonomía en el
que se plantea y exige que todas aquellas personas que sean vulnerables o
dependientes resulten debidamente protegidas contra cualquier intención de daño o
abuso por otras partes.
La aparición y puesta en práctica del principio de autonomía ha influido profundamente en
el desarrollo de la bioética, tanto desde el punto de vista sociopolítico como legal y moral.
El mismo a cambiado indiscutiblemente el centro de la toma de decisiones del médico al
paciente y a su vez a reorientado la relación del médico con el enfermo hacia un acto
mucho más abierto y más profundamente franco, en el que se respeta y toma como centro
de referencia la dignidad del paciente como persona.4,15 En la actualidad se plantea que el
auge del principio de la autonomía en la práctica biomédica ha protegido a los enfermos
contra las flagrantes violaciones de su autonomía e integridad que en el pasado, por simples
razones éticas eran tan ampliamente aceptadas como permisibles.
No obstante, lo planteado el principio bioético de autonomía, como es de suponer, no
resulta lo suficientemente fuerte, no basta para garantizar el respeto a las personas en las
transacciones y hechos médicos en los cuales éstas puedan verse involucradas con todos los
matices y significados que ello entraña. Al respecto del fundamento de las relaciones
médicas, el concepto de integridad es más rico y fundamental. El mismo está más
estrechamente ligado a lo que significa esencialmente el ser humano completo en sus
aspectos psicológicos, biológicos y espiritual. Este concepto resulta más exigente y difícil
de captar en un contexto legal o en lo relativo a los llamados procedimientos de
consentimiento informado. En definitiva la autonomía depende de la preservación de la
integridad de las personas, y tanto una como la otra dependen dela integridad del médico,
pudiéndose asegurar que la integridad sin conocimiento es débil e inútil y el conocimiento
sin integridad es peligroso y temible.15
4. Principio de la Beneficencia
La esencia de este principio consiste en la obligación ética de aumentar, tanto como ello sea
posible, los beneficios y reducir al mínimo los daños y prejuicios que el individuo pueda
recibir.
El ejercicio de la medicina está orientado por principios éticos que tienen sus raíces en
conceptos filosóficos, el no causar daños y hacer el bien al paciente. En la mayoría de los
textos clásicos de medicina también se establecen limitaciones, claras y precisas, en cuanto
al empleo de los conocimientos médicos para determinados objetivos. Los actos como la
eutanasia, como el
aborto, la tortura, el ejercicio del poder o incluso la manipulación de las personas por medio
de una intervención médica completa pueden ser excluidas de la práctica, no sólo idónea
sino también hábil de la medicina por esas restricciones de la conducta profesional. Es un
hecho de tradición que tanto la ética como la pericia se aúnen en el campo de la medicina;
no obstante ello debe recordarse que la ética sin la debida pericia nunca puede resultar
eficaz pero que la pericia, por muy grande que esta sea sin la correspondiente dosis de ética
nunca redundará en beneficio del paciente.11
Del principio bioético de la beneficencia se derivan normas que exigen el establecimiento
de los riesgos de la investigación, que éstos sean del todo razonables, tomando en
consideración los beneficios que se esperan obtener, que la concepción de la investigación
que se pretende realizar sea sensata y atinada y que los investigadores que habrán de
intervenir en la misma tengan el grado de idoneidad requerido para llevar a cabo
debidamente sus tareas, al tiempo que salvaguarden el bienestar de los sujetos de la
investigación. 14
Cuando se trata del cuidado de los enfermos, nunca debe ser olvidado el ambiente cargado
de valores de todo tipo en que se realiza o ejecuta la intervención médica de que se trate. Es
por esta simple y llana razón que deben ser elaboradas listas de verificación de datosno
científicos con el objeto de abordar como es debido las cuestiones personales y el
conocimiento de aquellos valores que resultan imprescindibles para el establecimiento de
una correcta relación médico-paciente y determinar, en definitiva, lo que es mejor para el
mismo.12,13
La intervención médica no se puede basar única y exclusivamente en datos científicos, por
la compleja naturaleza de la explicación médica en sí, por la incertidumbre inherente al
diagnóstico y al pronóstico y, sobre todo, porque la ética de la medicina es, en primera y
última instancia, tratar al paciente como un todo y no lo síntomas o enfermedades aislados.
Nunca debe olvidarse que los conceptos de salud, bienestar objetivo y subjetivo y felicidad,
al igual que sus opuestos, son mucho más inclusivos y dicen mucho más de la realidad
objetiva del individuo que los datos de él obtenidos en el laboratorio.2
Implícitamente contenida en la letra del principio bioético de la beneficencia está la
prohibición de infligir deliberadamente daños a otras personas. Esta importante y
trascendental aspecto de la beneficencia se expresa a veces, por algunos autores e
investigadores en este campo, como un
principio separado de la Bioética, al cual se le ha dado la denominación de principio de la
no-maleficencia, o lo que es lo mismo, no ocasionar daño alguno.
5. Principio de la Justicia
Este principio se sustenta en la obligación ética de dar a cada una de las personas lo que
verdaderamente necesita o corresponde, en consecuencia con lo que se considera correcto y
apropiado desde el punto de vista moral.14 La aplicación consecuente de este principio
puede suscitar el surgimiento de problemas éticos, que últimamente se presentan con gran
frecuencia en la práctica médica y que están en relación directa con los adelantos
tecnológicos de carácter diagnóstico y terapéutico. El alto costo de estos recursos obliga, la
más de las veces, a utilizarlos de manera selectiva y es entonces cuando surge el conflicto
de decidir quiénes deben beneficiarse de ellos y quiénes no. Además, también en los
últimos años se han incrementado y arreciado las críticas por el indebido uso de esas
tecnologías y las repercusiones negativas que ello puede tener entre los costosy los
beneficios obtenidos.9,16 Es indudablemente una desgracia que su empleo tienda a
aumentar de manera sostenida, en forma indiscriminada y, como resultado, se encarezca
significativamente la atención de salud, lo cual reduce el número de personas que reciben lo
correcto y apropiado en un momento determinado. El principio bioético de justicia para
todos le permite al médico que este pueda distinguir entre sus obligaciones médicas como
profesional de sus deberes cívicos como ciudadano.
En la ética de las investigaciones con seres humanos el principio de la justicia se refiere
principalmente al concepto de la llamada justicia distributiva, el cual establece una
distribuciónequitativa de las cargas y de los beneficios de la participación en las
investigaciones realizadas, aceptándose diferencias en tales distribuciones si las mismas se
basan en distinciones moralmente pertinentes entre las personas, como puede ser la de la
vulnerabilidad que no es más que la incapacidad de proteger los propios intereses debido a
impedimentos tales como la falta de capacidad para prestar un consentimiento informado o
la ausencia de alternativas lógicas para recibir una atención médica de calidad o satisfacer
otras necesidades psicológicas, biológicas o
espirituales, ser menor de edad o un miembro subordinado dentro de un grupo jerárquico,
todo lo cual conlleva definir las medidas especiales que habrán de tomarse para la
protección adecuada y correcta de los derechos y el bienestar de la personas vulnerables. 14
La solidaridad humana exige que se preste asistencia y se proteja del sufrimiento al prójimo
aún cuando existan profundas diferencias ideológicas, religiosas o de cualquier otro tipo
entre los individuos, lo cual pudiera muy bien ser o constituir un punto más de apoyo o
sustentación del principio bioético de la justicia.
6. Desarrollo tecnologico y problemas bioeticos de la tecnologia medica
La Ciencia y la Técnica constituyen en la actualidad la principal fuerza productiva de la
sociedad.
Sin el directo y decisivo concurso de las mismas es imposible concebir un desarrollo social
sostenido y sostenible por cuanto estas se proyectan directamente en todas las facetas del
quehacer creador del hombre, no solo en la producción como tal, consecuencia de su
trabajo, sino también, y muy importante, en su productividad. Ambas son el motor impulsor
para la consecución de la más plena satisfacción de las necesidades materiales y espirituales
del ser humano y su empleo lógico, racional y consecuente representa la más plena garantía
de la felicidad humana.
La situación que enfrenta la sociedad en el último decenio del siglo XX obliga a la
reflexión sobre las transformaciones conceptuales que demandan nuevas formas de abordar
el estudio del panorama multidimensional de las ciencias médicas en nuestros días. 17
La investigación y el estudio sobre el bienestar de los individuos precisan hoy más que
nunca de datos de alta calidady de resultados que tengan como base estudios
interdisciplinarios teniendo en cuenta que la salud y el bienestar humano son la base y la
razón de ser de todos los esfuerzos del desarrollo, es decir, se precisa de una tecnología de
avanzada para lograr tales propósitos.
La salud como diría George AO Alleyne 18 "en su totalidad es una esfera en la que no
tenemos que aceptar un juegode suma cero ni un mundo en el que nadie sale ganando".
Lograr la estabilidad en el terreno de la salud es una meta que redunda en el mejoramiento
y bienestar de las personas, llegando a los umbrales del siglo XXI con los logros del
pasado, pero identificando los objetivos del futuro. 17
Hablamos de la era de la tecnología; al respecto en 1962, el Comandante Ernesto "Ché"
Guevara 19 expresó: "... el mundo camina hacia la era electrónica... todo indica que esta
ciencia se constituirá en algo así como una medida del desarrollo; quien la domine será un
país de vanguardia..."
Para el logro de tales objetivos es necesario hablar del uso de la información (como
conocimiento) para la salud, de sus posibilidades y del significado de las nuevas
tecnologías para su desarrollo. El logro de la meta "salud para todos" depende en gran
medida del aporte y acceso a la información misma.
Cabe muy bien citar lo expresado por Alleyne 18:
"El más poderoso de los instrumentos modernos -la información- quizás sea el único
instrumento capaz de cerrar la brecha entre el mundo que es y el mundo que podría ser- el
único instrumento que puede aliviar la ignorancia causante de mala salud y sufrimiento."
Las condiciones de salud están íntimamente relacionadas con la equidaden las condiciones
de vida y de acceso a los frutos del desarrollo científico y tecnológico. La información
constituye uno de los elementos esenciales para lograr estas metas.
Desde la antigüedad la transmisión del conocimiento influyó en el progreso y desarrollo de
las ciencias. Galileo 20, a quien se atribuye el establecimiento de las bases empíricas de la
ciencia, como los filósofos naturales utilizó sus escritos para la comunicaciónde sus ideas y
avances, partiendo de los patrimonios anteriores.
Es evidente que desde el pasado el conocimiento fue obtenido y transmitido ya sea
mediante palabras o por otras formas. En estos momentos los procesos para la obtención de
la información han cambiado, pues ahora existen métodos más complejos que permiten
obtener datos, compartir y comunicar mensajes casi minuto a minuto.
La tecnología permite, además de la obtención, recopilar, analizar, almacenar y recuperar la
información a velocidades y con costos inimaginables. Las computadoras y la
comunicación han revolucionado la estrategia de informatización en muchas sociedades,
incluso en el campo de la salud.17
Marcelo Sosa en su libro Telematic and Health 18, se refiere a la información como la
piedra angular de las ciencias médicas y cita lo expresado por el Dr. Héctor Sosa Padillapionero que ayudó a la OPS en el desarrollo de los sistemas de información"La colección y el estructuramiento sistemático de los datos según el espacio, el tiempo, los
temas y los objetos... en el contexto de las decisiones que deben adoptarse, es lo que
constituye la verdadera información para el planificador, el cuerpo legislativo, el nivel de
gestión o el técnico."
La información es crucial para alcanzar la meta "salud para todos", pues constituye un
factor determinante en la formación de nuestros profesionales y en el bienestar y la atención
de la
población en general. Por lo tanto, el acceso a la misma juega un papel importante en el
logro o no de la salud de algunas personas o grupos desfavorecidos y contribuye al mismo
tiempo, de manera particularmente importante, a la aplicación de principios bioéticos como
el de la justicia y la beneficencia.
Hablar del mundo de la telemática y su influencia en la medicina es pensar en el monitoreo
de enfermos, la automatización de los registros, la captura de datos en línea y las nuevas
posibilidades que brinda la telemedicina, las cuales facilitan a todos los profesionales de la
salud la competitividad en sus trabajos, con una sensible mejoría del desempeño hacia la
consecución de una meta de excelencia.17
En estos términos, la introducción de redesmundiales sobre información sanitaria
representan la llave del desarrollo de las ciencias médicas, pues han posibilitado saltar
barreras económicas, políticasy físicas. La cantidad de información sobre salud mundial
aumenta de manera vertiginosa, por lo que la única manera de manejarla en forma racional
es mediante la formación de redes que empleen las capacidades que brinda el surgimiento
de la Internet y el World Wide Web. 17
Pensemos en lo expresado por la Dra. Ingrid Libman de la Universidad de Pittsburgh "La
mayor parte de la salud públicay la medicina preventiva involucra la transferencia de
información". Por lo que, si se logran aplicar las telecomunicacionesa la medicina, se podrá
obtener un mejoramiento en la salud, tanto en las naciones industrializadas como en los
países en desarrollo, de esta forma la práctica de la atención de salud en los próximos años
cambiara espectacularmente., y en esto coincidimos con el Dr. Roberto Rodríguez,
coordinador del Programa de Sistemas de Información sobre Servicios de Salud de la
OrganizaciónPanamericana de la Salud (OPS), que plantea que las aplicaciones que utilizan
tecnologías basadas en las telecomunicaciones están incorporándose rápidamente a las
prácticas de salud, mucho más allá del entorno institucional en el que se desarrollaron
inicialmente. El motor que impulsa el interés por estas tecnologías es su creciente
disponibilidad y accesibilidad, el movimientoa favor de un mayor acceso y calidad de los
servicios de salud para un mayor número de personas, y el deseo de establecer sólidas
prácticas de salud basadas en evidencias", sobre la base de una información fiable obtenida
tanto al pie de la cama del enfermo mediante dispositivos apropiados para su utilización en
directo o transmisión a distancia.21
Las nuevas tecnologías de información en el sector de la salud permiten una mayor
preparación
para enfrentar y contrarrestar brotes de enfermedades, epidemias o desastres naturales y
proporcionan a los trabajadores de la salud los datos necesarios para darle frente a los
problemas que se presentan en el sector brindándole un fácil acceso a la información más
precisa y confiable que éstos necesitan y que es en definitiva requerida y necesaria para la
recuperación, curación y rehabilitación de los enfermos en sentido general.
La Bioética tiene que ver con el punto de contacto entre la ética y la tecnología médica
moderna en lo que afecta el control de la vida humana3. Los avances tecnológicosmédicos
se pueden clasificar en tres categorías: los que permiten la curación de enfermedades a un
costo moderado; los que facilitan y hacen posible la prevención de enfermedades y la
promociónde la salud con poco dispendio económico y los que permiten mantener la salud
y una calidad de vida aceptable, pero que para su implantación exitosa necesitan de
considerables recursostanto en la esfera material como lo humano22-24. Frente a la
sociedad, los avances tecnológicos de este último tipo son los que crean problemas, ya que
son los factores económicos los que decidirán a la larga si el surgimiento y dominiode una
nueva tecnología debe o no tener una debida repercusión inmediata en la comunidad, ya sea
por facilitar, limitar o finalmente rechazar su uso. Esto implica, en su esencia, un
racionamiento más o menos grande de los recursos de salud. El hecho de que una técnica
este disponible no conlleva necesariamente la posibilidad de que pueda ser utilizada, sobre
todo, si los recursos son escasos y obligan a una utilización limitada de la misma como
ocurre, por ejemplo, con los transplantes de órganos únicos ( corazón e hígado), cuya
extraordinaria difusión puede sobrepasar los marcos de los presupuestos monetarios
destinados a la asistencia médica y dificultar con ello el desarrollo de otros programas de
interés mucho más general25. En definitiva, los representantes de la sociedad deben
preocuparse y al mismo tiempo exigir que la introducción y puesta en explotación de las
nuevas tecnologías se acompañen siempre desde un principio, de una correcta evaluación
de su aplicación y de los beneficios que con ella se obtendrán.26
Las nuevas tecnologías al ser aplicadas en el campo de la medicina pueden conducir a
nuevos daños iatrogénicos, o lo que es lo mismo, a daños que el médico ocasiona aunque
éste siempre intente producir el bien, o sea devolver la salud al paciente y que violan el
principio de la no maleficiencia de la bioética.27
Sin lugar a dudas, en los últimos años se han cristalizado grandes y viejos anhelos de la
práctica médica, de la Medicina como ciencia que es, en lo fundamental gracias al
desarrollo de los conocimientos en el campo de la electrónica y su aplicación, a través de
dispositivos ingeniosos capaces de contribuir o hacer posible diagnósticos de certeza con
extrema rapidez o intervenir terapéuticamente de manera decisiva en el restablecimiento o
curación del enfermo.
Hoy, más que ayer, somos testigos excepcionales del renovado despuntar de nuevas
proezas, de vastas conquistas y aportaciones que muchas veces nacen separadas unas de
otras tan solo por
una diferencia de días. Nuevos medicamentos, ingeniosos procedimientos de alta
especificidad y sensibilidad para el diagnóstico, significativos adelantos en la llamada
imageneología intervencionista, con asombrosas aplicaciones terapéuticas y grandes
innovaciones revolucionarias en el campo de la cirugía. Todo ello tiene como objetivo, en
definitiva, llevarnos a una medicina más precisa, a salvar exitosamente aquella utopía de
los médicos de las épocas ancestrales: el acceso a una medicina científica, a nuestro alcance
para poder disponer de ella, en el ejercicio médico, como una ciencia exacta. En este
sentido los resultados han sido realmente benéficos, si bien, en su aplicación individual no
siempre del todo favorables. Al respecto resulta interesante la reflexión hecha por
Trousseau, en el siglo XIX, quien les pedía a sus ayudantes en la cátedra que no se
olvidaran que la medicina era tan bien arte y contra lo cual ha atentado, de manera evidente,
el crecimiento y desarrollo, en proporción casi geométrica de la medicina de nuestro
tiempo. Esto le ha restado poder a aquel acto mágico de la medicina de antaño, cuando el
médico ciertamente cambiaba el panorama del sufrimiento, tan solo con colocar su mano
sobre el hombro del enfermo27. En otras palabras, el desarrollo tecnológico actual en el
campo de la medicina ha afectado, y amenaza con hacerlo cada vez con más fuerza, esa
necesaria corriente magnética que, cuando se establecen en forma fructífera, conocemos
como relación médico-paciente.
Una medicina con un mayor grado de desarrollo en su tecnología de aplicación es, desde
luego, más precisa pero también resulta mucho más costosa y se la observa así mismo
incidir todos los días, negativamente, en el binomio del que cura con el que padece, como si
atentara con la aplicación en la práctica del principio bioético de la justicia.
La práctica actual de la medicina enfrenta continuamente al médico facultativo con dilemas
o problemas de tipo ético relacionados con los adelantos obtenidos en el campo
tecnológico, ya sean éstos de carácter diagnóstico o terapéutico. Muchas decisiones de
conflicto determinan que el médico no siempre desarrolle una conducta de respeto a las
esperanzas y los deseos del enfermo debido a que en muchas directivas de los políticos, de
acuerdo con la meta de salud para todos en el año 2000, se favorecen más las
inversionespara la sociedad en su conjunto que para
el individuo aislado. 28 Puede tratarse tanto de terapéuticas brillantes como los
transplantes, como de diagnósticos obtenidos por medio de costosas metodologías como
son las técnicas de imagen: tomografía axial computarizada, resonancia magnética nuclear
y activación neutrónica, entre otras. A pesar de las indudables bondades tecnológicas de
tales procedimientos, su elevado precio encarece sustancialmente los servicios médicos,
limitando de manera considerable el número de individuos que pueden tener acceso a los
mismos, aunque realmente necesiten de ellos para un diagnóstico preciso y de rigor. Esto va
en detrimento de la aplicación consecuente de los principios bioéticos de autonomía, de
justicia y beneficencia, con repercusiones adversas sobre la calidad de la medicina primaria,
comunitaria o de familia, incluso de la secundaria y de la terciaria.
En los últimos tiempos se ha observado una tendencia, no despreciable, al abuso del empleo
de los medios tecnológicos en la práctica médica, lo cual ha dado lugar a un número
elevado de protestas dirigida contra los médicos y al mal empleo hecho por estos de
pruebas diagnósticas sustentadas sobre una tecnología sofisticada. 16 La conclusión
inevitable de lo referido es que muchos facultativos ignoran realmente la utilidad de las
pruebas que indican en comparación con otras parecidas, ya sea en relación con su posible
valor en diferentes situaciones clínicas o bien con respecto al costo real de tales pruebas. 29
Las causas del empleo abusivo de la tecnología avanzada en la práctica biomédica de hoy
están representadas por el hecho de que muchas de tales tecnologías pueden irrumpir en el
mercadosin haber sido sometida con anterioridad a un estudio cuidadoso, tanto en lo
referente a los riesgos que conlleva su utilización como a los beneficios que brindan y la
real superioridad de éstas sobre otros procedimientos ya consolidados por su empleo
anterior.30
Con el daño iatrogénico se violan los principios bioéticos, los cuales deben prevalecer al
margen de la necesaria aplicación y utilización de los avances tecnológicos que resultan de
la aplicación, inteligente y consecuente, de los conocimientos científicos actuales; al
margen, también, de la realización de las imprescindibles investigaciones biomédicas con
sujetos humanos, necesarias para el conocimiento de los problemas que, al ser resueltos de
manera lógica, van a contribuir de manera significativa a su felicidad, espiritual y material.
Conclusiones
La aplicación consciente y consecuente de los principios de la Bioética llevan, a
todas aquellas personas responsabilizadas con las investigaciones y la prestación de
servicios biomédicos, a una mayor competencia y mejor desempeño en el ejercicio de sus
actividades, hacia una excelencia investigativo asistencial en el campo de la Biomedicina.
El necesario e indetenible desarrollo de la tecnología médica, en su aplicación concreta,
puede conllevar la vulnerabilidad de los principios bioéticos, sobre todo, el de la justicia y
el de la beneficencia, con detrimento de los beneficios que se pretenden alcanzar en los
sujetos implicados.
Autor:
Lic. Ileana R. Alfonso Sánchez. Inv.Agregado.
ileana[arroba]monografias.com
ileana[arroba]infomed.sld.cu
Directora SubCentro Nacional de Información "Manuel A. Amador García".
Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos.
Dr. Troadio L. González Pérez. Inv. Titular.
J Dpto. Servicio de Clínica de la Nutrición. Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos.
Cuba
Dra. Carmen Lena. Especialista de Medicina General Integral. Cuba
Dra. Rosa María Báez . Inv. Agregado. Directora Policlínico de Lawton. Cuba