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TEMA 11 EL TEATRO POSTERIOR A 1936: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS. 1.- EL TEATRO DE EVASIÓN Y DE HUMOR Tras la Guerra Civil, la situación es poco alentadora. Valle-Inclán, Unamuno o Lorca habían muerto. Otros se habían exiliado. Benavente sigue escribiendo. Hasta 1949, año en que Buero Vallejo puso en escena Historia de una escalera, en los teatros españoles se estrenan obras dirigidas a un público burgués que entiende la escena como evasión. A veces, sin embargo, se pueden plantear problemas morales o sociales. Es cierto que la censura no permitía más, pero en otras ocasiones la ideología de los autores, su concesión al escapismo o su deseo de agradar al público evitan cualquier otra fórmula dramática. En la línea de este teatro, aunque conviviendo a partir de los 50 con otro más crítico y novedoso, encontramos a Edgar Nevilie, José María Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo, Víctor Ruiz de Iriarte, José López Rubio o, más tarde, Alfonso Paso, Jaime Salom, Jaime de Armiñán o Juan José Alonso Millán. Antes de la guerra, había estrenado ya Enrique Jardiel Poncela. Él y Miguel Mihura son los máximos representantes del teatro de humor. Joaquín Calvo Sotelo Es un autor de buena pluma, gran ingenio y buen conocedor de la técnica teatral. Su extensa obra va desde la comedia y el humor hasta la pieza histórica, el drama de tesis con fondo moral y el teatro con pretensiones ideológicas. Tiene títulos como Criminal de guerra o Una muchachita de Valladolid. Su obra de más éxito fue La muralla, que solo en Madrid consiguió seiscientas re presentaciones consecutivas. Jaime Salom. Pertenece a una generación que estrena solo tras la Guerra Civil. Es un dramaturgo que posee dotes para el teatro de entretenimiento y para la intriga escénica. Algunas de sus obras presentan cierta innovación para la época, como los escenarios múltiples de Juegos de invierno. Su mejor pieza es La casa de las chivas, basada en unos sucesos reales acaecidos durante la guerra. Otras obras son El baúl de los disfraces o La piel del limón. Enrique Jardiel Poncela estrena su primera obra en 1927. Es un genuino dramaturgo del humor, pero de un humor inteligente e irónico con el que muestra su concepción del mundo. Se aleja, pues, del teatro cómico anterior y se basa sobre todo en la irrealidad, en lo inverosímil, absurdo, anticonvencional o excéntrico, En sus obras, no siempre comprendidas por el público y la crítica, combina el humor del lenguaje y el de las situaciones. A veces se le achaca falta de profundidad y exceso de enredo en el conflicto, pero su teatro ocupa un lugar destacado en nuestra escena. Algunas de sus obras más conocidas son: Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro o Los ladrones somos gente honrada. Miguel Mihura. Como Jardiel, basa también a veces su teatro en lo absurdo e ilógico. Parte de su obra, sin embargo, se caracteriza por una mayor hondura humana, una preocupación existencial, una intención crítica y una carga social. El humor de Mihura no busca sólo entretener, también hacer reflexionar. Más tarde, su teatro es más convencional: sus obras abandonan la denuncia social y hacen mayores concesiones a un público que quiere sobre todo divertirse. Su obra más relevante es de la primera época es Tres sombreros de copa. La escribe en 1936, dentro de las vanguardias. No se estrena, sin embargo, hasta 1952 por una compañía de teatro universitario. Mihura enfrenta un mundo burgués a otro más rebelde y bohemio. Vence el primero y fracasa el amor. De la segunda época son obras como Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia o Ninette y un señor de Murcia. Algunos caracteres de su teatro son: el ingenio y la imaginación, un humor dramático y limpio, la ternura y los momentos de lirismo, y un lenguaje inteligente, creativo y de gran eficacia dramática. 2.- TEATRO EN EL EXILIO Se exilian autores como Max Aub y Rafael Alberti. En Argentina escribe también parte de su obra Alejandro Casona. No es extraño que se haya afirmado que el mejor teatro español de la primera década de posguerra se hace fuera de España. Alejandro Casona inicia su carrera teatral antes de la Guerra Civil. Escribe, sin embargo, la mayor parte de sus obras en Argentina, donde reside hasta que regresa a España en 1962. A su vuelta, su teatro tiene una buena acogida y goza durante un tiempo del favor del público. Es autor de cerca de veinte piezas dramáticas. Sus mejores obras están bien construidas y escritas con un cuidado lenguaje. Se alejan de la crítica y de la denuncia de la realidad. Acercan, sin embargo, al espectador al encanto de un universo dramático cargado de sentimiento y de poesía. La fantasía, el misterio, la imaginación y la leyenda parecen querer fundirse en sus obras con el mundo de la realidad y con la propia existencia de sus personajes. Entre sus títulos, podemos encontrar: La sirena varada, Prohibido suicidarse en primavera, La barca sin pescador o Los árboles mueren de pie. Su mejor obra es La dama del alba, bella fábula poética estrenada en Buenos Aires en 1944, y en España el mismo año en que Casona regresa del exilio. Max Aub. Se exilia al acabar la guerra y, tras pasar unos años en un campo de concentración en Francia, viaja a México. Su obra, crítica y comprometida, abarca la novela y el teatro. Entre sus dramas, además de algunas piezas cortas, destacan diversas obras escritas en la década de los cuarenta. Max Aub las agrupa en “teatro menor” (La vida conyugal, El rapto de Europa), en el que priman problemas individuales; y “teatro mayor” (San Juan, No), donde prevalece, por contra, lo colectivo. San Juan, por ejemplo, escenifica los hechos que se desarrollan en un buque cargado de judíos, a los que ningún gobierno concede permiso de desembarco. El buque acaba naufragando. La obra, escrita en 1942, obtiene buena crítica, pero no se estrena hasta muchos años después. En España se representa por primera vez en 1998. Rafael Alberti es también autor de algunas obras dramáticas, en las que, junto al compromiso se aprecia un indudable aliento lírico. Escribe su teatro antes de la guerra, durante la contienda o en el exilio. Su producción dramática cuenta con títulos como la pieza surrealista Elhombre deshabitado, textos épico-políticos como Noche de guerra en el Museo del Prado, o la que quizás sea su mejor obra, El adefesio, que se estrena en Buenos Aires en 1944. Es una obra cargada de referencias simbólicas y míticas que gira en torno autoritarismo. 3.- TEATRO CRÍTICO Y DE DENUNCIA Con Antonio Buero Vallejo, el teatro ofrece nuevas posibilidades. El dramaturgo no puede inhibirse y la realidad española tampoco puede, en lo posible, quedar fuera de escena. En los años 50 y 60, con la llamada “generación realista”, existe, así, un teatro de denuncia que busca un compromiso ético-social con el hombre y con su realidad. Con el deseo de sacudir las conciencias, se denuncian la injusticia la explotación del hombre, se exponen problemas sociales, se plantean preocupaciones existenciales o se desea indagar en la verdad. No todos pueden estrenar abiertamente y entrar dentro de lo que podemos entender como circuito comercial. Todos sin embargo, muestran su in conformismo en unas piezas llenas de intención que adoptan formas m realistas o derivan más tarde a veces hacia un teatro con tintes vanguardista o expresionistas. Con el magisterio de Buero Vallejo y de Alfonso Sastre, podemos encuadrar en este realismo social a Lauro Olmo, José Martín Recuerda, o Carlos Muñíz. Antonio Buero Vallejo es el autor dramático español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Desde Historia de una escalera hasta el estreno en 1999 de su última obra, Misión al pueblo desierto, lleva a escena, durante la dictadura en circunstancias difíciles, unas treinta obras con gran aceptación de crítica y de público. En conjunto, podríamos estructurar su teatro como sigue: Obras en que presenta la sociedad y realidad españolas (crítica y denuncia); Historia de una escalera, Hoy es fiesta, Las cartas boca abajo y El tragaluz. Obras de corte simbólico; La tejedora de sueños, Casi un cuento de hadas y La fundación. Obras de fondo histórico; Un soñador para un pueblo, sobre el motín de Esquilache; Las Meninas, sobre Velázquez; El concierto de San Ovidio, situada en el siglo XVIII, en París; El sueño de la razón, sobre Goya y La detonación, sobre Larra. Su teatro está dotado de un fuerte sentido trágico. Independientemente del tipo de obra, Buero se sirve de ese “tragicismo” para llevar a escena su reflexión y su compromiso ético con el hombre y con la sociedad española de su tiempo. No importa que adopte una vía más directa o inmediata, más simbólica, mítica o alegórica o que, a modo de distanciamiento histórico, sitúe en el pasado la acción y los personajes. En los dos últimos casos, quizás también con la intención de poder burlar mejor la censura. La dimensión existencial y social inunda, así, la mayoría de su producción. La naturaleza y la condición del hombre, su espíritu, su dignidad, el sentido de la vida, la injusticia social, la defensa del débil, la libertad, la tolerancia, la lucha por la verdad y los auténticos valores humanos o los problemas político- sociales recorren su obra. Buero Vallejo domina la técnica y sabe aprovechar como pocos todos los recursos escénicos. Entre estos, podemos señalar: El lenguaje dramático, denso en ocasiones, pero siempre de gran calidad literaria, expresividad y eficacia teatral; La ambientación y el espacio escénico, que a veces tiene un segundo significado alegórico; Los diversos efectos escenográficos (luz, oscuridad, música, ruidos, etc.); La minuciosidad de las acotaciones; El desarrollo dramático de la acción, con la introducción, a veces, de narradores; El manejo y la caracterización (física, psíquica y social) de los personajes, algunos con diversas taras o limitaciones (ceguera o locura, por ejemplo) que son reales y a la vez, simbólicas, etc. Otros autores Alfonso Sastre no pudo representar sus obras fácilmente. Es un autor inconformista y comprometido. Escribe obras de tono existencialista Escuadra hacia la muerte, teatro realista de carácter crítico-social Muerte en el barrio o tragedias complejas La taberna fantástica. Lauro Olmo sabe captar como pocos lo que sucede en derredor. De ahí su popularismo en el lenguaje, los personajes y las situaciones. Su teatro está dotado de realismo, verdad, denuncia social y fuerza dramática. Escribió obras como La pechuga de la sardina, pero su gran éxito, y ya un clásico del teatro realista, es el drama popular La camisa. 4.- HACIA UN NUEVO TEATRO A mediados o finales de los sesenta aparecen nuevos nombres que intentan superar el realismo social mediante un teatro que en ocasiones busca fórmulas más vanguardistas y experimentales. En 1963, estrena su primera obra Antonio Gala, cercano por su preocupación social a la generación realista. Antes, Fernando Arrabal ya había estrenado fuera de España. Destaca también el vanguardismo de M. Martínez Mediero y de Francisco Nieva. Fernando Arrabal ha escrito también en francés y estrenado en Francia. Es uno de los creadores del teatro pánico, alentado por el dadaísmo, el surrealismo, el teatro del absurdo y de la crueldad. En él caben lo insólito, lo sórdido, el humor, la confusión, etc... El teatro de Arrabal, vanguardista y transgresor, abunda en aspectos religiosos, eróticos y políticos. Sus obras podrían encuadrarse dentro del teatro del absurdo Cementerio de automóviles, sobre todo por las situaciones y el lenguaje; teatro pánico El arquitecto y el emperador de Asiria o lo que él mismo llama “teatro de guerrillas» La aurora roja y negra. Antonio Gala escribe también ensayo, poesía y novela. Posee un exquisito lenguaje y una gran calidad literaria. Su teatro suele mostrar su preocupación por el hombre. Lo ambienta en la época contemporánea o en un pasado histórico o mítico. En ocasiones integra un plano más externo (situaciones de la trama) y un fondo de carácter simbólico (aspectos político-sociales de la realidad española). A veces realiza un proceso de desmitificación tanto de la historia como de la sociedad de su tiempo, a la que satiriza. Obras suyas son: Los verdes campos del Edén, Los buenos días perdidos, Anillos para una dama, Petra Regalada o Los bellos durmientes. Francisco Nieva. Varias de sus obras están escritas en los años 50, pero no empieza a estrenar hasta los 70. Es también director y escenógrafo. Su teatro es de gran calidad, nuevo y transgresor, crítico y satírico, distinto, vanguardista y alejado de los cánones tradicionales. España, el erotismo y la religión son temas reiterados. Él mismo señala en su producción tres tipos de obras: “teatro furioso” de carácter coral, lenguaje enfático y acción concentrada»: El combate de Ópalos y Tasia; “teatro de farsa y calamidad” con una acción más novelesca y personajes más complejos: Malditas sean Coronada y sus hijas y “teatro de crónica y estampa” de carácter histórico: Sombra y quimera de Larra. TRES NUEVOS AUTORES Luis Riaza es un autor de carácter simbolista que utiliza un lenguaje dramático rico y original, así como una escenografía dotada de algún tipo de significación. Muchos de sus estrenos fueron realizados por grupos de teatro independiente. Entre otras obras, ha escrito: Representación de don Juan Tenorio por el carro de las meretrices ambulantes, Retrato de dama con perrito o El palacio de los monos. Jerónimo López Mozo es un autor representado por grupos de teatro independiente. Realiza un teatro experimental y renovador: Blanco en quince tiempos, Negro en quince tiempos, Guernica y El caserón . Estas obras se caracterizan por su brevedad, su acción sencilla, la improvisación de los actores, al menos aparentemente, y la participación colectiva. Sanchis Sinistierra es un dramaturgo comprometido un hombre dedicado por completo a la escena, un investigador y un experimentador del hecho y del espectáculo teatral. No duda incluso en hacer versiones singulares de obras clásicas, como ocurre en Tendenciosa manipulación del texto de la Celestina de Fernando de Rojas. Otras obras suyas son ¡Ay, Carmela! o Ñaque (o De piojos y actores). EL TEATRO INDEPENDIENTE Hacia mediados de los años 60, surgen diversos grupos de «teatro independiente" (Tábano, Els Joglars, etc.). Estos grupos buscan nuevas técnicas y nuevas fórmulas que contribuyan a la renovación del teatro y del espectáculo. Los componentes del grupo son los que realizan todos los aspectos relacionados con el montaje y la representación, Llevan a escena un teatro de autor que a veces colabora con ellos, o no de autor. Conciben el teatro sobre todo como espectáculo, donde el texto, como tal, adquiere menos relevancia. A menudo se da la “creación colectiva” entre todos los miembros; como ocurre, por ejemplo, con Castañuela 70; fruto del grupo teatral Tábano y del musical Las Madres del Cordero.